Adaptación: este fic pertenece a Julie Black Lautner, a quien quiero agradecerle por dejarme adaptarlo.
Nota: nada me pertenece, es una adaptación y los personajes son S. Mayer.
Capitulo 11: Juego concensuado.
JPOV
-No te he dado el permiso de tutearme.-le dije mientras besaba rudamente su boca y halaba su cabello para darme un festín en su cuello de cisne.
El pasado de Alice realmente no me importaba. Pero… dominatrix? Estás bromeando? Esta muer cada vez era más caliente. Sus viejos amantes me tenían sin cuidado, pero… mujeres? Acaso no saben lo jodidamente sensual que es eso? Ver a dos mujeres besándose y tocándose sobre la ropa… Dios mío, ten piedad de mí. Sé que para este entonces no iba a entrar al cielo, capaz y ni al infierno me dejaban entrar. Pero no quería morir de un infarto o algo así por culpa de esta mujercita divina.
Alice se dejaba tocar y besar. No pude resistir y deslicé mis manos bajo ese estorboso albornoz que cubría sus pecaminosas curvas. Debería ser ilegal tener un cuerpo como el de Alice. Pensándolo mejor… quizás Dios sí me amaba. Cuales son las probabilidades de que la mujer perfecta te ame, y además sea una maldita ninfómana con gustos sadomasoquistas? Pues ninguna obviamente. Mi alma se ha convertido. Soy creyente Dios!
Pegué a Alice de una pared y me deshice de la maldita tela que estaba en el medio. Yo no estaba muy vestido que digamos, una camisa de botones a medio poner y bóxers. De eso me encargaría después. Sentí sus temblorosas manos deslizarse por mi pecho. No me distraigas maldita sea! Tomé sus manos y las levanté sobre su cabeza sosteniéndolas con fuerza. Alice gemía y sudaba. Temblaba como posesa y no ofrecía ninguna resistencia.
Apreté con más fuerza sus muñecas, sabía que le causaba daño. Pero ella sólo gemía mientras yo mordía su cuello. De pronto comenzó a negarse, levanté mi vista hacia sus ojos mientras succionaba uno de sus pezones. Y lo que vi me saco de quicio. Los labios de Alice entreabiertos y rojos, mordidos y húmedos. Y sus ojos… Dios… sus ojos. Nublados, más obscuros de lo normal. Sólo veía fuego, pasión, deseo, y una extraña conexión que me hizo apretarla más hacia la pared mientras ella se continuaba negando.
Esto era el cielo. Sip, de seguro me morí sin que me diera cuenta. Al diablo! La muerte tiene cara de mujer y sabe usar un látigo.
Tomé con fuerza y mucha rudeza su pequeña y frágil cintura. La alcé en vilo y la lancé a la cama. No medí mi fuerza y Alice terminó rebotando en el colchón, despeinándose y acelerándose más.
Volvía a apretar sus muñecas con rudeza mientras mordía el lóbulo de su oreja y gruñía por controlar a la pequeña fiera que tenía en la cama.
Alice forcejeaba y gemía. Luchaba por salirse de mi abrazo. Eso no lo iba a permitir. Este jueguito me estaba gustando, y mucho.
Besé su cuello con suavidad, pero no aflojaba mi agarre en sus muñecas. Estaba seguro de que mañana tendría cardenales en todo el cuerpo.
-Alice…-besaba su cuello y jugaba con mi lengua.-Si me excedo házmelo saber.-estaba bien jugar. Pero no quería hacerle daño realmente. No quería hacerle algo que ella no quisiera.
-Te empezaré a hablar de Obama cuando quiera que pares, vale?.- la sentía reírse y gemir al mismo tiempo.
-Vale.
La mordía y la lamía en donde alcanzaba. No podía llegar muy lejos con mis manos sosteniéndole las muñecas. Así que la sostuve con una sola mano y me estiré para alcanzar las esposas que reposaban en la mesita al lado de la cama.
La tomé del cabello y la hice levantarse.
-Arrodíllate gatita.-le susurré al oído. Le esposé las manos a la espalda. Así jugaría más con su cuerpo y ella no podría impedírmelo.
Le di una nalgada fuerte y ella sólo se arqueó y trató de contener un gemido. Aunque no hizo un buen trabajo.
La hice sentarse en la cama, recostándose del espaldar de la cama. Comencé a lamer sus pezones y todos sus senos. Nunca me cansaría de hacerlo. Los apretaba febrilmente y los chupaba como un bebé hambriento. Ella sólo se retorcía y gemía. Movía sus caderas sin poder evitarlo y restregaba su húmedo sexo del colchón buscando un poco de satisfacción.
