Y con este cerramos nuestro short fic para el Contest Perfecta Navidad de FanFiction Addiction, esperamos que haya sido de su agrado.

Se despide de ustedes:

Cullen's Ragazze

Capitulo escrito por Annie Cullen Swan

Capítulo beteado por: Yanina Barboza (Betas FFAD)

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OUTTAKE

Alice's POV:

Si las citas a ciegas fueran fáciles de planear, serían perras. ¡Y la cita no era para mí! Prefiero mil veces planear una fiesta.

Bella había pasado dos años sin salir con nadie por el estúpido de Mike Newton que la engañó vilmente con su ex, pero eso estaba a punto de cambiar, porque mi amiga estaba a punto de tener una cita a ciegas con el quarterback del equipo de fútbol de la universidad, solo esperaba que no saliera igual el asunto porque me mataría... y a Rosalie también. Era un trabajo meticuloso... Sí, más meticuloso que planear una salida de compras.

¿La que dije eso fui yo? Como sea.

Teníamos que fijar una fecha, organizar una buena noche para los dos y entre todo eso, teníamos que vernos preciosas. Lo sé, un trabajo muy extenuante, pero por ver a mi mejor amiga feliz era capaz de todo.

—Ya tenemos la fecha que Bella muy amablemente nos hizo apartar —dijo Rosalie anotando en su libreta.

—Solo nos falta la reservación en el hotel.

—Alice, la verdad dudo mucho que Bella deje que pase algo en la primera cita, no sería ella si sucede algo.

—Un punto a tu favor. Hay veces en las que no la entiendo, ¿cómo puede ser posible que pase dos años sin una sola cita y esté tan bien?

—Porque lo ha reemplazado por algo que la hace sentir mejor que una cita.

—Muy bien, pero será en una habitación de hotel porque precisamente buscamos que Bella se divierta y sea diferente. No tienen que hacer nada, solo hablar. Además, Bella se sentirá bien en un lugar que no sea público. —Rose asintió dándome la razón—. ¿El hotel Olympic Lodge?

—Sip, me gusta. Cuando vinieron mis tíos se hospedaron ahí y les encantó, dicen que es sencillo, pero al mismo tiempo muy elegante. Perfecto para Bella.

—Cuando se casen, Bella nos deberá una grande —dije cerrando mi libreta.

—Alice, no te apresures, puede llegar a ser de mala suerte.

—Touche.

—Además no sabes si al final ella y Benjamín se enamoren.

— ¡Hey, chicas bellas! —saludó Emmett, el gran amigo de mi hermano.

—Hola, Emm —saludó Rosalie coqueta, le di un codazo en las costillas.

— ¿Qué hacen? —preguntó Jasper.

—Planeando una cita a ciegas.

—Ese es nuestro trabajo, Alice... Aunque no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo —me dijo Emmett entre risas.

— ¿Cómo que su trabajo? —preguntó Rose curiosa.

—Sí, chicas. Jazz y yo estamos por hacer que Edward tenga una cita o más bien un encuentro placentero con una chica sexy.

— ¡¿Quieren descarriar a mi hermanito?! —pregunté sorprendida.

—No, linda, solo queremos que salga de la monotonía, que salga a ser joven. La medicina lo volverá loco —me dijo Jazz con tono dulce.

—Entiendo. Tienen razón. Desde aquella vez no ha vuelto a darse otra oportunidad —dije cabizbaja—. Es lo mismo que estamos haciendo con la pobre de Bella.

— ¿¡Bella!? —preguntaron los dos al mismo tiempo.

Ambas asentimos con la cabeza.

—Caray, chicas, ¿con qué la amenazaron? —preguntó Jasper.

— ¡Ya sé! —Chasqueó Emm—. La amenazaron con quemar su copia de pasta dura de ''Cumbres Borrascosas''.

— ¡Alice! —gritó Rose—. ¿Por qué no se nos ocurrió a nosotras?

— ¡Mierda! Hubiera sido más rápido —declaré.

