Chocolate Amargo

by Lían

Capitulo IV: Un milagro


CCS no me pertenece, la historia no tiene fines de lucro y se realiza por diversión. Este fanfiction contiene referencias a actos sexuales, uso de drogas y lenguaje altisonante que podría herir la sensibilidad de algunas personas. Se sugiere discreción.


Brilla como las perlas abandonadas

y sigue brillando aún cuando el beso, los besos,

los miles y millones de besos se parecen al fuego

y se parecen a la derrota y al triunfo

y a todo lo que parece poesía -y es poesía.

Efraín Huerta


Shaoran

Lo comprobé.

La florecita sí tenía una boca dulce y efectivamente no sabía besar, pero debemos reconocer que se esforzaba de verdad. Además, enseñarla a hacerlo se podía convertir en algo divertido.

Me aventuré en medio del beso, mis manos no podían estar quietas, yo no soy de besos inocentes, no sé cómo ser cuidadoso, simplemente no es algo que considere necesario. Las chicas que he besado antes y vaya que es una larga, muy larga, larga, larga lista, jamás han esperado nada de mi excepto placer y yo nunca he esperado más de ellas.

La mordí fuertemente en el labio inferior y eso sirvió para que me diera acceso completo a su boca y no solo a sus labios. La sentí tensarse cuando mi lengua buscó la suya que estaba contraída al fondo de su boca, pero con rapidez siguió mi ritmo y logré que se sentara por completo en el escritorio.

Bajé las manos que estaban sobre su rostro (para inclinarle la cabeza en el ángulo adecuado) y las puse sobre la tersa piel de sus muslos y de nuevo caí en cuenta que se ponía tensa. Su cuerpo dio un pequeño salto lo que ocasionó que se me removieran las entrañas como nunca antes me había sucedido.

Aunque estaba prácticamente doblado a la mitad para poder besarla, no detuve mi avance, si la florecita quería jugar con fuego se quemaría, yo la quemaría…

Ella puso sus manos sobre mis hombros y se aferró a la tela del uniforme con fuerza, lo que consideré como una señal de aceptación y empecé a subir las palmas por sus muslos, eran suaves y tibios. Kinomoto se volvió a poner tensa y cerró las piernas, como si eso pudiera detener mi avance. Nos separamos en busca de aire, no porque yo quisiera debo aclarar, sino porque la Ojos de Gato rompió el beso y tratando de huir de mí, retiró la cabeza hacia atrás. Además, como si estuviera buscando apoyo (o tal vez frenarme) puso sus manos en mis antebrazos que ya no estaban en sus muslos, sino sobre la madera del escritorio justo al lado de la tela de su falda negra.

Apenas si nos separamos unos centímetros y sentí el suave aroma a fresas que desprendía la piel de su cuello, me le quedé mirando fijamente como si no tuviera otra cosa que hacer. Estaba completamente roja, como si su cara estuviera a punto de estallar, tenía los labios hinchados y húmedos por el beso y los ojos centelleantes y más oscuros, del jade más oscuro que había visto en mi vida.

Se me secó la garganta y algo se apretó en mi estómago.

La vi mover los labios como para decirme algo, pero yo volví a besarla, volví a agacharme sobre su cuerpo y ella se quedó inmóvil de nuevo, lo que me dio oportunidad de tomarla de la cintura y ponerla de pie. Podría jurar que oí un sonido de tronido como un «clic» cuando las vértebras de mi columna tomaron su lugar. La florecita Kinomoto se aferró a mi como si fuera a caerse sino me clavaba las uñas en los hombros, así que aproveché mi altura y la levanté del suelo, cargando por completo su peso, no es que fuera ligera cual pluma, pero digamos que no es algo que me molestara en absoluto.

Ella se sorprendió de perder el suelo bajo sus pies y se aferró con más fuerza a mis hombros, y de nuevo me dio acceso completo a su boca, lo que, para mi propia sorpresa volvió a hacer que algo se me convulsionara dentro del estómago.

La Ojos de Gato con movimientos erráticos y poco coordinados trató de seguir el ritmo del beso, pero yo la llevaría hasta el límite, ahí donde ya no supiera con certeza de su existencia, yo tenía ese poder, siempre lo había tenido.

Para mí extrañeza se quiso alejar del beso de nuevo, pero no se lo permití, volví a presionar su cuerpo contra el mío y como si le hubiera exprimido los pulmones soltó una especie de gemido cuando todavía estábamos labio con labio.

Sentí la corriente eléctrica de la excitación concentrase en cierta zona de mi anatomía, debía controlarme o me cogería a la florecita Kinomoto en el suelo del salón. Aflojé el agarre de mis brazos sobre su cintura y la puse de nuevo en el suelo, aunque no dejé de tocar esa estrecha parte de su cuerpo, mis manos querían ir más allá, por lo que me aventuré a tocar el borde de la falda justo sobre su trasero y volvió a tensarse. Yo me reí internamente, aquello no era nada y la florecita ya le tenía miedo al lobo, repentinamente pareció que mi caricia sobre su preciosa parte trasera no le gustó porque dio un paso hacia atrás lejos de mí, por lo que rompió el beso poniéndose las manos echas puño sobre los labios, como para protegerse de un tercer intento de mi parte.

¡Bah! No tenía tanta suerte, tal vez no la volvería a besar nunca.

A pesar del momento divertido, comprobé que la Ojos de Gato no sería capaz de darme lo que yo quiero, por la mirada atemorizada que tenía, lo más seguro es que fuera virgen y nadie nunca la hubiera besado como yo acababa de hacer.

Eso me hizo arder la sangre de nuevo, nunca me había cogido a una virgen. Bueno, una vez una dijo que lo era y hasta lloró, pero después me enteré que Yama se la había tirado antes que yo, y varias veces, por lo que descarté cualquier atractivo que pudo haber tenido para mí. Era una mujer más, sin rostro a estas alturas de mi vida.

Pero Kinomoto tenía la palabra virgen tatuada en la frente. Y ahora que la veía respirar con dificultad con los ojos brillantes y abiertos, me hormigueó la sangre ante la necesidad. Me acerqué otra vez, no la dejaría ir sin otro beso, se veía que moría por repetir la experiencia.

Le tomé las muñecas contra el pizarrón, sería más rudo, las puse sobre su cabeza con una sola de mis manos ante su mirada completamente atemorizada.

–L-L-Li –escuché su voz temblorosa y quién sabe qué mierda me quería decir, lo cierto es que la ignoré y me incliné sobre su rostro sin soltar sus manos, y aferré su cintura con la que quedaba libre. Ella para mi placer abrió las piernas para buscar apoyo y yo clavé una de mis rodillas entre ella. Y vaya que la besé fuerte.

Era la jaula especial de Li. Sólo chicas verdaderamente atractivas habían pasado por esa técnica. Y era devastadora, su éxito era del 100%, cada vez que la aplicaba alguna dulzura terminaba calentando mis sábanas.

Jadeó sobre mis labios y yo le mordí el labio inferior para mi deleite personal. Mis hormonas estaban a todo lo que daban así que mi mano en su cintura se metió debajo de su blusa para sentir su piel y de nuevo se tensó. Sonreí para mis adentros, sin embargo, de repente la Ojos de Gato se puso inquieta, luchó para liberar sus manos de mi agarre y eso me sorprendió.

Una vez solté sus manos, la florecita las puso sobre mis hombros y me empujó con fuerza. Como no cedí a sus presiones, usó, supongo, el último recurso que tenía para alejarse de mi jaula especial.

Efectivamente, me mordió.

Fuertemente.

Yo estaba mitad sorprendido, mitad entusiasmado ante su iniciativa, pero cuando fui consciente del sabor a sangre la dejé ir y me retiré un paso hacia atrás.

–¡Detente! –me gritó completamente sonrojada y con dificultades para respirar. La miré extrañado, era obvio que yo le gustaba, así que no entendía por qué no se sentía enormemente agradecida de que alguien como yo estuviera besándola así.

¿Era acaso tonta?

Parpadeé un par de veces y me acomodé el cabello. Sonreí ante ella y su cara volvió a convulsionarse. Eran tan fácil de leer.

–No hagas esto –me dijo sin mirarme y yo no sabía si se refería a los besos o a las sonrisas. –Por favor…–me acerqué solo para notar cómo temblaba y no pude contener una carcajada.

–Yo creo que si te gusto mucho Ojos de Gato –levanté su mentón para un último beso y sentí como sus ojos centellaban con un brillo extraño. No sabía a qué se debía, lo cierto es que no conocía de nada a la infantil niña frente a mí, pero de momento solo me interesaba besarla otra vez.

¿Quién lo diría?

A la primera compañera de escuela que beso es la virgen Ojos de Gato. Eso era una gran sorpresa, incluso para mí mismo, nunca pensé que mis estándares caerían a eso, por lo general gusto de las mujeres experimentadas y dispuestas, no a las niñas que se sonrojan si las muerdes o les tocas el trasero.

Cerré los ojos cuando ya sentía el aliento cálido de la Ojos de Gato pero el beso nunca llegó. En cambio sentí un extraño calor sobre mi mejilla, y luego el ardor típico de un golpe.

¡La Ojos de Gato me había abofeteado!

–¡T-Te dije que te detuvieras! –tartamudeó aun con la mano del delito en alto.

Lo cierto es que estaba anonadado, nunca una mujer me había golpeado después de besarla. Y cuando digo nunca, es nunca. Las mujeres siempre se desviven por tener un poco de mi atención y cuando por fin me decidía a besarlas, eran complacientes y serviles. La chica frente a mi jadeaba, tenía los ojos brillando, la cara roja y los labios hinchados por la presión de los besos, pero no se veía ni arrepentida ni avergonzada por lo que había hecho. No tenía una pizca de culpa por haberme golpeado.

Una oleada de furia me empezó a recorrer, sentí como se fruncía mi ceño y solté un golpe sobre el pizarrón que la hizo brincar, supongo que pensó que la golpearía de vuelta.

–No vuelvas a hacer eso –grité y le tomé la muñeca de la mano con la que me había golpeado apretándola con fuerza. Vi su mirada de gato asustado, la misma que había visto la vez que la atacaron los tipos en la estación. –No volveré a acercarme a ti Ojos de Gato –solté su mano con demasiada fuerza cuando su mirada pasaba de la furia a la estupefacción total, pude ver que había dejado la marca de mis dedos sobre su muñeca, marcas rojas sobre su pálida piel.

Ya no tenía nada qué hacer en el salón, así que empecé a caminar hacia la salida. Justo cuando le di la espalda sentí que agarraba mi saco con una mano temblorosa.

–L-L-Li –susurró y noté que ya había culpa en su voz.

Me volteé con furia, ya no quería seguir escuchando sus lloriqueos; no medí la fuerza con la que giré, así que la Ojos de Gato terminó en el piso después de mi empujón. Con el trasero sobre la tarima, los ojos rojos y el cabello revuelto, boqueando como un pez fuera del agua, al parecer como si tratara de decir algo, pero le hubieran cortado la lengua.

–¡Deja toda esta mierda ya! –le volví a gritar y pude notar que empezaría a llorar y vaya que no tenía ganas de ver a una niñata ser un mar de lágrimas y mocos. Abrí la puerta de un jalón y me topé de frente con el Macho Alfa de Hiragizawa, quien pasó sus ojos por mí y luego por la Ojos de Gato que estaba en el piso del salón. Ya que como supondrían no me iba a acercar a ayudarla a ponerse de pie, ni pensaba sacudir el polvo de su falda.

–¿Qué rayos le hiciste? –me gritó y me empujó de vuelta al Salón. –Maldito –dejó caer su maletín y no lo dudo, soltó un golpe que iba directo a mi cara. Pude notar la trayectoria de su puño, así que lo esquivé y le clavé la rodilla en el estómago, lo que lo dejó de rodillas unos segundos ya que le había sacado el aire.

En el fondo podía escuchar los gritos de la Ojos de Gato, pero no entendía nada de lo que estaba diciendo, ahora ya tenía con quien sacar todo el enojo que estaba corriendo por mi cuerpo, así que darle una paliza al Macho Alfa se había vuelto mi nueva prioridad.

Se levantó y yo puse ambos puños en guardia.

El Macho Alfa no sabía con quién se había metido.

Sakura

Les juro que sólo parpadeé para evitar que las lágrimas salieran de mis ojos después de que Li me gritó.

Solo una micra de segundo para compadecerme de mi miseria.

Y cuando abrí los ojos, Eriol iba a golpear a Li.

¿Cómo habíamos llegado a eso?

Me levanté sintiendo todavía el cosquilleo en los labios producto de los besos con Li, pero no tenía tiempo de fantasear sobre lo que había sucedido (ni para atormentarme, aunque quisiera hacer eso).

–¡DETÉNGANSE! –grité con toda la fuerza que me permitieron los pulmones, pero no tuvo ningún tipo de efecto. Li tomó a Eriol de la camisa y lo azotó contra la pared con fuerza, como si en realidad mí examigo-reciente-acosador no pesara ni un solo gramo. Vi cómo su cabeza rebotaba contra los avisos que había pegados en esa parte y volví a gritar.

Ninguno se detuvo.

Eriol se había librado del agarre y le soltó a Li una patada en el estómago para alejarlo, por un momento supuse que los dos se habían olvidado de mi presencia en el salón ya que no veían más allá de ellos mismos. Ambos jadeaban y ya tenían la cara hinchada por los golpes.

Mi cerebro estaba colapsando, y no sabía cómo detenerlos.

Había un silencio blanco en mi cabeza, como si todas las neuronas se hubieran apagado por sobrecarga. No podía reaccionar, veía todo como en slow motion, pero no podía moverme. La pesadez se había instalado en cada uno de mis músculos como si ramas invisibles me hubieran fijado al piso.

Li se limpió la sangre de la boca con el dorso de la mano y esperó parado a que Eriol se le aventara encima, juraría que lo vi sonreír. Ambos cayeron sobre los pupitres haciendo volar un par de sillas y moviendo todo de su lugar. Eriol estaba soltando golpes repetidamente sobre la cabeza de Li y sentí nauseas. El estómago me dio un vuelco y me jalé el cabello como para hacerme reaccionar, también me pellizque la mano, ahí donde todavía estaban las marcas que me había dejado Li.

Pero seguía sin salir del shock.

Solo podía escuchar el sonido de mis latidos sobre los oídos, latidos rápidos que me llenaban la cabeza de palpitaciones. También podía escuchar mi respiración agitada y a veces se me nublaba la vista, como si los personajes de la pelea de Kung-Fu que estaba presenciando desaparecieran y volvieran a aparecer entre cada parpadeo.

Eriol seguía golpeando a Li y yo sólo podía parpadear.

–¡Eriol, por favor para! –mi voz sonaba extraña y miserable y las lágrimas me escurrían por las mejillas. Aunque no sabía muy bien porqué estaba llorando como estúpida. Sepan que se me da bien llorar en los peores momentos.

Lentamente, como si mi cuerpo estuviera tomándose toda la vida para reaccionar empecé a caminar hacia ellos, que ya estaban en el fondo del Salón. Ahora Li había arrinconado a Eriol contra la pared y no tenía piedad con los golpes sobre las costillas, pude ver que los lentes de mi examigo estaban tirados y machacados en el piso y tenía un corte en el tabique de la nariz que se estaba inflamando y empezaba a brotar sangre.

Algo se me empezaba a acumular en el pecho. Como si alguien estuviera inflando un globo sobre el centro de mi pecho que me impedía respirar. Y de pronto, el globo explotó y yo con él.

–¡ALTO! ¡POR FAVOR! ¡DETÉNGANSE! –mi llanto era escandaloso cuando tomé a Li del brazo para tratar de detenerlos y fue cuando conocí otra de sus miradas. Sus ojos eran casi rojos de la furia que corría por su pupila, parecía un demonio como con los que me asustaba Touya cuando éramos niños, tenía sangre escurriendo de su nariz y el labio inferior hinchado.

Sólo jaló su brazo como para que lo soltara y me volvió a empujar lejos.

Eriol aprovechó la distracción de Li y se le abalanzó encima llevándose tres bancas en el proceso. Yo para variar enredé los pies y me caí, sin ser consciente del golpe que me había dado en la frente me volví a poner de pie para tratar de detenerlos.

Ahora a diferencia de antes me sentía acelerada, la adrenalina por fin había hecho efecto sobre mi cuerpo. Los latidos en mi cabeza ahora eran rojos y sonaban como una alarma contra incendios, casi me sentía como en la primera pelea de Kill Bill, donde la Mamba Negra pelea con Vernita Green.

–¡Vete Sakura! –rugió Eriol cuando notó que me volvía a acercar a ambos. Sin embargo, no me detuve y volví a tomar a los dos chicos de los antebrazos.

–¡BASTA! –mi gritó los aturdió y llamó la atención de las personas en el pasillo. Escuché que alguien dijo que avisaría a Terada-sensei. Y al parecer ninguno de los compañeros de clases había querido entrar al salón al ver la pelea, por lo que todos estaban arremolinados sobre las ventanas viendo el espectáculo. No lo había pensado así, pero todos en la clase eran una bola de cobardes.

Pese a esto, la pelea continuó y ahora fue Eriol el que me empujó lejos al mismo tiempo que evitaba el golpe de Li sobre su cabeza. Esta vez no me caí.

Déjalos que se maten, al final alguno tendrá que rendirse o desmayarse.

La voz de mi cabeza reveló mi deseo más profundo. Siempre he sido del tipo de personas que están metidas en embrollos sin saber con certeza qué es lo que pasó y por qué pasó así. En un momento Li me estaba besando, al otro me tocaba demasiado, después lo había golpeado y ahora Eriol y él se estaban acabando los nudillos a golpes.

Inserten aquí cualquier imagen de sorpresa que quieran por favor.

La puerta del salón se abrió de un jalón violento y vi la cara de Touya jadeando.

–¡Que mierda! –lo vi buscarme en el salón y revisar mi estado físico de una mirada rápida. Sus ojos se hicieron pequeños y noté como su mano se volvía un puño, lo cierto es que ni siquiera quería imaginar el estado en el que me veía y por qué eso había ocasionado la reacción de mi hermano mellizo. –¿Te lastimaron monstruo? –yo estaba consternada por cómo había pasado de largo la pelea y estaba a mi lado sacudiéndome. –¡Los voy a matar! –me jaló del brazo para alejarme de la zona donde Eriol estaba recibiendo las patadas que Li le propinaba sobre las costillas y me sacó del salón.

Vi de soslayo el cabello de Tomoyo que se acercaba corriendo también y luché para que mi hermano no tratara de alejarme.

Todos nos miraban.

–¡Detenlos! –grité cuando pude articular palabra y tomé a Touya del brazo cuando pensaba volver al salón. Al parecer con ideas homicidas en su cerebro, debido a la posibilidad de empezar su matanza de adolescentes con esos dos que seguían golpeándose en medio del tiradero de sillas y mesas que había.

–¡Los mataré Sakura! –y solté un chillido de frustración cuando me alejó. Tomoyo llegó a mi lado completamente alarmada y ambas vimos como mi hermano se acercaba a los dos que se estaban revolcando a golpes en el piso. Tomoyo abrió la puerta con toda la intención de poner en práctica todas sus clases de Karate, ella era más valiente que yo, sabía que eso podía volverse una carnicería porque Touya estaba molesto.

Muy molesto.

En serio, muy molesto.

Me giré y pude notar cómo se acercaban tres profesores casi corriendo hacia el salón y maldije, maldije todo lo que se me podía ocurrir en ese preciso momento.

Tendríamos muchos problemas.

Efectivamente mi pronóstico fue acertado, Touya aprovechó la situación no para separar a los que peleaban, vaya que no, tomó a Eriol de la camisa que ya tenía sangre por todos lados y le soltó un puñetazo en plena cara, para sorpresa de Li quien soltó una maldición cuando notó que el siguiente golpe iba dirigido hacia él.

–¡No se vuelvan a acercar a mi hermana malditos! –ya les había dicho que Touya no es de las personas que suelen preguntar las cosas. Así que dio por hecho que los dos que se estaban matando me habían lastimado.

Y pues aunque mi ego y mi dignidad estaban muy heridas, eso no podía ser motivo suficiente para que mi hermano los terminara de matar.

–¡BASTA YA LOS TRES! –grité completamente fuera de mí, ahora los golpes volaban de un lado a otro con el nuevo protagonista de la pelea. Y debido a que mi hermano los superaba en altura, pudo dar golpes certeros que magullaron aún más a los dos que tenían la ropa rasgada y los ojos semicerrados por la hinchazón.

Terada-sensei se puso atrás de Tomoyo y de mí para observar la situación, y luego acompañado de otros dos maestros de educación física se metieron de lleno a la pelea para tratar de controlar a todos.

–¡Kinomoto, Li y Hiragizawa! –gritó al momento en que uno de los profesores tomó por la espalda a Eriol para parar sus ataques. Con Li fue similar, aunque ambos siguieron peleando y soltando patadas pese a que ya habían inmovilizado sus brazos. Con mi hermano fue más complicado, pero después de un par de tirones de Terada-sensei y al darse cuenta que los otros dos ya no podían pelear se detuvo.

–¡A la dirección todos! –indicó el titular de nuestra clase y yo pude ver como los tres eran conducidos hacia la salida del salón. –¡Tú también Sakura! –parpadeé ante la mención de mi nombre y caminé sin tener mucha certeza de por qué.

Inmediatamente todos empezaron a entrar al salón que estaba completamente en ruinas, pero vi cómo Tomoyo en calidad de presidenta de la clase empezó a organizar las cosas para que todos limpiaran el desastre. Antes de que saliera por completo del aula vi que me dio una mirada de preocupación sincera y yo me tallé la nariz, sabiendo que lo más seguro es que tuviera un aspecto deplorable con mocos embarrados en las mejillas.

Los tres maestros con los tres chicos de mi vida caminaban delante de mí y yo solo podía pensar en miles de escenarios de mucha miseria.

Mucha de verdad.

La oficina del Director tenía los vidrios como si fueran espejos así que ahí fui consciente por primera vez de la decadencia de mi persona y cómo es que parecía que yo también había participado de la pelea.

Tenía el cabello hecho un desastre, literalmente como si alguien lo hubiera jaloneado. Las mejillas sonrojadas, los labios hinchados y rojos como una socialité con botox y en la frente un hematoma que tenía un raspón con sangre. Las marcas que había dejado Li en mi muñeca se estaban volviendo marrones lo que hacía que los dedos se vieran con claridad y tenía también un par de rojeces por los brazos, seguro producto de mis propios pellizcos.

¡Santa mierda! ¡Me veía fatal!

Decidí que lo mejor que podía hacer era mirar el barniz rosado de mis uñas al momento de sentarme en la banca a lado de Touya quien seguía amenazando por lo bajo a todos los presentes.

–Se los advertí a los dos, les dije que se alejaran de mi hermana –su tono de voz aunque era más bajo de lo normal, mantenía la dosis de cualquier amenaza hecha por el capitán del equipo de Kendo. Sepan que mi hermano era famoso por su habilidad con el shinai.

–¡Silencio Kinomoto! –le metí un codazo al ver que pese a los regaños mi hermano no se callaba y le hice mirada de loca para enfatizar, ya saben, abrí los ojos en exceso y le hice señas para que guardara silencio.

Después de varias amenazas mas mi hermano por fin se calló y me dejó en la miseria de mis pensamientos mientras esperábamos que llegara el Director quien tenía una reunión con los profesores de cara a la organización del Festival de Invierno. Afortunadamente el hombre que parecía un gran bebé feliz no tardó en llegar, por lo que la miseria no me alcanzó con todo su potencial.

El Director intercambió un par de palabras con Terada-sensei quien nos señalaba a los cuatro, luego a mí y luego a Li mientras asentía y negaba. Teníamos muchos problemas y no quería saber qué era lo que iba a pasar. Me aventuré a ver a los tres hombres descerebrados-me-ataco-a-golpes-por-lo-que-sea y noté que Eriol tenía una extraña cara de satisfacción, y aunque el ojo izquierdo se le había cerrado por los golpes y el tabique de la nariz se le había hinchado no dejaba ver su dolor, de hecho estaba sonriendo.

¡Maldito psicópata!

Luego vi a mi hermano, tenía la cara completamente fruncida y se limpiaba la sangre que le estaba saliendo del labio, si bien era el menos golpeado, todo parecía indicar que no se había salvado de un golpe directamente sobre la mandíbula así que tenía inflamada esa zona. Regresé la mirada a los brillos que había en mi esmalte rosa, era un hermoso barniz que Tomoyo me había comprado la última vez que salimos a las tiendas de Tokio.

No tenía valor de ver a Li.

Estaba levantando la mirada cuando el Director pasó a lado de los cuatro y tapó la luz justo frente a mí.

–Kinomoto Sakura y Li, serán los primeros –palidecí o al menos tuve la sensación de haber perdido todo el color de mi rostro.

¿Por qué la vida se aferraba en demostrarme que había nacido bajo una mala estrella?

Li fue el primero en ponerse de pie, cruzó las manos sobre su nuca y caminó despacio siguiendo al Director. Yo tuve que pasar saliva antes de reunir el coraje para ponerme de pie, alisé mi falda como para hacer algo, lo mismo hice con mi cabello y caminé tres pasos atrás de Li.

Eran tres precisamente porque los conté.

Escuché que Touya masculló algo de que estaría cerca de la puerta cuando entré a la Dirección, pero decidí ignorarlo. Li tomó asiento con una ligereza que me pareció desconcertante, yo estaba en la disposición de suplicar, luego volver a suplicar y finalmente volver a suplicar por el perdón con la promesa de que no pasaría de nuevo. Pero él se veía relajado y fresco, como si no acabara de estar en una pelea con dos personas más.

Era como si tuviera experiencia en eso.

Volví a dejar mi mirada sobre el barniz rosado al momento de sentarme en la silla a lado de Li y vi con tristeza cómo es que se había desprendido una parte en la uña del dedo anular. Una buena analogía para lo que estaba sucediendo…

Aunque no sabría bien cómo explicar la comparación.

El Director se sentó frente a ambos y guardó silencio, lo que no hizo más que acrecentar mi ansiedad, si alguien me preguntaba en ese momento si había cometido un delito diría que sí solo para que la presión que estaba en mi pecho desapareciera. Juraría que me estaba saltando el párpado del ojo izquierdo y las manos me estaban sudando frío.

Levanté los ojos y creo que el Director se apiadó de mi mirada de miseria y habló.

–¿Qué fue lo que pasó jóvenes?

¡Maldita sea! ¿Cómo es que no había previsto que nos preguntaría eso? ¿Qué iba a decir?

