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Nuestro nuevo hogar era como esperaba… nada modesto. Era una mansión, que tenía incontables habitaciones, y secciones, divididas para que cada grupo pudiera ser independiente a pesar de vivir juntos.

Era un lugar bastante solitario, sin más casas alrededor, donde se llegaba atravesando un paso casi silvestre, con muchas flores hermosas…

Apenas entramos, Alice tomó mi mano para guiarme por todas las habitaciones, siendo ella la responsable de la decoración, en lo que todos acordamos que sería la mejor idea, incluso Damien estaba asombrado por la pulcritud y la perfección de sus diseños.

Mi habitación estaba tapizada con flores en las paredes, muy a los años cincuenta, con cuadros de madera esperando para ser llenados con fotos que estaría muy feliz en poner. El piso de madera pulcro y brillante se suavizaba con una alfombra verde que hacía juego con las flores.

Miré la biblioteca apoyada en la pared al lado de la ventana que daba hacia el jardín, la mejor vista de toda la casa y que tenía una cómoda silla justo en frente donde me imaginaba leyendo y disfrutando de la visión del exterior. Era perfecto, como podía esperar de Alice.

Ella me arrastró hacia una puerta dentro de la habitación que guiaba hacia el clóset más grande que hubiera visto en mi vida, lleno de zapatos, vestidos, abrigos, pantalones faldas… todo lo que una fashionista se moría por tener, pero lamentablemente yo no soy una de ellas, si fuera por mí, más de la mitad de lo que ese clóset contenía nunca lo tocaría, el brillo en los ojos de Alice me dijo que me haría probar todo y cada uno de los conjuntos que ella había planeado.

Me preparaba para el primer día de la preparatoria, decidí empezar por el mismo año que nunca pude terminar. Alice me había vestido con un abrigo color mostaza en forma de campana que llegaba hasta mi cintura, con una camisa de seda por debajo blanca y unos guantes muy cálidos.

Llevaba una falda hasta las rodillas y unas cálidas medias tejidas, decoradas con pequeñas flores de color crema. Mis zapatos, del mismo color que el abrigo eran muy cómodos y preciosos. Ella había peinado mi cabello también en dos trenzas que llegaban hasta mis rodillas, se había negado rotundamente a cortármelo y prometió que ella se encargaría de cuidarlo por mí… al igual que toda la ropa que me pondría y el mantenimiento de mis alas

Te ves hermosa- me dijo Edward

Me sonrojé y miré al piso.

Gracias- le susurré y me apresuré a subir al auto. El viaje me llenó de emoción y de nervios, no podía creer que tenía mi vida de vuelta, de una forma distinta, pero así era…

En el viaje miré toda la ciudad con asombro, no sabía muy bien cómo me comunicaría con los demás, pues mis conocimientos en el idioma eran bastante limitados, pero Edward estaba allí para ayudarme en la situación, él es un genio de los idiomas.

Estas nerviosa- apuntó Edward

No sé si podré aprender correctamente todo- le confesé

Eres muy inteligente mi amor- me dijo con dulzura- has aprendido muy bien todo, estoy muy orgulloso

Me enrojecí y lo miré con adoración, sus palabras me dieron un poco de seguridad, justo a tiempo para que estacionara en la parte frontal. Era un instituto admirable, de clase alta… intenté disuadir a Damien de inscribirme en algo tan caro, pero insistía en que sólo me enlistaría en el mejor del país… y aquí estaba, rodeada de jardines, fuentes, estudiantes vestidos exquisitamente.

Al entrar, todos nos miraron con intriga, Edward tomó mi mano y pude sentir la nube negra de decepción en los corazones de las chicas.

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Me estaba controlando, lo juro, pero quería arrancarle la cabeza a cada uno de los ricachones que miraban a Bella hambrientos como lobos. La tomé de la mano para poner en claro que ella es sólo mía, pero en sus mentes albergaban la esperanza todavía de acercársele. No los podía culpar, ella se ve como un ángel caído a la tierra, lo que realmente es… pero sus mentes sucias sólo me hacían enfurecer.

En el camino fuimos interceptados por uno de los idiotas que se babeaban por ella y con su brillante sonrisa de seguridad, con dientes perfectos, cabello rubio platino y ojos verdes.

Mi nombre es Aiden Campbell- se presentó en perfecto escocés- es un gusto conocerte- dijo extendiendo su mano hacia Bella ignorándome

M..mucho gusto, mi nombre es Bella Swan- dijo ella tomando su mano con cautela utilizando el idioma por primera vez con otras personas, dejé que interactuaran, no quería parecer un celoso maníaco… aunque exactamente eso es lo que soy

Ahhh veo que no eres de por acá- dijo con una brillante sonrisa… quería arrancarle los dientes

Estoy aprendiendo- confesó ella un poco titubeante- Edward ayuda- me miró con una sonrisa adorable que le devolví, pero el muchacho no pareció entender que ella no le correspondía

Sería mi placer enseñarte- respondió poniendo una mano en su pecho- es mejor aprender de alguien que es de por acá

Ella se veía confundida, tal vez no había entendido lo que le había dicho, era mejor así.

Vamos Bella- le dije en inglés- se va a hacer tarde

Ella asintió y se despidió de Aiden a quien le dirigí una mirada asesina que sólo él pudo ver, me sentí satisfecho al leer su miedo en sus pensamientos. Caminamos hacia la oficina de la directora para obtener nuestros horarios

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Era difícil entender la mayoría de las cosas que me decían, pero tenía confianza en que aprendería poco a poco. En casi todas las clases Edward estaba conmigo, a primera hora mientras esperaba a que la clase comenzara, vi a un familiar duendecillo que saltaba hasta la mesa cercana a la mía.

