Yyyy a una semana de finales, Kira cae de nuevo en la proscastination. Yaay por la procastination!

Antes que me salten a la yugular: Yo también estoy en contra de llamar América a USA!

PERO, para marcar la diferencia entre los 1p! y los 2p!, decidí usar los nombres de los paises en la narración. Y Estados Unidos no sólo es muy largo, suena demasiado formal! Por eso usé América. No me reten, es la única historia en que lo hice!

NOTA IMPORTANTE (2): Si no saben lo que es 2p!Hetalia, una pasadita por google no vendría mal antes de empezar :)

Si son demasiado...pasivos, para ir a google un breve pantallazo sería: 2P!Hetalia es una versión de Hetalia como lo es NyoTalia y NekoTalia. 2P viene de Second Player, y corresponde a la noción que viene de los videojuegos. Si están familiarizados con juegos de pelea, habran notado que cuando se elige el mismo personaje, uno de ellos viene con otros colores para diferenciarse. De ahí viene la base. 2P!Hetalia es como un Hetalia opuesto a los personajes estándard, tanto en detalles físicos como en personalidad, siempre tirando a un aspecto más violento y casi rozando la locura. Todo nació como una idea del mismo autor, y los fans (como siempre) lo hicieron crecer hasta tener su propio fanon.

Yo les recomendaria aunque sea buscar imágenes de 2p!América y 2p!Canadá

No encontre nada 2p! con estos dos en español, ni tampoco encontré lo que tanto quería ver: 2p!América y América peleando por Canadá! Yaaay por hacer pasar a Canadá los mil y un pesares!

Ejem, ahora, con la historia!

ADVERTENCIAS: 2P!HETALIA, VIOLENCIA, SANGRE, POSIBLE ABUSO, y más importante de todas SOBREDOSIS DE CLICHÉ-ISMOS.


Second Player

Únicamente pueden existir con el objetivo de ser tu enemigo.


Capitulo I: Elija su personaje

Canadá estaba en medio de un ataque de histeria. América no podía culparlo siendo que el mismo estaba entrando en pánico. Estaban sentados en el suelo, uno al lado del otro con la espalda contra la puerta y los talones clavados en la alfombra gris para soportar los embates.

-C-creo que se fueron-murmuró Alfred cuando pasó un tiempo seguro de no escuchar ni sentir más golpes en la puerta ni las paredes adyacententes.

Se giró a ver a su hermano cuando no recibió respuesta y la imagen ciertamente le quebró el corazón. Matthew había atraído sus rodillas al pecho y lloraba abrazado a ellas. No podía ver las lágrimas, pero sí veía sus hombros saltar con cada gimoteo.

-Mattie, tranquilo, ya no están. N-no llorés, ¿sí?

América dio un cuarto de giro y se sentó sobre sus rodillas. Aun si estaba intentando mantener la calma por el bien de los dos, él también estaba temblando (Alfred sabía que si Matthew no estuviera allí, él mismo estaría en un estado semejante)

-¡Están desquiciados!-gritó Canadá sin importarle si los escuchaban porque de todas formas ya sabían que estaban allí.

-Lo sé, lo sé. Pero vamos a encontrar la forma de salir de aquí, te lo prometo.

-¿Y qué vamos a hacer? ¡A dónde vamos a ir? Podemos salir de esta casa, y entonces what? Fucking what, Alfred?!

Canadá había levantado la cabeza para mirarlo en medio de su discurso y ahora el otro tenía primera fila de la cara de desconsuelo de su hermano. Dos cosas que odiaba ver en esos ojos violetas, lágrimas y miedo. Aquí tenía un cóctel de ambas.

-No lo sé, luego veremos. Primero tenemos que llegar a un lugar seguro, y para eso hay que calmarnos, ¿ok?

Una expresión de tristeza cruzó fugazmente por la faz del canadiense antes de volver a lanzar la cara en sus brazos.

-Mattie...

-¡Lo siento, lo siento!

-It's ok. Sólo cálmate, y cuando estés listo nos pondremos en marcha. Primero que nada hay que salir de esta casa.-le dijo, lo último más para sí mismo que otra cosa

América volvió a recostarse contra la puerta, su pierna derecha pegada a la izquierda de su hermano. Cayeron en silencio por varios minutos mientras uno lloraba y el otro estaba sumido en sus pensamientos, queriendo recrear un mapa en su cabeza de los lugares de la casa por donde habían pasado mientras intentaba escapar de los dos asesinos que los perseguían. No fue hasta que movimientos a su costado lo distrajeron que se giró a ver a su hermano saliendo de su trance. Canadá se había sentado en estilo indio e intentaba secarse las lágrimas, algo que no se le estaba haciendo fructífero siendo que el flujo no paraba. América lo miró unos segundos, observando cómo seguía refregándose y temblando.

