Una semana en el paraíso.

Sumario: Por que está en su derecho de disfrutar de un poco de paz, así deba dejar a los demás países tocando las paredes internas de las cavernas de la locura.

Hetalia, marcas, sucesos mencionados, etc., NO me pertenecen, se hace con el fin de entretenimiento y sin recibir recompensa monetaria o a favor del grupo conformado por dos alegres personas que quieren conquistar al mundo. Una disculpa a las personas que resulten ofendidas con el contenido aqui expuesto.

Una semana en el paraíso.

Para Austria, instalado en la casa de Alemania por conveniencia, la rutina diaria era un suceso agradable cuando todas sus necesidades se veían cubiertas. Incurría en alegatos y trivialidades con Alemania, Suiza y Prusia con más frecuencia de la que debía ser, más las atenciones que le brindaban las visitas de Italia Veneciano y Hungría bien valían la pena para soportar unos insignificantes momentos de descortesía de los demás.

A su pesar, la nación anfitriona estaba lista para romper esa cómoda rutina, dejando muy en claro las condiciones al limitado grupo de personas y naciones que lo apoyaban en su decisión, y tomando una maleta, empezó a organizar un conjunto de mudas de ropa.

-Será un desastre... -Se dijo en voz baja mientras cerraba el veliz.- Pero no daré marcha atrás.

Día uno.

El austriaco se despertó debido al silencio. Demasiado silencio considerando el lugar en el que se encontraba. Tomando el tiempo que consideraba necesario para su arreglo personal, Roderich se alistó para tomar los sagrados alimentos y dedicar el resto del día a trabajar. Las grandes obras musicales no se escriben solas.

Con paso lento y elegante, se dirigió al pequeño comedor, más no tomó asiento al ver que el mantel que solía estar sobre la mesa no era el mismo que el país de habla germana rescatara de la basura al considerar un despilfarro deshacerse de una prenda que solo requería un leve remiendo para volver a estar presentable, aunque con tantos leves remiendos, el pobre mantel haya quedado reducido a la mitad.

-Si Ludwig se deshizo de ese mantel, haré que descuente cada céntimo gastado en él.

Pese a necesitar con urgencia una excelente explicación, Austria tomó asiento y esperó por el desayuno, y habiendo pasado 5 minutos, dedujo que algo estaba mal.

Dentro de su mente, empezó a enlistar aquellos detalles que no encajaban con lo que estaba sucediendo: Mucho silencio, mantel nuevo en la mesa, no desayuno, no Alemania o Italia a la vista.

-Estoy esperando el desayuno. –Dijo en voz alta con tono demandante, pero no había un alma que pudiera responderle.- ¿Me escuchaste, Alemania?

El sonido de pasos brindó un poco de tranquilidad al austriaco, más ésta no duró al percatarse de que los pasos, y el responsable de éstos, distaban mucho de ser del país evocado.

-Buenos días, Austria. ¿Dormiste bien, da?

-Rusia. –Austria se puso de pie en el acto, sin poder creer que el ruso tuviera la descortesía de introducirse a una casa ajena sin haberse anunciado antes.- ¿Puedo saber qué es lo que estás haciendo aquí?

El de ojos violetas no le respondió. Sacó de entre sus ropas un sobre que tenía en la parte frontal el nombre del país germano presente y se lo dejó al alcance, sobre la mesa. Indeciso acerca de cómo proceder, Roderich tomó el sobre y extrajo una hoja de papel en la que estaba escrito, con letra del alemán, la explicación que estaba esperando.

"Austria:

Sé que estás confundido con esta situación, así que seré breve. Se le ha dado un poder a Rusia –Iván Braginsky- para cuidar de la casa de Alemania en un tiempo determinado de 168 horas -7 días-.

Los motivos que consolidaron esta decisión serán explicados a ti y al resto de las naciones que dependen de mi economía al término de ese plazo. Entretanto, procuren ser corteses con él y atenderlo cómo se debe.

