8. Gracias
Todos alguna vez han escuchado toda clase de cosas sobre la muerte, algunas son demasiado trágicas y fatalistas, otras muy irrespetuosas y algunas hasta ingenuas. No hay nadie vivo que pueda proclamarse especialista de la muerte, así que no tiene caso hablar de qué está bien y qué no. En esto, como en casi todo lo que vale la pena, no puedes tener un punto de vista imparcial, por que simplemente jamás puedes defenderlo del todo. Pero vamos, no estás aquí para escuchar de filosofía barata ni nada por el estilo.
Estás aquí para presenciar un final. Aunque no, no te preocupes, no es la clase de final del que has sido testigo los últimos días, no hay más muerte en esta historia, sólo un desenlace, el cuál, tenía que llegar.
Pero eso no es lo importante ahora, lo que debe preocuparnos —o interesarnos, pues no es nada de vital importancia—, es la gente que ha protagonizado esta historia. Y que justo ahora va comenzando su día.
Esta vez, el primero en levantarse no es Kai, ése sí despertó muy temprano pero hace unos meses descubrió la maravillosa experiencia que es quedarse en cama después de despertar, y no va a salir de la habitación pronto. Así que vayamos con el que sí dejó la cama apenas abrió los ojos: Rei.
Él y Mao están en la cocina. Si dicen que hay hábitos que son difíciles de dejar, justo ahora este chino lo demuestra mientras hace gala de sus habilidades culinarias, de pronto sintió la nostalgia de preparar comida en esa cocina. Su novia trata de ayudarle pero ella está más capacitada para la labor contable que para la gastronómica.
En cuanto la casa comienza a llenarse de aroma de algo comestible y que —sobre todo—recuerda a viejos tiempos, la gente empieza a dejar los espacios donde durmieron.
Daichi compartió el cuarto con Hiromi, el pelirrojo es el primero salir, ella se demora un poco para tomar un baño y arreglarse un poco. Ambos durmieron en la habitación de Takao y la chica aprovecha el tiempo para ver la recámara de su amigo y recorrerla con nostalgia, no ha estado aquí en algunos meses, no preguntemos más.
El pelirrojo corre por el pasillo haciendo mucho ruido, en el cuarto de Hitoshi, Max bosteza y se pone de pie, ve a Kai y no se admira de que ya esté despierto en su cama improvisada en el piso. Se miran un momento, ya conocemos a cada uno de estos dos, quizá te preguntes por qué han dormido así, pero basta hacer un conteo de personas, habitaciones y camas. Mucha gente necia de dormir en esa casa y poco espacio, así que éste era el único modo de hacerlos caber. Nada más.
—Todavía no te vas a levantar, ¿verdad? —pregunta el rubio con una sonrisa—, ¿te vas a ir muy tarde?
—Sí, un poco, tengo asuntos qué arreglar pero no pienso hacerlo hoy —Kai se pone de pie, ahora que Max ha dejado la cama, se acuesta ahí— asegúrate de que me dejen algo de comida, por favor.
Max asiente con una sonrisa, sabes que este muchacho tiene un gran corazón, cumplirá el pedido del otro aun si para eso tiene que pelear con dos glotones de grandes ligas. Kai lo sabe y no se siente culpable por pedírselo, Max le ha confesado que se quedará un tiempo con Takao, y poner bajo control a esos dos, será un buen comienzo para familiarizarse con lo que se encntrará.
Mizuhara camina por el pasillo siguiendo los pasos del pelirrojo pero se detiene delante de la puerta del cuarto del occiso abuelo Kinomiya, Takao está adentro y quiere asegurarse que su amigo está bien. Llama un momento a la puerta y espera por una respuesta, al escuchar un débil 'pase', entra y sonríe al ver que su amigo apenas está despertando.
—¿Por qué tienen que despertarme tan temprano en domingo? —masculla Takao debajo de la cálida protección de las mantas.
—Hoy es lunes Takao —Max responde con una sonrisa—, Rei preparó el desayuno, si no te apresuras, Daichi te va a dejar sin nada.
—Ah sí —dice Kinomiya de mala gana—, ¿por qué no te adelantas?
¿Qué imaginarías tú si Takao te dijera esto? Seguro algo similar a Max: Takao jamás lo alcanzará, seguro se quedará en cama lo que resta de la mañana, la tarde o, en su estado, el día. Max sabe bien y niega con la cabeza, sujeta las cobijas y tira de ellas. A lo largo de los años ha aprendido técnicas para poner de pie a su amigo.
—No Takao —dice Max sin dejar de sonreír con un tono un tanto autoritario—, no puedo dejar que te quedes y menos aquí.
Takao frunce el ceño mientras trata de aferrarse a la sábana que es lo único que le queda.
—Sólo por hoy, ya mañana, ya mañana que se vayan voy a continuar con mi vida. Sólo hoy quiero quedarme aquí.
Tal vez no lo sepas pero Max es un experto identificando principios de depresión en sus amigos, tal vez no sea una mente brillante como Kyouju pero tiene una empatía bien desarrollada. Y sabe que dormir en la cama de su abuelo muerto no va a traer ninguna clase de consuelo a Kinomiya, de hecho, es casi un hecho que va a tener un retroceso si lo deja ahí.
—No Takao —dice el rubio firmemente—, Kai se ofreció a dormir aquí y fuiste tú quien quiso hacerlo. Ahora, te pones de pie, te cambias y me acompañas a desayunar.
Takao tuerce la boca y exhala molesto, claro, sus reacciones de berrinche son clásicas, cuando las cosas no le parecen. Sí, acaba de tener una gran pérdida, pero también es cierto que no hay que dejar sola a una persona a la que le dolió mucho, a veces es fácil aparentar que se está bien, para él no es difícil.
—¡Max! —se queja Takao—, sólo unos minutos más.
—¡No!
Después de hacer un berrinche, se pone de pie de mala gana y camina al lado de su amigo fuera del cuarto.
—No vas a bajar así, ¿o sí? —no puede evitar preguntar el rubio al ver al otro, sólo imagínate a Takao recién levantado y le darás la razón a Max.