Llevé mi mano a su entrepierna y jugué un poco con su clítoris. Haciendo movimientos muy suaves pero tortuosos mientras besaba sus pezones apenas rozando mi lengua contra ellos. Alice sollozaba desesperadamente y rugía.
-Jasper ya… no sigas…-veía su pecho subir y bajar, su respiración era cada vez más errática.
-No te he dado permiso para tutearme, ya te lo dije.-seguía en mi faena. Sabía por experiencia propia que la peor tortura es el placer.-Dime quién soy Alice?
-Eres mi dueño… mi amo… Ahhh…-seguía retorciéndose y llorando.
-Cómo le hablas a tu amo Alice? Conoces la respuesta.
-Con… respeto… hmmmm… me está matando amo. Por favor… no siga.
-Quién te crees que eres para pedir algo perra?-susurré en su oído, y lo único que logré fue que su espalda se tensara regalándome una hermosa vista de sus turgentes pechos.
Era muy divertido el juego. Pero mi pequeño-gigante estaba ya muy adolorido. Necesitaba un poco de satisfacción.
-Ponte en cuatro zorrita.-inmediatamente me obedeció, ella también quería un poco de satisfacción, pero para ella iba a llegar un poco más tarde.
Froté la húmeda punta de mi pene por su ano. Alice movía sus caderas cadenciosamente intentando incitarme a penetrarla. Su cabeza estaba apoyada en una almohada y sus manos aún yacían en su espalda.
Le di nalgadas sin piedad. Sin consideración ni tregua. La dejé en esa posición y busqué un cinturón.
-Haz sido una perra muy mala sabes? No has tratado a tu amo con respeto, y está muy enfadado.-Alice sollozaba más y más fuerte y sólo movía sus caderas, cada vez más fuerte y rápido.
Podía ver los labios de su coño enrojecidos y chorreantes por el deseo que la embargaba.
Lastimé su hermoso y perfecto culito con mi cinturón. Alice gritaba con cada golpe, y sollozaba cuando sobaba sus nalgas. La golpeaba, y frotaba su carne con mi pene. La golpeaba y la volvía a frotar. No me detuve en mucho rato.
La carne de sus nalgas estaba enrojecida. Casi en carne viva, sin embargo ella no había dicho ni pío. Ni política, ni Obama, ni Osama…
Ya estaba sudado, Alice estaba sudada. Agitada y respiraba entrecortadamente, como si hubiera corrido un maratón.
-Amo… perdóneme, seré una niña buena.-RAWR… niña? Eso desató un animal que estaba muy escondido dentro de mí, bueno… ni tanto. Pero que no había dejad salir por completo con Bella.
La halé del cabello y la hice levantarse. Quedando nuevamente arrodillada delante de mí. Su rostro estaba surcado de lágrimas y sus ojos estaban enrojecidos y congestionados. Lamí con suavidad sus lágrimas. Apretando sus glúteos y palmeándolos. Acercando su cadera a la mía. Le hice sentir mi pene. Palpitaba y suplicaba una caricia.
Alice lo sintió, su cuerpo se quebró como un tallo contra el mío, abandonándose al placer que la esperaba.
-Alice… eres tan rica… eres divina. Me encanta que seas tan puta.-gimió con ganas y frotaba su cadera húmeda y caliente contra mi sobre endurecido y caliente pene.
-Amo… le permite a su esclava pedirle algo?-Alice agachaba su mirada y mordía su labio sensual y tímidamente. Esta mujer siempre me sorprendía, le apenaba hablarme asi; pero no le apenaba gemir y frotarse contra mi cuerpo.
-Claro… dime…-le dije mientras lamía sus labios y jugaba con su lengua. Llenaba su boca con mi saliva y sentía la suya derramarse en mi boca. Era dulce, deliciosa.
-Chupe mis pezones nuevamente amo. Lo hace demasiado rico.-dijo mientras nos besábamos húmeda y suavemente. Nunca había besado así. Tan despacio, acariciando sus labios y su lengua, dejando que mi boca se llenara de su saliva. Nunca había besado tan húmedamente.
Deslicé mi boca por su cuello y llegué a ese par de montañas deliciosas que no quería nunca dejar de chupar.
Los chupé fervientemente. Con paciencia. Con suavidad y sin premura.
Sintiéndolos endurecerse más bajo mis húmedas caricias. Los llenaba de saliva y luego la limpiaba con mi lengua.
No soporté más y le quité como pude las esposas. La recosté en la cama. Apoyando todo el peso de mi cuerpo sobre el de ella. Apretando nuevamente sus muñecas con mis manos.
No recordaba el momento en el que me había desnudado. Pero así estaba. Completamente en pelotas. Y era justamente como quería estar.
Continué besando y chupando sus senos. Alice gemía y sólo disfrutaba de mi lengua.
