Los personajes pertenecen a Meyer. Yo juego con ellos

Disfruten.


Primer encuentro.

―Hasta el título del capítulo es igual al de Crepúsculo― apuntó Carlisle, suspirando lentamente Tiene que ser Edward. El encuentro entre él y Bella fue demasiado potente. Además, hay demasiadas cosas que quedaron en el hilo. El punto de vista de Edward aclararía todas las incógnitas que surgieron. Me pregunto cómo…

Bloqueé sus pensamientos. No quería enterarme de ninguna cosa más, aunque mi padre tuviese toda la razón en su planteamiento dado a que pensaba prácticamente igual que él, a pesar que estaba aterrado que fuese yo. Suspiré largamente. Mis pensamientos eran, a cada minuto, más y más confusos y complejos que antes.

―Tiene que ser el punto de vista de Edward― aseguró Emmett totalmente convencido de que era yo el narrador.

Toda mi familia asintió, de acuerdo con las palabras de mi hermano. Vi, entonces, en dirección de los lobos y Charlie. Ellos entrecerraban los ojos resignados. No quise leer sus mentes.

―Hay que leer para comprobar si es así o no― dijo Carlisle―. Seth, comienza por favor.

El chico asintió mientras todos se volvían en mí dirección. Entrecerré los ojos y me froté la sien. Esto sería muy difícil de leer si era yo el que narraba.

Éste era el momento del día en el que más deseaba ser capaz de dormir. El instituto. ¿O sería más apropiado emplear el término «purgatorio»?

Gemí y entrecerré los ojos sin proponérmelo. Purgatorio era definitivamente la palabra que le encajaba a la perfección a aquel instituto. Cada día me convencía más de eso, por lo tanto, ese término era uno que yo emplearía, no había duda de eso… ¿Por qué?, ¿Por qué tenía que ser yo el que narrase este manuscrito?, ¿Por qué mis pensamientos precisamente?, ¿Por qué no otro?, ¿Por qué yo?

No quería que nadie leyese lo que pensaba, pero a la vez era justo que los demás, es decir, mi familia, al fin pudiese acceder a lo que me rondaba en la cabeza. Después de todo, sus pensamientos privados quedaban sin…privacidad cuando esta cerca de ellos. Volví a gemir, al tiempo que una idea terrorífica llegaba a mí, ¿qué dirían los lobos y Charlie cuando se enterasen de mi don y los dones de mis hermanos? …¡Edward, suficiente! Me reté. Más tarde – o más temprano – lo sabría.

Suspiré al tiempo que volvía a abrir los ojos. Lo que vi me dejo algo incómodo, ya que todos me miraban expectantes para que les dijese porqué razón reaccionaba así.

―Definitivamente soy yo―dije, suspirando lentamente―. Sin dudarlo, les digo que esa es la forma que veo a ese instituto, como un purgatorio.

Mi familia me miró anonadada y con sus mandíbulas caídas de la sorpresa que les produjo aquella información. No quise leer sus mentes, no quería enterarme de lo que pensaban sobre eso.

En cuanto a los lobos y Charlie, se quedaron atónitos, con una gran curiosidad incrustada en sus rostros. Tampoco quise mirar sus pensamientos.

Me froté la sien sintiéndome irritado ― Seth, sigue leyendo― le pedí al pequeño lobo.

Él asintió antes de seguir.

Si existía algún modo de purgar mis pecados, esto tenía que contar de alguna manera.

―¡Edward! ― chilló mi familia, decepcionada de que pensase así.

Me encogí de hombros, ignorando la expresión de decepción y de incredulidad que se habían posado en los rostros de mis familiares, los lobos y Charlie. Luego, le pedí a Seth que continuase leyendo.

El tedio era a lo que menos me había conseguido acostumbrar y, aunque parezca imposible, cada día me resultaba más monótono que el anterior.

―Tienes toda la razón, Edward― reconoció Jasper―. Cada día es más tedioso y monótono que el anterior.

Emmett, Rosalie y Alice asintieron con la cabeza, mientras hacían una mueca de desagrado.

―No sabía que se sentían así, niños―dijo Esme apenada.

―No te aflijas, que no es nada tan grave― le aseguré, sonriendo ampliamente.

Mi madre se permitió sonreír al tiempo que abrazaba bien fuerte a Carlisle.

Ninguno de los lobos o Charlie quiso decir algo, pero en sus mentes leí claramente un pensamiento, el cual casi me hace reír: ¿qué quiere decir con monótono?

Logré mantener mi compostura antes de que Seth siguiese leyendo.

Supongo que ésta era mi manera de dormir, si el sueño se define como un estado inerte entre periodos activos.

Los lobos y Charlie me miraron con curiosidad, preguntándose qué querría decir aquella afirmación; pero me quedé callado, ignorándolos lo más que pude. No podía decir, de momento, que no dormíamos para nada. Sería inaudito para ellos enterarse tan pronto de esa condición debido a que pensarían que le estábamos gastando una broma o simplemente podrían quedar en un horrible y terrible estado de transe.

Suspiré intranquilo, este libro o manuscrito sería un infierno tanto para mí como para mis padres y hermanos. Nuestros invitados se enterarían de varias cosas que hubiese preferido que nadie se enterase porque era algo privado y secreto.

Mientras pensaba eso, miré de reojo a mi familia. Ellos me miraban exasperados y esto recién comenzaba. No quería ni pensar en lo que dirían con mis pensamientos pesimistas. Suspiré al tiempo que Seth volvía a leer.

Me quedé mirando fijamente las grietas del enlucido de la esquina más lejana de la cafetería, imaginando dibujos en ellas.

―Yo igual me imagino dibujos o formas en las paredes de la cafetería― confesó Emmett, bromeando―. El instituto se vuelve tan aburrido con los años.

Alice, Rosalie, Jasper y yo, asentimos con la cabeza. Ese instituto era aburrido. En realidad, todos lo eran.

Mis padres nos miraron anonadados y comprendieron al instante nuestro suplicio cuando le decíamos que ya no queríamos ir a aquel colegio.

Era una manera de sofocar las voces que parloteaban dentro de mi mente como el gorgoteo de un río.

Un silencio incómodo se apoderó de la sala. Los Quilautes y Charlie no me quitan la vista de encima, no parpadeaban ni hacían ningún gesto de sorpresa o incredulidad. Y para peor; respiraban irregularmente, como si tratasen de llegar a una respuesta que estaban seguros, sería terrorífica para ellos.

Mis padres y hermanos los miraban, esperando a que se pronunciaran con respecto a mi don y poder, así, tomar las medidas necesarias para resguardar mi seguridad si los lobos decían irse o huir o atacarme… ¡Cómo si me preocupase aquello en esos momentos!...de lo único que estaba preocupado era de la reacción de Charlie Swan. Era él el humano, no los otros. De él necesitaba una palabra, de nadie más.

Suspiré intranquilo, mientras los segundos pasaban con tal lentitud que podrían haber sido horas las que el pequeño salón de mi casa estuvo sumido en un silencio tenso.

—¡Tú! — me apuntó Charlie con uno de sus dedos en evidente estado de nerviosismo, rompiendo el silencio que se había formado luego de haber leído aquellas líneas—, ¿qué signi…? — Tartamudeó, parándose del sofá—, ¿qué es?

—Charlie, te pido que te tranquilices y me escuches por favor— rogué, invitándolo a que se volviese a sentar.

—¿Qué es eso de sofocar las voces de tu mente? — me preguntó, haciendo caso omiso a mi sugerencia.

Charlie se encontraba de pie, absolutamente blanco. Su piel había perdido el rosado característico de los humanos y me miraba atónito. No lo culpaba, cualquiera hubiese reaccionado de forma histérica.

—Es difícil de…

—Nada de difícil— me interrumpió aún nervioso. Su corazón latía con rapidez, mantenía sus manos entrelazadas y su cuerpo tiritaba. Los lobos contenían la respiración o entrecerraban los ojos.

—Es difícil de explicar o creer lo que diré Charlie y te pido que me prestes mucha atención— dije, mirando al jefe de policía, que era quién me interesaba. El asintió con lentitud y se sentó de nuevo en el sofá, respirando intranquilo. Le hice un gesto a Jasper para que lo calmase—. Pues verás, el que haya dicho eso significa que puedo leerle el pensamiento a cada persona que esté cerca de mí. Entre más conocida la voz mental de la persona, me será mucho más fácil identificarla y leerla— finalicé, sintetizando el asunto bastante bien.

Silencio. Respiraciones agitadas. Corazones latiendo a prisa. Expresiones de terror. Eso era lo único que se sentía y veía en la pequeña sala de mi casa. Ninguno de nuestros invitados parecía encontrar su voz para decir algo con respecto a lo que habían escuchado. Jasper, notando esas reacciones, comenzó a enviar oleadas de calma. Funciono, poco a poco se fueron relajando.

—Imposible— susurró Billy, rompiendo, entonces, el silencio No puede ser. Nunca había escuchado que un chupasangre leyese los pensamientos de una persona. Es irreal, no es posible. Los vampiros no tienen dones, son asesinos sanguinarios, nada más.

Me reí sin ganas en mi mente. Billy no tenía ni idea de lo que hablaba.

—El que nunca hayas escuchado que un chupasangre leyese los pensamientos, Billy— dirigí mí vista al anciano quileute, que me miró con los ojos desorbitados—. Es única y exclusivamente porque hasta en el mundo de los vampiros mi don es poco frecuente. Muy pocos vampiros renacen con "habilidades especiales" — concluí, omitiendo gran parte de la razón por la cual algunos teníamos ciertos poderes y otros no.

—Billy, ¿qué? — le preguntó Harry perplejo, mirando primero a su compañero y luego a mí. Y no era el único que alternaba su mirada entre mí y él, los demás miembros de la tribu imitaban su gesto.

Sin embargo, Billy ignoró a sus compañeros y me miró directamente, con una expresión seria y extraña. Luego de unos momentos, en los cuales las miradas curiosas y perplejas de parte de la tribu no se le quitaban del rostro, él suspiró resignado.

—Estaba en la negación, pero me acabas de demostrar que sí es cierto— Billy ladeó su mirada de mí y se dirigió a su tribu—. Edward, este vampiro, acaba de responderme a lo que pasaba por mi mente en cuanto pronuncie aquel imposible unos segundos atrás.

—Eso quiere decir que— dijo nerviosamente Charlie, tocándose el pecho con la mano—, en este momento nos lees a todos nosotros.

—Leo cada cosa que se les pasa por la cabeza— corroboré, mirando a Sam—. El chupasangre no puede leer mi mente, es inaudito. Él es un simple asesino, vulgar y mentiroso. No merecen vivir, si es que a eso se le llama vivir— recité palabra por palabra lo que ese joven lobo pensaba en esos momentos de mi inusual don. Sam me miraba con los ojos abiertos de la conmoción por ser descubierto de esa forma.

Los lobos posaron su mirada en Sam y luego en mí aterrorizados. Y no era para menos, su pensamiento era tan poco amigable que tuve que sujetarme fuertemente del sofá, en el cual estaba sentando, para no ir a por él y cortarle el cuello por lo que había pensado.

—Eso fue desubicado de tu parte, Sam— dijo, entonces, Charlie, ignorando por completo que mis hermanos se aferraban fuertemente los unos a los otros para no abalanzarse encima del lobo por haber pensado aquellas palabras

—No lo intenten— siseó Esme enojada, dejando anonadados y extrañados a nuestros invitados.

—Esme— gruñó Rosalie, abrazada de Emmett, quien la sujetaba por la cintura —. Te has dado cuenta de lo que ha dicho ese perro pulgoso de nuestra naturaleza. Él no tiene la mayor idea de lo que habla. Solo se basa en el odio y rencor que existe entre nuestras dos razas para decir esas cosas sobre nosotros. Ese perro no nos conoce de nada.

—Rosalie— graznó Carlisle—. Cuida tu vocabulario.

Rose gruñó por lo bajo y se cruzó de brazos No me digas nada, Edward. Y ni intentes leerme la mente. Aléjate de mí, déjame en paz.

