Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen. Solo me pertenecen los OC.

Perdonen la gran demora.


La calidez de un corazón helado (Parte I).

-Helena... -Héctor caminaba tras su pareja, recubierto por la capa blanca para cubrirse del frió viento que dominaba el páramo lleno de nieve- Estaba pensando...

-¿Sabes sufro cada vez que dices esas palabras? -informo la mujer en tono helado, antes de detenerse en un gran abismo y observar hacia abajo. Ahora tocaba descender, el templo que la diosa había escondido en el lugar más frió del mundo se hallaba dentro de un glaciar. -Más vale que siga estando la entrada... -Héctor no dijo nada al respecto- ¿En qué pensabas?

-En que podríamos tener hijos una vez terminada esta guerra... -Informo antes de saltar al abismo y comenzar a descender por las frías corrientes que ahí circulaban.

-¿QUÉ? -Héctor común demonio, siempre hace lo mismo.- No puedo creer, que piense en estas cosas cuando estamos por meternos en un lugar complicado. -Salto con cuidado, tratando de caer sobre las superficies visibles.

Interior de la gruta.

Llevaban un buen trecho caminando dentro de la gruta formada por el glaciar. Héctor cada tanto lanzaba miradas nerviosas a la silenciosa mujer, como siempre había soltado la cuestión en el momento menos esperado y menos conveniente. Helena caminaba delante de él con una pequeña flama dorada danzando en sus manos e iluminando el trayecto.

-El suelo... -Héctor puso una rodilla en tierra y miro la superficie que caminaban, a una poca distancia el suelo dejaba de ser hielo y comenzaba a ser mármol. -Este es el templo oculto de Nike...

-Recuerda lo que dijo el patriarca -gruño sutilmente la mujer- no debemos tocar la armadura, solo colocar los sellos. -Comenzó a caminar, observando que el túnel de hielo pronto se acaba y se encontraban en el corazón del glaciar.

-Helena.

-¿Qué? -Pregunto la joven, mientras comenzaba a caminar por el puente que unía el templo con el resto del glaciar que le servía de bóveda.

-Acaso no dirás nada de... -La mujer se dio vuelta y le miro atentamente a los ojos. El hombre entendió que mejor le convenía cerrar la boca.

-Héctor, no es el momento de hablar de ciertas cosas -Dejo salir un suspiro- Mejor lo hablamos luego...

-Hablaran en el infierno -Los dos se dieron vuelta y se encontraron con una guerrera de Ares parada en la entrada del templo- ¡ADIÓS DORADOS! -Arrojo una esfera de cosmos al techo de la caverna helada, provocando un desprendimiento del hielo sobre los caballeros. Héctor se lanzó sobre la joven, cubriéndola con sus alas.- Hora de ir por la espada sagrada de Nike... -murmuro para sí la guerrera de Ares, mientras comenzaba a transitar el camino que llevaba hacia las zonas más profundas del helado templo.

Casa de Cáncer.

-Eres un desgraciado... -Benjamín estaba sentado junto a la cama en la que se veía temporalmente confinado el actual caballero de Cáncer.

-¿Por qué?

-Solo tu sobrevives a algo así... -Comento el capricorniano con una media sonrisa- Que suerte tienes...

-¿Qué te pasa cabrita? -Pregunto el otro con una mueca- Te conozco Beni... Algo te pasa.

-No puedo encender mi cosmos... -Admitió al fin. -Por más que lo intento, no lo logro.

-Supongo que le susto, te asusto -Comento con una sonrisa burlona, aunque la expresión del otro la hizo borrar- Beni... Tu cosmos no desapareció, el miedo a la muerte es lo que te intimida. Inconscientemente, no quieres seguir peleando...

-¿Te enteraste lo de Kira?

-Sí, mi padre me lo dijo -Dejo salir un suspiro- No puedo creer que ella haya muerto, se cargó a Eris. Así que se aseguró de ser recordada por el resto de la eternidad -Benjamín de Capricornio le miró fijamente- como que se cargó a la bruja de Eris sola.

-Lamento lo de tu hermano -La sonrisa de Lucían desapareció otra vez, siendo remplazada por una expresión por demás gélida- ¿Qué?

-No lo lamentes, jamás. Insultas su memoria si lo lamentas. -El español le observo sorprendido- Marcos murió para poder llevar a cabo su misión, no por que sí. -la gélidas gemas celeste, dueñas de su mirada, erizaron el cabello de la nuca del español- No lamentes una vida que no fue desperdiciada... y de no ser que tengo la pierna quebrada, hubiera ido a celebrar la vida de mi hermano a un bar. Como él hubiera querido.

