Gracias por los reviews :D
Declaración: Ni la historia ni los personajes me pertenecen, La historia es del Libro "Como un Volcán" de Jane Porter y los personajes son de Naruto que le pertenece a Masashi Kishimoto.
Como un Volcán.
Capítulo 3
Sakura se quedó con los ojos clavados en la puerta cerrada recordando su relación con Sasuke hasta que le ardieron los ojos. En los dos primeros meses de su relación se dio cuenta de que con Sasuke no habría matrimonio, ni hijos, ni celebraciones familiares. No, su relación se basaba en la idea de que sólo se veían cuando a él le convenía, que tenían lo que tenían, y que ambos estaban satisfechos con ello.
Pero un año antes de enfrentarse a él, Sakura sabía que no podía continuar viviendo con tan poco, como si ella apenas significara nada para él. Para Sasuke, ella era sólo su querida. Ni siquiera podía llamarlo por teléfono. Cuando lo echaba de menos, descolgaba el auricular y lo apretaba contra su corazón.
Era una norma que no había dictado él, sino que se había impuesto ella a sí misma. No quería dar la impresión de una mujer desesperada por unas migajas de amor. Sasuke detestaría verla así. Lo que Sasuke quería era verla como una mujer hermosa, fuerte y serena, sofisticada e independiente, no a la verdadera Sakura, irremisiblemente enamorada de él. No a la Sakura que sufría el vacío y la soledad cada vez que él se alejabade ella.
Desesperada por acallar sus pensamientos, Sakura se levantó de la cama, sacó el traje de noche turquesa que había llevado para la cena de aquella noche, lo colocó en una percha y fue a darse un largo baño. Cuando Neji volvió, ella estaba envuelta en una toalla, dándose crema hidratante en los brazos y las piernas.
—Casi desnuda —dijo él, con una sonrisa cargada de lascivos pensamientos—. Muy guapa.
Sakura lo miró con el ceño fruncido, sin entender cómo alguien como Neji Hyūga podía haber sido el mejor amigo de Sasuke, además de su socio empresarial. Los dos habían fundado juntos la empresa Italia Motors, con la que habían diseñado y construido algunos de los coches deportivos más rápidos y elegantes del mundo antes de convertirse en mortales enemigos un tiempo atrás.
— ¿Qué ocurrió entre Sasuke y tú? — preguntó Sakura—. En el pasado fuisteis muy buenos amigos.
—Sasuke no pudo soportar mi éxito —le aseguró Neji, desabrochándose la camisa—. Los diseños eran míos; él sólo puso el dinero.
—Y su inteligencia, estoy segura.
—No es tan listo como se cree —le aseguró Neji, echando la camisa sobre la cama.
Sakura lo estudió con frialdad y pensó que Neji también parecía sentir un odio irracional hacia Sasuke.
—Si vas a continuar desnudándote, haz el favor de meterte en el cuarto de baño.
—No es más que un cuerpo.
—Un cuerpo que no tengo ganas de ver.
—Se supone que estamos prometidos —exclamó Neji, con exasperación.
Irritada, Sakura se puso en pie y señaló al cuarto de baño con la mano, sin querer meterse en otra estúpida discusión.
—O te metes en el cuarto de baño o me largo ahora mismo. Tú eliges. Neji se encogió de hombros, pero se metió en el cuarto de baño, y Sakura escuchó con alivio el ruido del agua de la ducha.
Estaba poniéndose el vestido de noche turquesa cuando alguien llamó a la puerta. Todavía no había terminado de subirse la cremallera a la espalda cuando los golpes se repitieron con más fuerza.
Sujetándose el vestido con la mano, Sakura entreabrió la puerta y asomó la cabeza. Sasuke.
—Hola —dijo ella, sin saber qué más decir.
—Hola.
Se hizo un silencio incómodo entre los dos. Sakura lo miró, mientras se sujetaba con fuerza la tela del vestido a medio abrochar. Sasuke también se había duchado y cambiado de ropa. Ahora llevaba un traje negro, con camisa gris marengo y una corbata a juego. Tenía un aspecto muy elegante y poderoso. Intocable.
—Vengo a disculparme por lo de antes —dijo él, tenso.
Ella asintió una vez con la cabeza. Había algo en él, en su estatura, en su silencio, en la intensidad de su mirada que la hizo sentirse muy consciente de él y de sus emociones.
—El vestido te queda perfecto —dijo él, con voz grave y sensual.
—Gracias —dijo ella, volviéndose hacia él.
—¿Es nuevo?
—No. Lo tengo desde hace tiempo. Aún no había tenido la oportunidad de ponérmelo.
—¿Porque yo nunca te invité a salir?
Sakura se sonrojó.
—Porque preferías tenerme desnuda en la cama.
Los labios masculinos se curvaron ligeramente, en amargo reconocimiento de la verdad. Su relación había sido exclusivamente sexual, y Sakura sentía ahora la fuerza del deseo que se apoderó de ella. Pero era ridículo. ¿Cómo podía seguir deseándolo después de lo que había ocurrido entre ellos?
La puerta del baño se abrió de repente y Neji salió con una toalla alrededor de la cintura y secándose el pelo con otra.
—¿Ocurre algo? —preguntó, desafiante.
—Sakura se traslada a otra habitación —dijo Sasuke—. Es por respeto a mi madre. Aún no estáis casados…
—De eso nada —afirmó Neji—. Hemos venido juntos, y estaremos juntos. Además, Sakura quiere estar conmigo, ¿verdad, Sakura? Sakura abrió la boca para responder.
—Yo…
—Por supuesto que quiere —terminó Neji por ella—. Créeme.
