I'm out of touch, I'm out of love
I'll pick you up when you're getting down
And out of all these things I've done I think I love you better now.

Lego House- Ed Sheeran


Epílogo

(9 meses después)

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9 meses después del incidente mi vida no podría ser más feliz. Draco y yo somos una pareja estable, tenemos nuestras diferencias pero contra todo pronóstico nos la llevamos muy bien.

Tenemos muchas cosas en común, y en el sexo pues… Sólo diré que somos completamente compatibles. Lo cierto es que luego del incidente con el hechizo Incenprocculta nuestra vida cambió completamente, y no puedo más que agradecerle cada día a la profesora McGonagall por habernos obligado a trabajar en equipo

Nuestros amigos aceptaron la relación sin dificultades, la mayoría con cara de "Esto se veía venir". Todos excepto Ron, a quien Draco decidió informarle justo en medio del banquete de Halloween…

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Todas las Casas de Hogwarts se encontraban reunidas en el Gran Comedor, celebrando con alegría la llegada de Halloween. La estancia entera estaba decorada de naranja y negro, con un cielo encantado oscuro y tenebroso, y telarañas mágicas colgando de las lámparas. Las velas embrujadas que flotaban por el lugar ahora eran de color púrpura y despedían una llama negra bastante aterradora. Pasteles con forma de calabaza, brazos, manos, ojos y cabezas rellenas de dulces se hallaban decorando cada mesa, mientras el jugo de calabaza y el chocolate caliente manaban de sendas fuentes hechizadas mágicamente para fluir sin fin.

Alumnos de diferentes casas se reunían en torno a la misma mesa, pues luego de la Guerra las diferencias entre Casas fueron limadas y ahora ya a nadie le importaba demasiado si un Hufflepuff y un Gryffindor se unían a la mesa de Ravenclaw, o viceversa. Incluso en Slytherin se habían vuelto más tolerantes. La mesa de las serpientes seguía siendo prácticamente intocable, pero por aquí y por allá se podían ver Sly's sentados a la mesa de Hufflepuff, Ravenclaw e incluso Gryffindor.

Para todos los habitantes del castillo, Halloween era una época para celebrar y compartir. Para todos excepto uno.

Harry Potter se encontraba sentado en el alfeizar de la ventana de su habitación, en la Torre de Gryffindor, en pijamas y con la mirada perdida en algún punto del Bosque Prohibido. Para él, Halloween significaba el aniversario de la muerte de sus padres, y aunque no sentía tristeza, tampoco tenía muchas ganas de celebrarlo.

Un ruido a su lado lo sacó de sus pensamientos.

—Harry…

Draco Malfoy, su pareja desde hacía un mes, se encontraba a su lado, abrazándole cuidadosamente y brindándole su calor y protección. El rubio sabía que esta no sería una fecha fácil para el Gryffindor, así que al no encontrarlo en ningún lado del castillo, pidió la contraseña de la Sala Común a Hermione y subió a buscarle.

—Draco, sabes que no debes estar aquí. Ron podría verte, y la verdad es que hoy no tengo ganas de explicar nuestra historia a mi mejor amigo.

—Cariño, sabes perfectamente que me importa un comino lo que pueda pensar tu troglodita mejor amigo. No te encontré en ningún lado y supuse que estarías aquí. Granger me dio la contraseña. Sé que es un día difícil para ti, pero me tienes a mí, no tienes por qué pasarlo solo —respondió el platinado, dándole un tierno beso en la frente.

—Sabes, a veces me sorprendes, rubio.

—Lo sé, cuatro ojos. Soy demasiado bueno para ti —dijo Draco, con gesto orgulloso— Venga, quítate ese horroroso pijama y ponte la túnica. Vamos a bajar al comedor.

—Dragón, no tengo ganas de bajar. De verdad…

—Nada de eso. No te quedarás aquí lamentándote. Además, si bajas ahora prometo sentarme junto a ti en la mesa de Gryffindor Comentó el rubio mientras sacaba la ropa de Harry del baúl y se la lanzaba a la cara para que se la pusiera.

