Ufff esta vez la parranda estuvo muy intensa, pero no había día en que no recordara esta historia de alguna manera. Sigo sin abandonarlo (básicamente porque no puedo. Estamos demasiado conectados) y aunque faltan unos cinco capítulos más aproximadamente (¿Alguien estaría dispuesto a esperar tanto?) no voy a dejarla inconclusa como todo lo demás en mi vida.
Como siempre, antes de comenzar tengo que decir que las películas no me pertenecen, pero si una profunda devoción por el Jarida. Gracias por todos los comentarios :3.
Destinos Cruzados
Capítulo 10
¿Cómo saber si las decisiones que tomamos son las correctas?, Merida lo había dejado todo por algo que era tan incierto, y ese lugar solo le hacía incrementar todas sus dudas. Estaba sola, en una especie de cueva que le causaba escalofríos involuntarios por algo más que el frió. Era difícil de explicar toda la soledad, desesperación y tristeza que se respiraba a través de las paredes, hasta el punto de lo soportable.
¿Qué había pasado hace unos momentos? Cuando estaba tan convencida (resignada) de lo que quería hacer y solo había bastado un momento de duda, un poco de presión y una ausencia total de sentido común para hacerla cambiar de parecer e irse a un lugar del cual probablemente jamás regresaría con alguien que no le inspiraba ni un mínimo de confianza. Era sorprendente el pésimo criterio que podía llegar a tener, y peor que eso era darse cuenta de lo malo que habría sido quedarse. Solo hasta ese momento, cuando ya no podía hacer nada para cumplirlo, supo por qué su madre la había insistido tanto en que lo pensara dos veces.
Si todo hubiera seguido su curso ahora mismo estaría casada, sin posibilidad alguna de arrepentimiento. Aunque en ese momento las ganas de aferrarse a la idea del deber y de aceptar lo inevitable habían sido demasiado fuertes, ahora tomar ese camino le parecía el final de su vida. No quería ni siquiera pensar en todo el desastre que había dejado en su tierra y las consecuencias irreparables que ese acto de egoísmo traería.
-¿Qué he hecho?- Merida mencionó para sí misma, sacando el último pasador de su cabello, ahora nuevamente salvaje. Su futuro en ese momento era completamente impredecible y lo único que sabía era que no podía volver a casa para dar la cara. Pitch Black (aun recordaba perfectamente el nombre con el que se había presentado a ella) la había dejado ahí, prisionera en ese lugar, y se fue tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de hacerle las preguntas más elementales, como donde estaba y que era exactamente lo que quería que hiciera.
Sin ganas de seguir repasando lo que hubiera sido de su vida de haberse quedado, Merida se puso de pie, completamente decidida a dejarse de lamentaciones y comenzar a buscar respuestas. Aquel lugar era enorme, incluso lo suficiente para perderse rápidamente. Una serie que túneles y pasadizos de piedra que tardaría horas enteras en explorar y a pesar de la magnitud del lugar, Merida encontró esa tarea como un desafío para matar el tiempo. Según recordaba, aquel hombre (espíritu, demonio, ser sobrenatural… o algo) no le había prohibido nada, así que estaba dispuesta a aprovecharlo. Aun con la poca luz, podía distinguir perfectamente lo que había en cada habitación, aunque en su mayoría se encontraba con cuartos fríos y vacíos.
Llevaba un par de minutos caminando sin rumbo entre pasadizos, arrastrando el vestido de novia (el cual no hallaba el momento de quitarse), y de un segundo a otro el débil sonido metálico de algo moviéndose en la oscuridad la hizo ponerse en alerta. Estaba cerca de encontrar algo, y una parte de ella le aconsejaba no seguir, volver a donde estaba y esperar, pero la verdad era que nunca escuchaba esa voz en su cabeza que claramente le habría asegurado una vida más tranquila.
Era una habitación enorme, más que ninguna otra que había podido ver ahí, y estaba llena de enormes jaulas que colgaban del techo. Un millar de aleteos rompieron el silencio intenso del cuarto en cuanto entró, tomándola por sorpresa de tal manera que la hizo sobresaltarse en su lugar. Aquellas pequeñas criatura parecían asustadas, al tiempo que se abarrotaban contra el extremo contrario de la jaula aun antes de que ella estuviera lo suficientemente cerca como para mirarlas detenidamente. No era aves, pero tampoco le recordaban a ningún otro animal que hubiera visto antes. La miraban de la misma manera que lo haría un niño asustado, mientras el recuerdo de la mujer emplumada que había conocido en el bosque aquella noche en que vio por ultima vez a Jack se conectó directamente a ellas. Eran versiones diminutas de ella, con las plumas opacas y sus pequeños ojos puestos en Merida.
-¿Quién las encerró aquí?- la respuesta parecía demasiado obvia, pero aun así la dijo en voz alta, como si le costara trabajo creer que alguien pudiera llegar a hacer algo así. El primer instinto de Merida fue el de liberarlas, pero sin una llave para abrir las cerraduras resultaba una tarea imposible de realizar. Sujetando con ambas manos la puerta de la jaula más próxima, intentó abrirla usando toda su fuerza, con la esperanza de que no estuviera completamente cerrada o pudiera ceder de alguna manera. Antes de llegar a prometer que encontraría la manera de liberarlas, la presencia inconfundible del mismo ser que la había traído ahí le hizo helar la sangre.