—¡Claro que no! —exclama Takao—, pero toda mi ropa está en mi habitación.
—Perfecto —dice Max, sabemos que Hiromi sigue ahí y no hay razón para creer que ella lo dejará volver a acostarse y seguir durmiendo. Así que Mizuhara lo deja ir sin ningún temor.
—Sí, sí —Kinomiya agita una mano—, ya voy. Por cierto —dice y voltea a verlo— ¿cuándo te vas?, ¿vas a quedarte al menos un par de días? Me gustaría que saliéramos, ya que eres otra vez mi mejor amigo y estás aquí, hay que aprovecharte.
—Va a haber tiempo para muchas cosas—sonríe Max—, decidí quedarme algunos meses para acompañarte, voy a vivir contigo.
Takao se queda estupefacto, creo que no hay necesidad de recriminarlo. El muchacho se había hecho a la idea de que al día siguiente se encontraría con la casa vacía y los recuerdos rondándolo como fantasmas. Sabemos que suele ser terco e infantil por cualquier tontería, pero en este momento vuelve a serlo y no por que el anuncio de Max sea una tontería, sino por que está profundamente conmovido, y si no se echa a llorar, es por que los últimos días ha habido mucho de eso y le quedó bien grabada la lección que le dio su abuelo a través de Kai el día de ayer: 'más vale una sonrisa que muchas lágrimas'. Así que este glotón elige, por encima del llanto, dar golpecitos en el hombro de Max y sonreír.
—Gracias, necesitaré quien haga la limpieza y me alimente, eres un gran amigo, Maxie.
Apuesto que hasta tú lo pensarías dos veces si un Takao Kinomiya te dijera esto, pero, así como conoces a Takao, conoces a Max, y de inmediato sabrás que es broma. Al menos así lo ha hecho el rubio, asiente y retira la mano de su hombro.
—Claro que soy un gran amigo —le ofrece al otro una sonrisa misteriosa y abre la puerta—. También soy un gran capataz, Rick me lo ha dicho siempre.
La sonrisa de Takao se evapora y se apresura a entrar a la habitación. Tan aprisa lo hace que casi choca con Hiromi, los dos se quedan mirándose un momento, embobados con la idea de estar nuevamente juntos en esa habitación.
—Buenos días, Takao.
—Hola Hiromi.
Ella es la primera en sonreír y busca la puerta esperando que el momento no sea incómodo. Si alguna vez has tenido que confrontarte con un ex a quien no terminaste detestando, quizá puedas entenderla, rompieron por tonterías que en ese entonces eran las cosas más razonables, ahora no saben qué pensar del otro. El viernes pasado, cuando los dos limpiaron el dojo, les hizo preguntarse en qué punto de su post-relación estaban, y les cuesta creer que estén preguntándose si vale la pena intentarlo de nuevo.
—Me alegra ver que ya quitaste tus pósters de MingMing —dice ella todavía sonriendo.
—Sí bueno —Takao se sonroja de inmediato, está avergonzado, imagino que tú también lo estarías de reconocer que durante un tiempo fuiste fanático de una cantante como MingMing—, creo que pasé mucho tiempo con Kyouju ese verano.
No hablaré mucho de ese momento, pero sin Max cerca y con unas largas vacaciones encima, Takao compartió muchos gustos con el genio computacional.
—Quería decirte que voy a seguir viniendo —Hiromi comienza con un tono enérgico—, voy a asegurarme que no pierdas el tiempo y empieces a dejar de ir a la escuela —su nivel de voz fue disminuyendo, no la culpes por esto—, aún si ya no hay té y galletas, quiero seguir viendo cómo se hace de noche en tu jardín.
Sé que a estas alturas ya no debería ponerse así de sentimental, pero esas visitas se hicieron parte de su rutina y aún no está lista para cambiarla.
—Max se va quedar un tiempo —responde Takao—, pero eres bienvenida cuando quieras —el tono es tranquilo está un tanto conmovido de las palabras de la chica, la mira y le toma de la mano—. Me gustaría que todos se quedaran, pero con Max, Kyou y tú, será muy parecido a los viejos tiempos.
Ella sonríe halagada, vamos, que los dos están pensando en lo mismo, quizá hasta tú. ¿Debe haber un beso? Pero no, estos dos no son de esa clase de románticos. Así que Hiromi le deja caer una palmada en el hombro y dice con una gran sonrisa.
—¡Como los viejos tiempos! —ríe y le guiña un ojo—, como los viejos tiempos.
Takao se queda parado como un idiota sin palabras, ¿también estás pensando lo mismo que él? No digamos más. Ella va a ver si aún hay desayuno, él se queda para cambiarse de ropa.
Mientras lo hace, recorre con la mirada su habitación, se recuerda que tiene que cambiar ciertas cosas y sacar otras. Kai le ha recomendado que después del testamento, decida qué quiere guardar realmente y que no se empeñe en dejar la casa sin cambios por que a la larga, en vez de traerle buenos recuerdos de su abuelo, lo va a condenar a repasar la rutina una y otra vez. Supone que es un consejo sabio.
Cuando deja el cuarto y sale al pasillo, Takao se da cuenta que aún hay alguien en el cuarto de su hermano. Sorprendido de que sea Kai, pues sabe tan bien como tú que Max durmió con él y el rubio tiene al menos quince minutos desayunando. Llama a la puerta y ésta se abre de inmediato, Takao trata de contener la sonrisa ante el gesto adormilado de Kai.
—¿Quién lo diría, Kai? Ahora los papeles se invierten —no puede quitarse esa sonrisa de triunfo, quizá tiene algo de razón, recordemos cómo era Kai—. ¿O estás enfermo?
—Si el cansancio cuenta, sí, casi estoy desahuciado —responde Kai, es claro que trata de no caer en el juego de Takao—. ¿No deberías estar ya desayunando? —pregunta de mala gana, no quisiera tener a este muchacho haciendo mofa de él.
—Vamos, vamos, no tiene nada de malo que la gente sepa que eres un holgazán como yo —pero Takao está encantado con la idea de invertir los roles—, ¿por qué no voy por un vaso con agua para que despiertes?
