THE LOSERS CLUB
Capitulo 1
Hay una jungla en la que todos alguna vez fuimos, somos o seremos animales salvajes tratando de sobrevivir a las amenazas que acechan entre los terrenos; algunos intentando sobresalir como pavorreales, otros tratando de esconderse y confundirse con el paisaje cual camaleones. Unos cuantos peleando por territorio, acechando hembras o machos, imponiéndose entre las especies, sometiendo o siendo sumiso, atacando y marcando su lugar como último eslabón de esta peculiar cadena alimenticia. Si… nada más desgarrador, brutal y atemorizante… que la escuela preparatoria. Y cabe mencionar que el Instituto W es una de esas tantas junglas de animales mejor conocidos como adolescentes, que también es el escenario de esta humilde historia.
Los hermanos Bielshmith eran dos jóvenes de 16 y 17 años que estaban a las siete en punto de la mañana frente a las puertas del Instituto W tragando saliva trabajosamente, intentando ocultar el temblor de sus manos y aferrándose a los tirantes de sus mochilas para esconder su miedo pues aquel día era la primera vez que sus pies pisaban una escuela.
Si, así como lo leen, Gilbert y Ludwig Bielshmith toda la vida habían sido criados en una burbuja creada por su abuelo. Educados en casa con profesores particulares, siempre saliendo a cualquier lado con chaperón, sobreprotegidos hasta el cansancio y bien vigilados las 24 horas del día, es más, si su abuelo pudiera injertarles un chip GPS como a los perros, ya lo hubiera hecho… pero le dijeron que eso en humanos aún era ilegal.
Aunque su abuelo justificaba su excesiva (y casi obsesiva) preocupación por sus adorados nietos y eso se debe a que cuando estos aún eran apenas unos bebés sus padres murieron en un lamentable accidente dejando a ambos huérfanos y a un abuelo paranoico que pensaba que el mundo le arrebataría a sus nietos en cualquier momento. Pero no, él no permitiría que ni siquiera el aire le hiciera un rasguño al cutis paliducho de sus niños, así que prácticamente los encerró en casa para no ponerlos en riesgo… aunque no había contado con el hecho de que tanto Ludwig y Gilbert no serían bebes indefensos toda la vida y estos algún día crecerían deseando vivir una vida normal, no lo que su abuelo les había impuesto "por su bien".
Así que una noche antes de las inscripciones para un nuevo curso escolar en las escuelas públicas, Gilbert, el mayor de los hermanos y el de la mente maquiavélica hizo el berrinche monumental que bien pudieron haberle dado un premio por ello, todo para que su abuelo les diera permiso de entrar a una escuela normal.
Gritó, lloró, dejó de comer, amenazó con irse de casa, hizo notas suicidas e incluso de alguna extraña manera consiguió chantajear a su hermano Ludwig para que le siguiese la corriente y entre ambos llevar hasta el límite de su paciencia a su abuelo que escuchaba los berreos, soportaba los arranques de ira, las lágrimas incontrolables de su nieto albino que hasta se tiraba al piso como si tuviera seis años y gritaba "¡TE ODIO!" cuando se metía a su cuarto y azotaba la puerta casi tirándola. Vivir en esa casa con Gilbert se estaba convirtiendo en un verdadero infierno.
Fue hasta una mañana cuando el mayor de la familia sentía que se le iba a reventar una vena y se le estaban formando más de dos tic nerviosos que accedió, rogándole a Gilbert que por favor detuviera toda esa faramalla; obviamente los chicos celebraron su batalla ganada, pero no la guerra ya que su abuelo aún tenía un As bajo la manga. Si sus amorosos nietos querían ir a una escuela, entonces irían a la peor, obviamente el abuelo estaba muerto de la preocupación por sus pequeños pero si eso les quitaría la tentación y volverían a sus protectores brazos corriendo, entonces lo haría.
Es así como Gilbert y Ludwig terminaron siendo inscritos en el Instituto W, un colegio que ni siquiera es privado… en realidad es una institución de mediano rendimiento en donde van a quedar todos aquellos estudiantes que nunca estudiaron como se debía y en su último año de secundaria estaban desesperados por encontrar una escuela que los aceptara con su penoso promedio, aunque también están sus excepciones los cuales son chicos intelectuales que tuvieron la mala fortuna de nacer en familias de "limitado presupuesto" lo que les impidió ir a vivir sus mejores años de juventud en una escuela que estuviera a su nivel por lo tanto tenían que conformarse con ese pretexto de preparatoria.