Firma: Alemania."

El austriaco bufó por lo bajo. Ocurre un suceso de impacto colosal y el alemán solo acierta a garabatear una carta informal que no resuelve nada. Se volvió hacia el ruso, quien extendió una mano para saludarlo.

-Por estos siete días, estoy a cargo de los asuntos de Alemania. Espero que nos llevemos bien y que al término de ese tiempo decidas ser uno con Rusia. ¿Da?

-No te hagas muchas ilusiones. –Roderich guardó la carta y tomó asiento de nueva cuenta.- ¿Y el desayuno?

-Tendrás que hacerlo tu mismo, da. –Respondió el rubio con una sonrisa.- Y cuando termines de desayunar, lavarás lo que usaste e irás al despacho para realizar tu parte del trabajo.

Los ojos del austriaco expresaron la sorpresa que lo dicho por Rusia despertó en él. NADIE, ni siquiera el jefe que padecía de sus facultades mentales de Alemania, se había atrevido a exigir semejante esfuerzo del austriaco… Quizá María Theresa, pero el consejo tuvo la última palabra.

-¿Me lo estás ordenando?

-Da, a menos que prefieras vivir de la lástima que te tendrán tus conocidos cuando caigas en una crisis que te obligue a dar privilegios extraordinarios a todo aquel que evite el hundimiento de tu economía.

¿Sobrevivirá Austria al régimen de Rusia? Conti-…

-Un momento. Esto no se puede quedar así. –Armándose de valor, Roderich señaló el mantel.- ¿Qué le hiciste al mantel que estaba aquí?

-Lo tiré. –Rusia sonrió al ver la expresión descompuesta del austriaco.- Al verlo me recordaba viejas memorias, así que me deshice de él y compré uno nuevo, da.

El europeo se llevó una mano a la boca, como si de repente sintiera náuseas. No llevaba ni una hora bajo la "protección" de Rusia y ya se había cometido un crimen en contra de la austeridad. ¿Qué seguía ahora? ¿Regalar el mobiliario y sentarse sobre frazadas en el suelo?

¿Sobrevivirá Austria al régimen de Rusia? Continua-…

-Dime en donde está Alemania. –Volvió a interrumpir Roderich.- Y no lo estoy preguntando, exijo saberlo.

Ante el tono demandante del austriaco, Iván volvió a sonreír divertido.

-Alemania está donde debe estar. –Y dando la vuelta sobre sus talones, el ruso se dirigió a despacho de Ludwig.- Por cierto, da, tengo que pedirte que prepares una cena especial. Esta noche tendremos visitas y quiero que estén felices cuando nos hallemos reunidos.

Sin esperar respuesta alguna de Austria, Iván se encerró en el despacho. Roderich, en cambio, no se movió de su lugar. Sudaba frío mientras pensaba que 7 días era mucho tiempo.

¿Sobrevivirá Austria al régimen de Rusia? Continuará en…

-¿Significa que tengo que cocinar TODOS los días?

Austria, por favor, déjame terminar el capítulo. Mañana haces todas las preguntas que tengas en mente. Por lo que más quieras, cállate. ¿Sobrevivirá Austria al régimen de Rusia? Continuará en el próximo capítulo.

Mientras, en Las Islas Cocos, un alemán se relajaba en la cálida arena, disfrutando del mar y de las atenciones que las personas de ese lugar podían ofrecerle.

-Se que fue muy claro. –Decía la personificación de Las Islas Cocos, un joven moreno a quien llamaremos Tam.- Pero, ¿y si alguien llegara a preguntar por usted, señor Alemania?

-Diles que nunca en tu vida me has visto y cuelgas. Sea quien sea. –Respondió el rubio dándose vuelta para broncear su espalda.- En realidad necesitaba vacaciones.

Ahora sí, continuará. Tam le regalará cocos a quien deje un review y les dará un paseo por la playa.