Kai comprende que ya no va a poder permanecer en la cama, suspira y mira al otro.
—Inténtalo.
Si Takao no lo conociera bien, correría al baño a llenar un vaso, pero tú lo conoces tan bien como Takao, y ese tono de amenaza mal disimulada sin duda detendrían hasta al más necio. Así que el muchacho no insiste, pero como tú y yo bien sabemos, no importa la situación o la persona, este Kinomiya no siempre piensa del todo lo que hace.
—Está bien, está bien —pero esto no ha acabado, sabemos que Takao, cuando quiere, guarda lo mejor para el final—, aunque no deberías tratarme así, no quisiera recordarte a quién vi llorando ayer.
No te preocupes, Kai está demasiado relajado así que no lanzará a Takao por la ventana, afortunado, de lo contrario, no nos gustaría saber de qué podría ser capaz ante esa amenaza. Kai, con todos sus años de experiencia de lidiar con Kinomiya, asiente, lo mira y sonríe, esa sonrisa que sólo aquellos que sabes son capaces de reírse en la escena más dramática y triste de alguna película, te dice que no insistas o no te va a gustar lo que vas a encontrar. Y la propia sonrisa de Takao disminuye cuando tiene un recuerdo vago de una apuesta perdida, ellos viendo Bambi, y Kai conteniéndose la risa cuando la mamá del venadito murió, créeme, no quieres saber más.
—Podrías ir y decirles a todo al que le interese y seguir burlándote por mucho tiempo, pero entiende que tendría que decirles a esas mismas personas sobre cierto incidente en un bar con alguien de nombre Jay y que no resultó ser la rubia que aparentaba.
No, tampoco vas a querer saber más, pero que baste de explicación el tremendo sonrojo de Takao.
—¡No te atreverías! —exclama Takao.
—¿Te gustaría probarme?
Kinomiya traga saliva y baja la cabeza reconociendo su derrota.
—¿Vienes a desayunar?
—Vamos.
—Escuché que Max se queda un tiempo aquí, eso tranquiliza. Además, supongo que Hiromi no se separará mucho de la casa —Kai comenta mientras caminan por el pasillo—. Me gustaría quedarme también pero hay una horda de idiotas a los que tengo que atender en Rusia.
—Yo terminaré el semestre y me tomaré un descanso, seguiré tu consejo.
Ahora podemos ver a Kai sonreír, piensa decirle que si tiene tiempo, que vaya y lo haga con cada una de las propiedades de su abuelo, él no ha tenido el tiempo para hacerlo, ni la voluntad, para él casi todo es basura.
Cuando llegan a la cocina, sólo Rei está ahí, se saludan y el chino les sirve, como es lo usual, Kai acaba en menos de diez minutos y sin decir nada se levanta, lo que nos deja a Takao y Rei a solas, puedes imaginar que el hecho de que Kai terminara tan pronto no fue sólo por la velocidad con la que come, sino para que Rei pudiera tener a solas la plática que todos sabemos inevitablemente quiere tener con Takao, pues se marcha esta tarde.
—Lamento que no podamos quedarnos más tiempo, Takao.
—Para nada Rei, no tienes idea lo mucho que significa que todos hayan estado aquí. Hizo más fácil todo.
—Era lo menos que podíamos hacer, tu abuelo fue una persona que hizo mucho por el equipo y por cada uno, era justo que estuviéramos aquí.
Takao asiente y sonríe dándose cuenta que no va a ser tan sencillo dejar de sentirse triste cada que mencionan a ese viejito, aún menos si es algo emotivo. Pero no importa, está bien que sea así, no le gustaría ser como Kai y tener esa mezcla de sentimientos que no le gusta reconocer, como sea, hay que aplaudirle la madurez, ya no se echa a llorar sólo lo mira con una sonrisa comprensiva.
—Aun así te lo agradezco.
—Me apena tener que dejarte, deberíamos quedarnos más tiempo pero si faltamos un día más al trabajo... además ya compramos el boleto y...
No podemos culpar a Rei por sentirse de ese modo, alguien menos sensible —insértese nombre que empieza con K— le diría que no exagere y se deje de tonterías, pero es Rei y Takao de quien hablamos, así que el japonés comprende que el chino no puede costearse muchas cosas, puede imaginarse el gran esfuerzo que hicieron para estar ahí y sólo se siente más agradecido.
—No te preocupes, Max se quedará un tiempo. Papá y Hitoshi van a tratarlo, pero sé que no podrán quedarse más de tres semanas, Daichi y su mamá se van mañana, posiblemente Kai también, Hiromi seguirá viniendo, Kyou también, no me quedo solo.
Rei se admira de la decisión de Max, ahora sí se siente más tranquilo. Aunque en el fondo, tiene un poco de envidia, ¿te has llegado a lamentar de ya no ser una persona sin tantas obligaciones? Justo así se siente Rei, ahora tiene que atender a un estricto horario y una lista de deberes que no puede evitar, ya no puede darse el lujo de pasarse largas temporadas en la casa de Takao. Te confesaré que el chino no lo había pensado así, estaba tan satisfecho con todo lo que hacía que no se había detenido a pensar todo lo que estaba sacrificando.
Aunque eso no sirve de mucho, eso no hará que se quede ni que se vaya contento, al menos sabe que su amigo no se quedará solo.
Los dos pasan a la sala donde todos se han reunido, hablan del circo improvisado del día anterior. No ha dejado de ser el tema principal de la plática, aunque no se queda atrás hablar sobre las cosas que han estado haciendo, desde ayer por la tarde y hasta ahora han sido los únicos momentos en los cuatro días días de funeral en que han podido reunirse y hablar sin sentirse incómodos de tocar esos temas. No se han visto todos en casi un año, así que es un tanto justo que se pongan al tanto. Aún si saben la mayor parte de las cosas, no hay como que te lo digan directamente ¿no?
Así pasan el tiempo, de pronto Takao se queda callado al ver el reloj y los demás lo van imitando poco a poco al verlo.
