Prólogo

Desde que Yuuri comenzó a gobernar todo se volvió simple y pacífico… dos años de absoluta paz se respiraban día a día en Shin Makoku, los habitantes del país estaban agradecidos con su Maoh y el tiempo pasaba con tranquilidad y sencillez.

Wolfram como siempre se despertaba en la cama de su prometido con el sol entrando insolente entre las gruesas cortinas de terciopelo, haciendo brillar los sedosos mechones negros del rey y la carita tranquila de su hija Greta.

Se levantó con pereza y los miró un segundo abstraído.

No se quejaba de su rutina… le encantaba despertar cada mañana en la misma cama, mullida y cómoda, en la que esos dos dormían, pero algo faltaba… algo que cada vez se hacía más profundo y doloroso…

Le faltaba la atención de Yuuri… que le diera un beso de buenas noches y una sonrisa cómplice por las mañanas, que lo abrazara cuando nadie los viera o le tomara la mano bajo la mesa en el desayuno… estaban comprometidos, pero el moreno siempre le refregaba que no le gustaban los hombres y que su matrimonio era imposible por ser dos chicos. El realmente amaba e idolatraba a su Maoh, daría su vida a cambio de su felicidad… siempre que pensaba en eso se acordaba de la férrea resistencia de su tío a que Yuuri gobernara… estaba obstinado a tenerlo a él como su rey y por más que el rubio se resistiera, sus alegatos no eran escuchados. Sabía que sólo había una forma de convencer a su familia por parte de padre y retó a duelo al Maoh…

Un suicidio…

Él sabía el poder increíble que viajaba por las venas del demonio de pelo negro, pero si su vida debía ser inmolada para que la de el japonés siguiera en paz, él la ofrecería una y otra vez pensando en el otro… aquella vez salvó sólo porque el corazón bondadoso de Yuuri en un último segundo había despertado a su prometido de la inconsciencia que aquel flujo tan poderoso le causaba… pero fue solamente suerte…

Aún así sus esfuerzos y sacrificios jamás llegaban al corazón del japonés.

Sabía que todos en ese castillo estaban al pendiente de ellos y era vergonzoso día tras día, ser rechazado y herido con esa manera gentil que tenía su prometido para hacer todo en la vida.

Él lo amaba… y tristemente pensó que la verdadera felicidad de Yuuri no estaba a su lado y la única razón por la que no rompía el compromiso era porque su noble corazón no podía desalentar a nadie.

El Maoh sabía lo importante que era el ego para su orgulloso ser y agradecía su preocupación, pero desde hace días una idea comenzaba a aflorar en su mente… quizá era hora de permitir que su prometido buscara la felicidad.

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Conrad caminaba por los pasillos desocupados dirigiéndose al comedor.

A esa hora de la mañana prefería dar una vuelta larga por cada rincón… entre el cambio de guardia, los sirvientes con rostro de pereza y la falta de personas en pie, sentía la necesidad de revisar él mismo cada detalle antes de llegar a desayunar. Él era responsable de la seguridad de su majestad y el descuidarse no era una opción para un soldado entrenado y además héroe de guerra.

Se sorprendió cuando al llegar vio a Wolfram solitario, picando con desgano un pastel de frutas y mirando las gotas de la lluvia de la noche anterior, que caían con parsimonia desde las hojas más tiernas de los pequeños arbustos floridos, hasta pequeños charcos de lodo.

Afuera había un sol brillante y la tierra húmeda comenzaba a evaporar.

Se acercó y se sentó a su lado. El rubio, al verse descubierto dirigió toda su atención al dulce desmigado y despedazado en el plato, llevándose un poco de ese puré de crema y harina hasta su boca antes de tomar del té que había dejado enfriar demasiado rato.

Ni un saludo… o siquiera alguna palabra de desprecio… es más… parecía luchar con mantenerse sobre la tierra… como si el haberse movido un poco al sentir la presencia de alguien más sólo fue un infructífero acto para intentar despertar de las ideas que le carcomían el cerebro.

-Buenos días –se animó por fin a saludar a su hermano pequeño, pero este lo miró apenas y asintió con la cabeza –te ves un poco preocupado.

-Nada de tu incumbencia Lord Weller… -contestó inmediatamente a la defensiva… eso ya sonaba más a él… pero aún así algo seguía yendo mal en esa terca cabecita.