—No prometas cosas que no puedes cumplir, Draquito…. —Apuntó el pelinegro, mientras comenzaba a quitarse el pijama con gesto resignado.

— ¿Quién dice que no puedo cumplirlo? —Respondió Draco, volviéndose para mirarlo y con los brazos en jarra— A estas alturas ya todos saben lo nuestro. Todos excepto tu amiguito Ron, que no notaría un tren así le pasara por encima de los pies ¿Qué problema hay en que quiera estar al lado de mi pareja en el día de brujas?

—Eres increíble, Draco —Dijo Harry, mientras le tomaba por la cintura, atrayéndole hacia sí— Pero ahora que me he quitado el pijama, y que la habitación está sola, no puedo dejar que te escapes tan fácil — Y acto seguido, comenzó a mordisquear el terso cuello de su amante.

—Está bien, pervertido —Aceptó el rubio, comenzando a desvestirse— Pero luego bajamos a comer. Sabes que estas cosas me dejan hambriento…

—Tranquilo, rubio… —respondió el ojiverde, mientras atraía a Draco hacia su cama con doseles— Cuando termine contigo, ni siquiera recordarás el banquete…

...

Una hora después, los chicos entraron al Gran Comedor tomados de la mano y con sendas sonrisas en sus rostros. Harry ubicó a sus amigos hacia el centro de la mesa de Gryffindor, y sin recibir resistencia por parte del rubio, lo guió hasta un puesto vacío al lado de Hermione. Justo al frente, se encontraba su mejor amigo, engullendo pastel como si no hubiera mañana, y tan ocupado en comer que ni siquiera había notado la presencia del Slytherin.

—Ejem, Ejem… —Draco se aclaró la garganta, en un obvio intento por llamar la atención de quien se encontraba justo frente a él— Buenas noches, Ginevra, Lovegood, Granger… —Saludó, mientras las miraba a cada una y hacía una leve y elegante reverencia con la cabeza.

—Buenas noches Draco —Respondieron las tres casi al unísono, con lo cual Ron alzó la cabeza para encontrarse frente a frente con la plateada mirada del Slytherin.

Luego de tragar con dificultad el gran bocado que estaba engullendo, el pelirrojo miró perplejo al rubio, como si fuese una bomba fétida que en cualquier momento podía estallar.

— ¿Se puede saber qué demonios hace aquí este hurón? —Preguntó irritado, dirigiéndose a todos los que se encontraban a su alrededor.

—El "hurón" tiene un nombre, Weasley —Respondió el propio Draco, mirándole con gesto altanero y una ceja enarcada— Y por si no te has dado cuenta, estoy aquí porque a nadie más que a ti le molesta mi presencia.

Ron quiso responderle al rubio, y lo habría hecho de no ser porque recibió un doloroso puntapié por parte de Ginny, y una severa mirada por parte de su novia. Sin poder hacer más, el pelirrojo se encogió de hombros, no sin antes dedicarle una mirada de desprecio a su enemigo, y volvió a engullir pedazos y pedazos de pastel de calabaza.

En ese instante, el rubio entrelazó sus dedos con los de Harry y alzó las manos de ambos por encima de la mesa, poniéndolas en frente de Ron, para luego comentar en tono casual.

—Además, Harry, MI PAREJA, me invitó a sentarme a la mesa con ustedes luego de una estupenda sesión de sexo que hemos compartido en su cama de la Torre de Gryffindor, hace unos momentos.

Los chicos quedaron en silencio. En realidad, toda la mesa de Gryffindor había dejado de comer al escuchar el comentario del rubio. Harry se sonrojó hasta las orejas y cubrió su rostro con su mano libre, y Ron, en un intento por hechizar al Slytherin teniendo la boca repleta de pastel, comenzó a ahogarse…

—Ron… Ron… Respira…

Decían todos los presentes, mientras intentaban auxiliarlo. Todos menos Draco, quien a estas alturas se agarraba las costillas y reía a carcajadas.

