Este es el fic que hace más de un año prometí, donde los protagonistas de DA27 tendrían su final feliz, o por lo menos una muestra de sus vidas futuras.

Ya es Navidad y no tengo terminados todos los cuentos y no sé si los llegaré a terminar algún día, así que por eso me he animado a subir los que tengo, porque prefiero compartirlos antes de que caigan en el olvido de mis archivos.

Hacía tiempo que no hacía esto, pero la ilusión sí es la misma...

...

Taiyou y Akari Yagami (21 y 12 años, hijo e hija de Taichi y Akane)

Aiko, Yuujou y Tsukino Ishida (21, 17 y 10 años, hijas e hijo de Sora y Yamato) *-*

Michael Kiyoshi "Mishi", John Kirei "Jorei" y Courtney Kumiko "Coko" Barton (20 años y 10 años hijo y mellizos de Mimi y Michael)

Makoto Kido (22 años, hijo de Jyou y Momoe)

Minako, Osamu y Yoshi Ichijouji (23, 20 y 13 años hija e hijos de Ken y Miyako)

Tenshi Takaishi (23 años, hijo de Takeru y Nicolette)

Kibou Hayashiba (23 años, hijo de Hikari y Yuuto)

Kazuki Takaishi (8 años, hijo de Takeru y Hikari)

Chikako y Tenma Izumi (20 y 11 años, hija e hijo de Koushiro y Mina)

Musuko y Taisuke Motomiya (23 y 11 años, hijos de Daisuke y Keiko)

Shizuka Hida (23 años, hija de Iori y Yuuna)

Y como extra…

Amai Nimura (7 años, hija de Yuuto)

...

Creo que no me dejé a nadie. Sin más, os invito a transportaros a la adultez de mis amados mocosos en estas fechas tan señaladas.

Digimon y los personajes de Digimon no me pertenecen, tampoco las Navidades, que pertenecen a Santa Claus, es decir a Yamato Ishida XD.

.


CUENTOS DE NAVIDAD

~ La importancia de decir "Te amo" ~

Por fin había dejado de nevar tras la gran ventisca de anoche. El sol lucía resplandeciente esa mañana tan especial, la mañana de Nochebuena. Sin duda estaban siendo unas navidades blancas, era como vivir en una típica postal navideña, con el inconveniente de que así, en vivo, sí se notaba el frío.

Pero a ella le daba igual porque su apartamento, otra cosa no, pero tenía una calefacción magnífica y si a eso se le sumaba el maravilloso nórdico en el que ahora estaba metida, ya podía estar en Siberia que ella se sentiría en el desierto del Sahara.

Él se había levantado un poco antes, casi siempre lo hacía desde que vivía con ella y más en días festivos. La razón era simple, adoraba desayunar con ella en la cama y aunque no fuese un manitas en la cocina al menos se esforzaba, todo por ella, para tenerla complacida.

El apuesto moreno ya entraba en la habitación con la bandeja en la mano y solo pudo sonreír divertido al contemplar lo que tenía delante de él. Un gran bulto se escondía bajo el grueso edredón, dejando visibles tan solo unos mechones rubios y una mano de tez clara muy delicada, en la que en el dedo anular llevaba un precioso anillo, anillo que el chico conocía muy bien, ya que era el regalo con el que le obsequió en su cumpleaños, hacía apenas unos días.

Se acercó con sigilo, por si aún estaba dormida para no perturbarla, tomó asiento en la cama, apoyó la bandeja en la mesilla y con travesura, introdujo la cabeza por el lugar de donde salían esos mechones rubios. A los pocos segundos, el bulto de debajo del edredón se revolvió, gruñó, dio un manotazo al moreno y sacó la cabeza.

Con cierta dificultad logró abrir los ojos y lo primero que vislumbró su cautivadora mirada azul fue a ese chico tan guapo, por lo menos a ella se lo parecía, que tan acostumbrada estaba de ver al despertar.

-Taiyou, ¿que haces?, tengo sueño.- comenzó a gimotear como una niña pequeña, mientras se estiraba.

-Venga cariño.- le llamó él, quitando el edredón.- no seas tan perezosa, hoy tenemos muchas cosas que hacer.

Chasqueó la lengua, resopló y frunció el ceño molesta. Finalmente salió de la cama e ignorando por completo a su novio y su rico desayuno se metió en el baño. Taiyou presenció toda la escena sin decir ni una palabra, ya estaba acostumbrado a su mal genio mañanero y a sus desplantes, de hecho llevaba haciéndole desplantes desde que tenía memoria, pero lo que tan divertido le parecía de niño, ahora ya empezaba a molestarle.

Él la amaba por encima de todo y en estos dos años de relación había hecho todo para demostrárselo y más aún desde que hacía un año se fueron a vivir juntos, pero todos sus esfuerzos parecían inútiles, cuando él daba un paso hacia delante, ella lo daba hacia atrás y así era muy difícil que una relación avanzase.

Se levantó, pasándose la mano por su pelo alborotado, eso sí, considerablemente más corto al que llevaba en su infancia y se adentró en el baño dispuesto a pedir las oportunas explicaciones a su novia.

-¡Aiko!.- gritó con cierto enfado.

No le dio tiempo a más, al escucharle, la rubia palideció, digamos que no le gustaba que su novio se tomase esas confianzas. A ella le gustaba tener su espacio, sus momentos de intimidad y por supuesto su independencia.

-¿Se puede saber que demonios haces Yagami?.- inquirió, corriendo la mampara lo justo para asomar la cabeza.- te lo tengo dicho, cuando yo estoy en el baño, no me gusta que entres.