-Wolfram… sé que no te agrado, pero soy tu hermano mayor… somos familia y si tienes un problema en el cual yo te pueda ayudar es más sano decírmelo que quedarte callado… yo no le diré a nadie, ni me burlaré de ti, que te preocupen tus problemas no es ser débil… a todos nos pasa…

El rubio lo miró un segundo sopesando el ofrecimiento… él tenía razón… todos tenían problemas… no era debilidad preocuparse por ellos. Intentó abrir la boca y decir algo… cualquier cosa… lo más seguro no para tocar el problema, pero sí para acercarse a él por medio de divagaciones… o quizá sólo entablar una conversación y pensar en otra cosa… pero justo cuando iba a comenzar se abrió de golpe la puerta y apareció su madre con su aura llena de amor y demasiada alegría, junto a un serio Gwendal, cubierto de heridas y con rostro agotado y un feliz Günter que al parecer esta vez había conseguido escapar de ser el conejillo de indias de la loca inventora del castillo.

Conrad observó a su hermano pequeño… si es que en algún minuto tuvo la esperanza de que este hablara… se perdieron al ver llegar tanta gente.

Los últimos en entrar fueron Yuuri, de la mano con Greta y saludaron a todos alegremente cuando se sentaron en la mesa.

-Wolfram, te despertaste muy temprano hoy ¿te encuentras bien? –todos se quedaron sorprendidos ante la pregunta del Rey… era extraño pensar que el rubio había despertado tan temprano y por si solo…

-No es de tu incumbencia, enclenque… -se paró de su puesto –con permiso…

Finalmente sólo había tomado el té… todos sus pensamientos lo tenían con el estómago revuelto.

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Por tercer día consecutivo Conrad veía a Wolfram en algún rincón escondido del castillo… esa actitud retraída de pronto comenzaba a ser notada por todos los que vivían ahí, pero el chico no daba espacio para que nadie se acercara a hablar… ¿es que acaso tendría que acorralarlo para que no escapara?... lo más seguro…

Se acercó con paso lento, como quien caza una mariposa y se puso frente a él, tapando el sol del atardecer e interrumpiendo su lectura. El rubio lo miró con molestia.

-¿Qué quieres?

-Hablar.

-No tengo nada que hablar contigo, Lord Weller.

-No te dejaré escapar esta vez… nos tienes a todos preocupados… ¿qué te ocurre?... si no te desahogas terminarás por reventar y dañarás a muchas personas… incluido a ti mismo.

-No tiene por qué importarte lo que me ocurra.

-Claro que sí, eres mi hermano pequeño.

-Pues yo no soy hermano de ningún humano.

-No me importa que me insultes, tus palabras ya no me hacen daño y te perseguiré por todo el castillo si es necesario, así que si no quieres una sombra de día y de noche será mejor que hables… nos tienes a todos preocupados.

El rubio bufó enojado ¡¿Qué era eso?! Lo venía a amenazar ¡Y además tenía el descaro de hacerlo con ese rostro serio pero con la voz tranquila! Eran todos unos tercos y fastidiosos… sólo querían enterarse de la vida ajena… unos fisgones… aún así se rindió ante el chantaje del castaño.

-Voy a romper el compromiso con Yuuri.

-¿Qué?... ¿Por qué harías eso? ¡Tú deseas casarte con él!

-¡Pero él no! –Suspiró- yo lo amo… pero él no a mi… y yo quiero que sea feliz… y si para eso tiene que morir un poquito dentro mío… estoy dispuesto a darle mi corazón roto a cambio de su libertad…

-Wolfram… -susurró sorprendido Conrad.

-¡No me mires así! –gritó enojado- ¡Por eso no quería que nadie se enterara! Te quedan mirando con cara de idiotas, como diciendo "pobre angelito" y me molesta…

-Wolfram… no sé qué decir…

-Me quieres dar un consejo ¿no? Este es el minuto… -bufó- después no pienso escuchar a nadie.