-Creí haberte dicho que no te movieras de tu lugar- Merida sintió un nudo en la garganta cuando volvió a verlo, esta vez formando una sonrisa tan grande que apenas y le cabía en el rostro. Ahora era aterrador a otro nivel y ella hizo un intento enorme por no mostrarse intimidada.
-No me dijiste nada, solo te fuiste y ya- juntando el coraje suficiente antes de hablar, Merida se felicitó a si misma por lo confiada que había sonado.
-Bueno, te lo digo ahora entonces- contrario a lo que ella hubiera pensado, aquella respuesta fue tomada con humor, haciéndola desconfiar un poco más, si es que era posible.
-¿Dónde estabas?- se había ido por bastante tiempo y podía suponer lo peor con solo verlo. No se llega a ser el rey de las pesadillas a base de buenas acciones, y una parte de ella ni siquiera se sentía lo suficientemente preparada para saberlo, así que cambió rápidamente de pregunta ante la ausencia de una respuesta rápida-¿Dónde estamos?- tenía varias teorías sobre eso, pero nada concreto. Ya no se encontraban en su mundo, eso estaba claro, y bien podrían estar en un bosque, o en una montaña, debajo de un pueblo, cerca de un lago, quizás escondidos en medio de un desierto, ¿Cómo saberlo?
-Todo esto es mi hogar- Pitch mencionó lo evidente con orgullo, mientras comenzaba a caminar más cerca de ella. Al momento de traerla, había estado tan impaciente y confiado en sí mismo que se dejó llevar por la sensación de ser más poderoso que todos los guardianes juntos y fue tras ellos. El terror en sus ojos cuando se dieron cuenta que estaba ahí con todo su ejercito de sombras fue maravilloso, pero nada superó al momento en que todos dejaron de pelear y escaparon como perros mientras la guarida de Norte se caía a pedazos. Había valido la pena hasta el último segundo y lo mejor de todo era que aún faltaba la mejor parte -Aquí residen las pesadillas de todos los niños del mundo he intento mantenerlo a la altura- uniendo las puntas de los dedos, se permitió revivir de nuevo la felicidad que le había causado presenciar la caída de los guardianes. Finalmente habían sentido lo mismo que él, cuando hace cientos de años todos dejaron de creer en su poder y terminó siendo reducido a un viejo mito que los padres usaban para mantener a los niños obedientes. De haber sabido antes que aplastar a los guardianes sería tan gratificante lo habría hecho años atrás.
-Estas pequeñas aves…¿Que están haciendo aquí?- ante el cinismo de Pitch, Merida desvió la mirada a las jaulas y apenas pudo soportar la sensación profunda de tristeza al ver el horror en la cara de aquellas pequeñas criaturas cuando el rey de las pesadillas volteó a verlas.
-En realidad son hadas- la corrigió, ignorando la pregunta. A Merida le era difícil adivinar cuanto tiempo habían estado encerradas y cada plan para liberarlas se venía abajo por el peso de sus limitaciones mortales.
-Bueno, eso- aunque la corrección fuera cierta, ese no era el punto- ¿Son de la mujer con plumas?- era innegable el parecido que tenían con ella. Parecían copias diminutas de aquella mujer y cada fibra en el cuerpo de Merida le decía que deberían de estar en un lugar completamente diferente a ese- No recuerdo muy bien su nombre pero…
-Se llama Toothiana- Pitch la interrumpió, cambiando por primera vez desde su llegada aquella sonrisa amplia y llena de autogratificación por un semblante más serio- Y si, son de ella- terminó mencionando como si no hubiera nada malo en ello. Se notaba que no tenía demasiados ánimos de hablar de eso, pero Merida siguió insistiendo, mientras observaba como les enseñaba los dientes puntiagudos a las pequeñas hadas para asustarlas más del límite posible.
-Entonces si le pertenecen a ella, ¿Por qué las tienes tú?- aquella pregunta hizo captar la atención del hombre grisáceo sobre ella de nuevo, haciéndola dudar por su segundo en seguir- ¿Por qué están encerradas?, ¿Cuál es el propósito?- la chica presionó un poco más su suerte, sintiendo esa mirada que solo había visto cuando su madre le hacía saber que su insolencia estaba a punto de rebasar lo permitido.
-Son demasiadas preguntas y realmente no creo que lo entiendas- Pitch le respondió, sorprendido de que hubiera olvidado tan pronto la charla que habían tenido antes de pasar entre mundos. Quizás no había dejado lo suficientemente claro que no solo quería hacer desaparecer a los guardianes, sino que también anhelaba verlos sufrir y el deshacerse de las pequeñas ayudantes del hada de los dientes solo era algo que había pospuesto por no encontrar una manera de eliminarlas lo suficientemente cruel- Es algo entre inmortales- finalizó su argumento, mirándola con una inferioridad que no se molestó en ocultar mientras pronunciaba la última palabra. Después de todo, ella solo era una chica humana, hecha de carne sangrante y huesos frágiles que seguía insistiendo en tomar un camino que no le correspondía.
