¡Bueno, bueno, bueno! Chicas... ¡He regresado! No saben cuánta alegría me provoca ver que les gustó tanto el final de "Sólo se que te amo" y para dejar morir en paz ese fic, pues bueno, me vengo obsesionando con otro. Espero les guste, les agrade, lloren, me maldigan, se rían y hagan de todo con este nuevo fic. Igual que el otro, la trama irá saliendo dependiendo de cómo se desarrollen los comentario, si les gusta, continuo, sino, pues le voy buscando un final (y me escondo en un rincón).

Disclaimer 1: Todos los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi, yo solo los tomo para que me hagan feliz según mi imaginación y para hacerlos sufrir a cada rato.

Disclaimer 2: La historia nace de los libros de la trilogía de "50 sombras de Grey" que les pertenece a la grandiosa E.L. James, sin embargo no es que sea una vil copia de ello, yo lo tomo haciéndolo a mi manera.

Disclaimer 3: Encontrarán también personajes de Sakura Card Captor, Naruto, alguno que otro de Bleach, Fairy Tail y quien sabe de cual más; sin embargo no es que sea un crossover, sino que solo son personajes secundarios, justo como lo hice en "Solo se que te amo".

Advertencia: Si me baso un poco en el disclaimer 2, obviamente el fic tendrá lemon fuerte, así que están advertidos, menores de 18 años y susceptibles, mejor aléjense ya que además del lemon constará de temas Sadomasoquistas.

Los primeros capítulos los encontrarán lentos, ya que primero tengo que establecer la trama, mi cabeza aún da vuelta con el "Oscuro Secreto", pero veremos como va saliendo. Gracias a mi geme, Hekate ama, que me ayuda a editar el fic para que mis incoherencias no sean muchas.

Y bien... sin más amigas... ¡Les dejo mi nuevo FIC! Espero les guste y en realidad espero con muchas ansias sus comentarios.

Las quiero mucho!
Kame.
28/feb/13


•••••
EL OSCURO SECRETO DE UN TAISHO
•••••

Kagome Higurashi era estudiante de la carrera de leyes de la Universidad de Tokio, a sus 23 años recién terminaba su carrera. Desde su segundo año se hacía muy buena amiga de Sango Mitarashi, una chica de su misma edad pero sumamente rica y estudiante de la carrera de administración de empresas. Luego de medio año de conocerse empezaban a vivir juntas en la casa que tenía Sango a 30 minutos del centro de estudios. A pesar que su amiga se rehusaba en aceptar algún tipo de pago de alquiler por parte de Kagome, ella siempre ayudaba con las compras de la casa o alguna reparación extra.

Kagome no era rica, pero tampoco era un caso para caridad. Su madre era psicóloga y le pagaba su carrera. Su padre era de origen desconocido, inclusive su madre nunca deseaba hablarle de él por lo que la prudencia le indicaba a Kagome que no tenía que seguir insistiendo en ello. Era hija única, pero debido a la personalidad tan poco común de su madre —la cual de hecho le conllevaba a tener 3 maridos—, ella maduraba antes de tiempo, inclusive consiguiendo trabajos de medio tiempo mientras estudiaba y así tener algunos ahorros para sus propias cosas.

Actualmente la madre de Kagome vivía en Hong Kong de donde ambas eran originarias, aunque no había vivido en aquel lugar durante los últimos 15 años, pero 2 años después que Kagome ingresara a la Universidad ella se casaba con su 4º marido, con quien hasta el momento todo seguía muy bien y Kagome se llevaba de maravilla con él.

La vida de Kagome era de lo más tranquila y era probable que todo hubiese continuado igual de no haber sido porque conocería a "esa persona".

•••••

CAPÍTULO 1:
«CRISIS»

Sollozos y cantos con voz cortada era lo que Kagome escuchaba que provenían de la habitación de su amiga, clásica señal de una reciente ruptura.

—Realmente no estoy tan sola... Quien te dijo que te fuiste...

