Accidente Fatal
Capítulo 1: Típica Vida Juvenil
Hoy voy a publicar mi primera historia sobre Tokka, espero les agrade.
Esta trata sobre una joven de dieciséis años cuyo nombre es Toph Bei Fong. Ella es una chica bastante insolente y muy rebelde, dice odiar a todo el mundo y con el paso del tiempo se ha vuelto adicta a las drogas. Pronto va a descubrir en el lío en que se metió por un gran incidente producido luego de una borrachera. (Haha', suena vulgar pero es más interesante) ¡Disfrútenlo!
¿Sabes lo que es ser rebelde? Piensas que esto es fácil? Pues dejame decirte que no lo es.
Tienes que cumplir con millones de requisitos estúpidos y absurdos; Como teñirte mechones del cabello aunque no quieres, ser malhablada todo el tiempo aunque no sea de tu agrado, perforarte, usar incómodos piercings, ropa corta o muy holgada, no mostrar sentimientos, embriagarte hasta la coronilla... Pero no hay otra opción para mí. Esta, es mi vida.
Otro extenso y agotador día de escuela había finalizado, y Toph en verdad irradiaba alegría sínica por ello. Hace cinco minutos que esperaba bajo el calor del hirviente sol que tostaba su pálida piel, recostada en un poste de luz bajo el solo veraniego, Toph se encontraba esperando a Sokka, su mejor amigo de toda la vida.
A diario desafiaban la velocidad del viento que rozaba su piel, acompañados de sus coloridas patinetas aerodinámicas; la de él era Azul con dos rayas verticales blancas, y la de ella era verde limón con tres rayas diagonales color amarillo pálido. En complicidad recorrían las tiendas de la ciudad en busca del paquete de cigarrillo que fumarían esa semana, situación que se complicó debido a la gran masa de gente que transitaba por los sectores peatonales y el reflejo de la luz natural golpeando los rótulos metálicos, evitando que la gente leyera los anuncios de las tiendas.
La tarde se asomaba y el sol irradiaba aún más luz sobre un cielo de tonos anaranjados y rosados, pero ellos, para su suerte, habían encontrado ya un six-pack de una bebida energética llamada "Jugo de Cactus" y varios paquetes de cigarros en oferta, todo eso apenas un par de horas atrás. Con el poco dinero ahorrado que les quedaba los compraron y pagaron los boletos al autobús, pues ya se habían cansado de tanto patinar.
Mientras esperaban en la parada del transporte, reían con sus bromas pesadas y tiraban colillas de cigarrillos cada cuantos minutos al suelo, entre los dos lograron fumarse seis cigarros en apenas quince minutos. Ya imaginaban la peste en sus alientos y el malestar en sus pulmones; pero a ellos ¿Por qué habría de importarles? Eran adolescentes y hacían lo que querían cuando querían.
Esa tarde al llegar a su casa, Toph fue recibida por un par de angustiados padres que la habían buscado por horas, y como era de esperarse, recibiría una larga dosis de sermones y preguntas; la mezcla perfecta para la poción de rabia caprichosa.
-Jovencita, ¿Dónde rayos te encontrabas?-
-Si hija, estuvimos muy preocupados por ti.- su madre continuó las oraciones de su padre.
-A ustedes no les incumbe, mejor váyanse a contar ese dineral que tienen para olvidarse de mi cumpleaños ¡por tercera vez!- Respondió Toph entre gritos y bastante exasperada.
-Hay hijita, tu padre y lo lamenta…-
-¡Claro que no es cierto! Llevan tres años diciendo lo mismo y tratando de sobornarme con regalos para que se los perdone. ¡Pues déjenme decirles que ya estoy harta de eso! ¡ESTOY HARTA DE USTEDES!-
-¡Pues eso, Toph- Su padre comenzaba a alzar la voz mucho más, bastante furioso por cierto – No es pretexto para que entres como si nada casi de noche con un paquete de Jugo de Cactus y un aliento que apesta a cigarros!-
-¿Y a ti que te importa?- respondiendo con sus puños cerrados y apretando su quijada – Tú solo te interesas en tu trabajo, a veces hasta te olvidas de que existimos mamá y yo. ¿Saben qué? ¡Ya no quiero seguir con el mismo tema de siempre. Adiós.-
Y de esa forma, con mucha dignidad según sus ignorantes cuestiones, la joven Bei Fong se largó de la sala corriendo a toda velocidad hasta su habitación. Intentando no llorar de rabia y lista para tomarse medio paquete de bebidas, cerrando la puerta de su cuarto violentamente en las mismas narices de su angustiada madre; quién antes de poder emitir una sola palabra, se vio interrumpida por música metálica puesta a todo volumen en aquella habitación que para ella, era un misterio.
Y es que hacía más de un año que Toph no dejaba que entrara nadie más que su amigo Sokka. Desde que tenía catorce años ese se convirtió en su santuario privado. Uno no muy agradable, por decirlo de forma cortés.