-Bien, al menos vas a decirme para que me trajiste aquí, ¿O acaso tampoco crees que pueda comprenderlo?- ella no quería demostrar lo verdaderamente molesta que estaba después de haberlo escuchado. Ya se sentía lo suficientemente insignificante como para aparte tener que escuchar aquello. Él la necesitaba, de otra manera no se habría tomado tantas molestias para traerla ahí y ya era tiempo de que se lo dijera de una buena vez.
-Te lo diré en el camino- el rey de las pesadillas se sintió lo suficientemente indulgente como para dejar pasar el tono con el que le había hablado. Normalmente cuando un humano lo veía, ni siquiera eran capaces de hablar y ella por el contrario tenía el coraje suficiente de interrogarlo. Había que reconocer que tenía agallas y eso le hizo ganar cierta simpatía, solo por el hecho de divertirlo.
-¿Eso qué significa?- Merida preguntó, mientras los malos presentimientos no paraban de llegar cada vez que analizaba más aquella situación.
-¡Significa que te lo contare todo en el camino…!- Pitch respondió, alzando la voz al tiempo que le lanzaba una mirada impaciente. Aquella humana estaba siento menos cooperativa de lo que había imaginado y eso solo le estaba arruinando el buen humor.
-¿En el camino a dónde?- ella solo quería respuestas, pero parecía que entre más preguntaba más dudas le surgían.
-Digamos que dejé algunos asuntos inconclusos con unos amigos- el rey de las pesadillas sonrió de nuevo al mencionar lo último, haciendo que Merida sintiera otro escalofrió repentino. Lejos de calmarla, esa respuesta solo le despertó más inquietudes.
-¿Vamos a ir con los guardianes, verdad?- por alguna razón, esa idea la hizo entrar en pánico- ¿Jack va a estar con ellos?- prácticamente acababan de llegar, ¿Cual era la prisa?
-Si, él también es un guardián, ¿Recuerdas?- él respondió, burlándose de ella al tiempo que comenzaba a caminar en dirección a la salida de la habitación, y Merida no tuvo más remedio que seguirlo, no sin antes echarle un ultimo vistazo a las pequeñas hadas de ojos suplicantes.
-Aun no me siento lista para eso, es demasiado pronto- Pitch caminaba tan rápido que era difícil seguirle el paso. Ni siquiera había pensado bien en lo que iba a decirle. Era mucho por asimilar y las posibilidades de ablandarse y olvidarlo todo eran alarmantemente altas.
-También puedes quedarte aquí si así lo quieres, pero te advierto que no pienso volver en un buen tiempo- cambiando un poco la táctica, comenzó a hablar de la manera en que lo había hecho aquella primera vez para que viniera con él. Era obvio que no se encontraba cómoda ahí (aun no había conocido a nadie que pudiera apreciar la belleza tétrica de su hogar) y estaba seguro que usar eso como método de presión seria infalible -¿Ves todos esos túneles? La mayoría de ellos no conducen a ningún lugar. Podrías pasarte días caminando en círculos y jamás encontrarías la salida, ¿Sabes por qué?- al terminar de hablar, Pitch contempló como la expresión de altanería se fue desdibujando lentamente del rostro de la chica.
-No- Merida respondió, más por la inercia que por ganas de saberlo. Una mirada rápida a ese lugar, casi sumido en su totalidad por la penumbra y cualquier cosas le habría parecido mejor que permanecer otro minuto más ahí.
-Porque solo existe una manera de salir- entonces el hombre grisaseo apuntó arriba, específicamente hacia el tragaluz del techo. Estaba tan alto que apenas era un pequeño circulo lejano, totalmente inalcanzable para ella por su propia cuenta -¿Nos vamos?- Pitch le preguntó, observando su mirada de resignación y anticipando con eso la respuesta. Merida solo comenzó a caminar de nuevo, sin contestar nada a falta de algo ingenioso, mientras se decía a si misma, para darse algo de ánimos, que posponerlo solo lo haría más difícil.
Las situación en la guarida de Norte se les había ido tan rápido de las manos que ninguno de los guardianes restantes supo exactamente como era que lograron escapar en el último segundo. Quedarse a luchas hasta el final contra aquel ejercito de sombras habría sido un suicidio y lo sabían. Habían dado lo mejor de si y fallaron en tiempo récord. Por esa razón, el viaje en el trineo de Norte fue silencioso. Era la primera vez que ninguno de los guardianes se había negado a subirse y nadie se explicaba como era que seguía volando, o porque el enorme hombre de rojo estaba actuando como si su taller no hubiera sido destruido por completo en la hora anterior.
-¿Qué fue lo que acaba de pasar allá?- el guardián de la diversión finalmente habló, cansado del ambiente de pesimismo general que se respiraba entre sus compañeros. Tooth no había levantado la mirada del suelo del trineo desde que Jack la había jalado del brazo a la hora de escapar, casi obligandola a dejar aquella batalla que estaba perdida mucho antes de comenzar.
-¿Enserio quieres que alguien lo diga?- Conejo, por su parte, estaba más malhumorado que nunca y su apariencia actual era extremadamente adorable- Creí que había sido demasiado evidente- agregó, con la misma voz áspera de siempre que desencajaba completamente de su cuerpo esponjoso.