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Pasamos toda la noche en la enfermería acompañando a Hermione mientras cuidaba de Ron. Ambos, ella y yo, con severas miradas hacia Draco, quien se encontraba de lo más divertido con toda la situación. Al despertar, Ron pensó que todo había sido un mal sueño, pero al vernos a Draco y a mi agarrados de las manos volvió a desmayarse por un par de horas. Luego de unas semanas terminó aceptando el hecho de que su mejor amigo saliera con uno de sus peores enemigos, y ya incluso se toleran el uno al otro. Claro que Ron le juró a Draco que si me lastima se las verá con él, pero para mí, que se toleren es un gran avance.

Los padres de Draco fueron otra historia. Sucedió en la cena de navidad, a la cual Draco me invitó bajo la extrañada mirada de sus progenitores…

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La Mansión Malfoy era sin duda una de las casas mágicas más imponentes que Harry hubiera visto jamás. Su última visita a la Mansión no había sido lo que pueda llamarse "placentera", así que el pelinegro no tuvo mucho tiempo de fijarse en los hermosos detalles de la edificación. El jardín estaba decorado completamente con motivos navideños, al igual que el exterior de la Mansión. Muérdagos, pinos, luces flotantes, flores de navidad, todo lo anterior cubierto por una fina capa de nieve mágica, la hacían una visión espectacular. El interior de la vivienda no se quedaba atrás. Jarrones de cristal llenos de flores de navidad, mas luces, más muérdago, sin duda los mejores adornos que el dinero mágico podía comprar.

Los chicos llegaron temprano para la cena, a las 7:45 de la tarde. Draco vestía una elegante túnica de gala con cortes rectos y capa, y en color plata que hacía juego con sus ojos. Harry, en cambio, llevaba un modelo un poco menos ostentoso, color negro, con detalles en verde esmeralda que resaltaban el verde de sus ojos. El rubio le había acompañado personalmente a Madame Malkins para elegir su túnica, ya que Harry era menos diestro en cuestiones de moda que un gnomo de jardín.

Fueron recibidos por un elfo doméstico, que tomó sus abrigos y los dirigió hacia el comedor, donde los Sres. Malfoy los esperaban.

— ¿Y qué tal si no les cae bien la noticia? —Susurraba un nervioso Harry, mientras transitaban el largo pasillo que llevaba al comedor.

—Tranquilo, cariño —Le confortó el rubio, entrelazando sus dedos con los de su pareja— Te amarán tanto como yo lo hago. No tienes de que preocuparte.

Al entrar en el comedor fueron recibidos por unos extrañados Malfoy, quienes saludaron a su hijo cariñosamente, y a Harry de manera respetuosa y formal. Luego de un momento, todos se sentaron a la mesa para tomar la exquisita cena. Las conversaciones no se hicieron esperar. Narcissa y Draco hablaban y reían sin parar, uniendo a Harry en la conversación cuando era necesario. Lucius era el único del grupo que casi no conversaba y mucho menos reía. Tenía la mirada fija en el niño de oro, una mirada suspicaz y para nada educada.

—Y, cuéntanos Harry ¿Qué planeas hacer luego de salir de Hogwarts? —preguntó la rubia mujer, dirigiéndole a Harry una franca sonrisa.

Draco unió una de sus manos con la de Harry, por debajo de la mesa, para darle fuerzas.

—Ehmm… Bue-bueno, me han ofrecido una plaza en la Escuela de Aurores del Ministerio…

— ¿Te dedicarás a atrapar chicos malos? —interrumpió Lucius, con gesto burlón— Apuesto que eso será un verdadero reto para ti. O tal vez, sea la única cosa para la que realmente sirvas —terminó, apurando su copa de vino tinto.

— ¡Lucius! —Reprendió Narcissa, en dirección a su marido.

— ¡Padre! —Exclamó Draco, apretando aún más la mano de su compañero.