Escuchó una vez más como Sango cantaba entre sollozos y gritos mientras ella misma sonreía un poco. Kagome estaba en la cocina haciendo un té chai.

Las rupturas de su amiga eran clásicas:
1) Encerrarse en su habitación durante uno o tres días —dependiendo de lo fuerte que fuese—, deseando que algún apocalipsis cayera y terminara con su vida;
2) Escuchar música de Ricardo Arjona a todo volumen;
3) Tomar todo el té Chai que su organismo se lo permitiera —ya que si empezaba a beber alcohol empezaría con un vicio insoportable—;
4) Comer toda la fritura que se le pusiera enfrente —para luego al sentirse bien empezar con ejercicios y dietas para bajar aquellas calorías que ingería en su estado depresivo—; y
5) Pasar en su pijama desgastada —que al principio era de color celeste cielo— que su primer novio le regalaba al ser aceptada en la Universidad.

—¿Todo terminó con Freddy? —preguntó tranquilamente a su amiga al entrar a su habitación y colocarle en su mesita de noche la taza con el té caliente.

—¡Es un idiota Kagome! Un... Un... Mujeriego interesado solo en sexo... No se como me he podido fijar en un idiota así.

No es que hubieses ido buscando una relación muy sería desde un principio amiga—Pensó prudentemente Kagome sin externarlo, ya que un mes antes cuando conocía Frederick Volkow, en lo único que Sango se interesaba era en su cuerpo de modelo de ropa interior.

—Hasta a las mejores nos pasa que nos fijamos en sapos que parecen príncipes amiga, no tienes de que preocuparte —trató de darle ánimos al acercarse maternalmente a un lado de ella para darle un beso en la cabeza.

—Lo encontré en la habitación de su hotel con dos mujeres... —explicó entre lágrimas que caían despintado el rímel y el lápiz de sus ojos quedando como una pintura de terror. Kagome se acercó al aparato de sonido para bajarle un poco al cántico de Arjona "Se nos muere el amor..."

—¡¿Dos mujeres?! Este tipo si se ha superado.

—Una era una zorra italiana y la otra una puta australiana, y ¿Sabes lo que me dijo el muy idiota? —Kagome negó para luego sentarse en la cama a un lado de ella—. "¿Por qué no te nos unes? Así estaríamos 3 continentes bien unidos" ¡IDIOTA! —gritó a todo pulmón para tirar uno de sus osos de peluche y que diera contra un pequeño florero que tenía una margarita que él le había regalado dos días atrás.

—Ya, ya Sango... No te hará nada bien el que sigas así por una escoria como esa, solo tienes que agradecer que no pasó más tiempo.

—Pero... Pero... Yo lo empezaba a querer Kagome... —expresó en completo llanto para caer en sus muslos y llorar como una niña, para luego empezar a estornudar.

—Voy a traerte un poco de hielo —ofreció al tocar su frente y sentirla un poco caliente.

—Y ahora solo falta que me resfríe, ¡Claro! ¡Todo es perfecto! —gritó sarcásticamente para tomar el control remoto de su aparato de sonido y escuchar a todo volumen como Arjona cantaba "¿Por qué es tan cruel el amor?" y comenzarla a cantar al mismo tiempo que lloraba desconsoladamente.

Kagome estaba en la cocina preparando una bolsa térmica con hielo y agua, unas pastillas antialérgicas y un poco de té de manzanilla, aquello sería perfecto para que su amiga se durmiera y descansara un poco.

Odiaba ver como Sango se involucraba con cualquier tipo que se le cruzaba enfrente solo por el físico, en verdad "Freddy" era guapísimo, cabello lacio y rubio, ojos grises profundos, su piel bronceada y su cuerpo extremadamente bien cuidado como correspondía a un modelo de ropa interior, lo que significaba una sola cosa: sexo, era obvio que no habría ni siquiera un poco de cerebro en ese precioso cuerpo.

