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INSEGURIDADES

Disclaimer: mayoría de los personajes son reciclados de Digimon Adventure 1 y 2
Dedicado a los que se esconden bajo la cama


Capítulo Final

Postludio

Mimi dibujó círculos en el cristal. A veces se sentía nostálgica.

Koushiro bajó la tapa del ordenador. De vez en cuando, perdía el hilo de lo que escribía.

Mimi no volvió a Odaiba. Le dio un beso al Izzy durmiente y volvió a guardar la fotografía en su baúl de los recuerdos, junto a su viejo diario de vida, y los antiguos boletos de cine de cartón. En algún momento, olvidó la existencia de todo aquello. Eso no tiene que ser malo, es solo algo que ocurrió.

Koushiro perdió su billetera de camino a la biblioteca. La foto de la Meems sonriente se extravió junto los 2000 yenes, su carné de identidad, y el carné de la biblioteca. Lo que más lamentó, fue el carné de biblioteca: acababa de hacer un viaje para nada, ya que no podría retirar ningún libro.

La vida son etapas, eso decidieron mientras dibujaban círculos y cerraban computadoras portátiles. Eventualmente, se olvidaron muchos momentos compartidos, como también se almacenaron otros tantos más. Picardías, orejas mordidas, pasteles de mochi, no había un patrón claro que pudiesen seguir. Lo que no olvidaron, porque era imposible hacerlo, fue todo lo que crecieron y aprendieron de sí mismos durante aquel momento en que sus vidas volvieron a reencontrarse en Odaiba.

Ella ¿la recuerdas Koushiro? Con sus orejas perforadas, y fumaba.

Y él ¡tan extraño! Enjuto y demacrado, sus gafas empequeñecían el tamaño de sus ojos.

—Eres brillante— a veces susurraba Koushiro. Sus palabras se estrellaban en sus pensamientos.

—Y tú un genio —respondía ella al otro lado del océano.

Y si, por algún motivo, creían que habían cometido algún error, siempre les quedaba el recuerdo de las cuatro horas en ese hotel del amor. Eso fue algo que no se olvidó.

Ni lo de brillar o lo de ser un genio, claro.


7 historias que fueron o no fueron (Bonus)

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1: Mimi versus el Cubo Rubik

Una delgada arruga surcó la frente de Mimi. De no ser por esos dos vértices mal orientados, ya habría terminado de armas su cubo rubik. El idiota de Koushiro jamás le explicó bien cuáles eran los movimientos. O ella no le escuchó porque estaba más pendiente de sus orejas que del montón de palabras que salían de sus labios.

Intentó pensar un poco.

¡Ah! ¡Sí claro! Bajar el vértice a la base, rotar la base en sentido anti horario, girar el lado derecho para volver la esquina en otro sentido, rotar la base en sentido horario, bajar el lado derecho, volver a girar la base para regresar el vértice, subir el lado derecho, girar la cara superior dos veces…

Luego de siete movimientos más, el cubo seguía con los vértices mal orientados. Pero esta vez, eran otros vértices, los vértices contrarios, que antes estaban bien, ahora estaban mal, y los que estaban mal, ahora estaban bien. Mimi se agarró los cabellos de la cabeza.

—¡ME LLEVA…!

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2: Koushiro versus la bicicleta

Koushiro amaba su bicicleta. Cada vez que sus pies subían sobre sus pedales, se sentía invencible. Sus piernas, sus flácidas piernas, podían llevarlo a cualquier lado, y no había colina empinada, en todo Tokyo, que no fuera capaz de escalar sobre ruedas.

Podía andar sin manos, a ojos cerrados, y contra el viento. Pero lo mejor, era cuando hacía las tres cosas a la vez.

Inhalaba todo el aire que sus pulmones le permitían, cerraba los ojos, y alzaba los brazos al aire para sentir el viento estrecharse contra su pecho.

Entonces, ocurrió lo impensable.

En su ruta favorita, por la carretera que bordeaba la costa litoral, una vil paloma se ha cagado encima de él. Y Koushiro no se dio por enterado, hasta que se topó con Taichi y Yamato, quienes se burlaron durante dos siglos.

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3: Llamada transoceánica

—Son las cinco de la mañana, por un demonio.

—Hey, hey, hey ¡cuidado con tu vocabulario Izumi!

—Si yo te llamara de madrugada, no serías sutil. Pero yo, que soy un chico educado, omitiré lo mucho que te odio en estos momentos, y te preguntaré por qué me has llamado.

—Necesito que me digas cómo terminar el cubo rubik.

—Tiene que ser una broma.

—Son las esquinas, que están rotadas. Cada vez que trato de arreglarlo, se rotan las contrarias. Así no se puede.

Los labios de Koushiro se movieron a velocidad sónica.

—Baja el vértice, rota la base sentido horario, baja el lado derecho, rota la base en sentido horario, baja otra vez el derecho, gira la base en sentido antihorario, sube el derecho, gira la superior dos veces…

Y luego de siete movimientos más, Mimi se quedó de piedra.