—Sí, pero lo bueno es que Bella ya aceptó ir a la cita. ¿Y Edward aceptó, chicos?

—Sí, Rose, pero no sabemos cómo hacer para que Kate también acepte.

— ¿Quién es Kate? —pregunté. No iba a permitir que cualquiera fuera la cita de mi querido hermano.

—La Barbie de la universidad. La capitana de las porristas.

—Con que una popular. También elegimos un popular para Bella. El quarterback del equipo de fútbol de la universidad.

— ¿Y cómo le hicieron para que él aceptara ir?

—Simple —respondió Rose, muy coqueta y con superioridad—, le pedí que tuviera una cita conmigo.

— ¿¡Qué!? —gritó Emmett—. No permitiré que salgas con ese.

— ¿Estás celoso, Emmett?

—Nena, tú serás mía. No saldrás con ese cabrón.

—Ya chicos. Emmett, Rose le pidió una cita a Benjamín, pero obvio que no irá ella, sino nuestra querida Bella. Solo fue para que aceptara ir a la primera, ya que no todos se resisten a su belleza —dije estresada del tema.

—Entonces yo también voy a pedirle una cita a Kate —dijo mirando a mi amiga rubia.

Negué con la cabeza. Estos dos desde que se conocen se gustan, pero no se arriesgan a intentarlo.

— ¿Cómo y dónde planearán la cita de mi hermano, chicos?

—Aún no sabemos, Alice. No tenemos ni una idea de cómo haremos el encuentro —me contestó Jazz.

— ¿Y tienen una fecha, por lo menos?

—Hmm... No —dijo Emm rascándose la cabeza.

— ¡Hombres! —Suspiramos Rose y yo al mismo tiempo.

— ¡Ya sé! —gritó el alocado de Emm, haciendo que tapara mis oídos para que no se explotaran mis tímpanos—. ¿Por qué no planeamos las dos citas el mismo día?

—Andas con buenas ideas, hermano —declaró Jasper, palmeando su hombro.

—No es mala idea, Alice.

—De hecho es una buena idea. La cita de Bella es el día antes de Nochebuena. También es buena fecha para mi hermano.

— ¿Y dónde la van a realizar? Porque Emm y yo habíamos pensado que la de Edward puede ser en un cuarto de hotel.

—Sí, será en el hotel Olympic Lodge en Port Angeles.

— ¿A las siete y media de la noche?

—Sí, es una buena idea, Rose.

—Veintitrés de diciembre, en el hotel Olympic Lodge, a las siete y media —dije enumerando con mis dedos para que Rose apuntara en su libreta—. Tendrán que ser dos habitaciones, chicos.

—Yo puedo hacer las reservaciones, linduras.

—Yo te acompaño, Emm.

—A donde quieras, nena.

—Chicos, las reservaciones son paras las citas de Edward y Bella, no para ustedes.

Jasper y yo soltamos sonoras carcajadas mientras veíamos las caras confundidas de Rose y Emmett.

Después que nos pusimos totalmente de acuerdo, cada quien se fue a su cuarto en su respectiva universidad. Emm y Rose irían a hacer las reservaciones en el hotel acordado, dichas reservaciones serían ambas a la misma hora, cosa que a mí no me pareció correcta, pero fueron tres contra mí. Bufé frustrada.

Lo que sí me tenía súper contenta y emocionada era que podía cambiarle el look a mi hermano. ¡Genial! La cita era la excusa perfecta para poder quitarle esos anticuados lentes que son totalmente anti temporada. Un Cullen no puede usar eso. Bueno, exceptuando a Edward.

¡Santa Coco Chanel!

Pero si también puedo hacer un milagro con mi mejor amiga...

Creo que esta Navidad puede salir mejor de lo que está planeado, pensé.

.

Alice: Jazz, iré a visitar a Ed, tengo que asegurarme que aún irá a la cita, porque lo conozco y puede cambiar de idea. Avísales a los demás.