-¿A dónde vamos Norte?- Jack cambió la pregunta, sin ganas de pelear en ese momento con Conejo. Levaban un tiempo considerable en el aire y por un momento la idea de que Norte estuviera manejando en círculos, sin un destino claro, cobro fuerza.
-Con unos viejos amigos- la festividad navideña respondió, sin despegar la mirada del camino. La tranquilidad de Norte le hacia pensar al chico que seguramente había algo que no le habían dicho, como ya era costumbre entre ellos.
-No tiene caso. No hay manera de detenerlo…- la débil voz del hada de los dientes hizo que Jack se fijara ahora en ella- Todo esta perdido, la navidad, los niños… todo- el nuevo guardián no recordaba haberla visto así en ningún otro momento. Parecía tan triste, tan frágil, tan faltante de esperanza- Yo… yo no quería que terminara así, y creí, en verdad creí que teníamos una oportunidad…- la guardiana volvió a hablar para si misma, esta vez de una manera mas angustiosa y débil al tiempo que se cubría la cara con ambas manos. Era algo verdaderamente difícil de ver, y Jack no resistió mucho antes de intervenir.
-Deberías calmarte un poco Tooth. Fue una noche terrible, pero al menos seguimos juntos- el espíritu de invierno le aparto las manos del rostro antes de sentarse enfrente de ella. No estaba llorando como había imaginado, pero la tristeza en su mirada era profunda. Dolorosamente profunda.
-No Jack, esta vez es diferente- negando con la cabeza, retiró sus manos de entre las suyas con una brusquedad que no le había conocido antes- Tú no lo entiendes- ella lo miró fijamente por unos segundos y enseguida volteó la cabeza para otro lado, perdiendo la mirada en el cielo oscurecido.
-¿Esta todo bien allá atrás?- Norte preguntó, apenas girándose para ver de que se trataba. Después de lo que había pasado, ese era el peor momento para comenzar una discusión.
-Sí…- Jack miró al hada de los dientes y luego a Norte antes de responder. No era como si estuvieran peleando de todos modos- ¿Falta mucho para llegar?- el chico preguntó con cierta impaciencia, mientras la sensación de no pertenecer en el grupo se hizo presente una vez mas.
-No mucho, estamos a punto de llegar a la linea de división- Norte respondió, y el guardián de la diversión no supo que tan cierto era eso. Sin importar que tan lejos estuvieran, para la festividad navideña siempre seria cerca. En todo caso, eso ya lo había dejado de lado para concentrarse de nuevo en el hada de los dientes.
-Tooth...- no sabía cual era la mejor forma de llegar a ella, pero al menos quería intentar darle ánimos una vez mas antes de rendirse y volver a no hacer nada en el otro extremo del trineo- Yo solo decía que lo peor ya paso- no era un buen inicio, pero al menos había captado la atención del hada- Pìtch ya no puede hacer más daño del que hizo esta noche y solo nos queda levantarnos- era una forma valida de verlo, pero por la mirada de ella no estaba seguro de haber acertado en el argumento. Comenzaba a creer que hablar con las mujeres no era su fuerte.
-Tengo frió…- ella murmuro, sintiendo una descarga gélida cuando Jack apoyó la mano en su hombro. Fue tan extraño para ella que su primer instinto fue el pánico.
-¿Qué?- pudo entender lo que había dicho, pero le costó trabajo encontrarle contexto. Era obvio que ella se encontraba tocando fondo y por más que intentaba ayudar, parecía solo empeorarlo todo. Esa situación se estaba volviendo incómodamente familiar para él.
-Ni siquiera recuerdo la ultima vez que sentí tanto frió y tu estas tan helado…- él era el espíritu de invierno, estaba encargado de traerle diversión a los niños a base de juegos interminables en la nieve, y por primera vez eso parecía ser mas un defecto que una ventaja- No te acerques, solo… solo quédate en tu lugar Jack- por mas que quisiera ayudarla, el frió proveniente de él solo la hacia recordar lo que había perdido y no podía explicarlo ni detenerlo. No era su culpa, pero tampoco era el mejor momento eso. La noche ya era helada por si misma sin su ayuda.
-Solo no te des por vencida- Jack mencionó, alejándose un poco de ella. Era increíble como sus poderes terminaban alejando a todos a su alrededor y si lo hubiera pensado con un poco más de detenimiento se habría dado cuenta que era mejor ya no decir nada- Piensa en tus hadas- él lo había dicho pensando que eso podría tomarse como una motivación, pero en lugar de eso los ojos del hada se volvieron enormes y llorosos. Esa noche llevaba una racha imbatible.
-Mejor ya no digas nada- el Conejo de Pascua, que al parecer lo había escuchado todo desde su asiento, le dio aquel consejo que le hubiera sido útil en los minutos anteriores. Nuevamente había sonado de una manera que no le agradó al espíritu de hielo.
-Norte, dime que al menos tienes un plan- guardándose por segunda vez las ganas de responder con sarcasmo al comentario de Conejo, Jack intentó hablar con el único guardián que parecía no estar en su contra esa noche- Yo no fui forzado a ser un guardián para terminar así- el chico mencionó, dejándose llevar por el pesimismo de la situación. Si hubiera tenido la oportunidad de adivinar que convertirse en guardián no iba a marcar la diferencia contra Pitch jamas habría aceptado.