Mire señor Director, Li y yo nos estábamos besando mucho, luego pasó algo medio extraño porque al parecer él tiene mucha experiencia con las mujeres y pues yo, en realidad era la primera vez que alguien me besaba así. Bueno, pero eso no es lo importante, le di una bofetada, él me empujó sin querer espero, Eriol lo vio y se golpearon, mi hermano los vio y se siguieron golpeando.

Eso no parecía ser una buena idea.

–Nada –dijo Li sin siquiera inmutarse ante la evidente mentira. Lo vi cruzar los brazos y mirar al frente sin ninguna clase de temor.

–Su aspecto no es precisamente el de alguien a quien no le pasó nada Li. –dijo el Director medianamente divertido por el cinismo de Li. –¿Y bien Sakura? –me miró directamente. –Dime qué fue lo que pasó.

Me paralicé.

–B-bueno –tartamudeé. –Lo que pasó fue… –Li me miró fijamente con la cara fruncida, como si se estuviera enojando desde ya por lo que iba a decir. –N-No sé –miré mis manos como si ahí se escondiera la verdad del Universo. –Estábamos haciendo el servicio… –levanté los ojos para mirar al Director y sentí el sonrojo iluminarme la cara de rojo brillante.

Me miró con una gran sonrisa que me impidió verle los ojos, y soltó un suspiro.

–Consecuencias de la juventud –dijo con jovialidad. –Todos se irán con una advertencia por esto y tendrán que hacer tareas extras para solventar su falta. Si esto se repite llamaré a sus padres. Vayan a la enfermería. –parpadeé en repetidas ocasiones y me puse de pie cuando Li lo hizo. –Terada-sensei les informará sobre sus actividades.

¿Eso era todo?

El alma me regresó al cuerpo cuando salíamos de la habitación. Vi a Touya que estaba de pie a lado de la puerta, ladrando quién sabe qué cosas; se me acercó para constatar si estaba bien y giré los ojos. Cualquiera pensaría que eso es hermoso, tener un hermano mellizo que raya en la locura de la sobreprotección, pero después de vivir así toda la vida créanme que no es para nada divertido.

–Estoy bien. Tengo que ir a la enfermería –Terada le informó a Eriol y a Touya que eran los siguientes y mi loco hermano tuvo que regresar sus pasos, ya que tenía toda la intención de ir conmigo.

–¡Li! –la voz de mi hermano otra vez. –¡Si le haces algo te partiré la cara! –Li no detuvo su andar y mucho menos volteó a ver a Touya, quien fue reprendido por Terada-sensei por amenazarlo de nuevo. Mientras yo deseaba que vinieran los dinosaurios para tragarme completita, por ese tipo de situaciones dicen que las cosas nunca son lo suficientemente malas como para no empeorar.

Eriol me dio otra de sus miradas profundas-atemorizantes de acosador antes de entrar y yo esperé a que Li estuviera lo suficientemente lejos como para emprender mi camino hacia la enfermería.

No fui consciente del frío que hacía hasta que la adrenalina dejó mi cuerpo, así que caminé tiritando hasta el pasillo donde estaba la enfermería mientras trataba que el vaho de mi respiración me entibiara las manos. En cuanto estuve en la puerta tuve un debate sobre si entrar o no, sabía que Li estaba ahí, y aunque eso me aceleraba el corazón no estaba precisamente lista para sincerarme sobre lo que acababa de pasar en mi vida.

¿Era siquiera real?

Vamos, el hecho de que el chico nuevo que es obscenamente guapo me haya besado como debe besar el mismísimo demonio es un cliché shoujo, a lo mejor leer tanto manga me ha atrofiado el cerebro y ya no distingo la realidad de la ficción.

Me pellizqué otra vez y cerré los ojos con fuerza. Si esto era un sueño era momento de despertar. Pero no, seguía estando afuera de la enfermería con el cabello revuelto y sangre en la frente.

Suspiré y para mí desgracia la enfermera se percató de mi presencia y abrió la puerta antes de que pudiera arrepentirme.

–Kinomoto ¿tú también participaste de la pelea? –me miró estupefacta y yo negué fuertemente con la cabeza. –Entra, hay que revisarte… –se hizo a un lado y al menos tuvo la delicadeza de cerrar la cortina de la cama donde estaba Li, quien para mi tranquilidad estaba con los ojos cerrados.

Me mordí el labio para concentrarme en contestar las preguntas de la enfermera quien me estaba tomando la temperatura.

No era precisamente fácil ignorar el hecho de que Li, alías el que me acaba de besar hasta que me fundió el cerebro, estuviera en la cama de a lado.

Nada fácil.

–No, no me duele la cabeza. –atiné a decir después de unos segundos de reflexión interna.

–Te arderá –me limpió con un algodón la frente y como si fuera un infante me puso una bandita amarilla con dinosaurios. –Se terminaron las normales –me dijo avergonzada; yo pensé que aquello era lo más cerca que estaría de dinosaurios resolviendo mis problemas, así que sólo le sonreí agradecida. –Recuéstate, iré a habilitar las camas del otro cuarto. Me dijo Terada-sensei que vendrán dos más –lo último sonó como reproche, pero la ignoré y me acosté.

Y me llevé las sábanas por encima de la cabeza como para que me protegieran de mis pensamientos. Escuché que corrían la cortina de mi cama y supuse que sería la enfermera pero de pronto sentí un tirón sobre la sábana que me cubría.

Solté un grito cuándo vi que Li estaba al pie de mi cama con la sábana entre sus manos.

Shaoran

El hermano matón me había amenazado por enésima ocasión cuando salimos de la Dirección, yo caminé tranquilo y con las manos sobre la nuca sin darle importancia al idiota-gorila, además, era obvio que el bebé-Director no nos iba a reprender por lo que había sucedido. Vi la preocupación de Ojos de Gato y casi me dio ternura, era una tarada y su inocencia casi era divertida.

Aunque eso no quitaba el hecho de que era boba.

La enfermera también quiso reprenderme, pero le di una mirada de hartazgo y decidió que era mejor quedarse callada mientras desinfectaba mis heridas. Me dio una bolsa de hielo para el ojo y me puso banditas en la frente y las manos. Puso el vaporizador y me dijo que me recostara un rato, también dijo algo de que debía tomarme una radiografía para ver si no me había roto una costilla.

Otra estúpida en esa escuela.

Era obvio que no me había roto nada, de ser así no podría ni respirar. Además yo tenía experiencia en eso de romperme huesos y no se sentía como si me hubiera partido algo. Cerré los ojos cuando la enfermera salió, la escuela se estaba poniendo más divertida de lo que pensaba y lo cierto es que la forma en que todo mundo parecía defender a Ojos de Gato de mí, solo ocasionaría el efecto inverso.

Encapricharme con ella.

No solo el Macho Alfa me había dicho sin cansancio mientras le partía la cara que me alejara de ella, sino el hermano-matón me había amenazado de muerte. Vaya que esa mocosa tenía todo un Ejército de caballeros a su servicio.

Lo cierto es que no había olvidado el hecho de que me había pegado y además me había mordido fuerte, pero vamos, corromper hasta los mismos cimientos a esa niña y ver cómo dejaba a su familia y amigos por mí, podía convertirse en un buen proyecto. La parte baja de mi cuerpo reaccionó ante los pensamientos, sobre todo, cuando recordé que el cuerpo de Kinomoto se sentía demasiado bien con ropa, lo que era indicio de que se sentiría aún mejor sin ella.

Verga, quería cogerme a la Ojos de Gato.

La enfermera regresó y cerró la cortina alrededor de mi cama y la escuché gimotear. Vaya que se había tardado en entrar a la enfermería, seguramente estaba avergonzada de lo que había pasado en el salón y eso volvió a despertar cierta parte de mi anatomía.

¿Qué pasaría si decidía conquistar a la florecita?

Era obvio que tendría que ir desde cero con ella, ya saben, tratarla como una virgen. Porque ya vi que ir con ella a la velocidad normal sólo la asustaría, y tenía buen brazo para los golpes. Abrí los ojos ante el curso que estaban tomando mis pensamientos, no parecía una mala idea, además de todas formas los caballeros de la Ojos de Gato no me iban a dejar en paz…

¿Y si jugaba con ella hasta que pudiera darme lo que quería? Eso mataría muchos pájaros de un tiro, vería cómo el Macho Alfa y el hermano-gorila-matón se retorcían y también lograría satisfacer la presión que se me estaba clavando en el vientre.

Sonreí.

Para nada parecía una mala idea.

Y al fin podría presumirle a Yama haber desvirgado a alguien.

Escuché a la enfermera decir que iría a preparar el cuarto conjunto y mi sonrisa se amplió aún más. La Ojos de Gato y yo estábamos solos en la enfermería; me mantuve en silencio y la escuché removerse en la cama, como alguien que tiene pesadillas, y aunque no decía nada podía imaginarme que estaba recordando los besos de la mañana.

Yo también los estaba recordando, aunque tal vez no de la misma forma.

Me levanté y salí de la cortina que rodeaba la cama sin moverla de su lugar. Verifiqué que no hubiera nadie cerca y corrí la tela verde que cubría la cama en donde estaba la Ojos de Gato y la volví a cerrar. Por fuera nadie notaría nada.

Estaba completamente cubierta. Como si las cobijas pudieran hacer algo en contra de cualquier cosa que quisiera hacer.

Volví a sonreír.

Tomé el borde de la sábana y la jalé para dejarla al descubierto.

La cara que puso bastó para convencerme de que jugar con la florecita sería divertido. Soltó un grito y me apresuré a ponerle la mano sobre la boca, solo para asegurarme de que no volviera a gritar o llamaría la atención de la enfermera.

–Shhh –esperé en silencio para detectar alguna reacción en el otro cuarto. –No hagas ruido– ella asintió con la cara completamente consternada así que le quité la mano de la boca, siendo consciente de que me había dejado la tibieza de sus labios en la palma. Seguí esperando unos segundos más pero no hubo movimiento, así que regresé la mirada sobre la presa. –¿Estás bien gatita? Lo siento, nunca tuve la intención de hacerte daño –volvió a abrir los ojos como platos y me recordó que eran verdes.

Me senté más cerca de ella y le tomé el mentón. Su cara se encendió como respuesta a mis movimientos y contrastó con la bandita amarilla que traía en la frente. Eso sería más fácil de lo que pensaba, la Ojos de Gato caería por mí como si se estuviera aventando voluntariamente a un risco y lo más seguro era que el efecto final fuera el mismo.

Le rompería el corazón, con la misma delicadeza con la que un mazo rompe un vidrio.

Y lo disfrutaría todo.

–No contestaste mi pregunta –cerró los ojos ante la cercanía, y de nuevo sentí como un temblor la recorría.

–S-sí –dijo susurrando. –L-la enfermera Li, vete… –supuse que se refería al riesgo que implicaba que la enfermera se apareciera y nos viera a punto de besarnos. Sin embargo, no era consciente de que me estaba coqueteando, se relamió los labios y entornó los ojos como una invitación a besarla. Sabía que era sin intención alguna, no había una fracción dentro de la niñata frente a mí que pudiera tratar de coquetear, pero aún así tenía efecto.

–Me iré –le dije también susurrando sin soltar su mentón y prácticamente con el cuerpo sobre ella, que se había replegado contra la cabecera sentada en la cama. –Pero antes, necesito que te quede algo claro –le hice la cara de lado para tener acceso a su cuello. –No suelo compartir –le dije al oído y pude sentir a la perfección como temblaba. Encontré la parte que olía a fresa y succioné hasta que quedó una pequeña marca roja.

La Ojos de Gato se encogió completamente cuando sintió mis labios en su cuello y me di cuenta que contuvo un grito, pero no hizo nada para detenerme.

Escuché voces al otro lado del cuarto y noté como se empezó a inquietar.

–Li… por favor… –salí de la cortina de su cama justo en el momento en que entraban los demás quienes me vieron con los mismos ojos desorbitados.

–¿Qué está pasando Li? –me dijo la enfermera y yo sólo me encogí de hombros.

–Ya me siento bien –volví a mirar a la Ojos de Gato y salí de la enfermería sin ver atrás, aunque sabía que cuatro pares de ojos no me quitaban la vista de encima. Cerré la puerta y escuché cuando la enfermera le decía a la florecita que tenía un moretón en el cuello que no había notado.

Sonreí. Eso no era un moretón, era mi marca.

El juego había empezado.

El viento frío me golpeó el rostro mientras caminaba de vuelta al aula. Aunque el hermano-gorila me había dado fuerte en la mandíbula y el idiota del Macho Alfa casi me cierra el ojo, ya no sentía dolor. Era resistente a las golpizas y no era la primera vez que estaba en una pelea, así que tampoco es que fuera a pasar todo el día en la enfermería.

Además ya había cumplido mi cometido.

Regresé al salón y todos me miraron, casi igual que el primer día, aunque ahora había una pizca de repulsión. Según entendí se había corrido el rumor de que había golpeado a la florecita y que por eso se había armado la pelea. Vaya que creían que podía ser ruin, pero no estaba en mi código moral golpear mujeres. Me senté frente al pupitre vacío de la Ojos de Gato y atendí la clase de música. Un escalofrío me recorrió y caí en cuenta de que la amiga de la florecita me estaba mirando fijamente, era un poco tétrica cuando veía así, y no era la primera vez que lo hacía. Daba la sensación de que me estaba analizando, era un poco loca también.

Una loca más en esa escuela.

La hora terminó y como presidenta de la clase nos ordenó hacer una reverencia. En cuanto el maestro de lentes, que nunca dejaba de sonreír, salió del salón se me acercó sin ningún miramiento.

–¿Estás bien? –sentí que su pregunta era más bien por educación que porque tuviera la convicción de saber si tenía una hemorragia interna. Desvié la mirada, no tenía intención de hablar con nadie, crucé los brazos y cerré los ojos. –Si le haces daño a Sakurita desaparecerás –abrí los ojos al escuchar su voz y aunque me estaba dando la espalda sabía que me estaba hablando a mí. –No quedará rastro de ti en el planeta –parpadeé, la chica que tenía una cinta rosa en el pelo me estaba amenazando.

¿Era en serio?

Se giró con una enorme sonrisa en el rostro.

–Lo digo en serio Li –su tono jovial me hizo pensar que estaba frente a una psicópata. Volvió a sonreír y se alejó hacia otro grupo de alumnos.

De todas las veces que alguien me había amenazado en mi vida, esa había sido la más extraña. Nadie nunca me había dicho antes que me iba a asesinar mientras sonreía, y bueno, ninguna mujer lo había hecho.

Vaya que Tomoeda estaba llena de gente loca. Había escuchado que eso pasaba en los pueblos pequeños, pero no pensé que fuera real.

La clase de Cálculo empezó, mi favorita. No sólo porque podía poner a prueba el efecto de mis sonrisas con la Maestra, sino porque disfrutaba hacer ejercicios mecánicos donde la mayoría de las veces la respuesta era verdadera o falsa, no había tintes intermedios con las ecuaciones y eso me gustaba. A la mitad de la clase entró la Ojos de Gato sonrojada hasta las orejas y le enseñó un papelito a la maestra quién solo asintió. Para mi deleite personal llegó sola, así que no desperdicié ni un minuto. En cuanto se sentó frente a mí le soplé en la nuca.

Se estremeció, pero al parecer estaba luchando consigo misma para comportarse porque se sentó hacia delante, cómo intentando poner toda la distancia posible entre ambos. Noté que tenía una bandita en el cuello, justo sobre la marca que le había hecho y eso no me gustó.

Sin ninguna clase de delicadeza le arranqué la bandita y ella soltó un grito de esos ridículos que tiene que son como «hoeee». Todos nos voltearon a ver y yo me puse la bandita de dinosaurios verdes sobre el dedo fingiendo que yo no había sido responsable de su grito.

–¿Pasó algo Kinomoto? –ella solo movió la cabeza frenéticamente y noté a la perfección que era un farol rojo y brillante. –Atiende la clase por favor, que por tus resultados en el examen vas a tener que trabajar durante las vacaciones –la voz dura de la profesora la hizo hundirse en su asiento.

En cuanto la profesora se dio la vuelta hacia la pizarra me acerqué al borde del asiento, me incliné y susurré al oído que si volvía a taparse la marca sólo la haría más grande. La Ojos de Gato se tomó el cuello como por inercia y luego lo soltó dejando al descubierto la perfecta marca circular y morada que le había hecho, aunque su cabello podría disimularla sí quisiera.

Le volví a soplar en la nuca y me regaló otro estremecimiento.

Me dije que aquello ya era demasiado para ella y no quería que saliera huyendo, así que mantuve mi distancia las dos horas siguientes. La florecita estuvo quieta como una estatua, incluso cuando su amiga, la de las sonrisas amenazantes, llegó a abrazarla con desesperación antes del almuerzo.

También vi al Macho Alfa y al gorila matón entrar en el salón a esa hora, así que supuse que era un buen momento para ir a fumar, sobre todo, considerando el hecho de que mi cuerpo ya me estaba pidiendo nicotina. Nuevamente las miradas del salón siguieron mi recorrido, pero estaba de buen humor así que decidí no agredir a nadie a mi paso. Llegué a la puerta sabiendo que la Ojos de Gato y su manada me estaban analizando, pero seguí mi camino hasta que encontré la azotea-hotel estudiantil y saqué mi cajetilla de la bolsa del abrigo.

Di la primera aspiración y sentí mi cuerpo relajarse.

Aunque me habían dado drogas para el dolor sentía la tensión muscular en el cuello y en las piernas, así que decidí fumar más de lo normal. Cuando ya había cinco colillas amarillas a mis pies supuse que debía tomar unos minutos para comer algo, rebusqué en las bolsas del abrigo y encontré un panecillo de chocolate y sonreí, justo lo que necesitaba.

Regresé unos minutos antes de que sonara el timbre para el reinicio de las clases y de nuevo todos me miraron. Vi a la Ojos de Gato hablar con su hermano y la chica que me había amenazado, cuando fueron conscientes de mi presencia en el salón guardaron silencio y noté como la florecita tomaba el brazo del gorila matón para contenerlo.

–Touya, por favor –oí que le dijo cuando me sentaba en mi lugar. Y supongo que para fortuna de todos sonó el timbre y todos se acomodaron en sus lugares. Entró el profesor que nos había separado en la mañana y dejó caer sus papeles de forma ruidosa sobre el escritorio.

–Reverencia –dijo la presidenta de la clase y todos nos inclinamos como saludo.

–Hiragizawa, Kinomoto y Li pónganse de pie –yo alcé la ceja sorprendido pero me levanté. –Tú también Sakura –noté como la Ojos de Gato se puso de pie nerviosa, arrugando el extremo de su falda con la mano como para tranquilizarse. –Lo que sucedió en la mañana no puede volver a pasar, se los advierto, no en mi clase. El Director me dio sus actividades de servicio social. Li y Sakura seguirán haciendo el servicio el resto de la semana, y además se encargarán del incinerador de hojas y limpiarán los patios. Touya y Hiragizawa tendrán a su cargo el aseo del gimnasio y la piscina. Todas las actividades se realizarán durante un mes –el gorila-matón refunfuñó al darse cuenta que su hermanita estaría pegada a mí.

Vaya que era afortunado, eso sería perfecto para mi plan.

–Si se vuelve a presentar algo similar serán expulsados. –la Ojos de Gato se sobresaltó. –Que quede como ejemplo para todos, nadie será un vago en mi clase –todos asintieron. –Vuelvan a sentarse.

Ocupé mi lugar sin darle atención a la reprimenda, los adultos se ponían quisquillosos para esas cosas, pero siempre terminaban dando segundas oportunidades por una especie de estúpida compasión, así que aunque nos volviéramos a pelear nada pasaría. Estaba seguro.

Otra cosa de la que estaba seguro era de que esa niña de sonrisas nerviosas y sonrojos escandalosos estaría en mi cama antes de que el castigo terminara. Eso o dejaba de llamarme Li Xiao Lang.

Y puse el plan en marcha de manera inmediata.

Según recordaba limpiar los patios y el incinerador de hojas eran actividades que se hacían al final del día. Así que en cuanto la campana de fin de clases sonó acomodé mis cosas con lentitud mientras el salón se vaciaba. La Ojos de Gato había desaparecido de un momento a otro, así que decidí tomar mis cosas y sorprenderla.

–¿El incinerador? –le pregunté a un chico de lentes que tenía cara de ser listo. Se quedó estupefacto hasta que le di una mirada dura. Con balbuceos me explicó cómo llegar, era un lugar convenientemente solitario. Me recargué en la puerta y fumé con tranquilidad, no podía tardar en llegar.

Y efectivamente no tardó, pero no estaba sola.

Por lo que repentinamente no sólo sus ojos verdes se desorbitaron al verme, sino los de la loca amiga que me había amenazado y los del Hermano Gorila que estaba a dos segundos de golpearme de nuevo. No me amedrenté por sus miradas asesinas y me acerqué a ellos.

–Te estaba esperando –dije como si estuviéramos solos y me remangué el saco luego de tomar el cepillo para juntar las hojas. El viento sopló fuerte y todos seguían estupefactos ante el hecho de que estuviera cooperando, yo sólo mantuve una sonrisa mientras esperaba con paciencia que se fueran.

–No pasará nada Touya, vete o Terada-sensei volverá a castigarte –escuché la voz de la Ojos de Gato hablar a susurros. –Ayúdame Tomoyo… –al parecer le suplicaba a la amiga de ojos raros.

–Vamos Touya –la chica de la banda rosa en la cabeza lo tomó de la mano para jalarlo, así que supuse que serían pareja. Después de lanzarme más miradas de odio el hermano mayor empezó a caminar y pude notar como la Ojos de Gato suspiró cansada.

Después de unos segundos se sonrojó con fuerza, casi como si le hubieran pintado la cara de rojo. Supuse que apenas caía en cuenta de que estábamos solos y en una parte solitaria de la escuela.

Sin duda era de lento aprendizaje.

–¿Se tiene que quemar todo? –la pondría nerviosa solo para deleitarme.

–S-si –dijo después de casi una eternidad. La vi respirar profundamente, como para calmarse y se quitó el saco para dejarlo junto a su maleta en una banca a lado del cuartucho que albergaba los utensilios de limpieza. –Empezaré por aquel lado –señaló el extremo opuesto a donde yo había empezado a barrer.

Estaría mintiendo si no les dijera que me sorprendió su habilidad para calmarse e ignorarme. Después de unos minutos ya se le veía tranquila, como si yo no estuviera a escasos metros de distancia de ella. Barría lento pero firmemente las hojas hasta formar un montículo y luego tomaba la carretilla para vaciarlas a la hornilla donde se quemaban, y volvía a empezar.

Yo como no sabía nada de las estupideces de hacer el servicio, pues tuve que imitarla. Antes de que me diera cuenta la estaba viendo fijamente mientras metía en el incinerador una carga de hojas.

Se veía tan concentrada que era linda.

–¿I-irás a mi casa el domingo? –me soltó tan de repente que hasta di un ligero salto.

Ya había olvidado la comida esa de mierda a la que me habían invitado. Ese era un buen momento para probar hasta dónde podía llegar la Ojos de Gato.

–Claro que sí gatita, no me lo perdería por nada –pude ver como se giró repentinamente para que su sonrojo pasara desapercibido por mi, pero lo noté a la perfección, tan lo noté que decidí soltar el rastrillo que utilizaba y la tomé de la mano para girarla.

Y ahí estaba de nuevo, el sonrojo y los labios de cereza que seguían hinchados, pero que eran acompañados por una bandita de dinosaurios en medio de la frente.

La vi suspirar y de manera automática me incliné para besarla.

Sí, otra vez.

Sí, tal vez fallé a mi propósito de no volverla a besar.

Sakura

Touya empezó a regañarme cuando acabaron las clases y volvió otra vez con eso de asesinar a todos los adolescentes de Japón. Mis sienes palpitaban con fuerza, al grado de que cada que movía la cabeza sentía un tirón por todo el cuerpo. Me dolía la cabeza como hace mucho tiempo no me pasaba, sentía que me estaban taladrando el cerebro. Y veía como mi hermano mellizo seguía y seguía y seguía y seguía diciendo un conjunto de ideas sin sentido.

–De verdad no entiendo cómo es que tienes el cerebro tan pequeño. Ahórrate el drama Touya, me duele la cabeza –pude notar a la perfección como abrió los ojos sorprendido, siempre hacía ese gesto cuando se enojaba por algo.

–Monstruo…–me dijo amenazante, como tratando de contener su furia.

–Tiene razón Sakura –intervino Tomoyo y pude notar como Touya volvía a abrir los ojos, seguro pensaba que eso era traición a su amor adolescente. –No tiene sentido que sigamos dándole vueltas a eso, Sakura no dejará de tener contacto ni con Eriol ni con el nuevo, así que a menos que tengas la intención de estar pegado a ella cada segundo del día, tendrías que confiar en que tu hermana puede resolver sus problemas ella sola.

–Gracias Tomoyo –le dije con toda la convicción del mundo. –Para esto Touya, tengo que ir al incinerador y quiero irme a casa a dormir. Ha sido un día muy largo.

Sin esperar respuesta de mi hermano emprendí el camino para bajar de la azotea donde estábamos, sin dejar de sentir el dolor en las sienes. Noté a la perfección como Touya le hizo un gesto enfadado a Tomoyo, el mismo que ella respondió con una amplía sonrisa tomándolo de la mano, a pesar del temperamento de mi hermano, ellos nunca peleaban, y su amor era bonito. Pocos minutos después alcancé a ver como Touya le besaba la frente a la que era mi mejor amiga, siempre pasaba así, Tomoyo le daba espacio a mi hermano de ser un pelmazo, y él era lo suficientemente inteligente como para serlo solo unos minutos.

Siempre he sentido envidia de su relación.

Iba tan distraída pensando por qué mi hermano es afortunado en el amor y yo no, que no me percaté que al llegar a la zona del incinerador Li estaba pateando algunas hojas secas mientras soltaba por la boca el humo de su cigarrillo.

Me sonrojé de inmediato.

Al parecer ni Tomoyo ni Touya esperaban que estuviera ahí, porque se detuvieron de pronto, como en seco. Casi como si el piso hubiera desaparecido de repente y estuvieran frente a un abismo.

Bueno, no tanto así, pero casi.

Me volteé a darle una mirada asesina y una amenaza a Touya, porque de verdad ya no quería más incidentes con Li, si no nos convertiríamos en los conserjes de la Preparatoria Seijo. Y ya bastantes confusiones tenía con mi vida amorosa, como para tener que lidiar con deberes extras.