El teléfono de la casa empezó a sonar, era difícil poderlo escuchar debido al alto volumen del equipo de sonido, pero era una fortuna que el que estaba en la sala era un inalámbrico, así ella podía salir a la terraza de la casa para escapar de los sonidos luego de cerrar la puerta de vidrio que conducía hacía allí.

—¿Hola?

—¡Kagome! Justo la persona con la que quería hablar.

—Hola Kouga, ¿Cómo estás?

—Creo que mejor que tú, ¿Sango ya terminó con Freddy, verdad? —intuyó al escuchar el fondo.

—Si, así que me espera un fin de semana largo —afirmó con tristeza bajando sus ojos y torciendo su boca, recordando como ese jueves tenía planeado sentarse a ver una película.

—Lo bueno de esa depresión es que después podremos salir a un bar a disfrutar un poco e ir a jugar billar —expresó sonriente al otro lado del teléfono. Aunque Kagome no podía verlo, ni mucho menos sentirlo, pero el chico daba vueltas y vueltas en su pequeño apartamento, tal parecía un animal en jaula.

—Kagooomeee... —escuchó la interrupción de su amiga que salía envuelta en una colcha.

—Oye Kouga, ¿Perdóname si? Encima de tener una crisis depresiva, creo que Sango entrará en un proceso gripal, así que tengo que ir a atenderla...

—¿No quieres que te ayude? Podría llegar hoy en la noche y quedarme con ustedes.

—No te preocupes, todo estará bien. Nos vemos.

—Oye Kag... —pero él no pudo terminar su frase—. ¡Kouga idiota! ¡Idiota! ¡Ésta era tu oportunidad! —se reclamaba una y otra vez.

Kouga quien era un año mayor que Kagome le había declarado dos veces su amor, a quien conocía en su 3er año de universidad cuando ella cursaba su segundo. Después de 3 meses de conocerla se daba cuenta de lo mucho que le gustaba y se armaba de valor para declarársele, pero ella lo rechazaba gentilmente diciéndole que solo lo veía como su amigo. Un año antes, al graduarse de la Universidad una vez más hacía su intento en la fiesta, pero ella prácticamente lo ignoraba indicándole que muchas chicas parecían estar enamoradas de él, sin embargo él no perdía sus esperanzas.

—Kago... Me siento... Muy mal... —decía su amiga al acercarse. Kagome ya no sabía si era por el llanto o que la gripe le había pegado demasiado rápido, pero su nariz estaba sumamente roja y su voz completamente ronca.

—Entonces, regresa a la cama, lo que necesitas es reposo. Ya casi tengo preparado un té con miel y limón para que te ayude con esa garganta.

—¿Ese era Kouga el que hablaba? —Kagome asentía mientras se acercaba a la cocina y colocaba en el desayunador de cerámica el teléfono inalámbrico—. Pobre... Ese si la tiene peor que yo.

—No digas eso por favor.

—Es cierto... —le aceptaba mientras se pasaba su mano derecha por la nariz al sentir como empezaba a gotear—. Por lo menos yo lloro por el desamor luego de haberlo experimentado pero él... Creo que el infierno se congelará antes que tú decidas a hacerle caso.

—Y creo que nunca te recuperarás si sigues caminando como zombi, así que vete a descansar.

Sango intentó esbozar una pequeña sonrisa al retirarse a su cuarto, pero aún su corazón le dolía como para hacerlo, además esa peste bubónica —porque eso no podía ser una simple gripe— ya la empezaba a traer como loca.

Después de un par de minutos Kagome entraba a la habitación de Sango llevando un azafate con un té caliente, un vaso con agua, dos pastillas antialérgicas y una bolsa térmica. Como si su amiga se tratase de una pequeña niña, le daba las pastillas en su boca para luego pasarle el vaso con una pajilla en ella y que pudiese ingerir la medicina.