Pese a su enfado, el moreno no pudo evitar sonreír y ruborizarse ligeramente, porque esa visión que tenía era espectacular.

Si Aiko de pequeña era preciosa, con los años se había ido feminizando y volviéndose cada vez más atractiva. Ahora, a la edad de 21 años era una jovencita increíblemente bella, que desataba pasiones, sobre todo en él, y mucho más con esa panorámica.

Sus cabellos rubios como el de los ángeles y desfilados en un corte muy moderno, completamente mojados cayendo sobre su cara, además que ahora llevaba el pelo más largo que en su infancia, no demasiado, un poco más de las orejas, adornándolo con un flequillo rebelde y alborotado a medio lado, al más puro estilo Ishida.

-¿Y por qué no puedo entrar?.- preguntó el portador de la amistad con provocación acercándose cada vez más a la ducha. Por lo visto, había tenido una excelente idea para apaciguar su enfado.

-Taiyou, te lo advierto, no des ni un paso más.- contestó la rubia con determinación, corriendo nuevamente la mampara para proseguir con su ducha.

Pensó que su advertencia había quedado clara y Yagami había desterrado esa idea de su mente, por lo menos eso hacía pensar el hecho de que no se le escuchó en unos segundos, claro que se equivocó y lo supo cuando la mampara se abrió y vio a su novio completamente desnudo entrando en su ducha, o lo que era lo mismo, perturbando uno de sus momentos íntimos.

-¡¿Qué haces?!.- gritó con furia, mucha más al sentir la piel de Taiyou sobre la suya, sus brazos rodeándola por detrás y sus labios besando su espalda con cariño, mientras el agua seguía cayendo sobre sus cuerpos desnudos.

-Ahorrar agua mi amor.- musitó, prosiguiendo con su recorrido de besos.

La chica no era de piedra, adoraba a su novio, sobre todo en circunstancias como estas, pero por encima de sus deseos carnales primaba su orgullo y si le había dicho que se fuese, una de dos, o Taiyou Yagami se largaba, o lo haría ella, lo que no iba a hacer era dejar que el chico se saliese con la suya.

-¡Basta!.- apartó sus brazos bruscamente y le dio un empujón. Esa acción no le gustó en absoluto al moreno, pero trató de guardar la calma y armarse de paciencia.- te he dicho que te largases, ¿por qué nunca puedes respetar mis deseos?, eres un idiota, quédate con tu mierda de ducha.- finalizó la muchacha, saliendo de la ducha no sin antes tirarle la esponja enjabonada a la cara.

Contó hasta diez, hasta veinte y hasta cincuenta y seguidamente cantó a limpio grito, con los desafines que eso conllevaba, una canción compuesta por su novia, la cual también solía cantar con su grupo "Los Destripadores".

Aiko apretó los dientes mientras se vestía, sabía que lo estaba haciendo para molestarla, porque Taiyou conocía de sobra lo mucho que detestaba que alguien cantase sus canciones, ya que esa etapa de su carrera musical hacía un par de años que había terminado y no tenía muy agradables recuerdos. Por eso, desde entonces ni ella misma había vuelto a entonar sus éxitos, detestaba escucharlos con toda su alma y su novio lo sabía, era su pequeña venganza.

-Cantas como el culo.- fue lo único que dijo, al verlo salir envuelto en una toalla.

-Solo te imitaba.- replicó él con una sonrisa triunfal.

Ishida no dijo nada más, simplemente le echó una mirada mortal y tomó su abrigo dirigiéndose a la salida.

El joven rodó los ojos sacando una paciencia de no se sabe donde, no quería enfadarla más.

-Vale, perdona.- se excusó, mientras la seguía.- pero ¿se puede saber a donde vas?, recuerda que hemos quedado para comer con mis padres.

-No voy a comer con tus padres.- bufó Aiko, ya abriendo la puerta.

-¿Cómo que no?

-Pues como que no y no tengo que darte explicaciones de nada. Nos veremos en la fiesta o no, me da igual.- se despidió de muy malas formas.

Taiyou la siguió, tratando de tomarla del brazo pero no tuvo éxito, antes de que pudiese alcanzarla, ella cerró la puerta tan fuertemente que la pequeña toalla que le cubría se deslizó de su cuerpo, dejando a este dando las gracias por no haberle dado tiempo a dar un paso más y por lo tanto que la puerta no le cazase ciertas partes valiosas.

...

Aiko llevaba un enfado monumental y todavía no entendía por qué, bueno sí lo sabía, porque Taiyou no se comportaba como ella quería, aunque lo malo era que aún no sabía como quería que se comportase Taiyou.

Era indiscutible que era un novio modelo, bueno, considerado, detallista, complaciente, bastante paciente, eso precisamente era lo que le ponía de los nervios a Aiko. Era la primera vez que no tenía una relación destructiva por decirlo de alguna manera, porque hasta que empezó a salir en serio con Yagami, todas sus anteriores relaciones habían resultado un fracaso, tal vez por eso tenía tanto miedo a como iba esta relación, lo perfecta que era. Aún tenía esa inseguridad, ese miedo al fracaso y al compromiso, todavía se resistía a pensar que con Taiyou podría ser realmente feliz.

Sacudió la cabeza intentando que sus líos mentales le diesen un respiro y sonrió al ver a una de sus mejores amigas a unos pasos de ella, saludándole con la mano. Se trataba de Minako Ichijouji, su vecina de toda la vida y aunque ninguna de las dos siguiese viviendo en casa de sus padres, habían quedado para ir juntas a su antigua urbanización para hacer acto de presencia y felicitar a sus padres la Nochebuena y así librarse de sus continuas llamadas lloriqueándoles lo abandonados que los tenían.