Li se nos acercó y me dijo que me estaba esperando.

Justo en ese momento escuché a Touya bufar, así como un animal enfurecido y ni siquiera reparé en las palabras que me había dicho. ¿Me estaba esperando? ¿A mí?

Afortunadamente Tomoyo me ayudó y el cavernícola de mi hermano se fue con ella.

Solté un suspiro como para tranquilizarme.

Y de pronto caí en cuenta…

Li y yo solos otra vez.

Una presión me revolvió el estómago con tanta fuerza que creí que iba a vomitar. Los recuerdos me pegaron como un huracán, sus labios, sus manos tocando partes de mi cuerpo que nunca (y cuando digo NUNCA ES NUNCA) habían sido tocadas antes por un hombre. Su tono de voz ronco, su sonrisa de diablo. Apreté los puños para tratar de recuperarme, cerré los ojos unos segundos para regañarme a mí misma, no era posible que sintiera tantas cosas en tan poco tiempo, no era posible que esos sentimientos me estuvieran consumiendo así, con esa facilidad.

Le dije que sí a algo que me preguntó, aunque no recuerdo la pregunta que me hizo. Esperaba que no me hubiera estafado, o algo por el estilo. Me obligué a respirar profundamente tres veces seguidas, el amor se sentía un poco como un ataque de pánico.

Después de seis exhalaciones ya me sentía mejor, al menos ya había logrado oxigenar mi cerebro lo suficiente como para no colapsar otra vez frente a él como una perdedora del amor.

Recordé que había muchas hojas por barrer, así que dejé mis cosas y le dije que empezaría justo por el lado opuesto a donde él estaba.

Vi una cara de sorpresa que no supe cómo interpretar, pero decidí no averiguarlo.

Necesitaba una distancia vital de por lo menos dos metros, porque si no empezaría a asfixiarme otra vez y me desmayaría. Una imagen poco agradable sí se lo preguntan, porque nuevamente estaría tirada a sus pies, así como he estado casi desde que lo conozco. Trabajar lejos de Li, obligarme a no mirarlo furtivamente y siempre darle la espalda, fue una buena técnica. Avancé rápido y logré concentrarme en hacerlo bien, pronto ya tenía tres perfectos montículos de hojas para quemar y gran parte del patio limpio. Era muy eficiente cuando me lo proponía.

Además el frío ponía de su parte, porque si me quedaba quieta mucho tiempo me daba la sensación de que me congelaría pronto. De pronto un pensamiento me llegó con la fuerza de un trueno que atraviesa el cielo oscuro, la comida del domingo.

Después de la pelea de hoy, lo más seguro es que Li no quisiera ir a mi casa.

¡Maldición!

¿Cómo se lo explicaría a mamá? Nadeshiko no me iba a dejar en paz y era completamente capaz de venir a invitar ella a Li con tal de agradecerle por lo que hizo por mí. Una enorme angustia me empezó a devorar el corazón, cualquiera de los escenarios era terrible, tanto si me decía que no iba como si me decía que iría.

Sin poder poner un freno las palabras se escurrieron por mi boca y le pregunté con temor si iría a casa, suponiendo que me diría que no, me sorprendí enormemente cuando no solo dijo que sí iría, si no que utilizó ese tono sinuoso al llamarme «gatita». Nuevamente el sonrojo me llenó el rostro así que me giré para no verlo, era bastante ridículo que me sonrojara a la menor provocación.

Era como:

¡PUUUM! MIRADA DE LI

¡PUUUUM! ¡SONROJO!

Vaya perdedora.

Sentí de pronto un jalón y el contacto de su mano con la mía. Su mano era cálida y la mía se sentía helada en comparación, otra vez tuve sus ojos sobre los míos como clavándose con fuerza, como diciéndome con la mirada que no tenía manera de resistirme, que no había escapatoria a esa perdición que tenía los ojos marrones. Noté a la perfección que me miraba los labios. Sin saber bien qué hacía, puse la mano que me sobraba sobre la boca y me eché hacia atrás con velocidad. Rechazando con eso su avance y al parecer su intento de beso.

Cuando pude recuperar el poder sobre mi otra mano puse ahora ambas sobre la boca, como para hacer una doble protección y corrí hacia el incinerador para tomar mis cosas y salir corriendo.

Nunca antes había pensado en las ventajas de ser buena corredora, porque aunque noté que Li intentó seguirme un tramo, desistió en el intento y antes de darme cuenta ya estaba en el autobús camino al Café. Todo eso sin perder el aliento.

Recé mentalmente para que Li terminara el trabajo de limpieza en el patio para que no nos regañaran mañana y sin ningún tipo de esperanza escuché la campanilla de Hana Coffee cuando atravesé la puerta.

–Bienvenida –gritó Nadeshiko de manera automática, pero luego de echarme una mirada soltó la duya con la que estaba decorando los cupcakes de la bandeja. –¿Cariño qué pasó? –no pude más, así que sin ningún tipo de contención me tiré a los brazos de mi mamá a llorar como si tuviera dos años.

Ella me acarició el cabello como siempre hace cuando me pongo a llorar, sin pronunciar palabra y dejando que me desahogara. Cuando dejé de hipar nos sentamos en una mesa que recibía los últimos rayos de la tarde, una preciosa luz anaranjada y casi cálida a pesar del frío.

Afortunadamente el café estaba vacío.

Se levantó y me trajo una taza humeante, así como uno de los pastelillos que estaba decorando con mantequilla rosada.

Eso solo era la llamada silenciosa de mi madre para que le contara lo que estaba pasando y pues le conté casi todo, y cuando digo casi me refiero a que omití algunos detalles sobre los besos de Li. Solo le dije que me había besado una vez, le conté de la pelea a muerte de los tres chiflados, los castigos y luego la reacción de Li.

Mi madre tenía los ojos brillando como cuando veía dramas Coreanos, las manos echas puño frente a su cara y un sonrojo precioso en las mejillas.

–Una historia de amor adolescente –gritó encandilada y yo agradecí mentalmente que no me regañara por todos los problemas que estaba ocasionando mi no-relación con Li, alías el chico de ojos marrones que me licúa el cerebro. –Quiero conocerlo –continuó con la misma emoción. –Me intriga porque parece un chico malo, pero creo que solo es reservado, tal vez un poco solitario –me sorprendió un poco la capacidad de análisis de mi madre ante alguien que no conocía.

Entrecerró los ojos por unos segundos, pero luego los volvió a abrir en un gesto que no pude entender.

–Mantengamos esto en secreto cariño, si papá o Touya se enteran harán un escándalo innecesario –me guiñó el ojo. –Será nuestro secreto.

Y lo fue.

Cuando Touya atravesó la puerta del café bufando otra vez sobre cómo asesinaría a los adolescentes de Japón mi mamá le dijo que se estaba comportando como un cabezota, que no tenía ningún derecho sobre mi vida y que lo mejor era que dejara de pelearse o sus horas en el café se incrementarían. Touya bufó como hace mucho no lo escuchaba bufar, pero al final sabía que cuando Nadeshiko tomaba una decisión con ese nivel de seriedad, nadie, ni siquiera papá podía convencerla de lo contrario. Se refugió en el almacén el resto de la tarde hasta que llegó papá a quién le repitió la cantaleta de matar adolescentes y la necesidad casi imperiosa de que yo viviera el resto de mi adolescencia encerrada.

Sin embargo todos sabíamos que solo una mirada entre ambos bastaba para que papá apoyara a mamá, siempre había sido así, su complicidad llegaba a niveles que nadie mas entendía.

–Entiendo que tienes la necesidad de proteger a Sakura hijo, pero no puedes hacerlo de esa manera. Tienes que confiar en ella, pelearte no es la solución a nada. –le dijo papá a Touya mientras le tocaba el hombro pacientemente y le indicaba con la mirada que bajara la cortina metálica que daba por cerrado Hana Coffee.

Respiré más tranquila.

Aunque mi familia no era perfecta, sobre todo, por la locura desbordada de mi hermano mellizo, por lo general hablábamos las cosas y resolvíamos los problemas. Y eso me llenaba de esperanza, porque por un momento pensé que mamá y papá me reñirían por todo el drama de la escuela.

Me quedé dormida en el trayecto del café a la casa, aunque me despertó la vibración de mi teléfono. Miré la pantalla con un ojo y lo dejé caer, de verdad que Eriol estaba perdiendo la razón; levanté el teléfono y lo apagué, no tenía la más mínima intención de cruzar palabras con él.

Nunca más.

Corrí a refugiarme a mi habitación y sin saberlo me quedé completamente dormida con Kero ronroneando sobre mis pies. Tuve un sueño tranquilo, era esa sensación de estar flotando en el agua, sin ningún tipo de preocupación, como si después de unos días de locura por fin tuviera un momento de paz. Me despertó el portazo de Touya y supe que esa sensación de paz era efímera, casi como todo en la vida. Me levanté de un golpe, me bañé en menos de tres minutos y salí corriendo al comedor para tomar un pan tostado y una manzana. Llegaría tarde al servicio y ese era un lujo que no podía darme en vista de todos los problemas que ya me había ocasionado esa semana.

Corrí con todas mis fuerzas para alcanzar el autobús, con el abrigo a medio poner y el viento helado golpeando mi rostro sin piedad. Llegué justo en el momento en que el señor conductor cerraba las puertas, así que sin temor a qué me atropellara me puse delante del camión con los brazos abiertos y los ojos cerrados. Escuché cómo abrió la puerta y aguanté los reclamos de los otros pasajeros y el regaño del operador.

Eso no importaba, a cómo diera lugar tenía que abordar ese autobús o no me daría tiempo de hacer el servicio.

Me escurrí entre los demás pasajeros y rechacé un asiento, tampoco podía darme el lujo de quedarme dormida. Además de que había gastado el dinero de mi mesada en cosas sin sentido, así que no podría pagar un taxi.

Afortunadamente llegué a la puerta de la preparatoria con tiempo suficiente para hacer las labores básicas, tiré los restos de mi manzana y caminé más lentamente al salón, no sabía si Li estaría o no, pero el simple hecho de recordar todo lo que había pasado el día anterior hacía que el corazón me palpitara y el estómago me reventara en mariposas.

Me mordí el labio justo cuando abría la puerta del salón y está de más decir que algo dentro de mí estalló.

Li estaba sentado en su pupitre con unos lentes de lectura puestos, completamente concentrado mientras mordía un lápiz. El salón estaba reluciente y todas las labores del servicio estaban hechas.

Vaya, las flores habían sido cambiadas y la fecha correspondía al día de hoy.

Me quedé paralizada en la puerta.

¿Era eso siquiera real?

O sea en serio Li había llegado temprano para hacer todo el servicio solo, y ahora estaba sentado tranquilamente en su lugar resolviendo ecuaciones como si fueran la cosa más sencilla del mundo.

–¿Te vas a quedar ahí todo el día Sakura? –ni siquiera levantó la mirada, pero era obvio que se había percatado de mi llegada y seguramente tenía muy claro que estaba boquiabierta.

Esperen un momento.

¿Me había llamado Sakura?

Li me había llamado por mi nombre con tanta naturalidad que me incendió el rostro, ya sé que no es raro que me sonroje por algo que diga Li, pero eso era demasiado. Yo ni siquiera podía pensar en pronunciar su nombre y él me nombraba como si fuéramos viejos amigos de la infancia, como si nos hubiéramos conocido desde el jardín de infantes cuando no podíamos mantener limpia la nariz.

La poca dignidad que me quedaba produjo una ligera tos que pudo haber pasado como un «Hola» y para mi fortuna Li no separó los ojos de las hojas de ejercicios que me recordaron que yo no había hecho nada de la tarea. Esperaría a Tomoyo, ella siempre hacía la tarea y siempre estaba dispuesta a ayudarme aunque supiera que yo era caso perdido en esa materia.

Me senté delante de Li y contra todo pronóstico ya no me sentí tan incómoda como otros días, saqué mis libretas y decidí avanzar en algunos pendientes escolares, en vista del tiempo que tenía disponible esa mañana. Solté un suspiro casi tranquilizador al saber que no iba tan atrasada en mis materias, solo mis problemas de siempre con Cálculo, pero todo lo demás estaba medianamente en orden.

–Te marqué ayer y tu teléfono estaba apagado –dejé caer el lápiz con el que estaba dibujando la cara de Kero en mi libreta de Japonés y me quedé inmóvil.

¿Qué había dicho?

Giré lentamente como si en realidad no quisiera verlo y le di una mirada confundida, como si todo aquello fuera más irreal de lo que ya había sido los últimos días. Para mi sorpresa la cara de Li casi no tenía huellas de la pelea del día anterior, solo una costra a la altura del pómulo y un par de hematomas, pero solo eso.

–Revisa tus mensajes boba –ahora fruncí la frente ante su insulto, pero de pronto recordé que luego de que Eriol me había marcado había apagado el teléfono y nunca lo volví a encender. Volví a girarme y hurgué en mi bolsa hasta que encontré mi móvil, noté que Li me dio una mirada casi indescifrable cuando le dije que estaba apagado desde anoche.

Pude ver que tenía varios mensajes, y cuando digo varios estoy hablando de 10 de Tomoyo, otros 10 de Eriol y dos que suponía eran de Li porque no tenía registrado su teléfono.

–Le pedí tu número a un compañero que amablemente me lo compartió –me dijo como si me leyera la mente y noté a la perfección la sorna con la que había dicho la palabra «amablemente», pero no quise profundizar en eso. Abrí los mensajes. En el primero solo me decía que era Li y en el segundo me ponía que no olvidara que no le gustaba compartir. Parpadeé dos veces rápidamente y volví a leer los mensajes, no entendía qué quería decir con eso.

Vaya, tenemos que recordar que antes de los besos y la pelea Li me había rechazado, bueno, no me había confesado si quiera, pero él me había rechazado diciéndome que no le gustaban las «buenitas como yo» y luego pues pasó lo que pasó, ya saben, los besos y luego los golpes. Y luego, todo lo raro que siguió.

¿Esto significaba que yo le gustaba? Porque no podemos olvidar lo que había sucedido en la enfermería y que claramente había intentado besarme ayer cuando estábamos limpiando el patio.

Eso no era una declaración. Ni siquiera decía que yo le gustara, solo que no le gustaba compartir.

¿O sea soy un pan de frijol dulce o como que no le gusta compartir?

Me reí un poco pensando en compararme con un delicioso pan de frijol dulce.

–¿De qué te ríes? Lo que te dije fue en serio –otra vez seguía con la cara clavada en sus papeles como si no estuviera hablando conmigo, y casi como si estuviera molesto por algo. Raro, siempre parecía estar molesto con algo relacionado conmigo. –Además, ayer que saliste corriendo tuve que limpiar todo el patio solo y hoy hice el servicio solo, estás en deuda conmigo.

–Más bien ya estamos empatados ¿no? Yo hice el servicio sola varios días, no lo olvides –le solté refunfuñando que me quisiera cobrar una deuda que no existía.

Dejó los papales con calma sobre su escritorio y me clavó los ojos que detrás de esos lentes no dejaban de chispear con la fuerza de una llama. Pasé saliva ante la expectativa y sin darme cuenta cerré las manos en puño como lista para defenderme de lo que fuera. Se puso de pie con la misma calma y a mí me recordó el movimiento de una pantera. Lo seguí con los ojos y de la nada me dio una sonrisa.

–Bueno, estamos a mano si me llamas Shaoran de ahora en adelante.

Hice una mueca tan rara que supuse que me vería horrible si tuviera un espejo enfrente, pero lo más desconcertante fue la mueca que él tenía, como si estuviera fingiendo una amabilidad que no era suya. Eso fue más raro que todo lo que habíamos pasado juntos los últimos días. Después, sin que yo pudiera si quiera notarlo volvió a atacar mi cuello y dejar una pequeña marca rojiza, que podría pasar por una irritación. Solté un pequeño grito y antes de que tratara de defenderme él se alejó.

–Ahora sí ya estamos a mano gatita –volvió a sonreír pero ahora sí pareció sincero, como si su sinceridad solo se pudiera notar cuando era una persona odiosa. Caía en cuenta que Nadeshiko tenía razón, Li iba por la vida con la bandera del chico malo, pero tal vez no lo era en realidad.

No pude emitir palabra, apresuré un espejo para ver qué tan notoria era la marca pero afortunadamente podía cubrirla sin problemas con mi cabello. Li volvió a sus hojas de ejercicios pero antes de que otros compañeros de clase empezaran a entrar al salón me dijo que me acompañaría a casa al finalizar las clases.

–No huyas esta vez Sakura.

Otra vez dijo mi nombre y sonaba como si fuera una palabra nueva en sus labios. La forma en la que pronunciaba cada sílaba cómo si tuviera la necesidad de sentir el sonido de las letras y si eso le sumábamos que hablaba japonés con un acento curioso, tal vez por el hecho de ser Chino. Era como si mi nombre se estuviera reinventando en sus labios y eso me pareció abrumador así que me recosté en el pupitre tratando de poner la mente en blanco. Y el salón poco a poco se fue llenando, vi la cara medio angustiada de Tomoyo quien me sacó al pasillo.

–¿Estás bien? Ayer no me contestaste el teléfono –su voz sonaba preocupada. –Le pregunté a Touya, pero al parecer estaba en sus diez minutos de odiar la vida porque solo me dijo que no quería hablar de ti.

Ambas rodamos los ojos.

–Sí Tomoyo, todo está bien. Le conté todo a Nadeshiko y ya me siento menos abrumada. Touya sigue siendo un cavernícola pero Mamá no lo dejó seguir con sus ideas de matar adolescentes, aunque se molestó un poco por la pelea terminó curándole las heridas de la boca. Sigue enojado, pero aunque es mi mellizo nunca lo podré entender.

–Sí, de momento no es precisamente la mejor persona.

Lo vimos caminar hacia las dos, su entrenamiento de kendo había terminado y esperaba que estuviera de mejor humor. Gruñó algo al pasar, pero se detuvo cuando Tomoyo lo tomó del brazo, siempre era igual, ella hacía que sus facciones se volvieran amables, en respuesta se inclinó a besarle la frente. Y ella le sonrió como solo Tomoyo sabía hacerlo, después de ese momento de ternura volvió a gruñir y se metió al salón.

–Se la pasará en unos días. Ya verás. –negué ante las palabras de mi mejor amiga.

–Li irá a la casa mañana dudo que se le pase.

Tomoyo abrió grandes los ojos ante mi comentario, pensé que Touya se lo había dicho, pero al parecer no. Le pedí que fuera pero recordó que tenía una competencia de coro en Tokio y no estaría todo el domingo. Maldije en mi cabeza, la presencia de Tomoyo habría anestesiado al psicópata de mi hermano. Vimos a Tsukishiro-sensei caminar hacia nuestro salón y una extraña paz me llenó el pecho. Era el maestro más guapo y más joven de toda la Preparatoria, en los chats siempre había otras chicas suspirando por él, y yo me sentía afortunada de que siempre me regalara un caramelo.

–Kinomoto Sakura y Daidouji, hora de clase –nos dijo y esperó a que entráramos para cerrar la puerta, noté a la perfección su perfume que era una mezcla entre dulce y cítrico muy varonil, sonreí antes de sentarme en mi lugar.

Tomoyo en su calidad de Presidenta de Clase nos pidió hacer un reverencia y empezamos a hablar sobre partituras y el evento musical que se organizaría ese año para finales del curso. Tsukishiro-sensei empezó a caminar entre los pupitres y dejó un caramelo de envoltura roja en mi lugar, levanté la mirada del cuaderno y me guiñó el ojo. Le sonreí como boba, como siempre hacía y apresuré a tomar el caramelo con el puño para que nadie más se diera cuenta. Vaya, no tuve tanta suerte porque al parecer Li había visto todo, le dio una patada a mi silla y yo de la impresión solté el dulce. Él fue más veloz que yo, lo levantó y sin dudarlo ni un segundo lo abrió y se lo metió a la boca. Le di una mirada furiosa que él me respondió enseñándome el redondo caramelo rojo que tenía entre los dientes.

Me giré completamente indignada. Lo cierto es que Li tenía de odioso lo que tenía de atractivo.

Ignoré las patadas que estuvo dándole a mi silla el resto de la clase, y procuré mantenerme atenta hasta que sonó la campana. Sentía los hombros acalambrados y necesitaba estirarme para liberar el estrés, me levanté de la silla mirando a Tomoyo con cara de que fuéramos juntas por agua tibia, pero el rostro de Eriol se puso frente a mí como si fuera una aparición fantasmal.

–Hablemos Sakura –noté a la perfección los moretones en su rostro y el hecho de que traía un nuevo par de lentes porque los suyos habían quedado destruídos luego de la pelea de ayer. –Vamos.

Sin darme oportunidad a negarme me tomó del brazo y me sacó del salón. Escuché a lo lejos a Touya gritarle algo, pero antes de darme cuenta ya estábamos en la azotea solos, acompañados por el frío matutino que me hizo juntar los brazos frente al pecho porque no traía abrigo.

–Eriol no –le dije cuando intentó ponerme su saco sobre los hombros y eché un paso atrás. –No lo necesito, de qué quieres hablar –le exigí con más firmeza de la que creí posible y él desistió en su intento de abrigarme pero no se puso el saco, lo dejó en su antebrazo.

–Deja de hablarle a Li, es peligroso, no me gusta la forma en la que te mira y seguramente para él serás una más Sakura. No puedo permitir que caigas en su juego. –abrí los ojos ante sus palabras.

¿Eso no era real o sí?

¿Cómo por qué razón Eriol venía a decirme que no le hablara a alguien?

¿Quién se creía que era?

–Ayer quedó muy claro –aprovechó el hecho de que me dejó sin palabras y continuó. –Li solo piensa utilizarte y luego botarte, es de ese tipo de hombres. Sakura, tengo que protegerte, no puedo dejar que te haga daño… –abrí la boca como en un intento de decirle que se fuera a la mierda pero otro jalón sobre mi brazo me alejó de Eriol. Jalé mi brazo para que me soltara quién fuera que me estuviera agarrando así, hasta que vi los ojos marrones de Li. Me quedé completamente en blanco y caminé como autómata atrás de él viendo su espalda moverse rápidamente, escuché a lo lejos que Eriol le exigía que me soltara, pero no se detuvo y seguimos atravesando la azotea que me pareció medir miles de kilómetros en lugar de un par de metros.

Cuando estuvimos en el cubo de la escalera me soltó y se giró para verme, no pude descifrar bien a bien lo que había en sus ojos, pero me recargué contra la puerta como medida de protección.

Parecía estar molesto.

Él giró el seguro de la puerta y desde su altura me encerró entre su cuerpo y la puerta. Eriol no podría pasar porque nosotros estábamos bloqueando la entrada, sin embargo, cualquier persona que subiera nos vería, así que empecé a ponerme muy nerviosa.

–Li –solté a media voz.

–Te dije que me llamaras Shaoran –su mano fría subió hasta mi nuca trayendo consigo un escalofrío y pude notar como entrecerraba los ojos antes de besarme. Puse las manos en puño y cerré los ojos casi sin darme cuenta de ello.

Sentí los labios de Li y el corazón se me derritió, otra vez.

Shaoran

Abrió la puerta del salón y de inmediato me di cuenta que no esperaba nada de eso, casi como yo no esperaba que saliera huyendo el día anterior antes de que pudiera besarla. Vaya, eso no era parte del plan.

No podría conquistar a la Ojos de Gato y tenerla en mi cama para finales del mes si no conseguía que ella se enamorara de mi perdidamente. Y para que eso sucediera tenía que haber besos, no como los que a mí me gustaban, pero por algo tenía que empezar.

Incluso se había dado el lujo de no contestar mis mensajes. MIS MENSAJES.

Cualquier otra chica se moriría siquiera de saber qué tuve que amenazar a un nerd para obtener su teléfono, y ella ni siquiera se había dignado a contestar. Lo cierto es que no sabía si eso era porque trataba de darme alguna clase de lección, o solo por el hecho de que era tonta.

Noté a la perfección su estremecimiento cuando dije su nombre y me respondí a mí mismo la pregunta, era porque era tonta. Era un niñata con cero experiencia en cualquier cosa vinculada con hombres, eso se veía a más de mil kilómetros de distancia y yo lo disfrutaría todo.

Se quedó embobada viéndome, era el efecto que tenían los lentes, pero lo cierto es que los usaba porque tenía un ligero astigmatismo, no por el hecho de que me viera atractivo con ellos. Se sentó y empezó a hojear papeles sin ninguna clase de cuidado o de orden, ayer había visto en la pizarra que Ojos de Gato no era precisamente la mejor estudiante de Tomoeda, estaba en la posición 55 de 100, a pesar de que su hermano y la chica de ojos extraños ocupaban el primer y segundo lugar.

Al parecer la inteligencia no era una característica de familia. Suspiró aliviada, aunque vi que guardó la tarea de Cálculo sin responder una sola de las ecuaciones que justo yo estaba resolviendo en ese momento, incluso llegué a pensar que me pediría las respuestas, pero no lo hizo. No pude no reclamarle el hecho de que tuviera la osadía de no contestarme, pero de inmediato me respondió que había apagado el teléfono. Noté su desesperación al buscar el aparato y su cara de shock cuando llegó a mis textos, aunque lo que me desconcertó fue que se riera, vaya mis mensajes no eran graciosos entonces no tenía porque reírse así.

No supe de dónde salió el reclamo de que me dejó solo limpiando el patio y haciendo el servicio, pero me dio una mirada retadora como indignada de que le reclamara cuando ella había hecho más cosas que yo los días pasados.

Le solté que me tenía que llamar Shaoran de ahora en adelante, sabía que esa idiotez era importante para las chicas como Ojos de Gato y tuvo el efecto deseado, aunque noté su resistencia, casi como si pudiera ver la falsedad en mis intenciones.

Tal vez Kinomoto no era tan tonta como parecía.

Giró un poco la cabeza y vi que la marca que le había dejado el día anterior ya estaba desapareciendo, así que obedecí a la presión de la parte baja de mi cuerpo y me abalancé sobre ella para mordisquear su cuello, me tuve que contener demasiado para no tocarla como lo había hecho el día anterior, aunque saboreé a la perfección la dulzura de su piel.

Esa niña era deliciosa y sería mía muy pronto. Solo tenía que jugar su juego de romance y la tendría suplicando.

La escuché protestar, pero me alejé disfrutando el olor a vainilla de su cabello.