-Come here-murmuró con una voz muy suave para su tono usual

Canadá se asustó un poco al sentir brazos arrastrarlo, hasta que se dio cuenta de lo que estaba pasando y se dejó llevar. América se sentó en forma india también, y poniendo a su hermano en sus piernas de costado, lo abrazó hacia su pecho. Canadá se acurrucó en sus brazos, apoyando la cabeza en su hombro (el derecho, que no estaba herido) y permitió a sus lágrimas seguir cayendo pero sin gimoteos esta vez. Sólo un llanto triste y desolado, pero calmo. Pasaron al menos media hora así, y América lo sostuvo durante todo el tiempo con la misma fuerza, suficiente para sostenerlo pero no tanto como para hacerle daño. Canadá siempre se preguntó si su hermano tendría que controlar su fuerza cuando interactuaba con otra persona. Eso le hizo recordar algo.

-...no es tan fuerte como tú-murmuró en una voz que parecía que se fuera a quedar dormido

-¿Hum?-le preguntó América en el mismo estado

-ya sabes, um, tu otra versión. No tiene superfuerza como tú, por eso me pude zafar de él. Y por eso no pudo tirar la puerta abajo.

-Tiene sentido. Eso es algo bueno. Aunque si tiene ese enorme bate con clavos. Me pregunto cuánta gente habrá asesinado con esa cosa.

Canadá apretó su agarre en la remera blanca de su hermano y América se arrepintió de haber hecho el comentario.

-¿Crees que nos maten? -preguntó casi inaudible-quiero decir, ¿crees que puedan? Quizás en este universo enfermo, podamos morir.

América prefería no responder a esa pregunta. A él, seguro que lo matarían apenas pudieran, las marcas de soga en su cuello, su hombro sangrante y demás heridas daban prueba de eso. Con Canadá, le daba la sensación que tenían otros planes. Arrugó el ceño.

-No van a hacerte daño, Mattie. Te lo prometo.

-No me sirve esa promesa, Al.

América se sorprendió un poco por el rechazo. Luego lo pensó un poco.

-A mi tampoco. A ninguno. Vamos a volver a casa, y no lo digo sólo para calmarte. Es verdad.

Canadá dio un pequeño tarareo por respuesta que no convencía a nadie. Decidió pensar en otra cosa

¿Cómo diablos terminaron en todo este lío de todas formas?

América tenía que admitir que fue su culpa, para variar. Aunque Canadá podía discutirle eso. Para América había sido una espectacular idea bajar al sótano de Arthur y revisar si tenía alguna buena decoración para su fiesta de Halloween. Y una mejor idea aún fue tomar un libro de aspecto antiguo, y después de reír ante los raros manuscritos, abrir una hoja al azar empezar a recitarlo torpemente. Y Canadá, que había bajado con él porque era obvio que alguna estupidez haría, le tuvo que sacar el libro y mostrarle cómo se pronunciaba correctamente en latín. La próxima cosa que supo era que tenía a América agarrándolo de la cintura y diciendo algo de "¡Estás brillando y flotando!" con cara de susto. Y después cayeron en una habitación en la que nunca habían estado, mirando cara a cara a dos personas que eran idénticos a ellos pero con leves diferencias, y que no dudaron dos segundos en querer matarlos. Pero no matarlos en el sentido de intrusos en mi hogar, sino más como un sádico juego del gato y el ratón.

Como si simplemente hubieran estado allí sentados una eternidad, esperando a que sus presas aparecieran mágicamente ante ellos. Voilà, deseo concedido.

Canadá dio un suspiro, eso tampoco era algo lindo en que pensar. Cerró los ojos, sentía que podía dormirse ahí mismo, lo cual no tenía mucho sentido. No podía bajar la guardia así de fácil sólo porque los brazos de América lo hacían sentir seguro.

-Ok-dijo sentándose derecho-ya estoy mejor. ¿Algún plan?

-Bueno, lo más seguro es que estén esperando a que salgamos... así que no se me ocurrió nada aun, que no sea completamente suicida por así decirlo.