Si Aiko con los años se había transformado en una jovencita increíblemente hermosa, Minako no le tenía nada que envidiar. A sus 23 años, estaba hecha toda una mujer explosiva y no solo por su modelitos, muy al estilo Mimi de joven, que desafiaban al frío polar que hacía ese invierno. También tenía un cuerpazo para llevarlos.

Ssu melena larga hasta mitad de la espalda, casi siempre decorada con destellos y una de sus características gorras a medio lado, dándole un toque completamente fashion. Y además, por si esto no fuera poco, los anteojos que llevase en su infancia habían pasado a la historia, ya que desde los 13 años lucía unas imperceptibles lentillas y aunque las gafas le quedasen bien, con la cara completamente descubierta estaba imponente.

Su atuendo poco tenía que ver con el de Aiko, la cual siempre se decantaba por ropajes más cómodos y deportivos, pero también era verdad que si había que vestirse de gala, lucía vestido y tacones como si los llevase todo los días.

Tras saludarse y felicitarse la Nochebuena, ambas empezaron su peregrinaje a su hogar y Minako pudo descubrir que ella no era la única abatida por tener que ir hasta las afueras de Odaiba esa mañana, ya que Aiko llevaba un careto de hastío perceptible para todos los viandantes.

-¿Por qué estas así?, a ti al menos tu madre no te va a hacer ponerte un ridículo jersey con renos, en serio, cuando se dará cuenta Miyako de que no tiene gusto para la moda.- habló Ichijouji resoplando, adoraba a su madre, pero no compartían prácticamente nada, ni gustos, ni aficiones, eran como polos opuestos.

-Tú no te quejes, seguro que tú no te encuentras a tus padres enrollándose en la mesa de la cocina.- negó la chica, tratando de borrar de su mente esa escena con la que se encontró el año pasado. Normal, teniendo en cuenta de que la Nochebuena también era el día del aniversario de sus padres.

Minako aguantó una carcajada, la verdad tenía suerte de no haberse encontrado nunca un panorama similar, aunque la suerte había que buscarla y para eso Minako era bastante más espabilada que su amiga.

Es decir, daba muchas ventajas entrar en casa armando escándalo y haciendo mucho ruido, para que si sus padres estaban en algún momento íntimo, fuesen conscientes de que ya no estaban solos en casa y se adecentasen.

-Por cierto, ¿y Taiyou?, ¿no viene?.- preguntó con naturalidad.

Ishida chasqueó la lengua molesta, acción que Minako comprendió claramente, o lo que es lo mismo, iba a dar comienzo a un nuevo capítulo del culebrón de pasiones y desencuentros, familias enfrentadas, una rubia y un moreno, "Yagami-Ishida: la relación inconclusa".

-¿Qué ha pasado esta vez?

-No sé…- negó la chica irritada.- que es un idiota, es… un idiota, me lleva el desayuno a la cama, me asalta en la ducha… me… es un idiota.

-Oh, pobrecita.- dijo la peliazul de forma irónica.- un novio que se desvive por ti, ¡voy a llamar a mi padre para que lo detenga!, ¿qué se ha creído haciéndote el desayuno y pretendiendo hacerte el amor de par de mañana?, ¡debería estar en la cárcel!.- continuó con sus exageradas ironías ante la mirada cansada de su amiga.

-Minako ya, no gastes todo tu ingenio tan pronto, aún quedan muchas reuniones familiares y una fiesta, guarda un poco de tu habilidad lingüística.- le cortó la rubia.

-Entonces cual es el problema, ¿qué te cuida demasiado?.- cuestionó haciendo exageradas señas con los brazos.

La chica suspiró molesta, no soportaba esto. Se sentía ridícula ya que para todos los que veían la relación de fuera, Yagami era el novio perfecto y en verdad así era, pero Aiko no estaba preparada para eso.

-Sí y no… no sé. Es que, yo le quiero mucho y cuando estoy con él es perfecto, me hubiese encantado quedarme en la cama con él desayunando juntos… pero…- hizo una pausa, Minako le hizo un gesto con los ojos para que continuase.- es que, no se si estoy preparada para esto.

-¿Te refieres a que no estás preparada para una relación que te haga feliz?.- cuestionó la muchacha con sentido común.- tus relaciones anteriores han sido una mierda, con Taiyou es con el único que te he visto realmente feliz, ¿por qué no lo admites?

-Sí… tienes razón… pero, todo es tan…- resopló, rascándose el pelo con nerviosismo, sus sentimientos le producían mucha confusión.- verás, desde que vivimos juntos parece que estamos casados, no salimos, no nos vamos de fiesta, parece que siempre le tengo que dar explicaciones de todo y yo no estoy cómoda con esta situación y lo peor es que él parece que cada vez está más cómodo y tengo miedo a… que… un día quiera casarse y tener hijos y…

-¿Y?

-¿Y?… pues, ¡eso!, ¡que sería horrendo!, imagínate, yo con un hijo apellidado Yagami, a mi padre le da un infarto.

Minako paró el paseo y miró su amiga con una sonrisa de incredulidad.

-Aiko, tu padre sabe que un Yagami se acuesta con su primogénita todas las noches y sigue bastante vivo así que… busca otra excusa más convincente.

Le habían descubierto, la excusa de la rivalidad Ishida-Yagami ya no servía.

-Bueno realmente es que… no sé si quiero eso.- confesó, bajando la cabeza y reanudando el paseo.

-¿El que?

-Pues eso, una familia, niños, estar casada. Creo que nada de eso es para mí y todo hace indicar que esta relación con Taiyou acabará de esa forma.