-Un brindis en la memoria del loco que murió como quiso... y vivió de la misma manera. -Comento el joven español, mientras una sonrisa satírica volvía a presentarse en los labios de Lucían de Cáncer.

-Exacto. Lo tenemos pendiente. Apenas termine esta maldita guerra, iremos a un bar a brindar por el desgraciado infeliz que tuve como hermano.

Castillo del terror.

Zeus caminaba por la habitación que sin saberlo, su hijo pensaba utilizar luego para aprisionarlo, en su mente Solteiros de Eneas peleaba por recuperar el control del cuerpo y gritando a "toda voz" que estaba siendo engañado.

-¡YA CIERRA LA BOCA! -Bramo el dios, mientras fuera de desataba una feroz tormenta eléctrica. Para sus adentros Solteiros de Eneas guardo silencio. -Mejor quédate callado.

-Perderás todo y serás abandonado a tu suerte por aquellos que dicen estar a tu lado. -Susurro el joven, antes de guardar silencio una vez más.

Gruta, Glaciares, Polo norte.

Una luz dorada se hizo presente, antes que el hielo de despedazara en millares de diminutas partículas. Los labios de Héctor estaban ligeramente azules, por causa de las casi interminables capas de hielo que se habían amontonado sobre él. Helena alzo la vista y le observo, con cuidado acaricio su mejilla. Llevando parte de su cálido cosmos a él.

-¿Estas bien?

-Si... ¿Tú? -Pregunto el heleno, con ternura y preocupación en la voz.

-Estaré mejor, una vez acabemos con esa maldita...

-Nunca pierdes tu carácter... -Susurro Héctor, antes de comenzar a andar con paso torpe.

-Deberías quedarte aquí... -Comento Helena, mientras proseguía su camino hacia el interior de la cueva.

-En las buenas y en las malas, mi leona... -Informo el hombre antes de ponerse a la par de ella.- Recuerda eso siempre... -Helena se detuvo y se quitó la campanilla de su cuello. Miro a Héctor y se la dio a él- ¿Qué haces?

-Necesitas esto más que yo. -La mujer le sonrió y continúo caminando. Sentía como una especie de calor saliendo del pequeño colgante. La campanilla emitió un ligero replique cuando el re anudo el andar.

Interior del Templo.

-Sera mejor andarnos con cuidado. -Comento Héctor, al ver los centenares de huesos que rodeaban el camino hacia el otro lado de la puerta -Nike, sin duda, debe tener una buena defensa...

-O quiere amedrentar a todos aquellos que se atrevan a entrar a su templo, con esta bienvenida- Comento Helena, antes de comenzar a circular por el recinto. Mirando las montañas de huesos con recelo.

-Hay Helena, deberíamos tomarnos con mayor cuidado este lugar... No sabemos dónde... -El hombre cayo, cuando sintió que algo cálido y húmedo mojaba su rostro. Se detuvo y toco lo que fuera que le había goteado, al mirar su mano alzo la vista. -Helena.

-¿Qué? -La mujer alzo la mirada- O por dios... -La guerrera de Ares pendía boca abajo.- Eso explica mucho... -Los brazos huesudos, sujetaban el cuerpo de la mujer. -Me la juego... a que eso no es todo...

-¿Te refieres a huesos que arman esqueletos deformes?

-Nike... Algo me dice - la mujer miro al peli azul- que se lleva muy bien con la muerte.

-La muerte es la única que siempre obtiene la victoria en la vida de los seres -comento Héctor, mientras elevaba su cosmos- Sin duda, Nike no quiere a cualquiera en su templo... -Elevo su cosmos, pero al hacerlo todos los huesos se desarticularon y cayeron al suelo.

-¿Viste lo mismo que yo?

-Sí, Nike parece confiar en los que servimos a Athena... -Miro a su mujer y guardiana de Leo- Apresuremos el paso, no vaya a ser que se arrepienta.

Sala de Armas.

-Ahí está la Victory... -Héctor observo la armadura blanca y dorada apresada dentro de parte del gran glaciar. -Se necesitaría a un Caballero de Acuario para romper semejante ataúd de hielo...

-O las armas de Libra. -La joven dio un paso hacia la mitad del salón congelado.

- ¿Que sorpresa nos tendrá Nike?-El hombre bajo la mirada, un aire helado comenzaba a rodear- Maldita sea...