Bajó considerablemente el volumen del aparato de sonido para que pareciera un arrullo. Se metió en la cama con ella comenzándole a sobar la cabeza para que poco a poco se fuese quedando dormida.

Para Kagome todo aquel ritual no era de extrañarse, había vivido 3 rupturas de diferentes maridos de su madre e incontables citas fallidas, en las cuales al final de varias de ellas su madre terminaba igual que su amiga.

Después de 15 minutos y asegurándose que su amiga estuviese dormida se levantaba quedamente de la cama. El reloj de pared en forma de una rosa que tenía Sango en su habitación indicaba que faltaban 5 minutos a las ocho, hora de empezar a hacer algo ligero para su cena y ver que podía darle a su amiga.

—¡MIERDA! —gritó Sango haciendo que Kagome regresara corriendo a su habitación.

—¿Qué te sucede? ¿Te duele algo? ¿Te sientes peor?

—No... No es eso Kago... ¡Mierda! ¿Cómo se me pudo olvidar? —se reprochaba una y otra vez envuelta en una colcha que parecía que pesaba más que ella, aquella reacción solo le indicaba a Kagome una cosa: la metería en algún problema.

—¿Qué se te olvidó?

—Ahora hay una fiesta en el hotel Taketawa...

—¿El que queda en la mejor zona de la ciudad, ese de 5 estrellas? —Sango asintió—. Creo que no te quedará de otra más que faltar a ella y luego disculparte con tu padre —de alguna manera sabía que ese tipo de reuniones eran porque su padre la obligaba a asistir, como correspondía a un miembro de la gran familia Mitarashi.

—¡Imposible! ¡Imposible! —repetía al punto de un colapso buscando entre sus vestidos uno en el que pudiera aparentar que no era un zombi viviente—. Si llegase a faltar... ¡Oh no! No quisiera ni pensar que me podría hacer mi padre y el Sr. Onigumo —expresó con voz tétrica comenzando a toser y a estornudar, en donde un par de mocos salían despedidos de su nariz llegando hasta a una de sus sandalias—. No en mis Manolos...

—Vamos de regreso a la cama Sango —la ayudó a levantarse mientras sostenía a una de sus sandalias como si fuese alguna mascota que acababa de pasar a mejor vida.

—Pero Kago, ahora si va en serio, me ha costado 3 meses conseguir esa cita con el Sr. Onigumo y a mi padre invitarlo cuatro veces a juegos de tenis para convencerlo que aceptara mi visita y lo único que accedió es que si yo llegaba a la fiesta de esta noche él me atendería.

—Si no se da es porque no tenía que darse, sabes como es el destino.

—Kago... Él es un patrocinador fundamental para nuestra universidad, inclusive la otra semana dará un discurso para todos nosotros los graduandos, es un alto honor que tendremos, de hecho es la primera vez que ha accedido a hacerlo.

—Entonces podrás escucharlo y verlo cuanto quieras en nuestra ceremonia.

—No... No, no entiendes Kago, este es un favor especial que me ha pedido el decano de la facultad y si no lo hago... ¡Por Dios! ¡No sabría que pasaría! —Kagome rodó sus ojos, Sango nunca rogaba tanto de hecho no se parecía como si fuese su amiga, quizás la fiebre, la gripe, la depresión junto con todas las pastillas que le había dado a su amiga habían logrado un cambio radical en ella.

—¿Tan importante es esta reunión? —ella asintió al momento en que Kagome le ayudaba a acostarse de nuevo en la cama.

—¿No... Podrías... Ir tú Kago? —suplicó con ojos llorosos en tono de súplica.

—Pero... Este señor tan distinguido ¿Aceptará el cambio? Digo, está esperándote a ti...

—Creo que a él no le importa en sí quien lo llegue a entrevistar, lo que le interesa es no responder. En realidad es un alto honor el que nos concederá Kago, porque él nunca brinda entrevistas a nadie, inclusive su vida es tan privada que es difícil encontrar algo de él en cualquier tabloide.

—Está bien... Iré...

