HOLA! No tienen idea la felicidad que me produce estar de vuelta con esta historia de HTTYD!
Primero que todo muchas gracias por el apoyo y la buena recepción de ArcoIris..me alegraron mucho mucho todos sus reviews!
Ahora...muy importante. Esto es UNA CONTINUACION DE "¿SOMOS NOVIOS? 2" asi q si no lo han leido aun les invito a leerlo (q por cierto "¿Somos Novios? 2" es una continuacion de "Rayos y Truenos 1", lo hice todo por separado porque preferi hacer pequeños proyectos x separado y terminar cada uno a hacer uno grande y dejarlo inconcluso - ya me paso, x eso lo digo- asi q espero q entiendan y no me lancen a la hoguera x esto)
Espero q este proyecto sea tan bien recibido como los otros anteriores.
Dicho todo esto creo q solo me queda invitarlos a disfrutar y leer!
Capítulo I
Estaban a mediados de invierno cuando acontecimientos extraños comenzaron a suceder en Berk. Hipo se encontraba en su casa, apenas se estaba levantando, cuando Patapez llego con las noticias.
- Es broma, ¿no? – preguntó Hipo lleno de incredulidad.
- No amigo, todo lo que digo es cierto – confirmó Patapez sacudiendo energéticamente su cabeza – incluso Fergus estaba ahí.
- ¿Mi padre? – intervino Astrid.
- Así es, tu padre junto al viejo Skellt y Erlok, estaban buscando a un grupo de ovejas perdidas en el bosque cuando de repente se encontraron con la masacre.
- ¿Y cuando dices que sucedió todo? – preguntó nuevamente Hipo.
- Fue anoche y de inmediato se devolvieron para dar la voz de alerta – contestó Patapez.
- Pero quien podría ser tan despiadado como para haber hecho algo así – se cuestionó Hipo más para si mismo que para su interlocutor. Chimuelo, que estaba al lado de su jinete, se movía nervioso. Hipo puso una mano sobre su cabeza para intentar tranquilizarlo, pero la verdad era que ni él lo estaba.
Por lo que Patapez les había contado, la noche anterior, un grupo de vikingos se había encontrado con un dragón muerto en medio del bosque. Su cabeza había sido cortada y no se encontraba en el lugar. Al parecer se la habían llevado, tal vez como trofeo y sus alas estaban completamente rotas. Era un panorama horriblemente asqueroso y aterrador. Ni aún en los tiempos de guerra entre dragones y vikingos se vio algo igual.
- Será mejor que vuelva a mi casa. Mi Gronckle esta algo asustado aun – dijo Patapez mientras salía por la puerta – nos vemos más tarde.
Hipo y Astrid quedaron sumamente preocupados con lo que su amigo les contó. Habían pasado tres años desde el fin de la guerra con los dragones y ese era el primer incidente grave que tenían desde entonces. Si algo como eso se volvía repetir, podían poner en riesgo todo lo alcanzado con los dragones en el último tiempo.
- Iré a mi casa – dijo Astrid luego de unos instantes – Hablaré con mi padre por lo sucedido y de paso iré a ver como esta mi Nadder – dicho esto salió inmediatamente en dirección hacia su casa.
Hipo, en cambio, se dirigió junto a Chimuelo hacia la herrería.
- ¿Bocón? – llamó Hipo.
-¡Hey, chico! Ya me preguntaba yo cuando volverías – saludo entusiasta el viejo vikingo – Porque vienes a trabajar, ¿no? – dijo alzando su mano faltante que en esos momentos llevaba un maso gigantesco el que usaba para afilar puntas.
- Quiero mantenerme en una sola pieza – contesto Hipo tratando de esquivar la espada con la que el viejo Bocon estaba trabajando – así que, no.
- Entonces vienes por el dragón muerto.
Hipo asintió.
- Bueno chico, no es el primer ataque – dijo Bocón. Era cierto. No el primer ataque que registraban, pero si era el más violento. El más grave. El único incidente en donde un dragón se encontraba muerto. ¿Sería ese un augurio de algo peor?
- Bocón, ¿Qué crees que signifique? – preguntó Hipo
- Chico, yo creo muchas cosas sabes – dijo Bocón rascándose con la espada que tenia en su mano buena, cortándose algunos pocos pelos de la cabeza.
- ¿Que crees que haría mi padre en esta situación? – pregunto Hipo lleno de preocupación. Bocón, dejando la espada sobre una mesa, tomó asiento sobre unas cajas viejas y medito por unos momentos.