Harry, sin embargo, no dudó un momento y respondió en tono tranquilo.

—Pues he pensado en dedicarme a atrapar "chicos malos", pero en realidad no me llama mucho la atención, siendo eso lo que he estado haciendo la mayor parte de mi vida. Ya sabe, atrapándolos en fraganti y mandándolos derechito a Azkaban. Creo que usted conoce perfectamente Azkaban ¿No es así? No, la verdad es que no me apetece seguir haciéndolo —comentó Harry, con una pequeña sonrisa y apurando él también su copa.

Lucius guardó silencio, bajo la atenta mirada de su esposa e hijo. Luego, se dedicó a comer el postre que acababan de servirles.

Después de la cena los cuatro pasaron a una pequeña sala de estar con chimenea, donde varios elfos domésticos les sirvieron té y galletas. Narcissa se sentó en un hermoso sillón de una plaza, mientras Harry y Draco tomaron asiento en un sillón de dos plazas frente a ella. Lucius, en cambio, optó por quedarse de pie al lado de la chimenea, apurando un gran vaso de Whisky de Fuego.

—Entonces, Draco ¿Nos dirás la razón por la cual invitaste al joven Potter a nuestra cena de Navidad? ¿O tendré que esperar hasta la fiesta de fin de año? —Preguntó Narcissa a su hijo, bajo la atenta mirada de su esposo, y tomando delicadamente de su taza de té.

Draco tragó saliva, pero decidió que ya era el momento de decir lo que habían venido a decir.

—Está bien, creo que a estas alturas ambos deben saber que no es una casualidad el que Harry nos esté acompañando —comenzó el rubio, para luego tomar la mano de Harry bajo la atónita mirada de sus padres— Hemos venido a decirles que estamos saliendo. Harry Potter y yo llevamos aproximadamente tres meses siendo pareja, y estamos muy enamorados —Afirmó el rubio, mientras besaba la mano de su amante y volteaba a mirar a su madre.

—Oh, Draco... —lloriqueó Narcissa, levantándose para abrazar a su hijo— Mi pequeño se ha enamorado. Estoy tan feliz —decía entre sollozos de alegría. Después de soltar a su hijo, la mujer se acercó a Harry y le abrazó cariñosamente, tal y como le abrazaba Molly Weasley— Oh, Harry. Lo suyo era cuestión de tiempo ¿verdad? Bienvenido a la familia.

Harry sonrió azorado, sin saber que decir. El abrazo de la señora Malfoy se sentía sincero y el ojiverde sintió repentinamente un gran cariño por la mujer. De repente, un ruido sordo los sacó de su burbuja. El vaso de whisky había resbalado de las manos de Lucius y ahora yacía roto en el suelo de mármol. El patriarca les veía con gesto desencajado.

— ¿Qué Harry Potter y mi hijo son pareja? —Decía, acercándose a ellos— ¿Qué le has hecho a mi hijo? —Preguntó a Harry, apuntándole con su varita.

— ¡Lucius! —Gritó Narcissa, empujando a su esposo lejos de Harry. EL pelinegro se había levantado y había tomado su varita, mientras que Draco se había colocado entre él y su padre en un gesto protector— Perdónenme chicos, mi esposo y yo iremos… a por unas copas para celebrar ¿está bien? —Dijo, mientras apartaba la varita de la mano de su marido y le empujaba hacia la puerta.

Un momento después, Harry se lanzó pesadamente sobre el sillón, mientras Draco le ponía una mano en el hombro.

—Bueno, eso ha salido mejor de lo que esperaba —comentó el rubio, bajo la incrédula mirada de su novio.

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Luego de que Narcissa llevará a Lucius "a por unas copas para celebrar", este regresó estrechando mi mano y dándonos su completa aprobación. Creo que nunca debes subestimar el poder de convencimiento de un Malfoy.

