Está historia esta basada en el libro de Susane Colasanti; ni esta ni Glee me pertenecen. Sin más espero que disfruten la lectura.
"Nunca quise que esto saliera así. Pero, si tuviera la oportunidad, no lo cambiaría por nada del mundo".
– ¿Por qué te pasas la vida leyendo el horóscopo? –me acusa Blaine.
– ¿Y tú por qué no lo lees? –replico.
Leer el horóscopo los lunes es parte fundamental de mi vida. Si tuviera una lista, sería algo así: ducharme, hecho. Ir al instituto, hecho. Hacer los deberes, medio hecho (depende de la cantidad de trabajo que tenga que hacer y de su nivel de dificultad). Hoy es lunes así que, leer el horóscopo, definitivamente, hecho.
– Mmm… Pues, no sé… ¿quizá porque es una estupidez? –contesta Blaine.
Suelto un gritito. Es un gritito medio en broma medio en serio.
– ¡Retira eso!
– No.
– ¡Retíralo!
– No hasta que me pruebes que el horóscopo no es una verdadera estupidez y una completa pérdida de tiempo.
– Ni que eso fuera difícil.
Abro el portátil, que está apoyado sobre la almohada. Cuando me conecto, me gusta sentarme en la cama. Pero, cuando hago deberes, me siento siempre en el escritorio. La cama es un lugar reservado exclusivamente para la relajación.
– Pues venga, demuéstralo –me reta Blaine.
– De acuerdo, lo haré.
Me meto en la web de horóscopos semanales que conozco, no sé cómo lo hace esta astróloga, pero da tanto en el clavo que casi da miedo. Es como si siempre supiera lo que va a pasar. En serio, llevo leyendo esta página desde que empezó el instituto y ya es abril… eso son treinta horóscopos semanales. Suficiente para darme cuenta que mi horóscopo es algo de lo que me puedo fiar. Me ayuda a prepararme para lo que está por venir. Más o menos.
No soy una gran fan de lo Desconocido. Lo Desconocido puede cambiar tu vida en un segundo. Lo Desconocido puede arrebatártela y no devolvértela nunca.
Tu existencia puede terminar antes incluso de que te des cuenta que se ha acabado.
La certeza no existe. El control no existe.
Paso la página hacia abajo rápidamente con la barra lateral.
– ¡Ah! ¡Aquí está! –Sigo bajando un poco más -. "Marte y el creativo Urano unen sinérgicamente sus energías en la novena casa, abriendo ante ti un emocionante abanico de posibilidades. Marte, gobierna sobre la ambición, dará vuelta a tu vida y te llevará a nuevas situaciones y lugares. Si te empeñas en aferrarte a tu cómoda rutina, perderás la oportunidad de conocer gente nueva, ideas interesantes y… sí".
– ¿Y sí qué? –dijo Blaine.
– Y nada. Lo demás no concuerda.
– ¡Ajá!
– Ese no es el tema. El resto no concuerda completamente.
– ¿Y entonces por qué esa parte no concuerda?
– Porque habla de posibilidades profesionales. Es para gente que tiene trabajo.
– ¿Lo ves? ¡Tú no tienes trabajo!
– ¡Porque estoy en el instituto!
– ¡Exactamente!
– A ver, ¿qué pasa, que soy la única tauro de dieciséis años?
Hay tauros de todas las edades.
– Ajá.
– Pero, ¿qué me dices del resto? ¿Cómo te explicas de lo acertado que era el resto?
– Vaaaleee. Claro, es verdad, se me olvidaba que el emocionante abanico de posibilidades solo se abre para ti.
-Eso no es… da igual, olvídalo.
No solo creo en lo que mi horóscopo dice, creo en la astrología en general. Creo firmemente que el signo del zodiaco determina los rasgos inherentes a la personalidad. Yo soy la viva descripción de los tauro: aman la naturaleza, buscan comodidad y placer, conectan con la Tierra, son serenos, cabezotas, apasionados y suelen ser muy maternales. Es una especie de control de calidad.
– Bueno –Blaine se sienta en mi cama -: no te enfades.
– No estoy enfadada –respondo.
