Hola! Esta es mi primera historia de Avatar: La leyenda de Aang, me vi recientemente la serie y quedé encantada, ya me busqué los cómics de la promesa y algunos que pude encontrar como Bumi vs Toph x3, espero ver el de la búsqueda de Ursa que es el que más me interesa w. Bueno no sé si mi elección de pairing es correcto, cada uno a su gusto no? Espero que si bien el pairing no os agrada os consiga atraer con la trama de la historia. Os mando muchos saludos.

Aclaraciones: Avatar no me pertenece, lástima, le haría cuatro cosas lindas a Zuko (?)

Review Alert: Pues por aca contestaré si gustan de dejarme algún review :3

Pairings: KataraxAang, SokkaSuki (menciones SokkaYue), TophHaru (crack!), ZukoOc, leve ZukoMai (lo siento, odio a Mai ._.) y menciones a ZukoJin (a ella tambien la odio x3)

Theme: Este fanfiction tiene una canción que es la que me inspiró a escribirlo w: If today was your last day-Nickelback

Fire & Earth feelings

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"-Odio..a Zuko-amo a Zuko-yo….odio a Zuko-yo…amo a Zuko.

Dicen que si repites una mentira cien veces la conviertes en realidad, así que necesitaba creer en eso con todas sus fuerzas."

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112 años antes del inicio de la historia.

Era una aldea muy pequeña, unas cuantas casas apiñadas rodeado por un valle de montañas, en esa aldea cultivaban la tierra y criaban a los animales, estaban lejos de las grandes ciudades, los monjes del templo del aire del sur estaban casi pegados a ellos, aunque para ir a verlos había que subir un montón de escaleras, la vida era muy sencilla, apenas tenían problemas excepto si no era pagar los tributos y ocuparse de los bandidos.

Ella era una niña muy pequeña para recordar sobre el avatar Roku, toda la gente hablaba mucho de el, pero ella nunca lo había visto, la gente de la aldea hablaba mucho de él pues había aparecido mucho tiempo en el templo para aprender a dominar el viento, pero ese tiempo había pasado. Pese al tiempo de la muerte del avatar Roku la gente seguía hablando de ello y viajando a la Nación del fuego para dejar tributos en su tumba a modo de despedida. Pero también se hablaba de en donde aparecería el nuevo avatar, ella sólo tenía cuatro años y el monje Gyatso se lo explicó con mucha paciencia. El nuevo avatar aparecería como un maestro del aire, los monjes de los otros templos estaban muy atentos a quién sería el nuevo avatar. Los niños de su aldea jugaban a serlo pese a que ninguno de ellos era maestro de ningún elemento, ella tampoco lo era. Los únicos maestros de algún elemento aparte de los monjes del templo eran sus dos padres, que pese a ser nobles habían preferido la tranquilidad de la aldea a la ajetreada vida que tendrían. Su padre, Da-yeong, era un maestro de la tierra, originalmente de Ba Sing Se y su madre, Sakeun, era una maestra del fuego de dicha nación. Ambos trabajaban en el campo como cualquiera de la aldea y si venían los bandidos su padre y su madre se ocupaban dado que no siempre era cuestión de molestar a los monjes mientras ellos pudieran ocuparse. Ella recibía el nombre de sus dos padres, Da-Un, tenía el pelo de color café como su padre dos graciosos lunares bajo su ojo derecho, pero los ojos que tenía no eran de su padre ni de su madre, eran café pero raramente sobre el color café había infinidad de motitas ámbar.

Los otros niños se reían y la llamaban ojos raritos.

Ese día ella bajó al rio a por agua. Su madre acababa de tener a su pequeño hermano Yeon, que tenía el nombre de su padre, ella adoraba a ese niño que era igualito a su madre, con esa cabecita a rebosar de pelito negro y ojos ámbar, aunque lloraba toda la noche y no le dejaba dormir, así que bajo al río a por agua.

-¿Uh?

Se inclinó un poco más sobre las rocas, la cesta estaba aboyando contra unas rocas cercanas a la orilla dónde solía coger agua, se inclinó un poco apartando la maleza que crecía por allí descubriendo una cesta artesanal con una única manta y un bebe dentro de ella, parecía un recién nacido como su hermano, tenía algo de pelo oscuro distribuido por la cabeza aunque estaba más para calvito que para tener pelo, parecía estar muy dormido. Dejó la jarra en el suelo y agarró la cesta por el borde tirando de ella. La cesta había venido desde río arriba. Cogió con poca pericia al bebé, después de todo sólo sostuvo una vez a su hermano desde que había nacido porque era demasiado pequeña para poder sostenerlo, entonces aquel bebé abrió unos enormes ojos grises pegando un gran berrido antes de echarse a llorar, Da-Un calló sentada al suelo, por suerte pudo aferrar al niño entre sus brazos. Lo recolocó con cuidado en su cesta, llenó el jarro de agua y arrastro como pudo la cesta y el jarro a la aldea.

