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Capitulo Veinticuatro: El final de una historia

[Blaise Zabini]

"Está embarazado…"

Esas fueron las palabras de la señora Pomfrey y sin embargo, yo no puedo creerlas… ¿embarazado?

-¿Cómo que embarazado? – pregunta Bilius confundido.

-Ahora me dirán que no sabían que si tomaban la poción de fertilidad sin ninguna precaución no podrían quedar embarazado alguno de los dos, porque no les creeré – nos regaña la medimaga.

Embarazado…

Esa palabra va de un lado a otro en mi cabeza.

-Ahora jovencito, tendrás que arreglártelas como puedas porque esa criatura que está dentro del señor Zabini crece cada día y cuando nazca querrá que sus padres lo cuiden y lo…

-¡Exacto! – Interrumpe Bilius – usted lo ha dicho "sus padres" – puedo sentir la mirada furiosa de mi lindo Bilius sobre mí.

Cierro los ojos y me muerdo el labio inferior fuertemente.

-¿Qué quiere decir con eso señor Weasley? – le interroga la señora.

-¿Cuánto tiempo tiene? – le pregunta, ignorándola.

-Cuatro meses, aproximadamente. No se le nota mucho porque el embarazo masculino es diferente al femenino.

Bilius me observa de manera acusadora. Volteo a verlo y de manera suplicante trato de decirle con mi mirada un "lo siento". Él comienza a retroceder lentamente, sin dejar de reprocharme con la mirada. Finalmente llega hasta la puerta, se da la vuelta y sin decir nada, se va…

Lo he perdido para siempre.

-No se preocupe señor Zabini – me dice la medimaga – normalmente los chicos se asustan con la idea de ser padres, pero al final vuelven – ella también se va dejándome solo.

Niego con la cabeza, mi lindo Bilius no regresará a mí, de eso estoy completamente seguro. Maldito sea Francis Morseferth y maldito sea el engendro que se está formando dentro mí. Porque sí. Es hijo de Francis Morseferth.


Se encontraba en la orilla del lago, desde que había salido de la enfermería se había dirigido hacia ese lugar, durante su recorrido recogió un par de piedras y al llegar a su destino comenzó a lanzarlas con demasiada agresividad hacia el agua.

"Está embarazado…"

Las palabras de la medimaga resonaban en su cabeza una y otra vez. Blaise, su Blaise, estaba embarazado y ese hijo claramente no era suyo. Sí, Blaise y él habían tenido intimidad, pero desde que habían regresado a Hogwarts, él nunca estuvo arriba, una vez intentó estarlo pero las cosas no resultaron muy bien (1). Así que, definitivamente el hijo que esperaba Blaise no era suyo. Y solo podría haber un solo candidato para el otro padre. Francis Morseferth.

-¡Maldita sea! – maldijo el pelirrojo arrojando la última piedra hacia el lago.

A tan solo unas cuantas horas atrás estuvo a punto de perdonar a Blaise por no haberle creído lo del robo de la poción, quizás también le hubiera perdonado el hecho que se hubiera liado con aquel profesor mientras andaba con él. Sin embargo… no podría perdonarle que tuviera un hijo de ese señor. Eso era demasiado.


-¿Estás bien? – Le preguntó Theo sentándose en la cama de enfrente – Neville y yo nos preocupamos cuando no regresabas del castigo.

Blaise no le respondió, se había sumido en un mutismo.

-¿Blaise? – insistió el castaño.

-No creo que hable – le dijo la medimaga, llegando hasta con ellos – que se tome esta poción o me temo que el señor Zabini enfermará y eso no es bueno para su estado.

-¿Su estado? – preguntó confundido Nott.

-No estoy autorizada para hablar de la vida privada de mis pacientes, pero tú eres uno de sus mejores amigos y sé que aparte de su madre y del señor Malfoy, solo cuenta contigo, así que te lo diré. El señor Zabini esta embarazado.

Theo abrió la boca para hablar, pero enseguida la cerró. No estaba muy seguro de lo que le había dicho la medimaga.

-Que se tome la poción – le recalcó la señora al ver que el chico se había quedado en silencio – es una poción revitalizadora, le ayudará a recobrar fuerzas y sobre todo le hará bien al bebé. No entiendo porqué dejó de tomarla – y murmurando más cosas para sí misma se alejó dejando al Slytherin mas confundido que nunca.


Pareciera como si ambos compitieran en una especie de lucha de miradas. La mirada ojiverde era una de suplica, mientras que la gris era una de escepticismo.

-Entonces… ¿me perdonas? – Harry le puso cara de perrito apaleado a Draco.

-Eso no es suficiente, Potter – gruñó Draco – si me vas a estar poniendo entre la espada y la pared cada vez que descubras algo de mis amigos, de una vez te digo que a pesar que te amo, siempre los elegiré a ellos.

El ojiverde enarcó una ceja.

-No me hagas esa cara – se quejó el rubio cruzándose de brazos – los Slytherin hemos pasado por muchas cosas y de una vez te digo que si antes era feliz sin ti, también lo seré esta vez.

El rubio estaba muy seguro en cuanto su decisión. Le importaba mucho Harry, sin embargo también sus amigos. Él y sus amigos habían pasado muchas cosas juntos, siempre estuvieron ahí en las buenas y en las malas, y eso no cambiaría en lo absoluto. Solo esperaba que Harry lo entendiera o de lo contrario todo habría terminado.

-Draco… - le llamó Harry – lo siento, sé que me excedí. Es verdad lo que me dices, en tu lugar… me imagino que yo haría lo mismo, es decir, jamás te revelaría cosas de mis amigos. Y tienes toda la razón, mis sentimientos no deben depender de lo que hagan o dejen de hacer tus amigos con los míos. Lo siento.

-¿No se volverá a repetir? – quiso saber.

-No – prometió el ojiverde.

-Si vuelve a suceder, esto se acaba – le advirtió el rubio.

-Lo sé – reconoció el león.

