bueno, continuamos con el especial de san valentin. tengo que decir, que este capítulo lo tenía escrito desde hace un par de días, solo me faltaba el final, así que es totalmente casualidad que tanto en mi historia como en el capítulo del lunes, tenga mucho protagonismo Gates. espero que lo disfruteis ;) muchas gracias por leer, espero las reviews.


Faltaban pocos días para san Valentín y Castle estaba muy nervioso, no estaba seguro de haber acertado con el regalo de Kate. Estaba totalmente enfrascado en sus pensamientos sentado en su silla habitual y una voz lo llamó.

- señor Castle, ¿puede venir un momento? – Gates se asomó por la puerta de su despacho, parecía enfadada. Kate tuvo que golpear a Rick sutilmente por de debajo de la mesa y el escritor dio un pequeño salto – Señor Castle – volvió a llamarlo, miró hacia Kate que le indicó con las cejas se diera la vuelta y Rick notó un escalofrío recorrerle todo el cuerpo cuando vio la mirada de la capitana. Miró a Kate de reojo, que se encogió de hombres mostrándole que no sabía de que iba todo eso. Respiró hondo, se levantó de su silla y se dirigió hacia el despacho. Antes de entrar, la mano de Espo lo detuvo.

- bro, ¿Qué has hecho? – le preguntó intrigado.

- nada, que yo recuerde – su voz temblaba. Miró a Kate por última vez con temor.

- Castle, no le hagas esperar o será peor – le susurró Kate desde su escritorio.

- ¡Castle! – gritó Gates desde dentro. El escritor se sobresalto, lanzó un suspiro y entró – siéntese señor Castle – le indicó con la mano la silla que estaba frente a ella.

- claro señor – se sentó incómodo, no sabía como poner las piernas, las cruzó y las descruzó un par de veces, se acomodó el cuello de la camisa nervioso – ¿en que puedo ayudarla? – Gates levantó la vista de los papeles que tenía sobre la mesa y entrelazó sus manos sobre el escritorio.

- Castle, sabe de sobra que su presencia aquí no me agrada – hizo una pausa que a Castle le pareció una eternidad – no obstante, después de casi dos años observándolo debo felicitarle por su trabajo.

- gracias señor – dijo alagado.

- no se equivoque señor Castle, a pasar de que sus… "dotes" como escritor han ayudado en varias ocasiones a mis detectives, su presencia aquí sigue sin gustarme – Caste se removió incómodo es su silla.

- señor – se aclaró la garganta – soy consciente de que para usted soy un poco molesto, pero…

- ¿molesto?, eso es quedarse corto – le dedicó una sonrisa – pero como usted sigue siendo amigo del alcalde no puedo echarlo de aquí, aunque nada me gustaría más que eso.

- señor, le pido disculpas por anticipado, pero… ¿me ha hecho entrar para decirme algo que ya sabía? – preguntó incrédulo.

- no, hay algo más que tengo que decirle.


- ¿para que habrá cerrado las persianas? – preguntó Ryan mirando hacia el despacho.

- no tengo ni idea – dijo Beckett revisando unos papeles.

- ¿Cuánto tiempo llevan ahí dentro? – quiso saber Espo que se acercó al escritorio de Beckett.

- media hora – dijo distraída la detective.

- ¿y de que crees que están hablando? – dijo Ryan.

- no lo se – contestó Beckett

- ¿no tienes curiosidad? – dijo Ryan

- chicos, cuando salga Castle ya nos contará, mientras tanto, tenemos un caso que resolver – dijo señalando la pizarra – los detectives se marcharon cada uno a su mesa y Beckett se quedó mirando hacia el despacho de Gates, se estaba empezando a impacientar.


- gracias señor Castle – le tendió la mano que el escritor estrechó gustoso – sabía que podía contar con usted.

- lo que sea por mi capitana – le sonrió.

- confío en su discreción señor Castle – le advirtió antes de que abriera la puerta.

- por supuesto.

- ni a la detective Beckett, ella no debe saber de nuestro "negocio".

- ¿Cómo se lo voy a ocultar? En cuanto salga de aquí me va a interrogar – se quejó poniendo cara de pánico.

- tiene recursos suficientes señor Castle, apáñaselas como pueda, pero Beckett no debe saber nada, ¿entendido?

- si señor, queda claro – salió del despacho y se fue directo a la sala de descanso a prepararse un café, tenía que escapar de las preguntas de Kate como fuera durante un rato para que le diera tiempo a pensar alguna historia que sonara creíble.

