¡Hola a todos! Hoy me animo a dejar un nuevo fan fiction debido a que no puedo dormir (exacto, simplemente por eso) y como no soy mucho de escribir, realmente me sorprende que esté haciéndolo ahora, así que nada, espero que os guste y que no salga nada muy fuera de lo común :) Ya veremos si sigo o no esta tontería que me acabo de inventar...

Disclaimer: Todos los personajes y la historia pertenecen a Pendleton Ward y Cartoon Network. Pueden aparecer sitios inventados por mí.

En el país de Ooo la vida transcurría tranquila y apacible siempre y cuando el Rey Hielo no metiera sus manazas en los asuntos de sus humildes habitantes. Finn el humano y Jake el perro eran los encargados de que él o cualquier otra persona, no perturbaran la armonía que reinaba desde hacía un buen tiempo.

Y para celebrar la tranquilidad y la paz reinante todos habían acudido a la fiesta que ambos amigos daban esa noche en el exterior de su casa del árbol. La princesa Desayuno había llevado sus mejores galas, Trompi había traído cocktail de manzana e incluso el mayordomo Menta se había cambiado el uniforme por un traje más dinámico e informal. Todo iba perfectamente bien.

-Esta fiesta es fantástica, Finn-dijo la Princesa Chicle en cuanto llegó hasta él, frente a la mesa de aperitivos-¡os lo habéis montado muy bien!

-Gracias, princesa. Ya era hora de volver a organizar una de estas super fiestas a lo grande.

-Son lo mejor que tenemos en Ooo-coincidió la Princesa Chicle-y a propósito de fiestas...mañana tengo que ausentarme de Chuchelandia. Hay una convención de ciencia en los Páramos Helados y voy a acudir. ¿Podéis quedaros en mi palacio hasta que vuelva?

-¿Los Páramos Helados? ¡Pero eso es territorio del Rey Hielo! ¿A qué tonto se le ocurre hacer una convención ahí?

-Pues a mí, tontín. Necesitamos hacer allí la convención porque vamos a investigar los efectos del hielo con los nanomoides. ¡Debe ser ahí!

-No podemos permitirte que vayas sola-Finn negó con la cabeza-deja que te escoltemos.

-Pero...¿y a quién le dejo Chuchelandia?

-Bueno, siempre puedes dejárselo a una panda de gigantes come-chucherías adictos al azúcar-rió una voz detrás de ellos.

Ambos se giraron para mirar y la vieron. Al principio una sombra, después se descubrió la figura de una chica bien proporcionada, de cabellos negros y relucientes colmillos. Llevaba un vestido negro con unas llamativas medias a rayas que hacían juego con sus botas de tacón.

-Hola, Marceline-saludó con desprecio la Princesa Chicle-gracias por tu amable consejo.

-Hola, Bonnibel-Marceline ensanchó aún más su sonrisa de suficiencia-sabes que bromeaba. Pero una buena princesa no deja a cualquiera a cargo de todo un reino, ¿no crees?

-¿Insinúas que Jake y yo no lo haríamos bien?-se indignó Finn.

-Vamos, Finn. Lo llenaríais todo de pizzas, spagettis y tartas de manzana. Antes de que la princesa pueda volver Chuchelandia estaría sumida en el caos.

-¡No es verdad! Bueno... al menos no lo de las pizzas, estamos intentando dejarlo.

-¿Ves? Creo que deberías escoger con más cuidado, Bonnie.

La Princesa Chicle hizo un mohín.

-Princesa, podemos demostrarte que Jake y yo podemos con esto. Nos aseguraremos de que Chuchelandia sigue en pie para cuando vuelvas-Finn se llevó una mano al pecho, con orgullo.

-Fantástico, Finn. Sabía que podía confiar en vosotros-exclamó la princesa satisfecha.

-Sí, pero seguimos sin poner solución a lo de tu escolta-convino Finn-a no ser que...

El chico miró a Marceline con una ceja alzada.

-Ah, no-la vampira negó con la cabeza-no estarás insinuando por casualidad que yo la acompañe, ¿verdad? El sol es malo para mi piel...

-Vamos, Marcy-intentó convencerla Finn-no podemos dejar a la princesa en manos de nadie más, desconfiamos hasta de nuestra sombra, en cambio tú...

-¡Pero si no me soporta!

-¡Marceline!-exclamó la Princesa Chicle-¡eso no es cierto!

-Sí que lo es, solo hay que ver como se te trasforma la cara al mirarme-Marceline parecía realmente dolida.

-Eso es...porque...es que...¡oh! ¡Sí que te soporto y punto!

Finn obervó en silencio la conversación. Ambas estaban acaloradas y muy cerca la una de la otra. La princesa Chicle respiraba con dificultad y era hipnótico el frenético movimiento de su pecho. Por su parte Marceline parecía a punto de lanzar un par de lágrimas.

-Está bien, dejando claro este punto... ¿podrás acompañarla? No creo que quieras quedarte en Ooo tú sola, y de verdad necesitamos tu ayuda. Además eres buena dando mamporros con tu bajo-animó Finn.

Marceline y la princesa aún no habían dejado de mirarse, hasta que finalmente, Marceline cedió.

-Está bien, yo la acompañaré. Pero si me pone una sola mueca de asco, me largo-sentenció ella.

Siguieron mirándose largo rato, hasta que durante una milésima de segundo, ambas sonrieron.