Ichijouji estudió los gestos de su amiga, parecía bastante abatida y asustada. Tal vez no estuviese preparada para una relación por sus fracasos amorosos, sobre todo por el que más le marcó.

-¿Es por Kibou?.- preguntó, sobresaltando a Aiko, no le gustaba hablar de esa tema ya que en su momento le hizo sufrir mucho.- ¿por lo que pasó con él?, ¿por eso tienes miedo a entregarte del todo con Taiyou?

-Eh… ah, ¡claro que no!.- exclamó la rubia con cierto enojo.- Kibou es historia y pasó hace mil años, ya ni me acuerdo.

-Sí, pero estabas muy colada por él y ya se sabe que el primer amor nunca se olvida.

La rubia se estaba empezando a poner muy nerviosa, no le gustaba que hablasen de sus sentimientos, sobre todo porque se daba cuenta de que todos la conocían mejor que ella misma.

-Ya pasó y además, para tu información, Taiyou fue mi primer amor, no Kibou.- se excusó la chica, ante la mirada de incredulidad de su amiga.- es verdad, salimos durante una semana entera cuando teníamos trece años, fue como un novio o algo así.

Y Minako volvió a reír descontrolada.

-Oh venga, ya sabes a que me refiero, el primer amor, es decir, el primer chico con el que te acostaste.- logró decir, tras su ataque de risa.

Ishida arqueó una ceja con escepticismo.

-¿Entonces quieres decir que tu primer amor fue el primer chico con el que te acostaste?

Ichijouji se aguantó su nueva carcajada.

-Claro que no, ni me lo recuerdes, fue pésimo.- dijo con diversión, para luego quedar con una mirada perdida y nostálgica pensando en su primer amor de verdad.

-Pues eso. No me líes, yo estoy bien, solo necesito que Taiyou se relaje un poco.- dio por concluida la conversación. Aunque al mirar a su amiga se dio cuenta de que esta ya tenía la mente lejos del tema.

No hubo más tiempo para hablar, porque pocos minutos después, sus caminos se separaron, puesto que ya se encontraban frente a la casa de los Ishida.

A pesar del viento congelante que entraba en sus pulmones, la rubia respiró con fuerza hasta en tres ocasiones, finalmente se armó de valor y abrió la puerta.

-¡Mamá, papá estoy en casa!.- gritó con energía.- así que si estáis desnudos, vestíos.- susurró esto último para ella misma, mientras se quitaba todas las capas de ropa que llevaba.

Escuchó un grito bastante flipado, un golpe seco y seguidamente un estruendoso ruido, como si algo se rompiese en añicos. Lo siguiente que escuchó fue el grito enfurecido de su padre.

-¡Tsukino!

La rubia tuvo miedo a asomarse, todo hacía indicar que su hermana pequeña había vuelto a hacer una de las suyas.

No obstante su curiosidad y sus ganas de volver a ver a esa pequeña diabla, para que negarlo, fueron más fuertes en ella.

Rió al ver la escena

-¡Tengo que practicar!.- excusaba la niña, ataviada con su kimono de karate.

-¿Dando patadas al jarrón?.- despotricó el hombre al límite del colapso.

-No era al jarrón a lo que iba dirigida, era a la manzana.- señaló la fruta que estaba en el sueño entre los cristales, el agua y las flores.- si Yuujou hubiese dejado que se la pusiese en la cabeza esto no hubiese pasado, la culpa es de ese bebé cobarde y desconfiado.- refunfuñó cruzándose de brazos.

Ishida padre no dio crédito a lo que escuchaba, estaba a punto de perder los nervios, Aiko lo vio en su respiración acelerada y su mirada de demente, por eso decidió que era el momento de hacerse presente y relajar la evidente tensión.

-¿Esa patada es nueva, no?.- cuestionó.

Padre e hija se volvieron al escuchar esa tan reconocible como querida voz y ninguno de los dos pudo remediar su sonrisa.

La primera que corrió a su encuentro fue la niña.

-Me sé muchas más, ¿quieres que te las enseñe Ai-chan?.- habló emocionada, haciendo katas.

La mayor la atrapó de los hombros y la obligó a que la mirase, en esos ojos que bien podrían ser reflejos el uno del otro de lo idénticos que eran.

-Tsuki-chan, estoy orgullosa de tus progresos pero no puedes practicar en casa con los jarrones de cristal. A parte de romperlos tú también te puedes hacer daño.- razonó y Yamato suspiró pensando en lo mucho de menos que echaba convivir con su hija más sabia y cuerda y sobre todo con la única capaz de dominar a ese demonio pelirrojo karateka.

-Yo no siento el dolor, soy una roca.- dijo con determinación la niña.- además, yo quería practicar fuera pero papá no me dejó porque dice que hace frío.

-Y es verdad lo que dice papá, hace frío.- comunicó, echando una mirada cómplice a su progenitor.

La niña negó dándose con el puño en la mano.

-Yo no siento ni el frío ni el calor, soy un dragón.

Y la rubia ya optó por reír por las ocurrencias de la benjamina, contagiando al agotado padre de la criatura, que por fin iba a su encuentro.

-Que bueno que estés aquí cielito.- escuchó la voz de su padre. Aunque tampoco necesitaba escucharla ya que Yamato Ishida era la única persona en el mundo que le llamaba "cielito", se lo decía desde que tenía memoria y era tan paranoico que no le permitía a nadie más que le dijese así. Era su apelativo exclusivo para su hija mayor.

-Papá.- saludó la rubia, dejándose abrazar por su padre y dándole un beso en la mejilla.

La verdad es que Aiko podía estar bien orgullosa de su progenitor, ya que no cualquiera seguía conservando ese espectacular cuerpo a los cincuenta. Además sus cabellos aunque se notaban un poco más esclarecidos debido a las canas, se camuflaban bastante bien en su rubio, conservando un look bastante natural y juvenil.