Su padre practicaba sus movimientos haciendo levitar las piedras o haciendo aparecer muros, los otros niños lo miraban e imitaban sus movimientos entre risitas.

-¿Qué traes ahí, Da-Un?-preguntó acercándose a ayudarla-. ¿Y este bebé?

-En el río-contestó la niña mirándolo de reojo-. Es bonito, bonito como Yeon.

Da-Yeong lejos de enfadarse únicamente le revolvió el pelo a la niña con sumo cariño y recogió la cesta en brazos.

-Se lo llevaremos a los monjes, sabrán cuidarlo.

Ella sonrió. Su padre era el hombre más bueno del mundo. Subió todo el camino con su padre, con una grata sonrisa, ella no quería estar nunca separada del niño, se sentía muy vinculada a él, literalmente. Da-Un siempre sabía dónde estaba Aang, como si estuvieran unidos por una interminable cuerda invisible.

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Tras la larga subida que hicieron gracias al tierra control de Da-Yeong se encontraron con el gran templo del sur, Da-Un no conocía más templos, había oído que el templo del Oeste era precioso pero en su corta vida nunca había salido de la aldea así que no podía saberlo con seguridad, ella contuvo el aliento apretando un poco el bebé envuelto en mantas contra su pequeño cuerpo, miró con sus extraños ojos la cara bondadosa del monje y con mucho esfuerzo estiró los brazos dejando que tomara al bebé en brazos.

-¿Y tiene nombre este bebé?-preguntó sujetando la pequeña criatura.

Una sonrisa paternal en el rostro del anciano se esbozó cuándo el bebé le agarró el dedo con su pequeña manita.

-Cuándo me gritó le di su nombre, maestro Gyatso-sonrió la niña-. Se llama Aang.

-Aang…-repitió despacio Gyatso observando la pequeña sonrisa llena de babas del bebé-. Es un buen nombre.

-Da-Un lo encontró en el río, probablemente vino de la ciudad tras las montañas-especuló Da-Yeong-. Hay rumores de que hubo un ataque de soldados de la Nación del fuego.

Gyatso agachó la mirada hacia los ojos apenas abiertos del bebé.

-Destruyeron un monasterio dónde habían sido alumbrados varios bebés, todos maestros del aire-susurró, tan sólo para que el otro adulto lo escuchara-. Si dices que pudo venir de río arriba….tal vez alguien del monasterio dejará a Aang con la esperanza de que el río lo trajera hasta aquí….

Da-Yeong suspiró.

-Se avecina tormenta.

El monje asintió. Da-Un era demasiado pequeña para entender de que hablaban, seguía muy atenta a los movimientos del bebé, se balanceo un poco inquieta.

-El nuevo avatar estará ya viniendo-dijo la niña animadamente-. ¡Y entonces castigará a todas esas personas malas!

Se echó a hacer movimientos imitando los movimientos de fuego que había visto a su madre e improvisando torpemente algunos de su padre haciendo que varias rocas levitasen súbitamente, los ojos cafés de Da-Yeong brillaron notablemente ante eso. Su niña sería una maestra de la tierra.

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Gyatso lo miró, el niño dando unos pasos muy espabilados para sus tiernos cuatro años, habían pasado tan rápido los años desde que le habían entregado a Aang. Lastimosamente no todo podía ser dicha. No con lo que se había revelado sobre el pequeño.

-Ha sido una bendición-dijo el monje dando un sorbo a su té.

-Adivino un pero-añadió dulcemente Sakeun sirviendo más té a su esposo antes de sentarse con los dos hombres.

Da-Yeong miró a su esposa, sus claros rasgos de la clara nación del fuego, su largo y sedoso cabello negro y sus grandes y dulces ojos de color ámbar, su piel morena y suave, pensó. Su mujer era hermosa, su hija y su hijo igual, pero últimamente estaba aquello en el aire y su mujer y Yeong empezaban a ser tratados como extranjeros.

-Temo que metan demasiada presión en Aang al descubrir que es el avatar-suspiró preocupado Gyatso-. Desearía que Aang tuviera una infancia larga y feliz.