Draco asintió levemente. Harry no lo pudo resistir, se lanzó a sus brazos y comenzó a besarlo.

-Te extrañé – le susurró al oído, sin dejar el abrazo.

-Yo también – reconoció Draco, respondiéndole el abrazo – yo también…


Durante la noche no pudo conciliar el sueño, cada vez que lo hacía aparecía Blaise en él y… un bebé. Un bebé que claramente no era suyo. Después de haber intentado dormir por tercera ocasión y tener nuevamente el mismo sueño, decidió dejar de dormir.

Murmuró un 'Lumos' y en la orilla de su varita se encendió una bolita de luz, mientras su mano movía la varita de un lado a otro con sus ojos azulados seguía el rastro que dejaba el haz de luz. Suspiró largamente, mientras se preguntaba internamente el porqué Blaise le había hecho eso. Es decir… ¿Por qué un hijo en esos momentos? Y ¿Por qué con Francis y no con él? ¿Acaso su amor por Francis era más que el que sentía por él y por eso le daba un hijo?

Se sacudió la cabeza para dejar de pensar en Blaise, total, seguramente el moreno en esos momentos estaría muy feliz por la noticia que le habían dado minutos atrás. Y probablemente estaría contándosela en una carta a Morseferth.

Eso lo deprimió en demasía. Así que dirigió sus pensamientos hacia una nueva persona: Terry y su propuesta. Aquel chico le había pedido una oportunidad y esta vez, Ron no se detuvo a pensarlo. Sabía lo que le respondería.

Un nuevo día amanecía y con eso la decisión de Ron.

-Recibí tu mensaje – le comunicó el chico Ravenclaw en cuanto estuvo frente a él – entonces… ¿ya tomaste una decisión? – preguntó un poco ansioso.

El Gryffindor lo observó detenidamente, después de unos segundos le sonrió.

-Acepto – le dijo a Terry – saldré contigo.

-No te arrepentirás – le aseguró el Ravenclaw feliz.

El pelirrojo sonreía mientras que el otro chico lo abrazaba fuertemente. Era el inicio de una nueva relación.


Los días pasaron rápidamente y con éstos también la preocupación de los Slytherins. Blaise se había sumido en su mundo. No hablaba, no comía, no asistía a clases. Sus amigos, que ya estaban al tanto de todo lo del embarazo y sospechaban quién era el padre, trataban de animarlo, de hacerlo reaccionar, sin embargo nada de lo que habían hecho lo hicieron salir de su letargo. Incluso su madre había ido hablar con él, pero ni eso lo hizo reaccionar.

-Solo una persona puede sacarlo de ese estado – les dijo Theo a los demás.

Draco, Neville y él, estaban reunidos en los jardines del colegio. Habían convocado una junta urgente para hablar sobre Blaise, ya que sus ideas se agotaban y con éstas también las ganas de vivir de su amigo.

-Lo sabemos… pero no creo que quiera verlo, es decir, madame Pomfrey nos dijo que Weasley estaba muy molesto con Blaise – aclaró Draco.

-Además… - Neville no estaba muy seguro de querer decirlo, pero al final lo soltó – hay algo que deben saber, Ron está saliendo con Terry.

-¿Qué? – dejó salir fastidiado el rubio.

-Eso complica un poco las cosas – confesó Theo.

-¡¿Un poco?! ¡Merlín! Weasley me va a escuchar – ladró Draco levantándose de golpe y dispuesto a ir a asesinar a cierto pelirrojo.

-¡No le dirás nada Draco! – Le ordenó Theo – complicaremos más de lo que de por sí están las cosas, así que mejor, siéntate.

-Entonces ¿Cómo serpientes ayudaremos a Blaise? – preguntó preocupado el rubio, tomando nuevamente su lugar en el césped.

-Sinceramente… no lo sé – confesó el castaño – necesitaremos un milagro.

-El tiempo se agota – murmuró Neville, preocupado - ¿Están seguros que el hijo que espera es de… Francis? Es decir, ¿y si no es así? – preguntó esperanzado.

-Es de él – le confesó Theo – Si no fuera así, Blaise y Ron estarían juntos. Hay una razón por la cual ambos saben que el hijo que espera Blaise no es de Ron.

-¡Demonios! – maldijo Neville.

Los tres se sumieron en un mudo silencio, cada uno pensando en la manera de ayudar a Blaise.


[Blaise Zabini]

Oigo voces alrededor mío. Hablan sobre "vida y muerte". No lo sé…

De lo que estoy seguro es que, si algo me ocurre a mí, también al maldito engendro que se está formando dentro de mí. Y eso me agrada.

Hubiera preferido deshacerme de él, pero la inútil de la medimaga dijo que el engendro ya estaba muy avanzado y si intentaba hacer algo probablemente yo perdería la vida en el intento. Algo me dice que solo lo dijo para que no intentara hacer algo en contra de esa cosa.

Así que, si no podía hacer nada directamente, entonces de manera indirecta sí. En los días siguientes después de esa espantosa noticia, hice de todo. Usé magia irresponsablemente, a pesar que ésta iba y venía, y cuando venía me esforzaba al máximo hasta el punto de desmayarme, de sangrar por la nariz, de quedarme por varios días sin magia. Comencé a no comer, a aislarme de lo demás, de simplemente a no hacer nada…

Empecé a sentirme débil, a notar cierta anomalía en mi estómago, sabía que el engendro empezaba a sentirse asustado y eso me agradó. Solo era cuestión de tiempo para que dejara de existir. Y yo, solo ansiaba que ese momento llegara.

Esta mañana sentí humedad en la parte baja de mi cuerpo, pero no le presté atención, quizás era el maldito engendro el que ya estaba abandonando mi cuerpo.

-¡Blaise, estás sangrando! – la voz de Draco fue el que me confirmó mis sospechas. Sonreí.

O al menos esa era mi intensión.

