Fue hace 84 años... Jejeje hola si es que aún hay alguien por aquí, pues bien. ¿Qué puedo decir? Ojala hubiese pensado algo mejor para esta parte xD Y se que de las tantas veces que quise actualizar ya sabía lo que poner... pero ahora nada u.u En fin, lo que venga que creo más tarde me poder expresar mejor. Este es el desenlace de esta historia, la tenía lista desde hace un par de meses... Espero que sea de su total disfrute :3

Nota: En este fic siempre me gusto dejar recomendaciones musicales para la lectura, casi siempre el escrito inspirado en en ellas. Esta no fue le excepción, desde que empece esta historia ya sabia como quería que terminara y desde entonces sabia de igual modo que esta canción era la recomendada: Breath me - Sia. Ahora, después de muuuucho tiempo no diría que estuvo al 100 inspirada en ella, pero la esencia debería estar (?. En fin, solo una recomendación como siempre, no se tiene que escuchar si no se quiere, es todo ahora si xD


La Metáfora del Sueño. Parte 2

El suave chocar de las gotas de lluvia contra el suelo aquella mañana, llenaron enseguida con su sonar, el palacio de la nación del fuego. Para cualquier otra persona, habría sido una simple lluvia como muchas de las que tienen lugar en el lugar, para ellos no, tenía un sabor diferente. Como si el mismo cielo supiera, como si les enviara un mensaje de tristeza. Katara lo comparaba a lo que metafóricamente sentía que debía llorar para expiar su culpa, sintiendo de igual manera que esa era la forma más cobarde y conveniente a la vez, tan solo llorar un mar de lluvia.

En medio de la vacilación de sus pensamientos no sintió su llegada a la gran sala de trono de la nación del fuego, sino hasta que sintió la ráfaga del sonido, Zuko había soltado su mano como ella pidió y ahora lo observaba a cierta distancia suya, una imagen que le parecía hermosa, por instantes casi podía sentirla como en una fantasía.

Zuko engalanado e imponente envuelto en trajes reales extendía ambas manos hacia el trono y enseguida este es aviva en ardientes llamas. Elegante y con disciplina, cerraba las manos cruzaba los brazos para después situarlos cada uno a un costado de su cuerpo, todo en unos dos limpios movimientos. Conmovida por tal imagen logro sentir solo un poco, un instante de sanación a su malestar, pero como un soplar del viento desapareció.

Zuko camino hacia ella, sintió aquello como un golpe de realidad, su reacción instantánea fue dar un paso hacia atrás. El señor del fuego no paso aquello desapercibido, freno el paso para retomar una marcha más lenta, menos imponente y más sumisa hacia ella.

El gran salón, sin la presencia de quienes siempre estaban, los guardias reales, lograba sentirse tan vacío, era tan grande, estaba iluminado, pero se sentía tan oscuro, el fuego les brindaba su calor, pero el frio entre los dos nunca se los dejo notar. El fuego mismo que vibraba ardiente a sus espaldas lograba calentarles.

Eran sus suspiros los que llenaban el silencio, a unos pasos el uno del otro y a la vez tan alejados. Habían creado una barrera invisible de culpa y miedo. Zuko volteo hacia ella en busca de su mirar, darle consuelo, hacerle saber que estaba ahí, sin embargo, parecía que ella ya no estaba ahí, al menos no la persona que el sabio, no la persona que logro captar su total atención desde un principio, tan llena de sentires, tan viva, estaba ahora presente solo en cuerpo.

Ahora era visible aquello que siempre estuvo ahí, su total fragilidad que antes siempre estuvo recubierta de pasión, orgullo, contrariamente a su elemento, incluso impregnada de fuego ante la vista de Zuko. Pero aquello, esa visión actual de ella, no hacían más que amarla aún más y querer ser ese fuego que pueda protegerla, más que eso, estar orgulloso de que siquiera ella lo considerase para ello.

—¿Te arrepientes de esto? —La pregunta casi obligada en su mente se deslizo hacia su voz ¿Qué más daba callar sus dudas ahora? Si se sentían al borde de la total verdad, al desnudo de sus pensares y sentires, ¿Por qué no aprovecharse de esa luz de sinceridad que bañaba lo silencio del lugar?

Como si fuese traída a la tierra con aquella pregunta Katara mostro por fin señales de vida, volteando largamente hacia aquellos ojos dorados, como buscando en ellos una respuesta, quizá la respuesta que él quisiese escuchar, mas no podía descifrar cual era esa, y por ello le sobrevenía el miedo a lo desconocido. Bajo la mirada entones, buscando la respuesta en ella misma, dejándose llevar por el ambiente antes mencionado.

