Bueeeno como lo prometí aquí esta el primer capítulo de esta nueva historia... no voy a decir que sea súper original porque no estoy muy segura de que lo sea y espero que no se me estén pasando algunos detalles importantes sobre todo porque es una historia que estuvo arrumbada por más de dos años, pero como sea saben que siempre pongo todo mi empeño para darles un buen fic... así que Haré mi mayor esfuerzo para que sea una historia disfrutable... en fin sin más les dejo este primer capítulo ¡Disfruten!

***EL CORAZÓN DEL GUERRERO***

- ¡El mar está increíble!

- Lo sé. ¡Violet! trae tu trasero hacia acá, no puedes estar bronceándote todo el tiempo.

- ¡Psyduck!

- Daisy, Lily, ¡les pedí que no lo dejaran entrar al agua solo! ¡Se va a hundir!

Un verano de por más caluroso y las largas jornadas de trabajo obligaron a las cuatro hermanas sensacionales a tomarse un merecido descanso lejos de los deberes, lejos de las batallas, incluso lejos de los reflectores de las ocupadas agendas como modelos de las chicas mayores.

Ahora solo existía la diversión que las playas de ciudad Carmín tenía por ofrecerles a las famosas jovencitas, a sus Pokemón y a cierto observador que cuando fue invitado por la mayor de ellas no pudo rechazar tan generosa oferta.

Después de pasar prácticamente toda la mañana jugando entre las suaves olas del océano, Misty se tiró sobre la arena, observando al resto del grupo.

Sin duda las cosas en su vida se iban acomodando conforme pasaba el tiempo. Primero, la relación con sus hermanas había mejorado significativamente; después, su reconocimiento como la mejor líder del gimnasio le traía orgullo a ella y a todos sus Pokemón, pero sin duda lo que la tenía de excelente humor era la reciente reconexión con su mejor amigo, con ese chiquillo quien rondaba sus sueños y pensamientos a cada momento. Si, Ash seguía lejos siendo más de un año la última vez que se vieron, aunque en los pasados meses él la llamaba más seguido, escribía dos o tres veces por semana. Todo eso sin duda hacía sentirse cerca de Ash, cerca a pesar de la distancia.

Esperaba el día en que, momentos como el que vivía justo ahora fuera en compañía del entrenador.

Lo podía imaginar perfectamente, viviendo aventuras como en los viejos tiempos o simplemente compartiendo un rato agradable con él junto con Pikachu y no separase nunca más. Algo muy dentro de ella le decía que así sería, que Ash regresaría por ella. Por ahora, solo quedaba esperar.

Secó su cabello, se puso una coqueta blusa blanca y un short de jean sobre su bikini azul, Sin duda estaba más que a gusto disfrutando de las bondades de la playa, pero había algo más que estaba dispuesta a realizar ese día, claro, que lo consiguiera o no dependía mucho de cuanto tiempo más iba a tardar en desprender a Tracey de lado de su hermana.

- ¡Tracey! – Volvió a llamarlo por enésima vez sin que lograra captar su atención – ¡Me voy a ir sin ti! – Esa amenaza era sin duda su último recurso para hacerlo reaccionar.

- Seguro Mist, adelántate, enseguida voy – Parecía que no iba a funcionar, pues fue todo lo que contestó antes de continuar frotando bloqueador en la espalda de Daisy.

Que remedio, si quería explorar las cuevas cercanas donde se suponía habría Pokemóns interesantes además de la belleza del entorno natural, tenía que salir ahora o el anochecer la tomaría por sorpresa. Decidió comenzar a caminar en esa dirección, Tracey conocía el lugar, seguro la alcanzaba en cuanto dejara de admirar a su hermana.

No le sentó nada mal el paseo a lo largo de la playa, justo en el punto en que el mar se encontraba con la tierra, mojando de vez en cuando sus descalzos pies. Tampoco le desagradó la visión de las formaciones rocosas rodeadas por la vegetación a lo lejos. Era una maravilla en toda la extensión de la palabra. La arena se hacía mas fina y suave al tacto, más clara a la vista, el océano parecía ser infinito, las rocas formando arcos perfectos que enmarcaban la escena… Magnificencia. Era la única forma de describir aquello.