-¡Tenemos que llevarlo a la enfermería! – esa fue la voz de Theo. Creo. No lo sé, de pronto las voces solo eran murmullos incomprensibles para mí, las cosas que veía frente a mí se volvieron manchas borrosas, y después solo oscuridad…


Cada uno de los alumnos pasó al frente a leer su 'obra maestra'. Era la clase de estudios muggles, una asignatura que la habían hecho obligatoria para todas las casas. El tema de ese día era Poesía.

Las chicas eran las más emocionadas. Lisa Turpin fue la primera en pasar.

-Adiós te puedes ir ¡Cuántas veces no luché porque te quedaras aquí! – A tan solo escuchar estas palabras, Ron sabía que no la iba a pasar muy bien – Por las noches me acuerdo de ti, todavía pienso ¿Por qué apagaste el sentimiento? – el pelirrojo gruñó.

El Gryffindor sacó su propia composición, se quiso distraer leyéndola.

-Me soltaste de la mano, todo fue en vano — el pelirrojo se sacudió la cabeza, tratando de concentrase en su composición – Me has hecho llorar cuando yo nunca lo hice. ¡Tú te burlaste en mis narices!

-¿Es una broma o qué? – murmuró el pelirrojo, ya que no pudo evitar que las palabras de aquella Ravenclaw se colaran en su cabeza.

-No te apiadaste de mi alma. ¡Tómalo con calma! Que todavía te quiero – el pelirrojo volteó a ver a la chica que leía – sigues siendo mi cielo, pero no se puede entablar la relación, ha muerto nuestra pasión, ¡No valoraste mi corazón! — Ron comenzó a respirar agitadamente – Y ahora me encuentro triste por todo el daño que me hiciste ¿ya viste? Que tu mentira fue la daga que atravesó mi pecho. No te guardo rencor, tampoco despecho… (2)

-¡Basta! – gritó frustrado. Todos los presentes voltearon a verlo de manera desconcertante. No soportó la presión en él, así que salió furioso del aula.

-¡Hey, Ron! ¿Qué ocurre? – le llamó Terry, el cual había salido a su encuentro.

-¡Nada! – le respondió aún alterado – déjame solo.

-Pero…

-¡Que me dejes solo! – le gritó furioso. El Ravenclaw parpadeó nervioso – lo siento, yo solo… déjame solo unos momentos ¿de acuerdo? Necesito aclarar mis ideas.

Y sin esperar respuesta, el pelirrojo emprendió su camino.

Se detestaba y no sabía el porqué. En realidad sí sabía el porqué, solo que no quería aceptarla. Unas cuantas horas atrás se había enterado del estado de Blaise y se sentía un monstruo por no haberse percatado de ello. Blaise, el chico que había sido todo para él tiempo atrás, se encontraba en un estado muy delicado de salud en San Mungo. Al parecer se había complicado el embarazo, o algo así había escuchado hablar a Neville.

Y él, se sentía culpable de ello. ¿Por qué no se había percatado que Blaise se había desaparecido por un tiempo de su campo de vista? La respuesta se le vino en automático: Terry. Se había centrado tanto en su nueva relación que había olvidado a Blaise. Se había propuesto ser feliz sin detenerse a mirar a su pasado, que no reparó en lo que sucedía a su alrededor. Se había olvidado de Blaise tal como se lo había propuesto y sin embargo, no se sentía satisfecho por lograrlo.


Ese fin de semana, Neville y Theodore habían decidido ir a visitar a Blaise a San Mungo, el moreno ya llevaba alrededor de un mes internado y aún sin dar señas de querer despertar.

-¡Hola Blaise! – Le saludó Neville, aún con la esperanza de que el moreno lo escuchara – te tenemos buenas noticias, Theo y yo ya compramos una casa nueva – le dijo sonriente.

El moreno seguía sin dar señas de nada.

-También hemos recibido los resultados de las solicitudes de la Universidad Mágica de Especialidades – continuó Theo – y nos han aceptado, a Neville en la carrera de Herbología y a mí en la de Medimagia.

-Y pensar que tu amigo aquí presente no quería mandar su solicitud – dejó salir el Gryffindor no queriendo la cosa. Theo le sonrió.

Sin embargo, ambos chicos dejaron de reírse, observaron a Blaise. Seguía igual.

-Esto está mal – dejó salir Neville.

-Tienes que vivir Blaise – susurró Theodore, mientras le acariciaba la mano.


Exhaló por cuarta vez. Él y Harry se encontraban en los jardines del colegio.

-No me gusta verte así ¿sabías eso? – le confesó el Gryffindor.

-Lo sé, pero no puedo evitarlo – le respondió Draco – me preocupa mucho Blaise, estuvimos a muy poco de perderlo – Harry lo abrazó protectoramente.

El ojiverde estaba al tanto de la salud del moreno, sabía lo del embarazo y sospechaba quién era el padre. Había descartado a su amigo Ron por obvias razones.

-Si sigues así, tú también terminarás internado y eso es lo último que quiero – le advirtió.

-Te amo – le dijo, mientras lo besaba apasionadamente. El ojiverde le respondió de una manera un tanto distinta.

Draco dejó de besarlo, observó detenidamente a su novio. Harry le sonrió. En cuestión de segundos el rubio se percató de algo, no supo explicar el porqué, pero tenía la ligera sospecha que el león le ocultaba algo. Aparentemente el otro chico lucía igual, sin embargo había algo distinto en él.

-¿Qué has hecho Potter? – dejó salir entrecerrando los ojos.

-Nada – respondió inmediatamente el chico – ¿Qué te hace pensar que he hecho algo malo?

-Yo nunca dije que fuera algo malo – contraatacó el rubio cruzándose de brazos.

-¡Draco! – Se quejó Harry - ¡te lo juro, no he hecho nada! – el moreno le puso la mejor de las caras más inocente que tenía.

-mmm – gruñó el rubio – haré como que te creo – refunfuñó.

De pronto el ojiverde sintió remordimientos, sabía que había obrado mal al enredarse con Michael, pero no estaba muy seguro de decirle a su rubio ¿y si le hacía más daño el decírselo? Había escuchado decir en una ocasión a una de sus compañeras de casa, que a veces era mejor no decir todas sus verdades en un "ataque de sinceridad" porque éstas podrían causar más daño que la acción misma.

