Capitulo 18

Las Rosas de Candy

Tiempo después…

- ¡Corre Albert! William ya no camina… ahora piensa correr.

- Salió a su padre. Mira que firme va.

- Ve por él, se puede caer.

- Eso le servirá, será más fuerte.

- Oh… Ya está despertando tu hija Albert.

- Nuestra hija, Candy.

- Si llora ¡es tuya! La pequeña empezó a llorar al escuchar la voz de Albert, aun con Candy la pequeña buscaba a su papá y este corría tras el niño. Quien con ojos grandes y verdes con una sonrisa picará y bastante fuerte, hacía que todos estuvieran tras de él y sonreía al creerse que nadie lo alcanzaba. Mientras la pequeña caminaba con tranquilidad cuando su madre muy sonriente al saber que escuchaba la voz de Albert, así la pequeña haciendo pucheros buscaba a su padre. Candy sonreía y la ponía de pie, que fuera tras él para que caminara y fuera igual de veloz que su hermano.

La pequeña vio a su hermanito y a su Papá sentado en el suelo, de inmediato levantó ambos brazos y apretó el paso para alcanzar a su papá.

-¡Pa! ¡Pa!

- ¿Escuchaste Candy? ya me dijo Papá. Y el pequeño que vio a su hermanita acercarse al ver que su padre se emocionaba porque ella lo llamó Papá, este gritó con risas

- ¡Papá! Albert levantó las cejas, sus hijos se le decían Papá al mismo tiempo. Emocionado los abrazo a ambos y se levantó con ellos.

- Escuchaste amor. Los dos me dicen Papá, los dos dicen Papá.

- Si Albert. Ya decían muchas cosas pero ahora te reconocen con él.

- Amor estos pequeños me van a volver loco de felicidad.

El Padre de Candy sentado en una mecedora sonreía al ver regresar a Albert y Candy con los pequeños del jardín, la pequeña era el vivo retrato de Albert, pero ese niño no podía parecerse más a Candy, solo que su cuerpo era más robusto, recordaba como nacieron tan pequeños y aun así ahora eran fuertes y sanos, Albert dejo todos los negocios a un lado para recuperarse, Anthony se hizo cargo.

Después de la recuperación de Albert, el nacimiento de sus hijos y las inversiones bajas, el estrés y la preocupación hicieron que la pareja se fuera por unos meses a Escocia, donde el abuelo acompañó a la pareja junto a la Tía Elroy, ellos todo el tiempo cuidaban de sus nietos con las niñeras. Candy tardó en recuperarse, pero Albert estuvo todo el tiempo con ella.

Un año más pasaba…

No se volvió a tocar el tema de las rosas durante todo el tiempo que estuvo en Escocia. De regreso en América, todos se reunieron en la casa de Albert y Candy, donde la Tía Elroy y el Abuelo Max formaban parte de la familia, ya no se volvieron a alejar de ellos, por el bien de ambos, era seguro que necesitaban de su presencia y los meses lo confirmaron.

Gracias a la estancia del Padre de Candy, no volvieron a llegar flores. Y con la presencia de Tía Elroy no hubo mal interpretaciones de nada, se evitaba todo tipo de comentarios.

Albert y Candy volvieron con los negocios de manera más relajada, Anthony estaba por casarse y ellos ya no contarían con él para que los apoyara. George y Vilma se casaron de manera discreta.

Anthony conoció a Abigail, una hermosa joven seria con una mirada soñadora y una hermosa sonrisa, hija de un socio de Albert y quien se enamoró perdidamente de Anthony el día que lo conoció en Escocia.

Alister y Paty ya tenían otro hijo, este se parecía a Paty. Del mayor siempre se decía que era idéntico a Stear, pero el pequeño no podía parecerse más a su Tío Terry con esa hermosa mirada azul intensa y esa sonrisa que el pequeño parecía enchuecar frente a su padre. Quien sabía que eso lo hacía Terry desde niño.

Archie se casó con Annie, no habían encargado familia, pero ya estaban pensándolo pues Stear disfrutaba de sus hijos provocándole envidia a su hermano.

Terry y Adriana esperaban bebe, se habían casado y ahora por fin esperaban un hijo, sin embargo el sobrino de Terry era más parecido a él que decidieron hacerlo su Padrino. Paty estaba emocionada ahora que sería Tía, al parecer no había niñas en los Cornwall ni en los Grandchester por el momento.

