Notas del Autor: No me pude resistir a compartirles esta humilde idea que me ha surgido, es una pareja poco común, como las que regularmente escribo, aun que si nos detenemos a pensar, congenian muy bien y hasta podría decirse que se ven lindos juntos. Juzguen ustedes mismos. Que disfruten del fanfic!
-Dragón Ball Z no me pertenece, es propiedad del señor Akira Toriyama-
Tomando al toro por los cuernos.
Mire niño que corría hacia mí emocionado, un día más de entrenamiento. ¡Por supuesto que estaba emocionado! ¿Cuántas veces al mes lo dejaban salir del refugio en el que se había convertido Corporación capsula? Su madre, la querida y vieja Bulma, aun tan hermosa y dulce, pero también vanidosa y con un fuerte carácter. El tiempo había pasado para ella y para mi, ¿Cuántas lagrimas había derramado sobre mi hombro? ¡Tantas heridas que tuvo que curarme! Todo ese miedo profundo en sus ojos cuando me veía partir hacia la ciudad para luchar contra los malditos androides….
Y aquí seguimos, viejos y cansados, agotados por la vida que hemos llevado a partir de la muerte de mi padre, de la venida de los androides, de la destrucción masiva de la raza humana y el instinto de supervivencia que no permitía que nos derrumbáramos a pesar de nuestro cansancio y heridas.
Por supuesto, a partir de que me enfrente por primera vez con numero 17 y 18 sabia que en algún momento, en el futuro, debería de morir en batalla, ellos superaban mi poder en sobremanera, cuando finalmente podía responderle el golpe a uno el otro venia con odio en sus golpes a arrastrarme por el suelo, abriendo mis heridas tan frágiles, tan marcadas en mi espalda y brazos.
-¡Gohan Gohan!-Corria el joven de cabellos lavanda con una enorme sonrisa en su rostro, desde muy pequeño había notado la ausencia de una figura paterna próxima en él, su madre por supuesto, lo llenaba de amor, pero jamás era suficiente. Apartar de que el único amigo de su madre que estaba vivo, Gohan, empezara a llegar a Corporación Capsula pareció tener tanto impacto en el joven que este lo adoraba en sobremanera y siempre le hablaba a Kamisama profundamente angustiado cuando veía al Saiyajin partir para combatir con los androides, rogándole al dios que regresara sano y salvo.
-¡Trunks no corras tan rápido!- Salió Bulma inmediatamente detrás del envuelta en una manta roja, sus cabellos desaliñados en su eterna coleta que diario usaba y sus gastadas botas chillaban al hacer contacto con el frio suelo del techo. Estaba pálida, como lo había estado los últimos 12 años, ¿hace cuanto no había visto el sol directamente? Miro hacia arriba y arrugo la nariz entrecerrando los ojos. Deseo estar adentro del refugio, frio y obscuro, alumbrados con las pocas lámparas que les quedaban, con ese olor a cigarros y café que ella siempre tenía a su lado a la hora de reparar un arma o curar las heridas de los enfermos o heridos, alrededor de las inertes y carentes de vida maquinas robóticas llenas de botones e interruptores. Su habitad, su ambiente.
-Está bien, Bulma, No le pasara nada a este campeón. Además, ¡tiene razón!-El alto y moreno Saiyajin que siempre tenía el ceño fruncido y un rostro nervioso y preocupado dejo escapar una sonrisa de orgullo levemente paternal, a partir de que a sus 15 años entendió que en las circunstancias tan extremas y peligrosas en las que los ponían los androides, que jamás tendría hijos, el lo había aceptado sin chistar. Y Trunks… él era lo más cercano a un hijo que él había tenido, y lo quería como tal, viéndolo crecer 12 largos años, jugando con él en sus muy cortos tiempos libres antes de salir a la lucha. Y lo había arrullado en sus brazos cuando Bulma tenía que terminar un arma o atender algún paciente urgentemente. Hasta entonces, el hijo de Vegeta era el ser que más quería en el mundo. Además de ser, y todos los presentes lo sabían, el único escape que podía haber para destruir a los androides, Pues no sabían hasta que limite podía llegar el poder del niño.
-Hoy es un día muy especial para todos, en especial para ti, Trunks- Sin quitar su sonrisa, Gohan se inclino levemente para revolver con su mano los cabellos del chico que rio sin poder contener su impaciencia.
-¡Finalmente! Mi primer día de entrenamiento-Murmuraba, mientras en su cabeza se imaginaba al mismo luchar contra los androides y derrotarlos con sus grandes poderes. Se imaginaba también a Gohan felicitarlo y decir que estaba orgulloso de él.
-Gohan, ¿estás seguro de esto?-Pregunto Bulma llegando hasta ellos aun envuelta en su manta roja. El único sobreviviente de la familia Son asintió frunciendo el ceño de nuevo, lo había hablado muchas veces con ella, la mujer ponía excusas siempre, el peligro, su tierna edad, alguna pequeña gripe o simplemente el mal tiempo que hacia afuera. Pero conforme fue pasando el tiempo, las excusas acabaron y finalmente había llegado el día.
-Me asegurare de que tu hijo regrese sano y salvo, Bulma… confía en mí-
Miraba los grandes y preocupados ojos azules de ella, y lo entendía. El niño que estaba a punto de iniciar en las artes marciales era su hijo, su único familiar vivo, su tesoro más apreciado y el único ser por el que sentía un verdadero amor sobre la faz de la tierra. Yo sabía que si el llegara a morir, ella lo haría con él. Y yo simplemente tendría que enterrarlos como a todos mis amigos, familiares, a todas las personas que enterré y que llore y continuar peleando. Siempre peleando mientras esté vivo.