Se adentró al lugar para disfrutarlo al máximo, sin duda era increíble. Pero por más que quisiera alejar el mal presentimiento que tenía desde hace ya unos minutos, no lo conseguía.

Ella misma trataba de convencerse que no tenía porqué preocuparse, no estaba en un lugar inseguro. Además, sus hermanas no estaban tan lejos y seguro que Tracey no tardaría en alcanzarla. Trataba de convencerse que simplemente eran figuraciones tontas.

Se sentó en una roca a descansar, disfrutando de lo que quedaba de la tarde que en poco se pintaría de tonos rojizos y dorados. Que rápido había pasado ese primer día de vacaciones…

Un pequeño ruido a su derecha demandó a su vista enfocarse en lo que se movía y no en el paisaje.

"Oh no, tal vez es un Pokemón salvaje". De pronto deseó haber llevado alguno de los suyos para defenderse ¿y dónde demonios estaba Tracey? El pánico comenzaba a invadirla hasta que vio las tres caras regordetas debajo de un montón de largas hojas de palmera. Hasta donde sabía, un exeggutor no representaban mayor peligro, pero también sabía que no estaba precisamente en su hábitat natural. Seguro era entrenado o algo necesitaba pues no dejaba de mirarla fijamente. Tal vez fue ese Pokemón quien desde un principio la hacía sentir como si alguien vigilaba sus pasos.

- Hola, - Se acercó un poco al exeggutor que seguía inmóvil en el lugar en el que apareció, cerca de las rocas y la vegetación - ¿Tienes entrenador? – No hizo ni un movimiento, ni apartaba la vista de la chica, fue ella quien se acercaba con cierta cautela, pues aún temía ser atacada - ¿Estás perdido? ¿Te encuentras bie…?

Su pregunta murió en sus labios.

Cuando estuvo a un escaso metro del pokemón, éste comenzó a mostrar un extraño brillo azul en los ojos atrapando la mirada de la chica, sumiéndola en un poderoso trance sin que pudiera hacer nada al respecto. Su estado se volvió completamente inmóvil, los parpados comenzaron a estar más y más pesados, finalmente el cuerpo de Misty comenzó a desvanecerse. En cuestión de segundos estaba en un profundo sueño.

Antes de que tocara la arena, el mismo exeggutor que usó su poderoso ataque de hipnosis sobre ella, ahora la sujetaba cautelosamente con sus delgadas lianas que salieron de entre las hojas de su anatomía. Con cuidado de no lastimar a su presa, el pokemón de hierba se adentró rápidamente entre la maleza, recorriendo el camino por donde había llegado. Dio unos cuantos brincos, escalando habilidosamente las rocas sin que el peso extra que cargaba representara un problema hasta alcanzar una altura considerable en uno de los acantilados. Se detuvo y esperó, no por mucho, a que llegara su entrenador.

- Excelente trabajo exeggutor, no esperaba menos de ti – La figura de un hombre alto y joven se posó detrás de él y con cuidado tomó a la dormida chica entre sus brazos – Así que… ¿Tu eres la clave para conseguir lo que quiero? – Esa pregunta formulada a Misty era más que retórica, no solo porque ella no fuera capaz de contestarla, sino porque él ya sabía la respuesta. El misterioso sujeto sonrió para sí.

- ¡Misty! ¡Misty! ¿Dónde estás?

Desde su posición, el hombre y su Pokemón tenían perfecta visión de toda la costa. Fácilmente distinguieron la figura del observador que corría gritando el nombre de la chica que, desde su retorcida percepción, ahora le pertenecía.

- ¡Ya no estés jugando! ¡Misty! ¡Perdón por tardarme!

De nuevo una sonrisa siniestra se apoderó de su atractivo rostro.