Donde todo era más relajado era con los Hazell. Max ya contaba con su hijo Max Jr. Su esposa esperaba otro bebe pero apenas comenzaba el embarazo, la que marcaba el paso de todos era la pequeña Hazell, si la hija de Max robaba no solo el cariño de su padre y su mini hermano, sino que compartía talento con William para correr a altas velocidades. Provocando que Albert y Max apostaran sin que nadie se diera cuenta, pues a ambos pequeños nadie los alcanzaba con facilidad.

Tom Jr. Era un pequeño tan tranquilo se sentaba con su hermana a ver a Monic y William correr, Jane tomaba una mesita y servía el té sentando a la pequeña Candy junto a Tom Jr. Para ver correr a William Vs. Monic, que entre más corrían más se reían.

El abuelo Max y la Tía Elroy compartían el gusto por sentarse en el jardín a ver a todos los pequeños, sin darse cuenta que Jane los imitaba en la mesita contigua a la de ellos.

Jim llegaba sonriente con Tanya y una hermosa barriga prominente, donde una nueva Hazell nacería en el mes de agosto. Monic y Ángela la recibían con abrazos, mientras Jim sacaba de su cartera unos billetes y se acercaba a Max y a Albert para ver cómo iban las apuestas de sus hijos. Tom se unía para decir que seguía llevando la delantera William, los hombres son más veloces. Pero Max doblaba la apuesta, pues confiaba que su hija lo rebasara en cualquier momento.

Candy sabía lo que estaban haciendo se enteraba de todo pero optaba por ver a la distancia, para disfrutar de la vista desde la banca donde ella sonriente alentaba a su sobrina y a su hijito. Se llevaban meses de ventaja pero el tamaño ya era similar, pronto William rebasaría a la pequeña Monic, Candy sentía que podía ser como Albert al verlo crecer más que su hijita.

Al terminar cansados los pequeños, Albert reía al recibir billetes por su hijo quien todavía continuaba sonriente, como si supiera que había ganado. Vio a Candy en la banca, donde su hija yacía en su regazo dormida, este fue por ella, pero el abuelo le ganó y se llevo a la pequeña a descansar, mientras Elroy tomaba la mano del pequeño William para llevarlo a dar un baño y un buen tetero.

- Candy te noto muy tranquila.

- Si Albert, tener a los niños en casa y que sus primos vengan a pasar el fin de semana con nosotros es muy gratificante.

Albert la abrazó pasando sus piernas por ambos costados de la banca y jalando a Candy hacía él.

-Sabes Candy, nunca me dijiste de quien eran las rosas.

- Siempre quise que tuvieras la duda, sentía que tu interés me decía lo mucho que te importaba.

- Ya no recibes rosas, dijiste que me lo dirías algún día.

- Esta bien Albert, pero no te vayas a molestar.

- ¿Era algún pretendiente? ¿Por qué me pides que no me moleste?

- Eran de la florería Albert. Me mandaban un ramo extra por las compras de flores a mi nombre y que mis hermanos solicitaban para sus esposas.

- ¿Qué?

- Te dije que no te molestaras.

Albert soltó una carcajada, tomo en brazos a Candy y la elevó saliéndose de la banca, la abrazo con ternura, beso con tanto amor, todo se hubiera imaginado, pero era cierto. La florería buscaba siempre tener sus datos vigentes, las únicas flores que recibió en Escocia, ella misma se las pagó pero no hizo ninguna aclaración. Mientras que todos los demás ramos que recibían era de la florería, a la que Candy apoyaba constantemente con sus compras continuas, no solo para su persona, sino para las bodas, el cementerio, las amistades y las visitas a hospital.

FIN

Si siempre pensamos que algo malo nos va a pasar, que estamos esperando el engaño de nuestra pareja, por ver como otros pasan… tal vez suceda y la desconfianza trae problemas, pero el amor y los deseos de hacer sentir bien a los que te rodean… hacen que por más engaños que temas… sepas que la vida tiene regalos y tú misma los puedes enviar… al final tu temor se diluye o tal vez esto influye a que la vida nos dé… una sorpresa más…

Mayra Exitosa

¡Un abrazo virtual!