Seguro están hartos de mis historias. Jajajajaj. No importa, quiero escribir igual. Espero que les guste y… déjenme su opinión. :)

Sé que estuve desaparecida un tiempo, y después del final de iCarly, me sentí rara, pero sigue siendo mi programa favorito. Siempre lo voy a recordar, y no puedo haber llorado tanto en el capítulo final. Bueno, basta de charla, aquí les dejo la historia.

iCarly no me pertenece, ojala.

Este capítulo se llama: A intentarlo.

La vida era normal para los iCarlys. Bueno, si es que se le puede llamar normal a sus vidas. Por ejemplo, Gibby había encontrado un paquete de jamón en el suelo, Sam se lo arrebató, golpeándolo en el pie y se fue gritando: "¡SI!¡ JAMÓN!" y golpeo a un taxista para quitarle su burrito. Aparte de eso, Sam y Freddie peleaban. Pero, últimamente Sam y Freddie se habían estado peleando más de la cuenta y Carly ya no lo soportaba. Y lo peor es que discutían por tonterías como: Si la luna era de queso o no, si en una escoba se podía volar (N/A Yo sé que se puede porque soy jugadora de Quidditch) entre otras cosas. Un día que estaban discutiendo quien podía aguantar la respiración más tiempo. Carly exploto:

-¡BASTA!-grito la castaña -¡ME TIENE HARTA CON SUS DISCUSIONES!

Los chicos se quedaron callados, sorprendidos ante la reacción de su amiga.

-Carly…-empezó Sam.

-¡No! ¡Carly nada! ¿Podrían no pelear dos minutos?

-Lo intentaremos –dijo Freddie para intentar calmarla.

Sam se sentó en el sillón y agarro el control remoto; y puso el programa "Celebridades de Seattle" solo para calmar un poco la tensión del ambiente. Freddie se sentó a su lado con una brocheta de fruta y le dijo que si podía cambiar de canal. A toda respuesta Sam le quito su brocheta y la empezó a comer. Freddie se la quiso quitar y también agarrar el control remoto y así empezó una nueva pelea. Con gritos y golpes Sam y Freddie, trataban de tener el control sobre el otro. Esta vez Carly se hartó y agarro una bocina. Se puso al lado de ellos y la acciono.

-¡AHHHH!-gritaron rubia y castaño al unísono.

-¡Esto es todo!-grito Carly. Fue a buscar algo en su habitación –Cierren los ojos.

-Pero… -empezaron los dos.

-¡CIERREN LOS OJOS!-gritó con autoridad.

Los chicos obedecieron un poco asustados ante la actitud de Carly. Sintieron que algo se deslizaba en sus muñecas y los apretaba. Abrieron los ojos. Carly los había esposado.

-¿Qué ES ESTO?-pregunto los dos alarmados.

-Ya que no pueden dejar de pelearse, tendrán que aprender a convivir juntos. Van a estar esposados el tiempo que yo decida, hasta que se lleven bien. Si por alguna razón logran sacarse las esposas, le diré a tu madre Freddie que tienes piojos y volverá a hacerte esos baños raros –Freddie puso cara de apenado, Sam rio –y a ti Sam, le diré a tu madre que no compre más pollo frito y que solo te deje comer ensalada. – Sam ahí puso cara de preocupación y Freddie recobro su venganza.

-¿Y que pasa cuando sea la hora de dormir?-pregunto Sam.

-Se las quitare y al otro día se las vuelvo a poner. Si se niegan hare lo que ya les advertí.

- ¿Y cuando queramos ir al baño?-pregunto Freddie.

-Solo podrán ir al baño en la escuela o en mi departamento donde pueda tenerles el ojo encima- explico Carly- Yo se las quitare y se las volveré a poner.

-Y si…- Sam empieza con esperanzas de encontrar mas pretextos.

-No encontraran más excusas para que se las quite Sam –dijo Carly subiendo las escaleras –.Voy a estar en mi habitación. Ahora intenten llevarse bien. Y cada vez que yo no este por aquí… Alguien los vigilara.

Cuando Sam perdió a Carly de vista le susurro a Freddie.

-Se cómo quitar esposas- dijo con una sonrisita traviesa.

-¡Gracias a Dios Sam!- dijo Freddie sonriendo.

Cuando Sam empezó a buscar una traba con la cual forzar las esposas, Carly gritó.

-¡Sam!¡Ni te esfuerces en intentarlo! Son unas esposas especiales que tienen un seguro que solo se puede abrir con una llave especial. Sabría que lo intentarías pero no se puede. Yo solamente tengo la llave y está escondida.

La castaña subió las escaleras de nuevo, dejando a los dos decepcionados. Se sentaron en el sillón sin hablar, tratando de pensar, cada uno en su mente, como zafarse de ese desastre. Spencer entro por la puerta cantando: "Spencer es genial y prepara los mejores tacos de Spaghetti del mundo" hasta que vio a Sam y Freddie apenados, sentados uno al lado del otro.

-¿Por qué estas caras? ¿Y que hacen sentados juntos?-pregunto el adulto extrañado.

Por toda respuesta levantaron sus manos y le enseñaron sus esposas.

-Oh. Eso explica todo.

Se fue a la cocina para preparar un poco tacos de spaguetti para la cena.

-Tal vez, tenemos que intentar llevarnos bien. –propuso Freddie. –Así podremos salir de esta.

-Si claro. Nos llevaremos bien cuando mi mamá ya no le grite al gato que consiga trabajo. –respondió ella sarcásticamente.

-¡Vamos! ¿Podemos intentarlo aunque sea?-pregunto el castaño.