¿Alguna vez has esperado con ansiedad que pase algo y cuando está por suceder, te das cuenta que no deseas que ocurra?, ¿alguna vez has llegado a comprender cuándo es que algo va a acabar? Cuando eres capaz de percatarte de que una cosa, un evento o un momento termina y no vuelve... ¿qué sientes, en qué piensas? Justos estas personas piensan y sienten eso. Pues es la hora de que llegue la persona que leerá el testamento y dé por finalizado este suceso.
Intercambian miradas, ya se han reunido las familias de todos, la plática fue animada conforme fue llegando más gente y ahora que son las dos de la tarde y el encomendado llegará. Los Kinomiya, las Tachibana, los Mizuhara, los Sumeragi, Rei y Mao, y Kai, están en la sala esperando. Entonces, después de dos minutos en silencio mientras cada uno piensa en lo que será alguien llega.
Finalmente, el hombre que trae un portafolio, dentro un fólder y ahí, el papel que los ha hecho esperar llama a la puerta. ¿Qué sentirías en un momento así?
Hitoshi corre a abrir.
—Buenas tardes, ¿familia Kinomiya? —pregunta el hombre, Takeshi Urehu, ¿lo recuerdas?
Hitoshi asiente y le permite pasar.
No viene solo, los cuatro viejitos que de inmediato reconocen como los amigos del abuelo, vienen con él. Ni ellos ni el hombre se admiran de que tanta gente esté reunida. El señor Urehu ha hecho esto por años y no es la primera vez que leerá la última voluntad de una persona que, es claro, fue querida por muchos. Los otros cuatro, bueno, estos lo conocieron bien.
La formalidad de esta situación no tiene caso explicarla, mejor piensa en cada uno de ellos. En lo que hicieron, sintieron y pensaron, quizá en lo demás que pudieron haber hecho, pensado o sentido, siempre sabemos sólo una parte de lo que hay en cada persona, como en esta historia, nunca se podrá transmitir todo, pero ese poco que se puede, a veces apenas es suficiente.
La lectura comienza y así también inicia el fin.
Lamento que no pueda verlos, pero mi muerte fue lo que hace posible esta reunión. Aunque no necesito verlos para saber quiénes están y quienes no. A los amigos, les agradezco el tiempo que han pasado al lado de mi familia, a la familia, no tengo nada qué decirles que no sepan ya, y a mi muchacho y sus amigos que son otra clase de familia, les debo mucho por que sé que han apoyado a mi Takao todo este tiempo.
Saben que no poseo nada de más valor que lo que ya conocen, así que espero que ninguno se sienta defraudado por mis decisiones, lo hice con mis mejores deseos y espero lo entiendan y lo acepten, y si no, pueden poner sus patitas en la calle y seguir su camino. Sé que no pasará, me conocieron y los conocí.
Aquí, a pesar de varias sonrisas, es cuando los ojos de algunos recuerdan que aún pueden llorar, cuando la voz de Takeshi termina el primer párrafo. Nadie llora pero algunos no están del todo seguros si seguirán así. Amigos, familia y otra familia.
—El señor Ryuunosuke marcó párrafos que cada uno debía leer. Me dijo que si no querían que no lo hicieran, si es el caso, lo haré yo.
Todos se miran entre sí, preguntándose unos a otros y a sí mismos si quieren leer. ¿Tú quisieras leer un mensaje que algún muerto querido te dejó? Complicado, ¿no? No se le puede culpar a quien no quiera hacerlo.
Takeshi entrega el folder con el testamento a uno de los viejitos amigos del otro vejito. Ellos se miran entre sí y uno de ellos aclara la garganta mientras se coloca los lentes.
A los buenos amigos que tengo, a esos no les dejo nada, esa bola de viejos, sé que El Club estará bien sin mi, como lo estará cuando ustedes se mueran.
Hay risas de algunos y miradas incómodas de otros. Los cuatro ancianos asienten satisfechos y se ponen de pie. Es todo lo que tenían que escuchar, ahora es una cuestión más íntima y familiar, ellos, a ellos no les hables de intimidades con Don Kinomiya, ya sabes, cosas de viejos. Así que después de despedirse, los cuatro se van dejando a las familias.
El folder llega a manos de Yoshimi, también la recuerdas, ¿verdad? Estuvo un poco desaparecida en el relato pero piensa que siempre estuvo por ahí en algún rincón. Ella sonríe tímidamente ante las miradas ansiosas de los demás y empieza.
Para la mujer sin quien seguramente esto hubiera sido mucho antes de lo esperado, querida Yoshimi, para ti tengo esos sombreros que tanto te gustaron de mi difunta esposa. Úsalos y presúmelos, ella adoraba exhibirlos en las tardes calurosas, hazlo también, y cuando lo hagas, piensa en lo afortunado que fui que dos hermosas mujeres presumieran algo que yo les di.
Yoshimi sonríe un poco sonrojada, agradece y repite lo mismo que los viejitos.
Takeshi dirige el folder a Kyou y sus padres, pero ninguno quiere recibirlo. Takeshi asiente y lee el contenido.
Para los mejores cocineros que conozco, para aquellos héroes de la cuchara y el tazón, quiero dejarles las recetas que acumulé a lo largo de mi vida. Sé que no soy ninguna clase de cheff de alta cocina pero sé que apreciaban los productos de mi cocina. Les pido que entreguen una copia a Rei y dejen otra en casa por si algún día mi nieto prefiere preparar su propia comida.
Para el chico más listo del mundo, ese viejo radio que admirabas. No sé qué clase de valor económico tenga, dijiste que era una antigüedad, no lo sé, pero sí sé que el gran valor que tiene para mí es de otra clase, espero lo tenga para ti también.
La siguiente en recibir el folder es Hiromi, mira a su madre y la mujer le insiste que sea ella quien lea, pasando saliva y tratando de controlar el nudo en su garganta, Hiromi comienza.
Para uno de los apoyos incondicionales estos años y sin quien no habría podido contar de la ayuda de la linda Yoshimi. Hiromi y su madre, para usted, ese cuadro que siempre contemplaba en el pasillo. Espero le sirva para animarse y tomar esas vacaciones en la playa hawaiana de las que tanto hablaba. No deje nada para después, "después"a veces ya es muy tarde.