El apuesto rubio dirigió la mirada a su hija menor.

-Cielín.- así como su primogénita era "cielito", su benjamina era "cielín", Yamato tenía una obsesión con el "cielo".- ve a avisar a tu madre, ¿vale? Y después recoge este estropicio y quítate esa ropa de karate kid.

-Sí.- asintió la niña alargando la última letra en exceso, cosa que no pasó desapercibida para su padre.

Esa niña cada día era más rebelde.

-¿Y dónde está mi hermanito?.- preguntó Ishida chica mirando a su alrededor.

-Por ahí, depresivo. ¡Yuujou ven a saludar a tu hermana!.- llamó el rubio con autoridad.

A los pocos segundos otra pelirroja bajaba las escaleras tan rápido que todos temieron que acabase rodando, para finalmente abrazarse con fuerza a su hija.

-Cariño, que guapa estás, cuanto te echo de menos.- decía estrujando a su hija con entusiasmo.

-Mamá, yo también te quiero.- le correspondió Aiko.

Realmente, Sora y su hija siempre habían tenido una envidiable relación. Podían contar la una con la otras y nunca se sentían defraudadas. Bueno, como todas las relaciones madre-hija había existido en alguna ocasión algún que otro desencuentro, pero lo importante era que lo hablaban y lo solucionaban.

Cuando Sora dejó respirar un poco a Aiko, esta con una sonrisa se llevó la mano al bolsillo.

-Por cierto parejita, feliz aniversario.- dijo entregándoles unos billetes, ambos los miraron desconcertados, ¿tanto habían cambiado las cosas para que Aiko les diese dinero a ellos?.- es… para que os paguéis un hotel y no tengáis que hacerlo malamente en la cocina, que ya no tenéis edad.- finalizó con una sonrisa divertida, ante el enrojecimiento total de sus padres.

Aún con la sonrisa en el rostro se encaminó hasta las escaleras.

-¡Hermanito, ven aquí!.- no hubo contestación.- ¿dónde está mi pelirrojito favorito?.- nada, por lo que a Aiko solo le quedó una salida, subir las escaleras a todo correr.- ¡Yuujou no deberías haberme enfurecido, vas a morir lentamente a cosquillas!

...

Pese a que refunfuñaba y se le ponía mal temple pensando en que tenía que ir de visita a su casa, una vez que estaba ahí todo eso se le pasaba. Adoraba su casa, la misma en la que había crecido; su madre haciendo esas ricas galletas, su padre comiéndoselas y haciendo algún comentario amoroso que aún fuese capaz de provocarle el sonrojo a la adulta, su hermano… si bien era verdad que hoy no era la alegría de la fiesta, siempre tenía una sonrisa para ella y su pequeña hermana, la cual le pedía siempre que le contase todas sus aventuras.

Tampoco había que olvidar a sus amados digimons, ya que aunque había crecido, seguía siendo uña y carne con Yokomon, pero estas navidades, los digimons celebraban su fiesta paralela en el Digimundo.

Ya había comido y se lo había pasado tan bien, que se había olvidado por completo de su novio y de los problemas que tuvo esta mañana, pero pronto tendría que volver a casa, ya que la fiesta de Navidad empezaría dentro de poco y tenía que cambiarse, y también, para hacer las paces con Taiyou, ya que lo último que deseaba era estar en Nochebuena enfadada con él.

En ese momento de sobremesa de los Ishida, alguien llamó a la puerta y evidentemente a ninguno le apetecía levantarse, por lo que todos fueron dirigiendo su mirada hacia la persona en la que tenían "autoridad" por así decirlo; Sora miró a Yamato, Yamato a Aiko, Aiko a Yuujou, Yuujou a Tsukino y Tsukino devolvió la mirada a su hermano, considerando una afrenta que pensase que tenía autoridad sobre ella.

Pero antes de provocar una discusión entre sus consanguíneos, Aiko se levantó.

-Voy yo.

No esperaba que su padre la retuviese de la muñeca.

-Ni hablar.

Para él su casa siempre sería la de sus hijos, sin embargo no había que olvidar que oficialmente Aiko ya no vivía ahí, por lo tanto era una invitada y la trataría como a una reina.

Dirigió una dura mirada a la más pequeña.

-Tsukino, ve a abrir.

La pelirroja abrió los ojos al máximo, incrédula por esta injusticia.

-¿Por qué yo?

-Porque eres la más pequeña y por lo tanto la que menos autoridad tiene en esta casa.- determinó, asombrando a todos. Yamato no solía ser demasiado estricto con esa cría, igual por eso precisamente era tan rebelde.- en esta casa se respetan ciertas cosas y los hermanos mayores siempre tendrán autoridad sobre los pequeños y los pequeños respetaran a sus mayores.- anunció realmente enojado.

Yuujou se sintió intimidado, pensando que su padre regañaba a Tsukino por su culpa, por no ser capaz de imponerse a esta con la autoridad que Yamato esperaba.

Resopló agobiado, creyendo que ahora Tsukino le odiaría más.

La niña iba a replicar algo pero finalmente se mordió la lengua. Su hermana estaba ahí, su madre la miraba suplicante y su padre ya estaba lo suficientemente enfadado como para retarle más, por lo que por la paz y estabilidad de su familia, obedecería esta ley tan absurda como injusta de obediencia a los mayores.

-Sí…- respondió, alargando de nuevo la última letra, irritando considerablemente a su padre.

A los pocos segundos, la pequeña de los Ishida volvió a adentrarse en la cocina seguida de un apuesto joven de veinte años.

