Claim: Murasakibara Atsushi/Kuroko Tetsuya.
Notas: Situado en el tiempo de Teiko.
Rating: T.
Género: Romance.
Tabla de retos: Cometas por el cielo.
Tema: 02. Volar.


Con sus dos metros de estatura, Murasakibara tiene muchos problemas para vivir en un país pequeño como Japón. Los edificios son pequeños, las puertas, demasiado bajas. Conseguir ropa es una tortura y no se diga de zapatos o tennis, que cada vez que se termina unos debe reemplazar, en toda una odisea por el centro comercial más cercano. Pero lo que más le molesta del pequeño Japón, ese país en el que nació y vivió desde que era niño, son las pequeñas porciones que vienen en las bolsas de comida, ideales para gente pequeña, con estómagos tan reducidos que apenas y pueden devorar la mitad.

Por eso, Murasakibara tiene un sueño, que a muchos les parece extraño y a otros, como Aomine, francamente les da risa. Murasakibara Atsushi ambiciona ser chef algún día, aunque no precisamente para el disfrute de sus futuros comensales tanto como el suyo propio. Hacer porciones más grandes es su mayor prioridad, porciones suficientes para alguien como él y no para hormiguitas. Pero tiene un gran camino por delante, Kuro-chin se lo ha dicho en más de una ocasión y es que Murasakibara no sabe cocinar.

Por suerte, Kuro-chin se ha ofrecido a enseñarle, aunque sus habilidades (según sus propias palabras) no sean del todo buenas, aunque sí mejores que las de Sa-chin. Y es por eso que ahora se encuentran metidos en la cocina de Kuroko, tratando de descifrar las cantidades correctas para un pastel de tamaño doble sólo para él.

La cocina, por supuesto, es muy pequeña y no le permite moverse, pero lo que desespera un poco a Kuroko es que Murasakibara se mueva por todos lados, con esas grandes extremidades suyas, tratando de probar la mezcla para el pastel antes de que esté lista y derribando todo tipo de contenedores a su paso.

—Murasakibara-kun, por favor, no seas impaciente —se queja Kuroko, que ve cómo la harina sale volando por los aires, tiñendo el rostro de ambos de un color blanco fantasmal—. Tienes que esperar a que la masa suba y luego podremos adornarlo —hay un sinfín de mermeladas y chocolates en la encimera detrás suyo, mismas que no tardan en desaparecer cuando Kuroko hace alusión a ellas—. Murasakibara-kun, ¿cómo esperas convertirte en chef si no puedes esperar por el pastel?

Con la boca llena de betún y mermelada, el joven sonríe. Una sonrisa que podría parecer una ilusión a todos sus oponentes, que sólo han vislumbrado el rostro serio, casi mortífero de un enemigo. Una sonrisa que Kuroko conoce a la perfección y que pasa tan desapercibida como él, una sonrisa fantasma.

—Kuro-chin me ayudará —afirma el de cabello morado ante la mirada severa del otro, que no tardará en devolverle la sonrisa—. Kuro-chin me ayudará, ¿verdad?

Ante la falta de respuesta y sin poder soportar el semblante inexpresivo de Kuroko, Murasakibara introduce uno de sus largos dedos en el bote de mermelada y pinta una sonrisa en los labios del otro con ella, una sonrisa de fresa que no tarda en resbalar por su rostro.

—Así te ves mejor —afirma él y Kuroko ya no puede evitar sonreír.

FIN