Los días en la institución eran tan normales como en cualquier otro colegio: Las clases se impartían según el programa (otra cosa es que solo el 10% de los alumnos pusieran atención) los maestros cumplían con mantener el orden en los pasillos (si no eran intimidados por los punks que se juntaban en el patio trasero), los jóvenes disfrutaban de la sana diversión y actividades físicas (como jugar futbol americano usando la lap-top de algún ñoño como balón o fumar yerba con el pretexto de que era un "experimento" para la clase de biología) y finalmente, todo el cuerpo estudiantil disfrutaba de un ambiente recreativo en donde la paz reinaba (si sabías adaptarte a la jerarquía social y no te metías con la gente equivocada).
-Oh West, aquí estamos ¡Por fin estamos aquí!- decía Gilbert extasiado dando pequeños saltitos viendo al resto del alumnado entrar saludándose entre ellos y formando grupitos mientras que los hermanos seguían en el portón intentando respirar profundo.
-Pues entremos- le incitó Ludwig que antes se aclaró la garganta para que su voz no se escuchara temblorosa y dando un paso adelante, aunque antes de poder avanzar más, Gilbert lo tomó por el brazo fuertemente.
-¡Espera West!- le dijo el mayor sin soltarlo aun.
-¿Qué pasa?-
-Bueno… es que…- comenzaba a decir de manera titubeante el albino -¿Qué tal si le caemos mal a todos? Aunque no creo que eso pase porque somos demasiado awesome… pero puede que suceda, y tal vez terminamos siendo unos rechazados sociales ¡O incluso nos arrojen refresco a la cara cada vez que vayamos por los pasillos! O nos metan a los botes de basura y…-
-Hermano, esto no es Glee, nada de eso te va a pasar… solo es ficción- le intentó consolar el rubio de ojos celestes dando un resoplido queriendo continuar con su camino pero fue detenido una vez mas.
-¿Y si nos molestan por nuestro aspecto?- preguntó una vez más el mayor y Ludwig estuvo a punto de replicar que no había nada de raro en su aspecto pero entonces notó el cabello blanco, la cara pálida y los ojos carmín de su hermano.
Era cierto que Gilbert llamaba bastante la atención al ser albino, cosa que había contribuido un poco a la protección compulsiva de su abuelo y Gilbert no le daba tanta importancia cuando estaban en casa… ya que las pocas veces que salían a la calle no era raro que al menos una persona volteara la cabeza para verlo y a pesar de que el mayor adoraba la atención a veces muchas de esas miradas no le agradaban del todo.
-Estaremos bien, además ¿No siempre dices que tu físico es lo que te hace "increíble"?- le recordó Ludwig dándole un poco de confianza a Gilbert que sonrió y soltó a Ludwig para luego reír de manera desdeñosa como siempre.
-Kesesese, tienes toda la razón West, vayamos a ese lugar para enseñarles quien manda- dijo Gilbert enderezando su espalda y comenzando a caminar dando largos pasos.
-Pero los que mandan son los profesores- le corrigió el menor mientras que Gilbert le restaba importancia al comentario con un gesto de la mano.
Y así ambos hermanos entraron por fin a la famosa escuela en donde lo primero que vieron fue una masa impresionante de alumnos yendo y viniendo por los pasillos, gritando, corriendo, llamándose, abrazándose o sencillamente haciendo un caos, por lo tanto con algo de temor bien disimulado entraron esquivando a un castaño que corría despavorido gritando "ve~" mientras era seguido de otros tres chicos, unos metros más adelante unos grititos eufóricos venían de un grupito de chicas que rodeaban a otro joven castaño de ojos verdes y a uno rubio de ojos azules.
Mientras intentaban hacerse paso entre el tumulto de gente, escucharon a alguien insultar a gritos en ¿italiano? Al tiempo que un muchacho rubio reía ignorándolo por completo, pareciendo inmune al montón de gente que se arremolinaba por todas partes.
Gilbert y Ludwig veían a todos con cierto asombro pues nunca habían visto a tantos adolescentes que rondaban su edad, en un mismo lugar al mismo tiempo, Gilbert parecía querer hablar con todos así que saludaba a algunos que lo ignoraban o le respondían el saludo sin siquiera saber quién era, por su parte Ludwig solo intentaba esquivarlos a todos y descubrir el salón en donde sería su primera clase pero antes de siquiera poder descubrirlo, el timbre se hizo escuchar por toda la escuela para que en solo cuestión de segundos los pasillos quedaran desiertos, excepto tal vez por un jovencito de cabello negro que corría hasta su aula.