Sin embargo; al ver ahí a Draco tan ajeno a su infidelidad, ya no estaba tan seguro. Quizás no sería tan malo el decírselo, si estaban destinados a estar juntos, entonces lo estarían sin importar lo que hayan hecho o ¿no?

-De acuerdo, te lo diré – dejó salir nervioso al fin – ¿prometes que no te enojarás?

-No prometo nada, dime – exigió el rubio.

Harry se mordió el labio inferior, sentía el latir de su corazón de una manera muy alarmante. Exhaló profundamente.

-Potter, no tengo todo el día – presionó el Slytherin.

-Pasé la noche con Neville – dejó salir. El rubio abrió los ojos considerablemente – ¡conversando! – se apresuró a decir al ver el gesto que hacía su novio.

-¡No hagas pausas innecesarias! – le reclamó.

-Lo siento – se disculpó – Neville y yo, estábamos hablando sobre la salud de Blaise… creo que Ron nos escuchó – El Slytherin no supo qué contestar.

Meditó un poco la reciente información.

-No te preocupes, quizás ya era el momento que lo supiera – le tranquilizó – si en verdad tu amigo ama a Blaise, se verá en estos momentos ¿no crees?

-No es tan sencillo – dejó salir Harry, pensando al mismo tiempo en su propia situación ¿Draco le perdonaría lo que le había hecho con Michael?

-No, no lo es. Sin embargo; pueda que Weasley logre que Blaise salga de ese estado y quizás hablen.

-No creo que ellos regresen – le confesó Harry – si esas son tus esperanzas…

-No lo son – confesó el rubio – más bien, creo que a ellos les hace falta ponerle fin a su historia de una mejor manera. No es justo que ambos terminen odiándose o simplemente pretender que no sucedió nada entre ambos cuando sí sucedió ¿no crees?

-Tienes razón – coincidió el ojiverde.

Ambos se sumieron en un extraño silencio, el cual afortunadamente fue interrumpido por las lechuzas de ambos. Les traían los resultados de sus solicitudes de la universidad y de la Academia de Aurores. Los dos sonrieron al tenerlas entre sus manos, cada uno ansioso por leerlas.

-¿Al mismo tiempo? – propuso Harry. Draco asintió anhelante.

Abrieron sus respectivos sobres y comenzaron a leer sus cartas.

-¡Sí! – dejó salir Harry victorioso tras leer su pergamino, observó a Draco el cual lo veía con los ojos entornados.

-No lo puedo creer… - dejó salir el rubio.

-¿Te aceptaron?

-No… — A Harry se le borró la sonrisa.


Durante el transcurso hacia San Mungo la ansiedad y el nerviosismo no lo dejaron ni un solo instante. En la cabeza de Ronald solo había un solo pensamiento: Blaise.

Sabía que las cosas no habían salido muy bien entre ambos, sobre todo el asunto de la "ruptura", ésta había sido tan extraña y confusa. Después de haber reflexionado un poco ese asunto, algo dentro de él le decía que simplemente no había estado bien. De acuerdo, una ruptura jamás será feliz, sin embargo él no dejaba de pensar en eso.

Llegó hasta el hospital, no le fue difícil llegar hasta la habitación del moreno. Sin embargo, se quedó ahí plantado en la puerta aún decidiéndose si entrar o no.

Había muy pocas cosas de las que estaba seguro. Una, definitivamente no volvería a estar con Blaise. Dos, no podía avanzar más con Terry porque aún había algo pendiente con el Slytherin. Y tres, ese era el momento de despedirse.

Entró a la habitación. Su primera impresión fue de inmediato. Se mordió el labio inferior, mientras avanzaba lentamente hasta con Blaise. Dejó el libro que llevaba entre sus manos en el buró de al lado.

-Blaise… — murmuró al verlo tan distinto.

Aquel chico estaba conectado a unas maquinas extrañas, estaba pálido, con unas ojeras horribles alrededor de los ojos, sus labios resecos y su abdomen había crecido notoriamente.

Ron amaba a ese chico que tenía frente a él. ¡Por Merlín, que lo amaba! Pero había cosas que simplemente lo superaban. Se conocía perfectamente, sabía que no podría lidiar con éstas en el futuro y eso lo echaría todo a perder. Así que, ¿Por qué seguir con algo que después él mismo destruiría? Era mejor cortar por lo sano.

Y cortarlo bien. Después de todo no podían fingir que nada había ocurrido entre ambos y aventar todo por la borda. Y si ese era el final, era mejor hacerlo de la manera en que se la merecían, ya que lo que habían vivido juntos lo valía.

-Hola, Blaise – saludó, mientras se sentaba a su lado — ¿Recuerdas nuestras últimas vacaciones en la madriguera, cuando tú y yo nos acostamos en el jardín y observamos las estrellas?

El pelirrojo pareció sumirse en los recuerdos de aquella noche.

-¿Recuerdas ese día? Yo sí, como si fuera ayer…

Al pelirrojo de pronto aquellos días le parecieron lejanos, distantes. Aún recordaba el cómo se la pasaban en la Sala de Menesteres mientras creían que Draco y Harry los cubrían en las rondas de prefectos.

-¿Qué nos ocurrió, Blaise? – dejó salir, mientras lo tomaba de la mano y lo acariciaba suavemente.

Ron observó al Slytherin, le dolía verlo de esa manera y, muy internamente, se sentía parte responsable de ello.

-Eres muy importante para mí, por eso te pido que vuelvas – le confesó viéndolo a los ojos – Ese día en la madriguera, hiciste una promesa.

El Gryffindor sonrió bajito, mientras negaba con la cabeza.

-De acuerdo no fue una promesa, pero es como si lo fuera. Y no la estás cumpliendo – se quejó – Pero sé que lo harás, algo dentro de mí lo dice.