- Estoico se preocuparía de que todos estuviesen sanos y salvos en la aldea – contesto.
- ¡Pero hay que investigar que fue lo que sucedió! – exclamó Hipo
- Claro, y ese es tu trabajo, chico – contesto Bocón – asegúrate de capturar a los que causaron todo esto y demuéstrale a todos que ere muy capaz de llevar la aldea e tus manos. Estoy seguro que Estoico se alegrara mucho de saber como resuelves los problemas tu solo – le dijo el viejo vikingo con una gran sonrisa en su rostro.
Hipo también sonrió. Su padre le había confiado la seguridad de Berk. Le creía capaz de resolver cualquier situación que surgiera, lo que le halagaba en gran manera, pero también le ponía algo nervioso. No quería equivocarse. No quería fallarle a su padre.
– ¿Y que tal las cosas con Astrid? – preguntó de repente Bocón en tono casual sacando a Hipo de sus pensamientos. El aludido se sonrojo de inmediato al escuchar aquella pregunta.
- ¿Por… por qué lo preguntas? – preguntó Hipo a su vez tratando de controlar su nerviosismo repentino.
- Nada en especial – dijo Bocón manteniendo ese tono casual – Ya sabes como es su carácter y pasan la mayor parte del día juntos… y solos – agrego eso ultimo con un guiño.
Si Hipo estaba rojo con la primera pregunta, luego de eso último quedó casi fosforescente.
- Cr.. cre… creo que tengo cosas que hacer… - comenzó a decir Hipo con mucha dificultad - fue… bueno verte… Bocón.
Dicho eso último el chico de ojos verdes salió apresuradamente de la forja tropezando bruscamente con los gemelos Thorston.
- Puedes ser un héroe pero lo torpe no se te quita – dijo Brutilda entre risas al ver a Hipo tirado en el suelo sobre su hermano.
- De verdad, lo siento mucho – se disculpó Hipo.
- Tienes suerte de que esta maquina mortal este tan muerta de hambre porque o sino… - dijo Brutacio a modo de amenaza, pero lo único que logro es una ceja alzada de Hipo y una risotada de Brutilda - ¡HEY! ¡No te rías! – exclamó el chico rubio lanzándose sobre su hermana.
- ¡No te pases, baboso! – exclamó Brutilda a su vez defendiéndose del ataque de su hermano. Y así, en solo cuestión de segundos, una pelea comenzó entre los gemelos Thorston.
Hipo solo negó con la cabeza. No tenía tiempo para soportar las niñerías de esos dos por lo que continuó su camino de regreso a su casa, en donde Chimuelo le esperaba. Pero evidentemente Astrid aún no regresaba de hablar con su padre, ya que además de su dragón nadie más se encontraba en la casa.
Astrid se dirigió presurosa a la casa de su padre. Al llegar, el primero que la recibió fue su hermoso Nadder.
- Me extrañabas, ¿no? – inquirió la joven mientras que su dragón la recibía con mucho gusto. – Siento no haber podido venir antes – dijo acariciándole el lomo. El dragón acogió alegre el gesto de su jinete.
- He estado algo ocupada cuidando a Hipo en estos días – se disculpo la joven – pero prometo venir más seguido…
- ¿Vienes por esa bestia y no a ver a tu padre? – preguntó una voz grave desde el interior del hogar.
Con lentitud, Astrid se separo de su dragón y se dio media vuelta para enfrentarse con el hombre que estaba en el pórtico de su casa observándola seriamente.
- Padre – dijo a modo de saludo – También me alegra verte – agrego solemne.
Fergus Hofferson era un hombre alto y fornido. De larga cabellera rubia lisa, trenzada en hilos de cuero. Sus facciones eran finas para ser un vikingo y sus ojos eran azules como los de su hija, pero mucho más inexpresivos. De porte elegante y soberbio. Un vikingo de fiero carácter y nervios de acero. Ese era el padre de Astrid, que se encontraba en esos momentos mirando fijamente a su hija.
En un movimiento le dejo pasada a Astrid para que entrara a la casa.
- ¿Cómo estas, padre? – preguntó Astrid tratando de mantener su mascara de frialdad. Desde la muerte de su madre, Astrid había sido enseñada para no mostrar sus sentimientos. Para mantenerse fría y centrada ante cualquier situación. Porque para Fergus Hofferson los sentimientos hacían al vikingo débil, y un vikingo débil, es un vikingo muerto.