-Wolf… -se sentó al lado de él y perdió su mirada a lo lejos, justo donde el sol se ponía- quizá debas preguntarle a Yuuri que es lo que pasa por su cabeza…

-Eso ya lo sé… me lo repite siempre ¿no? "Wolfram, nuestro compromiso es imposible porque ambos somos hombres ¿o no lo entiendes?"…

-Quizá está confundido y debas darle tiempo…

-Sé sincero, Conrad ¿Cuántas veces él ha demostrado que necesita tiempo para pensarlo?... nunca, él sabe que no me quiere… además corre a ayudar a todos, el muy tramposo es amable con todo el mundo, tiene tiempo para todos, los escucha a todos… esos tratos jamás son así para mí…

-No seas injusto… cuando lo has necesitado él ha ido a rescatarte…

-¡¿No ser injusto?! ¡Yo vivo para él, Conrad! Mi mundo da vueltas alrededor de su mundo, sigo sus pasos, si se tirara a un acantilado yo lo haría… él jamás se entera de nada… si no está trabajando, practica contigo el baseball y si no pasa el tiempo con Greta… -suspiró- prácticamente tuve que arrancarle el pedazo de cama en el que yo duermo… yo prometí servir al Maoh… y jamás romperé la promesa… pero de eso no depende seguir siendo su prometido o no… eso ya es personal, no es entre el Maoh y su soldado… es entre Yuuri y Wolfram… y Yuuri desde un principio decidió que no quería tenerme a su lado… -cerró el libro y se dispuso a partir pero la mano de Conrad fue más rápida y de un tirón lo acomodó en sus brazos, confortándolo de forma protectora.

-Sé… cómo debe doler…sé que se siente perder a alguien a quien amas… y aunque no sé exactamente lo que es hacer el sacrificio que tú haces a favor de la otra persona… sí me imagino que debe pesar en el alma… -lo aferró un poco… sólo un poco más fuerte- no me digas nada… no me reclames… sólo desahógate… y ya mañana… esto nunca ocurrió…

Wolfram se sorprendió y aunque el primer impulso fue empujarlo, poco a poco, al escuchar sus palabras se fue quedando tranquilo mientras los sollozos comenzaron a aparecer desde lo más profundo de su cuerpo, soltando la pena que esos tres días había guardado para él sólo, sintiéndose vulnerable, pero con la necesidad de compartirlo con alguien que lo protegiera.

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Cuando despertó el cielo estaba burdeo, mezcla del atardecer con la noche, algunas estrellas tímidamente titilaban a lo lejos y un fino hilo plateado mostraba que la luna estaba menguante.

De pronto notó que no era el cuarto del Rey dónde estaba acostado… ni siquiera su habitación…

Se sentó desconcertado y la imagen de Conrad frente a un escritorio alumbrado con velas, trabajando, le llegó de pleno a los ojos.

-Qué… qué hago aquí… -preguntó en voz alta, pero no le quedó claro si era una pregunta a si mismo o a su compañero de cuarto.

-En el jardín… te quedaste dormido en mis brazos… -lo miró de reojo sin levantar completamente la vista de los papeles- estoy seguro que no deseas que el resto del castillo se entere de todo… por eso te traje… espero que no haya tomado una decisión errada…

Wolfram lo miró un segundo, recordando todo y volvió a acostarse de nuevo.

-Muchas gracias… -el castaño lo miró sorprendido… ¿tan afectado estaba el rubio que ni siquiera era capaz de insultar?... no es que le gustara que su hermanito lo tratara mal, pero esa era la extraña forma del rubio de demostrar cariño…

-Si quieres puedes dormir aquí… yo aprovecharé de montar guardia…

-¿Aquí?... si me quedara nadie me molestaría…

-Se extrañarían un poco… pero me lo dejarían a mí…

-Está bien… pero no tienes por qué irte… es tu habitación… además de eso, si te vas van a creerse con el derecho de entrar a interrogarme…

-Sabes que eso pasará tarde o temprano.

-Prefiero que sea cuando por fin rompa el compromiso…

-Entiendo… ¿entonces? ¿deseas quedarte hablando toda la noche?

-No te ilusiones Weller –desvió la vista intentando demostrar indiferencia- no tengo intenciones de seguir hablando contigo… ya te he dicho demasiado y es obvio que en los humanos no se puede confiar… no demasiado… -susurró lo último.

-Está bien, está bien… -le sonrió suave- entonces, si no quieres que me vaya del cuarto y tampoco quieres que conversemos ¿qué se supone que vamos a hacer?