Le hice caso, Rosalie estaba enojadísima y la comprendía. Todos nos sentíamos de igual forma, solo que nosotros lográbamos contenernos. Rose era la única que no lo hacía.

—¿Qué sucedió? — preguntó Charlie, mirándonos espantando.

—Pasa, Charlie, que nos enojamos bastante por aquel pensamiento. Sam no nos conoce y le falta mucho para comprender nuestra naturaleza y filosofía de vida— respondí educadamente, frotándome la sien. Sam, en tanto, se tornaba tan blanco como nuestra piel.

—Edward es el encargado de proteger a la familia si alguien llegase a conocer nuestra naturaleza o, simplemente, prevenirnos de los malos pensamientos de las personas sobre nosotros para que podamos tomar medidas antes de que algo malo pase—continuó diciendo Carlisle entrecerrando los ojos—. Gracias a su don hemos salido airosos de varios líos.

Tanto Charlie como los lobos nos miraban perplejos. Era mucho para ellos, de eso no había duda.

—Puedo prometer— dijo Billy—, que nos controlaremos en nuestros pensamientos sobre ustedes. Andaremos con cuidado— los demás miembros de la tribu asintieron con la cabeza.

—Controlar sus pensamientos será inútil— rebatió Emmett—. Nosotros lo hemos intentado muchas veces y se vuelve casi imposible. Lo que deberían hacer es intentar bloquearlo y asunto acabado.

—Podría funcionar— meditó Carlisle—. Pero tomará tiempo que aprendan hacerlo.

—Haremos lo que sea para aprender a bloquear a Edward— estuvo de acuerdo Charlie.

Me reí sin ganas y provoqué que todos me mirasen extrañados.

—Tú eres el único en esta sala al cual se me hace difícil de leer— expliqué, dejando a mi familia anonadada.

—¿Qué dices, hijo? — me interrogó Carlisle, mirándome fijamente ¿Estás bromeando, cierto?

Sabes que siempre lees a todos. No digas bobadas, Edward Pensó Jasper, respirando intranquilo.

No es posible Se negó a creer Esme.

Son tonterías Rosalie rodaba los ojos.

¿Estás seguro Edward? Alice me miraba sorprendida.

Ojalá que me enseñe a cómo hacerlo Pensó infantilmente Emmett.

—Estoy completamente seguro, Carlisle— reconocí, suspirando innecesariamente. Los lobos miraban asombrados al jefe de policía. En cuanto al aludido se encontraba quieto como una momia—. Pero es algo extraño. Hay veces que no le leo nada, como ocurre en estos momentos, pero hay otras donde sus pensamientos me golpean fuertemente, no los veo venir, o simplemente, los leo como a los demás, ¿qué piensas, padre?

—Es un fenómeno inusual— dijo lentamente—. No había escuchado casos donde se leyese a una persona tan imparcialmente, siendo vampiro o siendo un humano— Ni siquiera a Aro le ha pasado, ¿por qué será? Agregó mentalmente.

Ninguno pareció poder encontrar una respuesta y Charlie aún parecía conmocionado.

—Será mejor que sigamos leyendo. Ya luego encontraremos una respuesta sobre esto— sugerí al percatarme que otra vez el salón se convertía en un silencio intenso.

Todos asintieron, incluyendo al jefe de policía. Lo mejor en estos momentos era cambiar en algo el tema.

Ignoré el centenar de voces por puro aburrimiento. Cuando a alguien se le ocurre algo, seguro que ya lo he oído con anterioridad más de una vez.

Los lobos y Charlie se veían curiosos y atemorizados aún. Rodeé mis ojos.

Hoy, todos los pensamientos se concentraban en el trivial acontecimiento de una nueva incorporación al pequeño grupo de alumnos.

Esto pareció interesarle mucho a Charlie al punto que se le quitó la conmoción. Y no era para menos, se enteraría lo que realmente pasaba por la cabeza de Michael o de Jessica. De seguro no sería nada bueno para él, conociendo a esos dos, estaba seguro que no serían muy amables con Isabella. Reprimí las ganas de reírme por la suerte de aquellos idiotas.

No se necesitaba mucho para provocar su entusiasmo. Había visto pasar repetido el nuevo rostro de un pensamiento a otro, desde todos los ángulos posibles. Sólo era otra chica humana.

Una misteriosa chica humana me corregí mentalmente.

La excitación que había causado su aparición resultaba predecible hasta el aburrimiento, era como mostrar un objeto brillante a un niño.

Charlie frunció el ceño. No le estaba gustando para nada la línea que parecía estar siguiendo mis pensamientos. Suspiré.

La mitad del rebaño de ovejunos varones se imaginaba ya enamorándose de ella, sólo porque era algo nuevo que mirar.

— ¿Qué? — se exaltó Charlie, parándose nuevamente—. Esos niños pretenden qué con mi hija— gruñó.

Y no solamente él estaba enojado con lo que mis pensamientos del libro decían, sino también los lobos y mi familia. En cuanto a mí, algo se removió. Fue algo que no supe qué era, pero me invitaba a romper el cuello del primero que se atreviese a mirarla con algo nuevo que no tuviese sentimientos. Claramente, ella podía hacer lo que fuera y enamorarse de quién quisiese, pero eso no quitaba que me molestasen esos niños desubicados. Los humanos podían ser tan infantiles cuando pretendían que solo me provocaba risa y rabia. Me froté la sien, no sacaba nada con ponerme furioso por algo que aún no pasaba.

Pero mientras yo estaba pensando, Seth había vuelto a leer.

Puse más empeño en no prestar atención.

—Excelente— asintió Charlie, suspirando aliviado.

Sólo hay cuatro voces que bloqueo por una cuestión de cortesía: las de mi familia, mis dos hermanos y mis dos hermanas,

—Es en serio, Edward— se burló Rosalie.

—Aunque no lo creas, Rose, le concedo toda la privacidad que puedo, aunque ustedes nunca se dan cuenta—reconocí, entrecerrando los ojos brevemente.

—Y ese "puedo" es igual a enterarte de ciertas cosas, ¿no? — preguntó Alice, rodando sus ojos.

Me limité a sonreír por lo bajo. Ella tenía razón. Me enteraba de ciertas cosas, pero no tantas. Y aún cuando volviese a decir que no eran tantas, estaba seguro que mis hermanos no me creerían. En efecto, Emmett y Jasper bufaban. Y Rosalie y Alice rodaban sus ojos. Sin embargo, no me importaba eso en estos momentos. Tenía otras cosas en mi cabeza, así que le hice un gesto a Seth para que continuase leyendo.

quienes están tan acostumbrados a la ausencia de intimidad en mi presencia que rara vez se dan cuenta. A pesar de ello, les concedo toda la privacidad posible. Procuro no escucharlos si puedo evitarlo.

—Pero lo haces igual— rodó sus ojos Emmett—. Lo cual es irritante.

Volví a entrecerrar los ojos.

Lo intento con todas mis fuerzas, claro, pero aún así... me entero de cosas.

—Lo que dije— sonrió Alice.

No quise decir nada, porque ya habíamos establecido que era así.

Rosalie pensaba en ella misma, como de costumbre. Había captado su reflejo en las gafas de sol de alguien y se regodeaba en su propia perfección. La mente de Rosalie era un charco poco profundo de escasas sorpresas.

Rosalie frunció el ceño y entrecerró los ojos con fuerza.

—En realidad Edward, ¿Un charco poco profundo de escasas sorpresas? — dijo, mirándome directo a los ojos. Eres tan idiota

— ¿Qué quieres que piense? — le pregunté de vuelta, cruzándome de brazos y gruñendo por su pensamiento—. Tu mente siempre está rodeada de ti y tu perfección. Estás tan centrada en ti misma que no me da ninguna sorpresa. Si al menos dejarás de pensar en ti, habría una diferencia, ¿no lo crees?

—¿Qué tiene de malo pensar en uno mismo?, ¿es que acaso no tengo derecho a pensar de mí de aquella forma? Soy hermosa y perfecta. No me lo puedes negar— contraatacó Rosalie, frunciendo el ceño ¿cierto?

—Negar no— reconocí, sacudiendo mi cabeza—. No obstante, deberías dejar de pensar así porque al hacerlo solo logras verte como una mujer superficial y con un ego tan elevado que inspira sensación de rechazo y baja autoestima en las demás féminas.

Rose se quedó callada momentáneamente, reflexionando sobre las palabras que le había dicho. Y como quise darle privacidad a esos pensamientos, no leí lo que estaba pasando por su mente. Esa meditación sería para ella misma.

Y como Rosalie no volvió a abrir su boca y mi familia e invitados habían escuchado el intercambio en un silencio profundo, le dije a Seth que siguiese leyendo.

Emmett estaba que echaba chispas después de haber perdido un combate de lucha libre con Jasper la noche anterior.

—¡No! — se quejó Emmett, cruzándose de brazos—, ¿Por qué tuviste que ganarme Jasper?, ¿Por qué no me dejaste ganar?

—¡Oh, vamos! — se rió Jasper—. No es para tanto.

—Es para tanto porque yo soy el más fuerte de la familia. Es injusto que me ganes y lo sabes— concluyó Emmett, entrecerrando los ojos.

Todos nos reímos de la actitud infantil de Emmett, antes de que Seth volviese a leer.

Necesitaría de toda su escasa paciencia para llegar al final de las clases y organizar la revancha.

—Ya estoy ideándola— aseguró Emmett, sonriendo por lo bajo.

Y era verdad, por su mente pasaban miles de planes y estrategias para derrotar a Jasper. Me reí por lo bajo mientras mi familia y los invitados negaban con la cabeza.

Nunca he sentido que me entrometía en sus pensamientos porque nunca ha pensado nada que no pudiera decir en voz alta o poner en práctica. Sólo me siento culpable al leer la mente de los demás cuando me consta que les gustaría que ignorase ciertas cosas.

—Eso es cierto— concordó mi familia, esbozando media sonrisa.

Rodeé los ojos sin saber porqué.

Pero si la mente de Rosalie es un charco poco profundo, la de Emmett es un lago sin sombras, tan transparente como el cristal.

—Lo cual te molesta— se rió Emmett, chocando las manos con Jasper.

Negué con la cabeza y le pedí a Seth que continuase leyendo.

Y Jasper estaba... sufriendo.

Jasper se movió incómodo, mientras sentía las miradas sobre él. Alice, a su lado, le beso el cuello y se abrazo a él.

—¿Por qué estás sufriendo? — quiso saber Jacob, mirándolo fijamente Es absurdo.

Tuve la intención de rodar los ojos, pero me contuve. El joven lobo no tenía idea de lo que le pasaba a Jasper en el libro porque no nos conocía para nada.

—Jasper es el menos controlado de la familia— dijo Carlisle, escogiendo cuidadosamente las palabras—. Para él es un desafió enorme ir a un instituto y sentir la sangre fresca y dulce de los humanos fluirle por las venas.

—Espera, espera— le cortó Charlie, pasándose la mano por el rostro—, ¿quieres decir que Jasper puede atacar a los humanos en plano instituto porque es el menos controlado de su familia?

—No Charlie— se apresuró a decir Carlisle, suspirando innecesariamente. Los lobos, en tanto, miraban con repulsión a mi hermano, quién mantenía la cabeza agachada—. No estoy diciendo eso, en lo absoluto.

—Pero entonces, ¿por qué dices que Jasper es el menos controlado? — le preguntó Billy, fijando su mirada en el rostro de mi padre. ¿Acaso atacan a humanos?, ¿Es eso?

Miré a Billy y el supo que lo había escuchado. Negué con la cabeza, respondiendo de esa forma su pregunta. Él apenas asintió brevemente al tiempo que alguien hablaba.

—Lo que quiere decir mi padre— susurró Jasper, levantando la cabeza y clavando su mirada en Charlie y Billy—. Es que para mí es un gran sacrificio estar cerca de los humanos. Soy el menos controlado de la familia y, por ende, he estado trabajando mi autocontrol, lo cual no ha sido fácil. Se me dificulta si le agrego que no he casado en unas cuantas semanas.