Para mi gruñona favorita, el gran espejo que tengo en mi cuarto. Cada vez que te veas en él, quiero que notes todo lo que eres y lo que no eres también, recuerda que las verdades no se pueden maquillar, acéptalas y no les des la espalda. Son parte de ti y tú vales mucho la pena, así que si alguien quiere hacerte menos usándolas en tu contra, demuéstrales por qué te admiraba tanto. Sobreviviste cuatro años manejando el equipo de mi nieto. Si pudiste con eso, puedes con el mundo entero.
Cuando Hiromi acaba ya llora, sé que dije que no habría lágrimas pero éstas son de pura satisfacción, esa extraña mezcla entre la alegría y la paz. Se lleva una mano a la boca y cierra los ojos, Hiromi sabe perfectamente de qué habla, nadie más en la sala lo sabe, sólo ella, y tú también.
Las hojas llegan a manos de Rei, mira a Mao un momento y ella le da un codazo apurándolo. La ansiedad en la sala es palpable, todos quieren saber qué tiene que decirles el abuelo. Rei aspira hondo y comienza.
Para esa linda gatita de rosa que casi estoy seguro vino desde China, una peineta que fue de mi esposa. Sé que no nos conocimos lo suficiente, pero sí sé que eres una mujer fuerte y aguerrida, decidirte a hacer lo que hiciste para estar con Rei no lo hace cualquiera. Así era la abuela de Takao, por eso, esto es para ti.
Para mi admirado Rei, si no estás a un paso de alcanzar el Nirvana, muchacho, vas para santo. Nunca perdiste la cabeza con mi nieto ni con ninguno de los problemas que tuvieron, eres el perfecto balance entre lo que un buen hombre debe ser. Para ti ese libro que alguna vez te di, supongo que ahora sabes el significado que tuvo para mi y espero lo tenga ya para ti también. Apuesto que serás un esposo perfecto y un padre de admirar, sólo no olvides dos cosas: sí, hay que hacer lo correcto pero a veces la vida requiere que hagas un poco de incorrecto para que tenga sabor, y lo otro, nunca dejes de reírte de ella, ya sabes cuál es el chiste de la vida, ahora sólo falta vivirla.
Rei no llora, él sólo puede sonreír, una de esas sonrisas donde duelen los músculos pero no puedes quitar. Mira la esquina donde decidió guardar el libro. Esas palabras sólo sirvieron de recordatorio, va a vivir su vida como quiera pues es suya, espera algún día enseñarle lo mismo a sus hijos.
Takeshi le indica que entregue el papel a Daichi, el pelirrojo mira asustado al tenerlo en las manos. Se lo pasa a su madre y Orin no se niega a leer.
Para mi querida Orin, la superpoderosa que sacó adelante a su monstruo pelirrojo ella sola. Para ti el juego de tazas de la alacena, espero que con eso completes tu colección, y aún si no, que cada que tomes un rico café en ellas, te acuerdes de mi y las largas pláticas que compartíamos cada que nos visitaste.
Para el ya no tan pequeño Daichi, mi cámara. Sé que no es la ultra-súper digital que esperabas pero hace su trabajo, y lo hace muy bien. Para que no tengas excusas de que olvides lo que realmente vale la pena, una imagen es un buen recordatorio de lo que es importante, elige, elige bien y no lo olvides, por que los demás no olvidan, recuerda eso muy bien. Llena tu vida de gente, recuerdos e imágenes, haz buen uso de ella. Sé que a mi no me vas a olvidar, pero como también sabemos que a veces eres un cabeza dura, te dejo esa cámara para que no tengas pretextos.
Daichi se pasa una mano entre el cabello queriendo que no se note que está a punto de llorar, Orin lo abraza y le aprieta el hombro, diciéndole que está bien si lo hace o no.
Inesperadamente, la siguiente persona a cuyas manos llega el testamento es Kai. Él mira a Takeshi preguntándole si no se ha equivocado, cuando recibe una negativa de éste y Takao, suspira conteniendo la mueca de incomodidad. Mira nuevamente a todos, ansiando que alguien diga que irá primero, apuesto que no te sorprende, él es de los que prefieren ir al final cuando la atención de todos está puesta en alguien más. Pero no tiene opción, es su turno.
Para la única persona que conozco que puede comprarse una isla pero prefiere un metro de pasto a un lado de un árbol y un poco de agua, para aquella que puso la amistad por encima de algo más. Sé que la vida no ha sido fácil y que no lo será pronto, espero que nunca olvides que hay un sitio donde no importa lo mal que vaya todo, por eso para ti, la brújula que fue de mi padre y las llaves de las puertas de mi casa. Mi padre no fue el mejor, pero nunca perdió el rumbo, sé que tú tampoco lo harás, úsala para regresar a ese sitio y las llaves para llegar a él. Sé que a Takao no le molestará tenerte de vez en cuando por aquí, y aún si le molesta, apuesto que no te va a importar. Sé que en tus pocos años has tenido que tomar decisiones más fuertes de las que mi nieto y los otros tomarán en todas sus vidas, pero aún así te agradezco que estés ahí. Sé que como yo estuve, tú estarás. Lamento que no pueda estarlo ya para ti, pero realmente ansío que ese rincón de la casa te ayude. Es tuyo.
El tono de Kai comenzó siendo alto, poco a poco ha ido disminuyendo hasta que termina leyendo en su mente. Nadie se atreve a preguntarle qué dice, el gesto en su cara es de completa estupefacción, y eso no es algo que se vea todos los días. Finaliza con una sonrisa sardónica, ha perdido al segundo hombre que le significaba hogar, a partir de ahora es su turno crear uno para él, y quizá en el futuro para alguien que tenga algo que asociar con casa y estabilidad desde sus primeros años.
Extiende el folder a Max, el rubio sonríe emocionado. Mira a sus padres preguntándoles si está bien que él lea. Taro y Judy están de acuerdo y Max comienza.