El pelirrojo se quedó en silencio por unos minutos, mientras observaba atentamente a Blaise, sabía que se acercaba el momento y de alguna manera supo que el otro chico también lo intuía, sobre todo cuando una lágrima resbaló por su mejilla.

Ron llevó su mano hasta la cara de Blaise y con una suave caricia secó la lágrima.

-Te amo, pero… — su mirada se posó en el vientre del chico.

No era simple orgullo, era algo más lo que no le permitía el estar con él en esos momentos.

-Quizás no era nuestro momento, algún día lo será… o tal vez nunca lo sea…

Un nudo en la garganta comenzó a formarse. Suspiró largamente.

-Tengo que decirlo, Blaise. Sino, ninguno de los dos podrá salir adelante. Hay que pasar página.

Una lágrima resbaló por su mejilla.

-Adiós, Blaise…

Se levantó lentamente sin dejar de observarlo. El adiós dolía.

Salió de la habitación y prácticamente corrió hasta la salida sin mirar y sin detenerse a mirar hacia atrás. Ese había sido el final de una historia. Su historia.


Draco veía a Harry pasearse de un lado a otro murmurando cosas sin sentido, lo llamó tres veces, pero el Gryffindor seguía en su verborrea personal.

-¡Potter! – le gritó colocándose frente a él. El moreno parpadeó un par de veces, desconcertado – déjalo ir – le dijo seriamente.

-Por supuesto que no, es una injusticia lo que te están haciendo.

-Bienvenido a mi mundo, Harry – dejó salir amargamente. Se dio la vuelta dispuesto a irse.

-¿No vas a hacer algo al respecto?

-No – fue la rotunda respuesta del rubio antes de encaminarse hacia el castillo.

Harry le mando una mirada llena de sentimiento, le dolía mucho el hecho de que Draco dejara de luchar por algo que definitivamente valía la pena.

Por otro lado, el rubio ya se esperaba una respuesta así, si había guardado esperanzas de que tal vez lo aceptaran era porque ingenuamente creía que el mundo mágico ya había olvidado aquellos pequeños errores de su familia, sin embargo no fue así. Y probablemente nunca lo harían. Entonces ¿para qué molestarse en pedir que lo aceptaran sino le darían esa oportunidad? No valdría la pena el humillarse si al final el resultado sería el mismo.


[Blaise Zabini]

Todo alrededor mio es oscuro, ni siquiera sé si tengo los ojos abiertos o cerrados. Con cierto nerviosismo trato de dar un paso hacia el frente de mi, mientras que con mis manos busco algún soporte o indicio de alguna superficie. Resbalo con algo. En cuestión de segundos me siento transportado de lugar.

Demasiada luz. Parpadeo un par de veces, hasta que mis ojos se acostumbren a la claridad, sin embargo la luz se ha ido dejando en su lugar una bella noche y un jardín muy conocido. Enseguida lo reconozco. Es el jardín de la madriguera. También reconozco la escena que hay frente a mí.

-¿Recuerdas ese día? – me pregunta Bilius, el cual ha aparecido a un lado de mi.

Todo esto es tan extraño ¿Cómo puede haber dos de nosotros? ¿Acaso estoy visitando mis recuerdos?

-Yo sí, como si fuera ayer… — me dice viendo aquel recuerdo.

Hago lo mismo.

Estamos Bilius y yo, ambos acostados en el césped mientras contemplamos las estrellas de arriba. Ese fue el último día de las vacaciones de verano que la pasamos juntos, ya que las dos semanas siguientes cada uno de nosotros nos la pasaríamos con nuestras respectivas familias.

-Bilius… — murmuro al vernos ahí, al recordar aquellos tiempos.

-¿Qué nos ocurrió, Blaise? – me pregunta el Bilius que está a un lado de mi.

-Francis – le murmuro viéndolo – él ocurrió – Bilius toma mi mano y la acaricia suavemente.

-Eres muy importante para mí – me dice viéndome a los ojos – por eso te pido que vuelvas – Frunzo el ceño ligeramente – ese día – me dice señalándome el recuerdo – hiciste una promesa.

Volteo a ver al Blaise y al Bilius del recuerdo.

Ambos se están abrazando, mientras observan las estrellas.

-Quisiera estar así eternamente – dice el Bilius del recuerdo – no quisiera despegarme de ti ni un solo instante.

El Blaise del recuerdo sonríe de lado coincidiendo con lo que ha dicho aquel pelirrojo.

-¿Qué te hace pensar que nos separaremos algún día?

-No lo sé, a veces ocurren cosas inevitables… - deja salir tristemente ese Bilius, recordando seguramente al desquiciado de Voldemort.

-Eso no sucederá – le dice seguro ese Blaise – y en dado caso que suceda, que dudo mucho. Cuando queramos sentirnos cerca, nos bastará levantar los ojos al cielo y pensaremos que estamos viendo las mismas estrellas (2). Y aunque no me veas, ahí estaré contigo. Siempre.

-Te amo – le dice el pelirrojo dándole un suave beso.

-De acuerdo no fue una promesa – confiesa el Bilius que está a mi lado – pero es como si lo fuera. Y no la estás cumpliendo. Pero sé que lo harás, algo dentro de mí lo dice.

Ambos nos miramos a los ojos. Tarde o temprano aquello que nunca quise decirle en persona llegará. Es hora de pasar página.

-Lo siento, nunca quise que Francis se interpusiera entre nosotros, no creí que ese asunto se saldría de mis manos – le digo mientras que una lagrima resbala por mi mejilla – ¿podrás perdonarme algún día, Bilius?

Bilius con una de sus manos me seca la lágrima.

-Te amo, pero… — su mirada se posa en un punto en particular.

-Lo sé, sé que es demasiado el pedirte que aceptes esto – le digo mientras observo mi estomago, el cual ya está algo abultado – ni siquiera yo lo hago. Y no estoy seguro de hacerlo algún día – vuelvo a mirarlo a los ojos – Entiendo que no quieras estar conmigo.

-Quizás no era nuestro momento, algún día lo será… o tal vez nunca lo sea…

-Lamento que no funcionara, me habría gustado que sí.