Su pelo castaño con una melena corta y peinada con raya en medio, la verdad es que siempre había conservado el mismo peinado, y sus ojos miel, delataban de quien era hijo. No había duda de que estaban ante el primogénito de Mimi Tachikawa.

-¡Mishi!.- saludó Sora con alegría.

Escuchar a su madre fue lo que necesitó Aiko para prestar atención a la visita con una sonrisa de ilusión en el rostro.

El joven saludó a la familia muy cortésmente y tras contestar también el interrogatorio de Sora, Aiko por fin se lo pudo llevar fuera de la cocina, porque estaba claro que "Mishi" había ido a ver a su querida princesa.

-Que alegría me da verte.- saludó Ishida abrazándose a su gran amigo.

Para alivio de Aiko, hacía mucho tiempo que su primer pretendiente había dejado ese camino y ya no la cortejaba, pero lo que sí se forjó entre ellos fue una gran amistad, que se fue incrementando con los años, de tal forma que ahora eran prácticamente como hermanos.

-Ai, no te lo vas a creer.- habló el castaño emocionado.- estoy enamorado.

...

Mientras todo esto pasaba en la residencia de los Ishida, Taiyou también había comido en casa de sus padres, eso sí, excusando el desplante de su novia, el cual, tampoco había sorprendido a los Yagami. A fin de cuentas, Aiko era una Ishida.

-Toma Taiyou.- le ofreció un pastelito una preciosa niña de pelo castaño, recogido con un par de coletas y ojos verdosos, era una niña que por su dulzura a todo el mundo le recordaba a su tía Hikari.

-Gracias Akari, eres un cielo.- lo aceptó, tratando de esbozar una sonrisa, pese a su cara de circunstancias.

El abatimiento de Taiyou nada tenía que ver con la expresión de su padre, el cual no paraba de reírse de él. Todos pensaron que el vino que acompañaba a la comida le había subido más de la cuenta, pero no era así, Taichi no podía parar por lo "idiota" que era su hijo, a su juicio, aún le faltaban muchos veranos para llegar a comprender a un Ishida.

-En serio, que tonto eres.- le decía entre carcajadas pegándole considerables manotazos en la espalda.

-Taichi, para ya.- ordenó Akane atónita, apartando la copa de sake con la que estaba entretenido ahora.

-Papá, ¿por qué te ríes de Taiyou?, parece que lo está pasando muy mal.- preguntó Akari mirando a su progenitor con desaprobación.

El atractivo moreno, que también peinaba algunas canas, tomó a su hija de 12 años como si aún fuese una bebé y la sentó en sus rodillas.

-Melocotoncito, no entiendes de estas cosas, pero tu hermano es tonto, muy tonto…

-¡Papá!.- cortó el aludido molesto y más al escuchar la nueva risotada del diplomático.

-No le hagas caso, creo que no le ha sentado bien la comida.- le tranquilizó su madre, acariciándole con ternura los cabellos, luego echó una mirada asesina a su marido.- Taichi, vete a acostarte un rato anda.

-No, de eso nada.- habló, trabándosele un poco la lengua. Igual iba a ser verdad y había bebido más vino de la cuenta.- mi hijo y yo vamos a tener una charla de hombre a hombre.- finalizó haciendo un aspaviento con los brazos para que las mujeres abandonasen el salón.

Akane giró los ojos derrotada y cedió a la exigencia de su esposo.

Taiyou le miró nada convencido, Taichi sirvió otra copa para ofrecérsela a su hijo, este negó con la cabeza, Yagami padre se encogió de hombros y se la bebió él.

-Taiyou hijo, escúchame atentamente.- comenzó el compañero de Agumon.- lo estás haciendo todo mal.

-Que…- iba a protestar el chico, pero su padre le mandó callar.

-No sabes como manejar a una chica pero ni de lejos, eres un patán en ese aspecto y ya si esa chica es una Ishida y Takenouchi todo en uno, pudes darte por vencido.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que Aiko Ishida es la terquedad y el orgullo hecho humano y cuanto más encantador seas tú, más la agobias, más insegura se siente y más te desprecia y te rechaza.

Iba a decir algo pero calló y quedó reflexivo analizando su relación. Pasaba justamente lo que su padre había descrito.

-Y… que crees que…

-Tienes que dejarla.- sentenció dando un nuevo sorbo a la copa.

-¿Qué?, ni hablar, con lo que me ha costado llegar a esto y… ¡ni hablar!, ¡yo la amo!.- se alteró el moreno por completo.

-Cállate.- ordenó su padre sin perder la compostura.- hijo, tienes que darle una lección de madurez. Plantarte, decirle como esta la situación, si de verdad está dispuesta a arriesgarse y tener una relación seria o si prefiere seguir jugando a "a ver que chico me deja hoy".- dijo Yagami con burla.- hijo escúchame, si de verdad te ama, ella irá a ti y si no es así, no vale la pena seguir con esto, ¿no crees?

Una vez más la sabiduría de Yagami padre dejó sin palabras a su hijo. Era arriesgado pero tenía razón, era el momento de comprobar si su relación con Aiko tenía futuro o por el contrario estaba muerta desde el principio.

...

Cuando Taiyou llegó a su apartamento se encontró que su novia ya estaba ahí, terminándose de arreglar. Y aunque la conversación con su padre retumbase en su mente, no pudo evitar esbozar una sonrisa bobalicona al ver a Aiko tan hermosa.

Lucía un vestido de fiesta azul celeste, a juego con sus ojos y estaba terminando de hacerse el recogido de su cabello.

-Hola.- saludó el chico tímidamente.