-Claro, porque todo se trata de ti, ¿Verdad?- el comentario del Conejo de pascua fue más de lo que Jack estaba dispuesto a seguir pasando por alto.
-Estaba hablando con Norte- el chico respondió, cansado de que cada palabra que decía fuera tomada a mal. En momentos como ese no podía evitar pensar que estaba mejor solo, cuando a nadie lo limitaba ni le decía que hacer.
-Tu no haz perdido nada, ¿Qué te puede preocupar lo que nos pase o deje de pasar?- a pesar de su tamaño, Conejo no se contuvo en decir lo que pensaba.
-Basta los dos. Este no es el momento para discutir- Norte advirtió, sin quitar los ojos del camino. Le parecía irreal creer que aun siguieran discutiendo de algo tan viejo y hablado. Desde el momento en que se había convertido en el nuevo guardián, Jack se había vuelto igual que ellos. Ni más ni menos.
-¿Qué no he perdido nada?- la respuesta molesta del chico no se hizo esperar, ignorando lo dicho por el espíritu navideño.
-¿Por qué siempre tienen que pelearse en los peores momentos?-Tooth intervino, evidentemente enojada por el comportamiento de sus compañeros. Era como si no hubieran aprendido nada en el tiempo que habían estado en la guarida de Norte, antes de la llegada de Pitch.
-Cálmense todos, las cosas no son tan malas como parecen. Aun tenemos un plan B contra Pitch- el hombre de rojo dijo repentinamente, intentando poner algo de paz en aquella discusión sin sentido. Esa era la respuesta tardía a la pregunta de Jack sobre si tenía o no algo planeado. No quería revelarlo aun y ya había llegado bastante lejos con eso de no decirles a los demás guardianes, pero dadas las circunstancia algo de esperanza podría poner fin a las discordias entre compañeros- En realidad… la navidad aun puede salvarse- Norte agregó, creyendo haber hecho lo correcto al adelantarles esa información. La fabricación acelerada de juguetes esa noche, la reunión de guardianes, la aparición de Pitch en el taller, todo había sido un señuelo para hacerle creer el rey de las pesadillas que ya no tenían nada para contraataca. Había llevado meses planearlo, pero gracias a eso aun tenia la posibilidad de sacar adelante su celebración de la mejor manera.
-¿Cómo dijiste?- Jack fue el primero en salir del trance provocado por aquella información. Debía de tratarse de una broma para distraerlos y que dejaran de pelearse entre ellos. Una bastante cruel a su parecer.
-¿De que estas hablando Norte?- el hada de los dientes se levantó, tambaleándose en su lugar para acercarse al guardián del asombro. Ella no sabia exactamente que sentir en ese momento, pero la confusión en definitiva era predominante.
- Vamos a reunirnos con el resto de los inmortales y los verdaderos regalos los tengo ocultos con ellos…- Norte tardó un par de segundos en responder, fingiendo estar demasiado concentrado en dirigir el trineo como para darles la cara a el resto de sus compañeros. Al parecer no lo estaban tomando tan bien como lo había imaginado.
-¡¿Qué?!- esta vez fue el conejo de pascua quien expreso su incredulidad. Era evidente que ya no podía tomarse como una broma, pero era difícil de creer por todo lo que habían pasado sin que el guardián del asombro dijera una sola palabra sobre eso.
-¿Por qué no nos dijiste nada?- parte de la vitalidad había vuelto al cuerpo de Tooth, convirtiendo la depresión en enojo y reproche. Lo que había pasado en el taller de Norte le había afectado emocionalmente más que a ninguno de los cuatro y una parte de ella no podía concebir que todo hubiera sido una farsa para despistar a Pitch. Prácticamente estaba tocado fondo hace cinco minutos y se había comportado tan grosera con Jack cuando este solo quería levantare el animo. Incluso le había pedido mentalmente al hombre en la luna que los siguientes guardianes fuera mas aptos que ellos para vencer a Pitch en el menor tiempo posible, ¿Como se atrevía a hacerles eso?
-Tenia que ser convincente- la simpleza con la que lo había dicho el espíritu de la navidad solo logro enojar más al hada. Le parecía inaudito que su amigo guardián no hubiera confiado lo suficiente en ellos, o al menos darles una pista.
-¿Acaso estas loco?- el conejo de pascua golpeo el suelo del trineo con ambas patas, pensando en todos los problemas que se habría ahorrado de haberlo sabido desde un principio.
-No se porque se molestan tanto, ¡Son buenas noticias!- Norte intentó defenderse lo mejor que pudo con ese argumento que a ninguno de los tres guardianes logro convencer. Jack al menos tenia el consuelo de que no solo le habían ocultado información a él, como pasaba la mayoría de las veces.
-Ese no es el punto, ¡Por el hombre en la luna!- Tooth prácticamente le gritó, a punto de tener un ataque de nervios. Ahora tenia sentido el porque se había mantenido tan calmado después de haberlo perdido todo. Ellos solo habían sido un señuelo para distraer a Pitch.