—Pero para eso nos tiene a nosotros, quiénes no hemos permitido que ataque a los humanos— apuntó Emmett, cruzado de brazos—. En la familia nos protegemos mutuamente.

Mis padres y hermanos asintieron con la cabeza. Así es.

Interesante Pensó Billy, suspirando. Le sonreí y él frunció el ceño. Rodeé mis ojos algo enfadado, pero le tenía que dar algo de razón al lobo para ponerse así dado a que él no estaba acostumbrado a que le escucharan el pensamiento. Suspiré justo cuando otra opinión salía a la luz.

—Es decir— sacudió su cabeza Charlie—, que no atacan a humanos nunca.

—Por más que sintamos el aroma dulce de un humano, nos controlamos. Trabajamos constantemente para lograrlo. Supone un gran esfuerzo para todos porque la sangre humana es tentadora, aún así hacemos todo lo que está en nuestras manos para no herir a nadie — le contestó Carlisle, mirando con orgullo a Jasper y a mí, aunque no me sentí identificado—. Esta es parte de nuestra filosofía de vida.

Billy, Harry y Sam nos miraron sorprendidos Si estos vampiros no deben sangre humana, ¿de qué viven?, ¿qué comen?, ¿de qué se alimentan?

Casi me reí, pero me controlé. Ellos recién venían comprendiendo nuestro estilo de vida, era comprensible que estuviesen asombrados con nuestra filosofía de vida.

—Pero me salta una pequeña duda— dijo Charlie, mirando a Jasper. Todos le prestamos atención—. En este momento, ¿te dificulta estar cerca de mí, que soy humano?

—La verdad es que se me está dificultando un poco estar cerca de ti, Charlie— reconoció Jasper, entrecerrando los ojos—. He estado controlándome lo más que puedo, pero estoy seguro que no te haré nada— se apresuró a decir, viendo a Charlie contener la respiración.

Carlisle, Esme, Emmett, Rosalie y yo le sonreímos ampliamente, mientras que Alice se abrazaba fuertemente a su esposo.

—Eso espero— tragó saliva Charlie un poco nervioso.

Le hice un gesto a Seth para que continuase leyendo, ya que Charlie Swan estaba un poco asustado como para seguir con una conversación como la de cazar humanos. Además, comprenderían de mejor manera estas cosas cuando se leyese a fondo el manuscrito.

Reprimí un suspiro.

Lo mismo hice.

Edward. Alice me llamó por mi nombre,

Emmett hizo una mueca. A él no le gustaba para nada las conversaciones mentales que manteníamos entre ella y yo. Y a mí no me estaba gustando la idea que los demás leyesen qué tipo de pláticas teníamos. Imité a mi hermano, hice una mueca de desagrado como él.

pero sólo sonó en mi cabeza y le dediqué de inmediato toda la atención. Era lo mismo que si la hubiera oído hablarme en voz alta.

Jacob me miró perplejo ¿En voz alta?, ¿cómo es eso? Sin embargo, no dijo nada. Le agradecí con la mirada que no lo hiciera, ya que no quería detenerme a comentar nada más a cerca de mi don porque estaba seguro que mi punto de vista lo haría. Suspiré irritado antes de volver mi atención al libro.

Me alegraba que en los últimos tiempos hubiese pasado de moda el nombre que me habían puesto. Menos mal, ya que hubiera resultado un fastidio volver la cabeza automáticamente cada vez que alguien pensara en algún Edward…

—Imaginen a Eddie volteando la cabeza cada dos por tres porque hay otras personas con su nombre. Parecería un loco maniático y estaría más irritado de lo que ya esta— sonrió con malicia Emmett. ¡Pobre de ti! Sólo imagínate que ladeas la cabeza cada dos por tres, Sería absolutamente genial

—¡Emmett!— grité enojado.

—Hombre, ya cálmate— se encogió de hombros, aún riendo. Rodeé mis ojos—. Solo era un chiste y una buena imagen mental.

Los demás rieron por lo bajo mientras bufaba enojado. Seth se apiado de mí y volvió a leer.

En ese momento no me volví. A Alice y a mí se nos daban muy bien esas conversaciones privadas, y era raro que nos pillaran durante las mismas.

Emmett, Rosalie y Jasper hicieron una mueca de desagrado. Esme y Carlisle los imitaron, pero negando con la cabeza.

Alice, en tanto, me miraba perpleja. No será nada divertido que lean nuestras conversaciones, por más que estas ocurrirán en un mes más. Ya sabes el motivo.

Apenas si moví la cabeza de arriba abajo, diciéndole de ese modo que a mí tampoco me agradaba que se leyesen esas conversaciones, aunque aún no hayan ocurrido. Me froté la sien, este manuscrito estaba convirtiéndose en un infierno para mí.

Interesante. Estos chupasangres son curiosos. Me preguntó qué tipo de conversaciones tienen Pensó Billy, adoptando una actitud de extrañeza.

Suspiré, algo me decía que por estos libros nuestras relaciones mejorarían. Y estaba completamente seguro que Carlisle estaría contento, ya que fue lo que siempre quiso y nunca se pudo dar.

Mantuve la mirada fija en las líneas que se formaban en el enlucido.

¿Cómo lo lleva?, me preguntó.

Jasper se quejó, acaparando la atención de todos.

—No me digan que es lo que creo que es— interrogó Jasper, frotándose la sien.

—Lo siento, Jassie— murmuró Alice, abrazándolo fuertemente—. Sabes la razón por la que lo hago, cierto.

Jasper asintió mientras que la manada y Charlie miraban perplejos la reacción.

—Lo sabrán en breve— les dije, apuntando el libro e incitando a Seth a leer. Él lo hizo sin demoras.

Torcí el gesto, pero sólo pareció que había cambiado ligeramente la posición de la boca, nada que pudiera alertar a los otros.

Emmett gruñó por lo bajo. Rodeé mis ojos antes su actitud.

Era fácil que pensaran que lo hacía por aburrimiento.

—Es cierto— corroboró Rosalie, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

El tono de la mente de Alice ahora parecía alarmado y leí que vigilaba a Jasper con su visión periférica.

— ¿Visión periférica? — preguntó Sam, mirando a Alice extrañado.

—¿Qué es eso? — interrogó Jacob perplejo.

Alice se removió incómoda, mientras que nuestros invitados aguardaban su respuesta entre expectantes y curiosos. Mi familia, en tanto, miraba a Alice intensamente. Yo, por otro lado, gruñí por lo bajo. Esta lectura estaba resultando ser horrible desde cualquier ángulo. Odiaba y bendecía a la vez a quién envió los libros.

—Al igual que Edward— Alice me apuntó con su dedo—, poseo un don poco frecuente.

— ¿cuál? — quiso saber Seth, dejando el libro de lado con evidente curiosidad, la cual podía ver en cada rostro de nuestros invitados.

—Premoniciones o, en su defecto, veo el futuro de las personas— contestó Alice, sobándose la sien.

Charlie, Billy, Sam y Harry abrieron sus ojos sorprendidos. Emily, Leah, Sue y Seth miraron boquiabiertos a Alice. En cuanto a Jacob, Embry y Quil se miraban mutuamente, perplejos.

Ninguno de ellos parecía encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que pensaban acerca del don de mi hermana, por lo que, de repente, la pequeña sala estuvo sumida en un profundo silencio. Cada uno de nuestros invitados se encontraba absorto en sus pensamientos, los cuales no quise leer para dejarle alguna privacidad, aunque estaba tentando a hacerlo.

Los segundos, entonces, pasaron lentamente y nadie quería romper el silencio que se había formado. Entonces;

—¿El futuro de las personas? — tartamudeó Charlie, poniendo una mano sobre su pecho—, ¿de todas?

—Leo el futuro siempre y cuando esté aferrado a la persona. En este caso, el de mi familia siempre está siendo "vigilado" — Alice, con sus dedos, hizo el gesto de entre comillas, dejando a los lobos y Charlie perplejos. Ellos no debían saber, de momento, lo que significaba aquello—. Sus decisiones y acciones podrían, de ser erradas, traernos problemas y lo que menos necesitamos es tener líos— contestó Alice, sonriendo a medias —. Es un gran trabajo vigilar a la familia, muchas veces se trasforma en algo irritante porque aunque no lo crean la visión llega cuando uno menos se le espera, sin avisar, es espontánea. También puede que sean muchas a la vez o ser difusas, poco comprensibles. Pero, por lo menos, no dejo que algo malo nos suceda por no estar atenta— finalizó, entrecerrando los ojos.

—De esa forma, salvaguardamos nuestra privacidad. El monitoreo constante de Alice, viendo el futuro, y el monitoreo de Edward, con su don de leer mentes, nos ha servido bastante— siguió Carlisle cuando vio que ninguno de nuestros invitados podía articular palabra alguna.

La manada, como otras veces, se nos quedó mirando con asombro. De a poco comenzaban a ver que no éramos como ellos pensaban. De seguro a Carlisle se sentiría emocionado si le dijese lo que pasaba por sus mentes en este preciso momento, pero me contuve. No era el momento adecuado. No aún.

—Tengo una duda— dijo Seth, saliendo de su asombro y mirando a Alice fijamente. Escaneé su mente inmediatamente, curioso por esa duda ¿nos habría visto venir a todos? Casi me reí, sin embargo, me contuve y continué escuchando—, ¿viste que llegaría este libro y a nosotros?

La manada y Charlie fijaron sus miradas en mi hermana, expectantes por saber. Alice, abrazada a Jasper, suspiró larga y pesadamente.

—Sí, vi llegar al libro y nos vi a nosotros— apuntó a mi familia—, leyendo un libro. Había otras personas que no pude identificar, era borrosa— confesó, mirando a los lobos y sobándose la sien como si le molestase ese hecho.

— ¿Borrosa? — preguntó Carlisle, mirando incrédulo a Alice. ¿Es eso posible?

Asentí con la cabeza, de modo que solo mi padre entendiese aquel movimiento. Él, en respuesta, abrió sus ojos más de lo normal. Comprendía a Carlisle, ya que ni él ni Esme ni ninguno de mis hermanos tenía idea cómo funcionaban las visiones de Alice.

Suspiré, sintiendo irritación nuevamente porque nuestros secretos estaban saliendo a la luz por este libro.

—Cuando la visión me llegó, nos vi a nosotros y unas personas, que no lograba distinguir, leyendo un libro, cosa que es extraña para mí. Y desde entonces he estado cegada. Me duele la cabeza cuando me quiere llegar una visión, pero no viene. Es como si alguien, a propósito, estuviese interfiriendo entre ellas y yo para que no vea lo que sucederá en un futuro cercano a consecuencia de la lectura de estos libros— respondió Alice, sobándose la sien otra vez. Mi familia la miraba perplejo. Nuestros invitados tenían los ojos desorbitados. Yo, en cambio, entrecerraba los ojos Y lo digo especialmente por ti, Edward. Sabes que esto tendrá un gran efecto sobre ti. No sé qué sea, pero es algo que en estos momentos estoy imposibilitaba de ver y que tiene relación con la llegada de Bella. Alice me miraba fijamente, ladeando la cabeza de lado a lado—. Todos sabemos que esto nos cambiará la vida, sin embargo, no puedo ver qué rumbo tomará y cómo se darán las cosas— concluyó, mirando a cada uno de los que estábamos en aquel salón.

Todos nos enfrascamos en nuestros pensamientos con cierto grado de temor, pero gracias al don de Jasper, de a poco, se fue relajando la tensión existente por no saber qué pasará al final de esto.

Por mi parte, seguía tan inquieto como antes. No podía dejar de pensar en el pensamiento de Alice…Tendrá un gran efecto sobre ti...No quería ni saber ni imaginar las razones que había detrás de aquellas palabras ni de las acciones que haría el Edward del libro, es decir, yo.