Canadá le dio una mirada pensativa. Se levantó para ir a la ventana al otro lado de la habitación, dando una pequeña disculpa cuando vio que el otro se quejaba de dolor ante sus movimientos.

-Um, estamos muy alto, un piso 2 creo.

América dejó caer los hombros, ignorándo la pequeña oleada de dolor que vino de su derecha. Ahí iba su plan número ocho.

-Awesome-dijo con aplomo-entonces nuestra única salida es la puerta.

Se dio vuelta y apoyándose sobre sus rodillas intentó mirar por la cerradura. No es que esperara ver a nadie, pero valía la pena intentar.

-De acuerdo-comenzó a decir levantándose-afuera hay un pasillo. Si mal no recuerdo, al final hay escaleras que llevan a la sala con el espejo gigante donde aparecimos. Hacia el otro lado del pasillo está la habitación de la alfombra verde con manchas de sangre y olor a putrefacto, y frente de nosotros una habitación que no sabemos que hay. Al fondo contrario a las escaleras de donde venimos, hay lo que parece una cocina y al lado más escaleras. Jeez, esta casa no tiene sentido, más bien parece un laberinto.

-Tenemos que elegir un lado hacia donde ir y arriesgarnos que tenemos un 50 por ciento de posibilidad de tomar la opción correcta. Eso si es que no se han separado uno a cada lado, con lo que solo podemos rezar con ser capaces de escapar antes que llegue el otro. Lo cual, es lo más probable.

América dio un suspiro.

-Lo cual es, suicida.

-O podemos quedarnos aquí atrincherados a esperar que alguien venga a salvarnos. Lo cual, no parece posible

-Bueno, esas... copias parecen ser lo contrario a nosotros. Sólo porque nuestras copias son… asesinos a sangre fría completamente fuera de sus cabales, no significa que todo el mundo en este universo sea así.

-Dices que quizás aparezca, no sé, un carismático Rusia y una simpática Bielorrusia a nuestro rescate.

El otro dejó los hombros caer, de nuevo ignorando el dolor

-Ok, de acuerdo, lo más probable es que el Rusia y la Bielorrusia de este universo sean aún más sádicos. Y hasta quizás estén casados-un visible escalofrío le recorrió la espalda.

Canadá rió un poco ante su reacción y América sonrió al verlo reír.

Y entonces volvieron al infierno.

Hubo un golpe ensordecedor y América se encontró cubriéndose la cara para protegerse de las astillas volando por todos lados, junto con los restos de lo que antes les hacía de traba.

-¡A-al!-chilló Canadá instintivamente

-¡Quédate allí!-le dijo el otro retrocediendo de la puerta

La punta de un bate de béisbol con clavos estaba ahí clavado. Otro golpe y alguien había abierto la puerta de una patada, con bate incrustado y todo.

-Muy bien-dijo el intruso deteniendo la puerta que había rebotado en la pared antes que lo golpee-suficiente espera. Íbamos a ser buenos anfitriones y dejarlos ilusionarse con la idea de escapar, pero la verdad nunca fui del tipo paciente.

Un joven de aspecto idéntico a América, pero con el pelo color marrón, la piel un tono más oscura, y chispeantes ojos rojos, estaba allí parado. Sin mucho esfuerzo, sacó su bate de la madera y dio un paso adelante.

-Alfred, por qué que siempre actúas sin avisarme, you dumbass-se quejó una voz acercándose

Pronto otro joven entró, este siendo idéntico a Canadá. Tenía puesto un traje de Mountie y ojos tan rojos como los de quién América (el de ojos azules) y Canadá (el de ojos violetas) suponían era su hermano. Su arma era un palo de hockey sobre hielo con tanta sangre como el bate del otro y lo traía apoyado en un hombro. La diferencia de altura entre ambos recién llegados era la misma que la de América y Canadá, y los dos usaban lentes de sol en vez de gafas, Alfred las tenía sobre su cabeza y el otro puestas pero un poco caídas, lo suficiente para ver sus ojos. Canadá por su parte, había perdido sus lentes en algún lugar mientras corría y las de América estaban rajadas en en lado derecho, por un golpe que de suerte no las rompió (pero si le hizo un considerable daño a su hombro)

-Es que los escuché hablar y me pareció suficiente-respondió Alfred con sus ojos rojos clavados en sus presas.

