Capitulo uno. Sorpresa

Era un hermoso día soleado y como todas las mañanas una joven de cabellos azabaches se encontraba durmiendo plácidamente debajo de sus sabanas con estampados de Chappy el conejo que tanto admiraba. Al rato sonó el bendito despertador indicándole que era la hora de levantarse, sin abrir los ojos y el cabello todo desparramado tomo el despertador entre sus manos para luego dar un enorme bostezo el cual fue interrumpido al ver la hora que era.

―Que?.―Grito al ver que ya eran mas de las doce.―Voy a llegar tarde, Diablos!

Luego de apagar el endemoniado despertador se fue corriendo al baño a darse una buena ducha y así poder despejarse un poco, luego de unos minutos peleándose con su cabello se dirigió a su armario y se puso lo primero que encontró, un short y una camisa de color violeta la cual resaltaba sus bonitos y grandes ojos, luego se retoco un poco el maquillaje, no era muy buena maquillandose ya que siempre su mejor amiga y compañera de piso Riruka lo hacia por ella pero en ese momento no se encontraba, ya que estaba trabajando en su amada galería de arte, las dos se habían hecho muy buenas amigas gracias a su amor por las pinturas.

Rukia era una joven artista y aunque no lo quisiera presumir pero sus pinturas eran las mejores de toda Karakura es mas algunas ya las había vendido cobrando una gran parte, pero ella no lo hacia por el dinero ella amaba pintar y expresarse a través de sus pinturas pero lo que mas amaba era dibujar aquellos conejos que tanto adoraba, pero sabia perfectamente que no todos compartían su favoritismo por aquellos criaturas de esponjoso cabello.

Apretó el botón de la contestadora para checar sus mensajes y se sorprendió al oír aquella voz que en secreto tanto amaba.

―Oye Rukia...espero no te hallas olvidado de nuestra cita de hoy eh?.―Dijo una voz burlona.―No llegues tarde tengo algo importante que decirte.

Shiba Kaien había sido su compañero en el instituto de bellas Artes, a pesar de que ella era algo tímida, el al primer día de conocerla la había ayudado a integrarse es mas no se había apartado de ella por nada se había adherido a ella como una pulga a un perro y eso la hizo sentir muy feliz, tener un amigo en aquella ciudad la cual desconocía era algo tranquilizante pero al pasar los años aquel sentimiento de ''amistad'' que sentía por aquel guapo joven de ojos verdes se transformo en un amor oculto.

Luego de mirarse por ultima vez en el espejo se dijo.

―Vamos Rukia tu puedes.―Se dijo con una enorme sonrisa.―Hoy es el día, por fin le dirás sobre tus verdaderos sentimientos.―Se dijo Rukia, mientras Imágenes de una boda e hijos correteando un jardín lleno de conejos, se formaban en su pequeña cabecita.―Sera perfecto!

Tomo su bolso y salio de su habitación, pero caminando por el pasillo escucho unas voces desconocidas que hablaban muy bajito y provenían de la sala ''Acaso serian ladrones?'' pensó Rukia mientras con temor tomaba lo primero que encontraba a la vista y con valentía corrió a averiguar quienes eran.

―SALGAN DE MI CASA!.―Grito atemorizada al ver tres hombres parados con trajes negros y caras poco amigables, parecían Yakuzas.―T-tengo una...un...―Miro nerviosa el objeto contundente con el cual pretendía amenazarlos.― UN PLUMERO! ―Les amenazo con ello como si fuera una espada.―Los tres hombres la miraron con indiferencia.―

―Rukia baja ese plumero te puedes hacer daño.―Dijo una suave pero familiar voz desde la cocina.―

Rukia conocía perfectamente de quien se trataba así que con rapidez corrió hacia la cocina, al verla con aquel delantal preparando el te, hizo que en su cara de preocupación se tornara en una muy alegre por ver de nuevo a su madre.

―Q-que haces aquí? ―Pregunto sorprendida, ya que sus padres no eran de darle visitas imprevistas.―

Hisana le miro cruzándose de brazos.―Yo estoy muy bien y tu? ―Le soltó con sarcasmo, mientras llenaba una charola con tacitas llenas de té.―

―L-lo siento.―Dijo apenada Rukia, mientras la ayudaba a llevar la tetera hacia la mesa.―

Hisana coloco cada tacita en su respectivo lugar y con una cálida sonrisa a sus guardaespaldas dijo.―Hora del té beban.―Provocando el sonrojo de los mismos, no obstante Rukia miraba con algo de envidia como su madre era tan delicada y ella tan torpe.―

―Donde esta papa? ―Se atrevió a preguntar, pero su pregunta quedo en el aire al ver como por la puerta entraba Byakuya con el semblante serio y en su mano el periódico.―

―Como puede ser que en esta ciudad no vendan un periódico como la gente.―Se quejo mientras arrojaba el diario en la mesa.―

Hisana se acerco a el y le dio una palmadita en el hombro.―Querido tranquilízate, recuerda tu salud.―Le dijo con una sonrisa, la cual el le correspondió amablemente ya que era su debilidad.―

―Lo bueno es que esta sera la ultima vez que visitemos esta desagradable ciudad.

Rukia se quedo tildada ante lo dicho, de que estaban hablando? acaso no la volverían a ver?

―Rukia hemos venido por ti.―Le dijo Hisana sin dejar de sonreír, ya que volver a ver a su hija le llenaba de dicha.―

―Q-que? ―Pregunto sorprendida, como que venían por ella? acaso no la habían dejado independizarse? ver el mundo y a hora eso?.―

Byakuya con su característico semblante serio se acercó a su pequeña hija, la cual ante el se sentía algo intimidada debido a la altura, y le dijo.―Volverás con nosotros al Clan Kuchiki.

Rukia entreabrió los ojos sorprendida, dejando escapar de sus labios un sonoro.―QUE?


No obstante a lo lejos, en una pequeña cafetería muy Moe ya que tenia unas bellisimas Maid y sirvientes con orejas de conejos atendiendo el local, ese sitio era el mas amado por la morena de baja estatura y amante de los conejos. En una mesa un hombre de cabellera negra y ojos verdes agua se encontraba mirando su reloj con impaciencia sin percatarse como muchas jovencitas lo miraban sonrojadas debido a su atrayente físico, hoy tenia algo importante que confesarle a su pequeña amiga,los nervios lo estaban volviendo loco y ella no se dignaba a llegar.

―Rukia donde estas?.―Decía al escuchar que no respondía a sus llamadas.―

Continuara...