-Hola.- le devolvió el saludo la rubia con una sonrisa.

Sin mirarla demasiado, Taiyou comenzó a desvestirse, para prepararse también para la fiesta.

-Pensé que era una fiesta informal.

-Bueno, ya conoces a Minako y sus fiestas, para ella informal significa de gala.- respondió la rubia, retocándose un poco.

-Y cuando diga de gala como habrá que vestirse, ¿cómo los oscars?.- preguntó el moreno con una sonrisa, mientras terminaba de atarse la camisa.

La rubia le miró de soslayo y sonrió.

-¿Qué tal la comida con tus padres?

-Bien.- contestó sin extenderse demasiado.

-Prometo que antes de que acabe el año comeré con ellos.- dijo la rubia.

Y Taiyou supo que eso era lo más parecido a una excusa que obtendría de ella.

-Tranquila.- contestó, mientras trataba de atarse la corbata, no quería sacar más el tema.

Pronto, Aiko dejó de reírse de la inutilidad de su novio para hacerse el nudo y se apiadó de él y evidentemente que Taiyou dejó que la rubia le atase correctamente esa endemoniada corbata.

-¿La corbata de Koromon?.- preguntó divertida, al ver al compañero de Taiyou dibujado en la prenda.

-A mí me gusta.

-Y a mí.- siguió la mujer haciendo el nudo.- oye.- comenzó inmersa en ese nudo para no mirarle y no ponerse más nerviosa.- siento haber estado tan borde esta mañana, perdona de verdad, agradezco mucho lo que haces por mí.

En una acción repentina, Yagami la tomó de las manos e hizo que la mujer le mirase a los ojos.

-Te amo.- dijo con seguridad y determinación. La rubia sonrió y apartando la mirada porque sino empezaría a incomodarse, le respondió:

-Y yo a ti.- dándole un corto beso en los labios y separándose de él.

Taiyou la miró con tristeza, no lo había conseguido. En los dos años que llevaban saliendo nunca había escuchado las palabras "te amo" salir de la boca de su novia y dirigidas a él, siempre esperaba a que él se lo dijese y le contestaba igual "y yo a ti". Se entristeció enormemente empezando a pensar que su padre tenía razón, que tal vez, Aiko no le amase como él la amaba.

...

Ese día de Nochebuena de 2039 iba a ser muy un lado, los mayores celebrarían los cuarenta años que llevaban de amistad en una fiesta en casa de los Takaishi, así salió por sorteo, por otro los jóvenes lo celebrarían en una brutal fiesta en el apartamento que compartían Minako y Tenshi, y por último los niños eran los que más oscuro lo tenían, o estar en la fiesta de sus padres, o estar en la cama, ellos no tenían derecho a fiesta propia y por supuesto que tenían prohibido acercarse a menos de cien metros de la fiesta de sus hermanos mayores.

Cuando Taiyou y Aiko llegaron, la fiesta estaba en su comienzo, la música sonaba a todo volumen, algunos como Makoto ya estaban desfasados con la corbata en la cabeza y Tenshi hacía las veces de DJ con música tecno electrónica, digna de las mejores discotecas de moda, mientras Minako se encargaba de dar la bienvenida a su invitados.

-Ai-chan, ¡que guapa estás!.- saludó Ichijouji con efusividad, luego dirigió su mirada a Yagami.- y tú que simpático eres.- le dijo agarrándole del cachete.

Taiyou refunfuñó como un niño pequeño, porque todos sabían el significado de "simpático" y más en boca de Minako.

Poco a poco la fiesta fue animándose, los invitados llegaron y por fin Tenshi se dignó a poner una balada, por petición precisamente de Taiyou, que deseaba un poco de romanticismo en su nochebuena. No hacía falta decir que cuando empezó la balada, a todos los que Cupido les había negado el amor, que eran la inmensa mayoría, empezaron a hacer gestos de asco, atiborrarse de alcohol y hacer juegos estúpidos entre ellos.

Pero todo eso, tanto a Aiko como a Taiyou les era indiferente, para ellos su momento especial llegaría ahora.

Con delicadeza, Yagami tomó de la cintura a su novia y pegando su cuerpo contra el suyo comenzaron a bailar.

En un momento del baile, Taiyou se dijo que tenía que volver a intentarlo, por eso, apartando la boca del hombro de su chica, el cual estaba besando hasta ese instante, la llevó hasta sus labios. Ahí, le susurró un "te amo" y una vez más la respuesta de Aiko desesperó a Yagami.

-Y yo a ti.- dijo justo antes de volver a rozar los labios de su chico con los suyos, pero esta vez el beso no llegó a más porque el compañero de Koromon echó la cabeza para atrás.

-¿Me amas?.- preguntó con seriedad.

-Claro.- respondió ella con una sonrisa divertida, no entendía a que venía la seriedad de su chico, pensó que estaría con una de sus bromas.

-Pues dímelo.- pidió comenzando a arrugar el ceño, se estaba enfadando de verdad.

La chica le miró extrañada.

-Te lo acabo de decir.

-No lo has hecho.- le replicó Yagami, deteniendo el balanceo y por lo tanto su baile romántico.

Aiko resopló, ahora la que se estaba empezando a molestar era ella.

-¿Qué mierdas te pasa?, ¿sigues enfadado por lo de esta mañana?, te he pedido disculpas.- habló la mujer, separándose del abrazó de su novio.

-Nunca me lo has dicho, ¿tanto te cuesta?.- alzó la voz el moreno.- seguro que a mi primo no te costó nada decírselo.

Ese comentario le llegó a Ishida al corazón, Taiyou sabía mejor que nadie lo mal que lo pasó estando enamorada de Kibou y nunca le había sacado el tema, ¿por qué ahora?, ¿acaso tenía celos?