- hey – dijo Kate entrando en la sala - ¿a que ha venido eso? - se acercó a la máquina de café – habéis estado un buen rato.

- ¿Cómo va el caso?, ¿alguna novedad? – preguntó cambiando de tema.

- los chicos han ido a por el sospechoso, lo traen para interrogarlo, pero no me cambies de tema – sirvió café en su taza azul - ¿Qué quería Gates?

- nada importante – intentó no mirarle a los ojos.

- ¿Por qué no quieres contármelo?

- ¿y tu porqué insistes tanto?, no ha sido nada, una simple charla – se encogió de hombros quitándole importancia.

- vale Castle, no quiero discutir por esto, si no me lo quieres contar no pasa nada, pero me gustaría que confiaras en mí – se dio media vuelta para irse pero Castle la detuvo.

- escucha Kate, confío en ti, pero es que no hay nada que contar, hemos charlado sobre los casos que hemos tenido en los últimos meses y me ha recordado que no soy detective y que no le agrada mi presencia aquí, pero que se está empezando a acostumbrar – Kate lanzó un suspiro y sonrió con picardía.

- ves como no era tan complicado – le palmeó el hombro.

- a veces olvido que tu trabajo es hacer confesar a la gente – suspiró resignado.

- ya llegan los chicos, ¿te apuntas? – preguntó apoyada en la puerta.

- no, creo que hoy paso, me marcho a casa, llevo retraso en el libro – se terminó el café y miró a Kate sonriente – nos vemos en casa – acarició su brazo y salio de la sala dirección a la silla donde su abrigo colgaba del respaldo. Antes de que las puertas del ascensor se cerrasen, Kate le dedicó una sonrisa forzada y él se la devolvió.

- que raro… - dijo en voz baja – chicos, ¿todo listo? – entró en la sala de observación.

- si, aquí tienes su informe – Espo se lo entregó y vio la cara de preocupación de su compañera - ¿todo bien?

- eh, si, eso creo – dijo sin levantar la vista del informe – Ryan, ven conmigo.


Castle llegó a casa, dejó las llaves sobre la mesa y tiró en el sofá mientras resoplaba. Odiaba mentir a Kate y como ella se enterara de que le ha ocultado algo como eso, se iba a cabrear. Pero no podía defraudar a Gates ahora que empezaba a confiar en él porque ir a la comisaría y seguir a su inspectora cada día se había convertido en la rutina más reconfortante que había tenido jamás y no podía permitir que eso se acabara. Fue hacia el frigorífico y allí se quedó un buen rato observando, cogió una cerveza y volvió a lanzarse al sofá, echó la cabeza hacia atrás y se puso a pensar en la conversación que había tenido con Gates hacía unos minutos.

- soy todo oídos – colocó los codos sobre el escritorio descanando su cabeza sobre las manos.

- voy a ir al grano – hizo una breve pausa para mirar a los ojos al escritor – se desde hace tiempo que usted y la detective Beckett mantienen una relación sentimental – Castle se quedó parado frente a ella sin pestañear, en shock por lo que acababa de oír.

- ¿de que está hablando? – preguntó con una risa floja - ¿Beckett y yo?, vamos…

- no lo niegue señor Castle, hasta un niño se daría cuenta – le volvió a mirar fijamente, sosteniéndole la mirada y Castle se rindió.

- está bien – suspiró dándose por vencido - ¿Cómo lo ha sabido?

- ¿bromea? Lo supe desde el principio, eso, señor Castle se nota y a ustedes dos, mucho más – apoyó la espalda en el respaldo de su silla y sonrió al ver la cara de agobio del escritor.

- pero, nosotros tenemos cuidado, casi ni nos miramos cuando estamos aquí por miedo a ser descubiertos ¿Cómo lo supo capitán? – insistió él.

- os ví el otro día, en una cafetería bastante acaramelados para ser simples compañeros – bebió de la taza de café que tenía sobre la mesa – debo decir, que no me sorprendió, pensé que nunca se iban a lanzar.

- una de las principales causas era esta – dijo mirando hacia abajo sabiendo las consecuencias que tendría que Gates supiera que ellos dos estaban juntos.

- ustedes ya sabían que las relaciones personales entre compañeros están prohibidas señor Castle.

- esta es la excusa perfecta para echarme ¿verdad?

- no es una excusa señor Castle, son las normas.