-Wow ¿Son Houdini o a dónde diablos se fueron?- preguntó Gilbert cuando solo se veían bolitas de papel rodando por el piso.
-Creo que fueron a clase, nosotros también debemos ir- dijo Ludwig que sacó su horario para buscar su salón.
-¿En dónde nos toca?- preguntó Gilbert acercándose a su hermano menor para ver también su horario.
-Eh… hermano, tú eres un grado mayor que yo ¿Recuerdas?- preguntó entonces Ludwig a lo que Gilbert solo asintió feliz con su cabeza sin decir nada más.
-Eso significa que llevamos materias diferentes… en diferentes aulas- explicó el menor con toda la paciencia que tenía viendo como Gilbert parpadeaba un par de veces mientras procesaba la idea.
-¡¿Qué?! ¿Ósea que no estaremos juntos tomando clase?- preguntó exaltado Gilbert quien había pasado toda su vida tomando lecciones con su hermanito en casa, incluso el mismo profesor les impartía a los dos, y ahora de pronto tomaban clases separados.
-Revisa tu horario y vete a tu salón antes de que se haga más tarde- dijo el ojiazul como respuesta dejando atrás a Gilbert que se rebuscó entre los bolsillos su horario, al no encontrarlo tuvo que escarbar hasta en lo más profundo de su mochila el papel arrugado que estaba metido entre sus libros.
-Creo que me toca hasta el otro lado de la escuela- dijo el albino entrecerrando sus ojos para intentar descifrar su horario.
-Entonces date prisa, nos vemos a la hora del receso- decía Ludwig que se apresuraba siendo seguido por Gilbert que le dio una palmada en la espalda.
-Si te molestan no dudes en decírselo a tu awesome hermano kesesese- dijo el albino antes de echar a correr para intentar llegar a tiempo.
Ludwig tan solo rodó los ojos y entró a su salón… igual de caótico que cuando entró a la escuela pues ahí todos estaban en sus propios asuntos, riendo, gritando, molestándose entre ellos y sin prestar atención a la clase del profesor que casi lloraba rogándoles que pusieran atención. Aquel solo era el comienzo del día.
A pesar de las constantes interrupciones de sus compañeros, como peleas en medio del salón por parte de un jovencito de marcado acento italiano y cualquier que se le pusiera enfrente, las guerras de pelotitas de papel… las guerras entre sillas de pupitres que volaban de un extremo a otro de la clase cuando alguien molestaba a un muchacho moreno que estaba en la esquina del salón y las crisis nerviosas de su profesor, podría decirse que la clase fue sencilla y que pudo entender a todos los temas aunque ¿Sería así en todas las escuelas? Ahora Ludwig sabía porque su abuelo no los dejaba ir a un colegio fuera de casa.
El resto de las clases fueron bastante similares, sus compañeros de clase cambiaban dependiendo de la materia al igual que su profesor de los cuales la mayoría sufrían de estrés, ansiedad, depresión, irritabilidad y a su profesor de historia y geografía incluso lo vio con una afora de ron escondida en la bolsa interior de su saco a la cual le daba traguitos cada vez que sentía que iba a perder el control (aún mas) de su grupo.
El timbre volvió a sonar y todos gritaron como si aquel fuera un alarido de guerra que hizo que el maestro se metiera bajo la mesa como si fuera un tipo de simulacro o algo que se debe hacer en caso de sismos; los alumnos corrieron despavoridos fuera de clases directo a la cafetería o a los lugares que solían frecuentar e irremediablemente, Ludwig fue arrastrado por el alumnado intentando divisar entre la masa amorfa de gente, a su hermano al cual no lograba ver por ningún lado hasta que se vio obligado a gritar.
-¡Gilbert!- dijo intentando alzar su voz entre la de todos los chicos -¡Gilbert!- volvió a gritar y sintió un jalón que llamó su atención.
-No grites como si me estuviera muriendo- le reprendió el mayor que llevaba la capucha de su sudadera roja sobre su cabeza cubriéndose lo más que podía.
-Lo siento, es que no te veía ¿Por qué te estás tapando?- le preguntó Ludwig al otro que frunció el ceño soltando un gruñido al tiempo que se metía las manos a los bolsillos comenzando a caminar dirección a la cafetería.