Le dije que la acompañaría a casa, otra de las cosas que a las niñas melosas como Kinomoto les gustaba escuchar, así que la amenacé, eso me daría la oportunidad de avanzar más rápido, tal vez solo necesitara un par de semanas y no todo el mes para poder coger con ella.

Se recostó en el asiento y decidí dejarla en paz por el momento, la conquista se basaba en el tiempo, tenía que mostrarme interesado cierta cantidad de tiempo y luego ignorarla para que no supiera con certeza por qué había mostrado interés por ella y luego otra vez tratarla como si fuera el centro del universo. Estirar la liga era una técnica infalible, aunque yo rara vez la he puesto en práctica porque las mujeres no suelen poner mucha resistencia, jóvenes o mayores el apellido y el dinero las impacta y no pueden decirme qué no. Aunque tendría que confesar que era un poco refrescante que nadie supiera que era el heredero de una de las familias más poderosas de Hong Kong.

Y que por primera vez en mucho tiempo una mujer no mostrara interés en mí solo por el hecho de saber que soy un Li.

La amiga de los ojos extraños sacó a Ojos de Gato del salón y las miré alejarse al mismo tiempo que sentía la mirada asesina del hermano Gorila. Sin duda alguna volvería a soltarme unos cuantos puñetazos en cuanto tuviera la oportunidad de hacerlo, una vez que destrozara a Kinomoto lo más seguro es que su hermano decidiera destrozarme la cara, pero vaya no lo tendría fácil.

Tantos años de entrenamiento marcial tendrían que servir para algo.

También noté la mirada de Hiragizawa que venía del final del salón, él sabía que tenía la batalla perdida conmigo, de ninguna manera una mujer lo elegiría a él por encima de mi, nunca. Y la Ojos de Gato ya estaba cerca de caer por mí, y por la forma en que ella reaccionaba cuando lo tenía a su lado no había ninguna clase de interés de su parte. Vi a la Ojos de Gato sonreír como tonta y el hecho de saber que no era por mí me ocasionó una extraña punzada en las costillas, supongo que así debe sentirse un ligero golpe al ego. Ya había notado antes que la tonta de Kinomoto babeaba por el profesor de música, ese que siempre estaba sonriendo y no mostraba los ojos, pero no creí que el profesor tuviera un interés especial por ella hasta que lo vi dejarle un dulce.

Lo seguí con la mirada y me percaté que no repitió el gesto con nadie más de la clase, y la forma en que Ojos de Gato atesoró el caramelo me hizo quererlo, así funcionaba yo, cuando algo no era mío lo quería, aunque eso significara destrozarlo. Era capaz de pisar el dulce con tal de que ella no se lo comiera porque yo lo quería.

Le pateé el asiento con tanta fuerza que por un momento pensé que la tiraría de la silla, aunque no fue así y solo soltó un gritito ridículo y dejó caer el caramelo, situación que aproveché para comérmelo, era de cereza. Noté que el profesor vio la escena desde la esquina opuesta del salón y cuando volteé a verlo solo volvió a poner su cara de sonrisa eterna, al parecer él como Kinomoto se habían sorprendido de mi reacción.

Pero a eso me refería cuando decía que no me gustaba compartir.

La Ojos de Gato era mía.

Y punto.

Dejé de prestar atención a la clase, lo cierto es que las artes nunca habían sido mi fuerte, y aunque sabía tocar el piano y el violín, porque era una cuestión obligatoria en la formación de cualquier niño de mi familia, no tenía el más mínimo interés de esforzarme en esa clase. Y menos ahora con la sospecha de que el cabrón del profesor también quería a la flor de cerezo que yo pensaba poseer. Sonó la campana y pensé en obligar a Kinomoto a acompañarme a comprar pastelillos de chocolate pero justo cuando giré para hablarle vi su falda revolotear cuando Hiragizawa la sacaba de la clase jalándola del brazo.

–¡Suéltala Hiragizawa! –gritó el hermano-Gorila como leyendo mi pensamiento, pero el playboy de Tomoeda no la soltó. La sacó del salón y partió con ella que no puso mucha resistencia, lo que volvió a ocasionarme la extraña punzada en las costillas.

Noté que la amiga de ojos raros me volteó a ver, como esperando mi reacción, pero me dije a mí mismo que no caería en sus provocaciones. Kinomoto perfectamente podía haberse librado de su agarre y no lo hizo. Revisé sí traía mi cajetilla de cigarros y salí en dirección opuesta a donde ellos habían ido, fumaría un poco en el primer descanso y ya más tarde iría por pastelitos a la máquina.

–Eriol se llevó a Kinomoto Sakura a la azotea –cotilleaban un par de chicas de la clase justo a lado del árbol donde yo estaba fumando, sin considerar que podían expulsarme por fumar ahí.

–Seguro se le confesará, Eriol lleva años enamorado de Kinomoto, hasta pensé que ya eran novios. Seguro la pelea de ayer fue justamente por eso, aunque no entiendo qué tuvo que ver Li en eso.

Me acerqué a ellas y les solté el humo de mi cigarro en la cara a lo que ellas fruncieron el rostro y tosieron exageradamente. Les dije por lo bajo que no deberían estar hablando así de las personas y ellas corrieron asustadas, ya había olvidado que tenía la fama de ser un matón a sueldo en esa escuela, tal vez alguien debería tomarse la molestia de googlear mi nombre para mirarme con un poco de respeto. Al parecer eso de que no supieran el peso de mi apellido tenía ciertas desventajas. Como una persona que creció siendo respetada por adultos y contemporáneos, nunca concebí la posibilidad de que alguien cotilleara sobre mí sin el temor de morir a manos de algún comando armado en "misteriosas circunstancias".

¿Los Li son asesinos?

¿Qué familia poderosa no lo es?

Era una sensación nueva, todavía no sabía si era buena o era mala, solo era nueva.

Antes de darme cuenta apagué el cigarrillo con la punta del zapato soltando todo el humo de una sola vez mientras caminaba, noté que casi de manera natural me dirigí a la azotea-hotel y me dije a mí mismo que era por la costumbre, no porque tuviera ninguna clase de intención de interrumpir el encuentro entre Ojos de Gato y el Macho Alfa. Abrí la puerta de la azotea y los vi cerca del barandal del lado izquierdo, ninguno de los dos advirtió mi presencia y pude ver exactamente el momento en que ella se rehúso a aceptar el saco que el cabrón ese quería ponerle sobre los hombros. Y sucedió algo mitad nuevo mitad extraño, di largos pasos casi ocupando todo el largo de mis piernas y me puse atrás de Ojos de Gato justo en el momento en que Hiragizawa le advertía de alguien que le iba a hacer daño.

Mi reino completo a que esa persona era precisamente yo.

La vi boquear con la cara sonrojada y la furia me invadió la entrañas, lo cierto es que me molestó la posibilidad de que Ojos de Gato le hiciera caso tirando mi esfuerzo de dos días a la basura. Tomé su antebrazo con tanta fuerza que juraría que le dejaría nuevas marcas, pero no me importó, la hice girar interrumpiendo lo que parecía ser el inicio de un discurso triunfal.

Sentí de inmediato su resistencia, la forma en que retrajo el brazo me recordó la fuerza que tenía Ojos de Gato, la misma que ya había experimentado yo a forma de golpe, pero no desistí, le di un tirón más fuerte al grado de que si no estuviera tomándola del brazo seguro la hubiera hecho caer. Y fue precisamente ahí cuando cruzamos miradas, lo cierto es que desconozco la forma en la que la estaba viendo, pero pude notar a la perfección cómo abrió los ojos demás y dejó de poner resistencia, por lo que fácilmente pude sacarla de la azotea.

–¡Suelta a Sakura! –fue lo último que escuché antes de que ambos entráramos a las escaleras. El idiota del cuatrojos creía que me iba a detener porque él lo pedía. ¿Qué era eso una realidad alterna o qué?

La solté en cuanto estuvimos dentro del cubo de las escaleras y cerré la puerta con pestillo. Kinomoto solo me miraba en silencio, como tratando de entender lo que acababa de pasar, pero vaya, no es como que yo supiera con certeza lo que había pasado. Es solo que no pude detenerme cuando lo vi cerca de ella, la presión en las costillas se había incrementado y no me gusta la sensación de que alguien está tocando las cosas que me pertenecen.

Una vez en la escuela Primaria hice golpear a un niño que había tocado a Mei Ling. Noté el curso de mis pensamientos y sacudí la cabeza, no era momento para pensar en el pasado, y mucho menos cuando tenía a la Ojos de Gato con la mirada atemorizada tan cerca de mí. Pude notar a la perfección cómo se arrinconaba buscando las vías de escape, aunque no era posible porque yo le cerraba el paso por completo, en menos de un pestañeo hice que se recargara en la puerta y puse ambos brazos a la altura de su cabeza para evitar que se moviera.

Lo cierto es que viéndola de cerca Kinomoto era un poco linda, las pecas y los ojos verdes gigantes hacían que su piel blanca resaltara, además siempre tenía los labios rosas y entreabiertos como si estuviera siempre a la espera de ser besada. No entendía por qué no tenía experiencia en chicos, al menos la mitad de la Preparatoria debería masturbarse sólo con verle las piernas debajo de la falda. Agradecí que todos fueran tan cobardes como para mantenerse alejados de Ojos de Gato, porque entonces sería solo para mí. Y una vez que tuviera lo que quería, la dejaría y más hombres podrían atestiguar que esos labios rosas efectivamente eran sabor cereza.

Me llamó por mi apellido otra vez cuando la urgencia de besarla ya se estaba materializando en una necesidad que me quemaba la boca, me pasé la lengua por los labios antes de buscar los suyos pidiéndole otra vez que me llamara por mi nombre, con una voz que me salió más ronca de lo normal por la excitación. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no levantarla y hacer que me rodeara la cadera con las piernas, era tan pequeña que siempre tenía que doblarme casi a la mitad para poder besarla, y cargarla haría las cosas más sencillas, pero seguro otra vez me daría un golpe. Así que mantuve la postura de estar doblado a la mitad, metí las manos frías en su nuca y las dejé ahí para no asustarla.

La sentí soltar el aire sobre mis labios, casi como si hubiera aguantado la respiración desde que la jalé por la azotea, y noté también como dejaba ambas manos en puño agarrando el borde de su falda. No fui exigente, vaya que me merecía un premio a la castidad con ese beso, fue tan inocente que bien podrían habérselo dado dos infantes de Primaria, labio con labio nada más.

No voy a mentir, intenté que abriera la boca mordiendo un poco su labio inferior pero no cedió y más bien subió las manos para ponerlas en mi cuello y empujarme ligeramente para terminar el beso. No protesté, me alejé de ella solo un par de centímetros y noté como sus ojos brillaban como si fueran jade de verdad.

–Y-ya s-sonó –abrió la boca pero solo produjo sonidos extraños. –L-la campana ya sonó –pudo por fin completar la frase y mi cerebro recordó que estábamos en las escaleras y no en mi departamento.

Ella se movió y yo hice lo mismo como para dejarla salir de la jaula que había improvisado, y casi como si hubiera apretado el acelerador de su cuerpo salió corriendo por las escaleras sin que yo pudiera hacer absolutamente nada más. Sin duda Kinomoto era una corredora profesional.

Todavía me di el tiempo de fumar otro cigarrillo antes de entrar a clases, afortunadamente teníamos clase de Cálculo y bastó una sonrisa para que la maestra dejara caer la tiza con la que estaba escribiendo y no me dijera absolutamente nada por llegar tarde. Cuando estuve sentado pude notar el sonrojo en su rostro. Pero de momento ella no era importante para mí, tal vez después de cumplir mi propósito con la virginidad de Kinomoto podría meterme en las sábanas de la joven profesora de Cálculo. Pero primero necesitaba calmar la necesidad de mis pantalones con la tersa flor de cerezo frente a mí.

Le soplé en la nuca para verla retorcerse y volví a sonreír. También noté perfectamente las miradas que me daban tanto el idiota del Macho Alfa como el Hermano Gorila. Seguro ya no tenían atisbo de duda de que yo iba por su amada Sakura. Y efectivamente no estaban equivocados.

El resto del día Ojos de Gato encontró mil maneras para huir de su asiento, cada que la campana sonaba para el cambio de clase salía corriendo del salón, ya fuera sola o en compañía de su amiga de ojos raros, al parecer estaba huyendo de mi, pero vaya no era como que pudiera hacerlo siempre porque teníamos que quemar las hojas secas al final del día. Cuando sonó la campana de fin de clases caminé lentamente hacia el incinerador, sabía perfectamente que Ojos de Gato ya estaría ahí cuando yo llegara. Y así fue, aunque para mi sorpresa traía los audífonos puestos y solo me dio una mirada de reojo cuando me acerque a dejar mi maletín cerca de la bodega.

No dejó de barrer las hojas y tampoco hizo ningún intento por llamar mi atención. Quién lo diría, la niñata también sabía cómo ignorar a las personas si se lo proponía.

Decidí que lo mejor era darle un poco de espacio, así que sin más imité sus movimientos barriendo hojas secas para hacer montículos, además pude admirar un poco los colores del cielo, siempre me habían gustado los atardeceres, esa conjunción de colores naranjas y violetas me parecían un fenómeno maravilloso. El patio estuvo limpio después de casi una hora, en el cielo ya no había colores naranjas, solo el nacimiento de la noche con la luna a lo lejos. Ojos de Gato se abotonó el abrigo y tomó su maletín sin decirme una sola palabra, pero tampoco se movió, era claro que me estaba esperando.

Sonreí, darle espacio había funcionado para mantener su interés. Pude ver cómo guardó sus audífonos inalámbricos sin ninguna clase de cuidado en la bolsa frontal de su maletín, justo de donde colgaba el peluche de un gato amarillo.

–Vamos –escuchar mi voz al parecer la sorprendió porque dio un ligero brinco, y esperó a que yo caminara delante de ella antes de empezar a moverse. Salimos de la escuela sin hablar, no voy a mentir al respecto, no fue nada incómodo, podría decirse que hasta fue placentero, una sensación extraña si es que me lo preguntan. Me produjo una rara tranquilidad saber que Ojos de Gato caminaba detrás de mí.

Mientras avanzábamos los faroles de las calles se iban prendiendo uno a uno, como señal inequívoca de que había anochecido. Rebusqué en los bolsillos del abrigo y encontré mi cajetilla de cigarros y me puse uno entre los labios en lo que buscaba el encendedor. Me detuve a encenderlo y vi a Kinomoto caminar con la mirada al cielo completamente distraída. Esa niñata no tenía remedio, no notó que yo me había detenido hasta que literalmente chocó con mi cuerpo.

Soltó su gritito de siempre, ese qué resuena en los oídos por lo agudo que es, y levantó la mirada. Y al parecer quedó paralizada o algo, porque no se movió, solo se quedó completamente pegada a mi pecho parpadeando lentamente mientras la ceniza de mi cigarro caía sobre la acera. Logró salir de su ensoñación después de unos cuantos parpadeos más y dio un paso atrás, situación que aproveché para tomar su mano.

¿Así era en las citas que los idiotas tenían, no?

¿Así era cuando no había cuartos de hotel de por medio, no?

Noté perfecto cómo se mordió el labio, seguro para guardarse un segundo gritito suyo y no se resistió, empezó a caminar a mi lado. Me di cuenta que le costaba seguirme el paso, así que bajé la velocidad de la caminata mientras seguía aspirando lo que quedaba del cigarro que había encendido. Hice como que no vi cómo arrugaba la frente ante el humo, porque si había algo que nunca dejaría por una mujer sería mi adicción. Siempre he pensando que las personas tienen que ser dueñas de sus adicciones más que de cualquier otra cosa, es como un juego con el diablo, igual sabes que vas a perder pero juegas.

Empecé a fumar a los 11 años y cuando la Bruja lo descubrió pensé que me cortaría una mano o algo similar, pero no lo hizo, solo me miró como siempre me miraba, como si le diera asco haber parido a alguien como yo. Los sirvientes de la Mansión Li eran escrupulosos entonces nunca tenía más de una colilla cerca de mí y siempre había algún aromatizante que disimulara el olor a tabaco. Unos años después, ya a nadie le importaba que fumara tabaco, considerando que ya había probado cosas más divertidas que me ayudaban a volar.

Comparado con eso, el tabaco era cosa del jardín de niños.

La Ojos de Gato se detuvo y me hizo volver a la realidad dejando otra vez mis recuerdos infantiles en la parte oscura de mi cabeza, noté que su mano era cálida en comparación de la mía cuando me jaló para que dejara de avanzar.

–Esta es la parada de autobús –dijo cómo si se sintiera avergonzada de detener mi avance, revisé rápidamente las rutas para cerciorarme que alguna nos llevara a su casa, todavía recordaba lo que había pasado la última vez que Ojos de Gato se había perdido. Fruncí el rostro, ninguna ruta parecía ser directo a su casa. –Voy a Hana Coffee, vamos… –corrigió rápidamente. –Mi mamá me mandó un mensaje, olvidó cancelar las llaves del gas– levanté la ceja ante lo ridículo que me parecía que alguien olvidara cerrar las llaves del gas de una cocina, pero me dije que tal vez eso de ser idiotas era una cosa de familia.

–Está bien.

Nos sentamos en la parada, el autobús tenía programada una llegada en menos de cinco minutos, ambos miramos al frente viendo cómo el vaho de las respiraciones salía por la boca. El invierno ya era bastante frío, noté su estremecimiento y casi sin pensarlo respiré sobre la mano que todavía tenía agarrada.

Abrió los ojos como enormes platos verdes al notar la calidez de mi aliento sobre sus dedos. Justo el efecto que deseaba.

¿Eso era lo que se hacía con una mocosa como ella no?

¿Acariciarle la mano?

El autobús se detuvo frente a nosotros y ella aprovechó el momento para liberarse de mi mano con el pretexto de sacar la tarjeta para pagar el recorrido. Nos sentamos al final del autobús que estaba prácticamente vacío, y aunque esperaba que se acurrucara en mis brazos por el frío, la niñata abrió la ventana dejando que el frío viento no solo le diera directo en la cara, si no que me congelara a mí también. Otra vez tenía su cabello en la cara.

Al menos olía a vainilla.

Nos bajamos como cuatro o cinco paradas después de subir y empezamos a caminar. Por suerte yo vivía en ese barrio, y ya conocía el camino hacía el café de la Ojos de Gato, al menos no corría el riesgo de que nos perdiéramos. A lo lejos vi las luces apagadas del café y mi entrepierna latió. No había nadie en el puto café y Ojos de Gato y yo entraríamos ahí, vaya no pensé que tendría que poner a prueba todo mi autocontrol en un solo maldito día.

–Cerraron temprano porque papá tiene gripa. –me dijo como respuesta a mi pregunta mental mientras giraba la llave que abría la puerta. Entró con la confianza de quien conoce el lugar y me dejó atrás hasta que iluminó la parte trasera del local. –Me tomará unos minutos.

Cerré la puerta y miré el lugar, estaba tal cual lo recordaba.

Miré todos los panquesitos y sonreí, tal vez debería trabajar en un lugar de esos para poder comer todo el chocolate que quisiera. No sonaba como una mala idea.

–¿Quieres un café? –la voz de Ojos de Gato me sacó de mis fantasías con pastelería y solo asentí. Ella se amarró un mandil en la cintura y encendió la maquina de capuccinos. –Puedes sentarte donde quieras.

¿En qué momento la Ojos de Gato ya podía hablarme sin titubear?

Dejé mi maleta en la barra que estaba frente al mostrador y crucé los límites que no estaban permitidos para alguien que no trabajaba ahí. Puse ambas manos a los costados de Kinomoto y la volví a encerrar con mi cuerpo, recargué cómodamente mi cabeza sobre la suya y miré cómo le temblaron las manos.

–Deberías enseñarme a preparar café –le susurré al oído y sentí a la perfección cómo le subió un escalofrío por la espalda.

Esas eran precisamente las reacciones que me gustaban, no que me hablara sin titubear. Se quedó completamente inmóvil como sin saber qué hacer y luego en un acto que yo no esperaba se giró y después de chocar su nariz con la mía me besó.

Sakura

Después de salir corriendo de la azotea luego del beso de Li hice todo lo posible por no verlo. Su cambio de actitud me tenía licuado el cerebro, por decir lo menos. Vaya, su exigencia de que lo llamara por su nombre primero y luego su amenaza de que iría conmigo a casa me tenían muy confundida.

Muy confundida.

O sea ya sé que somos adolescentes, pero él me odiaba un día sí y un día no, me besaba un día y al otro me gritaba. Me decía que no quería saber nada de mí y al otro día me sacaba a jaloneos de la azotea cuando estaba a punto de abofetear a mi exmejor amigo. Me dejaba de hablar y al otro día me decía que no le gustaba compartir como si yo fuera un pan de frijol dulce.

Eso era abrumador.

Le conté a Tomoyo lo que había pasado en la azotea durante el segundo descanso del día y me miró pensativa. Esa era su mueca de que estaba analizando el comportamiento de Li más allá de lo que una persona normal como yo lo haría, vaya si para algo era buena Tomoyo era para leer a las personas, siempre se mostraba encantadora y era educada como si fuera un caballero inglés, pero también tenía la capacidad de manipular las cosas a su antojo, vaya no era la Presidenta de la clase por nada.

–Cualquiera pensaría que Li se siente atraído por ti, es hasta un cliché la forma en la que se está comportando –dijo con la mano derecha tomando su barbilla mientras yo vigilaba que nadie entrara al baño de mujeres. –Los besos y esas maneras medio violentas y dominantes son típicas del manga shoujo, es como esta idea de que si te trata mal es porque le gustas. Aunque lo que me llama la atención es el cambio repentino.

Asentí dos veces sin atreverme a pronunciar palabra.

–Si así como me cuentas, antes de la gran pelea él mismo te dijo que no le gustabas, cómo es posible que al final del día casi por arte de magia ya estuvieras entre sus prioridades. –continuó mi amiga con su tono serio, casi el mismo tono que usaba cuando exponía algún tema difícil en clase de Ciencias. –Me parece sospechoso.

Las dos nos quedamos en silencio.

–Creo que solo quiere demostrar que puede salir contigo –continuó. –Me temo que estamos ante un caso más de "orgullo de macho" –yo la miré con un gran signo de interrogación en la cara. –Li está interesado en ti porque sabe que eso significaría matar a Touya de un coraje y hacer que Eriol se retuerza de celos, eso es lo que me parece más obvio por su cambio de actitud. Aunque… –mi corazón se detuvo al mismo tiempo que su voz. –yo no descartaría que le gustes de verdad a Li, dejando de lado la competencia de egos masculinos me parece que sus actitudes dejan ver un interés genuino de su parte.

Hice la cabeza hacia un lado como tratando de entender todo lo que mi mejor amiga me decía. ¿O sea le gustaba a Li, pero también era una competencia de egos masculinos para ver quién se quedaba con la muñeca de trapo sin voluntad que soy?

¡Ey! Eso hería un poco mi inteligencia.

Vaya, soy ingenua, eso lo sé con mucha certeza y también soy pésima en algunas materias, pero también me puedo dar cuenta que aquello me volvía un trofeo. Casi como si estuvieran esperando sacarme de alguna de esas maquinitas de peluches que cuestan pocos yenes.

–No te preocupes Sakurita, lo que Li no sabe es que podemos usar ese tipo de actitudes suyas en su contra –yo la miré con los ojos vidriosos por el anhelo. –Ya sé que Li te gusta, entonces vamos a desconcertarlo un poco. Él cree que tiene la situación bajo control y solo es cuestión de que chasqueé los dedos para que tu te pongas a sus pies.

Vaya eso no era del todo mentira.

–Tendrás que poner en práctica su juego en su contra. Ignóralo un poco aunque te cueste trabajo y luego le prestas atención otra vez y así. –en los ojos amatistas de Tomoyo percibía perfectamente el brillo de la maldad. –Puede que no funcione Sakurita, pero es lo único que se me ocurre ante esta situación. La otra opción es que simplemente dejes que Touya lo haga pedacitos o que ya no le hagas caso en absoluto, pero lo dudo, por como te sonrojas.

Obvio me sonrojé ante lo que dijo.

–Ves –señaló mi rostro de manera acusatoria. –Trata de ignorarlo el resto del día y vuelve a prestarle atención al final. Eso será suficiente para que no sepa lo que está pasando.

Regresamos al salón después de que dos chicas empujaron con fuerza la puerta al darse cuenta que alguien la bloqueaba.

–Tranquilas. No sean dramáticas –sentenció Tomoyo ante la mirada molesta de las dos chicas, yo solo me incliné como disculpa. A veces mi mejor amiga parecía ser un matón de hermosos ojos amatistas. Azotó la puerta del baño cuando salimos y recordé la vez que golpeó a dos niños en el jardín de infantes luego de que me jalaran el cabello, cuando llegó su mamá, tenía la diadema rosa fuera de sitio pero la dignidad intacta, y usaba palabras para argumentar su defensa y obviamente la mía, que ningún niño de esa edad utilizaría.

Me reí al recordar cómo señalaba a los niños mientras yo solo atinaba a llorar porque sabía que Nadeshiko me regañaría. Al final nos compraron helados y ambas mamás dijeron lo orgullosas que estaban de que Tomoyo me defendiera, creo que desde ese día mi hermano quedó completamente enamorado de ella, la forma en la que la miraba entre molesto y admirado la conserva hasta la fecha.

Llegamos al salón y cumplí al pie de la letra las instrucciones de Tomoyo, no le di ni una sola mirada el resto del día. Me escabullí y no le di oportunidad de nada, tuve que pasar el descanso de la comida en el baño, la verdad es que no solo huía de Li, también de las miradas horribles de Touya y la cara espeluznante de Eriol, que desde que Li me había arrastrado de la azotea solo se había vuelto mil veces más sombría. Es gracioso como las personas no son como crees. Digo gracioso aunque no me da ni un poquito de risa, yo de verdad creía que Eriol era como mi hermano pero mejor, o sea un Touya con quien de verdad podía platicar de mis cosas sin sentirme juzgada o sin sentirme enojada de sus reacciones de cavernícola-sobreprotector. En el fondo de mi corazón siempre creí que Eriol era mi mejor amigo, nunca pensé que lo que yo consideraba afectos propios de una relación de amistad, él los consideraba coqueteos.

A lo mejor es cierto eso de que las relaciones de amistad entre hombre y mujer no existen, pero sí me lo preguntan a mí, es culpa de ellos y no de nosotras.

Salí del baño que por suerte estuvo vacío durante toda la comida y perdí la noción del día pensando lo difícil de ignorar a Li sintiendo a la perfección sus ojos clavados en mi nuca como dagas heladas. Bueno, nunca me han clavado dagas heladas pero saben a lo que me refiero.