Suspiré y miré a mi alrededor: Jasper le susurraba al oído a Alice, quién seguía frotándose la sien. Emmett agarraba de la cintura a Rosalie con una expresión seria, pocas veces vista en él. Esme y Carlisle veían preocupados a mi hermana. En cuanto a Charlie, Billy y el resto se miraban mutuamente perplejos.

—No sacamos nada con sacar decisiones apresuradas, ni siquiera podemos aventurar los hechos que ocurrirán. Si Alice no puede ver nada, tendremos que conformarnos y seguir leyendo estos libros. Queda bastante por leer aún— señalé a los restantes libros.

Los demás miraron en dirección a ellos y suspiraron. Seth supo que debía seguir leyendo.

¿Hay algún peligro? Ladeé la cabeza hacia la izquierda muy despacio, como si contemplara los ladrillos de la pared, suspiré, y luego me volví hacia la derecha, de nuevo hacia las grietas del techo. Sólo Alice se dio cuenta de que estaba negando con la cabeza.

—Fantástico— murmuró Carlisle para sí Por eso no notamos sus conversaciones privadas. Son movimientos casi imperceptibles los que hacen para no delatarse a ellos mismos. Me pregunto qué más aprenderé con estos libros.

Suspiré nuevamente, mirando de reojo en dirección de mis otros hermanos: Tanto Jasper como Emmett y Rosalie gemían, gruñían y entrecerraban los ojos molestos.

No los podía culpar. Al igual que ellos, de no haber tenido este don, me hubiese irritado que alguien tuviese ese tipo de conversaciones privadas, dejando a fuera a los demás. Los entendía, aún así, estaba enojado con este manuscrito, ¿por qué escribirían de mi perspectiva y no la de otro? Lo odiaba completamente.

Suspiré, mirando a los lobos. Casi me reí, ellos tenían las mandíbulas caídas y los ojos desorbitados, sin embargo, me contuve. No quise, de nuevo, mirar sus pensamientos por dos motivos: El primero, porque eran privados y, segundo, no se acostumbraban aún de que alguien le leyese el pensamiento, lo había comprobado con Billy. Sería difícil que se acostumbrasen a esto.

Volví a suspirar antes de seguir escuchando.

Ella se relajó. Avísame si la cosa se pone fea.

Moví sólo los ojos, primero arriba, hacia el techo, y luego abajo.

—Increíble— volvió a murmurar Carlisle, solo que esta vez excitado.

Hice un gesto para que Seth leyese cuanto antes porque, sinceramente, volver a oír gemidos frustrados, ver ojos desencajados por la impresión y negación de cabezas era bastante. El joven lobo, viendo aquel gesto, se dispuso a leer sin demoras.

Gracias por ayudarme con esto.

—Siempre lo haré— declaré, sonriendo.

Gracias Me agradeció mentalmente Alice, esbozando una sonrisa antes de que Seth siguiese leyendo.

Me alegré de no tener que contestarle en voz alta. ¿Qué le podría haber dicho? ¿«Encantado»? En realidad no era así. No disfrutaba asistiendo al debate interior de Jasper ¿Era necesario pasar por todo esto?

—Sí, necesario— contestó Carlisle, mirándome con desaprobación—. Todo lo hacemos para ser normales, ya lo sabes. Y Jasper es capaz de controlarse.

Jasper esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos. De repente, me sentí mal por él y por mis pensamientos crueles. No tenía derecho alguno de pensar esas cosas en el futuro cercano, teniendo en cuenta lo mucho que se esforzaba Jasper para no abalanzarse sobre las personas y drenar su sangre.

Suspiré, haciéndole un gesto a Seth para que continuase leyendo. Él lo hizo mirándome con reproche, de igual forma que me miraban Esme y Alice. Gruñí por lo bajo antes de seguir escuchando.

¿No era un camino más seguro admitir simplemente que él nunca sería capaz de controlar su problema con la sed como los demás, en lugar de tentar continuamente sus límites? ¿Por qué coquetear con el desastre?

—Lo siento— balbuceé, sintiéndome peor a cada segundo que pasaba y agachando la cabeza.

¡Cuán detestable se estaba convirtiendo la lectura de este manuscrito! En ocasiones como esta odiaba a la persona que escribió y mandó estos libros, ¿por qué tenía que venir a importunar mi paz y vida? Estaba muy bien con mis pensamientos personales, manteniéndolos en privado. Este manuscrito echaba todo a perder y lo peor de todo era ver las expresiones de decepción de Esme, Carlisle y Alice. Los tres negaban con la cabeza, lamentando mi pensamiento. Gemí, consciente de que todos me miraban de igual forma que mis padres.

—Al menos eres consciente que tus pensamientos dentro de un mes han de ser desagradables, que es lo que cuenta para mí— susurró Jasper, con una mirada triste posada en su rostro.

—Jasper no quise decir eso. Sé que puedes con tu autocontrol. No sé qué me pasa en el libro, lo siento— volví a disculparme.

—Tus pensamientos y tus reacciones han estado raros desde que comenzamos a leer estos libros, Edward— comentó Jasper, ladeando la cabeza Y eso cuenta también tus sentimientos.

Gemí sin proponérmelo. Odiaba y seguía odiando a quién escribió este manuscrito desde mi perspectiva, ya que estaba significando sacando a la luz cosas que hubiese querido dejar para mí, cosas como estas, aunque sabía que ocurrirían en breve. Luego, suspiré, pidiéndole a Seth que leyese. Quería que me dejaran de ver cómo lo estaban haciendo.

Habían pasado ya dos semanas desde nuestra última expedición de caza.

—¡Dos semanas! — exclamó Charlie, respirando agitado—, ¿es que no pudieron ir a cazar y de ese modo prevenir el casi ataque a mi hija? —preguntó, mirando directamente hacía mí. Gruñí por lo bajo.

—Charlie— habló Esme en tono maternal que sorprendió a los lobos—. No podíamos prever lo que iba a pasar con la llegada de Bella a Fork, no somos responsables. Además, podemos sobrevivir más tiempo sin ingerir sangre de animal, que es lo que nos mantiene de esta forma.

—Aún así— dijo Charlie tan blanco como nosotros—, tendrían que haber cazado y Alice podría haber aventurado lo que estaba a punto de pasar.

—Charlie— susurré algo cansado—. Estamos hablando de algo que ocurrirá dentro de un mes más. Estas son cosas que debemos prevenir o cambiar para bien cuando llegue tu hija. Pero ten por seguro que nos cuidaremos— concluí, sonriendo.

Charlie acepto mi comentario, asintiendo con la cabeza. Luego, la lectura siguió.

No era un periodo de tiempo excesivamente insoportable para el resto de nosotros. Algo incómodo a veces, si un humano caminaba muy cerca de nosotros o si el viento soplaba del lado equivocado.

Charlie, Billy, Harry y Sue se estremecieron levemente. Los jóvenes lobos, en tanto, abrían sus ojos ampliamente, horrorizados por la idea que se les había formado en la mente: Un vampiro con una sonrisa sarcástica y maliciosa, abalanzándose sobre un humano y chupándole el cuello hasta drenar toda la sangre.

Sentí repulsión de aquella imagen, porque de alguna manera me recordaba la época de rebeldía que tuve hace algunas décadas atrás. Claro, era muy diferente esa expresión maliciosa posada en el rostro de aquel vampiro en las mentes de los lobos a la expresión de odio que tenía yo con las victimas que atacaba; pero aún así la imagen era totalmente semejante a cuando les drenaba la sangre a aquellos infelices y odiosos humanos. Suspiré, no estaba siendo nada agradable leer desde mi perspectiva, de eso estaba seguro.

Pero los humanos rara vez se aproximan a nosotros. El instinto les dice lo que sus mentes conscientes difícilmente comprenderían: que somos peligrosos.

Jasper, Alice, Emmett, Rosalie, Esme y Carlisle asintieron con la cabeza. Nuestros invitados contuvieron la respiración tras ver ese gesto. Y yo le pedí a Seth que continuase leyendo.

Y en ese preciso momento Jasper lo era en grado sumo.

Jasper hizo una mueca de desagrado.

Una chica bajita se detuvo en un extremo de la mesa más próxima a la nuestra para hablar con un amigo. Se pasó los dedos entre el pelo corto, color arena, y sacudió la cabeza. Justo en ese momento la rejilla del aire acondicionado empujó su aroma en nuestra dirección.

—Mierda— murmuró Emmett, tensándose levemente—. No es bueno, no lo es considerando el tiempo que pasó sin que hayamos cazado.

—Jasper— susurró Alice, mirando a sus ojos y besándolo en el cuello.

Los demás, estábamos tan tensos como Emmett y Alice. Jasper, en tanto, gemía y maldecía su mala suerte.

—Chicos— alzó la voz Carlisle, mirando directo en dirección de los cinco "vampiros adolescentes" —.No saquen conclusiones apresuradas.

—Pero— se excuso Jasper, negando con la cabeza.

—Nada, Jasper— suspiró Esme, sonriendo ligeramente—. Además, Bella en su libro no nombró un bochorno en el instituto.

—Aún así— la contradije—. Mi punto de vista detallará cosas que ella no es capaz de ver.

Esme gimió, así como los mis hermanos y Carlisle. Los Lobos y Charlie, en tanto, nos miraban aterrorizados No harán nada, ¿cierto? Era el pensamiento que les rondaba a ellos.

Bufé una vez más, odiando el maldito manuscrito. Nos estaba jodiendo nuestra mísera existencia. Era realmente injusto. Pero para que toda la tensión disminuyera, Seth volvió a leer. Le agradecí con la mirada, cuanto antes terminásemos este capítulo, mejor para todos.

Yo estaba acostumbrado a la forma en que me hacía sentir el olor: sequedad y dolor en la garganta, un agujero anhelante en el estómago, un agarrotamiento instantáneo de los músculos, el flujo excesivo de ponzoña en la boca…

Charlie se tensó ligeramente, quizá pensando en mí como un monstruo o quizá pensando en la mala suerte que estaba corriendo su hija al toparse con una familia de vampiros. No lo sabía en estos momentos, porque la mente del jefe de policía seguía bloqueada para mí. Solo esperaba que este manuscrito me diera algunas pistas para este hecho inusual y así poder practicar si hacía falta.

Con que le hagan algún daño a cualquier humano cerca de ustedes por no controlar esos síntomas, nos las pagarán, entiendes, chupasangre del demonio. Y puedes decírselo al resto de tu "familia" si gustas Me llegó el pensamiento de Sam. Él se veía molesto y me gruñía.

Le gruñí de vuelta, excesivamente fuerte. Naturalmente provoqué que los demás se volviesen en mi dirección. Si este lobo pensaba que le diría para callado a mi familia lo que pensó, estaba muy equivocado.

—¿Edward, qué sucede? —me preguntó Esme preocupada.

—Pasa, mamá, que Sam— lo apunté con mi dedo aún gruñendo—. Me dijo por su mente que si le hacíamos cualquier daño a las personas por no controlar esos impulsos— cambie la palabra síntoma por impulso, ya que encajaba mejor esa que la otra—nos la tendríamos que ver con ellos.

La reacción fue instantánea; Rosalie gruñó e intentó zafarse de Emmett; pero la fuerza de él le impidió que ella se abalanzase encima de Sam.

—Aunque no lo creas, perro— siseó Rose, estrechando sus ojos—. Nos controlamos más de lo que tú piensas y no tienes derecho alguno de amenazarnos cuando no nos conoces de nada.

—Rosalie— gruñó Carlisle enfadado—. Para la próxima vez que actúes como ahora, no me quedará otro remedio que quitarte tus tarjetas de créditos y la llave de tu auto, ¡entiendes!

—Además, son nuestros invitados y debes comportarte— añadió Esme.

Rose se cruzó de brazos y maldijo entre dientes. Esme le envió una mirada de advertencia.

—Y tú Sam— apuntó Billy—, no vuelvas a decir o pensar cosas así. No conocemos su vida ni sus impulsos.