-Unos tipos en una de mis clases empezaron a decir cosas de mi, estuve a punto de golpearlos pero el profesor apareció… esos bastardos ya me la pagaran- decía enfadado el ojirrojo sin escuchar algún tipo de respuesta por parte de su hermano que en realidad no sabía que decirle pues un "no les haga caso" era una frase inútil para alguien como Gilbert.
Los dos hermanos llegaron hasta la cafetería que era solo una extensión más del caos que se veía en los pasillos, fueron por sus charolas para que les sirvieran su comida, que por cierto no se veía nada apetecible, y con la mirada buscaron algún asiento libre, aunque no parecía haber alguno por lo tanto caminaron entre las mesas sin percatarse de que detrás de ellos venía un trio de muchachos que sin miramientos los empujaron brutalmente, no solo haciéndoles tirar toda su comida sino también, provocando que cayeran encima de otros alumnos que soltaron una serie de quejidos.
-¿¡Qué mierdas les pasa!?- gritó enfadado Gilbert cuando otro jovencito, le cubrió la boca antes de que los brabucones le fueran a escuchar.
-Cállate si quieres seguir vivo idiota- le dijo el jovencito obligándolo a sentarse a pesar del desastre que habían dejado por la comida derramada
-Ve~ pesas- lloriqueó uno de los chicos cuando Ludwig fue a dar encima de él haciendo que el rubio se levantara de inmediato.
-Pe… perdón, no fue mi intención- se disculpó rápidamente viendo al jovencito castaño con un curioso rizo entre su cabello.
El chico de ojos almendra que acababa de aplastar estaba acompañado de otro muchacho muy parecido a él, tal vez su hermano y quien había callado a Gilbert, aparte de ellos otros dos chicos sentados con ellos en la mesa, uno de cabello rubio y ojos azules que usaba lentes y otro de cabello negro de facciones asiáticas.
-¿Por qué nos empujó si no le hicimos nada?- preguntó Ludwig viendo ahora al responsable de su tropiezo.
-Porqué es un imbécil, claro- dijo en voz baja el que había sentado a la fuerza a Gilbert y al que Ludwig reconoció como el muchacho de acento italiano busca-pleitos de su primera clase.
-Ve~ puedes sentarte si quieres, solo no lo hagas sobre mí- dijo el otro muchachito haciéndose a un lado ofreciéndole un huequito a Ludwig quien lo agradeció haciéndole caso.
-Perdonen por el desorden- dijo al ver la mesa hecha un desastre.
-No te preocupes, no le pasó nada a mi manuscrito- murmuró entonces el chico de facciones asiáticas que ni siquiera levantó la mirada al hablar pues estaba sumido en su trabajo de entintar algunas viñetas de lo que parecía ser un manga.
-Supongo que son nuevos, nadie es tan idiota como para caminar tan cerca de Sadiq en la cafetería- comentó entonces el chico de rubio de lentes mientras cambiaba la hoja de su comic y le daba un trago a su cartón de leche.
-¿Él es especial o qué?- preguntó aun enfadado Gilbert a lo cual todos lo voltearon a ver y solo rieron un poco nerviosos sin contestar realmente su pregunta.
-Entonces ¿Si son nuevos?- inquirió el chico de los constantes "ve~" con una sonrisa bobalicona en su rostro.
-Sí, apenas entramos este año, yo soy Ludwig y él es mi hermano mayor Gilbert- presentó educadamente Ludwig mientras que Gilbert hacia un movimiento de cabeza para saludar.
-Mucho gusto, espero no se lleven una mala impresión de la escuela por Sadiq, aquí en realidad todos son muy amables y buenas personas- decía el chico cuando de pronto…
-Hola perras, ya vine a honrarlos con mi fabulosa presencia-
Así de amables eran todos en esa escuela.
Todos voltearon a ver quién les hablaba, un jovencito de largo cabello rubio que vestía de manera muy… ¿femenina? Con jeans ajustados (tal vez una talla más pequeña de lo que le correspondía), una playera rosa ceñida a su cuerpo que podrían jurar era de mujer, una gran bolsa de Luis Vouton y unos enormes lentes obscuros Chanel que le cubrían los ojos.
-Huy ¿Ya vieron a los nuevos? Como que esas caritas asustadas son tan graciosas, me dan ganas de molestarlos hasta que lloren. Soy una gata horrorosa, lo sé- decía el muchacho soltando risitas afeminadas.