—¡Es lo que he estado haciendo todo este tiempo! ¡La caca de gaviota te ha afectado el cerebro idiotaizumi!

Koushiro odió a los chismosos de Taichi y Yamato. Idiotaizumi sus polainas.

—¡Se supone que la brillante eres tú! ¡Soluciona tus problemas! ¡Buenas tardes!

Porque en New York, eran las 15.00 horas. Qué coraje, despertarlo en la mañana para fastidiarlo.

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4: Reconciliación fallida

Koushiro inició la video-llamada a las 14.30 horas. En New York, eran las 00.40.

—Koushiro-kun, ¿alguna vez recordarás quitarte tu casco?

—¡Gah! ¡Mimi! —se tocó la cabeza nervioso, y se dio cuenta que no llevaba nada puesto. Mimi explotó de la risa—. Mujer, no juegues conmigo, por favor.

—Ah, Koushiro-kun, tus orejas se ponen muy rojas cuando te avergüenzas. Me dan ganas de mordértelas.

Koushiro cerró la computadora portátil. No volvería a disculparse de ella. Intentaba ser amable y ¿qué recibía? Siempre se quería comer sus orejas. De verdad ¿cuál era su real problema?

.*.*.*.

5: Las camisas de jengibre

Palmón salió del ropero de Mimi boquiabierta. Estaba consternada.

—Mimi, sabes que admiro mucho tu buen gusto y clase. Toda tu ropa es muy elegante, de esta que hace ver hermosa a cualquier persona. Pero… ¿qué son todas estas camisas naranjas chapuceras que escondes en esta bolsa?

Mimi trastrabilló por querer arrebatarle su tesoro olvidado a Palmon.

—¡Gah! ¡Las camisas de Koushiro! Vaya, vaya, así que me vine a New York con todo esto ¿qué hacemos? Donarlas a caridad es muy feo, no podemos permitir que la gente se vista mal, porque somos defensoras de la moda ¿cierto?

—Somos defensoras —repitió orgullosa de ser considerada de aquella forma—. Pero son suavecitas y huelen bien. Huelen… huelen a ¿jengibre? Qué curioso.

Mimi le arrebató una camisa a Palmon. Efectivamente, olía a jengibre. Quien iba a decirlo, el pelirrojo de Koushiro, tenía olor de pelirrojo, cómo no. Mimi y Palmon se probaron cada una, una camisa, y fueron incapaces de quitársela en horas. Las camisas de Koushiro eran horribles, pero inquietantemente adictivas.

—¡A caridad jamás! —decidieron ambas.

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6: Tentomon el ladrón

Koushiro prometió abrir la puerta que conectaba el mundo de los humanos con el digimundo a las once en punto. Una petición extraña, pero Tentomon dijo que no podía explicarle más. Al encender el monitor, vio a su amigo insecto corriendo a gran velocidad hacia la pantalla. Koushiro no alcanzó a colocarse las gafas a tiempo para ver qué llevaba su amigo a cuestas, y solo lo entendió, cuando tentomón cayó sobre él.

—¡KOUSHIRO-HAN! ¡CIERRA LA PUERTA!

Koushiro se abalanzó sobre el teclado y digitó los comandos con rapidez. La puerta se cerró antes que Mimi y Palmon lograran atravesar. Ambas pataleaban al otro lado de la pantalla.

—Tentomon ¿estas son mis camisas naranjas? Vamos a decirle a mamá que te haga una buena cena. Katsudon era tu favorito ¿verdad?

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7: Buenas tardes, Buenas noches

—Lo siento Izzy, no sé qué me pasó. Tus camisas naranjas son adictivas. Son feísimas, pero huelen ¡cómo huelen!

—Mamá solía usar un suavizante con olor a jengibre. Pero lo sacaron del mercado cuando descubrieron que producía cáncer.

—¿Qué?

—Es broma. Cielos, eres difícil a la distancia. ¿Lograste armar el cubo rubik?

—Koushiro, que son las dos de la mañana, no preguntes temas delicados.

—Si estás estancada, entonces desarma lo que has hecho y vuelve a empezar.

—Ah, tanto da. Buenas tardes, Izzy.

—Buenas noches, Mimi.


Notas finales

Y luego de dos años, la historia llega a su fin. No sé qué más decir. Aunque me gusta el mishiro y las parejas crack, en el fondo de mi ser soy canon. No lo digo como excusa, sino para que entiendan qué es lo que realmente me gusta del mishiro: que pudo haber sido, que seguramente fue, pero no duró, y eso está bien.

En mi profile, el link de dos dibujos que mi hermano hizo sobre este fic.

Y aprovecho de agradecer a todos quienes siguieron esta historia. Seguramente debió haber terminado en el capítulo anterior. Siempre lo he pensado. Pero, aunque ansiaba terminar la historia, no podía despedirme tan luego. Y como siempre, mi veta de pseudo humor se apoderó de mí en un momento crtítico.

Japiera C