Sam asintió algo aterrorizado antes de que la voz de Seth volviese a escucharse por alrededor de la casa

Todo eso era bastante normal y, por lo general, fácil de ignorar;

Miré a Sam de forma burlesca. Él se encogió de hombros irritado.

pero hoy resultaba más duro al tener los sentidos agudizados y notarlo todo por duplicado: la sed se multiplicaba al monitorizar las reacciones de Jasper. Era la sed de dos, no sólo la mía.

Asentí de acuerdo conmigo mismo. Mientras que Jasper suspiraba En realidad, tendré que seguir practicando para que no ocurran estos hechos. Lo prometo.

Volví a asentir al tiempo que mi padre mirada al libro seriamente Interesante. Demasiado interesante. Me pregunto si a Alice y Jasper también le pasará aquello. Y de ser así, se explicaría de mejor razón porque a él le ha costado tanto poder controlarse. Es la sed de seis vampiros más la de él mismo.

—Tienes razón, Carlisle— murmuré, poniéndome una mano en la barbilla—. No me había puesto a pensar así, pero esa reflexión tendría del 90 a 99 por ciento de ser cierta.

—Y todo fue gracias a tu pensamiento, de esa manera tampoco me hubiese detenido a pensar de esa forma— asintió Carlisle, maravillado.

—¿Alguien de los dos nos puede decir qué sucede? — interrogó Emmett, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. Los demás se mostraron de acuerdo con la pregunta de mi hermano.

—Pasa que si Edward afirma en ese manuscrito que la sed es multiplicada por dos cuando lee la sed de Jasper, me pregunto si Alice le pasa lo mismo cuando le llegan las visiones o si a Jasper le sucede lo mismo por aquello— habló Carlisle, omitiendo el don de mi hermano porque estaba seguro que lo nombraría en algún momento.

Jasper, Emmett, Rosalie, Alice y Esme se miraron mutuamente, perplejos. Mientras nuestros invitados se veían confundidos.

—Y de ser así— continué—, él no tiene la culpa de ser el menos controlado, ya que nosotros deberíamos también poner de nuestra parte para que Jasper se controle.

—Tienes razón— dijo Jasper, con los ojos brillando intensamente—. Debe ser por eso, debe serlo.

Jasper se veía confiado en que fuera así y toda la familia pensaba de aquel modo. Tendríamos que practicar arduamente para lograr ser cada vez más adaptarnos a los seres humanos.

—Seth— le indiqué—. Sigue leyendo.

Él asintió, pero seguía confundido por el intercambio. Al igual que el resto de la manada y Charlie.

Jasper intentaba mantener la mente lejos de allí. Estaba fantaseando…

Jasper gimió y se colocó las manos en la cabeza. No sería fácil para él que se leyera esta parte, en realidad, nadie podría ser feliz leyendo esto si el manuscrito detallaba esa fantasía, cosa que estaba seguro que si lo haría. Gemí, odiando a la persona que envió este libro.

Imaginaba que se levantaba del lado de Alice y se paraba al lado de la chica. Pensaba en inclinarse como si le fuera a susurrar algo al oído y dejar que sus labios rozaran el arco de su garganta. Imaginaba también cómo fluía el cálido flujo de su pulso debajo de la fina piel que sentiría bajo su boca…

—Jassie— le susurró Alice en el oído, mientras intentaba tranquilizarlo, cosa que no sucedía. Jasper tiritaba—. No le harás nada a esa chica ni ahora ni en futuro ni en este libro, comprendes.

Él apenas si asintió debido a que aún se sentía temeroso por aquella fantasía. Y no era para menos, el solo hecho de imaginarla era terrible para nosotros, sobre todo teniendo en cuenta que teníamos invitados en la casa, los cuales o entrecerraban los ojos o miraban estupefactos en dirección al libro o maldecían o gruñían.

—Jasper— le llamó, entonces, Carlisle captando la atención de todos—. Sé que eres fuerte y que podrás controlarte. Confiamos en ti, hijo.

Jasper no contestó, seguía temblando. Sentí pena por él, después de todo era el que menos se había adoptado a nuestro estilo de vida y pese a que la esperanza se había forjado en él hace unos minutos atrás, también era cierto que aún no lo ponía en práctica ni sabía si era efectivo o no aquel razonamiento.

—¿No le harás nada, Jasper? — tartamudeó Charlie, sudando.

—No— se limitó a contestar mi hermano, tragando saliva.

Con esa respuesta y teniendo en cuenta que el pequeño salón estaba tenso, Seth comprendió que debía seguir leyendo.

Propiné una patada a la silla de Jasper.

Gracias, Edward Pensó Jasper, aún temeroso.

Le sonreí, pero sabiendo que esto ocurriría en el futuro si es que ocurría Pensé, al tiempo que suspiraba y miraba de reojo a Esme. Ella miraba complacida por aquella acción.

Nuestras miradas se encontraron durante un minuto, y luego él bajó la suya. Pude escuchar cómo se enfrentaban en su interior la culpa y la rebeldía.

Jasper se estremeció.

Lo siento —musitó.

Me encogí de hombros.

No ibas a hacer nada —murmuró Alice en un intento de mitigar el disgusto de Jasper—. Lo vi.

—Vez— le dijo Jasper a Charlie, tragando saliva.

Charlie asintió, pero no dijo nada. El jefe de policía se encontraba tenso y espantado con aquella fantasía.

Reprimí la mueca que hubiera echado por tierra la mentira de Alice;

Un silencio rígido se sintió en la sala de la casa, mientras que todos éramos testigos de la mirada penetrante que le enviaba Jasper a Alice. Era espantosa.

—Alice— habló Jasper, cruzándose de brazos—, ¿no confías en mí?

—Lo hago— le contestó Alice suspirando—. Solo que a veces la visión es borrosa porque cambias de parecer a cada segundo y eso provoca que no sepa si le harás daño o no a la gente.

—Esto quiere decir…— tartamudeó Jasper, mirando al suelo. Los demás escuchábamos atentos la conversación.

—…que no estoy segura de las cosas que harán si sus pensamientos cambian abruptamente. Las visiones, a veces, son subjetivas y se ajustan a la persona en concreto. Si ésta duda sobre sus decisiones, obviamente, la visión cambiará de modo que se vuelve borrosa con el paso del tiempo o en este caso, segundos o minutos.

El silencio volvió a sentirse en la sala, sin embargo, dirigí mi mirada a Alice, ella me miraba, negando con la cabeza.

¿Cuántas explicaciones tendremos que dar por leer este libro? Es una tortura.

Asentí, de forma que sólo ella comprendiese aquella acción. En efecto, fue la única en notarla. No obstante, un pensamiento llegó a mi mente sin que lo pudiese evitar.

Interesante. Muy interesante. Ahora voy comprendiendo un poco más los dones de mis hijos. Este manuscrito, a pesar que está sacando a relucir nuestros mayores secretos, está sirviendo para comprender y mejorar nuestras relaciones entre la familia.

Quería estar de acuerdo con él, pero por terquedad, gruñí por lo bajo. Este manuscrito era un infierno, tal cual lo decía Alice. Suspiré, al tiempo que Seth volvía a leer. Agradecía la rapidez de aquel lobo al sacarnos de apuros como estos.

ella y yo debíamos apoyarnos el uno al otro. No resultaba fácil para ninguno de los dos oír voces y tener visiones del futuro. Éramos bichos raros, incluso entre los que ya lo eran de por sí.

—Eso es cierto— susurramos Alice y yo, ladeando la cabeza de lado a lado.

La familia se quedó callada, pero aún así podía oír en sus pensamientos lo preocupados y exasperados que se sentían luego de que se confirmase aquella afirmación del libro.

Nos protegíamos los secretos entre nosotros.

—No deberían hacerlo— nos regañó Esme, suspirando resignada.

Asentí, pero de malagana.

Pensar en ellos como personas ayuda un poco —sugirió Alice con voz aguda y musical, demasiado baja y rápida para que la escucharan los oídos humanos

—¿Hacen eso a menudo? — interrogó Charlie algo más calmado luego de los pensamientos y acciones típicas y reales de los vampiros—. Digo, hablar bajo y rápido para que ningún humano los escuche.

—Sí— respondió Carlisle—. De esa forma protegemos nuestros secretos. Sin embargo— añadió cuando vio que Jacob abría la boca para preguntar o decir algo—, eso solo es una parte. Los vampiros poseemos facultades especiales. Una de ellas es la rapidez con la que podemos hablar y aún así comprender lo que decimos. Otra es hablar en voz baja y entendernos. Esto se debe al infrasonido *, es decir, la facultad de escuchar sonidos que los humanos no escuchan. Para ilustrarlos— agregó al ver las expresiones confusas de la manada y Charlie—, ustedes podrían estar hablando en voz muy baja entre ustedes y nosotros, aunque estemos a un metro de distancia, somos capaces de escuchar lo que están conversando como si lo estuviesen haciendo en voz alta o, por ejemplo, podríamos escuchar un volcán a punto de entrar en erupción segundos o minutos antes de que ocurra.

Cuando mi padre terminó de hablar, tanto la manada como Charlie nos miraban boquiabiertos, sin hallar qué decir. Y los entendía, si yo fuese humano hubiese reaccionado de igual manera que ellos.

—Voy entendiendo— apuntó Charlie, con una mano sujeta a su pecho.

—Pero igualmente es genial— sonrió Seth, rompiendo la tensión e incomodidad en la sala.

—Exacto— le guiñó el ojo Emmett.

El joven lobo amplió aún más su sonrisa antes de volver a leer, aun cuando el resto de la manada no salía de su asombro.

. Se llama Whitney y tiene una hermanita muy pequeña a la que adora. Su madre invitó a Esme a aquella fiesta en el jardín, ¿te acuerdas?

Sé quién es —contestó Jasper secamente.

Esme miró reprobatoriamente a Jasper. Él agachó la cabeza. Se notaba que estaba sufriendo y no podía usar su don consigo mismo. Me sentí pésimo por mi hermano. Este estúpido manuscrito venía a joder la existencia de todos, de eso no tenía duda alguna.

Se volvió para mirar por una de las pequeñas ventanas situadas bajo el alero a lo largo del muro que rodeaba la gran habitación. El tono de su voz puso fin a la conversación.

—Menos mal— se alegró Sue, suspirando aliviada.

Para ella, según leí en su mente, no estaba siendo muy agradable la lectura de este libro.

Deberíamos haber ido de caza el día anterior por la noche.

—Cosa que haremos ese día, sin duda— apunté, mirando en dirección a la familia.

Ellos asintieron y los lobos nos miraron, aprobando aquella decisión. Bufé, pero seguí escuchando de todos modos.

Era ridículo enfrentar esa clase de riesgos, intentar demostrar entereza y mejorar la resistencia. Jasper tendría que asumir sus limitaciones y vivir con ellas. Sus antiguos hábitos no eran los más apropiados para el estilo de vida que habíamos elegido; no podría adaptarse a él.

—Lo siento, Jasper— volví a balbucear, sintiéndome cada vez más y más desgraciado conmigo mismo—. No quise decir eso.

Jasper en respuesta, hizo un gesto de no importarle; pero Alicie, Rosalie, Emmett, Carlisle y Esme me miraban con reproche. Suspiré irritado. Este libro era el mismísimo infierno para mí.

Alice suspiró silenciosamente y se puso de pie, llevándose la bandeja de comida —un atrezo, en realidad—y dejándole solo.

Sabía hasta dónde llegar con su apoyo y cuándo dejar de hacerlo.

Jasper y Alice se miraron mutuamente con amor, antes de sonreír.

Mi familia los miró radiantes, mientras que Sue y Leah aullaban. Los varones lobos no sabían qué hacer, solo los miraron perplejos.

Y yo, en tanto, los envidie.

Aunque era más evidente que Rosalie y Emmett mantenían una relación,

—Porque se pasan pegados el uno al otro— rió Jasper, ya más tranquilo.

—¡Eh! — se quejaron Rosalie y Emmett, abrazados.

—No lo nieguen, ya que se encuentran de esa forma— apunté, mirándolos con burla.