Para el gran matrimonio que ha sorteado tormentas y ha seguido unido y adelante, para ellos la colección de películas estadunidenses que nunca terminamos de ver. Estoy seguro que nadie se emocionará como ustedes si viera en un museo los zapatos rojos de Dorothy, el bastón del ciudadano Kane o las pistolas de el bueno, el malo y el feo. Demuestren que sí se podía hacer buen cine sin efectos especiales.
Para el admirado Max, para ti fue muy difícil, tienes lo mejor de cada uno de estos muchachos y tienes la disposición para compartir lo que a ellos les falta., ¿qué podía dejarte? Pero como sé que no te gustaría quedarte sin nada y por qué estoy seguro que cumplirás la promesa que me hiciste, quiero dejarte mi reloj favorito, ése de los conejos amarillos y los pollos azules, sólo tú lo usaría sin avergonzarse. Por que además de un paracaídas, a veces también necesitas un recordatorio del tiempo, y como eso es lo único que no podemos extender, tómalo y llévalo siempre contigo para que las decisiones de tus saltos, sean mejores todavía.
Max sonríe igual que Kai y Rei, pero esta sonrisa no es cáustica ni satisfecha, es simplemente feliz. Al pensar en el estrafalario reloj de coloridos animales piensa en lo mucho que va a dar de qué hablar en el rancho de Rick, él no es excéntrico como el abuelo pero le gustan los colores brillantes. Le quedará perfecto. Como dice, el abuelo de Takao le dio la seguridad que le faltaba y en su honor, hará lo posible por que Takao la recupere, el tiempo que le tome hacerlo, Max no tiene ninguna prisa.
La última persona en recibirlo es Takao, mira a Hitoshi y a Tatsuya, se los ofrece por si quieren leerlo. Ellos mueven la cabeza, claro, todos deseamos que sea Takao quien lea. El muchacho asiente y sujeta con firmeza las hojas.
Para mis muchachos, al final pero jamás los menos importantes. A ustedes tres les dejo la casa donde vivimos tantas cosas buenas como malas, espero, Hitoshi y Tatsuya, que aunque yo haya muerto aquí al igual que nuestra querida Yoshie, que dejen de ser unos tontos y cobardes, y que acepten que la muerte no es ni buena ni mala, es sólo la otra mitad de la vida. No les pido que se muden aquí pero que no se vayan por tanto tiempo. La casa los necesita.
Para mi hijo, para ti Tatsuya, te dejo mi primer casa, apuesto que la vas a adorar. Es un pueblito rural en el norte, tal vez eso no te guste mucho eso pero apuesto que te fascinará. El tiempo no ha pasado por ahí, quizá hasta te encuentres uno que otro fósil viviente recorriendo sus calles. Quiero que algún día la habites, conozcas la tranquilidad y hagas la paz contigo mismo, pues conmigo ya lo estás.
Takao se detiene un momento cuando su padre se suelta a llorar. Aprieta la quijada y decide seguir.
Para el nieto que más se parece a mi, a ti Hitoshi te dejo el terreno donde jamás pude construir mi spa. Está más alejado del centro, siento que te sentará bien tener un lugar propio no muy lejos del sitio donde naciste, no me gustaría que olvidaras tus raíces. También te dejo mi auto, pero, sólo con la condición que te deshagas de esa carcacha que manejas, no es un clásico, es chatarra y no te ves bien en ella, das lástima.
Otra pausa, sonríe divertido al igual que Kai, cuando ve el gesto sorprendido de su hermano. No continúa de inmediato, sabe que lo que sigue es para él y quiere prepararse.
Para mi muchacho, para la persona que más voy a echar de menos y que sé me va a extrañar más. Takao, como te dije, te dejo el dojo, espero cultives ahí a tantos orgullos como yo, que puedas tener la satisfacción de ver crecer a tu mejor obra y saber que aún si no estás, va a estar bien por que hiciste un buen trabajo. Lamento no estar ahí para ver hasta donde puedes llegar, pero me voy con tranquilidad, sé que aunque no toques las estrellas lo que consigas será todavía mejor. Como el Kinomiya que continuará el dojo Kinomiya, también tienes la misión de que ese lugar sea lo que fue para ti, tus amigos y todos los demás. Sé que no va a ser fácil, pero eres mi muchacho, el glotón y holgazán que convirtió a sus enemigos en amigos, el que nunca se rindió y siempre confió no sólo en su fuerza sino en la de los demás para vencer las dificultades.
Takao deja de leer de pronto, todos lo miran y quisieran —o al menos la mayoría— darle un abrazo y decirle lo cierto que es todo lo que dice la carta. Pero no tiene caso, todo eso lo sabe Takao, además, ellos mismos están un poco sacudidos por las palabras de ese testamento que más bien es una carta de despedida.
Takao trata de continuar, no está llorando pero el nudo en su garganta no lo deja. Kai da un paso adelante y la toma lejos de sus manos, lo mira pidiéndole permiso de seguir, luego voltea alrededor preguntando en silencio si alguien quiere continuar, todos acuerdan que sea él. Sin duda es el más ecuánime de í que comienza con voz clara y firme.
Espero no se sientan decepcionados por lo que decidí darles a cada uno, por que creo que lo mejor que pude dejar a cualquiera de ustedes no es algo que pueda colocar en una mesa. Procuré no ser ningún buen ejemplo para nadie, sino ser una persona que pudieran ver como alguien con tantos defectos como todos. Sólo alguien más.
Saben que siempre prefería decir un hasta pronto, nunca me gustaron los adioses, siempre creí que sería una despedida absoluta. Sin embargo, es ahora lo que les digo, sé que nos veremos algún día pero deseo que eso pase en un futuro muy, muy lejano. Así que no quiero decirles un hasta pronto sino un adiós, acompañado de un gracias.
Kai termina de leer y se queda callado, todos lo hacen. No se miran entre sí, cada uno tiene la mirada puesta en un punto que no es otra persona, concentrados en los pensamientos que recorren su mente. No diré que no hay quien llore, algunos sí lo hacen pero quizá alguno de nosotros lo haríamos si nos dedicaran esta clase de palabras. No sé, no siempre conocemos la fuerza de unas simples palabras.
Takeshi recibe las hojas de Kai, contempla lentamente a cada uno y suspira. Ese trabajo no es fácil, regularmente lo es pero no cuando conoces de cerca al cliente y después te toca entregar su última voluntad.