Pero lo estoy. Me afecta mucho que la gente intente desmoronar de un soplido las cosas que me importan, como si no significaran nada. Me da la sensación de que insinúan que confundo la realidad con la fantasía.
La gente que no comprende la astrología se pasa la vida diciendo: "¿Por qué te preocupas por lo que diga el horóscopo? ¿Por qué no te limitas a vivir tu vida?". Pero yo opino que, si sabes qué esperar, puedes estar preparado para cualquier cosa. Bueno, quizá no para cualquier cosa, pero sí que puedes estar preparado para cosas para las que normalmente no lo estarías si no te hubieran prevenido sobre ellas. Me ayuda a lidiar con lo Desconocido.
Blaine se acurruca a mi lado.
– ¿Qué pone el mío? –me dice.
Hay pocas personas en mi vida con las que puedo contar incondicionalmente. Blaine es una de ellas. Hace dos años que somos amigos y nunca nos hemos peleado. La única persona a la que estoy más unida que a Blaine es a Santana. Es mi mejor amiga desde hace muchísimo tiempo. Santana es leo, y eso implica que su temperamento en ocasiones puede ser un problema. También es valiente y segura de si misma, lo que a veces me da un poco de envidia. No diría que soy introvertida, pero me gustaría ser tan abierta como Santana. Y daría lo que fuera por saber lo que se siente al ser valiente.
Blaine es genial, es super divertido, una persona totalmente de fiar. Nunca me ha dejado en la estacada, ni una sola vez. Además, es super guapo, pero no es que me sienta atraída hacia él. Bueno, quizá si no fuéramos tan gays, sí que me gustaría.
Solo lo sé yo. Si Blaine estuviera un poco más en el closet, tendría un uniforme de acampada de boyscout y un montón de camisetas de cuando iba a la Primaria cuidadosamente dobladas encima. El padre de Blaine lo mataría si supiera que es gay. En serio. Así que no tiene intención de salir del closet hasta que empiece la universidad y, con ella, su verdadera vida. Se esfuerza muchísimo en el instituto para que sus notas le abran las puertas a donde quiera ir. Siempre está hablando de lo alucinante que será la universidad… donde finalmente podrá ser él mismo, sin tener que preocuparse por una muerte intimidante a manos de un padre desquiciado.
Quizá las cosas fueran distintas si su madre estuviera con él, pero se casó con otro hombre cuando Blaine tenía trece años y se mudó a California. Al principio lo llamaba a menudo. Ahora solo tiene noticias de ella por su cumpleaños.
Todo mundo da por hecho que Blaine es hetero. A él le gusta pasar desapercibido. Así es más fácil. Solo sale con un par de amigos más aparte de conmigo. Los chicos del instituto siempre nos ven juntos y hasta he escuchado rumores de que estamos saliendo. Blaine piensa que es un halago porque insiste en que soy "una chica muy buena". Cada vez que lo dice, me echo a reír. No estoy buena, para nada, a no ser que te parezca que ser pálida y flacucha es estar buena. Ojala tuviera más colorcito y más curvas como Santana. Mis ojos verdes con un toque de avellana, no me aportan atractivo. Ni tampoco mi pelo rubio, liso y lacio, aunque lo tengo bastante largo. Llevo flequillo para ocultar la cicatriz que tengo en la frente. Enserio: tener la cara partida no es ni un poquito sexy.
Estoy completamente convencida de que Blaine estaría fuera del closet si no fuera por su padre. No es que quiera ocultar quién es. Ni siquiera le preocupa qué pensaría la gente en el instituto, es que no quiere tener que lidiar con su padre si se entera. Las peleas que tienen dan mucho miedo. El padre de Blaine nunca la ha pegado, ni nada (aunque creo que eso cambiaría si supiera que es gay), pero yo le he escuchado gritarle. Algunas de las cosas que le ha dicho seguramente duelan más que ningún golpe físico.
El pasado verano pasamos muchísimo tiempo juntos y Blaine me confió la verdad. Era obvio que le pasaba algo. Le juré que no se lo contaría a nadie. Ni siquiera Santana lo sabe.
Hago clic en Capricornio para leer el horóscopo de Blaine.