Ambos nos quedamos en silencio, observándonos atentamente.

-Tengo que decirlo, Blaise – me confiesa – sino, ninguno de los dos podrá salir adelante. Hay que pasar página.

-Lo sé – le digo. Me muero el labio inferior – pero no sé si quiero. Te amo tanto…

Puedo ver cómo también a él le cuesta decir esa palabra. Una lágrima resbala por su mejilla.

-Adiós, Blaise… - me dice viéndome a los ojos.

En cuestión de segundos aquella escena que nos rodeaba, se desvanece y somos transportados hasta Hogwarts. Ninguno de los dos separamos la mirada.

-Adiós, Bilius…

Le respondo acariciando su mejilla, él cierra los ojos al sentir el contacto. Se ve tan hermoso. Abre los ojos, me sonríe dulcemente. Lentamente él también comienza a desvanecerse.

-Te amo. No lo olvides…

Le susurro al viento. Todo se vuelve oscuro.

Abro los ojos repentinamente, parpadeo un par de veces para que mis ojos se acostumbren nuevamente a una claridad inesperada. Esta vez el lugar en el cual me encuentro no lo reconozco. Observo a mí alrededor. Es un pequeño cuarto que está rodeado de maquinas extrañas al cual me encuentro conectado.

El nombre de San Mungo se me viene a la mente inmediatamente. Mi mirada se enfoca en un objeto en particular. Es un libro. Y no cualquier libro. Es el libro de…

-Señor Zabini, me alegra tenerlo de vuelta – me saluda una señora con bata de medimago.


Eran los últimos días de clases y los alumnos cada vez estaban más nerviosos, a esas alturas la mayoría, sino es que todos, ya habían recibido los resultados de sus respectivas solicitudes. Theo, Neville y Blaise estaban al tanto de la respuesta que había recibido su amigo rubio, no insistieron mucho en el asunto, ya que Draco parecía salirse de quicio cada vez que se tomaba el tema en cuestión. Así que dejaron ese asunto de lado.

Lo que ahora les preocupaba más era nuevamente Blaise, a pesar que su amigo les había prometido no atentar nuevamente contra la salud de él o la del bebé, lo tenían vigilado, ya que la madre de éste estaba hospitalizada en San Mungo y temían que su amigo cometiera una locura por sentirse culpable de la salud de ella. Rose Zabini había entrado en una depresión mayor, al enterarse del estado de salud de su hijo. Fue un golpe duro para Blaise, se prometió a si mismo salir adelante y demostrarle a su madre que él estaba bien, aunque por dentro no lo estuviera del todo.

-Neville y yo hemos comprado una casa – le dio la noticia Theodore a su amigo moreno – se encuentra en las afueras del país, es pequeña pero acogedora y con suficiente espacio.

-¿Qué quieres decir? – le preguntó curioso el moreno, de pronto tuvo la loca idea de que quizás su amigo y su novio querían formar una familia con hijos.

-¿Te gustaría ir a vivir con nosotros? – le preguntó Neville, sonriente.

Blaise abrió la boca para responder, pero enseguida la cerró, no estaba seguro de lo que les iba a responder. Hasta ese momento no se había planteado en donde viviría al salir de Hogwarts, es decir, no podría regresar a aquella mansión la cual le recordaría el cómo fue que Francis se introdujo en su vida, además estaría solo. Su madre no daba señales de salir pronto de San Mungo.

Y por más fuerte que sonara la realidad tenía que admitirlo, no quería estar solo cuando ocurriera el momento. Ese pequeño instante cuando el pequeño engendro de Francis quisiera salir de su cuerpo. Definitivamente no quería estar solo, pero tampoco quería ser una carga a sus amigos. Ellos al fin podrían estar solos e iniciar una nueva etapa como pareja y él no quería ser el intruso.

-¿Lo pensarás? – le animó Theo.

-Sí… — solo atinó a decir.

-¿Vienes con nosotros? – le preguntó Neville al estar en la puerta de aquella habitación.

-Los alcanzo – dejó salir Blaise con cierto tono de fastidio en la voz, al señalarse a sí mismo.

Neville y Theo salieron para dirigirse a sus respectivas clases dejando solo a Blaise. El moreno se vio a través del espejo, detestaba considerablemente la imagen que tenía frente a él. Había engordado y mucho. La profesora McGonagall le había sugerido que ocultara el embarazo por medio de un hechizo, para evitar situaciones incomodas para él, lo cual aceptó gustosamente. Siete meses no se podían pasar simplemente como un "subí de peso".

-Maldito engendro – murmuró el moreno, con la varita se apuntó a sí mismo y convocó aquel hechizo que venía usando de meses atrás.

El Slytherin ya ansiaba el momento en que esa criatura naciera. Y no, no era para tenerlo en brazos, sino todo lo contrario, para deshacerse de él, había estado investigando sobre Casas Hogares Mágicas y Orfanatos Mágicos ubicados en países extranjeros, porque si lo iba abandonar sería en un lugar que estuviera lo más lejos posible de él.


Ambos estaban en la sala de los menesteres, aquella habitación había tomado la forma de un cuarto desconocido, aquel Gryffindor pelirrojo extrañaba la forma que tomaba anteriormente, su habitación. Sin embargo, se alegraba enormemente el hecho de que al fin había pasado a la fase dos de su relación, el sexo.

Debía de admitir que le costó trabajo decidirse. Quizás su cerebro estaba de acuerdo, pero su corazón aún no lo estaba. No podía hacerlo. Literalmente.

-Lo siento – se disculpó por cuarta vez esa noche.

En verdad que había intentado hacer el amor con aquel Ravenclaw, pero por alguna extraña razón no lograba tener una erección. Era la primera vez que le ocurría algo así.

-No te preocupes – le calmó Terry, el cual lo abrazó tiernamente – tómate el tiempo que quieras – le dio un casto beso y se acurrucó en sus brazos.