América, que había retrocedido hasta donde Canadá estaba, lo sintió aferrarse a su brazo, enterrando la yema de los dedos en su campera de cuero.

-Quédate detrás de mí-le murmuró mientras los otros dos discutían sobre algo que no comprendía ni sabía si quería comprender

Canadá asintió con ojos aterrados. Alfred (el de pelo marrón) los miró en segundo en medio de un "¿Y quién te dijo que lo iba a compartir?" , como asegurándose que seguían donde estaban, volvió a mirar a Matt (el del traje de Mountie) y luego se giró de nuevo a ellos con ojos de sorpresa mientras de fondo se escuchaba un escueto "Nunca dije que era tu elección"

-Aw, miralos, Matt, son adorables.-dijo apuntándolos con su bate

Matt rodó los ojos y Canadá tembló.

-¿Por qué no los conservamos a ambos? Podría ser divertido-ofreció bajando el bate

-No, thanks. No necesito a otro idiota inútil como tú.-respondió Matt con puro desprecio

Alfred se giró a ellos encogiéndose de hombros

-Mala suerte, pretty boy-dijo mirando exclusivamente a América

Canadá se pegó más a su gemelo y Alfred dio otro "aww" como el anterior

-¿Por qué no puedes ser así de adorable?-le preguntó a su propio hermano

Esta vez Matt ni le contestó, sólo lo miró con todo el odio del mundo.

-Como sea-continuó Alfred volviendo a enfocarse en los gemelos frete a él-Entrega al cute Canadian, pretty boy

-¿Y qué te hace creer que voy a hacer lo que me pidas?-respondió América y aunque su voz sonaba agresiva, su postura asemejaba más a la de un animal acorralado

Matt dio un chasquido entre molesto y divertido mientras se cruzaba de brazos, su palo de hockey apoyado sobre su costado.

-Y yo que creía que tu alterno sería inteligente en oposición a ti. Que inocente

-Entrégalo, y quizás-...-

-Sólo quizás-lo interrumpió Matt

-Sí, sólo quizás, no tardemos tanto en matarte.

América retuvo un gruñido. Sabía que sólo le quedab balas en el cartucho de su pistola, por lo que no tenía que perder la cabeza, apuntar bien y, sobre todo, decidir bien cual sería el objetivo. 12 ó 13 disparos había dado ya y ninguno fue útil. Uno solo pegó en el antebrazo de Matt y no parecía afectado en lo más mínimo. Nunca antes su M9 le había fallado tanto. Además de que era diestro, y su hombro estando como estaba ya había demostrado ser un problema, sin embargo no confiaba tanto en su mano izquierda. Cuando Alfred dio un paso adelante, América decidió que era hora de desenfundar. Canadá le soltó el brazo apenas lo sintió moverse y pasó a ponerse por detrás, aferrándose a su hombro sano.

-Oh, todavía tienes ganas de jugar. Man, si que sabes como hacer las cosas interesantes-dijo con emoción Alfred

Con el bate apoyado en el hombro, empezó a avanzar de vuelta con pasos tranquilos, sin ningún tipo de preocupación a pesar del arma que le apuntaba a la frente. América quitó el seguro y se preparó para disparar, enfocándose quizás más de lo necesario con respecto al tiempo que tenía. Un movimiento repentino a la derecha lo distrajo, Matthew había empezado a avanzar a toda velocidad. América actúo de puro instinto y cambió el objetivo, dándose cuenta que era un amague demasiado tarde. Matthew se detuvo en seco después de dos pasos, y cuando quiso volver a apuntar a Alfred, el otro estaba en proceso de, literalmente, batear el arma. Los clavos le cortaron la piel y carne dejando un severo daño, y la pistola cayó al suelo dando un disparo que rebotó en los fierros del candelabro victoriano del techo.

América sintió como Canadá pasaba a aferrarse de su cintura, y de inmediato intentó mirar por sobre su hombro si, por alguna muy mala casualidad, la bala le había dado. Esto no le permitió ver como Alfred se preparaba para otro golpe con una sonrisa siniestra, apuntando a su mano derecha que seguía en el mismo lugar, sosteniendo un arma inexistente y con un torrente de sangre empezando a formarse, la izquierda la había llevado a su bolsillo interno donde por lo general guardaba cartuchos extras, aún si sabía que no tenía ninguno, fue un acto reflejo. Canadá sí lo vio, y con una agilidad que si bien siempre lo caracterizó no dejaba de ser sorprendente, se deslizó por debajo del brazo extendido y pasando a ponerse0 al frente, tomó la mano herida y la abrazó hacia su pecho como si estuviera abrazando a Kumajiro, justo unos segundos antes de que el bate pasara rasante frente a ellos. América, sorprendido y siguiendo con reacciones que eran puramente instintivas, retrocedió el pequeño espacio hasta la pared que se formó por la salida de Canadá, poniendo su mano libre en la cintura de su hermano y llevándoselo con él.