Al final del día me escabullí hacia el incinerador tomando el camino largo pero corriendo, con la intención de llegar antes de Li, pero sin topármelo en ningún lado. Me puse los audífonos para no tener ninguna oportunidad de perder mi concentración y empecé a barrer. De reojo noté cuando se acercaba y mis entrañas dieron un vuelco, me giré estrepitosamente esperando que Li no notara mi nerviosismo y seguí barriendo con la música a todo volumen.

Mi única estrategia fue no verlo hasta que el patio estuvo limpio.

Y luego ya no supe qué hacer, porque vaya, si estaba consciente de que tenía que ignorarlo pero mis endorfinas subían a tope cuando me imaginaba a Li y a mi caminando juntos. Me quedé parada con mi maletín en la mano y tratando de obligar a mi mente a recordar que Nadeshiko me había pedido que pasara al café porque no había cancelado las llaves de gas. Mi madre no tenía remedio, aunque tenía una checklist de cosas que hacer antes de cerrar siempre, siempre, siempre olvidaba algo.

Li me habló y brinqué, y aunque no supe bien a bien lo que dijo empecé a caminar detrás de él, seguí embobada pensando cómo hablarle y cuestionándome si era una buena idea o no decirle algo. Tal vez podría hacer algún comentario casual sobre el clima, comentar que ya estaba haciendo más frío, o copiarle a Papá lo que había dicho en la mañana sobre el avance en investigaciones sobre una civilización más antigua de las que se tenían informes hasta ahora.

A lo mejor eso me hacía parecer inteligente, o al menos un poco más interesante.

Mientras me animaba a decir algo sobre civilizaciones antiguas mi cuerpo chocó contra algo, levanté los ojos y grité de la impresión, el pecho de Li era tan firme como una roca. Sentí el sonrojo empezar a subir por mi rostro y no supe que hacer, solo atiné a quedarme quieta como cuando era niña y algo me daba miedo, me quedaba sin moverme esperando que nada me pasara.

Vaya nunca he tenido muy activo eso del instinto de supervivencia si me lo preguntan.

Li dijo algo entre dientes que yo no supe muy bien que era y fue ahí cuando me di cuenta que seguía pegada a su pecho, me hice hacia atrás y sin saber muy bien cómo la mano de Li me alcanzó y sus dedos que parecían tener mucha experiencia en eso, se entrelazaron con los míos.

Tenía las manos heladas.

Nadeshiko me dijo alguna vez que las personas de manos frías tienen malas intenciones, a lo mejor las creencias de mi madre no estaban tan alejadas de la realidad.

No dije nada, en realidad tenía todavía las palabras atoradas en la garganta y lo cierto es que lo único que sabía sobre supuestas civilizaciones antiguas eran los videos de YouTube que llegué a ver sobre reptilianos, y dudo mucho que Li quisiera tener conmigo una conversación sobre si los reptilianos existían o no.

¿Él creería en eso?

Me dije que solo me haría quedar en ridículo, así que seguí en silencio.

Li era mucho más alto que yo y por ende sus piernas eran más largas que las mías, por lo que eso que parecería ser una pareja caminando de la mano era más bien yo corriendo un poco para seguirle el ritmo. Al grado de que no había tenido mucho tiempo para reparar en el hecho de que caminábamos de la mano. Como si pudiera leerme la mente bajó el ritmo de la caminata y yo agradecí a todos los cielos, ya estaba empezando a sudar del esfuerzo que significaba seguirlo. Relajé los brazos y me gustó la sensación de paz, era una mezcla extraña entre calma y nerviosismo, casi como si esa versión de Li fuera su mejor versión, una versión comprensiva y cuidadosa conmigo. No todas las demás versiones que ya había conocido.

Me di cuenta que fumaba y arrugué la cara. Li siempre estaba fumando, era como si tuviera un cigarro en la boca todo el tiempo.

Era molesto, no me gustaba.

Me frené en seco al ver la parada de autobús y noté a la perfección su mirada dura, como diciéndome con los ojos que era tan estúpida que no podía reconocer la parada de autobús que me llevaba a mi casa.

–Voy a Hana Coffee… v-vamos –vaya, al parecer mi lengua no estaba lista para hablar todavía así que todo aquello salió atropellado, casi como si le estuviera gritando a Kero por comerse mis galletas y no hablando con el chico que me tiene licuado el cerebro. Cerré los ojos como para dejar de ver su cara seria y nos sentamos a esperar el autobús.

Fui consciente de sus dedos entrelazados con los míos, reparé que el barniz rosa que tenía en algunas uñas era un desastre y me estremecí por la corriente de aire frío, necesitaba una sesión girly con Tomoyo para que me arreglara las uñas, ella era fanática de esas cosas, a mi siempre me quedaban las manos como si fuera pintura abstracta de un niño de tres años. Una tibieza reconfortante me invadió la mano y casi se me cae la quijada de ver a Li soplando aire caliente contra mi mano, que ahora al igual que la suya estaba helada. Lo hizo en tres ocasiones mirando fijamente mi mano y yo agradecí que no me volteara a ver porque tenía la boca abierta de la impresión.

Por suerte el autobús llegó y sin una pizca de delicadeza separé mi mano de la suya, porque el contacto empezaba a ser demasiado abrumador para mí.

¿Qué estaba pasando?

Noté que él no tenía tarjeta para pagar, así que pasé la mía dos veces y saludé con una sonrisa al conductor. Nos sentamos hasta atrás y para mi felicidad pude abrir la ventana para que un poco de aire frío calmara el sonrojo de mi rostro que ya pronto se convertiría en un tomate fresco como los que Nadeshiko usaba para hacer pizza. Puse ambas manos sobre el marco de la ventana del autobús para dejarlas lejos del alcance de Li y conté mentalmente las paradas casi asomando la cabeza como un cachorro contento; me puse de pie en la indicada. Haría lo posible por no volverme a perder, ya no quería quedar como una perdedora ante Li, bastante perdedora ya me sentía, la verdad.

Ver la fachada de Hana Coffee se sintió como una pequeña victoria y caminé segura de mí misma para abrir la puerta. Le dije a Li que mis papás habían cerrado más temprano de lo normal porque Papá tenía gripa y empecé a caminar directo a la cocina, sabía que Li venía detrás de mi pero lo único que quería era alcanzar el interruptor, desde que Touya había dicho que había fantasmas en Hana Coffee me daba miedo estar a oscuras en el café.

Se preguntarán ¿Cuántos años tienes para que esas cosas te den miedo Sakura? Y lo entiendo, pero igual me daba miedo. Mucho miedo.

Cuando mis manos encontraron el interruptor que iluminaba la caja y la cocina pude volver a respirar, me dirigí directo al tablero donde estaban las llaves del gas y las cerré. No es como que se estuviera escapando el gas, pero por normas de seguridad no podíamos dejar el gas abierto durante la noche por si había un accidente.

Recordé que había dejado a Li a su suerte sin ninguna clase de cortesía y salí de la cocina para verlo admirando embobado los cupcakes que estaban en el exhibidor, casi como un niño que ve anaqueles completos de dulces. Me quedé viendo su sonrisa, era en realidad bastante bonita cuando no parecía ser falsa o cínica, se le marcaba un pequeño hoyuelo en la mejilla derecha y se veía un poco tierno.

De verdad parecía un niño.

Le pregunté si quería un café casi sin reparar en ello y cuando me dijo que sí dejé el abrigo y me puse un mandil sobre la falda. Le propuse que se sentara donde quisiera, en realidad Nadeshiko no se enojaría si llegaba un poco tarde a casa, sobre todo después de que ella había olvidado cancelar las llaves del gas. Encendí la máquina para hacer capuccinos y le di la espalda a Li otra vez. Era curioso que no me sintiera incómoda sabiendo que sus ojos estaban clavados en mi espalda, era como si esa muestra suya de sinceridad infantil me hubiera recordado que por más que Li pareciera un adonis adolescente, era como yo, un estudiante de preparatoria que le gustaba mucho comer pastelillos de chocolate.

Empecé a espumar la leche después de ponerle un poco de azúcar para endulzarla y sentí el peso de Li sobre mi cuerpo, todo él estaba prácticamente sobre mí. Otra vez perdí la capacidad de controlar mis manos y me recorrió un escalofrío, pensar que estaba a punto de dibujar un osito en su capuccino y ahora las manos me temblaban. Me susurró que le enseñara a preparar café y yo solo pensé la cantidad de veces que había estado en una situación similar con Li en los últimos días.

Nunca en mi vida un hombre que no fuera de mi familia había estado tan cerca de mí.

Y Li me tocaba con una familiaridad desconcertante, no eran solo los besos que ya nos habíamos dado y que me han volado el cerebro, si no la forma en que me ha tomado de la mano, del brazo, de la cintura y ahora hasta su cabeza está apoyada sobre mi cabeza y puedo adivinar que está sonriendo ampliamente. La primera vez que nos besamos me sentí agobiada por la forma en que sus manos me tocaban, era incómodo, pero ahora que no era exigente conmigo y hasta parecía un poco tierno era diferente. Y tal vez era como Tomoyo decía y solo lo hacía para que yo cayera rendida a sus pies y que pudiera decir que ganó y que yo era su trofeo, casi como los trofeos que yo he ganado después de las competencias de atletismo.

Mi estómago se contrajo por los nervios cuando sentí que la boca de Li besaba mi cabello.

¿Estaba bien esa situación?

Definitivamente no.

Pero vamos.

¿No es esa la fantasía de toda adolescente? Acaso no todas queremos que el chico que nos gusta nos haga caso, porque si algo me ha quedado claro es que yo también le gusto al chico que está parado atrás de mi sonriendo, si no le gustara. ¿Por qué hacer todo lo que hacía? ¿Por qué tomarme de la mano? ¿Por qué decir que me acompañaría a casa?

¿Por qué fingir que te gusta alguien si no es así? ¿Era solo que estaba aburrido porque acababa de mudarse a Japón?

Dejé la jarrita de leche que traía en las manos y cerré los puños. Estaba decidida.

Era obvio que Li me gustaba, o sea vaya, ya sé que no quedan muchas dudas si cada que lo veo mi rostro de pone del color de un farol navideño, pero si Li me gustaba y yo le gustaba a él como para que me estuviera hablando al oído.

¿No era eso un milagro?

¿No era ese el giro argumental de todos los mangas shoujo que he leído en mi vida?

Sin pensarlo dos veces me giré sobre los pies y encaré a Li antes de ponerme sobre mis puntas, tomar su rostro y besarlo. Cerré los ojos con fuerza para darme valor y nuestras narices chocaron, y también creo que le pegué con mis dientes sobre el labio, pero si no lo hacía nunca me armaría de valor. Supuse que Li no se esperaba eso, vaya ni yo me lo esperaba para ser honesta. No siempre tenía momentos de lucidez y reflexión amorosa como esos, era el primer chico que me gustaba de verdad entonces todo era nuevo, fascinante sí, pero nuevo. Y era también la primera vez que yo tomaba la iniciativa besándolo.

Otra pequeña victoria.

Li tardó unos segundo en reaccionar, pero solo un par porque casi de manera inmediata sentí como sus manos pasaron del metal de la mesa a mi cintura una y la otra en medio de la espalda como para tratar de levantarme un poco, porque casi lo había jalado para poder besarlo. No olviden que mido 154 centímetros y Li estaba cerca de los 190 centímetros, era de verdad muy alto. Me puse sobre las puntas para hacerlo un poco más fácil pero al parecer eso no bastó para Li, aplicó fuerza sobre mi cintura y me levantó para sentarme a lado de la taza de café que estaba preparando para él.

Holy shit.

De manera natural abrí las piernas y Li se acercó más a la mesa casi como cuidando de no tener demasiado contacto con mis muslos, nada que ver con la primera vez que hasta me había tocado el trasero. Dejó ambas manos sobre la mesa de metal al parecer más cómodo, porque sentada en la mesa yo era casi de su altura, solo un poco más alta tal vez. El beso no fue exigente como otras veces, fue lento, casi sentí como si Li estuviera teniendo paciencia con el hecho de que seguramente no era buena besando. Traté de seguirlo un poco, pero igual no tenía mucha idea de qué hacer o de dónde poner las manos. Fue un poco gracioso cuando él agarró mis manos y las puso sobre sus hombros como para que yo dejara de moverlas por no saber qué hacer con ellas.

Sentí una extraña presión en el pecho y me di cuenta que había aguantado la respiración así que me separé lentamente del beso como para evitar morir asfixiada. ¿Cómo le hace la gente en las películas para besarse por horas y respirar al mismo tiempo? ¿Era una habilidad que se aprendía con el tiempo? Abrí los ojos y noté los ojos de Li, ya los había visto muchas veces antes, pero pocas con ese brillo como de duda, como si por primera vez en la vida no fuera un sabelotodo.

Porque Li era un sabelotodo, Tomoyo me dijo que seguro estaría entre los primeros lugares de la escuela una vez que pasaran los parciales y no lo dudaba.

Cerré los ojos cuando Li me dio esa mirada. ¿Saben a lo que me refiero? La mirada que va de tus ojos a tus labios y luego de vuelta los labios, yo sabía de esa mirada, también se veía mucho en los mangas shoujo y era la señal de que te iban a besar. Cerré los puños ante la expectativa y no me equivoqué Li volvió a poner sus labios sobre los míos lentamente, sin apuros, casi como si tuviéramos toda una vida.

¿Estaba siendo muy romántica? ¿Era demasiado pronto?

Bueno, considerando que el mes pasado no sabía nada de Li ni de los besos, y ahora estaba en Hana Coffee con un Dios adolescente besándome. Definitivamente eso era un milagro, diría que un milagro romántico, pero no sabía si eso tendría futuro. Vaya si seguimos las enseñanzas del shoujo estamos ante el inicio milagroso de un romance adolescente lleno de altibajos, pero también podría ser del tipo de historias donde la protagonista sufre en cada capítulo porque el hombre del que se enamoro es malo.

¿Li es malo?

Li es malo. Definitivamente es del tipo malo.

Escuché el timbre de un teléfono, pero al darme cuenta que no era el mío no me moví de lugar y seguí sintiendo la maravillosa sensación de los labios de Li sobre los míos. Tenía los labios suaves, no eran ni delgados ni gruesos, y aunque ya sabía lo que era que fueran exigentes en eso momentos solo se movían lento y me daban la oportunidad de seguirlo, creo que efectivamente me estaba enseñando. El timbre del teléfono no se detuvo y Li soltó una maldición después de cortar nuestro beso, sin ningún tipo de mirada ni nada se alejó de mí y caminó de regreso al mostrador donde al parecer había dejado su maletín y supongo que también su teléfono. Me invadió una extraña incomodidad, casi como si la bruma romántica hubiera desaparecido y me sintiera ridícula sentada en la mesa donde preparábamos el café. Cerré las piernas y acomodé mi falda, también me acomodé el cabello aunque no sabía si bajarme de la mesa o no.

Opté por bajarme de la mesa y seguir preparando el café, aunque al parecer ya estaba todo frío.

Li se quedó en la parte del mostrador y a lo lejos lo escuché hablar en chino, no entendía nada de lo que decía pero se reía de vez en cuando, también me di cuenta que se quedó callado un momento largo, creí que su llamada había terminado, pero solo soltó como un rugido y noté que volvía a maldecir, digo no sabía nada de chino pero no se le escuchaba nada feliz, después de eso apareció otra vez en el umbral de la cocina con la mirada sombría.

–Tengo que irme –lo miré a los ojos como tratando de entender. –¿Podrás irte sola a casa? –su mirada era rara, se veía como contrariado, tal vez algo preocupado.

–Sí, no te preocupes. ¿Está todo bien? –caminé hacia él y le ofrecí la taza de café, me dio la sensación de que necesitaba un trago de algo dulce.

La recibió pero no bebió, se quedó con ella entre las manos, como meditando lo que me iba a decir.

–Un amigo entró a mi casa –abrí los ojos. ¿un amigo? ¿qué tipo de amigo entra a tu casa cuando tu no estás? –Hubo algunos problemas, así que tengo que ir a ver qué pasó. Yama es del tipo… –se quedó callado de pronto como si no supiera si seguir diciéndome o no. –No importa, hablamos luego –dejó la taza sobre el mostrador sin haber tomado ni un sorbo y me dio la espalda.

–¿Quieres que vaya contigo? –le pregunté otra vez medio gritando, creo que perdí la capacidad para hablar de manera normal. –Si hubo problemas puedo ayudarte a llamar a la policía o algo– le solté cuando me dio su mirada de incredulidad, pero bueno, tampoco es que yo le hubiera dado una razón de peso.

¿Ir contigo para llamar a la policía?

¿En en serio Sakura? ¿De verdad no pudiste decir algo un poco más inteligente que eso?

Li tenía teléfono y también tenía dos manos, era obvio que podía llamar a la policía solo, además todavía recordaba cómo había peleado contra los que trataron de violarme, no era un debilucho. Me quede quieta otra vez esperando que me rechazara, no era posible que aceptara ante tal estupidez.

–Vamos.

Parpadeé, pero me moví rápido, dejé las dos tazas en el fregadero, apagué las luces de la cocina y salí tras Li. Sabía que si dudaba lo más seguro es que se arrepintiera de haberme dicho que sí, cerré el café con el cuidado de siempre y tomé la precaución de escribirle un mensaje a Nadeshiko, le puse que ya había cerrado las llaves del gas y que iría al cine con Tomoyo. Mientras seguía a Li le escribí a Tomoyo para que me cubriera, quién para mí fortuna no estaba con Touya, así que solo me mandó una carita feliz.

Li me estaba esperando al final de calle.

Me echó una mirada de esas como de intensidad nivel dos y yo me acomodé el abrigo antes de seguirlo. La verdad esperaba que me volviera a dar la mano al caminar pero no lo hizo, caminamos en silencio dos calles, el café de mi familia llevaba ya varios años ahí, pero a pesar de eso yo no conocía esa parte del vecindario, era bastante lujoso después de cruzar algunas calles. El semáforo se puso en rojo y esperamos aunque no había vehículos.

Yo soy de las personas que esperan siempre, aunque no haya vehículos. Me da miedo cruzar las calles cuando el semáforo está en rojo, siempre he tenido miedo de morir atropellada. Ya sé que es un poco espeluznante tener ese tipo de pensamientos, pero suelo tenerlos. Miré la espalda de Li y su amplio abrigo negro, también recordé que cuando lo conocí pensé que su cabello era de color chocolate e incluso pensé que él era igual que el chocolate amargo para mí.

¿Quién lo diría? Unos días después estaría caminando a la casa del chocolate amargo sin poder decirle nada inteligente.

Lo cierto es que sabía con certeza que cualquier conversación sería, por lo menos, vergonzosa para mí, así que me mantuve en silencio. El semáforo cambió de color y para mi regocijo Li me extendió la mano, aunque solo lo hizo para tomarme el antebrazo y hacerme caminar más rápido, creo que le urgía llegar a su casa, yo no sabía que se podía llegar caminando de Hana Coffee, pero en realidad no sabía nada de Li. Llegamos a unos edificios que no solo eran lujosos, no sé cómo explicarlo, pero nunca en mi vida podría vivir en un lugar así, mi familia nunca podría vivir en un lugar así. Y estaba casi segura que nadie de la preparatoria Seijo podría vivir en un lugar así.

Y al parecer ahí vivía Li.

Sacó una tarjeta que abrió una gran reja y antes de que pudiéramos seguir caminando nos interceptó un hombre mayor, tal vez setenta años.

–Joven Li –se inclinó como saludo y me dio una mirada interrogante pero volvió a ver a Li. –Me dijo que era su hermano, pero… –noté la incomodidad del señor, como quien no quiere decir lo que está por decir. –Uno de los vecinos del ala oeste se quejó y si no se resuelve tendré que llamar a la policía.

–Hmm –no supe si con eso Li estaba diciendo que entendía, que no entendía o qué haría algo al respecto, pero siguió caminando sin decir otra cosa, yo solo le di una inclinación al señor y lo seguí medio corriendo. –Vamos Sakura.

Me llamó otra vez por mi nombre y un escalofrío volvió a recorrerme la espalda, lo alcancé después de correr un poco y llegamos al elevador. Volvió a insertar la tarjeta con la que había abierto la entrada, caí en cuenta que elevador no tenía botones, arriba de la puerta el número de los pisos parpadeaba. Llegamos a quinto piso y las puertas se abrieron y con ellas un olor penetrante a tabaco, alcohol y otros olores que no pude identificar. Había muchas personas, mínimo veinte.

–Maldición. –dijo Li por lo bajo y sentí cómo me tomó de la mano para empezar a caminar en medio del humo. Eso definitivamente era una fiesta de sábado por la noche, el departamento estaba en penumbras, y yo chocaba de vez en cuando con la gente pero Li seguía avanzando con mi mano apretada entre la suya, juraría que mis dedos ya no tenían circulación sanguínea pero yo tampoco lo solté.

–¡Llegó Li! –gritó una voz desconocida con un acento extraño por lo que supuse que también serían chinos, él y yo giramos hacia la voz, pero antes de poder caminar hacia el centro del departamento, que si me lo preguntan era inmenso, un hombre de cabello negro se colgó de los hombros de Li, eran de la misma altura. No pude verle los ojos, era como si todo el tiempo tuviera la vista entrecerrada.

–¿Qué carajos es esto Yama? –gritó Li y empujó al hombre que solo sonrió, era como si esperara ese tipo de reacción.

–Quise visitarte, no me trates así. Quería darte una sorpresa –y gritó la última palabra que todos los presentes corearon. –¿Ves? Todos te extrañamos.

Li tenía la frente arrugada y la mano con la que sostenía la mía se apretó, creo que no era una buena idea seguir de su mano si es que quería mantener mis dedos en su lugar, solté un ligero quejido y Li me volteó a ver al mismo tiempo que el hombre de cabello negro, noté como su mirada soltó un destello, un extraño destello de interés.

–¿Quién es esta dulzura que tienes escondida? –no me gustó ni su tono ni su mirada, aunque estábamos en penumbras supe que se quedó viendo fijamente a todas las partes de mi cuerpo. Como un acto de autodefensa me puse atrás de Li y me pegué a su espalda. Li soltó un poco el agarre de mi mano, pero se mantuvo firme.

Le dio una mirada dura al chico de cabello negro y después volteó a verme a mí.

–No te muevas de aquí Sakura –se agachó a susurrarme al oído al ver mi cara de que no lo estaba escuchando. –Regreso enseguida.

Asentí y me quedé quieta casi sin respirar. El chico de cabello negro me tocó la barbilla al caminar y me guiñó el ojo antes de que Li lo empujara de la espalda para obligarlo a avanzar y de paso empujar a otros cuantos que estaban ahí. Lo vi irse hacia el fondo de la habitación que parecía ser la sala y supuse que irían a una zona de menos ruido. Aunque Li me dijo que no me moviera en realidad estaba a mitad de la nada, con todas las miradas encima de mí. Me quité el abrigo porque de pronto sentí demasiado calor y me acerqué a la zona que parecía ser la cocina, bueno debajo de todas las botellas y vasos rojos de plástico, seguro esa era la cocina. Encontré uno de esos bancos altos a lado de una larga barra y me senté sin soltar mi maletín ni mi abrigo.

–Hola –un hombre delgado y con un tatuaje en todo el brazo se me acercó. –¿Es cosplay o algo? –noté que veía insistentemente mi uniforme. –Kinomoto Sakura, bonito nombre –desventajas de todavía traer el identificador en el saco. Lo miré sin saber si hablar con él o no. Se veía alcoholizado, aunque todavía mantenía coherencia en las palabras, era rubio y aunque yo estaba sentada en un banco alto él seguía siendo más alto que yo.

–¿Quieres un trago? –me acercó el vaso que traía en la mano, pero vaya yo no era estúpida, la regla de oro era nunca beber nada que yo no hubiera preparado. Sostuve el vaso en mis manos sin ningún indicio de beber su contenido. Volteé a ver mi reloj, ya eran las siete seguro Nadeshiko no tardaría en escribirme para ver si todo estaba bien. –Está limpio, solo es un poco de tequila –sus ojos se veían azules, aunque yo sabía si ese color era real, había una especie de láser corriendo por la habitación, así que todo se veía de colores raros.

–Sí, gracias. –seguí viendo hacia atrás, justo donde Li se había ido.

–Vamos, no seas grosera, bebe un poco. –suspiré y dejé el vaso en la barra a mi lado.

–Soy alérgica al alcohol –le dije sin un atisbo de duda. Esa treta me la había enseñado Touya, era mentira obviamente, pero no quería beber lo que me había dado. –Si bebo puedo morir –le agregué con seriedad casi macabra y el chico que se veía de unos 20 o 21 años solo soltó un silbido de sorpresa.

–Nadie quiere que una preciosura como tu muera –me dijo con voz acaramelada y muy cerca del rostro, muy cerca. –Bueno, ¿agua si tomas no? –asentí, y el hombre dio la vuelta y me ofreció una botella del refrigerador. Era pequeñita, casi como si fuera una muestra gratis, era bastante bonita. Giré la tapa y agradecí mentalmente que la taparrosca hiciera el crujido tradicional de que el sello no estaba roto, así que la bebí con confianza. El chico soltó una carcajada y yo lo miré sin entender.

–Espero que te guste el THC dulzura, acabas de tomarte un buen trago –yo lo miré sin entender. ¿THC? ¿Era alguna clase de energetizante? El agua solo sabía un poco dulce, pero no noté nada raro.

Li y el chico de cabello negro que respondía al nombre de Yama llegaron a mi lado mientras el chico rubio seguía riéndose.

–Eres bastante kawaii. Disfruta el trip –¿el qué? Miré la botella que todavía tenía en la mano y noté que tenía un idioma raro, tal vez ruso. Li se puso frente a mí y me arrebató la botella, cerró los ojos en otra mirada rara y tomó el cuello de la camisa al chico rubio. –Tranquilo Li, es lo más ligero que hay aquí, me dijo que tenía sed. No sabía que era tu muñeca –dijo ya con un tono más bien un poco asustado.

¿Qué había bebido? No me sentía mal, ni rara, ni nada.

En un giro completamente inesperado el chico se arrodilló frente a Li y la fiesta quedó en silencio, casi sepulcral. La música se apagó y todos se giraron a ver la escena, el chico rubio estaba arrodillado con la cabeza contra el suelo y Li lo miraba desde su altura con los brazos cruzados, molesto, muy molesto. Ya conocía era mirada como de demonio de la vez que tuvo la pelea con Eriol, era la misma mirada.