Jasper: Suerte con tu hermano, linda.

—Jasper. —Suspiré, era el único hombre que me hacía sonrojar. Pero en estos momentos no puedo ocupar mi mente en mí. Tenía una amiga y un hermano que hacer feliz.

Mi visita a Ed fue cuidadosa, tuve que fingir que no sabía nada sobre la cita para sacar la información que quería y, por supuesto, para que no me descubriera. Por suerte todo quedó bien. Me derritió el corazón cuando me confesó sus miedos sobre su inseguridad. Pero, como todo en esta vida, la apariencia puede arreglarlo y ese era mi objetivo. Mi actuación frente a él fue para ganarme un Oscar, tanto que hasta yo me lo creí. Al final no conseguí mi propósito de cambiarle la apariencia total. ¡Edward era un pesado! Me conformé con solo comprarle algo para la cita. Tampoco puede ir el mismo día con él sino al próximo, cosa que también me incomodó bastante, ya que al día siguiente tenía día de chicas con Rose y Bella para comprar su ropa de la cita.

Con Bella no fue muy diferente a Edward. No me dejó cambiarle el armario y además me hizo casi rogarle. ¡Yo, Alice Cullen, rogando! Pero todo por las amigas.

La ropa de Bella era más horrible que la de mi abuela, pero aunque sea por ese día, al igual que Edward, puede ponerla divina. El vestido rojo le quedaba hermoso a toda la extensión de la palabra. Con los chicos acordamos que ninguno ayudaríamos a Bella y a Edward a vestirse para el momento. Solo pedía a Santa Coco Chanel que metiera sus manos y que ellos pudieran vestirse lindos.

Narrador's POV:

Un día después que los cuatro amigos de Edward y Bella sostuvieron aquella decisiva conversación, Emmett logró hablar con Kate para que aceptara tener una cita con él. Para él fue un trabajo sumamente fácil porque, aunque este no fuera unos de los populares de la universidad, su cuerpo grande y musculoso era muy llamativo para el sexo contrario, lo que le daba ventaja para que las féminas no se negaran a sus encantos.

En esa misma tarde se reunió con Rosalie para ir a hacer las reservaciones en el hotel en Port Angeles. Mientras estaban en el lujoso y sencillo hotel Olympic Lodge, Rose se distrajo con las exquisitas rosas blancas y amarillas y con la decoración del lugar, en lo que Emmett hacía de las suyas con la recepcionista que lo atendía. Como le había indicado Alice, él reservó dos habitaciones. Las habitaciones 315 y 316, ambas en el mismo piso y continuas.

—Señor, ¿a qué hora desea las reservaciones?

—Hmm... ¿A las ocho de la noche, hmm o a las siete? —A Emmet se le había olvidado la hora que habían acordado él y los demás. Sus ojos estaban puestos en la mujer que lo tenía delirando.

— ¿A las siete o a las ocho, señor?

La señorita de la recepción estaba desesperada por las respuestas del joven. Ante sus ojos él era demasiado atractivo, alto, fuerte y simpático, pero la rubia radiante que estaba oliendo las rosas se estaba robando su atención. La chica eligió los dos horarios que el joven había mencionado. Continuó haciéndole las preguntas de manera enfadada a Emmett y este las respondía sin mucho interés, ya que cada vez Rose se inclinaba más hacia atrás mostrándole su trasero bien formado. La joven preguntó por los nombres de las personas que ocuparían las habitaciones y en cuales de los horarios los quería a cada uno, Emmett respondió todas las preguntas, pero aún embobado.

—Linda, ¿puedes hacerme un favor? —pidió Emmett, ya prestando interés a su deber.

—Sí, señor —respondió la joven entusiasta, por fin viendo los ojos del chico dirigidos a ella.

— ¿Podrías escribir en notitas separadas las habitaciones que le corresponde a cada uno de mis amigos?