- escuche… esto es lo mejor que me ha pasado en la vida. Disfruto con lo que hago, resolviendo crímenes, descifrando pruebas, seguir pistas, teorizar… se me da bien. Así que, por favor – le suplicó – haré lo que sea para poder quedarme.

- ¿lo que sea?

- menos dejar a Kate, eso no es negociable – intentó hacerse el gracioso.

- no es momento para bromas…

- si claro, disculpe - carraspeó

- podemos llegar a un acuerdo señor Castle, de momento no me habéis dado ningún problema ni ningún signo de que no podáis trabajar juntos, además técnicamente usted no es policía por lo que no podría prohibirlo.

- ¿Qué tengo que hacer a cambio? – preguntó sabiendo que tendría que pagar un precio por mantener su estancia en la comisaría, junto a su musa. - ¿Qué quiere que haga? – quiso ir al grano.

- vaya a esta dirección – escribió en un pequeño papel cortado a mano de un folio – hacia las siete de la tarde – Castle cogió el papel que le ofreció Gates – le informaré más cuando llegue allí.

- ¿es todo? – preguntó inquieto.

- si, es todo – levantó una mano señalandole la puerta para que saliera.

- y si hago esto, ¿podré continuar en la comisaría?- preguntó con miedo.

- si, siempre y cuando no interfiera en el trabajo de la detective.

- cuente con ello – sonrió ampliamente.

Miró una vez más el móvil antes de entrar en el portal de la dirección que Gates le había entregado para comprobar si tenía llamadas o mensajes de Kate. Dudó en llamarlo él, pero no quería volver a mentirle así que guardo el teléfono en el bolsillo de su abrigo y después de lanzar un largo suspiro entró en el bar. Buscó con la mirada a Gates, pero no estaba allí. Se sentó en la barra y se pidió un café mientras esperaba a la capitana, estaba nervioso, pero sentía mucha curiosidad por saber porque Gates le había citado en ese bar.

- ¿señor Castle? – una voz femenina habló detrás de él.

- disculpe – se dio la vuelta en la silla quedando frente a ella. Era una mujer que no debía tener más de 25 años, de piel morena, pelo largo negro como el carbón y unas largas piernas - ¿nos conocemos?

- perdone el retraso, había mucho tráfico – se disculpó ella – me llamo Clara – le tendió la mano que Castle estrchó confundido – soy escritora.

- encantado Clara. ¿en que puedo ayudarte?

- verás, sabía que mi tía trabajaba contigo así que le he pedido un favor – se explicó.

- ¿Gates es tu tía? – preguntó sorprendido

- si – dijo avergonzada – le pedí que concertara una cita con usted para que me ayudara con mi libro – le explicó.

- de acuerdo – le sonrió - ¿Qué te parece si nos sentamos, y me cuentas? – le ofreció el amablemente – y por favor, llámame Rick.

- muchas gracias Rick – se sentaron en una mesa junto al gran ventanal del bar.

- y dime Clara ¿cómo puedo ayudarte?

- me encantan tus novelas, las he leído todas y gracias a ellas y a ti, quise ser escritora – le confesó.

- vaya, es todo un halago. ¿Has escrito algún libro?

- de momento dos.

- ¿alguno conocido?

- ese es mi problema, no están teniendo el resultado que yo esperaba. Mi editor no se toma muchas molestias y es una lástima, porque mucha gente me dice que son buenos pero nadie los compra.

- ya veo – se quedó pensando durante unos segundos - ¿Qué género escribes?

- no me gusta encerrarme en un único género, intento que tengan un poco de todo… suspense, misterio, drama y romanticismo.

- suena bien. Pero dime ¿Qué quieres que haga yo?

- mi tía dice que tu podrías ayudarme, pero no se como la verdad.

- vamos a hacer una cosa, vamos a ir a tu casa, me vas a dejar una copia de tus libros y veré lo que puedo hacer. Si algo he conseguido durante estos veinte años que llevo escribiendo son contactos, me sobran, y seguro que tengo algún amigo que me deba algún favor que pueda echarte una mano con tus libros.

- eso sería fantástico Rick – gritó entusiasmada.

- ¿y de que trata en el que estás trabajando? – quiso saber.

Pasaron una hora charlando en el bar. Castle le dio unos cuantos consejos que la sobrina de Gates agradeció y luego se fueron hacia su casa para recoger los libros.

- muchas gracias por todo Rick, no se porque no le caes bien a mi tía – le dio un abrazo para despedirse.