-Eh… Feliks…- dijo entonces Alfred señalando con la mirada a los hermanos Bielshmith que seguían ahí sentados.
El tal Feliks bajó un poco sus lentes dejando ver sus orbes verde esmeralda que eran enmarcadas por unas larguísimas pestañas falsas y unas cejas meticulosamente delineadas.
-Carne fresca, súper bello esto, háganse a un lado por favor- dijo entonces sentándose a un lado de Gilbert dándole de empujoncitos para acomodarse mejor.
-Entonces ¿Nuevos integrantes a nuestra mesa? ¿Quiénes son?- preguntaba el rubio guardando sus lentes en su bolsa repasando con la mirada a los germanos.
-No son de nuestra mesa- dijo entonces el de acento italiano.
-No somos de su mesa- reafirmó Gilbert.
-Veo sus traseros vírgenes sentados aquí, son de nuestra mesa desde ahora- les contradijo Feliks mientras que el chico de cabello negro no les prestaba atención y el rubio de ojos azules solo retomaba su atención a su comic.
-¡N… no somos vírgenes!- gritó entonces Gilbert completamente sonrojado y nervioso por la afirmación.
-Claro… lo que tú digas cariño- le dijo con ternura Feliks acariciándole la mejilla.
-Son Gilbert y Ludwig, apenas entraron este año a la escuela- respondió el de ojos almendra entonces mientras que su hermano (o el que se parecía mucho a él) sacaba un libro del bolsillo trasero de su pantalón y comenzaba a leer ignorándolos a todos.
-Wow, así que aún no conocen la jerarquía de este lugar- comentó el ojiverde.
-No, hace paneas un momento Sadiq se metió con ellos- dijo de manera triste el muchachito haciendo al rubio chasquear la lengua en un gesto de reprobación.
-¿Jerarquía? Eso suena completamente idiota- criticó Gilbert soltando un bufido.
-Pues así funciona este lugar, si no conoces tu lugar te irá muy mal- comentó el ojiazul de lentes que tenía la boca llena de comida e intentaba no ensuciar su comic.
-Les explicaré, Kiku precioso regálame una hoja de papel- pidió Feliks a lo que el moreno que seguía entintando sus dibujos, le extendió la hoja al muchacho sin siquiera decir nada o despegar su mirada de su trabajo. Feliks sacó una pluma rosa con imágenes de ponis en ella y dibujó lo que parecía ser un diagrama que llevaba por título "Jerarquía social del Instituto W"
-Pongan atención chicos que esto es así súper importante para su sobrevivencia los próximos años. He aquí a los que ocupan un puesto en esta monarquía…- les dijo el muchacho anotando dos nombres en la punta del diagrama.
Llevando las coronas invisibles estaban Francis Bonnefoy y Antonio Fernández Carriedo. Feliks señaló la mesa del centro de la cafetería donde había dos muchachos, los mismos que esa mañana estaban siendo rodeados por un montón de chicas, justo como en ese momento.
El primero un francés que parecía sacado de la portada de la Vogue, con aire de dandy que siempre iba vestido de Armani (si… Armani para ir a la escuela) rubio de ojos azules y mucho dinero en su billetera que costeaba los regalos caros para sus "victimas" pues disfrutaba robar corazones de chicas, chicos y cualquier cosa que respirara; amante de las rosas y presumir de sus conocimiento de artes y literatura, hacía uso de palabrería cursi para poder llevarse a la cama (o al baño de los maestros) a quien fuera que cayera en su red de seducción. Incluso hubo un tiempo en donde se decía que había logrado llegar hasta el tercer año sobornando con sexo a varias maestras… aunque eso aún estaba puesto en duda y las profesoras preferían ignorar las preguntas y comentarios (sospechoso… muy sospechoso).
Por otro lado Antonio era un poco menos presumido y más amigable y gracioso… pero como si su personalidad le importara al club de fans de chicas que veían en el español a un semental de piel bronceada y ojos verdes, indiscutible prospecto de actor porno o modelo de revistas eróticas para damas.