La joven asintió e hizo lo que él le pidió. En cuatro pequeños papeles escribió nombre, número y hora a cada uno. Los dobló en dos y por la parte exterior colocó los nombres de Edward, Kate, Benjamín y Bella. Se los entregó a Emmett, este los metió en el bolsillo de su chaqueta sin revisarlos y volvió a fijar su vista en Rose. Cuando salieron del hotel, en el camino se toparon con Jasper, quien iba de camino a hacer unas compras que le habían encargado en casa de su madre. Emmett aprovechó la oportunidad, sacó las notas y le entregó la que tenía el nombre de Edward a Jasper, a Rosalie le dio dos, la de Bella para que esta le mandara un mensaje de texto indicándole todo y la de Benjamín para que se la dejara en el casillero de la universidad, justo como él lo haría con la de Kate.

Pero de lo que ninguno de los tres se dio cuenta, fue del error que habían cometido Emmett y la recepcionista del hotel. Sin saberlo el joven mencionó el nombre de sus amigos al mismo tiempo, quedando ambos en la misma habitación y la misma hora. Los otros dos, sin ninguna otra opción, quedaron en el primer horario de la noche y en la habitación 315.

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Con una seguridad digna de sus muchos años en ese asunto, Kate llegó al Olympic Lodge y fue directamente a la habitación que Emmett le había indicado.

El hotel le gustó mucho, era tan elegante y por supuesto costoso... ¿¡De qué hablaba!? ¡Por supuesto que le iba a encantar! El hotel es parcialmente suyo. Era muy conveniente que la cita fuera en su territorio, así ella podría hacer lo que se le viniera en gana.

Cuando vio esa nota que había caído de su casillero, se emocionó demasiado. Hace mucho que no salía con un chico, estaba perdiendo su status de chica popular en la universidad y no podía permitirse eso.

No sabía qué esperar al entrar a esa habitación, pero por supuesto que el modelo de ropa interior que estaba adentro hablando por teléfono, era una de las mejores cosas que sus ojos hayan visto.

Esta noche sí que me voy a divertir, pensó esbozando una amplia sonrisa.

Pero que equivocada estaba...

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Esa mañana Kate persiguió a Benjamín en su coche por lo que ella sintió que era todo Forks. Aún no podía creer cómo ese jugador la había utilizado... ¡O sea! Era ella la que siempre utilizaba a los hombres, no los hombres a ella. Pero su mente no solo estaba en su venganza contra Benjamín, sino también, extrañamente, en un nerd. Sí, el mismo nerd que no le quiso pasar la tarea de Biología, el mismo nerd que fue demasiado inteligente para caerle en la mentirota.

Edward Cullen...

Sí, ese maldito nerd la tenía con la cabeza dando vueltas, el corazón a punto de salírsele del pecho y el estómago con un montón de jodidas maripositas revoloteándole.

Pero ¡por Dios!, ella era Kate Denali, la capitana de las porristas, hija del magnate hotelero Phillip Denali. Una chica como ella no podía enamorarse de un nerd como Edward... o al menos sentir algo por él. ¡NO! Kate Genevieve Denali no podía sentir algo por Edward Cullen, el ratón de biblioteca de la universidad... pero desgraciadamente lo hacía.

Se desesperó de sobremanera cuando Benjamín dio vuelta en una esquina, estuvo a punto de desistir de su misión, pero lo siguió y se encontró entrando al estacionamiento de una universidad.

Esto era increíble, se había ido de pinta para perseguirlo y ahora estaba en su universidad, ¿acaso podía estar más salada?

Detrás de ella, un auto tan conocido como el de Benjamín entró. Era el Volvo de Edward.

— ¿Qué hace aquí? —se preguntó en un murmullo y decidió dejar de seguir a Benjamín para seguir a Edward, probablemente con lo inteligente que era su nerd, se daría cuenta de inmediato que era ella, pero quería correr el riesgo, cuando algo se le metía en la cabeza no paraba hasta resolverlo.