—Quisiera que si —Soltó ella sin más, volviendo nuevamente su mirada hacia el.

La barrera había sido derrumbada por la sinceridad, dura o no, eso dependía de cada uno, no perdiendo la vista de sus ojos azules, Zuko estiro la mano, dando un paso hacia adelante Katara lo sostuvo. El simple rose logro crear un escalofrió en ambos, el recuerdo de la piel contra la piel llego súbitamente y con ellos todos los sentires que alguna vez estuvieron presentes, desde su llegada hasta este día. Zuko entrelazo aún más sus dedos entre los finos de ella, quien correspondió, solo entonces separaron la mirada y dieron unos pasos hacia adelante, listos para enfrentar esta guerra. Firmes y valerosos en su pecado, el fuego bañaba el salón.

Por los pasillos de la entrada principal, se adentraban a las galerías. Aang miraba curiosamente el lugar mientras tardeaba alguna canción desconocida con entusiasmo, lo conocía muy bien, no obstante su alegría no tenía origen en aquel lugar, sino en quien el ahora habitaba.

A su lado el ex general Iroh quien, contrariamente a lo que se pensaría, se mantenía en silencio durante el recorrido. Aang se encontraba demasiado ocupado en sus alucinaciones de reencuentro para siquiera notarlo.

Detrás de ambos, la quien alguna vez se hiso llamar bandida ciega, iba fuertemente sostenida del fuerte brazo Sokka, los años no habían pasado en vano para él y la madurez tanto física como mental se hacían relucir, pero ello nunca significo que perdiese su chispa.

—¡Detesto la lluvia! —Bufo Toph, como escupiendo algo que desde hace mucho le venía molestando

—¿Cuál es el problema con la lluvia? —Pregunto Sokka con cierto desinterés

—Sokka puedo ver todo aquello que está en la tierra, tú lo sabes. Y cuando llueve cada gota golpeando a la vez... es todo muy borroso, me provoca jaqueca —Respondió Toph hastiada

—¿Te deja ciega? —Sokka no perdió el momento para lanzar la pregunta en tono burlón

—Si —Contesto Toph sin vacilación, no habiendo entendido la broma, provocando que la risa que aún no llegaba en Sokka se esfumara dejando solo una cara de aburrimiento y mal mirar hacia la chica a su lado.

Llegando hacia la entrada que conducía la gran sala de trono, los guardas los recibieron poniéndose firmes ante la presencia del avatar, aun estando este a una distancia considerable de llegar a la gran entrada, solo faltando por atravesar la que alguna vez llevo el nombre de Sala de Agni Kai.

—¿Por qué están afuera? —Pregunto Sokka, pues la presencia de todos los soldados, escorados justo en la puerta, mas no adentro, levanto una leve curiosidad.

—Debe ser que mi sobrino no queria que nadie interrumpiera la visita del Avatar Aang y el reencuentro con la maestra Katara —Iroh no perdió la compostura en ningún momento, y hablando finalmente después del largo recorrido, lanzo una sonrisa a los chicos.

Al darles la espalda y adelantarse a la entrada, su semblante tuvo un cambio total, si era pena o amargura no se podía descifrar, respiro profundo en cuanto se encontró frente a la gran puerta, intentando consiente o inconscientemente hacer más lentos sus pasos.

El sonido de las armaduras fuera del lugar les hiso notar que era el momento, la mano de Katara se aportó aún más fuerte a la de Zuko y él pudo sentir un temblor en ella, la miro buscando una respuesta a cómo es que se encontraba, la obtuvo de inmediato.

Katara no apartaba la mirada de la gran puerta, no parpadeaba incluso, su respiración iba en acelero y de apretar los labios comenzaba a apretar los dientes. La visión que previos instantes atrás, parecía que en cualquier momento cual frágil pieza de porcelana se quebraría en mil pedazos frente a el, frente a Aang, frente a cualquier mirada curiosa que tuviera el momento de estar ahí, y lo peor de ello es que Zuko no sabía qué hacer para evitarlo.

Sosteniendo su mano, quizá no habría duda, quizá no serían necesarias las palabras para decirle a Avatar la elección que había tomado. Sabía que eso no sería así, no podría engañarse, las palabras nunca sobrarían, más que nada harían falta aun habiendo dicho todo lo que fuera necesario para explicar lo que en su estancia había sucedido.