- si, yo tampoco lo entiendo, soy un tío encantado – dijo chistoso

- espero noticias tuyas.

- las tendrás pronto – le dedicó una sonrisa y se fue de allí.


Kate llegó a casa muy cansada, sin ganas de nada, solo quería ponerse el pijama pedir algo de cenar y relajarse con su escritor en el sofá mientras veían alguna película lo suficientemente cutre como para no hacerle ni caso y dedicarse a hacer cosas más interesantes con su novio. No había estado con él en casi todo el día, y a pesar de que hace unos días le convenció para que pasara menos tiempo en la comisaría, lo echaba mucho de menos. Se había acostumbrado a tenerlo siempre cerca y ahora notaba su ausencia.

- Castle – gritó al entrar – ya estoy en casa – se quitó la cazadora y la dejó sobre la primera silla que vio – ha sido un día horrible – se iba desabrochando los botones de la camisa mientras caminaba hacia la habitación – hemos atrapado al asesino después de comer y luego toda la tarde con el papeleo, estoy muerta – se asomó al despacho al ver que no estaba en la habitación, pero allí tampoco estaba - ¿Castle? – gritó y esperó pero nadie contestó. Cogió su móvil pero no tenía ni mensajes ni llamadas. – que raro – pensó. Se dio una ducha, pidió comida china y se sentó en el sofá a hacer zapping. Un rato más tarde escuchó las llaves metiéndose en la cerradura, miró hacia atrás y Castle apareció por la puerta.

- ya iba siendo hora – miró el reloj de su muñeca - ¿Dónde has estado? – quiso saber.

- me aburría escribiendo – se acercó hacia ella y le dio un pequeño beso – y salí a dar un paseo y al super mercado – dejó las bolsas que traía sobre la encimera de la cocina y se puso a colocar las cosas en su sitio - ¿Qué tal el día?

- de todo un poco, pillamos al asesino – dijo desde el sofá.

- ¿y quien era? – se interesó

- te hubiera encantado Castle, resultó ser el mayordomo – dijo sonriendo.

- ¿Qué?! – fue corriendo hacia ella – sabía que él tenía algo que ver en todo esto, siempre me pierdo lo mejor – suspiró – en fin, otra vez será – se sentó en el sofá y comenzó a masajear los pies de la detective - ¿sabes?, se acerca san Valentín – dejó caer.

- ya lo se – dijo sin darle importancia. Castle la miró esperando a que dijera algo más y ella al notar su silencio lo miró – y seguro que has planeado algo espectacular ¿me equivoco?

- bueno, tengo alguna cosa en mente… - dijo seductor – nada del otro mundo.

- siendo nuestro primer san Valentín juntos, espero que me sorprendas – se mordió el labio inferior – yo ya tengo tu regalo – dejó caer.

-¿y me lo vas a decir? – preguntó juguetón. Ella negó con la cabeza sonriendo divertida.

- es sorpresa – dijo susurrando

- genial – se tumbó sobre ella – me gustan las sorpresas

- espero que te guste – besó la comisura de sus labios.

- todo lo que venga de ti, me gusta – le apartó un mechón de pelo del rostro.

- te he echado de menos hoy – le susurró en el oído.

- ahora soy todo tuyo – beso tiernamente a la detective y cuando la cosa se estaba empezando a caldear, el timbre los interrumpió.

- ya está aquí la cena – se quejó

- lo dejamos para el postre entonces – le dedicó una sonrisa.


Castle se había dedicado los últimos días a leer los libros de la sobrina de Gates e hizo un par de llamadas a sus antiguos editores para que la ayudaran además, los libros no estaban nada mal, simplemente la mujer no tenía al mejor de los editores ayudándola. Le mandó por correo un borrador con notas adicionales con consejos para que siguiera de ahora en adelante y se fue a la comisaría. De camino, y como cada mañana desde hacía casi cinco años, pasó por el puesto de cafés y fue directo a comisaría. estaba especialmente feliz esa mañana, era el día de san Valentín y ya tenía todo planeado para esa noche, quería sorprender a la detective, pero la sorpresa se la llevó él.

- buenos días – saludó a la gente al salir del ascensor – ya estoy aquí – se sentó en su silla – ¿tenemos algún caso? – preguntó mientras colgaba su abrigo en el respaldo. Kate no le contesto, ni si quiera le miró. Se levantó de la silla y sin coger el café se fue hacia la sala de descanso - ¿Kate? – dijo mientras observaba a la detective pasar por delante de él - ¿Qué ocurre Kate? – preguntó siguiéndola.