Edward fue mucho menos complicado de seguir que Benjamín, solo una vuelta en el cuarto pasillo del estacionamiento y se detuvo, ella lo hizo unos cinco coches más atrás para disimular, su nerd abrió la puerta y caminó a la puerta del copiloto para abrirla, de ahí salió una chica castaña a la que él le dio un tierno y amoroso beso en la boca. Su quijada cayó al suelo.

¡TIENE NOVIA! ¡EDWARD CULLEN TIENE NOVIA!

Y no muy agraciada, dicho sea de paso. Alcanzó a verla cuando de los asientos de atrás, otra chica de cabello negro y baja estatura salió dando saltitos, y la novia de Edward se giró. La castaña tenía grandes lentes —como los de Edward— que tapaban casi la mitad de su rostro albino, tenía una linda sonrisa, eso sí, que mostraba a gran escala sus dientes blancos como la nieve, se había pegado un montón de libros al pecho con un solo brazo, para después envolver la cintura de Edward con el otro... Era una nerd.

Bien dice el dicho: Dios los hace y ellos se juntan.

Edward junto a la nerd y la otra chica caminaron a la entrada del campus, Kate no lo pensó dos veces y se aventuró a seguirlos, agradeció que no pidieran identificación y entró justo detrás de ellos. La chica de cabello negro fue la primera en separarse del grupo, se despidió de Edward y de la castaña a la que ella llamo ''Bella''.

Ellos siguieron caminando abrazados, de repente se detenían para besarse, lo que provocó que Bella llegara tarde a su clase que estaba casi hasta el fondo de ese enorme pasillo. Edward se giró con una enorme sonrisa en el rostro y fue ahí donde Kate decidió encontrárselo ''por casualidad''.

Edward no tenía intenciones de salir del campus, por primera vez desde que comenzó a salir con Bella, se atrevió a faltar a clases y de verdad que lo estaba disfrutando, se quedó enfrente del salón de su Bella, sentado en uno de esos bancos de fierro pintados de verde que se encontraba en una de las jardineras, como en un parque. Sacó el último libro que estaba leyendo de su chaqueta y se quedó a disfrutar de esas dos horas hasta que su novia saliera de su clase de Literatura del siglo XIX.

— ¿Edward? —preguntó una conocida y chillona voz, el alzó la vista de su libro encontrándose a la última persona que esperaba ver ahí. Kate.

— ¿Kate? ¿Qué haces aquí? —le preguntó, ella sin permiso se sentó a su lado.

—Vine a ver a mi novio —le respondió—. ¿Y tú? Qué raro que no estés en la universidad.

—Vine a pasar el día con mi novia —dijo tajante regresando la vista al libro, esperanzado de que Kate se callara si no lo veía interesado en lo que le estuviera diciendo. No funcionó. Kate habló y no paró de hablar, le contó sobre cómo había pasado Navidad con su novio y de lo bien que se la había pasado con él. De un de repente, las dos horas que pensaba se le harían cortas esperando a Bella, se le hicieron eternas, no pudo leer por el parloteo de Kate y su neurona caballerosa que lo obligó a prestarle atención. Suspiró de alivio cuando vio que la puerta del aula de Bella se abrió—. Disculpa, Kate —le dijo interrumpiéndola en medio de un discurso sobre cómo había aceptado salir con su novio. Él caminó al aula, mirando para todos lados buscando a Bella, cuando no la encontró, se acercó a la puerta y ahí se quedó esperando a su Bella, que escuchaba atentamente el regaño de su profesor por llegar tarde.

—Y que no se vuelva a repetir, señorita Swan —término el profesor.

—Le doy mi palabra, señor Banner. Hasta el Lunes.

—Hasta el Lunes, señorita Swan. —Y salió del salón cerrando la puerta. Vio a Edward y se quedó parada frente a él con los brazos cruzados.

—Fueron cinco minutos, bebé —le dijo envolviéndole los hombros con un brazo. Empezaron a caminar otra vez por el pasillo dejando a Kate aún en el banco con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Lo del novio no había funcionado.