-¿Quiénes son los otros inmortales?- Jack cambió de tema, para alivio de Norte. Desde que los había mencionarlo intentó imaginarlos, creyendo que serian parecidos a Chronos. Sabía que los guardianes de los niños no eran los únicos, había visto a otros más como él deambulando por todo el mundo, ignorándolo cada que intentaba entablar una conversación con ellos. No le habían caído bien en ese entonces y algo le decir que eso no cambiaría ahora.
-Son seres que no pueden morir al igual que nosotros Jack- Tooth respondió, pasando por alto que había preguntado ¿Quiénes…? y no ¿Qué…?- No son guardianes, pero desempeñan un papel importante para equilibrar el mundo humano- había un número considerable de ellos y ella personalmente podía jactarse de tener una buena relación con la mayoría.
-Eso lo sé, pero… ¿Quienes van a ayudarnos de entre todos ellos?- como el hada de los dientes no tenia manera de saberlo, el espíritu de invierno esperó que Norte se lo dijera. Era lo menos que podía hacer después de haberles hecho creer que se había arruinado la navidad para siempre.
-Lo sabrás cuando lleguemos muchacho- a Jack no le sorprendió demasiado escuchar esa respuesta. Era como si fueran incapaces de decir las cosas completas en el momento en que era importante saberlas- La aurora del sur es la entrada principal- Norte señalo una débil luz verde a lo lejos en el cielo, la cual se intensificaba entre más se acercaban.
-Creo que ya alcanzo a verla- el hada de los dientes pronuncio, con los ojos atentos en el horizonte. Era un espectáculo agradable de ver, con las luces ondeando en el cielo de tal manera que resultaba hipnotizarte. Por un momento Jack, Tooth, he incluso Conejo se olvidaron de todo su enojo al contemplar aquel maravilla natural.
-Les dije que estábamos cerca- Norte se jactó, sintiendo que ya se encontraban del otro lado del portal a pesar de que faltaban algunos kilómetros para llegar.
-¿Ellos en verdad van a ayudarnos?- Jack fue el único que se negó a dejar el tema y le preguntó a la festividad navideña, aun desconfiado de que tan cierto seria eso- Que pasa si Pitch vuelve a atacarnos, ¿Estarán de nuestro lado?- eso era lo que mayormente le inquietaba al más joven de los guardianes. Debían detener al rey de las pesadillas antes que afectara a los niños de una manera irreversible y aceptarían cualquier tipo de ayuda, pero debía existir un mínimo de compromiso para tener al menos una oportunidad contra él.
-No te preocupes por eso ahora, vamos un paso adelante- Norte le contestó, sintiéndose completamente confiado de ello. El trayecto que les faltaba era tan corto y el lugar donde se reunirían tan seguro que ni siquiera le llego a pasar por la cabeza la amenaza de tenerlo más cerca de lo que podía imaginarse- Pitch jamas volverá a sorprendernos de nuevo- de manera sincronizada a la última palabra del robusto guardián, una acumulación de arena negra logró golpear el trineo desde abajo, alertándolos a todos al instante.
Esa noche solo iba de mal en peor y no parecía que fuera a mejorar de ninguna manera.
Merida había esperado pacientemente por respuestas, mientras volaban en un trineo hecho de arena negra que le recordaba vagamente al que se había estrellado en el techo de la cabaña del bosque. Aun recordaba la molestia de la bruja (talladora de madera) en el tiempo que había esperado que Jack volviera de hablar con ellos. Cuando los guardianes habían llegado para llevárselo y el solo lo había permitido. Merida se sentía como una tonta al pensar en cuanto lo había necesitado y todo lo que hubiera dado para que se quedara con ella.
En los meses pasados fue claro para ella que jamas volvería a verlo, sin imaginar que lo único predecible de la vida es lo impredecible que esta puede llegar a ser. Podía sentir como el corazón le latía cada vez mas fuerte al saber que en cualquier instante lo tendría de nuevo frente a frente y por más que intentaba aclarar su mente, simplemente le era difícil concentrarse en solo lo malo para agarrar el coraje suficiente.
La noche era fría y tanto ella como el rey de las pesadillas se había mantenido en silencio la mayor parte del viaje. Para ese punto sabia a la perfección que las preguntas no servían de nada cuando él no tenia las ganas de responder, lo cual era todo el tiempo. Sin más a que aferrarse Merida se convenció a si misma de que todo terminaría resolviéndose en su momento, acallando por completo cada corazonada que básicamente le había estado gritando desde un principio que ella no debería de estar ahí, y menos aun con esa compañía.
Y luego llegó aquel ruido seco, lejano pero increíblemente claro que la hizo ponerse de pie para recargarse contra la orilla del trineo. Había sonado como un golpe y solo veía a los caballos hechos de arena negra y pesadillas agitarse en su lugar.
La sensación de duda y angustia jamas había sido tan fuerte en ella como en ese momento.
-¿Qué fue eso?- Merida interrogó al hombre que se encontraba a lado de ella, visiblemente entretenido con lo que sea que hubiera pasado.
-Solo fue un pequeño saludo de mi parte. Al parecer los hemos encontrado - Pitch habló con tranquilidad, planeando el siguiente ataque en su mente. Todo estaba saliendo según lo esperado, aun cuando ese lugar era más lejano de lo que hubiera esperado. Quizás les había dado demasiado tiempo de ventaja, pero eso ya resultaba irrelevante ahora que los tenía rodeados de nuevo.