Ambos bufaron mientras que los invitados los miraban divertidos.

Alice y Jasper se conocían tan bien que sentían los estados de ánimo del otro como si fueran propios. Parecía que también pudiesen leer las mentes, aunque sólo fuera entre ellos.

Tanto Alice como Jasper asintieron. Eso no lo ponían en duda. Suspiré, mirando de reojo a los lobos, ellos miraban atónitos a la pareja. Disimulé una risa con una tos.

Edward Cullen.

Fruncí el ceño, sintiendo una inexplicable adrenalina recorrer mi cuerpo. Sabía que esto sería importante porque me diría al fin si mis pensamientos del capítulo anterior eran errados o acertados a referencia de Isabella.

Presté, entonces, toda mi atención.

Acto reflejo. Me volví al oír mi nombre, aunque no es que nadie lo hubiera pronunciado en voz alta, sólo lo había pensado.

Vi a Charlie, Billy, Harry, Sue y Sam entrecerrar brevemente los ojos. Suspiré al tiempo que Seth volvía a leer.

Mi mirada se encontró durante una breve fracción de segundo con la de un par de enormes ojos marrones, de color chocolate, unos ojos humanos en medio de un rostro pálido, con forma de corazón.

—Bella— sonrió Charlie junto a Jacob, Embry y Seth.

Mi corazón muerto latió por un segundo. Así que fue Isabella la que pensó mi nombre, no Jessica como había pensando. Suspiré, quería enterarme lo antes posible todo lo que había pasado en esa cafetería, o en realidad lo que supuestamente pasará en un mes más.

Conocía ese rostro a pesar de no haberlo visto nunca con mis propios ojos. Era el tema más destacado del día en todas las mentes:

Charlie gruñó. No le gustaba para nada que el tema fuese su hija.

la nueva alumna, Isabella Swan, la hija del jefe de policía de la ciudad, que había venido a vivir aquí por algún cambio en su situación familiar. Bella. Hasta ahora había corregido a todo el mundo que se dirigía a ella por su nombre completo…

Charlie sonrió ampliamente.

Miré a lo lejos, aburrido. Me llevó un segundo darme cuenta de que ella no había sido la persona que había pensado en mi nombre.

Me quedé helado por unos segundos, ¿no había sido ella? Entonces, ¿era Jessica después de todo? Sacudí mi cabeza, absolutamente perdido. Bella era más extraña y misteriosa a través de mis pensamientos.

Por supuesto, Bella ya se ha quedado alucinada con los Cullen,

Charlie frunció el ceño, preguntándose quién era la persona que pensaba aquello. No tenía que ser adivino para intuir que persona era: Jessica.

Estaba seguro que Charlie estaría enojado con esa chica y que Esme al fin entendería el odio que le tenemos a esa chismosa.

oí cómo continuaba el primer pensamiento que había oído.

Identifiqué la «voz» como la de Jessica Stanley.

Charlie levantó la ceja algo animado. Después de todo Jessica había ayudado a su hija en ese primer día…o al menos lo haría cuando ella llegara.

Había pasado ya un tiempo desde que me incordió por última vez con su charloteo interno.

Emmett levantó las cejas de arriba abajo, sonriendo de forma burlesca. Gemí.

Qué alivio sentí cuando ella superó ese desdichado encaprichamiento. Había sido casi imposible escapar de sus constantes y ridículas ensoñaciones.

Rosalie, Jasper y Alice disimularon su risa con una tos. Esme y Carlisle se veían perplejos.

Volví a gruñir, ¡Estúpido manuscrito!

Me dieron ganas en aquel momento de explicarle con toda exactitud lo que podría haber ocurrido si mis labios, y los dientes detrás de ellos, se hubieran encontrado cerca de ella. Esto habría silenciado cualquier tipo de molestas fantasías con bastante rapidez. Pensar en su reacción casi consiguió arrancarme una sonrisa.

—Edward— me regañó Esme, mirando con reproche—. La niña solo estaba enamorada de ti, no tenías por qué pensar de esa manera.

En respuesta, gruñí, ¡Qué fastidio! Todo era malo para mí. Este manuscrito me daría millones de dolores de cabeza, si es que eso era posible con vampiros.

Mientras pensaba eso, escuchaba risas. Tanto los lobos como mi familia encontraron entretenido esta línea. Gemí frustrado antes de pedirle a Seth que siguiese leyendo.

Le iría bien engordar un poco, continuó Jessica. En realidad, ni siquiera es guapa. No entiendo por qué Eric la mira tanto... o Mike.

—¡Cómo! — exclamó Charlie indignado—, ¿ quién se cree que es esa muchacha?

—Ella siempre ha sido así— le respondí, sobándome la sien—. Es completamente detestable oír sus pensamientos. Todos son de ese estilo, es cruel con las personas en su mente; pero cuando habla con la gente parece tan amigable que la gente dudaría si yo les dijese la persona que es en realidad.

—¿Ahora entiendes la razón por la que todos abominamos a Jessica, Esme? — le interrogó Alice, mirando con odio al libro.

Esme asintió, mientras que los lobos miraban al libro, coléricos. No esperaban que esa chica fuese así.

—Lo primero que le diré a mi hija cuando llegue es que no se junte con esa Jessica— gruñó Charlie—. Es repugnante que la gente piense de aquella manera y hable de forma amigable. Ahora Seth, sigue leyendo— le ordenó al joven lobo.

Él siguió leyendo sin demoras.

Hizo una mueca mental de dolor al pensar en el último nombre. El nuevo capricho de Jessica, el súper popular Mike Newton, no sabía ni que ella existía.

Alice, Rosalie, Sue, Leah y Esme rieron a carcajadas.

Nota mental, ¿Quién entiende a las mujeres? Pensé, rodando los ojos antes de volver a escuchar la lectura.

Sin embargo, no parecía tan insensible a la chica nueva.

Gruñí por lo bajo. Al menos mi punto de vista le haría ver a Charlie quiénes eran las personas indicadas para estar cerca de su hija.

Otra vez la historia del chico fascinado por un objeto brillante.

Charlie y Billy gruñeron.

Aquello dio un giro mezquino a los pensamientos de Jessica, aunque en apariencia se mostraba cordial con la recién llegada mientras le explicaba lo que todos sabían sobre mi familia.

—Estúpida niña— susurró Charlie.

Yo y mi familia sonreímos.

La nueva seguramente habría preguntado por nosotros.

Sí que lo hizo Pensé, comenzándome a sentir ansioso.

Aunque hoy todo el mundo me mira a mí también, pensó Jessica muy pagada de sí misma, en un aparte. Ha sido una verdaderasuerte que Bella compartiera dos clases conmigo... Apuestoa que luego Mike querrá preguntarme qué tal es...

—Es niña— gruñeron Sue y Leah irritadas—. Es tan egoísta.

—Siempre ha sido así— remarcaron Alice y Rosalie, mirándose las uñas.

Esto molesto a los varones.

Intenté bloquear el absurdo parloteo antes de que sus superficiales e insignificantes pensamientos me volvieran loco.

—Ya lo están haciendo— reconocí, frotándome la sien.

—Y a nosotros— añadieron mis hermanos.

Jessica Stanley le está sacando a la Swan, la chica nueva, todos los trapos sucios del clan Cullen —le murmuré a Emmett, para distraerme, que se rió entre dientes y pensó: Esperoque lo esté haciendo bien.

—No lo hizo bien— meneó la cabeza Emmett.

Nos reímos de su expresión antes de que Seth continuase leyendo.

En realidad, es bastante poco imaginativa. Sólo le ha dado un toque escandaloso, nada más. Ni una pizca de terror. Me siento un poco decepcionado.

Asentí de acuerdo con la línea que decía mi yo del libro. Era exactamente el pensamiento que me estuvo rondando en la cabeza durante el capítulo que recién pasó. Me sentía decepcionado por el modo de proceder de Jessica para contarle la historia a Isabella.

Aún así, podría haber la posibilidad que cuando esto ocurriese en la vida real, alguien lo dijese de forma aterradora. Sonreí ante ese pensamiento, sería así, me aseguraría de que eso aconteciese para que ella se diese cuenta lo peligroso que puede llegar a ser estar cerca de nosotros.

¿Y la chica nueva? ¿También se siente ella decepcionada con el chismorreo?

No fue el pensamiento que llegó a mi mente de parte de todos. Suspiré irritado y maldije al manuscrito una vez más.

Presté atención a ver si escuchaba lo que esta chica nueva, Bella, pensaba de la historia de Jessica. ¿Qué vería cuando se fijara en la extraña familia con la piel del color de la tiza, de la que se apartaban todos?

—Sentir fascinación— dijo Emmett, negando con la cabeza.

Rodeé los ojos.

En cierta manera era cuestión de responsabilidad por mi parte conocer su reacción. Yo actuaba de vigía, a falta de un nombre mejor, para proteger a la familia.

Asentí de acuerdo conmigo mismo, mientras escuchaba suspiros de parte de los lobos.

Si alguien empezara a concebir sospechas, yo los avisaría con tiempo suficiente para poder quitarnos de en medio con facilidad.

—Y eso nos ha mantenido en el anonimato, de momento— sonrió Carlisle.

Le devolví la sonrisa de malagana. Este manuscrito me estaba afectando en demasía.

Había ocurrido de vez en cuando que algún humano con una imaginación despierta nos había identificado con los personajes de un libro o una película. La mayoría de las veces se convencía de su error, pero era mejor trasladarse a otro lugar que arriesgarse a un examen.

Rosalie se frotó la sien. A ella no le gustaba cambiarse de ciudad ni a ninguno, pero por el bien de los humanos teníamos que hacerlo.

La manada y Charlie volvían a mirarnos sorprendidos. Bufé por lo bajo antes de pedirle a Seth que continuase.

Rara vez, muy rara vez, alguien adivinaba la verdad y no le concedíamos la oportunidad de comprobar su hipótesis.

—¿Lo mataron? — susurró Charlie, tragando saliva.

—No— le respondí, haciéndole un gesto a Seth para que continuase y así alivianar la tensión que había surgido después de leer aquello, pese a que Jasper estaba ayudando con su don.

Simplemente desaparecíamos, para convertirnos como mucho en un recuerdo aterrador

—Vez— le dije, suspirando más de lo necesario y cosa que ya se me hacia costumbre mientras leíamos los libros.

Charlie asintió antes de que Seth volviese a leer.

No escuché nada por más que fijé la atención en el lugar contiguo al cual continuaba fluyendo de forma compulsiva el frívolo monólogo interno de Jessica.

Alice y Rosalie gruñeron. Esme miró reprobatoriamente al libro.

Era como si allí no se sentara nadie.

Miré confundido al libro, ¿cómo era posible que ella no estuviese allí cuando su punto de vista claramente narró que Isabella estuvo todo el rato sentada en aquella mesa juntos a esos humanos?, ¿Qué pasaba aquí? Era insólito leer aquella frase cuando el libro de ella relató eso. No tenía explicación lógica, pero si mi yo del libro había dejado pasar algunos detalles, posiblemente ella ya se había ido cuando volví mi atención a su mesa. Fruncí el ceño, eso no posible porque una reacción atrás había nombrado que Jessica seguía con su frío monólogo, entonces, ¿ qué ocurría?

Y a juzgar por las expresiones de los demás, todos se encontraban confundidos por aquella frase, especialmente mi familia.

—Seth, continua leyendo para que podamos sacarnos el desconcierto que nos provocó aquella línea— le pedí, sacudiendo mi cabeza.

El asintió y siguió leyendo.

¡Qué curioso!, ¿se habría ido la chica?

Me reí de forma sarcástica mientras rodaba los ojos. Nadie se atrevió a decirme nada, por lo que la lectura siguió sin demoras.

No parecía probable, ya que Jessica seguía dándole la brasa. Miré hacia allí para comprobarlo, sintiéndome confuso.

De igual manera que me sentía en estos momentos.

Comprobar con la vista lo que mi sentido extrasensorial me decía era algo que nunca antes había tenido que hacer.