-Esta bien –acepto Sam. –Con una condición.

-¿Cuál?

-Que me compres un licuado.

-Está bien –dijo Freddie rendido. No quería discutir. Aparte no sabía si podría ganarle a Sam en una discusión.

Se pusieron de pie, saludaron a Spencer y se fueron a los Licuados Locos. Apenas cerraron la puerta Carly bajo las escaleras.

-¿Y los chicos?-pregunto.

-Se fueron a los Licuados Locos.

-Oh –dijo Carly confundida creí que intentarían llevarse bien tan rápido.

-Parece que solo intentan quitarse esas esposas lo antes posibles.

-Eso parece –dijo Carly con una sonrisa. Por los menos estaban cooperando. Aunque fuera para tener que sacarse esas esposas lo antes posibles.

-¿Y? ¿No vas a vigilarlos?-pregunto Spencer.

-Nah. Gibby está haciendo eso por mí. Cada vez que no vaya con ellos a algún lado Gibby los vigilara, pero ellos no pueden saberlo. Luego de vigilarlos el me dirá como se han portado. Le prometí $50 dólares a cambio –explico Carly.

Sam y Freddie tuvieron que ir juntos al mostrador. Ambos le pidieron unos licuados de fresa salvaje a T-Bo y se sentaron en una mesa. Hubo un silencio incomodo durante un buen rato. No sabían de qué hablar ya que tenían miedo de que si empezaban a hablar terminarían discutiendo, de nuevo. Aparte había alguien vigilándolos y no sabían quién.

-Oye… -empezó Freddie -¿Tu licuado esta bueno?

-Si… -la verdad es que no se les ocurría de que hablar. Muy pocas veces habían estado solos, solos.

Justo en ese momento entro Gibby disfrazado como un detective privado. Iba con una gabardina marrón, un sombrero que le hacía juego y unos lentes de sol bien oscuros. Eso llamo la atención de varios chicos, pero no la de Sam y Freddie. Como si no estuvieran acostumbrados a las rarezas en sus vidas. Gibby se pidió un licuado y se sentó en una mesa cercana para poder tener una buena vista de ellos.

Mientras tanto Sam y Freddie seguían muy incomodos.

-Mira Freddie –dijo Sam -. Si queremos llevarnos bien tenemos que conocernos mejor.

-Lo se. Pero no se me ocurre de que hablar contigo.

-De cualquier cosa. Cosas al azar.

-Mmmm. No se. Mi sabor favorito de helado es el chocolate.

-¿En serio? ¡También el mío! –dijo Sam sorprendida. –¿Ves? Tenemos algo en común.

-Si.

-Bueno, mi turno: Mi madre salió con mimo. Y para tratar de impresionarlo hizo un curso de mimos. –explico la rubia.

-¡Jajajaja! ¿En serio? Bueno, no puede ser peor a que mi madre salga con Lewbert.

-Si, creo que tu madre supero a la mía en su gusto para los hombres. –se rio Sam - ¿Y tu?

-¿Yo que?

-Tu gusto para las chicas. ¿Tienes alguna característica en particular que te guste? –pregunto Sam de curiosa.

-No lo se. No se me ocurre en este momento –esa pregunta lo había tomado desprevenido y como no se le ocurría nada para hacer, se quedó mirando los ojos de Sam. No se había dado cuenta de que eran muy bonitos. Debió de quedarse mirándolos durante mucho tiempo, porque Sam los despertó con un pequeño golpecito en su frente.

-¿Qué paso? –pregunto el chico sorprendido.

-Te me quedaste mirando 5 minutos como un idiota –le explico Sam.

-Ah lo siento. –Se disculpó avergonzado el castaño.

-No hay cuidado. Igual yo se la respuesta –dijo Sam.

-¿Qué? –pregunto Freddie sorprendido.

- De que característica en particular te gusta en las chicas. –le aclaro.

-Oh. ¿Cuál es?

-Es –dijo Sam acercándose un poco a su rostro, dejando pocos centímetros de distancia, y también dejando a Freddie sorprendida, pero extrañamente a gusto –que sean como Carly.-al decir eso se alejó sintiéndose un poco molesta ante la respuesta que le había dado. Al parecer le molestaba el hecho de que fuera así.

-No es cierto. Ya no me gusta Carly.

-¿En serio? Creí que tenias ese enamoramiento desde siempre. –Sam replico con los ojos abiertos.

-Si pero creo que solo era una ilusión –le hizo entender Freddie a Sam.

-Bueno, ya acabe mi licuado.

-Yo también.

-Bueno, vámonos. Ya quiero quitarme estas cosas –dijo Sam.

Ambos se fueron juntos, ya que pues, no podían hacer otra cosa, hacia el departamento de Carly. La castaña se sorprendió de que ninguno de los dos estuviera discutiendo y le quito las esposas. Se fue cada uno a su respectiva casa y Carly recibió un texto de Gibby informándole todo. Se sorprendió aún más de lo que le mando:

"Informe de conducta de Sam y Freddie:

Primero hablaron incómodamente y después se rieron y hablaron fluidamente. Sam se acercó a Freddie a pocos centímetros de su cara, pero Freddie no se alejó. Parecía que le gustaba. No se pelearon."

Wow. Parecía que Sam y Freddie habían estado bien al intentar llevarse mejor. Tal vez, mejor de lo que esperaba.

Bueno aquí termina el primer capítulo. Ojala les haya gustado. Déjenme sus opiniones en las reviews y me tengo que ir rápido porque mi mamá me quiere quitar la computadora.

Chao :)