–Vamos Xiao Lang –el chico de cabello negro le dio unas palmaditas en el hombro a Li. Todo seguía paralizado, casi como si el tiempo se hubiera detenido, nadie bebía ni se movía, era como el juego de encantados donde si te movías perdías. –No lo hizo con mala intención, déjalo pasar. –se acercó más a Li y le susurró. –Viene con los yakuza, no hagamos esto más grande –Li se quedó pensativo unos segundos, vi que levantó la mirada y luego volvió a bajarla hacia el chico arrodillado.

–Que se vayan todos Yama. Ahora –no alzó la voz, ni siquiera gritó, y las luces se encendieron y la gente empezó a salir de la casa con una velocidad que parecía de película. Algunas personas empezaron a levantar las bolsas de basura, los vasos, botellas todo, era como hormigas trabajando al unísono. Un par de personas salieron medio vestidas de una habitación y otro par de lo que parecía un baño, algunos se inclinaban frente a Li antes de irse, otros solo iban con la cabeza agachada como tratando de no ser reconocidos.

En menos tiempo del que imaginé solo estábamos Li, el de cabello negro, el rubio que seguía de rodillas y yo.

Li se le acercó y le habló en chino cosas que obviamente no entendí, el chico palideció y luego sin dudarlo se puso de pie, tomó una chaqueta y me dio una última mirada, como disculpándose. Yo solté la respiración que había estado guardando, pero sin saberlo solté una carcajada también, me parecía muy graciosa la voz de Li hablando chino, era como un zumbidito, «psss, psss, psss, psss», así se oía.

Mi carcajada llamó la atención de Li y del otro chico, Yama.

Yo no podía dejar de reírme.

–Mierda –oí decir a Li y yo supuse que no estaba bien reírme, así que me puse la mano en la boca, como tratando de callar mi risa, pero eso también me pareció gracioso, así que solo seguí riendo.

–¿Había consumido antes? –preguntó Yama refiriéndose a mí al parecer. ¿Consumir? ¿Qué había consumido? ¿Era eso por lo que no podía dejar de reírme? Levanté la mano y repentinamente me pareció fascinante, si la movías de un lado a otro dejaba un estela, como si mi mano se hubiera convertido en un cometa.

–Mira Li. ¡Es un cometa! –mi voz me resultó irreconocible al oído, algo ahí no estaba bien.

–Lo dudo. –dijo Li hablándole al chico de cabello negro e ignorándome a mí, solo pude ver que levantó mi maletín y mi abrigo del piso aunque yo no recuerdo cuando se cayeron de mis piernas. –¿Cuánto trae? –dijo moviendo la botellita, era muy bonita, y así como la sostenía Li parecía que brillaba. ¿Saben a lo que me refiero? Era como una imagen de esas neón, que resplandecían. Me volvió a parecer gracioso y seguí riendo, era como una botellita mágica.

¿Saldría algún genio de ahí?

–Poco, pero si ella nunca había consumido puede que esté así toda la noche –seguí jugando con mi mano derecha y luego levanté la mano izquierda y me di cuenta que era igual, o sea tenía dos cometas. No uno, dos. Le quise mostrar a Li, pero se veía muy serio. Lo más seguro es que no le diera gracia.

–¿Puedes hablar en chino? –vaya, eso fue sorpresivo hasta para mí. –Suena como si fueras un mosquito. Me gusta.

Yama soltó una carcajada que me hizo sonrojarme, o no sé si fue por su carcajada, pero otra vez sentí mucho calor. Me quité el saco azul del uniforme y solté un botón de la camisa aflojando de paso la corbata negra, pude ver la mirada extraña de Li, pero no era como si me fuera a desnudar, solo sentía mucho calor. Después las cosas se pusieron raras, me dolía la frente, era una sensación nueva, no era dolor de cabeza, era la frente.

–Me duele. –le dije a Li y se acercó a verme. –¿No era agua? –ahora entendía, no sabía si estaba en lo cierto, pero todo parecía indicar que… –Estoy drogada.

Otra vez escuché la risa del hombre que no era Li. Él que si era Li me tomó ambas manos, al parecer no dejaba de moverlas de un lado a otro, las puso sobre mis muslos y puso las suyas encima, de fondo se escuchaba al otro chico hablar cosas en chino o en ruso, o en otro idioma que también parecía un zumbido.

Ambos zumbaban.

«Psss, psss, psss, psss» Era todo lo que podía escuchar. Zumbidos y el dolor de mi frente.

–Escúchame Sakura. –lo miré a los ojos que ahora estaban muy cerca de mi. –Tomaste THC que es un compuesto de la marihuana, el efecto pasará en unas horas, pero no te puedo llevar así a tu casa. –entrecerré los ojos y pegué mi frente con la de Li, me dolía de verdad y no entendía bien lo que me estaba diciendo.

Al parecer, eso no era agua. Y efectivamente yo estaba drogada.

Vaya que había tenido una semana intensa.

–Tenemos que hablar con alguien Sakura –me volvió a dar risa la forma en la que decía mi nombre, así que me separé de su frente y volví a soltar una carcajada. –Voy a pedir algo para bajarte el efecto. ¿Quién te puede cubrir?– ¿cubrirme de qué? ¿de qué estaba hablando? –La presidenta de la clase es tu amiga ¿no?

¿Tomoyo? ¿Qué tenía que ver Tomoyo en esto?

–¿Tomoyo? –le dije cuando pude controlar mi risa. –Sí, ella es mi amiga.

–Dime tu contraseña del móvil –lo volví a mirar y traté de recuperar mis manos, pero seguían atrapadas por las suyas. Me soltó para hurgar en mi maletín hasta que sacó mi teléfono. Les juro que le iba a decir que eso no estaba bien, pero me parecía muy gracioso todo, ahora todo Li parecía ser un cometa, había dejado una estela de colores del arcoíris que quise tocar con mis dedos, pero casi me caigo del banco, así que Li se apresuró a agarrarme y para mi sorpresa me levantó en brazos y me llevó a un sillón.

–Llegarán en 20 minutos. Piensa lo que te dije, esto no son vacaciones Xiao. Ella quiere que vuelvas y sabes de lo que es capaz, mandarme a mí solo es una cortesía. Sabe dónde vives, sabe dónde estudias. Ambos sabemos que esto tiene que terminar. Vuelve a Hong Kong –miré fijamente al hombre de cabello negro que decía esas cosas que yo no entendía.

Después volvieron a hablar en chino y yo sonreí, me gustaba el sonido del zumbido me arrullaba un poco. Li, que no supe en qué momento se fue de mi lado regresó con un vaso, yo negué, no era buena idea tomar nada más de lo que me daban.

–Es agua con limón, te empezará a dar sed en cualquier momento –Li sabía mucho de esas cosas de estar drogado.

Yo nunca lo había hecho.

Bueno. Nunca antes de hoy, antes de ese momento.

Me volví a reír e hice un ademán extraño con las manos, pero Li insistió hasta que tomé el vaso, me gustó la sensación del frío en la piel, además era fascinante como las gotas de agua escurrían por el vaso, nunca había reparado que tuvieran colores tan bonitos. Bebí un sorbo más por insistencia de Li y noté que las cosas sabían diferente, o sea sé que es agua con limón, pero sabía tanto a limón, sabía tanto a agua.

Creo que no sé como explicarme.

Era una sensación de frescura que nunca había experimentado antes. Volví a beber y la sensación se repitió, era como una explosión de sabores en mi boca. Me gustó.

Li al parecer descubrió el patrón para desbloquear mi teléfono, bueno tener como contraseña cuatro ceros tampoco es que sea lo más seguro del mundo, y no eran tan difícil de adivinar. En realidad yo soy bastante normal, bastante común, por eso me sorprende un poco el hecho de que también le guste a Li. Me terminé el agua y dejé el vaso a mi lado, noté que la mirada del chico Yama era insistente, creo que se estaba preguntando quién era yo y qué hacía ahí, toma asiento hermano porque yo me estoy preguntando las mismas cosas. Al parecer me leyó la mente, porque efectivamente se sentó a mi lado.

Li no estaba en la escena otra vez y yo solo sonreía mirando fijamente hacia la nada abrazando un cojín que era la cosa más suave que he tocado en mi vida.

–Sakura ¿eh? –supuse que quería saber si ese era mi nombre así que asentí. –No nos presentaron, pero soy Yamazaki Takashi, aunque todos me dicen Yama. –volví a asentir, no era como que estuviera muy interesada en lo que me decía, me gustaba más la voz de Li. –¿Eres scort? –levanté los ojos, creo que me estaba preguntando si era prostituta. –Tienes una pinta muy realista de colegiala, deben ser caros tus servicios para que estés con Li. ¿Cómo te contacto? –otra vez alcancé a ver un brillo en sus ojos y sin siquiera darme cuenta puso su mano en mi muslo.

El contacto de su mano caliente quemaba en mi piel.

–Y-yo no –retraje las piernas para huir de su mano y levanté el cojín para ponerlo entre ambos.

–Vamos. Puedo pagarte lo mismo que Xiao Lang –parpadeé, sí de por si mi sentido de supervivencia estaba medio oxidado, después del agua mágica, aun más. Lo miré lo más fijamente que pude y sacudí la cabeza.

Mala idea esa.

Por suerte Li llegó en ese minuto y no solo detuvo mi cabeza antes de que me cayera del sillón, si no que de un golpe seco quitó la mano de Yama de mi muslo.

–No la toques bastardo –su voz sonó como si tuviera fuego. –No es una de las zorras que tanto te gustan.

La mirada que me dio el de cabello negro me confundió, pero lo dejé pasar, de pronto todo se sentía muy pesado, como si ahora el tiempo pasara lento y todos hablaran a una velocidad reducida. El cuerpo de Li detuvo mi caída y sin dudarlo mucho me agarré de su camisa del uniforme, olía a cigarro pero aun así me recosté sobre su hombro.

–Ve por el CBD y lárgate Yama. No quiero verte en mi puta vida –yo solo notaba como su pecho subía y bajaba con su respiración. –Y dile a la Bruja que la llamaré, si tantas ganas tiene de hablar conmigo debería dejar de mandarte como lacayo –su tono de voz otra vez parecía un ladrido. –Sigo sin creer que seas uno más de sus sirvientes. Y dile a ese malnacido de los yakuza que tenemos cosas pendientes.

–Como sea –dijo Yama y se levantó con un movimiento dramático, yo solo vi que sus tenis eran blancos, muy blancos, casi tan blancos que sentí que si los veía mucho tiempo me quedaría ciega. –Les daré tu mensaje. Nos veremos pronto Sakura –no me moví ante la mención de mi nombre, pero sí sentí como Li se tensó, en cambio la boca se me puso seca tan seca como cuando llegué a comer tierra en el jardín de niños. Levanté los ojos y Li que tenía el poder de leer la mente tomó un vaso de la mesita que estaba frente al sillón.

–Bebe despacio –les preguntaría si su tono era dulce o si yo estaba drogada, pero pues yo estaba drogada entonces nada de lo que estaba diciendo era objetivo.

Yama desapareció unos minutos y luego regresó para aventar un frasco hacia el sofá, levanté los ojos lo suficiente para verlo irse y suspiré tranquila, ahora mis ojos se sentían pesados, muy pesados. Me quedaría dormida en cualquier momento.

–No espera Sakura, no te duermas –me sacudió Li, y yo seguía pensando en lo bonito que sonaba mi nombre en sus labios. Muy bonito, era el nombre más bonito del mundo cuando él lo pronunciaba. Sentí un aliento frío sobre mi rostro, supuse que Li estaría soplando sobre mis ojos para conseguir que los abriera. –Vamos, levántate tienes que beber esto para cortar el efecto –echó el contenido del frasquito en el vaso con agua que estaba bebiendo, antes de dármelo bebió él un trago y después de lo que pareció ser su aprobación me lo acercó a los labios y yo bebí un poco.

Sentí su mano amplia en mi espalda como sosteniéndome por completo.

El agua fría seguía sintiéndose muy bien, casi tan bien como estar abrazada al pecho de Li. Casi tan bien como besar a Li, casi tan bien como el hecho de que me gustara tanto Li.

–Me gustas.

Me miró y bajó el vaso con agua para ponerlo en el piso, me quitó el cabello de la cara y siguió soplándome aire frío con su aliento.

–Ya lo sabía tonta.

Volví a cerrar los ojos y me dejé caer por completo sobre su cuerpo, sintiendo una extraña sensación de paz, una sensación de calma, pero también de cansancio. Era como si todo estuviera bien, como si todo fuera perfecto. Como sí de verdad fuera un milagro. Noté como me puso un airpod en el oído derecho y la voz de Karen O me reventó en la cabeza.

Estar drogada no se sentía tan mal como pensé que se sentiría.

Shaoran

Después de que la subí a la mesa me dije a mi mismo que tenía que controlarme, porque un paso en falso y trataría de arrancarle la ropa a Ojos de Gato, bueno no tanto así porque hasta yo sé lo que es una violación, pero si la orillaría a que el final fuera coger. Y no era el momento, era algo que quería disfrutar durante una noche completa y no durante 20 minutos en la mesa de las bebidas.

Así que puse las manos sobre la mesa fría de metal en lugar de sus suaves muslos.

¿Me tenían que canonizar o algo no?

La guíe en el beso aunque me di cuenta que no estaba respirando, me dio un poco de risa porque eso era típico de los primeros besos. Lo cierto es que era un poco fascinante tener los primeros besos de esa niñata de 17 años. Mi primer beso fue hace ya bastante tiempo, y bueno de lo que le siguió después mejor ni hablamos.

Le agarré las manos y las ubiqué porque era un poco desesperante ver cómo las movía como si le sobraran, aunque eso también fue un poco encantador.

Como era de esperarse se separó de mis labios y soltó una respiración larga, yo me retiré solo un poco para darle espacio, pero no me moví de la cómoda posición en la que me encontraba. Vi el brillo de sus ojos y otra vez pareció que eran de jade de verdad así que me volví a inclinar sobre sus labios. Justo como lo había pensado, enseñar a besar a Ojos de Gato podría ser una tarea energetizante y placentera.

La guiaría sobre mis gustos, primero los besos y luego todo lo demás.

Sería maravilloso. Una amante a la medida.

Escuché el sonido de mi teléfono y decidí dejarlo sonar, seguro era al idiota del administrador del edificio, había conseguido que el sirviente principal de los Li, o sea Wei mandara por fin mi coche y ahora resultaba que mi apartamento no tenía asignado un espacio de estacionamiento, pero eso era claramente mentira porque había un letrero con el número de mi apartamento en uno de los estacionamiento subterráneos, entonces seguramente el viejo ese pensaba amedrentarme, pero evidentemente no sabía con quién estaba hablando.

Dejó de sonar y me concentré en el beso, trataría de profundizar más allá del labio con labio para que la gatita aprendiera como mover la lengua. Sin embargo, el timbre volvió a sacarme de la concentración y así como las adicciones, las actividades placenteras recibían mi atención completa y si no era posible darles mi atención completa mejor no las realizaba.

Corté el beso y fui hacia mi maletín, Yama me estaba llamando.

Eres un cabrón. Mira que no contestarme. ¿Sigues enojado amado líder? –la voz de Yama siempre era de broma, era como si en realidad el cabrón no pudiera hablar seriamente.

–No eres tan importante para mí para que esté enojado contigo Yama –mi voz sonó neutral, sí seguía un poco enojado con él, pero no se lo haría saber.

Me rompes el corazón –se oía ruido de fondo, estaba en una fiesta. –¿Qué haces, por qué no has llegado a tu casa? –parpadeé, sabía que me estaban vigilando, pero no a ese nivel.

–¿De qué hablas Yama?

De qué llevamos horas esperándote, sería una fiesta sorpresa, pero nos cansamos y empezamos a beber. Te traje al bombón de la última vez y algunos regalos, tu apartamento es bonito, a ver si un día me lo prestas me gustaría coger en el balcón.

Mierda.

Estaban en mi casa.

Ah, por cierto, llamaron de algo de violaciones al código de no sé qué. Espero que no nos vayan a echar de tu casa, sería una lástima que tuviéramos un escándalo, vinieron conmigo mis amigos yakuza.

Doble mierda, el pendejo de Yamazaki había llevado a la puta mafia japonesa a mi casa.

–¿Me estás amenazando Yama?

Nunca jamás, sé que me puedes matar cuando quieras Xiao –soltó una risita. –Solo es una fiesta ven a casa cariño. –usó un tono como meloso, casi como si una novia te estuviera diciendo que te amaba.

Hijo de la verga. Se estaba burlando de mí. Colgué sin decir nada más, sentí como la furia empezaba a recorrerme el cuerpo y calentarme la cabeza, eso sin duda alguna era obra de la Bruja, no me dejaría en paz. Ahora me estaba amenazando diciéndome que podía entrar a mi casa cuando quisiera, y hacer lo que quisiera si no volvía a China

Sepan de una vez que mi madre era capaz de medio matarme con tal de cumplir sus caprichos, me haría volver, así tuviera que secuestrarme.

Solté un par de maldiciones y regresé a donde estaba la Ojos de Gato, tenía la cara sonrojada y ya se había bajado de la mesa, le expliqué que tenía que irme y ella me ofreció una taza de café. En realidad lo que necesitaba era un trago de vodka, pero aun así tomé la taza. La verdad es que no supe de dónde salieron las palabras, que hasta parecieron de preocupación al preguntarle si podía regresar sola a casa, me dijo que sí mientras en mi cabeza seguía pensando mil maneras de torturar a Yama por la traición. Tal vez podría copiar el sistema yakuza y amputarle un dedo.

Estaba un poco distraído así que cuando la Ojos de Gato me preguntó si podía ir conmigo me pasmé, creo que no era consciente de lo que me estaba diciendo, o sea estaba pidiéndome que me la llevara a mi departamento. Eso podía ser una insinuación sexual si no viniera de ella que no sabía besar y respirar al mismo tiempo. Me sacudí el cabello y acepté su propuesta, tal vez podríamos seguir con los besos un rato más.

Y eso no era una mala idea.

Vi mi reloj, todavía tenía el tiempo suficiente para correr a Yama y a sus amigos mafiosos de mi casa y besar el bonito cuello de la Ojos de Gato. No parecía para nada un mal plan.

La vi correr hacia la cocina, apagar las luces y cerrar los candados de la puerta del negocio de su familia. Se quedó como esperando y yo empecé a caminar, lo bueno es que vivía bastante cerca de ahí. Sentí de golpe el frío en el rostro y casi con esa misma velocidad la furia empezó a poblar mi sistema nervioso, podía incluso estar un poco decepcionado, a Yama y a mí nos unía la rebeldía, la ambición y ser herederos de familias ricas y violentas, hasta se podría decir que éramos parecidos.

Pero yo nunca, nunca en mi puta vida me hubiera puesto al servicio de su familia para chantajearlo. Y soy una persona ruin y hasta eso era muy ruin para mí.

Jalé un poco a Ojos de Gato para que caminara más rápido, mi teléfono estaba sonando y ahora era el administrador y así como eran de dramáticos en el barrio de Tomoeda, era muy seguro que llegara la policía y lo que me menos quería era pasar la noche con el culo en una celda. Eso siendo optimistas, porque podía jurar que por la cantidad de droga que había en estos momentos en mi casa, seguro podía ir preso varios años según las leyes de Japón.

Solté una maldición cuando cruzamos la puerta del complejo de departamentos y el encargado del edificio me interceptó con una velocidad que no parecería propia de un anciano como él. Efectivamente me dio la amenaza velada de la policía, era claro que no tenía mucho tiempo para resolver eso. Vi a la Ojos de Gato inclinarse demasiado al despedirse de él y otra vez la apresuré, noté su mirada sorprendida cuando introduje la tarjeta en el elevador. Seguramente no tenía ni idea de lo rico que era, bueno tal vez ya se lo estaba imaginando. Aprisioné su mano antes de que se abrieran las puertas del elevador y maldije por lo bajo, efectivamente había una puta fiesta en mi casa.

Empecé a caminar con la mano de la Ojos de Gato fuertemente agarrada, todos en esa fiesta eran por lo menos criminales de cuello blanco, distribuidores de droga o asesinos a sueldo, no era un buen ambiente para una niñata como la Ojos de Gato que no sabía besar, que era virgen y que seguro nunca había probado algo más fuerte que una taza de café.

Noté que uno de los malnacidos que estaban en mi casa me reconoció y gritó mi nombre. Maldije otra vez, quería poder dejar a la Ojos de Gato en mi habitación donde estuviera alejada de todos ellos antes de buscar a Yama y mandar a todos al infierno. Sentí el sudor de la mano de la Ojos de Gato, estaba nerviosa y me imaginaba perfectamente por qué. Antes de que pudiera decirle cómo llegar a mi habitación, que por suerte siempre cerraba con llave, sentí el peso del cuerpo de Yama sobre mis hombros. Me lo quité de encima y no me di cuenta de lo mucho que estaba apretando la mano de Ojos de Gato hasta que soltó un quejido como de gatito.

Yama la volteó a ver y pude notar perfectamente como se quedó mirando fijamente a nuestras manos entrelazadas, también noté su mirada de depredador, siempre habíamos tenido una rivalidad respecto a las mujeres y aunque él no quisiera admitirlo, la mayoría de ellas querían estar con el heredero del Clan Li que con él. La diferencia era que por primera vez en mí puta vida estaba seguro de que yo le gustaba a la Ojos de Gato por mí mismo y no por el hecho de ser un heredero multimillonario.

Miré fríamente a Yama y le di una primera advertencia sobre mantenerse alejado de la Ojos de Gato. Solté un poco el agarre de su mano y le pedí que me esperara, ya habían visto que venía conmigo así que difícilmente algún malnacido intentaría algo con ella, a menos claro, que no tuviera ningún tipo de respeto por su vida. Todos ahí sabían a la perfección que podían desaparecer por un orden mía sin dejar rastro.

Así de poderoso era.

La solté y empujé a Yama con violencia cuando vi que tocó a Ojos de Gato, estaba muy enojado. Llegamos al estudio al fondo del departamento y azoté la puerta, una pareja estaba cogiendo en sillón, así que salieron corriendo ante mi rugido, tendría que tirar ese sofá a la basura. Cerré los ojos unos segundo y luego clavé una fría mirada sobre Yama. Él sabía perfectamente que eso era traición.

–Dame una razón para no matarte en este momento Yama –mi voz salió otra vez como un rugido. –Eres muy ingenuo si crees que por haber compartido zorras y drogas no podría matarte por lo que acabas de hacer. ¿Quién te crees que eres? ¿Eh? –sabía perfecto que Yama estaba buscando una aliada en la Bruja para evitar que su padre lo desheredara, pero era muy idiota su jugada, yo sería el líder de la Familia Li el siguiente año, y lo peor que podía hacer era tenerme de enemigo. Lo peor.

–No lo digas así Xiao, no mates al mensajero. Tu Madre me envió la llave de tu casa y me pidió que te diera sus saludos, es todo, pero como me pareció algo muy indigno de ti hice una pequeña reunión con amigos. –abrió los brazos y me dio una mirada cínica, como de falsa inocencia. En un intento de conciliar sacó una bolsita con pastillas blancas y las puso frente a mí, ignoré su gesto, no estaba de humor para volar y menos con la Ojos de Gato en mi casa. Verme drogado la asustaría y arruinaría mi plan.

–Sigues sin darme una razón y me estoy empezando a molestar –me acerqué al escritorio y abrí una lata de cerveza que estaba en la pequeña nevera debajo, tomé una de las dagas que habían sido el obsequio de mi doceavo cumpleaños y la puse sobre la fina madera. –Sería muy fácil Yamazaki, y podría lidiar con el enojo de tu padre, al final él tampoco quiere que seas la cabeza de su familia. Creo que estás olvidando amigo mío, que en un año mas el líder el clan seré yo y la Bruja se irá de vacaciones hasta su muerte. Me quité el saco del uniforme y la corbata y me desabotoné la camisa, saqué la cajetilla de cigarros de mi bolsillo del pantalón y le di una calada profunda.

Ya me sentía un poco mejor.

Yamazaki se removió el cabello negro con la mano, por su cara sabía a la perfección que eso pasaría, no era un imbécil, lo que tendría que averiguar ahora era qué le debía a la Bruja para ser su sirviente.

–Si quieres hacerlo, adelante. –levantó los hombros en un ademán desinteresado y también le dio una calada a su cigarro. –Sabes que tu Madre te llevará a Hong Kong vivo o muerto, y si lo piensas bien, le convendría más tener un hijo muerto que la deje ser lidereza del clan hasta su muerte.

Levanté la daga y se la lancé hacia la cabeza, él esquivó el ataque y la fina cuchilla se clavó en la pared no sin antes hacerle un corte en la mejilla derecha. Ninguno de los estaba tomando eso a la ligera.

–Saca a todos de aquí, ahora mismo. Es mejor que quemes esa llave y si te vuelvo a ver mandando mensajes de la Bruja te voy a matar. No somos amigos Yama, las personas como nosotros no tenemos amigos, así que lárgate de mi vista. Yo regresaré a Hong Kong cuando me dé la gana, y si no quiero volver y como dices esto es una amenaza de muerte de la Bruja, entonces dile que ella también se cuide, se le olvida que el heredero de la sangre Li soy yo, ella solo se casó con uno.

Bebí el contenido de la lata de un sorbo y lo dejé en el estudio después de aplastar el cigarro en el cenicero que estaba sobre el escritorio. Ya había dejado a la Ojos de Gato mucho tiempo sola. Yama soltó una ligera carcajada mientras se puso a mi lado.

–Vaya que te pusiste serio, a veces olvido que eres Li. No seas malo conmigo, sabes que te amo –estaba limpiándose la sangre de la mejilla, ya le había quedado claro que no estaba jugando. Al parecer tendría que mudarme, lo cual sería una lástima porque ese departamento me gustaba mucho.

Se me erizó el vello de la nuca cuando vi un rubio riendo a lado de Sakura, el mensaje no había sido lo suficientemente claro y alguien se le había acercado. Entrecerré los ojos y vi los tatuajes de iniciación de un yakuza. Bien ahí, un idiota niñato que acababa de entrar a la mafia, revisé rápidamente el salón, en algún lugar tendría que estar el grupo que lo había adoptado como parte de la familia, y seguro habría mucha sangre si decidía matarlo.

Creo que tengo que relajarme, eso de estar pensando en matar personas cada segundo no es precisamente la mejor idea, sobre todo, cuando no estoy en mi país.