– ¡Ahí lo tienes! –grito -¿Qué dice el segundo párrafo?
–Sí, sí…
– No era una pregunta retórica.
– Estás muy mandona hoy.
– Te encanta que sea mandona. Venga, lee.
– "Refugiarte tras tu escudo protector te está consumiendo. La luna en la casa del dramático Leo te llevará a embarcarte en una cruzada personal para alcanzar tus ambiciones futuras. No pierdas de vista el precio a pagar y sigue manejando las situaciones ingratas con calma y determinación. Cuando las cosas se asienten, triunfarás en una transacción personal o familiar" –lee Blaine.
– Bueno, ¿qué hemos aprendido hoy? –pregunto.
– Mmm…
Me doy cuenta de que a Blaine le va a costar admitir que hay algo de verdad en lo que acaba de leer.
– ¿No te hace sentir un poco mejor?
– No me siento particularmente motivado para embarcarme en una cruzada personal todavía. Quizá este hablando de aquí a un año.
– El horóscopo vale cuando tú quieras.
– Vamos a preguntarle a la Bola Mágica –dice Blaine.
Tengo una bola mágica: es una bola de billar negra, el número 8, con brillantina y una ventanita en la que se leen diferentes respuestas cuando la agitas después de hacerle una pregunta.
– Es el momento de que me embarque en una cruzada personal? –pregunta. Después agita la bola y le da la vuelta –. "Mis fuentes no lo recomiendan".
– ¡No dice eso!
– Me temo que sí –Blaine me tiende la Bola Mágica.
– Bueno, de acuerdo… pero, como te he dicho antes, vale para cuando sea.
Solo espero que "cuando sea" llegue pronto. Blaine debería poder vivir la vida con la que sueña.
Santana está enamorada.
– ¿Quién es la chica? –pregunto.
– ¿Qué chica?
No sé por qué se molesta en mentir. Sabe que sé que hay una chica. Siempre me doy cuenta.
– La chica de la que te has enamorado –digo.
Ahora que Santana ha conseguido el escarabajo descapotable que lleva toda la vida queriendo tener (en azul celeste, que es un color realmente precioso) ya no tengo que esperar a que mi madre venga a recogerme al instituto. Me encanta la sensación de conducir de vuelta a casa con Santana, como si fuéramos completamente libres, como si pudiéramos ir a cualquier parte. Su escarabajo consume unos cuatro litros por cada cuarenta kilómetros. Podría ser mejor, así que solo apruebo parcialmente la eficacia del nuevo vehículo. Pero lo que sí apruebo completamente es el soporte para flores, en el que siempre hay alguna en mi jardín.
Desde que a Santana le compraron el coche, se ha portado genial trayéndome a casa todos los días. En nuestra ciudad todo está muy desperdigado. Hay gente a la que le gusta dar paseos, pero a pie no se puede ir a ninguna parte. A veces voy en bicicleta a lugares que quedan cerca de mi casa pero, para ir a los sitios "de verdad", hay que tener coche. Santana pierde un montón de tiempo en ir de mi casa a la suya por llevarme. Menos mal que está encantada con el coche: cualquier excusa le sirve bien para conducir.
– No hay ninguna chica –dice Santana.
Tiene esa sonrisilla que se le pone cuando guarda un secreto y la mirada perdida. Es evidente que hay una chica.
– Ah –respondo –, o sea que hay una chica.
– Bueno –mas miradas perdidas –. Puede que haya una chica.
– Si hubiera una chica, ¿cómo se llamaría?
– Rachel.
He coincidido en unas cuantas asignaturas con Rachel, pero la verdad es que nunca he hablado con ella. Está con Santana en la optativa de Multimedia. Lleva detrás de ella desde que empezó el segundo trimestre, pero no se le ocurría como abordarla. Después las pusieron juntas para un trabajo de grupo y empezaron a hablar.
En realidad, empezaron a hablar un poco antes. Tienen un grupo de amigos en común. Yo lo llamo Círculo de Oro. Es el mismo grupo con el que yo solía salir, pero eso fue antes de que Rachel y otras cuantas chicas que no conozco se unieran. Aún saldría con ellos si fuera tan cómoda como solía ser. Y si Marley no hubiese tenido su crisis nerviosa, claro.