Sakeun y Da-Yeong intercambiaron una mirada para después ver cómo Aang apenas conseguía flotar bien sobre la esfera de aire, pero antes de caerse Da-Un había levantado un bloque de tierra evitando la caída, Yeon apenas lograba emitir bien el fuego pero lo suficientemente bien para participar en el juego de los otros dos, oían sus risas, los miraban correr y saltar sin preocupaciones, sin ser conscientes de esas cosas que preocupaban a los adultos.

-Todo lo que quiero, es lo que veo ahora-sentenció Gyatso.

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Aang comprendió pronto lo que era la pérdida, la primera vez que la sintió de forma intensa y dolorosa, un dolor que hacía que algo desconocido dentro de él quisiera tomar el control de su cuerpo pero eso no sucedió. Gyatso lo abrazó fuertemente, le transmitió paz y serenidad.

No es malo llorar, Aang.

Eso le había dicho, le dijo que no guardara ninguna lágrima, que lo dejara todo salir. Así que Aang con ocho años lloró con todo su ser porque los monjes eran su familia, sí. Pero la candurosa y benévola mujer de la aldea era como su madre y quería a Yeon como su hermano. La aldea no lloró la pérdida de la mujer y el niño, Aang no sabía por qué. No podía entender todo lo que estaba empezando a pasar de forma progresiva entre los del fuego y los otros países. Así que no entendía por qué motivo tan sólo Gyatso, él y algunos más habían bajado del templo. El funeral había sido hacía tres días y medio, pero aún así Aang bajaba igualmente con el maestro Gyatso a ofrecer apoyo, Da-Un había permanecido inconsciente desde el Agni Kai, oyó que por fin se había despertado.

Y entonces sabría que su madre y su hermano pequeño habían muerto.

El niño caminó con pies de plomo y sumamente indeciso, veía a Gyatso hablar con Da-Yeong, no vió al padre entregado, al esposo amable ni al protector de la aldea, seguía viendo al hombre consumido, uno que temblaba de furia y lo mataba la culpa por no estar ahí cuándo su mujer e hijos lo necesitaban.

-No estaba ahí, Gyatso….no estaba cuándo mi mujer me necesitaba….-bisbiseó Da-Yeong, aun así Aang les oía-. Da-Un participando en el Agni Kai en lugar de su madre…¡qué locura! ¡Tenía que haber sido yo!

Aang salió de allí, entró en la casa de tamaño medio-aún así la más grande de la aldea-en la que esa familia vivía, no tenía que esmerarse mucho en buscar, tan sólo tenía que seguir el tirón de la cuerda invisible que lo atraía hacia la que era ahora hija única. Entró lentamente en el cuarto, Ginta, el pequeño zorro-topo del desierto estaba acurrucado junto a su dueña, apenas levantó un poco sus orejas mirándole antes de volver a posar la cabeza entre sus patas, Aang vió a Da-Un mirar a la nada con ojos muertos e hinchados, la venda en el cuello era lo más notable incluso con las ropas de luto puestas, Aang pegó un respingo el cuello vendado. Cuatro días atrás había temido por la vida de Da-Un.

Él no supo mucho de lo que había pasado, apenas algunas cosas que había oído a los monjes, algo sobre un Agni Kai entre el líder de los bandidos y Sakeun, pero ella estaba muy débil, apenas recuperada de unas fiebres muy recientes que había tenido tiempo atrás, era imposible que pudiera luchar en esas condiciones, Da-Yeong estaba casi en el otro extremo del país de viaje así que no sabía lo que sucedía, tuvo que enterarse al volver. Da-Un era la única que podía pelear en el lugar de su madre, Yeon era demasiado pequeño para hacerlo, ella tenía doce años y se había vuelto bastante ducha en el control de la tierra.

Pero las cosas no siempre salen bien.

Aang no supo a qué atenerse porque era un crío, no sabía si Da-Un estaría más tranquila de lo que había estado él porque ella era más mayor-más sabia, se había dicho así mismo-pero no era tan mayor para entender, sólo tenía doce y una cicatriz en la nuca que le recordaría para siempre el peor día de su vida.

-Estaba asustado de que no despertaras nunca….-susurró acercándose.