- Parece que la noticia de tu desaparición no tardará en llegar a los oídos de…nuestro campeón. Hora de irnos exeggutor - Y como por obra de magia, un extensa obscuridad apareció a sus espaldas. Él se giró para entrar de lleno en el remolino negro siendo seguido por su fiel Pokemón.

Un segundo más permaneció esa extraña presencia de temible obscuridad para después desvanecerse en la nada.

Capítulo I. Ayer Me Dijo un Ave

En una región alejada a su hogar, donde irónicamente pareciera estar mas cercano el conseguir su anhelado sueño de convertirse en Maestro Pokemón, Ash caminaba pensativo por una de las tantas rutas.

Sentía que esta vez si lo conseguiría, sobre todo ahora que solo estaba a una medalla de distancia para ingresar a la copa Sinnoh. Era cuestión de días. Llegar a ciudad Marina, retar al líder, vencerlo. Solo tres pasos que lo separaban de ser contendiente por el campeonato de esa región. Normalmente, el solo pensar en ello le traería energía a su cuerpo e ímpetu a su espíritu competitivo, sin embargo... No sentía nada de eso. En lugar de esas emociones solo había angustia e intranquilidad. Ni siquiera estaba seguro del porqué tenía esa terrible sensación, como de un peligro inminente, de una catástrofe acercándose.

No entendía de donde provenía ese sentimiento si en menos de dos horas atrás se había deshecho del molesto equipo Rocket, no había motivo para temer.

- Lo mejor es si acampamos aquí por esta noche – La voz de Brock retumbó por todo su cerebro, aterrizándolo a la realidad – Mañana continuaremos nuestro camino si es está bien para ti, Ash.

- Si seguro, no hay problema… - Contestó sin mucho ánimo siguiendo a sus compañeros de viaje colina abajo, apartándose del camino hasta un pequeño claro que tenía una perfecta vista del no tan alejado océano.

Dawn comenzaba a acomodar sus cosas para pasar la noche, lo mismo que Brock quien iba sacando los utensilios necesarios para preparar la cena y Ash… él solo tomó el Pokegear que había obtenido recientemente, arrojando el resto de sus cosas al césped, alejándose del grupo sin dar explicaciones.

- ¿Le pasa algo? – Preguntó la chica al mayor del grupo, pensando que tal vez él tendría más información sobre ese repentino cambio de humor en el entrenador.

- No que yo sepa – Brock trató de restarle importancia aunque en realidad también estaba comenzando a preocupase.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos de la visión de sus amigos, Ash sacó el pokegear de la bolsa de su chaleco y lo apretó fuertemente entre sus dedos. Lo frustraba en demasía, se suponía que aquel aparato sería parte fundamental para mantenerse en un contacto más inmediato con Misty, que con solo apretar unos cuantos botones escucharía su hermosa voz, su perfecta risa y generaría una charla que podría durar horas sobre sus respectivas actividades del día.

Y en lugar de eso, ¿qué obtenía?

Lo sentimos, la persona que usted desea contactar no está disponible…

Maldita tecnología, no la entendía y estaba muy seguro que la odiaba por completo. El único consuelo que tenía por el momento era el mensaje de escasos segundos que la chica había dejado en su buzón de voz la noche anterior. Apretó el botón para reproducirlo por vigésima vez.

*Bip*

¡Hola Ash! Como podrás darte cuenta tengo tu número, es genial que por fin tengas un Pokegear ¡Bienvenido al nuevo siglo! y seguro pronto hablaremos, lo juro, aunque tal vez por ahora no sea posible. Mis hermanas planearon un viaje, nada tan lejano como para llegar hasta Sinnoh… en fin, ¡playa Carmín no suena mal! Pero trataré de estar en contacto contigo de todas formas. ¿De acuerdo? Que tengas muchas aventuras – como siempre – y … no te olvides de mi.

*Bip*

Sin duda ese mensaje explicaba su incomunicación temporal, pero de cualquier forma no lo hacía sentirse mejor.