Llegué a lado de la Ojos de Gato y vi su cara de confusión, se había quitado el abrigo y estaba sentada en la barra de la cocina. Traía una botella en la mano y el niñato de yakuza no dejaba de reírse. Le arrebaté la botella con más violencia de la que pensé, no creía que fuera tan idiota para beber lo que un desconocido le daba, leí la etiqueta y maldije todo lo que pude, le había dado un extracto de la marihuana. No lo dudé ni un segundo, tendría que matarlo.

Nadie, absolutamente nadie drogaba a las mujeres con las que yo estaba a menos que ellas lo quisieran. Y vaya, la Ojos de Gato seguro creyó que era agua, él imbécil frente a mí la había engañado, esa era una treta bastante normal, drogar mujeres y luego violarlas. Pero eso era solo para los hombres cobardes, yo nunca había abusado de una mujer, todas las mujeres con las que he estado han querido hacerlo y han estado conscientes. Coger bultos no era de mi preferencia.

Apreté el cuello del niñato yakuza siendo consciente de que varios de los presentes estaban atentos a lo que estaba haciendo, pero él me había ofendido en mi casa, merecía una compensación. Pude ver claramente su miedo cuando me decía que le había dado lo más ligero que había en toda la casa. También me dijo que no sabía qué estaba conmigo, eso era mas que obvio, si no nunca le hubiera parecido una buena idea. Se soltó de mi agarre y se arrodilló frente a mí, al parecer no era tan tonto como parecía, di una mirada hacia el resto de los asistentes y se hizo un silencio sepulcral, era casi como si tuviera magia y hubiera detenido el tiempo. Alguien con medio cerebro encendió la luz y nadie se movió, tal vez tenían el recuerdo de la pequeña fiesta en la Mansión Li que se me salió de control y hubo varios heridos, ningún muerto, pero casi.

Casi.

Qué tiempos aquellos, esa fue la fiesta en la que celebré mi cumpleaños número 13.

Yama se me acercó, al parecer él también se dio cuenta que los que venían con el niñato empezaban a moverse, no los creía tan idiotas como para tratar de matarme en mi propia casa, pero también era un alto riesgo pelearme con los yakuza, estaba en su territorio. Yamazaki con sus ojos entrecerrados de siempre me recomendó dejarlo pasar mientras le daba una larga calada a su cigarro, estaba más nervioso de lo que creía, tal vez él tenía problemas con los yakuza, no era una casualidad que los llevara consigo para todos lados.

Lo mejor sería dejarlo pasar, por más que quisiera desollar al tipo frente a mí.

Le dije a Yama que todos se fueran y como si el hechizo que detenía el tiempo se hubiera terminado todos empezaron a salir de mi casa, vi que se quedaron dos hombres entre 30 y 40 años, seguro eran los vigilantes del idiota que estaba arrodillado llorando, les di una mirada fría, sabían que la ofensa no podía quedar sin compensación. Eso era bueno de los yakuza, tenían un código de ética inquebrantable. Me incliné hacia el rubio imbécil y le dije en chino que su familia tendría que vérselas con la mía, le di una palmada en el hombro como para decirle que no lo mataría y supo que ese acto de benevolencia de mi parte no duraría mucho, así que salió corriendo. Los otros dos yakuza que quedaban me dieron una inclinación de cabeza más prolongada de lo normal antes de irse, ellos también sabían que tenía el derecho de matarlo.

Escuché la risa de la Ojos de Gato inundar el salón y maldije, perdonarle la vida a ese imbécil no quitaba el hecho de que la habían drogado. Miré el reloj ya iban a ser las nueve de la noche y por la reacción de su familia la última vez que ella tardó en regresar a casa, ya no teníamos mucho tiempo, necesitaba que avisara que estaba en algún lugar con alguien que no le haría nada. Volvió a reír, al menos no era del tipo que se ponía depresiva, a mi personalmente no me gusta la marihuana, influye mucho tu estado de ánimo sobre el efecto que te ocasiona, así que si eres un maldito desgraciado como yo, los trips no son placenteros.

La Ojos de Gato volvió a soltar una carcajada y me dije que tendría una larga noche, necesitaba algo para cortarle el efecto y averiguar quién podría cubrirla. Dudo mucho que a su familia le guste la idea de que se haya drogado, por mucho que no haya sido su intención hacerlo. Mírate Li, lo que estás pensando, quién diría que eres tan considerado.

Al parecer sería capaz de cualquier cosa por tenerla calentando mi cama.

Yama me preguntó si había consumido antes, mi amigo al parecer no era tan listo como él creía, la Ojos de Gato tenía tatuado en la frente que esa era su primera vez. Le di una mirada rápida, tenía la falda demasiado arriba de los muslos y estaba jugando con las manos mientras sus ojos parecían que se hacían cada vez más grandes y más brillantes, tenía las mejillas sonrojadas y no paraba de mover las manos. Me dijo algo sobre un cometa y casi me da risa a mí también, por suerte no había aceptado ninguna de las pastillas que me había ofrecido Yama, si no aquello no hubiera tenido un buen final.

Me acerqué y le bajé la falda de un tirón, no me gustaba la mirada de Yama hacia sus piernas, en general no me gustaba la mirada de Yama en lo absoluto. Levanté su abrigo y su maletín que habían salido volando cuando empezó a mover las manos y puse el pie debajo del banco donde estaba, lo que menos quería era que se cayera. La verdad se veía un poco tierna jugando con las manos, era como cuando en el jardín de niños te enseñaban a hacer figuras con hilos entre los dedos.

Le dije a Yama que evidentemente ella nunca había probado una puta droga en su vida, además le pregunté sobre la dosis, esas botellas eran de uno de los negocios que la familia de Yama tenían con los rusos, le podían poner marihuana a cualquier cosa, dulces, agua, aceites, repostería, hasta a condimentos, y de esa manera era mucho más fácil trasladar el producto. La Ojos de Gato no dejaba de moverse, tal vez lo mejor sería pasarla al sillón, además de mover las manos de un lado a otro estaba sacudiendo los pies, noté que me estaba viendo y cuando iba a soltar una carcajada se mordió el labio, de verdad se veía un poco linda con los ojos tan brillantes.

Jade de verdad.

Yama me dijo que traía muy poco, pero lo suficiente para tenerla en ese estado toda la noche, lo cual no era una buena idea porque se supone que al siguiente día tendríamos una comida con su familia. Tal vez podría llegar y presentarme como él que dejó que drogaran a su hija con marihuana procesada de Rusia. Creo que no le caería tan bien a su familia. De por sí su hermano ya me odiaba, no tendría mucho margen de maniobra si además se enteraba que la habían drogado en mi casa.

La Ojos de Gato me sacó de mis pensamientos al pedirme que hablara en Chino, y me molestó que eso hiciera reír a Yamazaki, algunas veces no era consciente de cuando dejaba de hablar en japonés y empezaba a hablar en chino, como la mayoría de las personas con las que suelo estar hablan los dos idiomas sin problemas es bastante normal mezclar ambas lenguas.

Además de poner el pie debajo del banco donde estaba la Ojos de Gato tomé el respaldo, de verdad se estaba sacudiendo, su cara cada vez se ponía más roja y creo que había jugado con su cabello porque estaba bastante alborotado. Empezó a desabotonarse el saco del uniforme y lo dejó caer, le di una mirada dura, no tenía problemas en que se quitara la ropa si quería, pero no con Yama ahí, sobre todo por como la estaba viendo. Se soltó el primer botón de la camisa y se aflojó la corbata y casi escuché a Yamazaki gemir, si no se detenía tendría que encerrarla.

Me dijo que algo le dolía así que dejé de sostener el banco y me puse frente a ella, volví a bajarle la falda teniendo el cuidado de tocar demasiado sus muslos, aunque sabía que estaba drogada tampoco quería poner al límite mi resistencia, sobre todo, con lo bien que se le veía la camisa del uniforme mal acomodada y con lo linda que era su cara sonrojada.

¿Era en serio que estaba admitiendo que la Ojos de Gato era linda? Tendría que replantearme eso de cara al hecho de que salí unos meses con ex reina de belleza coreana.

–Estoy drogada –me dijo después de balbucear algunas cosas y les juro que ahora quise reírme yo, se escuchaba muy triste, como si lo hubiera sabido todo el tiempo pero no hubiera podido decirlo en voz alta.

Me vi en la necesidad de parar el movimiento de sus manos, así que las aprisioné con las mías y las puse sobre su falda, así de paso evitaba que se levantara y siguiera creando fantasías en la mente de Yamazaki, quien por suerte ya estaba pidiendo algo para bajarle el efecto.

Al menos el imbécil servía de algo.

Le acomodé el cabello detrás de la oreja y le expliqué lo mejor que pude lo que había pasado, ahora sus enormes ojos se entrecerraban, seguro por el dolor de cabeza, pero ese era uno de los problemas de la marihuana a algunas personas hacia que les doliera la frente cuando iniciaba el efecto.

–Estarás bien, la marihuana no genera ningún tipo de dependencia. Necesito que escribas a tu casa Sakura y les digas que estás bien, que llegarás en un par de horas. –dejó caer la cabeza y puso su frente sobre la mía, estaba muy caliente, seguro se estaba muriendo de calor. Cerró los ojos y les juro que pensé en besarla, pero me contuve, ahora sí necesitaba que me canonizaran. Tenía las manos sobre sus muslos y sus labios a mi alcance y no hice nada. Absolutamente nada –Sakura, escribe a tu casa, van a volver a llamar a la policía. –le susurré y se negó a abrir los ojos, se sentía bastante bien que dejara caer el peso de su cuerpo sobre mi, eso me permitía fantasear sobre otras maneras de tener su peso sobre mi.

De pronto recordé a la chica de ojos raros que me había amenazado, ella era amiga de Ojos de Gato. Tal vez podría escribirle a ella, bueno tal vez podría escribirle yo usando el teléfono de la Ojos de Gato, porque dudo realmente que pueda hacer algo en la condición en la que se encuentra. Le volví a decir qué teníamos que hablar con alguien y se echó para atrás con fuerza, por suerte seguía sosteniendo el banco con el pie porque si no se hubiera caído de espaldas.

Soltó otra carcajada risueña y me dijo el nombre de la Presidenta de Clase.

Vi que arrugó un poco la frente al decírmelo como si estuviera celosa, seguro era tan tonta que creía que me gustaba o algo. Y vaya la chica de ojos raros era bastante bonita, parecía una muñeca de porcelana, pero al parecer calentaba la cama del hermano y ya bastantes problemas tenía con esa familia como además para pensar en quitarle la novia al Hermano-Gorila, y la verdad es que la Ojos de Gato era más interesante.

Le pedí la contraseña de su teléfono, pero estaba completamente en el viaje así que la solté esperando que no se cayera y tomé su maletín, ahí debía estar su teléfono porque no lo traía ni en el saco ni en el abrigo. Tenía la foto de un gato como fondo de pantalla, sin duda era una niñata, probé un par de combinaciones y levanté la ceja al ver que una funcionó, vaya que era tonta, no podía ser tan fácil entrar a su teléfono. Vi que hizo un movimiento extraño como si quisiera agarrar algo en aire y otra vez estuvo a punto de caerse, guardé el teléfono en el bolsillo y me dije que mi paciencia había llegado a su límite. Le puse las manos debajo de las rodillas, y la levanté, lo mejor era dejarla en el sillón, al menos si se caía sería menor la altura.

La senté y le bajé la falda por enésima ocasión ante la mirada divertida de Yama.

–Quédate quieta ¿sí? –le susurré pero pareció no escucharme, ahora estaba acariciando uno de los cojines que estaban a su lado. Lo cierto es que ese era el efecto de la marihuana, hacía que las sensaciones fueran más profundas, era como si de pronto tuvieras la capacidad de sentir mucho. Todo se sentía demasiado.

–No entiendo por qué sigues en mi casa bastardo –le dije a Yama sin mirarlo, la Ojos de Gato cada vez estaba más despeinada y los ojos se le estaban poniendo ligeramente rojos. Vaya, no veía cómo era que íbamos a salir de esa sin tener que admitir que se había drogado. ¿Tal vez podía decir que tenía conjuntivitis? Qué difícil era ser un adolescente con padres atentos de tu bienestar, eso nunca hubiera sido un problema para mí. Le quité el cabello de la cara y vi que tenía la boca seca.

Yama volvió a darme un sermón sobre la Bruja y sus intenciones y lo ignoré, al menos me dijo que lo que necesitábamos para bajarle el efecto llegaría pronto.

–Lo de Mei ya tiene meses Xiao –me dijo en chino sin despegar la mirada de la Ojos de Gato. –Diviértete lo que quieras con esta muñequita que es bastante deliciosa pero no vayas a cometer la pendejada de querer quedarte en Japón, es peligroso para todos –otra vez clavó la vista en la Ojos de Gato, me estaba amenazando. –sería una lástima que ella recibiera una visita desagradable ¿no crees?.

–Mide tus palabras Yamazaki, que no se te olvide con quien estás hablando bastardo. –me levanté para ir por otra cerveza, necesitaba un poco de alcohol. Yamazaki había salido al balcón y por suerte la Ojos de Gato estaba empezando a cansarse de mover las manos y los pies. Le acerqué el vaso con agua que le había traído y levantó las manos en pose de defensa, se echó completamente para atrás y abrió los ojos como platos. Si tan solo así se hubiera defendido cuando le dieron la botella con marihuana esto no estaría pasando. Insistí diciéndole que le daría sed en cualquier momento, ya tenía los labios partidos y eso era precisamente por lo que no me gustaba la marihuana, esa sensación de estar sediento todo el tiempo.

Aceptó el vaso y vi perfectamente como sus pupilas se dilataron, por eso había traído agua fría, digo si ya estaba así de drogada por lo menos haría que su viaje fuera placentero. Estimular a las personas cuando están en medio de los efectos de la droga es lo mejor que se puede hacer, tomar cosas frías, comer cosas dulces e incluso escuchar la música que te gusta es diferente cuando tu cerebro está alterado. La vi sonreír mientras tomaba el vaso con las dos manos, era como una niña con un juguete nuevo y fascinante. Apresuré un trago de la cerveza y la lata de pronto quedó vacía así que la aventé a la mesa frente a mí, la Ojos de Gato ponía los dedos sobre el vaso y luego los retiraba, me reí un poco.

No debería verse tan adorable drogada, si no pensaría en volver a drogarla solo para verla tomar agua con esa fascinación. ¿Qué mierdas estaba pensando?

Recordé que tenía que ponerme en contacto con la amiga de ojos raros, desbloqueé el teléfono y por suerte no tuve que esforzarme mucho, tenía abierta una conversación con la chica que se llamaba Tomoyo, al parecer ya le había pedido que la cubriera para poder venir conmigo. No me andaría con rodeos, en vez de fingir que era la Ojos de Gato le diría la verdad, si una cosa he aprendido por los días que llevo en Tomoeda relacionándome con adolescentes "normales" era que las cosas siempre podían empeorar y lo que menos quería era que las cosas empeoraran es estos momentos.

Le escribí.

Soy Li, Sakura está en mi casa. Está drogada, la llevaré a tu casa cuando pase el efecto, avisa a su familia.

No pasó medio segundo después de enviar el mensaje cuando ya estaba llamando. Rodé los ojos esa mujer era intensa.

–Li.

¿Me puedes explicar a qué te refieres? –contrario a lo que pensé su voz no estaba alterada en lo absoluto, tal vez sí era una psicópata. Me levanté del sillón al ver que la Ojos de Gato estaba entretenida abrazando el cojín y Yama seguía en el balcón. Caminé hacia la cocina por otra cerveza, la que me había traído no me había durado absolutamente nada.

–Precisamente a lo que te escribí. Fue un accidente, aceptó una botella con marihuana –noté como ahogó un grito. –Ya pedí algo para bajarle el efecto, pero tardará un par de horas– miré el reloj en mi muñeca ya eran las diez. –Avisa a su familia, puedes decir que se quedará contigo esta noche, yo la llevaré a tu casa cuando pase el efecto.

Iré por ella ahora. –sentenció y al parecer no estaba pidiendo mi opinión. –Dame tu dirección. No le diré a nadie solo para protegerla, pero eso no significa que esté bien lo que estás haciendo Li. Si no te gusta deja de jugar con ella y deja de ponerla en peligro. Te lo advierto, no quiero saber por qué consumió marihuana en tu casa, pero deberías saber que ella no es ese tipo de persona…

–Ahórrate la mierda ¿si? –corté su sermón y me metí un cigarro entre los labios para encenderlo. –Si quieres venir por ella está bien, ahora te envió la dirección por mensaje. Y deberías dejar de estar amenazándome, mi paciencia tiene límite.

Me separé el teléfono para escribirle un texto.

–Ya está.

Llego en una hora. –y me cortó el teléfono. Vaya, sí que era intensa esa niñata. Abrí el refrigerador y saqué todo el six de cervezas y me lo llevé, serví otro vaso con agua para Ojos de Gato y regresé a la sala. Apreté los dientes al ver a Yamazaki sobre la Ojos de Gato, dejé lo que traía en las manos en la mesa y me apresuré a tomarla antes de que cayera en un intento de alejarse de los toqueteos de Yama. Me gustaba que pese a la situación en la que se encontraba no dejaba de defenderse. Le solté un golpe a Yamazaki quien me dio otra mirada de esas risueñas y me guiñó el ojo, como diciéndome que solo había sido un coqueteo inocente.

El bastardo la quería para él.

¡Ja! Como si eso fuera siquiera una posibilidad, la gatita no sería de nadie hasta que fuera mía. La Ojos de Gato se acomodó sobre mi pecho y sus manos se prensaron de mi camisa con fuerza. Volví a bajarle la falda sobre los muslos y le acomodé el cabello para quitárselo de la cara. Regresé mi atención a Yamazaki, ya me tenía harto así que lo corrí por enésima ocasión de mi casa, mandaría cambiar la cerradura no quería que pusiera un puto pie en mi departamento otra vez. Le dije que le diera mi mensaje a la Bruja ya que estaba tan emocionado de ser su sirviente y que de paso le avisara a los yakuza que nuestra conversación no había terminado. Se despidió de la Ojos de Gato llamándola por su nombre y solo le di otra mirada de advertencia, su teléfono sonó y salió de la casa, seguramente ya había llegado lo que necesitaba para cortarle el efecto de la marihuana, al menos lo tomaría antes de que llegara la loca de su amiga.

Esa chica seguramente me castraría, ahora que lo consideraba era más peligrosa que el idiota de su hermano. La Ojos de Gato levantó los ojos, otra vez tenía los labios partidos, seguro estaba muerta de sed. Vi que había puesto el vaso vació en el piso, así que me hice un poco para adelante para tomar el otro que había traído, sus manos seguían agarrando mi camisa con fuerza. Le puse el vaso frente a los labios y lo incliné para que bebiera, nunca había entendido bien a bien el gusto por las mujeres indefensas y medio torpes pero ahora con la Ojos de Gato me daba cuenta que tenía un poco de encanto cuidarlas.

Escuché el sonido de la puerta y solo vi un frasco volar hacia mi dirección, noté que Yama dejó la tarjeta sobre la mesa y desapareció, al menos hizo una cosa bien el malnacido, ya tendría tiempo para hacerle llegar un regalo, no pasaría desapercibidas sus amenazas y sus palabras, era un imbécil. Primero tendría que arreglar algunas cosas con la Bruja, pero nunca le perdonaría lo que me había hecho.

Jamás.

Algunas personas piensan que soy rencoroso, pero lo cierto es que una vez que pierdo la confianza en alguien, nunca la vuelvo a recuperar, y la verdad es que consideraba a Yamazaki lo más cercano a un amigo. Noté como la presión de las manos de la Ojos de Gato disminuyó, se estaba quedando dormida. La sacudí un poco, tenía que beber el CBD para salir del viaje, le quité el cabello del rostro y le soplé aire frío, había bajado la temperatura de la habitación cuando vi que tenía mucho calor, pero ahora el cuarto ya estaba demasiado frío.

Abrí el frasco con los dientes y lo eché al vaso que tenía en la mano, mientras con la otra mano trataba de mantener a la Ojos de Gato sentada, olí el vaso y le di un trago para saber si era CBD, arrugué la cara, sí efectivamente era CBD. Le acerqué el vaso a los labios otra vez y le insistí para que bebiera, sonrió un poco al sentir el agua fría y su rostro volvió a relajarse, me hubiera gustado verle los ojos pero los tenía cerrados, sus pestañas negras eran lo único que contrastaba con sus mejillas sonrojadas en la cara llena de pecas. Le seguí dando tragos de agua y le soplé aire frío durante otro rato para quitar mi atención de sus labios, las ganas de besarla me estaban superando.

–Me gustas. –me soltó de pronto y me reí. Abrió los ojos grandes y brillantes y sin darme cuenta tuve que pasar saliva para no arrojarme sobre ella. Le quité otra vez el cabello del rostro, tenía un flequillo rebelde que siempre terminaba sobre sus ojos, dejé el vaso con agua en el piso y le puse la mano fría en el cuello sin dejar de soplarle al rostro. Era tonta y adorable casi en la misma proporción.

Le dije que obviamente yo ya sabía que le gustaba, lo supe desde el día uno en que me miró, dicen que hay dos cosas que no se pueden esconder, la tos y el amor. Y si bien yo sabía que la Ojos de Gato no me amaba, sí le gustaba como nunca antes le había gustado otro chico en su corta vida.

Y vaya que eso se sentía muy bien. Gustarle tanto a alguien era placentero.

Se dejó caer sobre mi pecho y yo acomodé la mano que tenía en la espalda sobre su cintura, la subí un poco al sillón porque se estaba resbalando y como ya era costumbre volví a acomodarle la falda, recordé que un día tenía la música tan alta que escuché su música, así que saqué uno de los airpods de mi bolsillo y se lo puse en el oído derecho, me puse el otro y dejé una lista de reproducción de los Yeah Yeah Yeahs en aleatorio, sabía que le gustaba esa banda.

Su cuerpo se relajó por completo y noté su respiración acompasada se había quedado dormida. Abrí la lata de cerveza con una mano y le di un largo trago, su amiga llegaría en media hora y seguro me gritaría, la verdad es que no sé si valía la pena todo lo que estaba haciendo solo por coger con la Ojos de Gato. En menos de una semana me habían pegado dos veces por ella, me habían dado tareas extra, tendría que lidiar con los yakuza y mantener a Yama alejado y todavía estaba lejos de poder coger con ella.

Muy lejos.

¿De verdad esa niñata de ojos verdes valía tanto esfuerzo? Yo podía tener a quien quisiera solo con tronar los dedos y ahora estaba ahogándome las ganas con un lata de cerveza cuando Yama me había traído a la deliciosa bebé de piernas pálidas de la última vez. Volteé a ver a Kinomoto, ella también tenía piernas pálidas y más bonitas que las de la chica de falsos ojos azules.

Sonreí, estaba jodido de verdad.

Cerré los ojos tal vez podía dormir un poco mientras esperaba que llegara la intensa de la Presidenta de clase, me estaba acomodando para apoyar mi cabeza en la cabeza de la Ojos de Gato y de pronto levantó la mirada, algunas veces tenía una mirada muy pesada como si quisiera atravesar mis intenciones solo con los ojos.

–¿Yo te gusto? –mi pecho se contrajo como si todo el aire me saliera de los pulmones de un solo golpe. ¿En qué momento la niña que se sonrojaba cuando intentaba besarla se había convertido en eso? Ahora tenía la valentía de mirarme a los ojos sin temor y preguntarme si me gustaba.

¿Me gustaba? O sea quería desvirgarla, pero eso era diferente de gustar y mucho más diferente de lo que significaba para ella. Nos quedamos como pausados en el tiempo, ella no se movía y yo tampoco, era como si no quisiera mentirle, pese a lo sencillo que sería simplemente decirle que sí, que ella también me gustaba.

Eso facilitaría las cosas en exceso, tenerla en mi cama sería más fácil.

Pero aun así parecía como si no tuviera la capacidad de mentirle cuando me veía así, como si quisiera conocer todos mis secretos. Agaché la cabeza y la besé, podía que con eso respondiera su pregunta sin tener que decirle una mentira en la cara. Se sorprendió tanto de mi contacto que dio un saltito hacia atrás, pero después se prendó de mi camisa y me respondió el beso.

Seguía sin respirar.

Estuvimos labio con labio un rato y apreté su cintura, me merecía un poco más después de todo lo que había pasado ese día, era como si no pudiera tener días tranquilos desde que conozco a Ojos de Gato. Se incorporó un poco en medio del beso y me agarró de la nuca para tener apoyo y yo aproveché el movimiento para morderle el labio, se quedó un poco quieta como sin saber qué hacer, pero no la presioné más allá de eso, aunque ya había tomado el CBD y el efecto de la marihuana estaba pasando, no estaba bien aprovecharme de su estado alterado.

Vaya qué sorpresa, al parecer sí soy la puta Madre Teresa de Calcuta.

Sonó el intercomunicador de la caseta de vigilancia, al parecer la amiga de ojos raros había llegado. Corté el beso y la tomé de los hombros.

–Escúchame Sakura, vino la Presidenta de la clase por ti –la Ojos de Gato se volvió a reír, sin duda todavía estaba bajo el efecto de la marihuana. –Seguro nos sermoneará a los dos, deja que yo hable ¿si? –asintió lo mejor que pudo. Le puse un abrigo mío que estaba en el sofá y le doblé un poco las mangas porque la Ojos de Gato era muy pequeña.

La puse de pie y el abrigo cayó casi hasta el piso, era casi como una muñequita, soltó una risita risueña cuando le bajé la falda y volví a acomodarle el cabello.

–Tu falda es bastante molesta. No debería ser tan corta –me dio una mirada de que no estaba entendiendo lo que le decía, pero no hice más. La dejé parada a la mitad de la sala y apreté el botón para permitirle el acceso a su amiga. Hablé por el intercomunicador para indicarle el piso, por su cara se veía bastante molesta y venía con tres mujeres con lentes oscuros y trajes negros. A lo mejor cumpliría su amenaza de matarme en ese preciso momento.

Tomé el saco azul del uniforme, el maletín y el abrigo de la Ojos de Gato y esperé que llegara su amiga con ella recargada completamente sobre mí. Entró con pasos apresurados y las tres mujeres hicieron un perímetro de seguridad alrededor de Sakura y la alejaron de mí. Eran personas entrenadas, seguro eran de una compañía de seguridad privada o algo así.

–Son sus guardaespaldas –dijo la Ojos de Gato, que al parecer ya estaba acostumbrada a la escena.