El pelirrojo cada vez se entendía menos. Se supone que ya había pasado página, le había dicho 'adiós' a Blaise y sin embargo, pareciera que aún había algo pendiente con él. ¿O eso quería él creer?

-¿Qué ocurre? – le preguntó Terry al verlo tan serio. El pelirrojo lo observó detenidamente.

Quizás el que no se sentía preparado para la segunda fase era él mismo y se justificaba inútilmente utilizando el recuerdo de Blaise. Era hora de que él se dejara de sentirse culpable, después de todo, entre Blaise y él ya no habría nada. Ambos tenían que ser feliz, cada uno por su cuenta.

-Nada – le respondió Ron – Simplemente que, te quiero – le confesó con una sonrisa – te quiero – le volvió a repetir, esta vez acompañado un casto beso.

Terry sonrió feliz, pudo notar un cambio en aquel pelirrojo, el cual comenzó a besarlo de una manera más pasional, primero en los labios, después en el cuello, luego en el abdomen, después más abajo. Ron estaba dispuesto a concluir con la segunda fase.


Tenía rato observándolo, aquel ojiverde se encontraba en la biblioteca buscando al parecer un libro invisible porque no daba con éste. Su paciencia se le acaba y eso era raro en él. Michael Corner gruñó cuando Potter pasó a su lado sin siquiera dar señales de haberse percatado de su presencia.

-Potter – le llamó acorralándolo en aquel solitario pasillo - ¿no piensas despedirte de mí?

-¿Qué quieres Corner? – espetó el león con voz aburrida, mientras se cruzaba de brazos.

-¡Vaya, vaya! – Se sorprendió el chico castaño – así que el gran héroe mágico ya se aburrió del jueguito que tenía con este humilde Ravenclaw. Te felicito.

-¿Eso es todo? – quiso saber Harry sin cambiar el tono de voz.

-Al parecer sí – dejó salir Michael seriamente, segundos después una sonrisa de lado se vislumbró en su rostro – algo me dice que nos volveremos a ver, Potter. Nadie se olvida de mí.

Por supuesto que nadie se olvidada de él. Y él se encargaba que así fuera. Harry lo recordaría por sus revolcones… y Draco por las notas anónimas. Porque sí, él era el que le enviaba los anónimos torturando aquel rubio.

-Siempre regresan – afirmó el Ravenclaw con una sonrisa.

-¿Sí? Suerte, con eso – le respondió el moreno.

Se dio la vuelta y salió de ese pasillo. Se sentía orgulloso de sí mismo por no haberse dejado llevar por sus instintos, ya que aquel Ravenclaw sabía cómo hacerse notar. Sonrió con autosuficiencia. Amaba a Draco y esta vez nada los separaría. Estarían juntos siempre.

-Harry ¿me estas escuchando? – la voz de su rubio lo hizo conectarse con la realidad. Ambos se encontraban en los jardines del colegio.

-Lo siento ¿Qué me decías? – el Slytherin rodó los ojos. Harry lo vio exhalar profundamente. ¿Era su imaginación o Draco estaba realmente nervioso?


El acto académico del fin de curso fue sencillo, pero muy emotivo para los alumnos de Hogwarts ya que no todos sus compañeros estaban ahí con ellos, Hermione y Pansy eran unas de ellas, por poner un ejemplo. La ceremonia fue muy corta, solo constó de unas palabras por parte de la directora y un mensaje por parte del sombrero seleccionador. Lo que tardó más fue la entrega de documentos.

Y ahí estaban los alumnos, algunos despidiéndose de sus compañeros, otros felicitándose… otros discutiendo, para no perder la costumbre.

-¿Sigues molesto? – quiso saber Draco, sentándose a un lado de Harry.

Un día antes, Draco le había confesado al ojiverde que había recibido una invitación a un curso avanzado de Pociones en la Universidad Mágica de Francia, si aprobaba satisfactoriamente dicho curso, podrían otorgarle una plaza para que iniciara sus estudios para esa misma carrera.

-¿Cómo podría estarlo? – Le dijo Harry tratando de sonreírle – Draco, es tu sueño el ser el mejor Pocionista del mundo mágico. Esta es una gran oportunidad para cumplirlo, dime ¿Quién soy yo para impedirte que lo seas?

-Mi novio – confesó el rubio – y tu opinión es muy importante para mí. El curso dura tres meses y la carrera tres años.

-Lo sé, pero valdrá la pena.

-¿El estar lejos también?

-Sé que buscaremos la manera de estar juntos. Siempre lo hemos hecho ¿no?

Draco le sonrió con adoración.

-Te amo, Harry.

-Yo también.

Ron sonreía abiertamente. Estaba realmente feliz.

¿Cuándo había sido la última vez que lo había visto así? Blaise no lo recordaba. Pero se alegraba enormemente verlo feliz, aunque fuera al lado de aquel Ravenclaw. Y como si su solo pensamiento lo hubiera llamado, el pelirrojo volteó hacia donde estaba él.

Ambos se miraron atentamente. El pelirrojo se sonrojó ligeramente, sin embargo no dejó de verlo. Le sonrió dulcemente. Blaise que tampoco había dejado de verlo, le devolvió la sonrisa. Segundos después Terry llegó hasta con él, haciéndole perder el contacto visual.

-Sé que aún no te he perdido del todo – murmuró Blaise, sin dejar de verlo.

Neville llegó hasta con Theo, ambos se abrazaron y se dieron las felicidades. Estaban felices, dentro de unas cuantas horas más, los dos estarían en su nuevo hogar y eso los tenía muy ansiosos.

-Perdón por interrumpirlos – se disculpó Blaise al llegar a su lado – solo quería decirles que… acepto el ir a vivir con ustedes. Pero solo hasta que nazca esta cosa, después me iré a la mansión.

-No hay problema – dejó salir Neville – igual eres bienvenido todo el tiempo que quieras.

-Gracias.


[Blaise Zabini]

Me he levantado más temprano de lo normal, ya que he decido hacer mi última jugada hacia con Bilius. Sé que había tomado la decisión de terminar con él, sin embargo, algo dentro de mí me dice que no me dé por vencido. Que aún puedo intentar.