No vio venir el momento en que perdió la fuerza en las piernas y se vio cayendo arrodillada, pero Zuko fue rápido en voltear frente a ella, sus manos fueron firmes al tomar sus hombros. Sus miradas quedaron a pocos centímetros uno de otro. El fuego en la garganta de Katara no le permitía figurar palabra, la voluntad se había ido, la culpa prevalecía o quizá era la duda. Zuko no sabía puesto que tampoco se encontró capaz de descifrar que era lo que él estaba sintiendo.

Las manos de Katara se aferraron a su pecho encontrando en el, la fuerza para ponerse nuevamente en pie, y ahí en el chocar de sus miradas, el fuego y el agua giraban en equilibrio, les devolvían una extraña armonía, una extraña verdad que los llevaba a la atracción

—Te amo —Susurro Katara casi sin voz sobre los labios desesperados del hombre.

Zuko la beso enseguida, ella correspondió al instante. Ardiente y desesperante se apretaban el uno al otro, más que un beso se entregaban el alma, más que unas uniones carnales del cuerpo a cuerpo se fundían en una sola alma en aquella muestra de amor. Los ropajes finos, armaduras de plata, incluso la misma piel comenzaron a sentirse estorbosos para permitir su unión, para dejar entrelazar sus almas y convertirla a una sola por la eternidad. Un beso, con anhelo, con pasión con deseo que dejo viva la llama por la eternidad.

El dominio sobre sus elementos bailaba a su alrededor, desbordando de poder, al límite del extasiar. El calor se acrecentó en la sala se acrecentaba junto con las llamas en el palacio a cada suspiro en busca de algo de aire, a cada movimiento como un respirar se agitaban.

Toph detuvo el paso arrebatadamente, frenando con el al moreno. —¿Sucede algo? —Al sonido de la pregunta todos miraron hacia la maestra.

—¿No lo sintieron? —Pregunto Toph no saliendo de su sorpresa

Sokka puso una mano en la barbilla —¿Sentir que?

Toph se notaba confundida, sus ojos cristalinos miraban hacia el suelo, como si buscara algo sobre este, como si en verdad pudiese verlo. —Fue... —Levanto el rostro, todos miraban extrañados, incluso alguno de los guardias se permitía mirarla quisquillosamente.

—Fue como si por un segundo la lluvia se detuviera, pude ver todo un instante, pero demasiado rápido para notarlo.

—Las jaquecas se te bajaron a los pies Toph —Poniendo un brazo tras su espalda Sokka rompió la tensión que en la maestra tierra se había creado. —¿Tan sensible estas por volver a ver a mi hermanita? ¿Quieres decirle cuanto la extrañaste entre abrazos? —Dijo dando ligeros codazos al brazo de la maestra

—Vuélveme a llamar sensible y pasare la jaqueca de mis pies a tu cara —Respondió Toph poniéndose a penas sonrojada.

Aang comenzó a reír —Yo quiero ser el primero en hacer eso —Comento entre risas

Toph dio un empujón a Sokka apartándolo de su lado —Como sea ¿Dónde está la princesa de azúcar?

Los guardias que previo al alboroto se habían ya situado a las puertas de salón de trono, vieron su señal en ese momento y uno a cada lado abrieron las puertas de la gran sala. Aang se apresuró a ser el primero que pisara, las puertas se abrieron por completo. La brillante luz que del fuego emanaba los deslumbro un instante y entre la luz, una silueta se fue creando.

—¡Aang! —De entre el brillo y saltando a los brazos del Avatar llego Katara, su risa al ser atrapada apaneas por el joven no se hicieron esperar.

—¡Mi amor! —Aang el abrazo fuerte girando con ella entre sus brazos. —Te había extrañado tanto

—No tienes idea de lo mucho que también te extrañe —Respondió enseguida ella, acariciando su mejilla, sus frenes una sobre otra, perdiéndose en sus miradas, no cabiendo duda de su amor.

Borboteando al aire, el momento seria sellado con un beso, que se vio interrumpido cuando Zuko camino hacia ellos, sus pasos resonaron en medio de la sala, el viento levantaba la estruendorosa capa a sus espaldas.

—Aang un placer como siempre, tenerte de vuelta —Su sonrisa iluminaba casi tanto como sus llamas, Katara se hiso a un lado, permitiendo el abrazo de es fuerte amistan entre el Avatar y el señor del fuego

—Pero si es el mismo señor del fuego, amigo te estoy infinitamente agradecido por todo lo que has hecho —Comento Aang en medio del abrazo.

