Esta historia salió de la nada, se lió a hostias con las demás que tengo pendientes y se coló la primera de la lista u.u Nunca había tenido una idea tan insistente como esta y me la he tenido que sacar de la cabeza o no me dejaba dormir. Escribí cuatro capítulos, así que he decidido comenzar a publicarla ya.
De todas formas, la encuesta para ver qué escribo a continuación sigue abierta, solo que la ganadora la comenzaré a publicar al terminar Vidas. / La historia tiene una pequeña banda sonora, algo que voy a culpar en la horrible influencia de CarisMai (nah, que noooo, si debería darte las gracias por estas cosas xD).
Disclaimer: No, One Piece no me pertenece. ¿Veis ese montón de figuras en la estantería? Eso es todo lo que tengo de la serie. Y, como es de suponer, cualquier canción que pueda utilizar para este fanfic tampoco me pertenece. Y de nada saco provecho económico alguno.
Las actualizaciones van a ser semanales, y publicaré los viernes.
Música:
Para todo el prólogo escuchad esta canción: watch?v=JeI4Ft8P7ks (Broken, Seether y Amy Lee)
Prólogo
Eustass Kid corría tan rápido como podía mientras intentaba no resbalarse en el empapado suelo y se cubría la cabeza con su raída mochila de clase, en busca de algún sitio donde refugiarse. Lo habitual habría sido meterse en un comercio, pero en aquella zona tan deprimida apenas había gente que se atreviese a abrir un local, y todos ellos eran sitios en los que Kid preferiría no poner ni un pie.
Finalmente vio al fondo de la calle el desolado parque del barrio, con sus columpios vacíos y la enorme estructura de toboganes de plástico y madera, sin metal que pudiera atraer los rayos y, lo mejor, con más de un punto completamente cubierto. Aceleró el paso y pronto estaba metiéndose por la estrecha estructura diseñada para niños medio metro más bajos que él, sentándose encogido contra uno de los muros de madera.
-Eh, búscate otro escondite –dijo una voz, y Kid se fijó entonces en que no estaba solo, sino que allí, encogido en la estructura de madera como él, había un hombre joven.
Se trataba de un hombre alto, probablemente tanto como el propio Kid, aunque al pelirrojo todavía le quedaban algunos años para crecer. Tenía el pelo oscuro y relativamente corto, llevaba dos pequeños aros dorados en cada oreja y bajo los ojos tenía unas oscuras y pronunciadas ojeras. Las mangas medio arremangadas de su sudadera mostraban tatuajes iguales en ambos antebrazos, del mismo modo en que tenía un símbolo tatuado en el dorso de ambas manos y las letra en los dedos también en las dos manos.
Sutil, pensó Kid, algo burlón.
-¿Con la que está cayendo? Y una mierda. Si te molesto te largas, gilipollas –respondió Kid, utilizando el tono amenazador que tenía a todos los matones del instituto demasiado acojonados como para mirarlo siquiera.
-¿Prefieres que te eche yo? –Pero ese tío no solo no se asustaba, sino que lo estaba desafiando.
-Inténtalo, flacucho.
Se quedaron mirándose, ninguno avanzando, pero ninguno dispuesto a retroceder lo más mínimo.
Entonces el moreno sonrió.
-Me gustas, chaval.
-No puedo decir lo mismo de ti –farfulló Kid.
-Oh, venga, no te enfades. Creo que nos podemos llevar muy bien. –Le tendió la mano. –Trafalgar Law.
Kid miró un momento la mano frente a él antes de, a regañadientes, levantar la suya y estrechársela. El hombre estaba helado, incluso más que el propio Kid.
-Eustass Kid.
Se soltaron.
-Un placer. ¿Y qué te trae por el parque en este maravilloso y soleado día? –Preguntó Law, con un sarcasmo supremo en la última parte de la frase.
-No me apetecía una mierda volver a casa. ¿Y a ti?
-Digamos que este parque se ha convertido en algo parecido a un hogar para mí en los últimos meses.
Kid lo miró, sin saber muy bien cómo reaccionar ante ese comentario. Ojeras aparte, el tío no cumplía ninguna de las características que estaba acostumbrado a ver en los vagabundos. Desde luego, estaba empapado, pero aún así podía decir que no él ni su ropa habían estado sucios antes del aguacero. Y, a pesar de estar delgado, sus brazos, con una musculatura nada despreciable aunque no llegase al nivel de la de Kid, no hablaban de ningún tipo de malnutrición.
-No me mires así, no todos los sin techo van con ropa sucia y mal alimentados.
-No, supongo que no.
-¿Qué llevas ahí? –Preguntó Law, haciendo un gesto con la cabeza hacia la más que mojada mochila de Kid.
-Los jodidos libros de clase. No entiendo para qué nos hacen aprender toda esa mierda –rezongó Kid. Odiaba las clases, sabía que él nunca podría ir a la universidad, por lo que le parecían estúpidas. Además, había unas cuantas materias que no había dios que entendiera.
-¿Quieres que te eche una mano? –Se ofreció Law y, ante la mirada escéptica de Kid, su extrañamente torcida sonrisa volvió y elaboró: -Antes de mi… desafortunada condición, era un estudiante bastante capacitado.
Kid no se lo pensó mucho y abrió la cremallera de la mochila.
-Bueno, al menos así pasamos el tiempo. –Sacó uno de los libros a los que más asco les tenía. -¿Qué tal se te da la biología?
-Es mi punto fuerte –aseguró Law, aún sonriendo.
Continuará