—Nunca— corroboré, sacudiendo mi cabeza irritado.

Otra vez, nadie se atrevió a decir nada. Ellos se sentían tan confusos que mí.

Mi mirada se trabó de nuevo en esos grandes ojos marrones.

—Y está allí— gemí frotándome la sien y ladeando la cabeza de lado a lado, frustrado.

¿Qué significaba aquello?, ¿Qué cosa pasaba con Isabella? No entendía absolutamente nada, ¿cómo era posible que estuviese allí y que mi yo del libro pensase que no se encontrase en la cafetería? Era absurdo, completamente descabellado, a menos que…no escuchase sus pensamientos…No, eso no podía ser, ¿o sí? … No, era una locura. No existía persona alguna que no pudiese leer…excepto Charlie dijo mi voz de la consciencia.

Eso no era completamente cierto, Charlie era un caso especial, ya que sus pensamientos me llegaban de vez en cuando... ¿Y si Isabella era de la misma manera? Sí, podría ser que fuese igual a su padre, así se explicaría la razón por la que pensé que ella no se encontraba en la cafetería. Tenía sentido.

Suspiré luego de pensar aquello y sólo ahí me di cuenta que todos me miraban expectantes.

—Leer— apenas dije, mirando en dirección al libro, aguardando a si mi pensamiento era acertado o equivocado.

Seth inmediatamente volvió a leer.

Ella se sentaba en el mismo lugar que antes, y nos miraba, algo natural, supuse, mientras Jessica continuaba regalándole los oídos con los chismorreos locales sobre los Cullen.

Esme gruñó.

Pensar sobre nosotros, sin duda, era algo natural. Pero no oía ni un susurro siquiera.

¿Nada? Bueno, me dije, intentando calmarme. Con Charlie ocurrió de similar forma. No escuché nada inmediatamente, fue minutos después que pasó. Así que con su hija pasaría lo mismo.

No obstante, cuando m dispuse a escuchar la lectura, me di cuenta que mi padre se ponía una mano en la barbilla. No quise leer sus pensamientos, no de momento. Le pedí, entonces, a Seth que continuase leyendo.

Mientras bajaba la mirada, un tentador rubor de un rojo cálido invadió sus mejillas, diferente al de la vergüenza que se siente cuando te han sorprendido mirando fijamente a un desconocido.

Y así era, ella se había ruborizado por nuestras características físicas y la fascinación que le producía nuestra historia.

Suspiré antes de que la voz de Seth me dijese que volvía a leer.

Era estupendo que Jasper aún estuviera mirando por la ventana. No quería imaginarme lo que ese natural flujo de sangre supondría para su autocontrol.

—Y era para mí autocontrol, no para el de él— corregí al libro, gimiendo.

Mi familia me miró con angustia, mientras los lobos entrecerraban los ojos y Charlie maldecía entre dientes.

Gurñí y me maldije a mí mismo, odiando este capítulo.

Las emociones se mostraban tan transparentes en su cara que parecía llevarlas escritas en la frente: sorpresa —como si de forma inconsciente hubiera detectado indicios de las sutiles diferencias entre su naturaleza y la mía

—Exacto— susurró Carlisle maravillado y mirándome radiante.

—¿Eh? — logré articular estupefacto. Y no era el único que estaba sorprendido con la expresión de mi padre, el resto de la familia, Charlie y la manada veían aturdidos a Carlisle.

—No se dan cuenta de nada— negamos con la cabeza—. Edward ha descrito que inconscientemente le parecía a él que Bella hubiese detectado las diferencias entre su especie y la nuestra. Y justamente ella estaba describiendo esas diferencias en su punto de vista, lo cual me hace pensar lo relacionadas que está la mente de Bella y Edward. Es decir, ambos parecen pensar de forma similar en distintos contextos, vale decir, pesimistas cuando la situación lo requiere o tercos. Además de pensar prácticamente igual cuando se encuentran juntos.

Cuando mi padre concluyó su observación, todos teníamos nuestras mandíbulas desencajadas de la impresión que nos produjo su deducción, especialmente yo.

¡Cómo había sido tan tonto y no haberme percatado de aquello!, ¿Cómo podía ser aquello? Y ¡Cuán frustrante y angustioso se estaba tornando este capítulo!

Un escalofrió recorrió mi cuerpo. No entendía el motivo, solo sabía que esta lectura estaba acabando con mi cordura. Gemí, implorándole a Seth que siguiese leyendo e ignorando las miradas incrédulas que recibía de todos.

, curiosidad mientras escuchaba la historia de Jessica, y algo más... ¿fascinación?

Asentí, mientras miraba a Carlisle, quién se encontraba radiante.

No sería ésta la primera vez. Éramos hermosos a los ojos de los hombres, nuestras presas potenciales. Y al final, por fin, vergüenza por haberla pillado mirándome.

Volví a asentir. Nadie decía nada.

Completamente maravilloso. La mente de Edward trabaja a la perfección y ni que se diga la de Bella. Ambas están interconectadas de manera asombrosa.

Bloqueé los pensamientos de Carlisle. Era horrible ponerse a pensar como él lo hacía, de momento.

Aun a pesar de que había mostrado con tal claridad los sentimientos en sus extraños ojos, extraños por lo profundos, de color marrón, que de tan oscuros casi parecían opacos,

Charlie levantó una ceja, pero no dijo nada.

no oía nada más que silencio en el lugar donde ella se sentaba. Nada en absoluto.

—No entiendo— gruñí, sacando toda la frustración que sentía—, ¿cómo puede ser posible que haya silencio en su puesto cuando claramente ella está ahí?, ¿cómo no puedo oír ninguno de sus pensamientos?, ¿cómo es posible aquello?, ¿cómo, por el amor de Jesús? Es frustrante todo esto, ¿por qué? — concluí, agarrando mi cabeza entre las manos.

—Calma, Edward— se apresuró a decir mi padre, antes de que el silencio inundará la sala. Saqué las manos de mi cabeza y lo miré, por el rabillo del ojo vi a Emmett sonreír satisfecho, a Rosalie rodando los ojos, a Alice mirándome de forma extraña, a Esme negando con la cabeza, a Jasper haciendo esfuerzos para que su don surgiese efecto en mí, a Charlie abriendo sus ojos ampliamente y a la manada entrecerrando los ojos—. Ya sabremos porqué, pero estoy casi seguro que es como Charlie. Esperemos y veamos.

Asentí, mientras que Seth se disponía a volver a leer.

Me sentí incómodo durante unos momentos. Nunca me había encontrado con nada similar. ¿Me pasaba algo malo?

Negué con la cabeza. No era así.

Me notaba exactamente igual que siempre. Preocupado, presté aún más atención.

De pronto, empezaron a gritar en mi cabeza todas las voces de alrededor que había contenido hasta ese momento.

Gemí. Estaba seguro que no sería nada bueno escuchar esos pensamientos.

Me pregunto qué música le gustará... Quizás podría mencionar ese nuevo CD..., pensaba Mike Newton, dos mesas másallá, concentrado en Bella Swan.

Charlie gruñó. Le acompañé en ese gruñido. No me gustaba este tipejo de Mike.

Eric Yorkie refunfuñaba mentalmente con sus pensamientos girando también alrededor de la nueva. Hay que ver cómola mira. No le basta con tener a más de la mitad de las chicas delinstituto pendientes de él.

Volví a gruñir. Me estaba comenzado a irritar con los pensamientos de aquellos humanos. Mi familia, en tanto, me miraba preocupada. Los ignoré y seguí prestándole atención al libro, cruzado de brazos.

Es vergonzoso. Cualquiera pensaría que es famosa o algo por el estilo... La mira incluso Edward Cullen... Lauren Mallory estabatan celosa que, en realidad, su rostro debería haber tenidoel color del jade oscuro.

Silbamos indignados. A nadie le estaban gustando los pensamientos de aquellos humanos, sobre todo a Charlie, quién volvió a gruñir. Lo entendía, esos niños eran odiosos.

Y Jessica, haciendo ostentación de su nueva mejor amiga. Qué gracia... La mente de la chica continuóescupiendo vitriolo.

—Esa chica— gruñó, para mi sorpresa, Esme—. Es una desubicada.

—Así como todos los que están pensando algo referente a mi hija— siseó colérico Charlie.

Nadie se atrevió a decir nada, por lo que Seth prefirió seguir leyendo.

Apuesto a que todo el mundo le ha preguntado eso. Pero me gustaría hablar con ella. He de pensar en alguna pregunta más original... meditaba Ashley Dowling.

Quizás esté en mi clase de Español... pensaba esperanzada June Richardson.

—Ahora entiendo a Edward— murmuró mi familia, sobándose la sien.

Apenas asentí con la cabeza. Comenzaba a ponerme nervioso. Pronto se leería mi punto de vista con el casi ataque a Isabella y no quería que se expusieran esos pensamientos. Serían espantosos, pese a no saber cómo eran; pero me podía hacer la idea.

Esta noche tengo toneladas de trabajo. Trigonometría y los ejercicios de Lengua. Espero que mamá… Angela Weber, un muchachatranquila, cuyos pensamientos eran generalmenteamables, algo poco habitual, era la única en la mesa que noestaba obsesionada con Bella.

Suspiramos aliviados.

—Es una maravilla Angela— susurramos los adolescentes Cullen.

—Ni que lo digas— apuntó Charlie, sobándose la sien.

Seth aprovechó la oportunidad y volvió a leer.

Podía oírlos a todos, oía cada insignificancia que se les ocurriera conforme pasaba por su mente, pero nada en absoluto procedente de aquella nueva alumna con esos ojos aparentemente tan comunicativos.

Gruñí frustrado.

—Debería haber ya comenzando a escuchar sus pensamientos, ya que con Charlie pasó así— comenté, entrelazando mis dedos.

—Quizá— aventuró Carlisle, suspirando. Todos le prestamos atención—, no le puedes leer la mente, Edward. Parece que no podrás hacerlo.

Me quedé estático, ¿no podré hacerlo? ¿Nunca? Era imposible, absolutamente imposible que no le pudiese leer la mente. Era una pesadilla absurda. Era ilógico desde todos los ángulos debido a que incluso a Charlie le puedo escuchar los pensamientos esporádicamente. Tomé mi cabeza entre las manos una vez más, ¡infierno!, ¡era un infierno todo esto!

Al fin alguien que no puedes leer, Eddie. Me llegó el pensamiento de Emmett que se burlaba mentalmente de mí.

Gruñí, sacando las manos de mi cara. Me percaté, en ese momento, de las expresiones incrédulas, perplejas y confusas tanto en mi familia como en los invitados. Suspiré y le pedí a Seth que continuase leyendo. Esto me estaba descolocando completamente y no podía permitir burlas, quejas o algo por el estilo a causa de esto.

Eso sí, podía escuchar lo que decía cuando se dirigía a Jessica. No necesitaba leer la mente para oírlas hablar con voz baja y clara en el lado opuesto de la gran estancia.

Me froté la sien, ya irritado y molesto con esta situación.

¿Quién es el chico de pelo cobrizo? —le oí preguntar mirándome disimuladamente de reojo, sólo para retirar de inmediato la vista cuando se dio cuenta de que aún seguía con los ojos fijos en ella.

Esbocé una sonrisa por mi rostro. Me animaba y encantaba ese efecto que parecía tener en ella.

Contrólate, Edward. No puedo con tus sentimientos cambiantes ni con los míos. Cálmate, por favor Me rogó Jasper.

Asentí, aunque estaba seguro que seguiría comportándome así por un largo tiempo.

Todavía tuve tiempo de considerar esperanzado que oír el sonido de su voz me serviría para captar el tono de sus reflexiones, perdidos en algún lugar al que yo no podía acceder,

Y que no podrás accederme Me dijo la maldita voz de la consciencia. Gruñí por lo bajo antes de seguir escuchando la lectura.

pero enseguida me decepcioné. Lo normal es que los pensamientos de la gente tengan el mismo tono que sus voces físicas.

—¿En serio? — me preguntó Carlisle, mirándome estupefacto.