–¡Sakura! –gritó la amiga con una voz de preocupación total, como si estuviera a punto de llorar. –Estaba muy asustada. ¿Estás bien? Tuve que decirle a Touya que estarías en casa y casi nos peleamos porque quería hablar contigo. –la abrazó completamente fuera de sí. –¡Tú! –me señaló con el dedo y una de las mujeres que iba con ella se puso frente a mi. –¿Qué le hiciste? ¿Qué le diste? –otra de las mujeres sostenía a Sakura, porque al parecer le costaba un poco mantenerse en pie, lo cierto es que se estaba quedando dormida otra vez por el CBD.

–Deberían cargarla, se está quedando dormida –dije sin siquiera molestarme en contestarle a la loca de ojos morados que me señalaba con el dedo, ni tampoco preocuparme por lo que la guardaespaldas me podía hacer. –Tomó una botella que contenía THC –los ojos de la amiga se volvieron más oscuros, como negros. –Fue una dosis muy pequeña, Sakura la bebió por accidente, le di un poco de CBD para contrarrestar el efecto, ha estado tomando agua y seguro pasará en unas horas más. –levanté los hombros. –Debería comer algo y seguir bebiendo agua. No le di veneno así que deja de verme así.

La guardaespaldas que estaba con la Ojos de Gato la cargó de un movimiento limpio y otra de ellas tomó sus cosas, mientras la otra permanecía a la espera de saber si me atacaba o no. Ahogué un bostezo.

–Si no piensan quedarse a pasar la noche aquí… –señalé la puerta para acelerar lo que fuera que iba a pasar, si me iban a soltar un golpe preferiría que fuera rápido para irme a dormir, solo un par de cervezas y ya estaba en la lona, al parecer la juventud se me estaba escapando de las manos. La Presidenta de la clase le dio una mirada a la mujer que estaba frente a mi y se alejó para ponerse tras ella sin bajar su posición de ataque; ella caminó hasta que estuvo a medio paso de mi, era más alta que la Ojos de Gato, pero seguía siendo pequeña comparada conmigo.

–Solo hago esto por Sakura. Y lo que te dije el otro día sigue en pie. –su voz era completamente serena, cualquiera creería que estaba hablando con un amigo cercano. Sin duda ella era la más peligrosa de todas las personas que se dedicaban a cuidar a la Ojos de Gato, ella no dudaría en dispararme en medio de la frente o darme una paliza, por la forma en que se había parado hace un rato supongo que está entrenada en artes marciales.

¿Quién lo diría? La amiga de ojos morados me estaba dando un poco de miedo.

–Sí, lo sé. –volví a levantar los hombros como para no darle importancia a lo que me estaba diciendo. Lo cierto es que era completamente consciente de que si pudiera me arrancaría la piel con sus propias manos, y no tenía ganas de averiguarlo. Sabía que podría engañar a la Ojos de Gato, pero no a su amiga, era como si ella pudiera saber el tipo de persona ruin que era con solo mirarme.

–Vámonos. –se giró sin verme y subieron al elevador. La Ojos de Gato hizo un esfuerzo por abrir los ojos antes de que las puertas del elevador se cerraran y por suerte alcancé a ver su sonrisa.

Me apreté el cuello con la mano, sentía como mi cuerpo estaba completamente tenso, tomé otra de las latas de cerveza y le subí un poco a la temperatura del cuarto, estaba demasiado frío. Encendí un cigarro y me dejé caer en el sillón, lo peor es que todavía tendría que hacer el juego del niño bueno e ir a su casa mañana. Solté un bostezo, de verdad estaba muy cansado, era una vergüenza que a mis 17 años quisiera dormirme temprano un sábado, pero realmente estaba cansado.

Le dí la última calada al cigarro y me puse de pie.

Apagué las luces y abrí la puerta de mi habitación con la llave que traía en el bolsillo, rebusqué entre las cosas que todavía estaban en un caja y saqué un teléfono. Apreté los dígitos de un teléfono de memoria y solo envíe la frase: Un mes.

Ese era el teléfono para que la Bruja viera de manera directa mi mensaje, y me compraba tiempo para saber cómo resolver lo que tenía que resolver. Volvería a China en ese lapso, tampoco es que tuviera la intención de renunciar a mi vida o a mi herencia, si ya pertenecía a una familia de locos, por lo menos viviría con las ventajas que eso implicaba, ser un paria no era una opción para mí. Pero todavía no me iría de Japón. Se encendió la señal de que la Bruja había visto el mensaje y no hubo respuesta, pero con ella siempre era así, nunca había respuestas.

Me dejé caer en la cama y me envolvió la bruma del sueño; fue uno de eso sueños en los que constantemente estás cayendo, como si fuera un vacío eterno en el que solo puedes caer. Recurrentemente soñaba eso, una vez un psiquiatra infantil me dijo que era un reflejo de mis afectos irresueltos, tal vez era cierto, quién sabe. Por suerte pude dejar de ir a terapia después de los 10, hay algo con las familias ricas que siempre enloquecen, y al parecer ese también era mi destino.

Desperté temprano, no soy del tipo de persona que necesita muchas horas de sueño para estar descansado. Abrí la cortina del balcón y vi que estaba nublado sería una mañana fría al parecer. Vi que tenía un par de mensajes de Yama diciendo que los yakuza querían una reunión conmigo, sí claro, como si fuera tan estúpido como para asistir a una reunión con la mafia japonesa solo, porque si Yama pudiera él mismo me mataba. Le mandé un emoji del dedo de en medio para que entendiera mi mensaje.

Me di una ducha rápida.

La Ojos de Gato no me había escrito aun y no sabía a qué hora tenía que ir a su casa, pero supuse que cómo eran las 6 de la mañana seguiría dormida. Encendí el primer cigarro del día mientras me secaba un poco el cabello con una toalla, aprovecharía el tiempo para arreglar un par de cosas con las personas que estaba trasladando dinero de mis cuentas personales a cuestas irrastreables, no dejaría que la Bruja me cortara el efectivo, porque me negaba de vivir con una persona normal. Abrí mi computadora y agradecí mentalmente que hubiera personas tan inteligentes que trabajaban para mí, ya tenía varios millones en mi cuenta. Le deposité a los adorables niños rata que no se despegaban de sus computadoras y me preparé un café, abrí el refri y me encontré un pastelillo de chocolate así que no lo dudé y lo incorporé a mi balanceado desayuno. Tal vez debería pedir algo de comida, mi refrigerador solo tenía alcohol, más de esas botellas con marihuana que no iba a tocar y dos pastelillos más.

A lo mejor le podía decir a la Ojos de Gato que me acompañara de compras, ese tipo de cosas les gustan a las niñatas así ¿no? Hasta podría pedirle que me preparara la cena o algo así. No sonaba como una mala idea.

Para mi sorpresa sonó mi teléfono con el número de la gatita. Era afortunada, justo estaba pensando en ella.

–Li.

–H-hola –hubo una pausa como para darse valor. –Y-yo, l-lo siento –la Ojos de Gato siempre se estaba disculpando, era un poco ilógico considerando que había sido ella a la que habían drogado en contra de su voluntad en mi casa, si nos ponemos serios quien tendría que disculparse soy yo. –N-nadeshiko, digo mi madre quisiera saber si te parece comer a las dos de la tarde –soltó las últimas palabras de corrido, casi como si se hubiera exprimido el pecho para decirlas.

–Sí, me parece bien. –escuché como soltó un suspiro. –¿Quieres que lleve algo? –podía ser una persona ruin, pero tenía modales de persona rica, así que era bastante educado.

–N-no. Está bien –se quedó callada un segundo. –N-nos…

–¿Estás bien Sakura? –corté su despedida.

–S-sí.

–Lo que pasó ayer no debió pasar, perdóname. –claramente escuché como ahogó un grito de sorpresa. –Te compensaré de alguna manera, lo prometo. Te veo en unas horas.

–S-sí. –y colgó.

La pobre no sabía cómo reaccionar, bueno siendo sinceros yo tampoco sabría cómo reaccionar a todo lo que le pasó, seguro está preocupada por el hecho de que alguien como yo asista a su casa. ¿Pensará que me presentaré drogado? ¿Creerá que voy a agredir a su familia? Digo, considerando lo que vio ayer ya debe tener una idea de que soy una especie de criminal, si no cómo podría explicarse tanto dinero y todas las drogas que pudo ver ayer. A lo mejor piensa que soy narcotraficante.

Me reí un poco, podría serlo, pero de momento prefiero consumirla que venderla.

Volvió a sonar el teléfono, pero ahora era la aduana, que por fin ya podía pasar a recoger mi coche, por fin mi bebé había llegado a Japón. Vi el reloj y me di cuenta que tenía tiempo suficiente para ir por mi coche y luego ir a la casa de la Ojos de Gato, pedí un taxi y me calcé los tenis. Lo cierto es que podía fingir bastante bien ser un hijo promedio de una familia rica, con buena ropa, un buen coche y buenos modales. Me miré al espejo del recibidor, me vi tentado a quitarme el arete que tenía, pero creo que sería demasiado exagerado, ya con el hecho de vestir camisa la Ojos de Gato tenía que saber qué me había esforzado. Tomé un abrigo negro largo y la única bufanda decente que tenía y salí.

El puto viento me golpeó con fuerza, sin duda sería un invierno muy frío, metí las manos en los bolsillos y antes de darme cuenta ya estaba frente al volante de mi precioso bebé, acaricié su recubrimiento de piel, era sin duda hermoso. Hice una parada en una tienda de vinos y compré uno de los que solían beberse en la Mansión Li y me dirigí a la casa de Kinomoto. Mi bebé era un Aston Martin Vanquish y aunque ya podría decirse que era un clásico, todavía arrancaba las miradas de las personas cuando pasaba.

Estacioné afuera de la casa de Ojos de Gato diez minutos antes de las dos, tomé la caja donde venía el vino y también la caja de rosas que había comprado para la mamá de Kinomoto para agradecerle el bento. Les dije que yo era capaz de jugar el juego del niño bueno que puede ir a la casa de una adolescente y conocer a sus papás, vaya, me conocía tanto que estaba seguro que los papás de Kinomoto me adorarían desde el primer minuto.

Subí las escaleras pensando que se me congelaría el rostro y en menos de medio segundo apareció la Ojos de Gato con la cara más roja que un tomate y moviéndose de manera extraña, parecía como si tuviera una contractura en la espalda o algo, parecía un robot.

–¡L-Li! –su voz sonaba muy alterada. –Tengo que advertirte algo… –me dijo casi susurrando mientras me dejaba pasar al recibidor que por suerte era muy cálido. –Mi familia está un poco loca… –siguió susurrando. –Mi mamá… mmm… perdón –no entendí por qué otra vez se disculpaba.

Tomó mi abrigo y me ofreció unas pantuflas que parecían nuevas, se me quedó viendo unos segundos como maravillada por lo que aproveché la situación y le guiñé el ojo para que me diera un sonrojo y pasó, era infalible. Después de unos minutos recobró la compostura así que empezó a caminar y yo caminé detrás de ella; me recibió un aroma delicioso, la casa era pequeña, pero tenía una decoración interesante que reflejaba el buen gusto de quien quiera que lo hubiera hecho, también había algunas antigüedades perfectamente acomodadas, el ambiente era cálido así que poco a poco se me desentumió el rostro.

Seguí a la Ojos de Gato hasta una pequeña sala de color verde donde ya esperaba un servicio de té y dos adultos, supongo que sus padres. El hermano-gorila no se veía por ningún lado por lo que me dije que era una persona afortunada ya que me libraría de su hostilidad. Sus papás eran los clásicos padres, su mamá traía un mandil de cocina rosa, pero fuera de eso era una mujer muy bella, cabello gris oscuro y ojos verdes brillantes, ya veía de donde los había sacado la Ojos de Gato; su padre era bastante alto, casi de mi estatura, tenía una mirada de padre comprensivo que se notaba a kilómetros, usaba lentes y tenía el cabello como cobrizo, supongo que el tono de cabello de la Ojos de Gato también venía de ahí.

Me acerqué e hice una inclinación, pero para mi sorpresa la mamá de la Ojos de Gato se apresuró a abrazarme. No los voy a mentir me paralicé, y solo noté la cara de angustia que había puesto Kinomoto.

–¡Mamá! –se quejó de forma infantil.

–Es para agradecerle lo que hizo por ti cariño. Nadeshiko Kinomoto –se presentó viéndome fijamente a los ojos después de liberarme de su abrazo, también me quedaba claro que la mirada penetrante venía de ese lado de la familia.

–Li Shaoran –me volví a inclinar y le ofrecí las flores y la botella de vino. –Gracias por el bento, es muy buena cocinera señora Kinomoto.

La Ojos de Gato no cabía de la impresión, su mamá sonrió plácidamente y supe que era una sonrisa sincera. Su padre se acercó y por suerte no me abrazó, aunque sí me extendió la mano en un apretón fuerte y firme, siempre he pensado que puedes conocer mucho de la personalidad de las personas por la forma en que dan la mano, y el papá de la Ojos de Gato tenía un apretón con la suficiente fuerza para dejar ver que era una persona segura de sí misma y cordial. Al sonreír sus ojos desaparecían, también parecía sincero.

–Fujitaka Kinomoto. Gracias por lo que hiciste por nuestra Sakura, y lamentó lo que sucedió ese día, Touya estaba muy preocupado, espero puedas excusarlo.

Asentí, tenía una manera de hablar que parecía encantar serpientes, me invadió una sensación de paz, nada que ver con las sensaciones que me ocasionaba una reunión con la Bruja o una estancia en la Mansión Li. Me señaló el sillón para que tomara asiento y me senté casi de forma automática, frente a mí la madre de la Ojos de Gato puso unos pastelillos de chocolate y una humeante taza de té verde, olía bien.

–El día que visitaste el café vi que pediste estos pastelillos –me dijo su Madre y otra vez me generó una extraña ansiedad. ¿Así era que tus padres prestaran atención a que lo que hacías? La Bruja no sabía ni la fecha de mi cumpleaños y eso que ella me había parido, mucho menos recordaría si me gustaba el chocolate o no. –La comida ya casi está lista. Ven Sakura ayúdame con la mesa.

Me levanté con un ademán de ofrecer mi ayuda, pero la Madre negó y me guiñó el ojo, lo cual les juro que casi hace que me sonrojara.

–Touya no está, Tomoyo tenía un concurso de coro y la acompañó, tal vez podrías jugar ajedrez con mi esposo que se siente un poco aburrido porque no lo dejamos cocinar. –yo asentí otra vez y regresé a mi lugar. La Ojos de Gato me dio una mirada como de disculpa y fue arrastrada (literalmente) por su madre a otra habitación. Se veía un poco bonita con el vestido verde que traía.

–¿Sabes jugar Li? –me preguntó el papá de Kinomoto mientras se acercaba a la chimenea a buscar el tablero.

–Shaoran está bien señor Kinomoto. Sí, aunque hace mucho que no tengo una partida. –se acercó sin quitar la sonrisa del rostro e instaló una mesita con el tablero.

–Nadeshiko lo hizo para llevarse a Sakura –la sinceridad de sus palabras me alteró un poco la respiración. –Está preocupada porque es la primera vez que un muchacho le gusta a Sakura.

MIERDA.

Abrí los ojos como platos, eso sí que no me lo esperaba. Me quedé inmóvil mientras el papá de Ojos de Gato iniciaba la partida al mover a su peón.

–Se ve que eres un buen muchacho, sabemos que te transferiste de China. No tengo intención de decirte como tienes que comportarte ni nada por estilo, por favor no me malentiendas –solo atiné a afirmar con la cabeza mientras trataba de prestar atención al juego. –Tan solo queríamos conocerte y saber qué tipo de persona eres, nada más.

Me dio otra sonrisa amplia.

Lo cierto es que no me había amenazado ni siquiera de manera sutil, solo me había dicho que querían conocerme. Su tono de voz y lenguaje corporal estaban calmados y se ve que es del tipo de persona que prefiere conciliar a castigar a alguien, estoy seguro que nunca ha castigado a la Ojos de Gato. Le respondí la sonrisa y decidí concentrarme en el juego.

–Tienen una interesante colección de antigüedades. ¿Ese es un jarrón de la dinastía Ming? –a lo mejor eran una familia rica igual que la mía, en el salón de la mansión había un par.

El papá de Kinomoto soltó una risa.

–Es una réplica. Veo que tienes buen ojo. ¿te gustan las antigüedades? –Sakura se asomó por la puerta donde se había ido.

–¡Papá! No todos tenemos un doctorado en Historia –lo reprendió y su papá sonrió ampliamente. –No le hagas ningún examen como a tus alumnos de la universidad por favor. –su madre volvió a aparecer y otra vez la arrastró lejos. Volví la mirada a mi oponente en el ajedrez, al parecer su papá era historiador.

–No te preocupes, no habrá ningún examen. –me dijo sonriendo otra vez y sus ojos volvieron a desaparecer. –Jaque mate.

Volteé a ver el tablero y efectivamente había perdido, casi instintivamente me toqué la nuca casi avergonzado de haber tenido una partida tan corta. La Ojos de Gato apareció para salvarme de mi vergüenza al anunciar que la mesa ya estaba puesta y la comida servida. Su padre se levantó y me indicó con la mano que caminara, seguí la espalda de Kinomoto quien estaba sonrojada y sonriente, sin duda el vestido era muy bonito, tenía una especie de perlas en la espalda y se abría en un corte como de campana.

La mesa estaba finamente acomodada y había una gran variedad de platillos, algunos que nunca había comido. Me senté a lado de la Ojos de Gato y sus padres se sentaron frente a nosotros, extrañamente no me sentía incómodo, era como si la calidez que había en la casa fuera la calidez de las personas que la habitaban.

¿Con qué así lucía una comida familiar?

Agradecimos la comida y tomé el cuenco de arroz para empezar a comer, sin duda la madre de la Ojos de Gato era bastante buena en la cocina, nunca había probado un sabor similar, era como si la comida más cara del mundo no pudiera imitar el sabor de una comida hogareña.

–¿Tus papás también están en Japón? –levanté la mirada hacia la madre de la Ojos de Gato que se había quitado el mandil y tenía un precioso vestido de color marfil. Sin duda la Ojos de Gato no había sacado toda la belleza de su madre, era un mujer muy atractiva.

–No. Mi madre está en Hong Kong y mi padre murió cuando yo era niño –todos me miraron con pena, siempre sucedía lo mismo. –Está bien, yo era un bebé, no lo recuerdo mucho. –dije para tratar de quitarle importancia.

–¿Estás viviendo solo? –me dijo su padre ligeramente sorprendido, si supiera que prácticamente vivo solo desde que nací.

–Sí. Mi madre es empresaria, entonces ella tiene que permanecer en China y mis hermanas hace mucho tiempo que están casadas, nos vemos unas veces al año. –volví a usar el tono despreocupado, pero noté la mirada de intranquilidad de la mamá de Kinomoto, le parecía inconcebible que yo estuviera solo en un país desconocido.

Sin duda no sabían que las personas ricas casi siempre están solas.

–Ya veo –dijo su madre con un tono como de angustia. –Sakura nos dijo que vives cerca de Hana Coffee, puedes pasar a desayunar antes de irte a la escuela, tenemos descuentos para estudiantes. –su tono de completa amabilidad me desconcertó, noté que la Ojos de Gato trataba de que su mamá no me dijera esas cosas haciéndole muecas, me dio algo de ternura.

–Muchas gracias.

–¿Ya tienes en mente alguna carrera que te guste? Hemos hablado con Touya y Sakura sobre la importancia de tener claridad sobre el futuro desde muy jóvenes, ya tienen que empezar a prepararse para el examen de la universidad y es muy difícil.

Otra vez me quedé helado, eran de ese tipo de cosas que yo no pensaba muy seguido. Mi familia era dueña de una escuela, así que no tenía que hacer exámenes de ingreso para nada y tampoco es como si yo pudiera tomar ese tipo de decisiones, seguramente la Bruja me inscribiría en alguna cosa que sirviera para poderme hacer cargo de la Familia.

–Papá, aun es pronto para saber ese tipo de cosas. –volvió a soltar la Ojos de Gato a manera de reprimenda, al parecer no era tan tonta, había notado mi incomodidad.

–Regresaré a China para estudiar la Universidad –le di una mirada a la Ojos de Gato como para decirle que estaba bien, casi sentí que podría ser un buen actor. –Es mi responsabilidad hacerme cargo de los negocios de mi familia, entonces tendré que decidir con base en eso.

–Eso es muy maduro de tu parte. Pero hay algo que te guste a ti ¿alguna carrera que te gustaría estudiar? –sentí que la pregunta me caló, las familias tradicionales como la mía no tenían cabida a hacer "lo que te gusta", haces lo que tienes que hacer para la familia, no hay otra opción.

–Soy muy bueno en matemáticas –dije con falsa modestia. –También me gusta mucho la historia, tal vez estudiaría algo en alguno de esos campos.

–¡Estupendo! –la alegría de su padre me generó una extraña sensación en el cuerpo, noté la cara de angustia de la Ojos de Gato así que estiré la mano y discretamente apreté la suya como para decirle que estaba todo bien. –Puedes ir a verme a la Universidad cuando quieras y te doy libros o recomendaciones en la materia.

Parpadeé.

Los Kinomoto eran raros, me acababan de conocer y ya me habían ofrecido comida y ayuda vocacional, al parecer si me quedaba algunos minutos más me adoptarían o algo así. ¿Eso era normal? ¿O solo era el hecho de que mi familia era una mierda? La mano de la Ojos de Gato sudaba, seguro estaba más nerviosa de lo que podía estar yo.

Volví a agradecer sus atenciones y para mí fortuna la mamá de Kinomoto se levantó por el postre y por café. Les dije que era perfectamente capaz de pasar una tarde fingiendo ser una persona educada y supongo que lo estaba logrando porque la Ojos de Gato tenía una cara de que no podía con la impresión, seguro pensó que golpearía a su familia y me robaría la plata o algo. Empecé a jugar con sus dedos debajo de la mesa y me dio un sonrojo, mirando al frente mas tiesa que un robot, creo que otra vez no estaba respirando y yo que pensaba aventurarme y acariciarle las piernas.

La mamá de Kinomoto me habló cuando yo seguía pensando en las piernas de su hija, así que solo atiné a asentir a lo que sea que me había dicho, por suerte solo me preguntó si quería más pastelitos de chocolate.

Me volvió a guiñar el ojo y me dije a mí mismo que si la Ojos de Gato fuera la mitad de lo coqueta que es su mamá tendría a media preparatoria a sus pies, es más, toda la preparatoria estaría babeando por sus atenciones. Incluso yo que ahora no pude evitar sonrojarme. Bebí de la taza de café que me ofreció para tratar de recuperarme de la impresión de que la mamá de Kinomoto estuviera penetrando mis barreras de encanto como si no existieran.

–Mamá fue modelo –me dijo la Ojos de Gato que al parecer se percató de que me sonrojé ante las atenciones de su madre. –Lo dejó cuando nacimos Touya y yo, y con sus ahorros compró el local del Hana Coffee, fue muy famosa en Japón. –dijo completamente llena de orgullo y me dije que tenía mucho sentido, la señora tenía un aire al caminar muy particular, seguro producto de sus años de pasarela.

–No fui modelo mucho tiempo, nos casamos jóvenes, fue casi amor a primera vista –dijo su madre completamente emocionada mirando a su esposo qué tenía los mismos ojos de ensoñación. ¡Vaya! Entonces no era mentira que sí existían parejas de personas casadas que realmente se querían y que no solo se casaban por conveniencia o dinero, para nadie era un secreto que la Bruja se había casado con mi padre porque quería pertenecer a la familia Li, no porque lo amara o alguna mierda de esas.

El amor solo servía si era una transacción, si se obtenía algo de él, ese conjunto de sentimientos desbordados que hacían que las personas hicieran cosas que no se creían posibles. El amor tenía que ser utilizado para poseer, para obtener lo que quieres de la otra persona, para que no ponga ninguna clase de resistencia. El amor es una ilusión utilizada para la manipulación del otro, yo por eso nunca me he enamorado y nunca me enamoraría, el amor te vuelve débil, hace que dejes de pensar, pero sí aprovecharía el hecho de que las personas se enamoraran de mi y precisamente por eso...

–Me gustaría salir con Sakura si ustedes lo permiten –me incliné en una reverencia y noté el silencio sepulcral que se hizo después de que la Ojos de Gato escupió el café que estaba bebiendo y dejó caer la taza que traía en las manos.

Continuará…


Ya sé que soy una sinvergüenza que se atreve a publicar un capítulo después de años, años y años, no hay más excusas que el hecho de que la vida adulta es más absorbente de lo que uno quisiera, lo único que puedo decirles es que sigo escribiendo en mis ratos libres. Sé que todos estamos pasando por tiempos difíciles, de corazón espero que estén bien, que sus seres queridos estén bien y que este capítulo les ayude a distraerse un poco de todo lo que pasa en el mundo. Les dejo un abrazo fuerte, saldremos adelante pase lo que pase.

Es uno de los capítulos más largos de esta historia, además dos capítulos más y terminamos, recuerden que es un fic cortito. Díganme qué les pareció en los reviews, hay muchas cosas que comentar, amo cómo se están transformando los personajes rápidamente y como aceleran todo, de verdad amo escribir sobre adolescentes en POV. ¿No aman que Tomoyo sea así de intensa? ¿Y Sakura con la cabeza vuelta loca? ¿la pelea? ¿la fiesta? Vaya que esos dos han tenido una semana intensa. ¿Cómo creen que reaccionarán los Kinomoto ante lo que dijo mi lobito precioso?

De verdad agradezco su paciencia, sus correos y sus mensajes de apoyo para las historias, sepan que es lo único que me hace seguir escribiendo fics. No olviden seguirme en Twitter (arroba LianLaiC) por allá siempre hay spoilers y adelantos de los fics, ahorita estoy escribiendo WILIYE como una posesa, así que esperen una sorpresa pronto (bueno, no tan pronto, ya saben que siempre me toma más tiempo del que quisiera, pero WILIYE va a estar de infarto, soy la más emocionada escribiendo el capítulo).

Si tuvieron la gentileza de dejarme un review en el capítulo pasado la respuesta ya debe estar en su inbox y si no tienen cuenta, dense una vuelta por mi bio que ahí estará mi agradecimiento por sus atenciones. No olviden el review, eso siempre calienta el corazoncito.

4ever&4always

Lian.

Nota: De ninguna manera es mi intención incentivar el consumo de algún estupefaciente y no olviden que esta historia es ficción.