-"Juro lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América y a la República que representa…-me hizo reír. La palabra de seguridad era fácil y ella se iba por allí… sólo me reí sobre su piel y seguí chupando sus pezones…-una nación al amparo de Dios… indivisible… ahhhh… con libertad y justicia para todos."
-Ya entiendo el mensaje…-me carcajee sobre sus senos mientras bajaba una mano hacia su vagina para masajearla un poco. Solté sus manos. Y mientras masajeaba su hinchado clítoris con una mano, con la otra amasaba el seno que no tenía en mi boca.
Lo acepto, bajé la guardia. Me dejé llevar por Alice.
Para cuando me di cuenta tenía a Alice montada sobre mí lamiendo mi cuello. La tomé de la cadera para colocarme sobre ella nuevamente, ella sólo me abofeteó con fuerza, mucha fuerza y mordió mi cuello mientras frotaba su vagina contra mi abdomen.
Volvió a abofetearme y a morderme. Me pellizcó los pezones y aullé de dolor.
La tomé con rabia y mucha fuerza y la empujé contra el colchón. Me posicioné en su entrada. Y tomé nuevamente sus manos con rudeza.
-Hazlo con fuerza Jasper. Viólame.-no me contuve y comencé a penetrarla salvajemente, dejándome llevar por mis ganas y mi instinto.
Las caderas de Alice chocaban bruscamente contra las mías.
Tomé sus manos con una sola mano mía. Y con la otra comencé a golpear y palmear su muslo. Marcando su piel.
Ningún sueño húmedo había sido más salvaje. Ninguna violación imaginaria en mis deseos más profundos había sido más brutal.
Alice gemía y gritaba. Lágrimas de dolor o placer marcaban su rostro. Veía su garganta tensa mientras trataba de ahogar un grito. Sus pechos saltaban furiosamente y se enrojecía.
Sentía mi pene tenso y duro, y eso sólo me hacía querer violarla más y más fuerte. Quería romperla. Quería dejarla hecha mierda. Alice sólo me incitaba a hacerle daño. Y a esta altura ya no pensaba nada. No quería pensar. Después le pedía perdón si esto no era lo que ella esperaba.
Continué penetrándola y quebrando su cuerpo. Sentí como sus músculos se tensaban y ella gritaba como nunca la había escuchado gritar. No fue un grito ensordecedor, sólo fue un grito que salió desde lo más profundo de su alma.
-Jasper… así… así… más fuerte… pégame…-la penetré más adentro si era posible y apreté mas mi aguante en sus muñecas.
Alice se corría salvajemente. Temblaba en mis brazos y sentía sus jugos cubrir mi pene.
Nuestras caderas seguían chocando. Lamentablemente para ella, yo no había llegado.
Mi pene salía y entraba fácilmente de su vagina a causa de sus jugos. Aunque lo sentía apretado… Alice se sentía muy estrecha. Como una virgen.
Sentía cómo se acercaba el orgasmo para mí. Haciendo que los músculos de mis glúteos se tensaban y mi pene se endurecía aún más.
-Alice… Alice…-gemía desesperadamente. La apretaba y la golpeaba con más fuerza.
-Jasper… aaahhhh… Dioooosss… Mierdaa… -la boca de Alice soltaba maldiciones y oraciones. Oraciones para mí. Yo era su Dios.
-Gime mi nombre Alice… aahhhhh… gime mi nombre.
-Jasper… Jasper… así… así… si… Hmmmm…
Continué penetrándola, descargándome en su interior. Llenándola de mi simiente. Sintiendo cómo llegaba por segunda vez para ella.
Continué penetrándola luego de acabar, pero con más suavidad. Acariciando su interior con mí pene. Tratando de sentir las últimas contracciones de su vagina.
Salí de ella y me acosté. Nuestras respiraciones aún eran difíciles y entrecortadas. Veía el techo de la habitación mientras ella se acurrucaba en mi cuello. Retiraba de mi frente un rebelde mechón empapado en sudor y trazaba figuras en mi pecho mientras se adormecía.
-Ally… no te duermas…-yo también me estaba quedando dormido.
-Sólo quince minutos Jazz… solo quince minutos.
-Está bien pequeña. Duerme.-acariciaba mi pecho con su pequeña manita y yo besaba su frente con dulzura.
-Cuando despertemos arreglamos el equipaje. Ya nos tenemos que ir.
-Si bebé… lo que tú digas. Te amo…
-Te amo.
Así nos dejamos arrastrar a un sueño dulce y reparador. Sintiendo ese delicioso cansancio post-coital en nuestros cuerpos.
Hola! Como están espero que les guste tanto como a mi.
Dejen sus comentarios, creo que los meresco o no?
Besos gigantes y hasta el miércoles!.