—El señor Ryuunosuke me pidió que les hiciera entrega de las cosas que pudiera, me dijo dónde guardaría algunas de ellas y dónde encontrar las demás. Si es su decisión que lo haga en este momento, puedo hacerlo, si quieren pasar un momento a solas, puedo venir mañana.
Nuevamente se miran, como si nadie quisiera dar ese último paso en este proceso, quizá por miedo a que termine y se den cuenta que no hay nada más adelante.
—Recomiendo que sea ahora, Rei se irá esta tarde al igual que yo —dice Kai de pronto—. Creo que al señor Kinomiya le hubiera gustado que todos vieran lo que tuvo para ellos.
Takao sonríe un poco, no tiene caso decirle a Kai que él no se incluyó en el grupo, aspira profundamente y observa a todos esperando que también esté de acuerdo. No le gusta la idea de que sus dos amigos vayan a irse ese mismo día pero no puede hacer más. Sabe las situaciones de cada uno de ellos.
Y sí, sin decirse más, Takeshi y Takao suben a la habitación del abuelo para bajar con las cosas nombradas en el testamento. Takao no sabía por qué su abuelo las había dejado ahí, pero no se ha atrevido a mover una sola cosa del cuarto, ahora entiende todo.
Las cosas más ligeras son puestas en las manos de sus nuevos dueños, el espejo de Hiromi es un poco más problemático pero con la ayuda de Hitoshi, pronto está en la sala y Mao le dice lo bonito que es y observa lo bien que se le ve la peineta, también le pide a Max ver su reloj y mientras la china contempla la extravagante ilustración de la carátula, se percata de la hora y mira a Rei.
Ahora sí, entramos en la parte final.
Rei toma el libro del sitio donde lo dejó y sonríe al ver el título. Hay que seguir viviendo su vida como el quiso. Se va despidiendo de cada uno y hace promesas de mantenerse en contacto, no puede asegurar que estará pronto de regreso en Japón pero sí que se mantendrán comunicados.
Kai guarda las llaves y la brújula, está un tanto sorprendido de la practicidad del regalo y a la vez, la carga emotiva que tiene, admite que le sienta perfecto, le basta con ese metro de pasto. También se despide de los presentes, no hay abrazos como con Rei pero al menos ya no hay muecas de desagrado de algunos. Él no promete nada, dice que se comunicará si se acuerda, siempre ha llegado sin aviso.
Es hora de irse. Takao, Max, Hiromi y Daichi salen a despedirlos, suben las cosas al auto de Kai y vuelven a reiterar los agradecimientos de Takao y los 'de nada' de Rei y Mao, también un abrazo final, Kai ya ha subido al asiento del piloto, levanta la mano y mira a cada uno. Eso vale por un abrazo de su parte. Los dos chinos suben, repiten despedidas y el auto empieza a alejarse.
Los demás vuelven adentro, la tarde sigue su curso y llega la noche, las Tachibana, los Mizuhara y los Saien se van a sus casas cuando ya ha oscurecido. Entonces llega la mañana, y sigue esta despedida, Daichi y su mamá se van, una escena similar a la anterior se repite, con la diferencia que Daichi suelta unas lágrimas y discute con Takao negándolo. Cuando el taxi llega, el pelirrojo se apresura a pedirles a todos que se reúnan para una fotografía, se siente un tonto por no haberla pedido el día de ayer cuando aún estaban Kai y Rei. Después del 'click', finalmente suben al auto y éste los lleva lejos de esa casa.
Los días siguen sucediéndose, al cabo de dos semanas Judy regresa a Estados Unidos, después de tres semanas Hitoshi se va, casi cinco semanas después, es turno de Tatsuya.
Takao no lo resiente tanto, tener diario a Hiromi y Max es un buen paliativo para la tristeza que a veces lo asalta. El verano está casi en puerta y él ha tomado la gran decisión de iniciar cursos de kendo en el dojo, ahora que está por terminar su semestre y decidió tomarse un descanso, intentará seguir con el pedido de su abuelo de seguir el legado Kinomiya en el dojo.
Julio está por terminar cuando Max decide que es hora de regresar a Canadá, está seguro que Takao estará bien. Este nuevo salto fue exitoso, ahora regresará al otro, a seguir con su locura de vida independiente en ese alejado rancho en la planicie canadiense. Mientras arregla sus maletas, mira la muñeca y el reloj en ella. Es tiempo de preparar el paracaídas nuevamente. Se despide de Takao, ahora son aún mejores amigos que nunca y está por demás decir que el rubio regresará tan pronto pueda.
Después de ir a despedir a Max al aeropuerto, Hiromi regresa a su casa y toma un baño, se viste mientras se mira en el gran espejo. Estudia bien su imagen y asiente.
—Hoy lo haré abuelo —dice y sale de la casa con una gran sonrisa.
Va al dojo de Takao, hoy es la primer clase del grupo de principiantes. Al llegar se asoma al dojo, niños de unos diez años se alinean en el piso de duela, todos miran atentos a su instructor. Se admira de lo maduro que se ve, aunque las malas bromas que de vez en cuando suelta le recuerdan que es el Takao de siempre y, en el uniforme de instructor, tiene un gran parecido al vejo Ryuunosuke.
La clase termina y Hiromi despide a los chicos, ella lo alcanza y lo felicita por su desempeño. Takao le confiesa lo nervioso que estaba. Le pregunta que la ha llevado ahí y Hiromi lo invita a tomar asiento en medio del dojo. Ahí le toma las manos y lo mira.
—Tu abuelo me dijo que nunca negara la verdad, ya no lo hago, con excepción de ésta —apenas acaba, ella le roba un beso y sonríe—, creo que no vale la pena que sigamos haciéndonos tontos.
Takao no cabe de alegría al darse cuenta que ella ha sido la valiente en dar el paso. La vuelve a besar pero esta vez más efusivamente. Van a la casa y cocinan algo aprisa, comen y esperan a que llegue el siguiente grupo, ya puedes imaginar que esos dos en una cocina es una receta para el desastre, pero cuando ven el deplorable resultado de su cocina, sólo ríen y comen sin quejarse.