La pared estaba repleta con imágenes de bandas de Rock, Punk, Heavy Metal e incluso de chicos sin camisa de portadas de revistas; sin mencionar los posters gigantescos de animé que nadie sabía de donde los sacaba.
Su cama, era un caos total. La mayor parte de días, con excepción de las mañanas de lavandería, se encontraban montañas de ropa sucia regada por doquier, Tanto así que a veces en medio de la noche, cuando se levantaba por un vaso de agua, tropezaba y caía, amortiguada por esos mismos bultos que habían hecho caer.
Tomó su teléfono fijo de colores verde y negro, lista para dar la señal de día con día. Y sonó ese fastidioso timbre de espera a que alguien contestara del otro lado de la línea, ese que casi nunca demoraba más de diez segundos.
-Oye ronquidos, ¿Ya fuiste por las tareas a la casa del cerebrito?-
-Ya ¡Y deja de llamarme así!-
-Sokka, tú y yo sabemos que te diré como se me peque la regalada gana, ahora deja de joder y pásate por la ventana, ya le quité el seguro.-
-Ok, en seguida.-
Y en resumen, cada tarde era una rutina. Sokka se dirigía a casa del nerd al que obligaban a hacer sus tareas y luego se metía por la ventana de la habitación de Toph a dársela y beber un poco de soda o el típico y renombrado Jugo de Cactus. A veces solo navegaban por internet para ver sus perfiles en cuentas "x", y escasos eran los tiempos en los que solo escuchaban música a todo volumen hasta quedarse dormidos, para que a la madrugada siguiente Sokka se escabullera entre las sombras de los árboles y entrara de puntitas a su casa. Esa era la rara manera de ganar las clases según este par.
¿Enlaces románticos entre ellos acaso? Por supuesto que no, para nada; aunque juntos eran como una bomba atómica con programación lista para explotar. Reiterando, solo muy buenos amigos. Toph conocía a la perfección a Sokka y él a ella de igual manera. El sabía demás la calidad de esencia que llevaba Toph en su revoltosa vida cotidiana.
Se trataba de nada más y nada menos que, la relación con sus padres. Todo empezó desde temprana edad, cuando la chica de apenas doce años era hostigada por su madre con los cínicos temas de los que toda madre charla con su hija a esa edad. Chicos, ropa, popularidad, belleza… todas esas cosas que a Toph no la atraían por el momento. Eso causó diversas discusiones entre ellas, llevando a Toph a volverse adicta a los dulces. Suena infantil, lo sé, pero también es preocupante pensar en los trastornos radicales del nivel de azúcar de la chica.
Luego, a los catorce, el padre de Toph con sus afanadas lecciones de etiqueta y modales para su hija. La fastidiaba todos los días con ello; y ese mismo año, debido a tantos trabajos, él muy estresado hombre comenzó a olvidar los cumpleaños de su hija, y para colmo mayor, a llevar los asuntos de "trabajo" a otro extremo. Habían noches en las que Toph suspiraba irritada de oír las discusiones de sus padres porque traía lápiz labial en su camisa, sus chaquetas olían a mujer y porque le alzaba la voz a su mismísima esposa y compañera.
Eso ponía a Toph con un cambio de humores fatal, y tantos pleitos en su hogar la llevaron a probar más: Ahora pasó de su adicción a los dulces, a los cigarros y las bebidas. Todo lo que conformaba la risueña e inocente personalidad de la chica, desapareció con el paso de los años.
Pero algo bueno habría de emerger con todos estos caos y líos. Por sorpresa del destino, un regalo del cielo quizás, es que durante esa época de jerga tuvo la dicha de conocerlo, a él, a su compañero de toda la adolescencia, Sokka. Gracias a un bar y producto de unas cuantas copas entablaron una anímica charla descubriendo que asistían a la misma escuela, y que de improvisto sus casas se hallaban justo a la par de la otra. Al pasar del tiempo su relación se convirtió en una solida base de confianza, en una forma peculiar y bastante burda.
Y la desgracia no se olvido de Sokka; al contrario, surgió de la nada tocando a su puerta, pues él lo tenía todo: popularidad, sólidos lazos de familia y dinero. era perfecto, hasta que su amada hermana menor entro en un estado de languidez extrema que pronto la arrastraría a la muerte. Sokka, al sentir el vacio tan penetrante en su corazón quedo devastado. Comenzó a faltar a clases y a sumergirse en los vicios oscuros, y el tiempo y un antro le dieron la oportunidad, Toph llego a su vida y desde entonces se volvieron inseparables.
¡Aquí va lo primero de mi fic! es como la introducción. Y no, aun no viene lo mejor... Animo Tokkalovers, ya vamos a llegar. Y para los que apoyan a Sukka, pues los animo a que sigan leyendo, tal vez si les guste el fic. Por ejemplo, a mi no me agradaba la idea hasta hace poco! Nos leemos... :D
Pdt: ¿Algun review? ¿Alguien? (un eco al fonfo diciendo Alguien* alguien* alguiiieeen**) *w*