- Astrid – musito Fergus – Supongo que vienes por el dragón muerto – aseveró el hombre con un toque glacial en su voz.
- Así es padre – contestó la chica.
Fergus dirigiéndose a un sillón, tomó asiento e invitó a Astrid para que se sentara frente a él.
- Al viejo Skellt se le volvieron a perder las ovejas y vino a pedirme ayuda para buscarlas. Con la ayuda de Erlok, el pescador, salimos junto a Skellt para buscar sus dichosas ovejas. – comenzó a contar Fergus – cerca del borde oriente del bosque vimos rastros de sangre, pero no era de oveja, minutos más tarde encontramos el cadáver de una de esas bestias – dijo despectivamente indicando al Nadder de Astrid que se asomaba tímidamente por la puerta de la casa – era un Pesadilla Monstruosa y según lo que pude observar, era un espécimen aun joven. Su cabeza estaba cortada y sus alas rotas. Creo que también tenía cortes en la cola, pero no lo recuerdo muy bien.
- ¿Aun sigue ahí? – preguntó Astrid.
- No, lo arrastramos al acantilado y nos deshicimos de el.
- ¡¿Qué!? ¿Cómo que se deshicieron de él? – exclamó Astrid – tal vez aun habían indicios de quien pudo haberlo hecho…
- Además del dragón muerto y un gran charco de sangre, no había mucho más – interrumpió Fergus en tono despectivo – además, de seguro esa bestia tenía bien merecido lo que le sucedió.
- ¿Qué tratas de decir? – pregunto Astrid. Algo en el tono que su padre estaba usando no le daba confianza a la joven vikinga.
- Los dragones no son mascotas y tú lo sabes – dijo firmemente el vikingo – son bestias peligrosas que por décadas han matado y atemorizado a cientos de vikingos. No esperaras que todos atiendan y confíen tan fácilmente en el hijo inútil de Estoico. Ese chiquillo es un…
- Ese "chiquillo" tiene nombre y es Hipo – rebatió Astrid – y son más los dragones muertos por filo vikingo, que vikingos muertos por garras de dragón.
- ¿Y desde cuando esas bestias son más importante que tus pares? – cuestionó.
Fergus estaba molesto. Él se había encargado de la crianza de su hija desde la muerte de su mujer. Se había encargado de enseñarle las artes de batalla, de volverla una vikinga ruda y fuerte. Pero ese… ese… molesto mocoso había llegado para llenarle la cabeza de ideas locas a su hija. Odiaba a ese tal Hipo. Y odiaba a los dragones.
- No son más importantes, pero… - Astrid no hallaba como hacer cambiar de parecer a su padre. Era terco, muy terco. Hacerlo cambiar de opinión era casi imposible. – lo que trato de decir es que los he conocido y no son bestias sin sentimientos. Ellos hasta pueden ser nuestros amigos…
- Si, por supuesto ¿como la bestia azul que tienes allá afuera? – cuestiono indicando nuevamente hacia el Nadder – No creas que seguiré cuidándolo, no es mi responsabilidad. Y si no vuelves pronto encontraras la cabeza de tu preciado Nadder colgando en mi pared – masculló Fergus aun más molesto.
Astrid dio un largo suspiro. Evidentemente ya no había mucho más que decir con su padre. Desde que la guerra había acabado su padre se mostraba más distante de lo que siempre fue con ella. Nunca le tuvo estima a Hipo, y mucho menos luego de lo logrado por este. Astrid lo sabía.
- Supongo que no tengo nada más que hacer aquí entonces – dijo con tristeza la joven vikinga antes de marcharse junto a su dragón.
Gracias por leer!
¿Y bien? ¿q tal? ¿desean saber que sucedera en el proximo cap? ¿quien ataco al dragon? ¿habran mas ataques? ¿q rayos se trae entre manos este hombre, Fergus? Q por cierto, ¿hay fans de Harry Potter que esten leyendo todo esto? sucede q me base mucho en Lucius Malfoy para describir a Fergus Hofferson XD...asi q cuando piensen en Fergus, imaginen a Lucius con pieles en el cuerpo y cuernos en la cabeza (XXXXXXDDDDDDD lo se, muy gracioso)
Bueno, desde ya muchas gracias por sus reviews y estare actualizando entre el 30 y el 31 de enero (si puedo antes, antes lo subo)
Ap! y prometo algo mas de momentos Hipo/Astrid para la proxima entrega, se q falto de eso ahora, pero es q la historia es algo más turbia tambien..jjejejejeje...
ATTE
VEDDARTHA