—Eso no puedo hacerlo. Te conozco demasiado bien —respondió Sasuke con amargura—. Y tú me conoces a mí. Sólo tienes dos alternativas: o Sakura va a otra habitación o salís de mi casa los dos ahora mismo.
Los dos hombres se quedaron mirando duramente a los ojos, y Sakura se preguntó qué habría ocurrido entre ellos para destruir un pasado de amistad y colaboración empresarial.
—No te atreverías a echar a Sakura.
—Ponme a prueba —le retó Sasuke, apretando los labios.
Era un Sasuke diferente, que Sakura no había visto nunca. Hasta ese momento, sólo había conocido al amante, no al autoritario dictador que acechaba bajo su elegante y sofisticada figura.
Qué tonta había sido. Una tonta enamorada.
—Recogeré mis cosas —dijo ella por fin—. No tengo mucho.
Unos momentos después, los dos ex amantes caminaban por el pasillo que conducía al ala opuesta del palazzo, donde estaba el dormitorio de Sasuke y también la lujosa habitación donde iba a alojarse ella. Sasuke empujó la puerta y la invitó a entrar. Era una habitación suavemente iluminada, de lechos altos y arqueados, con las vigas oscuras decoradas con exquisitas líneas doradas. Tenía tres enormes ventanales, cubiertos por cortinas que hacían juego con la colcha de terciopelo color albaricoque con bordados en verde y oro de la cama. Los muebles eran antigüedades de madera policromada, y había dos jarrones de plata con rosas amarillas y blancas, uno en la mesita de noche, otro en la cómoda junto a la pared. Sasuke dejó la maleta de Sakura en el baúl pintado que había al pie de la cama.
—Es una habitación preciosa —dijo ella, consciente de que tenía que decir algo.
El silencio entre los dos se estaba alargando demasiado.
—Gracias. Sakura, te engañas si crees que Hyūga te quiere —le aseguró Sasuke, mirándola desde su altura.
—Neji me adora. Me desea —respondió ella, manteniendo la farsa que la había llevado a aquella situación.
—Yo te deseaba.
—Desnuda y obediente. Sin complicaciones —respondió ella. Cada vez era más difícil mantener la sonrisa fría y burlona—. Lo que pasa es que estás celoso.
—Sí —reconoció él—. Estoy celoso. Odio veros juntos, odio la idea de que te toque, pero también tengo miedo por ti —Sasuke iba caminando lentamente hacia ella, cerrando la distancia entre ambos—. Lo conozco desde hace mucho tiempo y sé que te está utilizando para hacerme daño. Sasuke dio un paso más hacia ella, le tomó la barbilla y le alzó la cara. Con el dedo pulgar le acarició la mejilla con suavidad.
—Y terminarás sufriendo tú también, carissima.
—No —repuso ella.
—Sí —repitió él, con una profunda expresión de dolor y sufrimiento en los ojos—. Y no sabes lo que es sufrir.
Sakura no podía apartar los ojos de él. Por un momento pensó que los ojos de Sasuke escondían un profundo dolor que no podía compartir con ella.
No conocía a Neji, era cierto, pero en cierto modo Sasuke era casi tan desconocido como su nuevo acompañante. Los pocos detalles que conocía de su vida eran del dominio público: Sasuke era uno de los dos fundadores de Italia Motors y su actual presidente. Aunque había estudiado en Roma, seguía considerando Sicilia como su verdadero hogar. Eso era todo. No sabía nada de su familia, ni de su relación con Neji, ni del motivo que los había separado y convertido en enemigos.
—¿Y tú sí? —preguntó ella, incapaz de apartar la mirada.
—Sí.
Recordar su dolor la hizo retroceder unos pasos. Trató de buscar un lugar donde apoyarse.
—Dejémonos de tonterías —continuó Sasuke—. Sé por qué has venido. Hyūga sabe que estoy trabajando en un diseño nuevo y quiere hacerse con los planos. Es la segunda vez que lo intenta. Te ha traído para distraerme, para tenerme ocupado mientras él se metía en mi despacho…
—No.
—Lo han sorprendido intentando entrar en mi despacho hace una hora, Sakura. Tú tenías que saber algo.
—¡No! —le aseguró ella.
—Estabais en la misma habitación. Has tenido que verlo salir de allí…
—Me ha dicho que iba a tomar una copa.
—Tienes respuesta para todo, ¿verdad? —se burló él.
—¡Es la verdad!
—La verdad —repitió él, sin levantar el tono de voz, estudiándola con curiosidad—. Dime la verdad. Ni estáis prometidos ni tampoco os vais a casar en abril.
Todo estaba yendo demasiado deprisa. La situación se le estaba vendo de las manos. Sakura estiró la mano buscando el borde de la cama y se sentó.
—¿Y bien?
Sakura había prometido a Neji hacerse pasar por su prometida durante el fin de semana. Sólo un fin de semana, pero en aquel momento el domingo estaba todavía demasiado lejos. Faltaban dos días y medio, dos días y medio que se le iban a hacer interminables.
—Claro que nos vamos a casar —susurró ella, sin mirarlo a los ojos.
—Estás mintiendo, Sakura —dijo él, acercándose a la cama y agachándose delante de ella. Le sujetó las caderas con las manos—. Y no sé si te estás mintiendo a ti misma, o me estás mintiendo a mí, pero no lo entiendo. Esto no es propio de ti…
—¡Tú no me conoces! —exclamó ella, tratando de retroceder, pero no tenía escapatoria.
—¿Que no te conozco? —repitió él, riendo con incredulidad—. Lo sé todo sobre ti.