No había pasado mucho tiempo desde que, sin siquiera proponérselo había aceptado los verdaderos sentimientos que tenía con respecto a Misty.

En realidad no sabía ni como es que 'lo descubrió'. Sentía simpatía por ese término, como si se tratara de algo perdido o de algo que no existía hasta el momento en que ese sentimiento surgiera desde lo más profundo de su alma hasta asomarse en la superficie de su ser, porque hubiese estado enterrado, guardado como un preciado tesoro.

Tal vez era solo que en realidad resultaba ser así de despistado y solo le tomó poco más de siete años darse cuenta de que siempre fue así, de que siempre estuvo allí… Su amor por Misty.

El único problema que veía con respecto a ese tema no era otro que la distancia. ¿Por qué no se dio cuenta antes? Cuando ella estaba cerca, cuando tuvo alguna oportunidad de retenerla a su lado. No ahora, a cientos de kilómetros de por medio. Claro que pensó en decírselo por teléfono o en alguna carta… solo se había detenido porque sabía que esa no era la forma correcta, tenía que ser en persona y ese era su plan: Terminando la liga Sinnoh viajaría hasta ella, le confesaría todo… y serían felices juntos, lo sabía.

Mientras tanto, no dejaría que se alejara de él más de lo que ya estaba. No más largos silencios entre ellos como en años pasados, no más brechas, la tendría cerca de su corazón, de su pensamiento a cada momento hasta el día que la pudiera tener entre sus brazos.

Allí es donde sus constantes llamadas, sus cartas y el bendito aparato que tenía en mano jugaban una pieza clave. Al parecer, nada de eso era suficiente…

- Dawn… - A pesar de estar distraído con sus deberes como cocinero, Brock, como figura fraterna, siempre estaba al pendiente de sus acompañantes y no dudó en llamar la atención de la chica, quien pretendía dirigirse por el mismo camino que había tomado Ash minutos atrás – Déjalo en paz, ya regresará.

- Yo solo… - Contestó nerviosa. Sentía que Brock trataba de impedir que se le acercara al entrenador más de la cuenta. ¿De qué lo protegía tanto? No tenía ni una pista. Lo único que deseaba era conocerlo más, porque… Sin dar batalla cedió resignada a la petición de Brock y solo se sentó sobre un tronco junto con piplup para cepillarlo.

Llegó el atardecer. Ash no tardó en reunirse con los demás un poco más repuesto de su propia tristeza. La cena transcurrió con normalidad, un poco de charla ligera sumado a cuatro tazones de sopa hacían que Ash se olvidara de sus problemas, de sus miedos…

No fue sino hasta la hora de dormir que se encontró dando vueltas dentro de su saco. Otra vez esa incertidumbre le oprimía fuertemente el pecho negándole el derecho a descansar. Problema que no parecía presentarse en Pikachu que dormía como tronco, lo mismo que Brock.

Necesitaba hacer algo, porque definitivamente quedarse allí inmóvil viendo el no tan agradable techo de la desgastada casa de campaña no le traía ninguna tranquilidad.

Se levantó con cuidado de no despertar a Pikachu o si no sufriría la furia de su amarillo amigo que podía ser bastante huraño por ser despertado. Se colocó sus zapatos y salió del improvisado refugio. El simple espectáculo del océano apaciguado resplandeciendo con los plateados halos de luna llena sobre él ya le daba una paz infinita.

Nunca fue una persona que disfrutara ese tipo de ambientes, no era particularmente feliz cuando salía de vacaciones de niño con su madre, pero ahora, ahora cualquier clase de ambiente acuático lo atraía, tal vez era porque así le resultaba más fácil pensar en Misty. Ella era lo que amaba, no el agua, no el océano… era y siempre sería ella…

Tan concentrado estaba en recordar cada detalle de Misty que no se percató en que momento el mar comenzó a rugir, no con un estruendo ensordecedor, sino solo un extraño movimiento desde el centro del agua o eso parecía. Había otra cosa más que le pareció fuera de lugar: La luna… Seguro, era la etapa en la que se veía más grande y luminosa, pero ¿era normal que pareciera como si tocara el mar?