-¿Dónde están ellos?- la luz de la luna era tan débil que Merida intentaba encontrarlos en cada rincón de la noche.
-Cerca. Quizás detrás de esas nubes- Pitch señaló un punto en el cielo, sin estar del todo seguro. Estaba atento por si querían atacar o escapar (probablemente intentarían las dos) y entre más se acercaban, más nerviosa se ponía ella.
-No quiero estar aquí...- Merida mencionó despacio, apretando los puños con frustración mientras veía como gran parte de las sombras se precipitaban en dirección a donde él había señalado.
-Pero viene la mejor parte. Seria una verdadera pena que después de haber venido desde tan lejos te lo pierdas- el rey de las pesadillas la miró de reojo, sin quitar la mayor parte de su atención al espectáculo que se estaba desarrollando frente a sus ojos. El rojo del trineo de Norte ahora era visible y los guardianes estaban haciendo hasta lo imposible por alejar su ejército de sombras. Era incluso mejor de lo que había imaginado que seria, pero algo no lo dejaba disfrutarlo del todo.
-No lo entiendo, ¿Cuál fue el propósito de traerme?- para ese punto, aquella humana ya le resultaba sumamente molesta. Su afán por saberlo todo le había consumido la paciencia de a poco.
-Si los hubieras visto en su mejor momento podrías darte cuenta que ahora no son nada- cuando se encontraron lo suficientemente cerca para distinguirlos, Pitch comenzó a mencionar, importándole poco responder aquella pregunta que la chica le venia haciendo desde que se habían conocido- Bueno, excepto Jack. Él esta igual que siempre. Es una lastima, había algo de potencial en sus poderes, pero decidió quedarse del lado equivocado- ella no entendía gran parte de lo que estaba pasando, ni siquiera se explicaba a que punto quería llegar aquel hombre escalofriante, pero en cuanto sus ojos se posaron sobre Jack, nada de lo había dicho tuvo importancia. Aun estaban lejos, pero podía identificarlo claramente, volando de un lugar a otro mientras intentaba repeler la arena negra que trataba de envolver por completo al trineo del hombre rojo. Estaban intentando escapar, y él parecía ser el único que hacia algo significativo para evitarlo. Era una lucha inútil, pero Jack no se daría por vencido. Merida intentó recordar el dolor que sintió la ultima vez que lo había visto, aferrarse al coraje y la frustración de no haber sido lo suficiente para él, de aquella promesa rota que solo le había traído desesperanza a su vida. Quería en verdad enfocarse solo en lo malo, pero en ningún intento pudo lograrlo y la necesidad de escapar de ahí antes de que pudiera reconocerla se volvió terrible.
-¡Ya no quiero hacer esto!- contra todo sentido común, Merida lo tomó del brazo para obligarlo a que le prestara atención. Sabia que era una mala idea, pero en su defensa había hecho cosas menos brillantes en su vida- No quiero lastimarlos, fue un error haber venido aquí- ella apenas podía creer que le hubiera costado tanto llegar a esa conclusión. Nada de eso estaba bien, y entre más lo pensaba más se castigaba mentalmente por creer que seria diferente. Había sido bastante claro el odio de aquel ser sombrío contra los guardianes, ¿Cómo pensaba que iba a proceder cuando llegara el momento?, ¿Creía que los invitarían a tomar el té para hablar de sus diferencias e inquietudes?, ¿Por qué tenia que equivocarse tanto siempre?
-Es un poco tarde para eso- el rey de las pesadillas solo la miró con desprecio antes de jalar su brazo con brusquedad para que lo soltara. Ella ya debería de saber que para ese punto ya no había posibilidad alguna de hacer algo así, y sin embargo no dejaba de insistir, como si en verdad fuera a tomar en cuentan cualquier cosa que pudiera decir. Verla acobardarse tan repentinamente le hizo perder el poco respeto que le había ganado.
-Quiero volver a casa, ¡Llévame ahora!- Pitch apenas podía creer que tuviera las agallas de ordenarle aquello, como si en verdad tuviera la obligación de hacerlo. Hubiera quería responderle como era debido, pero en su lugar prefirió ignorarla para concentrar toda su atención en los guardianes, a los cuales les había cerrado el paso para que no pudieran avanzar más.
-Que agradable coincidencia encontrarnos dos veces en la misma noche- Pitch mencionó, con el mismo tono irónico y divertido que reservaba para esas ocasiones- Debe de ser el destino, ¿No les parece?- los cuatro guardianes se quedaron expectantes en su lugar, con los ojos fijos en un solo punto. La distancia entre ellos era relativamente corta, con Pitch unos metros más arriba de ellos. El silencio reinó los siguientes segundos y Merida se mantuvo estática en su lugar, repitiéndose mentalmente una y otra vez que ya era muy tarde para esconderse.
-¿Cómo es posible?- el hada de los dientes murmuró aquello tan despacio que de no haber movido los labios nadie se hubiera dado cuenta que había dicho algo.
-¿Acaso ella es…?- de igual manera, Norte pareció mencionar para si mismo, al tiempo que bajaba las espadas gemelas que tenia en cada mano.