Me pase tres cuartos de hora intentando tranquilizar a Bulma de que todo saldría bien, ella comenzó a derramar lagrimas cuando Trunks me jalo impaciente y comencé a alejarme con él sobre mi espalda, aun no había aprendido a volar, eso se lo enseñaría pronto y finalmente partimos hacia las montañas, el único lugar donde los androides no atacaban tan seguido.
Ese día hacia mucho frio, pero terminamos sudorosos y agotados ambos cuando terminamos de ejercitarnos, no podía enseñarle a luchar sin antes haberlo fuerte y resistente, el chico termino boca arriba, respirando duramente y sintiendo que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento, pero con esa satisfacción de haber cumplido con los requisitos, y lo hizo, me dejo tan impresionado de su fuerza, me sentí el hombre más orgulloso del mundo, no cavia duda que era el hijo de Vegeta, él era el nuevo y pequeño Príncipe Saiyajin. El nuevo y pequeño Salvador del universo…
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Era tarde cuando regresamos, el sol empezaba a ocultarse en las montañas, los androides siempre atacaban de noche. Bulma salió corriendo a abrazar a Trunks que emocionado empezó a contarle todo lo que habíamos hecho, ella le escucho sonriente al ver a su hijo tan feliz. Me miro un momento, sus ojos eran agradecidos, yo solo asentí dándole una pequeña sonrisa, no necesitábamos decirnos nada. Al ver la puerta del refugio cerrarse delante de mí, comencé a levitar, despegue hacia el norte. Esperaba que esa noche no destruyeran tanto, que nadie muriera, que por una noche no recibiera ningún golpe y que por una mañana al despertar, no sintiera el dolor de mis heridas y el olor de la sangre sobre mis mantas…
Me detuve.
-¡Qué demonios…!- Exclamo el Saiyajin frunciendo el ceño aun mas, cerrando los puños y tensando los músculos. Esos Ki, eran los androides. Esta vez habían salido más temprano de lo normal. Miro a lo lejos alzando la vista, vio una enorme explosión en donde el calculaba era Ciudad Satán. Apretó los dientes llevando dos manos hasta su frente, cerró los ojos y desapareció.
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Cayó.
Sintió varios pedazos de vidrios pequeños clavarse en su espalda mientras oía como la pared se rompía cuando el chocaba contra ella. Finalmente dejo de moverse, y abrió los ojos con dificultad para ver el techo de un edificio viejo y abandonado. Soportando el dolor se levanto rápidamente, vio gotas de sangre caer en el suelo, cerca de su pie izquierdo.
"Maldición…" Murmuro, sabía que tendría que ir de nuevo con Bulma para que le curara sus heridas. Odiaba eso. Solo conseguía preocuparla a ella y al pequeño Trunks.
Recordó entonces que mañana no podía faltar al segundo día de entrenamiento del niño, se lo había prometido. Tenía que salir vivo de esa batalla.
-¡Vamos escoria!-Gritaba desde afuera el androide número 18 que aprovechando a que Gohan había caído dentro de un edificio por el golpe que le había propinado, se arreglaba unos mechones de cabello desacomodados. El Saiyajin frunció aun más el ceño, dispuesto a ir a su encuentro para luchar de nuevo contra esa maldita androide.
Y entonces…
Escuche un grito, era una vos de chica. ¿No se supone que después de las 12 del dio todos los humanos estarían en sus refugios? Temeroso de que una mujer más muriera a manos de esos malditos fui rápidamente al lugar de donde había provenido el grito. En cuestión de milésimas de segundo aparecí delante de un enorme edificio.
No escuche nada. Mire hacia mis lados y no pude divisar nada. De pronto algo exploto detrás de mí y me cubrí tan rápido con mis antebrazos como pude, un trozo de metal paso rayando mi brazo, solo un rasguño, uno más de tantos. Oí de nuevo el grito de una chica, voltie y vi que a solo 3 metros detrás de mi estaba la silueta de una joven con vestimenta roja escondida detrás de un auto…
-¡Ahora veras, maldita! ¡Lamentaras haberme rechazado!-Grito Androide 17 justo 20 metros volando encima de ella, con una bola de ki grande en el dedo. Comenzó a reír y mientras lo hacía lanzo con todas sus fuerzas la bola de poder hacia la joven, por supuesto la mataría en milésimas de segundo, la desaparecería de la faz de la tierra, jamás nadie la volvería a ver. Una vida más que se perdía a manos de ellos.
No lo pensé, ni siquiera sabía lo que hacía hasta que sentí mis brazos abrazar el cuerpo de la chica y cubrirla con mi cuerpo mientras el dolor de mi piel quemándose por el poder que me había interceptado de lleno me invadía completamente. Aliviado sentí el ki de los androides alejarse de ahí.
Sentí que un cuerpo pegado al mío se movía, escuche un gemido, mis ojos comenzaron a cerrarse, mi cuerpo lentamente dejo de funcionar. Sentí sobre mi rostro la piel más suave que jamás pude haber tocado en mi vida y una vos tan dulce que mis oídos no perdieron vida para no dejar de escucharla y antes de cerrar lentamente los ojos, pude ver el azul más intenso, profundo y hermoso sobre el rostro de un ángel…
Ese azul me recordó que mañana tendría que entrenar con Trunks, se lo había prometido, tendría que ir mañana. Pero en ese momento estaba tan cansado. No recuerdo más a partir de eso…
Notas del Autor: Un poco aburrido al principio ¿no?
Continuara.