No sé que le paso. Supongo que se dio cuenta de que estaba empezando a apartarme de ellos. No fue una decisión consciente, ni nada por el estilo, es solo que me dejo de apetecer hacer cosas en grupo. Sobre todo porque eran siempre las mismas fiestas, en las mismas casas con las mismas cien personas. Mis lazos con ellos me estaban empezando a parecer superficiales.
Marley se ofendió.
– ¿Por qué eres así? –me soltó un día
Unas cuantas estábamos en Green Pond, bromeando y pasando el rato. Yo me estaba empezando a aburrir. Me fijé en una gran roca que sobresalía del estanque y fui a sentarme allí sola.
Marley me siguió.
– ¿Ser cómo? –pregunté.
– Te comportas como si te creyeras mejor que nosotros.
– No, para nada.
– Entonces, ¿por qué no quisiste salir con nosotros el fin de semana pasado?
– No me apetecía.
– ¿Por qué no?
– No lo sé. No sabía que fuera una actividad obligatoria.
No tenía ni idea de por qué Mercedes me acosaba. Cada día me resultaba más molesta.
– ¿Desde cuándo no tienes ganas de salir con tus amigos? –siguió acosándome.
– No es eso. Ahora estoy aquí, ¿o no?
– Sí, pero… ¿te lo estás pasando bien?
– ¿A qué viene esto? ¿He hecho algo?
– Te crees demasiado buena como para estar rodeada de gente que no está comprometida con la causa ni nada de eso.
– ¡Que no!
– Solo porque no vayamos por ahí salvando el medio ambiente no quiere decir que seamos unos fracasados –me espetó rabiosa –. Hacemos mucho por el instituto, por si no lo sabes.
Los Chicos de Oro tienen reputación de ser simpáticos y amables. Hacen un millón de actividades escolares. Tienen control total sobre el consejo de estudiantes. Unos cuantos incluso dan tutorías en Primaria, una actividad que Santana ha estado considerando empezar a hacer este año. Todos son populares aunque no tan populares como los deportistas. Pertenecen a esa clase de chicos que son suficientemente afortunados, suficientemente guapos y tienen unas vidas familiares suficientemente decentes como para disponer de una cantidad suficiente de dinero con el que jugar. Y yo prefiero que mis padres ahorren para ayudarme a pagar la universidad, así que las aficiones materialistas de los Chicos de Oro no me interesan demasiado.
Pero tiene sentido que Santana siga saliendo con ellos. A ella le encanta hacer voluntariado, sobre todo con niños. Trabajó como voluntaria en el área de pediatría del hospital durante mucho tiempo y es la mejor canguro del mundo. Hasta tiene una bolsa con juegos que lleva con ella cada vez que va a cuidar a un niño. No le da ninguna vergüenza que le siga gustando divertirse con las mismas cosas que cuando tenía ocho años. Y los niños adoran a Santana casi tanto como ella los adora a ellos.
Recapitulando. La pelea con Marley. Básicamente, dejé de hacer cosas con el grupo, a excepción de con Santana. Durante un tiempo, hablaba con ellos si se dirigían a mi, pero tardaron poco en dejar de hacerlo.
Es curioso cómo puedes conocer a alguien durante mucho tiempo y, de repente un día, empiezas a ver a esa persona de una manera completamente distinta. Eso es claramente lo que le paso a Santana con Rachel.
–Creo que le gusto –dice ella emocionada.
– Genial.
– Todos parecen confabulados para que pasemos tiempo juntas, así que debe ser por algo.
– Quizá le haya dicho a alguien que le gustas.
– ¿Tú crees?
– Estoy segura.
– Claro, nos pusieron juntas en Multimedia. La energía quiere que estemos juntas.
Creo que todo sucede por un motivo, aunque no estoy segura de que la Energía tenga nada que ver con que a Santana y Rachel las pusieran juntas en clase.
– Rachel quedó ayer para preguntarme una cosa que le podría haber preguntado a cualquiera. ¡Pero me la pregunto a mí! –explica Santana.
– Porque está claro que le gustas.
– ¿En serio?
– Claro. ¿Por qué si no te lo preguntaría a ti?