- dímelo tu Castle – se dio la vuelta clavando sus ojos en él.

- vale, estás enfadada, pero no se porque – cerró la puerta para tener más intimidad.

- no juegues conmigo Rick – el dolor se reflejaba en sus ojos.

- me has llamado Rick.. tiene que ser grave – intento bromear pero Kate le seguía mirando con ojos de rabia.

- ¿me puedes explicar esto? – lanzó el periódico encima de la mesa con fuerza. En la portada se podía leer "el soltero de oro, ¿cazado?" y bajo el titular una foto de Castle con una mujer en una cafetería. – esa ropa la llevabas hace unos días, me dijiste que te ibas a casa porque tenías que escribir y cuando llegue a casa no estabas – le replicó – me mentiste Castle, estabas con esa – gritó en un susurro ahogado.

- Kate escucha, no es lo que parece – intentó explicarle.

- ¿entonces que es? – señaló la foto.

- no puedo explicártelo – bajó la cabeza. Kate le miró con rabia y se fue de allí dando un portazo – genial – musitó. Intentó seguirla pero Espo lo agarró del brazo.

- tío, déjala – le susurró – no es buena idea que vayas tras ella – se cruzó de brazos frente a él – ya te vale Castle, ¿Cómo se te ocurre?

- Javi, en serio, no es lo que parece ¿vale? – suspiró

- tu sabrás tío – le miró con dureza y se marchó.

- yo solo me lo guiso… yo solo me lo como – lanzó un suspiro y llamó a la puerta de Gates.


Kate entró como un huracán en la morgue. Lanie que estaba en su descanso se sobresaltó cuando la vio aparecer.

- cielo ¿Qué ocurre? – le preguntó soltando su sándwich

- me ha engañado Lanie, está con otra – dijo sin rodeos – les han sacado una foto en la prensa rosa.

- eso no puede ser Kate, Castle te quiere con locura, jamás te haría algo así – la intentó convencer – debe de haber un mal entendido.

- no lo se Lanie, no lo se – se pasó la mano por la frente.

- ¿y el que ha dicho?

- que no es lo que parece

- y…

- y eso es todo, dice que no puedo decirme nada más

- lo voy a matar – dijo Lanie cabreada

- que sea cuando no esté de servicio, no quisiera tener que detenerte por algo que yo misma haría – intentó relajarse.

- habla con él y pídele explicaciones, algo raro hay en todo esto.

- si, eso haré – ya estaba más tranquila – gracias Lanie


- Beckett – Gates asomó la cabeza por la puerta – a mi despacho – le ordenó.

- si señor – resopló en su silla y se levantó sin ganas.

- adelante, siéntese – le ofreció Gates.

- señor, estamos en medio de un caso y… - quiso excusarse.

- los detectives Ryan y Espósito se encargarán de este caso ahora, siéntese, hay algo de lo que me gustaría hablar.

- si señor – dijo resignada.

- no tenía entre mis planes explicarle esto, pero debido a las circunstancias no me queda más remedio.

- señor no se de que está hablando – dijo nerviosa

- voy a ser franca con usted. Os vi al señor castle y a usted en una cafetería detective Beckett – Kate se quedó pálida – hace algunas semanas.

- señor yo…

- durante ese tiempo estuve meditando y llegué a la conclusión de que no podía permitir que mantuvieran una relación sentimental y profesional al mismo tiempo, podría ser peligroso para ambos.

- con el debido respeto señor…

- déjeme terminar – la interrumpió – hace unos días le dije a Castle mi decisión y él me pidió, bueno más bien me rogó que no lo echara de la comisaría y usted sabe, mejor que yo debo añadir – se quitó las gafas – que es imposible decirle que no a esa cara de corderito que pone cuando sabe que a hecho algo malo – Beckett bajó la cabeza y en su cara apareció una leve sonrisa – por su cara, veo que sabe de lo que estoy hablando.

- si señor, me hago una ligera idea

- llegué a un trato con él – cogió el periódico y le señaló la foto – ésta mujer es Clara, mi sobrina y yo le pedí al señor Castle que se reuniera con ella.

- señor, no termino de entender…

- ella es escritora y no le va muy bien con la venta de sus libros y le pedí a Castle que me hiciera un pequeño favor a cambio de que él pudiera continuar en la comisaría.

- ¿Por qué no me dijo nada?