-Es obvio que dormir.

-Wolfram… sólo hay una cama…

-Pues dormiremos juntos –nuevamente Conrad se quedó sorprendido por sus palabras… ¡pero qué día más extraño! Ese gesto en el rostro del castaño irritó al príncipe -¡Deja de mirarme así! ¡Pareces idiota! -gruñó molesto –además no es la primera vez que hacemos eso… cuando niños dormíamos juntos, no sé cuál es el problema…

-Perdón, perdón… no hay problema Wolfram… ningún problema.

Aquella noche durmieron en la misma cama… y no sólo esa noche… las otras que les siguieron también… todos lo sabían aunque nadie mencionaba el hecho… Conrad sólo les había dicho que le dejaran este tema tan delicado a él.

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-Siento que me está esquivando –susurró Yuuri sin poder concentrarse en los papeles importantes.

-A todos… -le respondió con seriedad Gwendal –pero no nos queda más que esperar que Conrad solucione todo… porque, aunque me duela, Wolfram confió en él primero que en mí.

-Es que… ya no sólo no duerme en mi cama… sino que no me dirige la palabra… aunque es un alivio que duerma en otra habitación… porque tiene muy mal dormir… creo que no es justo que no diga nada… hasta Greta lo extraña.

-¿"hasta" Greta lo extraña? ¿Eso significa su majestad también extraña a su prometido?

-¡No! ¡No pienses cosas raras!... es sólo que me acostumbré el tenerlo cerca… él es un amigo muy querido para mí… y me molesta no poder ayudarlo… esta vez ser el Maoh no me sirve de nada…

-Confía en Conrad… él nunca te ha fallado…

-Tienes razón… nunca lo ha hecho… -miró distraído por la ventana… pudo distinguir la delgada figura del rubio escondido como siempre en ese rincón abandonado… se notaba como iba disminuyendo de peso… sabía por las sirvientas que dejaba casi toda la comida y estaba seguro que si no fuera porque dormía junto al castaño, tampoco dormiría.

Tamborileó con los dedos la mesa, intentó concentrarse, miró la puerta y luego la ventana desde la que se veía Wolfram y se paró impulsivamente.

-¡Lo siento! Vuelvo enseguida para seguir trabajando, tengo… algo que hacer… -y sin decir más salió corriendo de su oficina, dejando a Gwendal con una sonrisa casi imperceptible.

Corrió tan rápido que no se demoró en llegar dónde el rubio, tenía miedo que buscara otro escondite y no supiera en qué parte estaba. Se alivió al ver que no se había movido y leía con un aura de paz.

Se acercó lentamente a él hasta quedar al frente.

-Wolfram… -el aludido levantó la vista y se asustó en ver a la última persona que deseaba encontrar… el sólo mirarlo le dolía… sabía que era un cobarde, pero no estaba preparado para esa titánica tarea que tenía en mente.

-Qué quieres enclenque… -regresó su mirada al libro.

-¡Rayos! ¡No me digas enclenque!

-Bien… entonces vete de aquí y déjame solo.

-Wolfram… -por alguna razón esa respuesta le había quebrado un poco el corazón –sólo quiero saber cómo estás ya casi no nos vemos y cada vez que estamos cerca siento que no es cómodo para ti.

-No es nada Yuuri… déjame terminar el libro ¿por favor?

-No… -susurró.

-¿Ah?

-No –dijo más fuerte –no, no, no, no… debes decir me qué ocurre, estoy tan preocupado… ¿cuánto has bajado? ¿3, 4 o 5 kilos? Rayos, Wolfram ¿qué pasa, qué te ocurre? Al principio estaba feliz que durmieras con Conrad como cuando eran niños… pero te veo día a día marchitándote.

-Yuuri… -se sonrojó al escucharlo –estas preocupado por mí –susurró.

-Claro que sí… porque me duele demasiado ver a Greta llorar por ti.

-Oh… por Greta… -era por ella… seguramente sí se preocupaba por él pero como amigo… idiota, idiota… idiota por ilusionarse con algo tan pequeño… si dentro de todo Yuuri se preocupa por todo y por todos… es como si hubiera asumido todos los pecados del mundo en sus hombros y poco a poco fuera limpiándolos –para la próxima no vengas a molestarme con tus tonteras, enclenque… -se paró de su puesto y salió del lugar… tendría que encontrar un nuevo escondite… pero lo más importante… necesitaba hablar con Gwendal para que lo sacara del castillo por alguna misión pequeña.