Algo muy raro estaba pasando. Como si hubiera algo que quisiera llamarle o al menos así le pareció.

Generalmente eso era lo que él hacía: buscar una aventura a cualquier lado que llegaba, aunque esta vez… Estaba seguro que no quería involucrarse con lo que fuera que iba a ocurrir y esta era la única vez que no tendría oportunidad de escaparse.

Caminó muy despacio bajando del claro donde estaba, por el sendero que tomó en la tarde, esta vez sin detenerse hasta alcanzar la costa. Sin duda algo estaba por suceder, las olas crecían repentinamente y de la misma manera se desvanecían. Un fuerte resplandor plateado casi lo cegaba en un segundo y al siguiente, volvía la obscuridad absoluta de la noche.

¿Qué estaba ocurriendo?

Tal vez no era nada, tal vez lo mejor era alejarse, quería hacerlo, regresar hasta su refugio para dormir hasta muy entrada la mañana… Y aun así sus pies no se movían, solo esperaba a que ese algo que desconocía, simplemente pasara.

Una nueva y grande ola se acercó mucho hasta él, pero ésta vez no disminuyó, crecía más y más envolviéndose en esa aura plateada que minutos atrás vio como si descendiera del satélite nocturno. Se creó una mística marejada de más de seis metros que no impactaba contra la playa, solo estaba allí, formando una gran esfera de agua.

Finalmente la burbuja brillante frente a él reventó, sin que en verdad le sorprendiera la presencia del pokemón que ahora lo miraba con cariño y respeto.

- Ha pasado tiempo desde nuestro último encuentro… Elegido – El ave legendaria se comunicaba a través de telepatía con el chico en quien había aprendido a confiar.

- Lugia – Aquella palabra fue más para si mismo, tratando de darle un sentido al encuentro que llegaba de manera repentina, sin embargo le resultaba necesario – Cierto, a pasado tiempo y pensé que no era más el elegido… Qué eso era solo cosa de una vez, así que no entiendo…

- No eras el elegido porque lo diga una leyenda, mucho menos porque así te hayan nombrado una tribu de humanos. – Su voz era tan imponente y autoritaria que a Ash no le quedaba más remedio que escucharla atento – Eres el elegido porque así lo decidí yo. Yo te escogí, por eso es que ahora acudo a ti, cuando tú más lo necesitas.

- ¿Me elegiste? ¿Para qué? ¿Ayuda? ¿A que te refieres con todo eso? – Esas eran solo algunas de las tantas preguntas que se había formulado con rapidez en su cabeza. Estaba confundido y aunque no lo dijera, también se encontraba asustado.

- Son momentos difíciles para ti, lo serán para mi también, por eso es que me veo en la necesidad de otorgarte las cualidades de un verdadero guerrero antes de tiempo, solo así podrás llevar a cabo la importante tarea que te espera.

El ave legendaria todavía no contestaba sus primeras preguntas cuando ya le había generado decenas de cuestionamientos más.

- ¡Yo no entiendo nada de lo que estás diciendo! – comenzó a desesperarse sin perder un segundo en demostrar su molestia – Si estás en problemas sabes que yo te ayudaré, pero necesito saber que es lo que pasa.

- Todo lo sabrás a su tiempo, por ahora solo tienes que saber no soy yo el que está en peligro, eres tú o más bien… Tu más preciado tesoro…

Ash era un niño sin ninguna clase de posesiones y aunque las tuviera estaba seguro que no le importaría quedarse sin nada.

- Yo no tengo ningún tesoro.

- Es porque estás pensando como lo hacen los humanos. Lo tienes, siempre lo has tenido. El más grandioso de tus sentimientos, el que te otorga grandeza… es amor.