-¡Nos congelara! -La mujer miro a Héctor- ¡APRESÚRATE! ¡COLOCA LOS SELLOS SOBRE EL HIELO! -El hielo subía rápidamente por sus piernas.- ¡HECTOR A PRISA! -No tocaría a la Victory, pero rogaba por todos los dioses que sirviera si se colocaba los sellos sobre el hielo. Miro un segundo por encima de su hombro, el hielo ya estaba alcanzando el cuello de su amada...

Exteriores del santuario de Athena.

Luego de recibir la orden de Athena, Selena de Ciervo y Magnus de Orión se retiraban presurosos hacia su objetivo final. Tendrían que conseguir un pequeño cofre de roble en donde se podría sellar a Zeus. Tenían que partir a Creta, no sabiendo porque, a ninguno le llamaba la atención que justo el cofre fuera colocado en la guarida del minotauro. Lo único que les calmaba, en parte, era que el minotauro estuviera muerto. Aunque eso no quería decir que Zeus hubiera dejado su cofre desprotegido.

Límites del santuario, al mismo tiempo.

-¿Acaso no tienes nada mejor que hacer? -Miro sobre su hombro, solo veía la sombra del chico- estoy viendo tu sombra... -Se dio vuelta y miro el lugar donde estaba el chico.- Sal de una maldita vez...

-No estoy ahí- Dejo salir un suspiro, conteniendo las ganas de meterle un puñetazo al joven rubio.

-¿Qué haces aquí? ¿Acaso no sabes que estamos en una guerra? -Pregunto la joven, atravesándole con una mirada esmeralda.

-¿No teníamos una especie de trato tu y yo? -Pregunto el joven, en un tono helado. La chica dejo salir un ligero suspiro.

-¿Qué te pasa?

-Ahora ostento el cargo de mi amigo muerto... -Comento el joven, mientras comenzaba a caminar y la sombra ocupaba su lugar.- No debes confiar en las sombras, son engañosas. -Como respuesta, recibió un gruñido de la joven de Piscis.

Sala de Armas, Templo de Nike, Ártico.

-¡HELENA! -Los sellos habían entrado en el hielo y depositado sobre la armadura de la diosa, como si solo hubiera aire entre estos y la Victory... En medio de la sala, la figura de la joven estaba prisionera en medio de una sólida capa de hielo. El hielo comenzó a partirse y la joven quedo libre. Héctor se arrodillo junto a la chica, el collar en el cuello de la joven emitía un ligero brillo. Eso había evitado que el hielo le asesinara. El joven aferro con fuerza la campanilla- Sé que solo Helena puede usarlo... Pero por favor, muestra tu poder y salva la vida a mi amada... -Apretó con fuerza el dije, mientras lagrimas caían de sus ojos. Por algo Nike había sido amazona de Acuario, había dejado una muy buena defensa en su templo. -Helena... por favor... Abre los ojos... -Una lagrima cayó sobre la campanilla. Esta emitió un ligero replique.

Torre, Castillo de Terror.

Jazmín de Loto temblaba completamente, hacía varias horas que la habían encerrado en esa torre. Por más que lo intentaba, su cosmos no hacia acto de presencia. Estaba realmente aterrada y con toda su alma deseaba tener a su padre y a su hermano. Se había sentado en un rincón de la habitación abrazando sus piernas. Temía tanto por su seguridad, sabiendo la fama de Zeus, tenía muchas razones para actuar así...

La puerta se abrió y Zeus, dentro del cuerpo de Solteriros ingreso a la habitación redonda. El dios aprecio el temblor en la joven morena.

-Te daré la oportunidad de salir con vida de este lugar. -Informo fríamente el dios- Solo debes darme información sobre la traidora de Athena. -La chica no replico nada. - ¿Qué esperas para hablar? -La joven de 15 años solo ladeo la cabeza y cerró los ojos con fuerza, prefería que le cayera un rayo antes que hablar.

-Pierdes tu tiempo, Zeus, ella si sabe lo que es lealtad. No es como las lacras que te rodean...

-Cierra la boca Solteiros -la chica miro de reojo al dios, había escuchado lo que acababa de murmurar el ser divino que se ocultaba tras la sutil apariencia del arquero solar- Habla ahora mismo, soy el señor del Olimpo y te exijo que me digas lo que sabes.

-Antes muerta. -Replico la joven, sosteniéndole la mirada- Prefiero morir antes que revelar alguna información... -El cosmos comenzó a rodear al iracundo Zeus, la chica volvió a desviar la mirada.- Prefiero la muerte, antes que la traición.

-Entonces... Eso tendrás, mortal idiota. -El dios alzo una mano mientras su cosmos comenzaba a acumularse en esta y los rayos hacían acto de presencia en el lugar...

Continuara.