Al apartarse miro a Katara, quien con una sonrisa les observaba a ambos —Gracias por cuidar el tesoro más preciado para mí en el mundo —Termino Aang sin perder la vista de la morena, quien conmovida se acercó a el.

—Juro por mi honor que si algo le hubiese ocurrido me habría embarcado en huida de la furia del maestro de los cuatro elementos, así hubiéramos podido cambiar de roles —Bromeo el, logrando la carcajada de los presentes, todo excepto uno.

El general, de tantas experiencias, tantas cosas maravillosas y terribles habían pasado por su mirar, aun con eso no lograba comprender, ¿Estaría acaso soñando? ¿Qué había ocurrido? Miraba sin dar crédito a las sonrisas, las broma y lo abrazos que entre los chicos se hacían presentes. El mimo Zuko se veía incluso diferente a otras ocasiones, incluso más feliz que en sus momentos felices. No podría haber imaginado un encuentro mejor en la existencia.

Fue testigo de la reunión, sin decir palabra alguna, estando o suficientemente lejos y cerca para que las preguntas no le llegaran por su actitud, solo observando. ¿En verdad era su sobrino quien hacia bromas sobre los incesantes abrazos de Aang hacia Katara? ¿Era en verdad Katara la que se acomodaba entre los brazos del maestro aire sin pena no gloria de su sobrino, sentado justo al lado del ultimo maestro aire, en medio de la cena?

El resto del día paso de ese modo, la lluvia había cesado muchas horas atrás, y llegaba el momento de despedirse. Era raro para el mismo el pensar que no veía la hora de poder tener una larga charla con su sobrino, pues de igual modo era raro para el no comprender algo que a sus ojos estaba.

Y con la llegada de la noche, había llegado el momento de la despedida. Ya hacia largo rato Zuko se había desecho de los estruendosos ropajes que por etiqueta le exigía la llegada del Avatar, se encontraba ahora más ligero, fue el mismo quien se encargó de encender las antorchas de la plaza a la gran entrada al palacio. Sin guardias, les había pedido se marchasen hacía rato, sin miradas curiosas, la del tío Iroh no era una de ella, al menos no hasta donde ellos sabían. Tan solo viejos amigos, viejos enemigos y sobre todo, para un par, ahora viejos amantes.

Tras encender la última antorcha volvió su camino hacia sus amigos.

—¿Qué el palacio está en crisis para tener al señor del fuego encendiendo antorcha? —Pregunto Sokka en un bostezo provocando una ligera risa en el Zuko

—Me gusta hacer este tipo de cosas, no me gusta ser servido todo el tiempo —Dijo poniendo una mano en el hombro del moreno. —Espero volver a verlos pronto —Sonrio

—¿Qué piensas que nos perderías de vista tan fácilmente flamitas? —Dijo Toph soltando un golpe a su brazo.

—Espero que no sea asi —Rio Zuko, logrando una sonrisa de satisfacción en la menor— No hay nadie en la nación del fuego que pueda golpear de tal modo. Y no se me olvida que aun tenemos un viaje cambia vidas por realizar

Estando montada sobre Appa, Katara dio un salto limpio, aterrizando frente a ellos —Eso de cambiar vidas se te da muy bien —Sorprendiendo al señor del fuego puso una mano sobre su hombro.

Sokka levanto una ceja al ver que no deteniéndose ponía la otra al otro lado, casi abrazando al maestro fuego por el cuello y se acercó, Sokka se sintió paranoico al pensar que por un instante que lo besaría por aquellos movimientos que podría fácilmente calificar como de ligera seducción hacia Zuko. Pero ella lo abrazo, sorprendido en primera estancia, Zuko vacilo un instante al responder. Pero una vez hecho la apretó fuerte contra sí, portando una sonrisa en sus labios.

—Harás mucha falta en este lugar —Murmuro acariciando los cabellos castaños, para cerrar aquella muestra de afecto, apartándose ligeramente

—Veo que se hicieron muy buenos amigos —Apareció Aang metiéndose entre ambos, quienes no se perdieron la mirada sino hasta que se percataron de su voz.