Draco hizo las paces con sus amigos Blaise y Theo, luego de que yo le rogara que lo hiciera. Le amo, pero que no les hablara a sus amigos significaba que tenía las 24 horas del día libres para mí. Eso puede ser muy bueno, pero cuando tú mismo quieres tiempo para pasarlo con tus amigos, el tiempo libre de tu novio puede ser un gran problema…

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Era sábado en la noche, y en la sala de menesteres solo podían oírse los gritos de cierto rubio platinado, que estaba formando un berrinche digno de un Malfoy.

—Dragón, ya te lo he dicho, estuve con Ron y Hermione. Debes entender que no todo el tiempo podemos estar juntos. Ellos también requieren mi atención —decía un conciliador Harry, caminando detrás de un ofendido Draco.

— ¡Claro! Restriégame en la cara que tú si tienes amigos —Gritaba el rubio.

— ¡Pero si tú también tienes amigos! —Refutó Harry— Te he dicho muchas veces que ya es hora de que les digas lo que viste. No es como si te hubieran traumado de por vida. Apuesto que tú y yo hemos hecho cosas peores —decía, acercándose por detrás y tomando al rubio por la cintura.

El rubio se cruzó de brazos, pero no pudo evitar sonreír ante la sola idea de haber hecho "cosas peores" que las que había visto aquel día en su habitación.

— Está bien, está bien. Tú ganas. Hablaré con ese par de exhibicionistas —aceptó Draco, volteándose para quedar frente al pelinegro— Pero primero tendrás que darme fuerzas para enfrentarles… —Y acto seguido, le besó con deseo.

—Te daré las fuerzas que quieras, rubio. Las que quieras… —susurró el moreno, correspondiendo al beso.

Poco a poco, Harry dirigió a su amante hacia un sillón cercano, desvistiéndole con destreza mientras le seguía besando. Ya cerca del sillón, el Gryffindor tomó al rubio de la cintura y lo obligó a voltearse, quedando detrás de él.

—Te daré fuerzas, pero a mi manera, bombón —Murmuró al oído de su amante, para luego retirar completamente su ropa y hacerle arrodillarse en el sillón.

Harry acarició suavemente la espalda de su amado, haciéndole arquearla a causa del cosquilleo. El Gryffindor pasó sus dedos por cada pedazo de piel a su alcance, causando pequeños estremecimientos en su amado. Muy lentamente, el moreno se dirigió la entrada del Slytherin, observándola con adoración y comenzando a lamerla como si su vida dependiera de ello, lo que ocasionó que el rubio gimoteara sonoramente. Luego de un rato, Harry introdujo dos dedos en la boca del rubio, que los lamió sin decoro a sabiendas de los propósitos de su pareja. Acto seguido, los húmedos dedos del moreno comenzaron a penetrar en la estrecha cavidad de Draco, arrancándole gemidos aún más fuertes. Con movimientos circulares, los dedos de Harry dilataban la entrada de su amante, mientras que su mano libre masajeaba el miembro del rubio de forma rítmica.

Una rápido movimiento de muñeca, y el rubio Slytherin se derramó en las manos de su entusiasta compañero, el cual aprovechó el momento para desvestirse por completo y posicionarse detrás de su pareja. Con una firme estocada, Harry entro en Draco, el cual arqueó la espalda y soltó un grito ahogado, que pronto fue reemplazado por gemidos roncos.

Las estocadas tomaron un ritmo frenético, y de un momento a otro, ambos chicos llegaron al clímax entre sonoros gemidos.

...

—Chicos, Draco tiene algo que decirles.

Harry y Draco se encontraban sentados en una mesa de las tres escobas, con Blaise Zabini y Theodore Nott acompañándoles. Los Slytherin habían acordado reunirse con Harry sin saber qué era exactamente lo que quería, sin embargo no esperaban verle con Draco, quien llevaba varias semanas sin hablarles a pesar de no tener un motivo aparente.

—Vamos, Draco ¿Desde cuándo necesitas mediadores para hablar con Theo y conmigo? —Bromeaba Blaise, mirando al rubio Slytherin— No me digas que le has pagado a Potter para que sea tu traductor…

—Cuida tus palabras, Zabini. No vaya a ser que insultes a mi pareja —respondió Draco, con los ojos entrecerrados y denotando desafío.