Si le hubieran dicho eso en cualquier otra época de su pasado seguiría sin comprenderlo, pero ahora, solo le tomó un segundo entender de que le hablaba Lugia. Cierto que tenía un tesoro, uno que recién había descubierto y que sin duda temía perder…

- ¿Misty? – Su voz se quebró al mencionar su nombre. Esperaba que el ave le negara, lo llamara un tonto, que se tratara de cualquier otra cosa. Al contrario, Lugia solo asintió con la cabeza, cerrando los ojos con pena - ¿Qué… que tiene que ver ella en todo esto? ¿Contigo? ¡Qué quieres tu de ella!

- No soy yo, es alguien más… un ser maligno quien desea controlar el poder que ella posee…

- ¡¿Quién es?! ¡¿Dónde está?! ¡Dímelo! – No podía pensar con claridad. Solo deseaba saber lo que estaba pasando, asegurarse de que Misty estuviera a salvo, aunque resultaba obvio que no iba a ser así.

- No lo sé con certeza, no se encuentran en este mundo ahora…

- ¿Qué...? – Lo peor que podía imaginar con esa frase le produjo lagrimas al instante. Solo se contuvo de romper en llanto cuando Lugia continuó 'hablando'.

- No esta muerta, si es lo que crees, quien la tiene se mueve entre dimensiones… Es alguien muy poderoso, podría destruirla a ella, a ti, a todos nosotros. Por eso necesito de tu ayuda.

- Lo venceré. – Apretó los puños con furia. Por supuesto que lo haría trizas, a quien sea que se atreviera a lastimarla.

- No. Si lo enfrentaras ahora seguro fracasarás. Necesitas convertirte en un verdadero Guerrero primero, pero no resultará tan fácil…

- Dime como. – Fue lo único que dijo, sin un atisbo de duda en la voz.

Lugia no esperaba menos de él, sabía que no se había equivocado en hacer su elección. Su guerrero pelearía sin importar los riesgos, lo veía en la determinación asomada en sus ojos.

- Tienes que ir hasta donde el ardor del verano eterno no quema, a la tierra de las aves sagradas. Ellas te encomendarán tres tareas. Si las superas, entonces habrás probado ser digno de los poderes que yo te voy a otorgar.

- Bien, haré lo que sea.

- Nos volveremos a encontrar, lo sé, hasta entonces…

Acercó una de sus alas a la frente del chico, apenas rozándole la piel, pero Ash pudo sentir como una enorme fuerza se ejercía desde el Pokemón hasta él. Era tanta la pesadez en su cabeza que se vio obligado a retroceder unos pasos, en cuanto lo hizo, la conexión entre Pokemón y entrenador se rompió, dejando a Ash muy desconcertado.

- ¿Qué fue eso?

- Te mostrará un reflejo del futuro, lo que puede pasar si fracasas.

Contrario a como había llegado, desapareció de manera rápida en un arrebatado vendaval que se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. Ash se quedó allí, inmóvil por segundos, jadeando en busca de aire. Sentía que se estaba ahogando, que la vida se le escapaba del cuerpo y de a poco fue dirigiendo sus pasos de vuelta a su campamento. Primero con movimientos lentos, pesados, después, como si poseyera velocidad sobre humana corrió con todas sus fuerzas. El camino que primero realizó en quince minutos ahora lo hizo en dos.

Llegó más que sofocado, pasaba su saliva para intentar hidratarse a sí mismo y sin ninguna clase de delicadeza irrumpió en su casa de campaña, moviendo violentamente las figuras durmientes de sus amigos.

- ¡Despierten! ¡Brock! ¡Pikachu! - Sacudía alternando entre su Pokemón y su amigo - ¡Vamos Brock! ¡Dawn! ¡Dawn! - Llamaba a la chica que se encontraba en su propia casa de campaña. Esperaba que esos gritos fueran suficientes para despertarla.