Sin duda Antonio era ese estereotipo perfecto de amante ibérico al que no se perdían la oportunidad de ver después de las clases de educación física solamente para apreciar como la camisa sudada del castaño se le pegaba a ese cuerpo de Adonis… cuando eso pasaba podía sentirse la ola de feromonas golpear todo el gimnasio y Antonio solo respondía con su sonrisa perfecta y saludaba a la horda de féminas que si no fuera en contra de las reglas, estarían arrojándole su ropa interior, aunque hubo un tiempo en que Antonio fue propiedad de una sola muchacha: Ema, la princesa del Instituto W; rubia, también de ojos esmeralda, cara amable y una de esas jovencitas que quieres desgarrar con tus uñas por llevarse al tipo sexy pero no puedes porque ella es demasiado amable e imposible de odiar.
Estuvieron juntos cerca de medio año y verlos pasear por el colegio era como ver a Jenifer Aniston y Brad Peet en sus mejores tiempos de matrimonio, hasta que por razones desconocidas decidieron separarse y Antonio estaba de nuevo libre para ser acechado.
-Si logras hacerte amigo de Antonio y Francis, créeme, tienes tu popularidad y tu éxito académico asegurado hasta que termines la universidad. Aunque obvio como que no cualquiera se le puede acercar al bad friend duo- explicaba Feliks dedicándole miraditas a los susodichos que reían siendo rodeados por lo que parecía ser un club de fans.
-Pues tal vez ese dúo se convierta en un trio kesesesese, soy demasiado genial para pasar inadvertido por ellos- dijo Gilbert también mirándolos.
-¿Un bad friend trio? Se escucha ridículo- dijo el chico de ojos chocolate que no había dejado de leer.
-Yo una vez como que lo intenté pero ósea… no funcionó, yo si soy demasiado fabuloso para ellos- volvió a decir el rubio de ojos verdes retomando su atención a la hoja de papel para anotar otro nombre en el diagrama.
-Ahora bien, después de los "reyes" están los deportistas…-
Si, los que se juntaban en grupitos para hacer gala de su "virilidad" a base de competencias atléticas o alguna otra cosa parecida, aunque había algunos que eran la excepción a la regla, es mas, estos deportistas no entraban dentro del cliché de jugador de futbol americano pues el deporte por excelencia en la escuela eran las artes marciales y Wang Yao, no solo era el campeón nacional, también era el capitán del equipo de artes marciales mixtas que se había ganado el respeto de los estudiantes a base de dislocaciones de hombros y patadas voladoras lo que enseñó al cuerpo estudiantil a no meterte con el tipo que parece niña y menos con su extraño primo coreano Im Yong Soo que puede dejarte los pezones morados por los pellizcos que te va a dar si te atreves a tocarle un cabello a Yao.
-¿Él en serio es hombre?- preguntó Gilbert cuando Feliks señaló al mencionado, que estaba sentado tomando su almuerzo con palillos chinos mientras otro joven, el que parecía ser Yong Soo platicaba con él sin parar.
-Si lo es, y en serio te irá mal si lo dudas- dijo de pronto el tal Kiku que remojaba la punta de su pluma fuente en un frasquito de tinta.
-Pero te irá más mal si lo dudas en frente de Yong Soo, que bueno que somos amigos- agregó el rubio de ojos azules con la boca llena de comida.
-Como sea, continuemos. Después de Yao como que aparecen esos desgraciados que parece solo han nacido para joderte toda tu vida mientras venimos a la escuela… oh si… los bastardos que se divierten molestando a los demás para llenar sus vacías vidas: La bandita de los bullers- dijo con total desagrado Feliks al mismo tiempo que Feliciano temblaba de miedo ante la sola mención, volteando a ver inconscientemente a la mesa de los chicos que habían empujado momentos antes a Ludwig y a Gilbert.
Bueno, decían que eran una banda pero el único que en realidad disfrutaba de abusar de los estudiantes era uno solo y su nombre era Sadiq que siempre era acompañado por Heracles y Gupta, un par de chicos tranquilos que únicamente le seguían el juego al turco por alguna extraña razón. Sadiq era un tipo muy alto, fornido que siempre sonreía de manera socarrona y a quien todo el tiempo se le veía golpeando, insultando o fastidiando a cualquiera que tuviera cara de ratón asustado o simplemente se viera "molestable".
-¿Y porque hace eso?- preguntó entonces Ludwig realmente intrigado.
-Porque no encuentra una manera de liberar la frustración que siente hacia su propia vida y tal vez el molestar a los demás es una forma de asegurarse de que todos sienten la misma miseria hacia la realidad como él… tan solo una máscara que usa para esconder todos sus complejos- enunció Kiku como si fuera alguna especie de psicólogo a lo cual todos se le quedaron mirando en silencio.