Todo esto sucediendo en menos de 10 segundos.

-¡Ok, ok!-chilló Canadá, su voz más aguda de lo que quisiera pero ya no le importaba-¡N-negociemo-mos!

La risa de Alfred fue tan fresca y tan parecida a la América, que los dejó a los dos norteamericanos con una sensación de temblor.

-¿Negociar?-Preguntó Matt desde atrás con una sonrisa que no pegaba con sus ojos de maldad pura

-Dude, ¡estos dos no paran de sorprenderme! I mean, siempre es divertido verlos intentar desesperadamente luchar por sus vidas, pero ¿negociar? Realmente no entiendes la situación en la que estás, babe, ¿no?

Canadá tragó saliva y bajó la mirada, los ojos rojos de Alfred lo miraban con demasiada intensidad.

-Dejemos las cosas en claro.-empezó Alfred levantando su bate para apuntar a América-Pretty boy, va directo al matadero y tú, cutie-apuntó a Canadá- nos vas a hacer de entretenimiento...un tiempo, antes de irte con tu hermano a dónde sea que los de su tipo van al morir.

Canadá abrió los ojos en horror mirando fijamente a los clavos del bate. Alfred sonrió más ante su expresión y usando su arma como un bastón, se tiró hacia adelante para decir en voz baja como si estuviera diciendo un secreto

-Pero si te portas bien, ese tiempo puede ser negociable

-Están completamente trastornados-murmuró Canadá

-Oh, gracias por el cumplido, beautiful

Canadá le dio una mirada reprobatoria, algo que hacía automáticamente cuando alguien lo trataba como mujer, pero pronto se arrepintió y se aplastó más contra América. Alfred volvió a reír y se dio vuelta justo a tiempo para atrapar la pistola que Matt le había lanzado.

-Ahora, un arma de fuego. Sólo los cobardes usan armas de fuego, pretty boy

Alfred dejó su bate a un costado, apoyado contra una cama cercana. Con un movimiento repentino los apuntó con la pistola, riendo ante su reacción.

-Matthew, ponte detrás-murmuró América al oído de su hermano, pero este no se movió un milímetro, seguía abrazando su mano ensangrentada como si su vida dependiera de eso-Matthew-...-

-¡Ah, ah, ah!-lo interrumpió Alfred moviéndose hacia ellos- ¿Acaso no te enseñaron la regla número 1 de cuando alguien te está apuntando con un arma? No debes mover ni un músculo.

Estaba demasiado cerca para lo que sus nervios podían soportar, a menos de 20 centímetros, y América no sabía cuál sentimiento sería mayor, si él pánico, o el odio de ver lo mucho que estaba disfrutando el otro todo esto. Sonriendo con su sonrisa más macabra de todo el día, Alfred apoyó la punta de la pistola en la mejilla de Canadá y rió al verlo cerrar los ojos con un leve quejido. Subió la mirada a su otra presa con la misma expresión

-¿Por qué tan nervioso?-le preguntó a América

-¿Por qué tan lunático?-fue la respuesta

-Bueno, uno de los dos tenía que serlo.-musitó y luego subió la voz-Matt, qué hacemos con el pretty boy. ¿Quieres matarlo aquí, o prefieres torturarlo un rato antes?

-No me hables a mí, es tu alterno, tu problema.

Alfred se mostró levemente sorprendido pero no se giró

-Pensé que-...-

-No estoy de humor para lidiar con una idiotez equiparable a la tuya

-Tsk, nunca estás de humor. Como sea, hasta aquí llegaste, pretty boy.

-W-ait! ¿P-por qué tienes que m-matarlo?-preguntó Canadá abriendo los ojos y mostrando pequeñas lágrimas en ellos

-Oh, eres tan, pero tan dulce-murmuró Alfred, enfatizando su palabras al presionar la punta de la pistola.-Y por eso quiero que seas mio. Y por eso tengo que matarlo. Además de todo el rollo de que somos alternos opuestos y eso

-¿N-no pu-edes s-simplemente d-dejarlo i-r?