Ella no le respondió, tal vez no le oía o fingía no hacerlo. Nunca lo supo. Se sentó en un lado de la pequeña cama, vió el perfil de su cara, la nariz respingona algo enrojecida, las mejillas marcadas por el surco de lágrimas, los dos lunares característicos cerca de su ojo derecho, Aang siempre pensó en Da-Un como la otra mitad de él mismo, no como una persona a la que amase, no sólo porque era pequeño para amar sino porque su conexión con Da-Un era puramente fraternal, pensó en ese momento si parte del terrible dolor que sentía era algo que provenía de ella, una parte.

Se mordió el labio reprimiendo un sollozo.

-Perdí…..-la oyó hablar por fin, con voz ronca-…..Fui…débil…les….perdí….

Aang le agarró la mano. Decir "no tienes la culpa", "Él fue un completo tramposo sin honor" o "son cosas que pasan" no arreglaría nada, porque en primer lugar probablemente no escucharía la mitad de las palabras y, en segundo lugar, no son simplemente cosas que pasan. Es la máxima crueldad del ser humano.

Aang odiaba haber conocido esa parte del hombre con tan sólo ocho años.

-Aún…..quedo yo-volvió a hablar casi como esperando a ser rechazado-. Yo….yo soy tu hermano pequeño también.

Da-Un parpadeó, se sorbió la nariz antes de mirar a Aang con sus extraños ojos, tembló un poco y lo abrazó sin mediar palabra porque el maestro del aire le acababa de decir lo que le necesitaba. Tardarían tiempo, semanas, meses, quizás años en poder superarlo pero de una forma u otra, vivirían día tras día.

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Aang era el avatar. No podían esperar a que cumpliera dieciséis, con sus doce años tuvieron que revelarle que era el avatar,

-Es como…..wow, el Avatar-dijo, balanceándose sobre la superficie de tierra plana y flotante.

-….No es tan wow-se quejó Aang jugueteando con su cayado-. Nadie quiere jugar conmigo desde que saben que soy el avatar, dicen que es una ventaja injusta….

Da-Un le apretó el hombro suavemente, entendía cómo se sentía, recordaba como de pequeña tan pronto como sobresalió como maestra de la tierra, los otros niños la dejaron de lado, tan sólo había contado con Aang y Yeon, tampoco podía olvidar a Kuzon, Bumi o al idiota de Kouda.

-Bueno, ¿Me vas a contar tus penas o echaremos un partido?-preguntó haciendo que la roca sobre la que estaba sentada, aterrizara en el suelo.

Aang sonrió.

-¿Te crees capaz de ganarme ahora que soy el avatar?-bromeó levantándose en un salto.

Da-Un elevó una roca esférica haciéndola ir con facilidad sobre su mano.

-Vaya, vaya, el señor Avatar cree que me puede dar una paliza sólo porque este juego es típico de los nómadas del aire-sonrió agarrando la pelota improvisada de tierra-. Vamos Aang, he estado viniendo a este templo usando tierra control desde niña, puedo ganarte a balón Aire con los ojos cerrados, sólo necesito adaptarme.

Aang rió yendo hacia los postes.

-¿Qué nos jugamos?

-El que pierda se encargará de bañar a Appa y Ginta, mi pequeño Ginta necesita una limpieza especial entre sus garritas-respondió la joven elevándose con estacas de piedra.

Ninguno de los dos era consciente de que eran observados por los maestros de aire, entre suaves murmullos discutían pues dado que habían rebelado ya a Aang que era el Avatar no se ponían de acuerdo en su proceso de maduración de los cuatro elementos, discutir sobre eso no era del agrado de Gyatso, estaba convencido enormemente de que Aang necesitaba crecer como un niño normal.

-El control del Aire de Aang está muy por encima del de los demás-sonrió con orgullo Gyatso-. Y puede aprender el control tierra de Da-Un cuándo se tercie.

-Necesitamos un maestro de la tierra con experiencia, no será fácil que Aang lo domine como Avatar siendo este elemento su contra como maestro del Aire-intervino uno de los ancianos-. El control de la tierra necesita determinación y trabajo duro.

-Da-Un tiene la capacidad, su control de la tierra se volvió notablemente más fuerte que el de su padre, podrá enseñarle muchos más ámbitos a Aang como el control del Metal o la arena, la he visto desarrollarse en ellos, podrá enseñarle perfectamente-rebatió Gyatso con firmeza.

Pero el anterior monje, Kyanba , fijó sus ojos oscuros en él.

-¿Crees firmemente en ella como maestra o es tu afecto hacia Aang el que no te permite pensar en que quizás deba irse a buscar otros maestros?-cuestionó.

Por fortuna, el pequeño tornado de arena que derribó a Kyanba, accidentalmente por supuesto, respondió por Gyatso arrancando en este una divertida sonrisa.