-Parece ser que alguien ha estado observando mucho a Sadiq- comentó entonces Feliks al tiempo que Kiku notaba las miradas y se ponía rojo, volviendo a enterrarse en sus dibujos avergonzado.
-Solo es un opinión- dijo en voz apenas audible haciendo como que volvía a dibujar.
-Solo no se acerquen mucho a él ve~… puede ser muy cruel- les recomendó el de ojos almendra jugando con sus dedos de manera nerviosa.
-Y aun no conocen al que es peor que el turco desgraciado, déjenme presentarles a mi súper némesis: El presidente del Circulo Marxista Leninista…-
El circulo Marxista Leninista eran aquellos que siempre estaban en debates acerca de sistemas sociales, económicos o planeando una revolución social. Tal vez se preguntaran por qué un circulo de estudio que tiene un altar con Carlos Marx sobresale tanto del estudiantado… bueno, hace un par de años nadie les hacía caso, eran ignorados, criticados y tachados de revoltosos, eso hasta que Iván Bravingski se unió al grupo y paulatinamente se hizo presidente del mismo, y nadie, pero en serio nadie se mete con Iván, ni siquiera Sadiq que prefería solo ignorar la presencia del ruso antes que tener que vérselas con su tubería y su volumen del Tratado Comunista al que le podía dar más de un uso aparte de estudiar. De hecho Iván era igual de temido que el mismo Sadiq sin embargo el rubio de ojos violacios no tenía interés en molestar a quien no le hiciera nada, así que la gente se había acostumbrado a tragarse sus opiniones acerca de los integrantes de aquel circulo de debate y estudio los cuales contando a Iván, eran solo tres pues también estaban Guillermo, un muchacho cubano y Kim-Ly, una chica vietnamita realmente tranquila que le gustaba pasar las tardes en el salón escuchando a los otros dos muchachos hablar o a veces solo leer en compañía de ambos varones.
-¿Tú némesis es el tipo más peligroso de la escuela?- preguntó Gilbert buscando con la mirada al mencionado, sintiéndose ligeramente intimidado a la hora de que sus ojos chocaron con el par de violetas inocentones de Iván que estaba acompañado de otra chica.
-Uh… ¿Y quién es la belleza que está con él? Dios ¿de dónde salió esa mujer?- decía Gilbert viendo a una jovencita de cabello platino y ojos azules.
-Esa es Natasha Bavingski, la chica más bella, hermosa, delicada…- comenzaba a decir de manera embelesada el de ojos azules.
-Y la perra mas grande del mundo- agregó Feliks frunciendo el ceño.
-¡No le digas así!- le reclamó el de lentes.
-Acéptalo Alfie, ese pellejo con huesos es una arpía y claro, hermana de Iván- dijo el ojiverde.
Si Emma era la princesa de la escuela, Natasha se llevaba el título de la Dominatrix, era el sueño húmedo de todo el estudiantado, una reina de hielo a la que su frialdad era comparable con su belleza. Rodeada de pretendientes a los que apenas si les dedicaba una mirada, siendo odiada hasta la muerte por el resto de las chicas pero protegida gracias a la reputación de su hermano.
-Es una perra digas lo que digas Alfred y obvio como que jamás te va a mirar- le dijo cruelmente Feliks haciendo enojar al rubio que solo volvió sus ojos a su comic.
-Bueno, después están nada más y nada menos que los últimos en la cadena y son los nerds- dijo Feliks anotando varios nombres en su improvisado diagrama.
Nerds, cerebritos, ratones de biblioteca, esos eran Arthur Kirkland, Elizabetha Herdervary y Roderich Eldestein. El top tres de los mejores promedios de todo el instituto y que bien podría competir con colegios particulares y los cuales también estaban peleando por una beca para alguno de esos colegios y salir de inmediato de esa ratonera que hacían llamar escuela.
Estos tres podrían ser tal vez los alumnos más ignorados de la escuela, solo pocos sabían quiénes eran a pesar de sus excelentes promedios así que podrían estar en una sala sin siquiera ser reconocidos, tal vez menos Arthur, el gruñón que parecía vivir en la biblioteca y te lanzaba miradas hostiles si hacías un solo ruido en la sala de lectura.
-Y esta es prácticamente la estructura social de nuestra escuela. Súper fácil ¿no?- dijo Feliks al terminar de dibujar su diagrama entregándoselo a Gilbert que lo repasó de nuevo.