Algún día el engendro de Francis nacerá y lo dejaré en alguna institución, me desharé de él, dejándome libre de rastro de Francis. Y entonces mi lindo Bilius y yo estaremos juntos, como siempre debimos haber estado.

Tomo un pedazo de pergamino, mojo la pluma en el tintero, mientras pienso detenidamente en lo que le pienso transmitir a Bilius. Debo ser directo pero a la vez no. Tengo que decirle de alguna manera sobre el Pacto Mágico, pero sin decírselo realmente.

Es complicado.

Después de varios minutos, por fin puedo escribir una frase. La leo detenidamente una y otra vez. Sonrío de lado. Doblo el pedazo de pergamino y lo meto en aquel libro de portada negra. Ese libro que Bilius dejó en mi habitación en San Mungo.

Nuevamente me lanzo el hechizo para disimular mi enorme panza frente a los demás. Salgo de mi Sala Común para dirigirme a la de Bilius. A estas horas todos, o al menos casi todos los Gryffindors, deben estar en el Gran Comedor para el desayuno. No me equivoco al encontrarme a Neville saliendo del retrato de la dama Gorda, normalmente él es último en salir.

-¿Puedo pasar? – le pregunto en cuanto estoy frente a él.

-Él no está – me dice refiriéndose a Bilius.

-Lo sé – le respondo.

-De acuerdo – me dice cediéndome el paso.

Me dirijo hacia la habitación de mi lindo Bilius, puedo ver que ya ha hecho su maleta. De la bolsa de la túnica saco el libro de portada negra, busco el pedazo de pergamino. Le doy un último vistazo.

-Ahora, solo dependerá de ti – murmuro, mientras nuevamente guardo la pequeña nota en el libro.

Con una gran sonrisa salgo de la habitación y luego de la Sala Común. Quizás entre Bilius y yo no se arreglen las cosas completamente. Probablemente no volvamos a estar juntos, sin embargo, me quedará el consuelo que Bilius sabrá el verdadero motivo del porqué lo engañé con Francis.

Y eso para mí, es suficiente.


-¿Ron? – Terry llamó por tercera ocasión, pero al parecer no había nadie en aquella habitación.

Había sido una suerte que un chico de tercer curso estaba entrando a la sala común y le haya permitido el paso. Entró a la habitación y como lo sospechaba no había nadie. Salvo las maletas de los chicos. Se encaminó hasta la cama de su novio pelirrojo, donde estaba una maleta a medio hacer o eso le pareció al reconocer un libro arriba de ésta.

Tomó el libro entre sus manos y cuando comenzó a hojearlo un pedazo de pergamino cayó al suelo. El Ravenclaw frunció ligeramente el ceño, recogió aquel papel. Era una nota dirigida hacia Ron, sabía que era para él y de quién iba dirigida, ya que en aquel pedazo de pergamino se leía claramente: Para Bilius. La única persona que le llamaba así, era aquel Slytherin.

No estaba muy seguro de querer saber qué decía aquella nota, sin embargo, algo dentro de él le pedía a gritos que lo hiciera, después de todo, ese pedazo de pergamino podría cambiar el curso de su relación con Ron. Con manos temblorosas abrió la nota y comenzó a leerla.

-¿Qué…? – murmuró en cuanto terminó.

-¿Terry? – La voz de Ron lo sacó de su ensimismamiento - ¿Qué haces aquí? – con un ágil movimiento escondió el libro tras de sí.

-Emh…

-¿Qué escondes, ahí? – quiso saber el pelirrojo, al percatarse que aquel chico escondía algo.

-Quería que fuera una sorpresa, pero tú no te dejas sorprender – dejó salir nerviosamente el Ravenclaw. Le extendió el libro.

-¿Cómo llegó a ti? – preguntó nervioso, pues recordaba vagamente que lo había dejado en San Mungo.

-Me lo dio la profesora McGonagall – mintió – entonces ¿nos vamos?

El pelirrojo metió el libro en su baúl y salió junto con Terry, tomado de la mano. Mientras tanto el Ravenclaw se autoconvencía que había hecho lo correcto. Había vuelto a meter el pedazo de pergamino en el libro, si el pelirrojo lo encontraba algún día por su propia cuenta que Merlín se apiadara de él, sino lo hacía, eso significaba que él y Ron estaban destinados a estar juntos.

Ahora solo dependía del tiempo y si Ronald Bilius Weasley, resolvía aquella misteriosa frase.

Tengo prohibido decirlo, pero no el escribirlo. Así que, así lo expresaré.

Te amo, no lo olvides…

B.Z.

FIN


Aclaraciones:

(1)Ya saben, salió en el Capitulo 12: Solo un día. Mientras ambos estaban en la Sala de los Menesteres.

(2)Fragmento de la canción: Dolor de amor, interpretada por Grupo Indio, Zmoky, bento, gramatiko.

Aquí el link si la quieren escuchar:

watch?v=7W2lEHygAwo

(3) Cuando queramos sentirnos cerca, nos bastará levantar los ojos al cielo y pensaremos que estamos viendo las mismas estrellas.Frase tomada de la revista WITCH número 53, dicha por Erick a Hay Lin.

(*)Han quedado algunos cabos sueltos, no se preocupen se resolverán en la segunda parte ^^


Hasta aquí llegó la primera parte *0*

Muchas gracias por seguirla y por sus lindos comentarios.

¿Qué pasará con el hijo de Blaise?, ¿Ron y Blaise estarán juntos nuevamente?, ¿Draco se enterará de lo que le hizo Harry?, ¿Descubrirán que Michael era el de los pergaminos anónimos?, Y lo más importante, ¿Qué pasará con el Pacto Mágico? Todo esto y más en la segunda parte (muy de publicidad descarada jajaja XD).

La segunda parte se llama "Tu historia fue conmigo". Estaré encantada si me leen también por allá *0*

Besos

PISLIB n_n