– ¡Lo sabía! –Se le sonrojan las mejillas –. Es que es tan linda…
– Sí.
– ¿Te parece linda?
Santana piensa que yo podría estar con la chica que quisiera, pero delira. Las únicas chicas que se acercan a mi son tipas odiosas que dedican su vida a meterse con la gente que es remotamente diferente a ellas.
Como si eso resultara atractivo.
– Es muy linda para ti, quiero decir –aclaro.
– ¿En serio?
– De verdad.
– Todo indica que deberíamos estar juntas. He soñado que nos comíamos un cono enorme de helado. ¿Sabes que representa el helado?
Siempre interpretamos nuestros sueños. Santana cree que el simbolismo onírico predice el futuro. Yo soy más del tipo analítico y pienso que hay que interpretar la simbología de los sueños en relación al presente.
Las dos estamos obsesionadas con el destino. Cualquier cosa que nos ayude a encontrarle sentido a esta vida nos resulta fascinante. Al principio del año hicimos un cuadro de temas que tenían que ver con el destino en los que queríamos ampliar nuestros conocimientos. A cada tema le asignamos un mes. Durante ese mes, investigamos todo lo que podemos y debatimos sobre las cosas que encontramos. A finales de año, seremos expertas en el destino.
Aunque acabamos de estudiar la interpretación de los sueños, no me acuerdo de qué representa el helado. Quizá ni siquiera lo aprendiera; solo me dio tiempo de memorizar unos pocos significados. Finalmente que la clave de interpretación de sueños era consultar con una web de confianza o con algún libro después de cada sueño.
– No me acuerdo –digo.
– Simboliza la compensación de una insatisfacción y augura que lo mejor está por venir. ¡Ah! Y el helado era color naranja óxido. Y, al día siguiente, Rachel llevaba una blusa exactamente del mismo color.
– ¡Venga ya!
– Bueno, era casi del mismo color.
Santana me sigue contando cosas de Rachel. Piensa que le gusta, aunque no está segura, así que va a esperar a ver si ella decide invitarla a salir.
– ¿Te parece buena idea? –quiere saber.
– Sí, aunque siempre puedes ser tú la que dé el primer paso.
– ¿Pero no es mejor que espere a que ella me pida salir?
– Sí, pero no esperes mucho. ¿Qué pasa si se lo pide a otra persona porque piensa que a ti no te gusta ella?
– Si le gusto, no debería pedirle salir a nadie más.
– Ya lo sé. Solo digo que si no da el paso pronto, igual no pasaría nada porque lo dieras tú.
Si no fuéramos tan amigas, me daría envidia que a Santana le guste una chica y a mí no. Pero me alegro por ella. San y yo estaremos unidas de por vida. Y estar unidas de por vida no es lo mismo que ser mejores amigas. Es decir, somos mejores amigas, pero va más allá de eso. ¿Cómo se llama cuando dos personas comparten una historia muy intensa? ¿Cuando no hay nada que pueda separarlas? Amigas del alma. Eso es lo que hemos sido desde el accidente.
Aunque, últimamente, siento que las cosas están cambiando. Es como si nos estuviéramos distanciando o algo así. Lo raro es que parece que esto ha pasado sin que me diera cuenta. No hay nada concreto que pueda decir que nos distancie pero… no sé, supongo que son cosas que pasan cuando creces. Mis padres apenas se relacionan con la gente con la que fueron al instituto. ¿Cómo puede ser? ¿Te gradúas y tus amistades simplemente se desvanecen? ¿Incluso cuando esas amistades son todo tu mundo?
Sé que eso no me pasará con Santana. Me encanta estar tan unida a otra persona, saber que nuestro vínculo siempre existirá. Me da seguridad. Solo que… para ser sincera conmigo misma, tengo que admitir que no somos las que éramos. No sé si seguimos siendo amigas por las cosas que todavía tenemos en común o por lo que hizo que estemos unidas de por vida.
Pero, a pesar de todo, sé que puedo contar con Santana para lo que sea. Y ella sabe que haría cualquier cosa por ella.
Nueva historia que realmente amé, y espero que a ustedes también les guste :) ¡Saludos!