Esta historia no es mía pero yo la traduje con el permiso de la autora original, Magnolium (Anteriormente llamada Julchen M. Liddell y Hatsu Yukiya), quien amablemente me permitió hacer esto, todos los créditos corresponden a ella, yo solamente traduje.

xXx

Se ubica antes de la película.

Jack se esforzó por respirar mientras el humo lo envolvía, bloqueando su visión y robando el oxígeno de sus pulmones. Todo su cuerpo dolía y sus piernas se sentían como si fueran a ceder de un momento a otro, pero luchó contra el cansancio. No se rendiría. No ahora. Había mucho contando con él.

La casa ante él estaba encendida como un faro, las llamas salían por cada abertura. Jack avanzó unos pasos en un intento de acercarse, antes de que el calor inevitablemente lo empujara hacia atrás una vez más. Toda esta situación se volvía peor a cada segundo y el sentido de urgencia de Jack, que ya había estado muy alterado hasta ahora, se disparó a un pánico puro mientras observaba cómo el techo del pórtico caía. ¿Dónde estaban las personas? ¿Por qué no salían?

Por eso estaba ahí. Por las personas. Si hubiera sido algo como un incendio en el césped o un accidente con pirotecnia en el bosque, entonces se habría encargado de irse lo más lejos posible del calor. Pero sabía que había niños viviendo en esta casa, tres de ellos, de hecho, y tenía que sacarlos.

Jack no hacía viajes a Montana muy seguido. Había mucho frío y nieve, pero ¿cuál era el punto cuando casi no había personas que lo disfrutaran? Además, le gustaba más hacer tormentas en lugares donde fueran inesperadas. Otro problema con Montana era que los días nevados eran virtualmente inexistentes. Todos simplemente movían con las palas los tres pies de nieve fresca a las banquetas y continuaban con sus asuntos. Sin embargo, se había familiarizado con algunas personas que vivían en esta área del estado y había jugado con algunos niños de la ciudad, aún si ellos no lo sabían.

La casa en la que estos niños (dos hermanos pequeños y una hermana) vivían era de la parte histórica de la ciudad, donde casi todos los edificios eran hechos de madera. En medio del invierno, en casas viejas de madera que probablemente tenían una o dos chimeneas antiguas, los incendios eran algo que podía ocurrir. Y uno había ocurrido.

Jack intentó avanzar una vez más, intentando abrirse paso y entrar a la casa para poder encontrar a los niños y a sus padres y sacarlos a salvo, pero simplemente no funcionaba. En el instante en que se acercaba mucho se sentía enfermo y casi se desmayaba, forzándolo a retroceder hasta recuperar sus sentidos. No quería utilizar el viento para volar a ninguna de las ventanas, por miedo a intensificar las llamas, y no estaba seguro de si podría debilitarse en el aire o no.

Las alarmas de los camiones de bombero se oían a la distancia y Jack casi maldijo por lo alto. No había querido que los humanos se involucraran en esto. Era mejor si él ingresaba, ya que no podía morir. Había un alto riesgo de que los humanos murieran en los incendios como este. Jack quería salvar a tanta gente como fuera posible.

Pero su cuerpo no colaboraba. Nunca pensó que odiaría ser el Espíritu del Invierno tanto como lo hacía ahora. Era el creador helado de nieve, y tanto la nieve como el hielo se derretían cuando entraban en contacto con el fuego. Cada vez que intentaba matar las llamas con un rayo frígido de su cayado el frío se evaporaba casi instantáneamente. Quería ser quien se encargara de esto, pero simplemente no podía. Era un inútil.

Las manos de Jack se cerraron en puño. Sentía que lloraría, lo cual era extraño; hacía mucho tiempo se había agotado de llorar por las cosas. Pero era verdad. Era un inútil. Se suponía que era inmortal, y siempre había sentido que era su trabajo, si es que lo podía llamar así, el cuidar de aquellos que no lo eran. Y ahora no podía siquiera salvar a tres pequeños niños.

Su corazón latía en su pecho fuertemente y sus pulmones gritaron en protesta cuando se lanzó una última vez, corriendo sin control a través del césped ardiente. Llegó más lejos de lo que había llegado antes, llegando a los límites del pórtico y evadiendo los escombros caídos. Lanzó su cuerpo contra la puerta frontal, que colapsó con facilidad y tropezó dentro del pasillo delantero. Su vista comenzó a nublarse pero se apresuró como quiera, ignorando la debilidad de sus miembros y el crujido siniestro de las tablas de madera bajo sus pies.