—Jo… Esa sí que no me la esperaba, Malfoy —rió Blaise, con una mano en la nuca y con cara de desconcierto.

— ¿En serio son pareja? —Preguntó Theo hacía un ligeramente sonrojado Harry, a lo cual el moreno asintió con la cabeza— Pues, vaya ¡Felicidades! Esto se veía venir desde hace mucho —Y acto seguido, se echó a reír.

—Sí, sí, ya hemos escuchado eso —replicó Malfoy— Lo que no se veía venir era que yo los descubriera a ustedes dos, hace unas semanas, haciendo cosas indebidas en la cama de cierto moreno pervertido cuyo nombre no quiero mencionar…

Inmediatamente las risas en los rostros de ambos Slytherin fueron completamente borradas. Theo se sonrojó hasta las orejas y Blaise miró a Harry buscando alguna señal de si lo que acababa de decir Draco era cierto. Sin más que hacer, Harry volvió a asentir.

—Vaya, Draco ¿En serio nos has pillado in fraganti? —Preguntó Blaise, mientras tomaba la mano de su aún sonrojada pareja— De verdad discúlpanos, amigo, ya sabes, las hormonas. Y para que negar lo innegable, Theo y yo somos pareja, pero eso ya lo sabes de sobra, ¿verdad? —Dijo guiñándole un ojo al rubio, para luego agregar— Jamás pensé que fueras voyeurista. Caras vemos…

Draco lo miró con desprecio, a lo cual Blaise respondió con una sonora carcajada que luego de un rato los contagió a todos. Luego de un pequeño silencio, Harry puyó las costillas del rubio, instándole a hacer las paces con sus amigos.

—Está bien, acepto que debí tocar, pero nunca imaginé que estuvieran haciendo lo que estaban haciendo, así que estamos a mano —Dijo, extendiendo su mano hacia Blaise.

—A mano —concedió Blaise, estrechando la mano de Draco. Luego, gritó a todo pulmón— ¡Madame Rosmerta, cuatro tarros de hidromiel, por favor! ¡Para celebrar que mi amigo Draco ha salido del closet!

Draco lo fulminaba con la mirada, mientras los demás estallaban en carcajadas.

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Ahora los cuatro somos los mejores amigos, y nos reunimos de vez en cuando para recordar aquellos tiempos en los que éramos jóvenes, inocentes y heterosexuales. Todos a excepción del pervertido de Zabini, por supuesto, quien jura que salió del vientre de su madre siendo experto en el Kamasutra.

Nuestro trabajo de Trasformaciones fue, por supuesto, el mejor. Ganamos los cincuenta puntos para ambas casas, y el reconocimiento de la comunidad mágica mediante la Orden de Merlín 3era Clase por "Servicios Prestados". También obtuvimos dos plazas completamente pagadas en la división de Inefables en el Ministerio de Magia, pero ambos tuvimos que rechazarlas. Yo quiero dedicarme al Quidditch de tiempo completo con una pequeña tienda que estoy montando, y Draco quiere ser un Sanador, así que ambos tenemos nuestro futuro bien pensado.

Al final del curso de Hogwarts, resultó que Gryffindor y Slytherin quedaron empatados a la cabeza de la Copa de las Casas, algo que jamás había sucedido. Así que el Gran Comedor se vistió de verde, plata, rojo y dorado. Nuestro último año no pudo ser mejor. El 7mo curso que todos merecíamos tener luego de tanto sufrimiento.

Ahora mismo me dirijo a Grimmauld Place, junto a mi pareja desde hace 9 meses. Draco y yo hemos decidido vivir juntos, así que restauraremos la antigua casa de los Black para devolverle la gloria que alguna vez tuvo. No es tan grande como La Mansión de los Malfoy, pero para Draco y para mí no hay mejor lugar en el mundo.

Estamos enamorados. Todo va bien.