Sango prácticamente saltaba de la cama para abrazar a su amiga. Desde hacía 4 meses el decano de la facultad en conjunto con el Rector de la misma, le rogaban que consiguiera una entrevista con él. El Sr. Onigumo donaba una fuerte suma al año para mantener la mejor tecnología para los estudiantes de la universidad, sin embargo cada vez que algunas de las autoridades quería hablar con él siempre se excusaba diciendo que no buscaba sus agradecimientos sino que ese tiempo lo invirtieran formando mejores profesionales para la sociedad.

Al saber que Sango pertenecía a una de las familias más prestigiosas del país, prácticamente la obligaban a que hiciera una cita con él para entrevistarlo, conocerlo más y poderle tener un mejor recibimiento en el acto de graduación que tendrían en el cual aceptaba dar un pequeño discurso, así también para brindarle un espacio en el periódico de la universidad para que el alumnado lo conociera y se familiarizara con sus logros, los cuales eran de él mismo en base a su esfuerzo más no de su familia.

Entre ambas escogían un vestido Oscar de la Renta que Sango solo había utilizado una tan sola vez. Un vestido strapless rojo con chifón del mismo color que parecía más bien que eran alas de ángel, con parte del chifón que se pasaba por su nuca para regresar por encima de su hombro derecho dejando el otro al aire libre, un cincho de cristales de swarovski, un fino pero pequeño bolso Prada de color gris en donde lo único que le cabían eran los suspiros pero que combinaba a la perfección con todo el conjunto y para terminar unas exquisitas sandalias/botines en color gris Manolo Blahnik, era una fortuna que ella podía manejar el tacón de 15 cms.

—Me parece una exageración vestirme de esta manera —le aceptaba sonrojada de los pies a la cabeza, era una fortuna que el color le hacía juego con su vestido.

—No es ninguna exageración Kago —le reprochaba su amiga que empezaba a toser mientras seguía debajo de su colcha—, esta fiesta es de lo más exquisita, toda la "crema y nata" de la sociedad estará allí.

—Entonces un motivo adicional para que yo no asista.

—Vamos Kago, quien quita, es posible que hasta encuentres esposo por ahí —Sango no paró de sonreír aunque le costaba demasiado, ya que debido a la fiebre de 39° le dolía hasta el cabello.

20 minutos después que Kagome se arreglara el cabello en un pequeño moño bajo con algunos cabellos sueltos a los lados y que Sango la obligara a utilizar su maquillaje de Chanel, una pequeña limosina pasaba a recogerla.

Sabía que estaba a casi 1 hora del hotel y que tendría tiempo para repasar las notas que Sango le entregaba con las preguntas que tendría que hacerle al famoso Sr. Onigumo, pero le era imposible concentrarse en cualquier tema, su cabeza divagaba demasiado. ¿Cómo sería él? ¿Sería un viejo o un joven? ¿Tendría familia? O de hecho ¿A qué se debía la fiesta a la que estaba por asistir? Lo único que sabía es que la invitación llevaba un pulsera de perlas de tres hileras la cual debía de portar para poder entrar.

La limosina se estacionaba enfrente del lujoso hotel en donde el ballet le abría la puerta de la misma y una joven de falda negra que llegaba hasta las rodillas, con chaqueta del mismo color y con un gafete dorado que tenía el nombre de "Carla Salamander" la guiaba amablemente hasta un ascensor en donde pasaba una tarjeta de identificación. Cuando sus puertas se abrían se encontraba con espejos por doquier, al verse podía sentir como si no era ella misma, Sango se las pagaría, ¡Mira que enviarme a esta maldita fiesta de ricachones sin preocupaciones!

El ascensor emitió un pequeño timbrazo anunciando que las puertas se abrirían. Inhaló una fuerte bocanada de aire y trató de tranquilizar aquellos nervios que le recorrían desde la punta de los pies hasta su cabeza. Estaba segura que aquella fiesta no le traería nada bueno.