Yuuri miró con tristeza como el rubio se alejaba… ¿por qué ya no lo quería cerca?...

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-Chery-sama… -la voz suave de la pequeña Greta llegó hasta los oídos de la bella mujer rubia.

-¿Qué ocurre? –notó como la niña cargaba un libro de cuentos escrito por Anissina.

-¿Puede leer conmigo?... Wolfram ya no quiere leerme… casi ya no lo veo… -en los ojitos de la pequeña brillaban lágrimas que notoriamente amenazaban con salir.

-Greta… -susurró la mujer. La verdad es que ella tampoco había visto a su hijo. Evitaba desayunar con ellos, paseaba muy distraído por los pasillos, pasaba escondido prácticamente todo el día… -ven… -palmeó el asiento de al lado de ella- yo te leeré, así que no te pongas triste…

-Chery-sama… ¿Yuuri y Wolfram se separarán? Porque ya no se hablan… y Yuuri no deja de pensar en Wolfram… Greta está triste… yo quería una mamá, pero tampoco quiero que Wolfram deje de ser mi papá.

-No sé qué pasa por la cabeza de mi hijo Greta… lo que sí sé es que Wolf jamás dejará de verte como hija… cuando el Maoh decidió hacerse cargo de ti, mi hijo aceptó por sí mismo ser partícipe de todo esto, a pesar de ser muy jóvenes han sido maravillosos padres ¿no piensas lo mismo? –le dedicó una sonrisa.

-¡Sí!... aún así yo quiero que estén bien…

-Yo también cariño… yo también.

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-¡¿Qué?! ¡¿Wolfram y Conrad se van de campaña?!

El Rey estaba alarmado… estaba más que alarmado… no quería que el rubio se fuera… quería arreglar las cosas con él, quería saber qué le ocurría, quería poder ayudarlo como acostumbraba ayudar a todos… no podía darse por vencido con eso… pero cada día estaba más y más lejos… no sabía en qué minuto se había alejado tanto de él.

-Será bueno que se aleje un poco del Castillo del Pacto de Sangre… necesita respirar… y ante el hecho de que ninguno es capaz de cruzar esa barrera que él construyó hay que buscar otras alternativas –contestó simplemente Gwendal.

-Ese mocoso caprichoso –la voz de Günter sonaba molesta, pero todos sabían que él también estaba preocupado –asustar así a su majestad.

-No es su culpa –Conrad apareció por el comedor para almorzar con los demás– hay una decisión importante que debe tomar y no puede ser a la ligera pues de eso depende su propia felicidad a futuro…

-Hijo… -lo miró preocupada Cecile –supongo que no puedes contarnos.

-Le prometí que no… perdónenme…

-Entiendo…

-Conrad –murmuró Yuuri –déjame ir con ustedes ¡Necesito saber que está bien!

-Lo siento Yuuri… pero esta vez no puedes intervenir en sus deseos… sólo él puede ayudarse a sí mismo… ni siquiera yo, que estoy enterado de todo, puedo hacer más que apoyarlo y darle una mano… también estoy preocupado… pero no es justo obligarlo a nada que él no desee hacer.

-Demonios… -apretó el cuchillo con enojo… no poder hacer nada lo molestaba… le dolía… ¿por qué no había notado que el rubio se sentía mal?...

-Partiremos hoy en la tarde… regresaremos en un mes más… espero que cuando regresemos ya haya tomado su decisión… su salud está sufriendo las consecuencias…

-Debe haber bajado por lo menos una talla –murmuró Gwendal –procura que coma… por favor.

-Claro… seguro que se anima estando en campaña.

-Eso espero…

Se marcharon en silencio con el último rayo de sol. Todos los fueron a despedir y el rubio se alegró levemente de verlos luego de días de esquivarlos… no deseaba preocuparlos más… era doloroso ver esa mirada llena de angustia en los ojos de su madre… no podía ser así de egoísta… era definitivo… con ese viaje tomaría el valor y haría lo que tuvo que hacer desde hace tiempo… dejar que Yuuri fuera feliz.