- yo se lo pedí, quería que todo siguiera como hasta ahora, ustedes realizando bien su trabajo y yo en mi ignorancia, pero cuando Castle ha venido a verme antes y me ha enseñado esto… - señaló la foto – no le culpe a él detective, es un buen hombre y le agradeceré siempre la ayuda que le ha prestado a mi sobrina. Y ahora vaya a casa.

- señor, el caso está sin resolver y Castle…

- es una orden detective, su trabajo ha concluido por hoy.

- gracias señor, y siento mucho todo esto, surgió y….

- no tiene que darme explicaciones, estoy casada, conozco esa sensación – se puso las gafas y Beckett supo que la conversación había terminado. Beckett cogió su cazadora y salió de la comisaría corriendo. Gates cogió el teléfono – todo está en orden – dijo la capitana – va de camino, ah y señor Castle, gracias por ayudar a mi sobrina se le ve muy ilusionada con el nuevo editor.

No estaba siendo uno de sus mejores días, parece que el universo estaba en su contra y que todo el mundo había esperado hasta ese preciso instante para salir a la calle. Las calles de la ciudad estaban abarrotadas de coches, era el peor atasco en el que había estado desde hacía tiempo y tiene que ser justo ese momento, el día en el que, por culpa de su terquedad, había discutido con el hombre de su vida. Después de media hora parada en el mismo sitio, vio un hueco donde poder dejar el coche, iría a pie, corriendo si hacía falta para pedirle disculpas al escritor. Llegó al portal, con la respiración agitada, un par de gotas de sudor recorrían su cuello, pero le daba igual, no podía permitir que las cosas siguieran así entre ellos. Cogió las llaves del loft del bolso y con la mano temblorosa consiguió abrir la puerta.

- ¿Castle? – solo obtuvo silencio. Algo encima del mostrador llamó su atención. Era un sobre blanco donde ponía "para Kate". Dudo unos instantes, lo cogió con miedo, temblorosa.

"el primer día que te vi, supe que estábamos destinados a estar juntos, pero también supe que iba a ser un camino largo y complicado, pero créeme cuando te digo que este viaje a merecido la pena. El día que me miraste a los ojos, y me dijiste que querías que yo estuviera al otro lado del muro cuando cayera, supe que te iba a amar hasta el fin de mis días, me prometí a mi mismo que iba a dedicar cada segundo de mi vida en hacerte feliz, en complacerte y apoyarte, a esperarte. Pero hoy no he cumplido mi promesa, pero pienso recompensártelo de ahora en adelante. Deseo que aceptes mis disculpas, porque dios, Kate eres la mujer de mi vida. Miro al futuro y solo veo oscuridad y soledad si no estás a mi lado cada día. Tu sonrisa, tu aroma, tu mirada, tus caricias… son la razón por la que respiro día tras día. Me harías el hombre más feliz del mundo si… "

Le dio la vuelta al folio esperando que las líneas siguieran, pero ahí no había nada. Una lágrima resbaló de su mejilla cayendo sobre la hoja, levantó la vista y lo buscó con la mirada. corrió hacia la habitación y se quedó parada en el arco de la puerta. Las persianas estaban cerradas y cientos de velas iluminaban la estancia. Recorrió la habitación con la mirada, buscándole y ahí estaba él, de pie frente a la ventana observándola. Se acercó lentamente hacia él, pasó sus manos por su torso y las entrelazó detrás de cuello respirando el aroma que desprendía.

- perdóname Kate – pasó sus manos por su cintura acariciando la piel bajo la camisa y un escalofrío recorrió su cuerpo ante el contacto de sus yemas con la piel cálida de su novia.

- shhh – apoyó su nariz en el cuello ofreciéndole una dulce caricia – termina la frase Rick – susurró en su cuello – te haría el hombre más feliz del mundo si…

- me amaras durante el resto de nuestra vida – dijo con la voz ronca en su oído. Kate se separó de su cuello y beso sus labios con ternura. Los brazos del escritor la rodearon acercándola más a él profundizando el beso. Ella se separó ligeramente.

- siempre – le susurró sobre los labios – te voy a amar siempre y para siempre Rick.

- escuchar eso, es el mejor regalo de san valentín - susurro sobre sus labios.

- tu si que eres un buen regalo - sus labios mostraron una sonrisa pícara y sus labios volvieron a fundirse en un beso tierno que según iban pasando los segundos iba dejando paso a la pasión.


pd: estoy abierta a ideas que me querais dar... las agradecería! como os gustaría ver a nuestros protagonistas? ;)