No había señales ni sonidos que indicaran que hubiera personas ahí, y sintió un peso muerto caer en su estómago. No podían estar muertos ya, ¿o sí? Negó con la cabeza, desvaneciendo el pensamiento. No podían estar muertos. Tenía que... llegar a ellos... primero...

No... pensó mientras sus piernas finalmente se rendían bajo él. Estaba pasando todo muy rápido. Luchó por ponerse en pie pero sus músculos se rehusaron a moverse. Su vista dio vueltas y antes de tener la oportunidad de luchar, el mundo cayó en la oscuridad.

xXx

Despertó después de un tiempo indefinido de tiempo, enterrado debajo de los remanentes de la casa. Apartó los escombros ennegrecidos a un lado y se sentó con prisa. La casa había colapsado completamente, dejando solo un cascarón vacío y a un espíritu del invierno terriblemente quemado tras de sí.

Jack se puso de pie y casi de inmediato se comenzó a ahogar, la tos sacudió su cuerpo y provocó que se doblara hacia el frente, sujetando su estómago mientras su pecho ardía por el dolor. Todo su cuerpo dolía terriblemente, pero lo ignoró y se enderezó, observando alrededor con pavor. No había nada. Ni gente, ni casa, ni evidencia de que algo hubiera vivido ahí. Solo pilas de madera muerta.

Sus manos temblaron y, luego de escavar buscando su cayado que milagrosamente había sobrevivido a la matanza, tras unos cuantos falsos inicios temblorosos, logró controlar al viento, y salió disparado por el cielo. El primer lugar al que voló fue al hospital. Revisó cada una de las ventanas en busca de los tres niños y sus padres, sin éxito. O las cortinas de las habitaciones estaban corridas, o el cuarto estaba vacío o tenían a un paciente desconocido. La familia no se encontraba en ningún lado.

La desesperación que Jack sintió era casi palpable, y se volvió insoportable cuando descubrió más tarde que toda la familia había muerto esa noche.

No tuvo la voluntad de moverse por un largo tiempo después de eso. Solo yació en la nieve, en la cima de una montaña, por el tiempo que fuera. No le importó llevar un control de los días que habían pasado. Las quemaduras que cubrían su cuerpo eventualmente sanaron, pero ni siquiera se dio cuenta de cuándo o cómo había comenzado a desaparecer el dolor. Nadie vino a buscarlo, ¿y por qué lo harían? Él era invisible. No tenía personas que se preocuparan por él. Si se perdía, o si en verdad hubiera salvado a esa familia y muerto en las llamas él mismo, nadie habría sido testigo.

¿Y por qué le importaba? Quizá así es como debía ser. ¿Quién querría estar con una falla como él?, ¿alguien que ni siquiera podía salvar a unos niños? Jack seguro no podía. Apenas y podía vivir consigo mismo. El amargo peso de la derrota colgó sobre él por mucho tiempo, e incluso cuando eventualmente recuperó su energía y el deseo de jugar con los niños otra vez, siempre estaba nervioso, aún si no lo admitía para sí mismo. Ningún niño se encontraba en peligro cuando él estaba cerca. Las sonrisas en sus rostros jamás desaparecían, y eso le daba al menos un poco de alivio. Si eran capaces de permanecer felices, entonces también podría él, aunque fuera un poco.

Sin embargo, la felicidad no era eterna. En las noches cuando los niños iban a casa después de jugar en la nieve y eran amorosamente arropados por sus padres, Jack observaba a la luna y se preguntaba, no por primera vez, por qué había sido elegido para esto. Para una vida que no terminaría, una vida que ni siquiera podía ser entregada para asegurarse de mantener a salvo a otros. Si no fuera de la forma en que era, compuesto de hielo y frío, entonces quizá esa familia habría vivido. Elp ensamiento lo perseguía y nunca lo dejaba en paz, y él lo odiaba. Odiaba el dolor, la culpa y la vergüenza indigna, todas las emociones y recuerdos con los que tenía que vivir por lo que era.

Jack solo deseaba que todo terminara.


Notas originales de la autora: ¡Felices cincuenta capítulos! No me gusta el final. Para nada. Pero bueno, ¿qué puedo hacer? Algunas personas querían a un Jack angustiado, y esto es lo que salió.

El fuego da miedo. Tenemos unos incendios muy feos aquí en Montana durante el verano y daba miedo. Agh. El fuego me da miedo. Las fuerzas de la naturaleza me dan miedo.

Mi larga queja es larga. ¿Podremos llegar a los 2000 reviews con este capítulo? ¡Creo que podemos! ¡Hagámoslo!

Gracias por hacerme llegar tan lejos, a todos. Los amo mucho.


Notas de la traductora MikoAucarod: Lenta, pero segura. Lenta, pero segura. Lamento la demora.