—Bueno, Zuko ya no es el amargado que conocí hacía mucho tiempo —Los dos jóvenes frente a ella rieron. Y de repente hubo silencio, una extraña tensión se pudo palpar, pero todos sabían que era un no querer decir adiós. Abrazos ya habían sido varios, palabras hubieron de sobra, solo faltaba un simple adiós.

—Adiós Zuko —Y fue justo la maestra agua quien cerro la tensión.

Sokka pretendía montarse de Appa pero Toph le aligero el trabajo al tocar la tierra levantándola bajo los pies de Sokka, catapultándolo sobre el lomo del bisonte. Con una risa que aun sonaba infantil fue ella ahora quien, de un salto impulsado por la tierra bajo sus pies, dio un brinco para montarse de igual modo, a su aterrizaje solo se escuchó el grito casi femenino previo de Sokka al verla caer sobre el, seguido de un "Gritas como niña" por parte de la maestra tierra entre risas.

Aang no perdió la sonrisa al tomar la mano de su amada —¿Vamos? —Ella asintió y caminaron hacia Appa

Zuko puso las manos tras la espalda, en un gesto que se sentía demasiado mayor para alguien tan joven y relajándose bajo la mirada, algo en su rostro se veía satisfecho, un extraño orgullo que solo alguien que ha hecho lo correcto podría permitirse, levanto los ojos nuevamente.

Katara salto a sus brazos de repente, apenas y pudo reaccionar cuando ella se apartó nuevamente. Un abrazo por más corto, pero que cumplió con su objetivo, el haberle susurrado a la oreja "Te veré esta noche"

Enseguida Katara rio al dar la vuelta, una dulce imagen de la niña que ya no era reavivara en la plenitud de su juventud, extendió la mano hacia Aang, a su llegada en el abrazo de la cintura y de un brinco de aire montaron el bisonte.

Con su peculiar rugir, el animal se dio vuelo y así como había llegado, de un instante para otro, ella se había marchado, de su palacio, de su lado y técnicamente de su vida. Pues irían por caminos separados, ambos lo supieron siempre.

El momento que el ex general había estado esperando sucedía al fin, pero como todo aprendizaje, observo lo suficiente para poder tener una ligera idea de lo que había sucedido. Dio dos palmadas a la espalda del menor, anunciando así su llegada

—Hiciste lo correcto, hijo

—Lo hicimos —Respondió Zuko dándole una serena sonrisa, como pocas le había visto.

¿Qué se supone que se hace tras un reencuentro entre dos amantes? La respuesta seria implícita a la pregunta y la palabra clave es "Amante" pero no hay que olvidar que todo depende de persona a persona. Aang estaba lo bastante enamorado para no pretender algo más allá de lo que su amada quisiera, e incluso de haberlo ella querido habría sido el quien bajara la intensidad del reencuentro. Tan solo le era suficiente apreciar cada momento de su regreso, acariciar sus cabellos mientras ella se acurrucaba a su lado en sus ensoñaciones. La luz de la luna se filtraba por la ventana de su recamara, iluminándola con su luz, le parecía tan divina. Aang solo se limitaba a admirarla hasta que el cuerpo le permitiera no cerrar los ojos.

En el balcón de su cuarto, apoyado en el cabecero, Zuko miraba hacia la ciudad, iluminada por el fuego. El roció de la noche el viento se sentía más fresco, atravesaba sus cabellos y acariciaba su piel. Con un suspiro repitió

—Te veré esta noche —Sonrió solo entonces. Y camino hacia su cama.

"Te veré esta noche" Aquello que tras su último beso se habían murmurado, aquella fue la respuesta que los salvo a ambos. Un juego que les dio la salida, una metáfora, la metáfora del sueño. Solo en aquel mundo de sueños podría verle otra vez, solo ahí su amor viviría. De una forma diferente, encerraron su amor a un mundo que solo ellos conocían, la llave "Te veré esta noche" Sellado con la pasión de una entrega total en el último beso, lo que sea que sucediera fuera era algo aparte, algo separado de su propio mundo.

¿Pero qué tal si alguna vez estando a su lado en ese mundo se le escapase de los labios su nombre, en el mundo real? Aquello nunca les importo, casi anhelaban que así fuera, que el amor que decidieron encerrar decidiera dejarse ver, aunque sea en un murmuro, aunque fuese en un suspiro de una noche. Así tenía que ser, y todas las noches seria ese día, todas las noches se verían, solo hasta el momento en que alguno dejase de soñar.

Fin.


Henos aqui, espero les haya gustado, espero haya sido un digno final, espero almenos que haya alguien leyendo jajaja