¡Alice!- dije con alegría- no sabía que estarías aquí también

Quería sorprenderte- dijo con una risita- todos estamos aquí… Rose, Jasper, Emmet…

¡Como en los viejos tiempos!- dije con emoción

Me senté entre Alice y Edward en la mesa del salón y Alice se quedó sumida en un pensamiento que dejó un ceño fruncido en su rostro. Volteé a ver a Edward que me miraba un tanto preocupado y quise preguntar, pero el profesor entró al salón e interrumpió mi pregunta, nos miró a los tres con una sonrisa… oh no…

Levántense por favor- pidió y yo lo miré aterrada, odio las presentaciones públicas, y mucho más en idiomas que no domino

Insistió moviendo su mano invitándonos a que nos acercáramos. Edward me sostuvo la mano con ternura.

Lo harás bien- susurró y asentí levantándome y caminando al frente de la clase respirando profundamente.

El profesor nos recibió al frente de toda la clase, compuesta de refinados estudiantes que nos miraban con un dejo de curiosidad.

Entonces procedió a introducirnos a la clase y Edward tradujo para mí que nos presentaba como estudiantes de intercambio, luego indicó que podíamos decir algunas palabras. Él se adelantó y relató un perfecto discurso corto en escocés y Alice le siguió con unas pocas palabras alegres, luego era mi turno. Apreté mis manos y me adelanté con nerviosismo.

Mi nombre es Isabella Swan, pero me pueden decir Bella…Espero… poder aprender mucho aquí- dije titubeando, estaba tan nerviosa que sentí un apretón en mi espalda de mis alas que se movían… cálmate ya

Edward me tomó por los hombros y me guio hacia mi asiento, nos miraron con curiosidad y me enrojecí.

¿Estás bien?- me preguntó

Si- le respondí con una sonrisa- no soy buena con las presentaciones

Lo hiciste maravillosamente

No tanto como tú- le recalqué y estuvo a punto de protestar pero el profesor empezó su lección. Alice nos miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

Al finalizar las lecciones, todos se fueron pero el profesor Gibson, que nos había hecho presentar en frente de toda la clase nos retuvo mientras todos e iban.

Algo que emitía su cuerpo me hizo notarlo realmente. El señor Gibson es bastante joven, con cabello rubio cenizo y ojos de color café. Su piel mostraba una ligera palidez, que con la sensación que emitía me hizo recordar a los enfermos… no… él estaba verdaderamente enfermo, había estado tan nerviosa que apenas lo notaba

Bienvenidos- dijo en inglés y me relajé un poco

Gracias- respondí con una sonrisa, concentrada en el origen de su enfermedad

Sé que es difícil ser nuevos en un país diferente- continuó- espero que puedan adaptarse, veo que ustedes dos se desenvuelven muy bien con el idioma y tú estás haciendo un gran esfuerzo- me dijo y asentí

Estaba en sus vértebras, no entendía por qué, pero parecía ser parte de su columna… Miré al profesor con curiosidad y el me frunció el ceño por mi intenso escrutiño

¿Hay algún problema señorita Swan?- preguntó, negué con la cabeza y mandé algo de luz hacia el lugar donde provenía la enfermedad

Bella, no- dijo Edward sosteniendo mi brazo, yo volteé a mirarlo y su preocupación se reflejaba en su rostro

Sabes que esto es lo que hago mejor- le dije con una sonrisa devolviendo mi mirada hacia el profesor cuando me sentí triunfante por ver que me dejaba ser

¿De qué están hablando?- preguntó el señor Gibson

No respondí y me concentré en él. Sus ojos pasaron de preocupación a instantáneo asombro y confusión, el color regresó a su rostro como un santiamén… lo había eliminado por completo, mi sonrisa de júbilo se interrumpió por mis tambaleantes pies, Edward se apresuró a levantarme en sus brazos.

Isabella- dijo el profesor sin poder articular más palabras- ¿Qué…?

Edward me sacó en sus brazos del salón y yo descansé mi cabeza en su hombro

No quiero verte así- me dijo

Es como soy… y creo que tengo mucho tiempo para aprender a usar mis habilidades- le dije con una débil sonrisa- Por cierto… ¿por qué su enfermedad estaba en su columna?

El caminó unos pasos más y se sentó conmigo en su regazo en una cómoda que estaba en el lujoso pasillo.

Seguramente estaba en su médula ósea- me respondió acariciando mi cabello

Ya veo….- dije pensativa todavía recostada en su hombro.

Creo que el señor Gibson ha quedado muy sorprendido- dijo y fruncí el ceño, pero cuando ví al profesor acercarse a nosotros por el pasillo con Alice caminando a su lado con una mirada de disculpa sentí que no había tenido lo más mínimo de cautela

El me miró intensamente y se paró en frente de nosotros.

¿Estás bien?- preguntó después de pensar algunos segundos en las palabras que diría

Perfectamente- mentí

Te ves algo pálida, deberías ir a la enfermería….

Estaré bien- dije perdiendo la paciencia

El pareció titubear un poco entre varios pensamientos, y luego me miró dudoso.

No sé por qué estoy diciendo eso pero… cuando hablé contigo de repente sentí que algo cambiaba en mí… no sé si estoy enloqueciendo- la mayoría de las palabras parecía hablarlas consigo mismo, era una situación muy confusa para él, yo soy una tonta por no tener más cuidado

Señor Gibson- dijo Alice con calma poniendo una mano en su hombro- Cualquier cosa que allí haya sucedido, será mejor que la guarde en secreto.

El asintió y sin decir más se alejó.

¿Y si me delata?- le pregunté asustada

No lo hará- me respondió ella con una sonrisa brillante- lo sé