-¿Y ustedes dónde quedan?- pregunto ahora Ludwig notando que en ningún momento se había mencionado a sí mismo ni a los integrantes de esa mesa.
-Nosotros somos los últimos después de los últimos: El club de los perdedores ve~ - dijo Feliciano sin dejar ver realmente si esa sonrisita bobalicona era de vergüenza o de resignación mientras que al parecer una sombra de desolación se posaba sobre los demás chicos, excepto por Feliks que parecía tan fresco como cuando llegó.
El Losers Club como ellos mismos se habían llamado como una especie de burla a su estatus social estaba conformado por los ahí presentes:
Lovino Vargas, mejor conocido entre sus amigos como el "mini-mafioso". Lovino era un fan acérrimo de todo aquello que tuviera que ver con la mafia, y si se trataba de la mafia Siciliana mucho mejor; gustaba de pasar sus tardes viendo maratones de películas, documentales o devorando libros de Mario Puzo como hacía en ese mismo momento… ah, y también tenía que estar pegado a su hermano mellizo Feliciano el cual era un peligro para sí mismo.
Feliciano Vargas, el chiquillo que era un imán para los abusadores gracias a su sonrisa tonta y su irremediable torpeza, un par de cosas que lo convertían en el blanco perfecto así que no era raro verlo siendo acechado por Sadiq… o cualquier otra persona que quisiera molestarlo, era por esto que siempre se le veía acompañado de Lovino que al menos ahuyentaba a unas cuantas personas con su cara de maleante y sus amenazas en italiano (obviamente esto no aplicaba con el turco).
Alfred F. Jones era un raro espécimen entre ellos pues él tenía todas las características para ser parte de la realeza adolescente que gobernaba la escuela: Era alto, guapo, atlético (cuando no se estaba atascando de hamburguesas) tenía aire en la cabeza y si le quitabas lo ñoño y su obsesión por los superhéroes era el perfecto estereotipo de sueño americano… pero era esto último lo que lo había mandado a lo más bajo de la jerarquía: Ser un friky de los comics y el sci-fi.
Kiku Honda era el asiático del grupo, un otaku sin remedio que a veces se sumergía en largas discusiones con Alfred que siempre terminaban con alguno de los dos enojados. El chico era algo tímido con los extraños, apenas hablaba, era el más calmado del grupo y acompañante de Feliciano, casi no gustaba de estar con mucha gente e incluso se recluyó en su casa durante un par de meses, cuando por fin lograron sacarlo de su habitación encontró refugio en el club de perdedores y desde entonces no se separaba de ellos además de que estos nunca criticaban sus gustos ni su arte (tal vez solo Alfred).
Por ultimo pero no menos importante, Feliks Luckasievich, la diva del club, el único que no temía hablar con los más populares ni andar por ahí vistiendo de manera afeminada dejando al descubierto su obvia orientación sexual. Vanidoso, brutalmente honesto cuando algo no le agradaba y por alguna extraña razón, el único chico con el que nadie se metía de todo el club; junto con Alfred, una completa rareza.
-Y ahora ustedes mis queridos muchachos, son parte de nuestro club ¡Seamos así como que súper amigos!- dijo animado dando palmaditas.
-¡Claro que no! No quiero estar con un montón de tipos que se hacen llamar perdedores, yo no soy un perdedor, soy awesome- dijo Gilbert ofendido levantándose de la mesa con porte imponente caminando hasta Ludwig para tomarlo del brazo y llevárselo de ahí.
-Si eso quieres entonces puedes intentar sobrevivir solo a este lugar- dijo Lovino mientras cambiaba la hoja de su libro –Por mi mejor, así no tengo que compartir mi mesa con un ingenuo idiota- comentó.
-Ya escuchaste a Lovi-love ¿Qué harás en esta jungla?- preguntó esta vez Feliks alzando una ceja y recargando su mejilla en la palma de su mano.
Gilbert volteó a ver a todos los reunidos en la cafetería, cada quien en pequeños grupitos, algunos con pinta amenazadora, otros que parecían querer esconderse pero al fin de cuentas juntos. Tragó saliva de manera sonora dándose cuenta de que no quería morir solo en lo que parecía ser un campo de batalla adolescente.
Se reprochó mentalmente y discretamente soltó a Ludwig para volver a sentarse en la mesa… ahora era otro perdedor.