- Ash... ¿Qué pasa? - Su amigo aún no conseguía despabilarse del todo. Aunque parecía importante lo que le ocurría a Ash, él simplemente quería seguir durmiendo. - ¿No podías esperar hasta mañana?

- ¡No! Esto es importante.

- ¿Qué es importante? - Preguntó Dawn adormilada, tallando sus ojos.

- Misty, ella...

- ¿Hablaste con ella? ¿No habías dicho que no contestaba su Pokegear?

Hasta ese momento, aquel pequeño detalle que lo estaba molestando por dos días, de repente le pareció demasiado importante.

- No... - Esa palabra fue más para si que como contestación a Brock. Sus amigos lo miraban expectantes, lo mismo que piplup y pikachu, todos con la misma expresión de desconcierto, mientras Ash seguía sumido en su propio terror, hasta que simplemente estalló - ¡Debemos irnos ahora mismo, si Ciudad Marina es lo más cercano debemos llegar allí ya! !debemos buscar un vuelo o un barco o...!

- ¡Ash tranquilízate! - Pidió Brock, quien se encontraba más que despierto ahora - ¿Quieres explicarnos que es lo que pasa primero?

- Misty está en peligro - Fue lo único que dijo con seriedad absoluta.

- ¿Estás seguro de eso? - Sabía que Ash nunca jugaría con algo así, de todas maneras quería cerciorarse.

- Si Brock, debemos ir a Kanto cuanto antes, tal vez el profesor Oak sepa más al respecto o simplemente deba ir directo a...

- ¿Cómo es que aseguras eso? Si no hablaste con ella ¿Quién te lo dijo? - Las preguntas de Dawn iban dirigidas con cierto enojo e intranquilidad. ¿Por qué debiera cambiar sus planes de viaje por una chica a la que ni conocía?

- Es una larga historia... - Fue lo único que dijo Ash al momento que comenzaba a recolectar sus cosas guardándolas todas en su mochila.

- Espera un segundo Ash... - Brock trató de razonar con él. Lo conocía y todo se podía deber a una mala pesadilla o algo por el estilo.

- ¡Escuchen! no estoy pidiendo su permiso o su aprobación. Esto es lo que tengo que hacer, pueden acompañarme o no, esas es su decisión, pero yo me voy ¡EN ESTE MOMENTO!

En todos su años de conocerlo, Brock nunca lo había escuchado tan enojado con respecto a algo. Sabía que dejarlo ir solo no era precisamente prudente. Si todo era solo una equivocación no habría mayor daño si se adelantaban hacia ciudad Marina.

- Está bien Ash, yo voy contigo.

- Bien. - Respondió el entrenador más tranquilo para después dirigir la mirada hacia la chica. - ¿Dawn?

Ella de verdad no quería viajar a otra región por Misty, a ella no le importaba en lo más mínimo lo que le pudiera ocurrir, pero lo cierto es que no estaba dispuesta a apartarse de Ash, no ahora ni nunca.

- Los acompaño. A donde sea que vayan, yo iré. - Fue lo único que pudo decir tratando de ocultar los verdaderos sentimientos que estaban detrás de esa decisión.

No se dijo más y en silencio los tres chicos recogieron el campamento en tiempo récord, empezando de nuevo el camino hacia ciudad Marina, bajo la inigualable luz blanca de luna.

"Voy a traerte de vuelta a mi lado Misty" pensaba Ash con la determinación más grande que cualquier ser humano pudiera poseer jamás. "Eso te lo prometo..."


Y así concluye esta primera parte. Como siempre saben que espero sus comentarios, criticas y/o sugerencias al respecto.. Ustedes disculparan el titulo del primer capitulo pero fue precisamente esa canción (Ayer me dijo un ave de Caifanes) que me inspiró a realizar toda la historia. Todo pasó cuando buscaba inspiración para mis one shots de "Música y Amor"... que ya lo tengo bastante abandonado y por eso ya lo voy a actualizar jaja.

Bueno es todo por ahora, esperemos que pronto les traiga nuevas actualizaciones ;)