-Obviamente es un truco- el conejo de pascua fue el único que se encontró completamente escéptico respecto a la veracidad de la chica pelirroja. No se imaginaba una manera en la cual ella pudiera encontrarse en ese mundo y en cuanto había terminado de mencionarlo, los tres guardianes dirigieron su mirada al espíritu de invierno, el cual no le había quitado los ojos de encima ni un instante.
-Es Merida…- Jack pronunció, sin poder creerlo. Fue una mezcla de sentimientos encontrados que no supo como interpretar en ese momento. El como había llegado ahí, a su mundo y el porque estaba con Pitch solo era la punta del iceberg. Tantas dudas surgían a la vez y el solo sabía que estaba feliz de volver a verla.
-¡Es una trampa!- Conejo mencionó tan fuerte como le fue posible, logrando que Tooth y Norte volvieran al estado de alerta inicial, mientras veían al más reciente guardián abandonar el trineo.
-Jack…- Merida susurró, sintiendo una punzada dolorosa en el pecho, con dos sentimientos completamente opuestos peleando dentro de ella. Una parte de ella se negaba a enfrentar aquella situación por el temor de ceder a pesar de todo lo que se había prometido y la otra, la que iba ganando cada vez mas terreno, quería quedarse para recuperar algo de lo perdido y cerrar esa etapa en su vida para que por lo menos valiera la pena el haber arruinado a toda su familia.
-Ella no es real Jack. No puede serlo… - la voz de Tooth hizo detener a Jack, quien solo se giró para mirarla, con el ceño evidentemente fruncido. Apenas podía creer lo que escuchaba, dándose cuenta hasta que punto sus compañeros guardianes podían llegar negarla. Ellos jamás la aceptarían ni permitirían que estuvieran juntos a pesar de lo evidente que era que necesitaba su ayuda en ese momento- Tenemos que permanecer unidos, ¿Recuerdas?, Mientras estemos juntos aun hay esperanza- era básicamente lo mismo que él le había dicho antes de que el hada intentara alejarlo con todas sus fuerzas restantes y eso, más que hacerlo estar de acuerdo con ellos, lo hizo querer apartarse. Aprovechando esa distracción y de manera totalmente inesperada, la arena negra de Pitch volvió a golpear el trineo de Norte para hacerles entender cual era la verdadera amenaza en ese momento. Estaban completamente a su merced, sin salida alguna y todo lo que restaba era ver hasta que tanto podía divertirse con ellos.
-¡Déjalos en paz!- al ver eso, Merida se precipitó a atacarlo sin pensarlo dos veces ni medir las consecuencias. Era mucho más alto que ella, y no necesitaba sacar demasiadas conclusiones como para saber que jamás podría ganarle o hacerle un mínimo de daño siquiera, pero quedarse indiferente nunca había sido una opción en su vida. Solo hasta el instante en que sintió aquellos dedos largos y fríos apretando su cuello mientras la levantaba como si no pesara nada fue cuando se dio cuenta de que tal vez (y solo tal vez) esa había sido otra mala idea. No sentía que hubiera nada bajo sus pies y de alguna manera, ese desarrollo de eventos parecía ser algo que debió de haber visto venir. Era tan obvio.
-Esta bastante alto desde donde estamos, ¿Sabes?, Ni siquiera se alcanza a ver el suelo- como si todavía fuera necesario aumentar más su pánico, el rey de las pesadillas mencionó al tiempo que la sentía forcejear para que la soltara, como si no existiera un vacío detenido solo por el agarre de su mano- Si aun te interesa saberlo, la razón por la cual te traje aquí es porque necesitaba una distracción para el nuevo guardián- Merida podía sentir como se le escapaba el aire mientras lo escuchaba, experimentando una rabia indescriptible contra el hombre que la sostenía y también contra si misma. Había sido tan tonta, tan ingenua, y ahora estaba reducida a tomar el papel de la damisela en peligro, como si su orgullo no estuviera lo suficientemente destruido.
-¡Quítale las manos de encima en este momento!- Merida alcanzó a oír la voz de Jack, más amenazante y furiosa que nunca. Podía sentirlo cada vez más cerca, mientras su vista comenzaba a nublarse y los gritos de los otros guardianes se volvían cada vez más indescifrables, seguramente para hacerlo desistir. Ella se había convertido en una molestia para todos y había arruinado cada cosa que se había propuesto.
-Bueno, si lo pides así…-ella lo escuchó responder, casi con burla y un segundo después todo el oxígeno volvió de golpe a sus pulmones cuando ya estaba a punto de perder el conocimiento. La sensación de estar cayendo fue inmediata entonces, con el viento golpeándole el rostro y la certeza de que si cerraba los ojos ya no volvería a abrirlos.
¡Vaya!, Que drama. Supongo que era de esperarse hasta cierto punto. Bien, no tengo mucho que decir, pero espero que les haya gustado el capítulo, y también que al menos valiera algo la pena la espera.
No se que les haya parecido. Fue hecho en partes, pero con mucho amor, eso se los puedo asegurar, y por favor disculpen las faltas de ortografía. En los capítulos largos siempre se me disparan muchísimo.
Besos y los quiero :3