—Sí, las voces mentales tienen el mismo tono de la persona cuando habla en voz alta. Y resulta molesto la mayor parte del tiempo, porque escuchas su voz mental y luego lo que dicen en voz alta y muchas veces es totalmente diferente lo que piensan a lo que dicen. Así he descubierto a la gente mentirosa.

—Fascinante— murmuró Carlisle.

—Interesante— susurró Billy.

Rodeé los ojos ante la efusividad de ambos hombres, que parecía que con el tiempo podrían ser grandes aliados. Gemí antes de pedirle a Seth que continuase leyendo.

Pero esa voz tranquila, tímida, me resultaba poco familiar, no pertenecía a ninguno de los cientos que rebotaban por la habitación, estaba seguro. Era completamente nueva.

Miré confundido antes de sacudir la cabeza. Isabella parecía más misteriosa y extraña a través de mis ojos.

¡Ja, buena suerte, idiota!, pensó Jessica antes de contestar la pregunta de la chica.

—Mamá, permítenos darle un susto— rogó Rosalie, poniendo expresión de pena.

—Uno bien pequeño para que no trate a la gente de este modo— añadió Alice, rebotando en el sillón.

Esme suspiró larga y pausadamente, luchando con sus pensamientos interiores, los cuales se debatían entre el sí y el no.

—Yo les ayudaría, chicas— apuntó Leah, sonriendo maliciosamente.

—Algunas personas merecen un castigo por ser tan ociosas, presumidas y crueles— agregó Sue, mirando a Esme.

—Yo no las detendría— dijo Charlie, entrelazando sus dedos—. Esa chica se comporta de buena manera con mi hija, pero piensas cosas horribles de ella y nadie habla o piensa así de ella.

Esme volvió a suspirar, mientras cuatro féminas la miraban expectantes.

—Está bien, pero algo pequeño y que pase por mi supervisión. No queremos que la humana se asuste, entendido— susurró ella, entrecerrando los ojos brevemente.

Ante la aprobación, Rosalie y Alice lanzaron un grito de júbilo al tiempo que saltaban y se abrazaban una a la otra.

Mujeres Pensé, negando con la cabeza.

—Joven Seth— dijo, entonces, Esme callando los aplausos de mis hermanas—. Sigue leyendo, por favor.

Seth le sonrió antes de volver a leer.

Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. No sale con nadie —levantó la nariz, desdeñosa—. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa.

Es cierto, pero Bella….Sacudí mi cabeza. No podía pensar cosas como esas. No tenía derecho.

Volví la cabeza para ocultar la sonrisa. Jessica y sus compañeras de clase no tenían ni idea de la suerte que tenían al no interesarme ninguna de ellas en especial.

¡Ah!, con que por eso había sonreído. Había oído a Jessica y su parloteo interno antes de que ella hablase y yo pensase aquello.

Sonreí, pero pronto fruncí el ceño. Isabella se percató de esa acción y yo, mientras tanto, me estaba volviendo loco por leerle la mente. Me maldije a mí mismo. A veces me comportaba como un imbécil. Suspiré y me froté la sien antes de que la lectura continuase.

En ese estado de humor fluctuante, sentí un impulso extraño que no terminé de entender.

Miré confundido al libro, pero antes de que pudiese reflexionar, Seth había seguido leyendo.

Quería hacer algo respecto al tono mezquino de los pensamientos de Jessica, de los que la nueva no era consciente…

Asentí, de acuerdo conmigo mismo.

Sentí la extraña urgencia de interponerme entre ellas para proteger a Bella Swan de los oscuros manejos de Jessica.

Sonreí. Eso era justamente lo que pensaba el capítulo anterior; proteger a Bella de mentes perversas como la de Jessica. Pero, cuando comenzaba a reflexionar sobre esta chica, un chillido me sacó de mi ensoñación: Alice, Rosalie y Esme me miraban radiantes y felices.

Las miré sin comprender, su actitud me confundía completamente. No sabía ni quería enterarme qué cosa pasaba por sus mentes, las dejaría a ellas solas con sus pensamientos.

Suspiré, pidiéndole a Seth que continuase leyendo.

Era algo muy raro en mí sentir aquello.

Asentí una vez más de acuerdo conmigo mismo.

Intenté llegar hasta las motivaciones que alimentaban dicho impulso y volví a examinar a la chica.

Quizás fuera un instinto protector, el del fuerte sobre el débil, sepultado en alguna parte desde hacía mucho tiempo.

Volví a sonreír, el yo del libro pensaba lo que pensé en el capítulo anterior. Me encantaba saber que aunque fuese un infierno estar leyendo este manuscrito, al menos tenía algo en común con el Edward del libro. Suspiré y miré a Seth para que siguiese leyendo, pero la mirada radiante de mi mamá y hermanas me volvía a dejar desconcertado, ¿Qué diablos les pasaba?

No podía entenderlas y estaba seguro que no las entendería de momento. Volví a suspirar, no quería volverme loco antes de tiempo.

La muchacha parecía más frágil que sus nuevas compañeras de clase. Su piel era tan translúcida, que resultaba difícil creer que le ofreciera mucha protección frente al mundo exterior.

Charlie me sonrió ampliamente, satisfecho con mí diagnóstico a su hija. No obstante, por los latidos de su corazón, esa satisfacción era solo por esa descripción porque aún pensaba que no me quería cerca de Isabella.

Suspiré, antes que la voz de Seth me sacase de mis pensamientos.

Podía ver el rítmico pulso de su sangre a través de las venas bajo esa clara y pálida membrana… Sería mejor que no me concentrara en eso, se me daba muy bien la vida que había escogido, pero estaba tan sediento como Jasper y no tenía sentido darle alas a la tentación.

Temblé sin proponérmelo, mientras escuchaba gruñidos de parte de los lobos por mi conducta irracional.

Para aliviar la tensión, Seth prefirió seguir leyendo.

Tenía una arruguita entre las cejas de la que ella no parecía consciente.

Vi a Esme, Alice y Rosalie sonreír complacidas.

Rodeé mis ojos.

¡Aquello era increíblemente frustrante!

Volví a asentir de acuerdo conmigo mismo.

Veía claramente el esfuerzo que le costaba estar allí sentada, intentando conversar con extraños, siendo el centro de la atención. Podía adivinar su timidez por la postura de sus hombros, de aspecto frágil, ligeramente hundidos, como si esperara un desaire de un momento a otro.

—Debo reconocer que es una acertada descripción de mi hija— susurró Charlie, suspirando.

Me limité a asentir y a sonreír. No obstante, otra vez vi a mi mamá y a mis hermanas sonreír, solo que esta vez, Emmett y Jasper acompañaban esas sonrisas. Intenté leer sus mentes, intrigado por esas expresiones de felicidad; pero los cinco me bloqueaban sus pensamientos.

Miré, entonces, a mi padre. Él igual me bloqueaba, sin embargo, se veía intrigado y serio. Sacudí mi cabeza y seguí escuchando la lectura. No quería volverme loco intentando descifrar los pensamientos de mi familia, me bastaba y sobraba con el dolor de cabeza que me estaba provocando la lectura para añadirle este nuevo asunto.

Pero sólo podía adivinar, ver o imaginar. No había más que silencio en esta chica humana tan sumamente corriente. No podía oír nada. ¿Por qué?

Gemí frustrado. Aún se me complicaba el hecho que pareciera que no lo podría leer la mente a esta chica.

Nadie se atrevió a decir algo, por lo que Seth continuó leyendo.

¿Qué pasa? —murmuró Rosalie, interrumpiendo mi concentración.

—Gracias— le agradecí a mi hermana, sobándome la sien—. Ya no aguanto tanta tensión, irritación y frustración por este tema.

Rosalie asintió, pero no me dijo nada. Todos comprendían que tanto en el libro como en el presente estaba teniendo grandes problemas conmigo mismo y con Isabella, y ninguno quería decir o hacer algo que me irritase más de lo que ya estaba. Le agradecí con la mirada a mi familia e invitados.

Dejé de mirar a la chica y sentí una especie de alivio. No deseaba seguir intentándolo sin éxito, me irritaba.

Asentí, de acuerdo conmigo mismo.

Te irrita, pero aún así intentas proteger a mi hija, ¿qué diablos te pasa, Edward? Me preguntó Charlie enojado Me estas hartando con tus pensamientos pesimistas, frustrados e irritados con referencia a ella. Más te dale que controles tu conducta y que te alejes de Bella y no involucres en tus pensamientos y mundo.

Asentí, tragando saliva de por medio. Charlie tenía razón, no podía seguir comportándome así con ella y conmigo mismo.

Sin saber el motivo, me deprimí. Isabella era un ser humano extraño, misterioso y peligroso. No había duda de eso.

Y no quería desarrollar ningún interés por sus pensamientos ocultos simplemente porque no podía acceder a ellos.

Volví a asentir mientras mi familia rodaba los ojos.

Sin duda, cuando pudiera descifrarlos, y seguramente encontraría la manera de hacerlo, serían tan superficiales e insignificantes como los de cualquier otro humano. No merecían siquiera el esfuerzo que me costaría llegar hasta ellos.

—No es así— gruñí, en desacuerdo con el Edward del libro—. No son como cualquier otro ser humano, ¿por qué mierda no puedo acceder a ellos? Me estoy volviendo loco.

—Calma— me dijo mi padre, mirándome con tristeza. Jasper, mientras tanto, me enviaba oleadas de paz para que me tranquilizase—. Ya descubriremos la razón.

Asentí, consciente de la mirada preocupada, perpleja y aturdida de mi familia e invitados, ¡Estúpida lectura! Pensé antes de volver a prestarle atención a Seth.

¿Así que la chica nueva nos tiene miedo ya? —preguntó Emmett, esperando aún una respuesta.

—No— se respondió a sí mismo Emmett, ladeando la cabeza de lado a lado Lo que es increíble

Todos asintieron con la cabeza. Era imposible de conciliar el hecho que ella no nos tuviese miedo. Escapaba a los estándares de la humanidad.

Me encogí de hombros. No estaba lo suficientemente interesado para seguir presionando y obtener más información. Ni debería interesarme.

Volví a asentir de acuerdo conmigo mismo. Estas eran las palabras más verdaderas dichas nunca. No debía interesarme.

Mi familia, nuevamente, rodaba los ojos. Los ignoré, rogándole a Seth con la mirada que siguiese leyendo. Él lo hizo sin demoras.

Nos levantamos de la mesa y salimos de la cafetería.

Me tensé ligeramente. Ahora sabría qué había pasado por mi cabeza con ese casi ataque a Bella. Estaba seguro que no sería nada bueno.

Sacudí mi cabeza al tiempo que Seth continuaba leyendo...


*Infrasonido: No sé si será ese tipo de oído. Leí un artículo para ayudarme, pero no lo entendí y terminé confundiéndome entre Ultrasonido e Infrasonido. Si no es así, solo avísenme.


Hola chicas.

Siento mucho el retraso, lamentablemente las obligaciones en la Universidad y un bloqueo mental me impidió escribir. Recién la semana pasada salí de dicho bloqueo.

No obstante, luego de seguir escribiendo y darme cuenta que parecía que jamás llegaría al final y que llevaba 45 hojas Word y me quedaban cerca de 5 hojas para acabar el capítulo completo, decidí que los puntos de Edward los dividiría en dos partes.

De esta forma fue que el capítulo actualizado hoy quedó a la mitad. Son alrededor de 32 a 33 hojas Word las que leyeron. Es bastante y creo que es mayor a lo que he hecho nunca. Además se pudieron dar cuenta que las reacciones se me iban de las manos tanto escribir, ¿no?

En fin, espero que la decisión que tomé sea la mejor.

Otra cosa, no me envíen review pidiendo actualización. La autora tiene que liar con las clases de la Uni, el estudio, la práctica, Hogwart Lee, Leyendo The Twilight Saga y la reedición de Hogwart Lee I, es mucho y muy poco tiempo el que tengo para hacer todo.

Eso, nos leemos pronto. Besos.