Era algo absurdo, hacía tiempo que Aiko ya no sentía nada por Hayashiba y Taiyou lo sabía.

-¿A que viene eso?.- cuestionó la rubia tratando de guardar la compostura.

El moreno miró para otro lado, sabía que lo había estropeado, lo sabía por como lo miraba ahora su novia, mirada que le mataba por dentro, era una mirada de dolor y decepción, pero no se echaría atrás, ya había tomado una decisión.

-Viene a que no sé a que estás jugando, yo doy todo por esta relación y tú no das nada, si no estás preparada me parece perfecto, pero no juegues conmigo.

Esta vez fue la rubia la que apartó la mirada, desviándola al suelo y para Yagami eso fue más que respuesta.

-Es mejor que lo dejemos, no quiero obligarte a algo que no deseas. Cuando seas suficiente madura para dejar a un lado tus miedos e inseguridades y enfrentarte a una relación de verdad, me lo dices.- finalizó Taiyou con decisión, para acto seguido abandonar el apartamento.

Ya había jugado su as en la manga, ahora todo dependía de Aiko.

Desde que se fue Taiyou, la música tecno de Tenshi volvió a invadir el apartamento y todos volvieron a divertirse, todos menos Aiko. Ella estaba en un rincón abatida, tratando de controlar sus lágrimas y preguntándose que demonios estaba haciendo con su vida, mejor dicho, que es lo que deseaba para su vida.

...

Hacía horas desde que había abandonado la fiesta y se encontraba en el mismo lugar, en la terraza que había en el tejado del bloque de apartamentos donde vivía. Allí era donde siempre iba a pensar, o simplemente a airearse y alejarse del mundo, y aunque el frío era intenso y aún había rastro de nieve por la terraza, el moreno aguardaba ahí, resguardándose del frío con su abrigo.

Miró el reloj, estaba a punto de ser media noche, o lo que era lo mismo, Navidad. Ya hacía mucho tiempo desde que había abandonado la fiesta, si Aiko hubiese querido buscarle ya lo habría hecho por lo que estaba claro lo que pasaba, ella no le amaba.

Respiró con fuerza aquel aire gélido que congelaba sus pulmones, pero no le importaba, así haría juego con su corazón el cual estaba helado desde que había dejado a Aiko. No hacía falta esperar más, ella no vendría.

Tratando de contener unas rebeldes lágrimas se dio la vuelta, quedando paralizado de la impresión. No lo podía creer, ella estaba ahí.

Ni se había percatado de cuanto rato llevaba, pero no le importaba, lo importante era que estaba ahí, claro que lo que le inquietaba en este momento era la razón.

-Estoy preparada.- dijo la rubia con determinación.

El moreno hizo un gesto de no entender de que hablaba y lentamente se acercó a ella. Le mató ver que había llorado, era my difícil ver llorar a Aiko y realmente no le gustaba nada y mucho menos por su culpa. Viendo que su novio parecía medio ido, Aiko volvió a hablar.

-Tenías razón. Tengo miedo y soy insegura, mis relaciones anteriores fueron una mierda y es verdad que la de Kibou me marcó mucho y me condicionó a la hora de abrirme del todo, pero no quiero seguir viviendo así, quiero que esto avance.- terminó bajando la mirada.

En ese momento, el moreno le tomó las manos, estaban heladas, al contrario que las suyas que estaban calientes ya que todo el rato las había mantenido en el interior de los bolsillos.

-Oye, igual he sido un poco brusco y…- comenzó Taiyou, no lo podía evitar, Aiko era su debilidad y no le importaba culparse y disculparse las veces que hiciese falta con tal de hacerla sonreír.

-Shhh.- le hizo callar la mujer, posando un dedo en sus labios, para después acariciarle tiernamente el rostro.- te amo.

Ahora sí que Taiyou pensó que soñaba.

-Que…

-Te amo, creo que de siempre, te amo, te amo, te amo, te amo, y quiero que lo sepas, te amo, te amo, te lo diré siempre que quieras y cuando no quieras, porque eres lo que más amo Taiyou Yagami, te amo.- finalizó prácticamente susurrándoselo en los labios.

El moreno sonrió acariciando la mejilla de su amada, para después fundirse con ella en un beso de amor, un beso de confianza, un beso de madurez. Fue el beso más especial de sus vidas, porque fue el más representativo hasta el momento, por fin su relación empezaba a encaminarse y estabilizarse.

Después de eso beso, ambos quedaron abrazados, Aiko por dentro del abrigo de su amado novio. Estaba helada, pero se resistía a bajar a su apartamento. Quería alargar este momento único y esperado lo máximo posible, y más cuando escucharon varias estruendosas explosiones acompañadas de destellos de miles de colores que tomaron el cielo por completo.

-Waa… que de fuegos.- dijo Ishida con una sonrisa de niña pequeña.

Taiyou también sonrió mirando a su novia y pudo ver en el brillo de sus ojos el reflejo de esos inesperados fuegos artificiales, sin duda, esta sería la Nochebuena que recordarían toda su vida, su cuento de Navidad.

-OWARI-

.


N/A: bueno, aquí está el primer cuentito protagonizado por el Aiyou. Creo que esto fue lo primero que escribí de esta pareja.

Solo decir que algunos de los cuentos se van a completar entre sí, pudiendo entender las cosas conforme me vayan leyendo.

El fic constará de ocho cuentos y un epílogo (espero). Voy a ir publicando durante la Navidad y seguramente se alargará al año que viene.

Gracias por leer, cuídense, soratolove/sorato4ever

Publicado: 22/12/12