EPÍLOGO
-Los enanos están por abandonar Imladris.
La voz fue clara y dura, aunque sabía que estaba más bien preocupado, inmensamente preocupado. Imladris había sido un refugio, uno donde la familia de Thorin e Idris estaba protegida, un lugar donde no había nada que temer y la seguridad de Andu estaba asegurada. Y la seguridad de Isil.
Pero ahora las cosas estaban trastornadas. Las noticias sobre el ataque de Imladris no habían tardado en llegar aunque él ya sabía todos los detalles, Isil los había explicado a cabalidad. El inminente peligro era algo que no se podía negar, alguien estaba cazando a la familia de Thorin por una razón desconocida y eso no estaba bien, sino sabían la razón estarían todos en un peligro extremo.
Por fortuna tanto Idris como Itariel estaban protegidas en Mirkwood, a salvo de todas las cosas que sucedían en el exterior y no dudaba que pronto pudiera cobijarlos a todos en el bosque. Porque Thorin estaba regresando a casa y la manera más sencilla de hacerlo era a través de su reino, una vez dentro, no los dejaría salir jamás.
Itariel estaba enojada, se suponía que ella debía estar en Imladris, que debía cumplir una promesa, sin embargo, lo que fuera que estaba sucediendo había carcomido poco a poco la salud de Idris. La explicación más acertada podía ser que la herida de la espada del orco había estado envenenando su sangre por veintitrés años, eso era lo que Isil les ofrecía como explicación, aunque ni ella podía entender cuál era la razón de que justamente ahora cayera enferma.
Los pensamientos de Thranduil se vieron interrumpidos por el súbito movimiento de Galaphian. Aunque estaba vestida con la ropa de viaje, sencilla, ligera, de color café y verde, por lo que podía pasar desapercibida entre los árboles y en las llanuras, destacaba. Era su presencia, algo en ella gritaba que había sobrevivido peores enemigos, que vivía aferrándose a la existencia cuando todo lo que se conocía parecía justificar que ella no tuviera más elección que morir.
-Tenemos que protegerlos a toda costa –dijo y las dos personas a su lado se levantaron de la misma manera. Legolas vestía ropa similar a la de ella, debían viajar ligeros y hacerlo en el menor tiempo posible, debía permanecer invisibles a los demás porque los estarían cuidando, el camino que habían elegido probaría ser exageradamente peligroso y ellos no estaban aun conscientes de todo lo que se estaban jugando.
La otra persona vestía una armadura de diseño similar a la del ejército de Thranduil, sin embargo, su color era negro. Eso los distinguía, los cazadores de arañaras eran los mejores entre los mejores, ahora tenían encomendada una misión mucho más grande, traer sanos y salvos a los enanos de Ered Luin. Era en si una aberración que ese fuera su objetivo, el rey de Mirkwood enviando a su familia para evitar el destino trágico de los enanos.
Los cazadores de arañas era un élite y su comandante estaba frente a Thranduil, se quitó el casco y los rasgos finos del medio elfo se suavizaron, su mirada azul se tranquilizó porque sabía que estaba siendo el depositario de la confianza del rey, que ponía en sus manos también la seguridad de su hijo, de su heredero. Nogo sonrió, jamás dejaría que nada malo le sucediera a su familia y su familia eran ellos, su madre, su padre, su hermana y el rey elfo. Pero también lo eran los hijos de Idris y también lo era Thorin Oakenshield, a quien por fin, después de tantos años, podría conocer.
-Iremos al paso de las Montañas Nubladas, trataremos de interceptarlos antes de que lleguen más lejos. –dijo Galaphian, en el fondo estaba preocupada, las dos últimas veces que alguien había venido desde Imladris hasta Mirkwood, las cosas no habían funcionado muy bien. Y el peligro había aumentado con los años, por lo cual no podían dejar que un grupito de enanos se aventurada por sobre las Montañas, les podía parecer sencillo, pero era una prueba difícil de superar sin un ejército adecuado.
Ellos les llevarían el ejército.
Galaphian volvería a ver a Thorin y era extraño porque no se sentía amenazada por esa razón. No sentía lo que al principio cuando se enteró de la existencia de Idris y de los gemelos, los años la habían hecho reflexionar sobre eso y decidir que era estúpido descargar sus emociones contra quienes ni siquiera sabían su historia. Ahora estaba tranquila, se sentía capaz de pararse frente a él y no derrumbarse, dejarlo saber que todo este tiempo había estado viva y había criado a un hijo.
Un hijo del que estaba orgullosa y un hijo que espera que él pudiera aceptar como tal, a pesar de que Nogo era mucho más que eso, mucho más que sólo su hijo. La respuesta al porqué había sobrevivo al fuego del dragón era por Nogo, quien tenía mucho de la esencia de Smaug en su ser que le había costado años de concentración para dominarla.
¿Qué pensaría Thorin al conocer a alguien como Nogo y darse cuenta de que fue su unión con Galaphian la que lo trajo al mundo?
¿Lo aceptaría de la misma manera en que podía aceptar a los hijos de Idris?
Cuando dejó de divagar en sus pensamientos estaban ya en las afueras del bosque preparados para montar, los elfos de armaduras negras siguieron a su comandante, quien los hacía avanzar en formación custodiando al príncipe y a su madre.
Thranduil los vio alejarse y en silencio siguió rogando porque todo estuviera bien, que los poderes que ahora los estaban amenazando no fueran capaces de detenerlos y que cuando ellos pudieran reunirse nuevamente, pudiera disfrutar un segundo de tranquilidad antes de tener que dar el paso definitivo que se estaba gestando justo ahora.
Porque la guerra estaba a la vuelta de la esquina, se podía sentir su frío yugo y aunque pareciera extraño viniendo de él, deseaba un poco de felicidad antes de salir a combatir y arriesgar su vida. Y después de todo lo vivido ahora era capaz de aceptar lo que antes hubiera sido imposible, que quería a su familia con todo su corazón y que entre su familia contaba a Nogo, a Amariel y a Andunariel, por lo tanto, Thorin Oakenshield era parte de su familia y si en su mano estaba ayudarlo, lo haría. Por esa razón veía partir a su hijo, con la encomienda de traerlos a todos sanos y salvos, además de hacerlo lo más pronto posible porque las fuerzas oscuras se cernían ya sobre su hogar y sobre Erebor.
La batalla no sería por Erebor y el enemigo más grande no sería Smaug, de eso estaba más que convencido aunque le faltaran las pruebas para hablarlo con seguridad. Algo en su interior le decía que la batalla sería para darle una oportunidad a todos para sobrevivir, si perdían, estarían condenados.
FIN
Escribí esto a manera de epílogo para tratar de cerrar un ciclo con este fanfic y poder, finalmente, terminar de escribir la historia que continua a través de "El único camino que podían tomar". Atrás queda la historia de amor y se avecinan cosas más oscuras, por lo que, debía ser puesto un punto final a Eryn Lasgalen.
Gracias.