Una tarde, varios días después, cuando el grupo de intermedios ha dejado el dojo, ellos aprovechan el vacío del espacio para hacer las cosas que los novios cariñosos hacen estando a solas, no te espantes, no es nada que requiera subir la clasificación de esta historia.
—¡Yiugh!, ¡váyanse a un hotel! —exclama una voz desde la puerta.
Los dos se giran asustados y se encuentran con nada más y nada menos que Daichi, viéndolos con un gesto de completo horror. Corren y lo saludan, con tanta efusivididad que consiguen que no mencione nada de lo que acaba de ver. El pelirrojo les dice que decidió hacerles una visita y quedarse unos días ahí.
Al día siguiente, cuando el primer grupo de pequeños termina su clase por la mañana, alguien más aparece, ¿puedes adivinar quién? Un chino de cabello negro llama a la puerta de la casa con una gran sonrisa y un gesto de admiración al ver a los niños despidiéndose de su sensei. Rei ya sabía de la decisión de Takao, pero no estaba preparado para un cuadro así. Les dice que ahora que finalmente tienen vacaciones, Mao y él hicieron un viaje a su aldea y él decidió pasarse unos días acá en Japón.
Takao se ha comunicado con Max desde el día anterior con la esperanza de que puedan tener una videollamada esa tarde. Todos se reúnen en la sala delante de la computadora, Kyou hace la conexión y la llamada, los cinco esperan en vano que sea respondida. Están un poco decepcionados, suponen que Max tuvo mucho trabajo.
Es la noche y ellos cenan en la sala mientras ven una película, la puerta se abre y todos voltean esperando ver a Hitoshi o Tatysuya, ninguno imagina ver a una mata rubia y una gran sonrisa.
—Nunca me gustó la tecnología, hay muchos a los que nos cuesta usarla —Max dice divertido de sus caras de sorpresa.
Todos brincan sobre el rubio a saludarlo. Él les dice que decidió tomarse unos días ahora que había muchos chicos que iban a ayudar en sus vacaciones de verano, y que él no era tan necesario. La plática se prolonga hasta entrada la noche.
Al día siguiente Max, Rei y Daichi son invitados a cada una de las tres clases que Takao da, primero son los adultos que apenas van conociendo el deporte, después los chicos pequeños y por la tarde, casi noche, los chicos mayores.
Kinomiya, Mizuhara, Kon, Sumeragi, Tachibana y Saien van saliendo del dojo, haciendo planes para ir a cenar, de pronto Hiromi se detiene haciendo que los demás choquen contra ella. Los demás se asoman para ver qué es eso que la hizo pararse de ese modo, y lo que ven, les hace sonreír.
Ahí en el tronco del árbol, está recostado Kai esperando por ellos. Éste se pone de pie y se acerca, sonríe levemente y entra a la casa, los demás van detrás de él. A Kai nadie le pregunta por qué de pronto está ahí, es la ventaja de ser tu propio jefe, tú decides cuándo puedes darte unas vacaciones.
Sé que quizá te digas que esto es demasiado, que es una coincidencia muy poco real, pero es lo bueno de la ficción, es mejor imaginar las posibilidades que las realidades. Por que si así hiciéramos, nunca pasaría mucho.
Al día siguiente van al cementerio todos juntos, al sitio donde las cenizas fueron depositadas. Cada uno expresa sus respetos a su modo, han pasado ya casi cinco meses desde entonces y es una herida que a veces escuece un poco pero que ya no duele como la primera vez.
Se van después de que cada uno ha leído el breve epitafio de la placa funeraria y se despida con una sonrisa.
Esta vez no te digo un hasta pronto, quiero que el adiós dure hasta que nos encontremos de nuevo, y mientras eso pasa, te doy un gracias a cambio.
Y bueno, para ti que lees, creo que estás de acuerdo conmigo al pensar que este recorrido de una muerte no fue sólo un motivo para llorar y lamentarse, sino para reír y divertirse un poco quizá, al final, toda vida y toda historia es mejor si tienen un poco de todo ello. Y no me queda más que darte el gracias que nombra a este capítulo y el adiós que titula a la historia.
Fin
oooo
Bueno, finalmente he acabado. Hoy que es mi octavo aniversario en esta página es un día idóneo para acabarla. Un año por cada capítulo y el mensaje final para todas las personas que me han leído en estos largos años que llevo aquí.
El motivo que originalmente dio pie a esta historia lo explico a través de otra que subiré (si todo sale bien) mañana, así que si alguien está leyendo esto y le es posible, le pido lea también la siguiente. No se preocupen, no será tan larga. La otra razón, aquella que expliqué en el primer capítulo, bueno, pues fue un motivo para darle otro rumbo, pero de eso, dije desde el principio que no diría más. Aún así, agradezco profundamente las buenas palabras que me dieron.
Y bueno, llegado al final y creo que cayó en la clase de sentimentalismo que me agrada, ni todos lloran ni todos sufren. La razón de esa forma de narración fue por que sentí que quería decir algo más, algo que considero importante para mí, así que fue un buen medio.
Sé que nunca pido esto (de hecho no me gusta que los autores lo hagan, condicionando sus actualizaciones al número de comentarios que reciban), pero por primera vez les pido que si leyeron esto, me gustaría saber qué les pareció. Cualquier comentario, por pequeño que pueda ser, lo leeré con gusto.
Por el momento, les agradezco y espero puedan darse una vuelta por la otra historia que subiré. Ya coloqué también el oneshot que mencioné el capítulo anterior y que completaba el de Kai. Lamento la tardanza, han sido días muy ajetreados. Aquí sí no lamento la extensión, si alguien se da una vueltecita por allá me entenderá.
Gracias a (en ese conocido orden de aparición):
some stuff
Lady Orochi
Kosayumaq
Funeral-of-the-Humanity (siempre en cada capítulo :D)
Ghost Steve (siempre en cada capítulo :D)
Kaily Lowkly
Charlotte Baudelaire
Yusumi
Haro kzoids
Y a todos los que leyeron.