Canadá se estaba odiando mucho, mucho, por no ser capaz de no tartamudear. Alfred sonrió complacientemente.

-Me encanta que negocies por él, como si ya estuvieras completamente entregado

-No lo está-gruñó América

-Y ahí vamos de nuevo. ¿No ven aún que ninguno de los dos tiene elección alguna? Para que entiendas, Pretty boy.

Con movimientos lentos como antes, como si quisiera asegurarse que todo el mundo captara la situación, corrió la punta de la pistola de la mejilla del canadiense a un poco más arriba de su oreja. Empujándolo con el arma, le obligó a ladear un poco la cabeza y se agachó hasta estar a la altura de sus ojos. Sonriendo ante la expresión de miedo mezclada con confusión, apoyó los labios sobre los de él. Canadá dio un pequeño quejido de sorpresa, algo que no era más que música para los oídos del otro, y un suplicio para su gemelo, cuyo agarre en su cintura se volvió tan fuerte que empezaba a hacerle daño.

La furia de América era mucha, y le estaba costando contenerla.

Observando la situación desde arriba, podía ver las lágrimas caer de los ojos de su hermano. Lo sintió temblar cuando Alfred posó su mano sobre el borde de sus jeans, abriéndose paso contra el estómago de América sin vergüenza alguna, y atrajo la cadera del canadiense a la suya, mientras al mismo tiempo presionaba el beso para pegarlo al torso detrás de él. La mano de América a la que Canadá se aferraba más que nunca, era lo único que mantenía una pequeña distancia junto con el brazo en su cintura. Estaba cerrada en un puño tenso y a nadie parecía importarle mancharse de sangre por ella. Alfred abrió los ojos en medio del beso y miró hacia arriba, encontrándose con los azules de América mirándolos fijos. Canadá dio un quejido particularmente fuerte y el otro lo dejó ir.

Canadá estaba rojo del bochorno, con una pequeña gotita de sangre cayendo de su labio inferior, y América estaba rojo de furia. Alfred volvió a reír y como si Canadá no existiera, se acercó a América para decirle al oído

-¿Qué sucede, pretty boy? ¿Te gusta lo que ves? ¿A alguien idéntico a ti, besando a tu preciado hermano, provocándole suspiros?

América se mordió la lengua sólo porque el arma seguía en la sien de Canadá, quién había quedado aplastado entre los dos

-¿Lo ves? No hay nada que puedas hacer. You are powerless.-continuó el de ojos rojos

América se limitó a tirarle dagas con la mirada. Tan ocupado estaba con su batalla silenciosa con aquellos ojos rojos demasiado cerca para su gusto, a unos 5 centímetros, que no vio el palo de hockey dirigirse a toda velocidad a su cabeza.

Pasada la terrible oleada de dolor inicial y confusión, todo se volvió oscuro. Antes de caer en la inconsciencia total, escuchó con algo de dificultad

-¡Hey! ¡Me golpeaste a mi también!

-Te estabas tomando demasiado tiempo

-¡Alfred!

-Oh, mírate, ya estás gritando mi nombre y todo. ¿De verdad no podemos conservarlo?

-Get a-away!

Continuará...


EDICIÓN, AGREGADO DE DETALLES Y CORRECCIÓN: 06/12/12, 22:30 hs (GMT -3:0)

Am, primero que nada, si hay alguien ahí afuera que haya leído otras de mis historias, y por si no lo sabía aún, yo NUNCA sigo un headcanon en particular, y tanto los detalles físicos (como la altura de Canadá) como la personalidad (como un Alfred más o menos agresivo, y/o un Canadá más o menos sensible) varía de historia en historia. A mi NO me gusta poner a Matthew como en lo que yo considero un "escalón inferior", por lo general trato de ponerlo al mismo nivel de Alfred.

Perooo necesitaba tan desesperadamente una historia bien, bien cliché, donde pueda darme tooodos los lujos que trato de contenerme en Trauma! Asi que, he aquí esto. Espero lo hayan disfrutado.

Y bueeeno, por si no sabían, la tortura tanto para América como para Canadá puede (o puede que no) sea inversamente proporcional a la respuesta de los lectores :)

Asi que, por favor, dejenme saber que piensan! Y ya saben lo que a esta autora le gusta escuchar, sobre su parte favorita!