-Si me disculpáis, iré a unirme al partido-comentó elevándose sobre una esfera de aire.

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-La tormenta nos acecha, guárdame el recambio-pidió el joven maestro del Aire-. Me cambiaré cuándo estemos lejos de su alcance, ¿Tú estás lista?

Da-Un asintió mirándose con la ropa típica de la tribu del agua.

-¿Crees que podremos pasar la tormenta?

Aang acarició un cuerno a Appa.

-¡Appa lo puede todo! –sonrió.

La maestra de la tierra también sonrió y miró al enorme bisonte volador.

-¡Adelante, Appa!-le animó acomodándose lo mejor que podía.

No tardaron en acercarse, era inevitable no toparse con la tormenta tampoco podían dar media vuelta, tenían que ir a la tribu del agua del norte y convencer a Kouda de que se convirtiera en el maestro del agua de Aang y se fuera con ellos, luego irían a ver a Kuzon para pedirle lo mismo, si conseguían los maestros restantes y que, antes de regresar al templo del sur, Aang ya casi tenía algo de control sobre los otros elementos. Podían convencer al consejo de que el Avatar permaneciera allí en lugar de trasladarlo al templo del Este lejos de su mentor-casi padre-y su hermana mayor, los monjes creían que el afecto de Da-Un hacia Aang, igual que sucedía con Gyatso, impedía que fuera una maestra lo bastante buena para él.

El problema es que no habían tenido cuenta las posibles condiciones adversas, no sabían dónde podían refugiarse en aquel mar de nubes negras, demasiadas para que Aang con su Aire Control pudiera echarlas, el viento no dejaba de zarandearlos violentamente haciendo que Appa perdiera constantemente el rumbo del vuelo.

-¡Agárrate fuerte!-gritó Aang tomando con más fuerza las riendas de Appa.

-¡Cuidado!

Hubo una especie de rapidez en esos dos minutos antes de caer, el resplandor del rayo, el viento frío arañándoles la cara y, de pronto, caían sin remedio hacia el agua helada, ¿iban a morir? ¿Morirían habiendo abandonado su hogar sin siquiera despedirse como era debido? Aang sentía sus músculos resquebrajarse, como si hubiera un millón de agujas clavándose en su piel, claro que eso era debido a la baja temperatura del agua, apenas pudo establecer contacto visual con Appa, Da-Un y Ginta.

Supo entonces que sólo podía hacer una cosa.

Da- Un estiró el brazo hacia Aang sintiendo como sus ojos se cerraban, su última visión fue la de los tatuajes de flecha de su hermano pequeño iluminarse al entrar en estado Avatar.

Luego sólo vino la oscuridad.

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Actual. 100 años después.

Sólo.

Frío.

No estar pero estar.

Estar en el hielo es extraño, sientes todo lo que te rodea pero a la vez no sabes que pasa. Se siente sólo, no tiene nada que ver realmente, nada con qué jugar, nadie con quién hablar, sólo está ahí.

Aang hubiera echado un suspiro, cosa que no pudo hacer al estar congelado.

Qué aburrido.

Sólo deseaba estar…..pensar…..quería tanto salir de allí.

Gyatso…Gyatso…..Le había abandonado….. ¿cómo podía haber huido del templo? ¿Por qué no confío en Gyatso? Tenía que haber estado quieto y esperar, él no hubiera dejado que se lo llevaran al otro templo, pero en lugar de tratar de pensar sólo se dejó llevar por el pánico. Era un niño….tenía doce años…..¿qué otra cosa cabía esperar? No podían cargarle con toda esa responsabilidad de golpe sólo por ser el avatar y esperar que él lo aceptara sin más.

Se asustó.

Espera. ¿No olvidaba algo? Da-Un, ¿dónde estaba? ¿Estaba a su lado cuándo cayó al mar? ¿ o ella se había quedado en su pequeña aldea viviendo una larga vida feliz? No….no lo recordaba…..todo había sido confuso….

Gyatso….

Da-Un…..

Pero….se sentía tan….

Apretó los párpados.

¿Es que nunca iba a acabar?

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Hasta aqui el capítulo 1, puse todo así como una intro rápida de la historia pero en algunos capítulos meteré así algun recuerdo para ilustrar mejor algunos momentos del pasado de Aang y de Da-Un así como el de los otros personajes, espero que les haya gustado y ojalá me gane algún review :3333

Saludos y gracias a los que se haya pasado a leer ^^