¿Qué tenía la nerd que no tuviera ella? ¿Los mismos lentes que él? ¡Son la pareja perfecta! ¡Compran sus lentes en la misma óptica! Iuk son demasiado tatos.

Ella en cambio era popular, muy hermosa, tenía un cuerpo por el que todos los hombres morirían, y Edward se había ido con la primera nerd que encontró, que de seguro era virgen. ¡Sí, se le veía en la cara! Una mojigata, es de esas que dicen no saber nada y ya se aprendieron el Kama Sutra al derecho y al revés, pero no le quitaba lo virgen.

Vio a Edward y Bella detenerse unos metros más atrás de ella y sentarse en uno de los bancos, bueno, en realidad, Edward fue el que se sentó en el banco, Bella se sentó en su regazo y se inclinó para besarlo.

Esta ha sido la peor cosa que le haya pasado en la vida, ¡se enamoró de un nerd que tiene una novia nerd! ¿En qué clase de universo pasa eso? Ok, sí, en el suyo.

Se levantó del banco derrotada. Una chica con su status social no puede estar sufriendo por un nerd, así que sin más y viendo como Edward le susurraba palabras de amor en el oído a Bella, salió del campus, se subió a su coche y se fue.

A lo largo del tiempo se convenció que Edward definitivamente no era para ella, era solo un chico más del montón de nerds que existen en el mundo y eso debería dejarla tranquila y feliz.

Y así fue. Decidió irse de Forks a Canadá, donde conoció a Garret, un chico adorable que la trató como reina, y la enamoró de verdad dándose cuenta que lo que sentía por Edward era solo un caprichito de niña mimada. Finalmente, un año después de conocer a Garret, se casó con él en una hermosa y sencilla ceremonia, cuando por fin se decidió a regresar a Forks, dos años después de haberse ido, se encontró con una enorme sorpresa, Edward y Bella se casaban ese fin de semana, el pueblo entero hablaba de eso, y por supuesto que el pueblo entero asistiría a esa boda y ella no quiso quedarse atrás. Sus padres habían sido invitados por la misma pareja en cuestión, así que ella tenía una buena excusa para asistir. Se puso un hermoso vestido negro, que por supuesto no opacaría a la novia, dejó su cabello suelto y fue a esa boda, que había sido calificada como ''la boda del año'' por todos los habitantes de Forks.

Fue llevada a cabo en una hermosa iglesia de Seattle, los padres de Edward y los padres de Bella se habían encargado de pagar el hospedaje de todos los invitados en la ciudad. Cuando la iglesia ya estaba llena, Edward hizo su aparición robándole un jadeo de sorpresa a más de una mujer. ¡No tenía lentes! Y por fin se le veían esos hermosos ojos verdes que había heredado de su madre.

Kate no lo podía creer, ¿ese era el mismo nerd que ella dejó de ver hace dos años? ¿Era el mismo o se lo cambiaron? Y bueno, parecía que todos pensaban igual. Edward Cullen siempre había sido reconocido por esos enormes lentes de pasta negra que tapaban la mitad de su rostro, por tener cicatrices de acné por todos lados, pero el Edward que estaba frente a ellos, no era ese mismo chico desgarbado que llegó de Chicago con una excelente historia académica y un futuro prometedor por delante como médico cirujano.

La marcha nupcial sonó, todos se pusieron de pie y miraron hacia la entrada de la iglesia, las puertas se abrieron dejando entrar al cortejo nupcial. Las chicas llevaban un hermoso vestido azul y los chicos un traje gris con chaleco y corbata azules, pero Kate a la única que quería ver era a Bella, saber si ella había cambiado tanto como Edward lo hizo...

... y vaya que sí.

Llevaba un hermoso vestido, muy sencillo, pero que resaltaba el cuerpo que tenía y que su ropa holgada no mostraba, su largo cabello castaño caía sobre sus hombros en una lacia y sedosa cortina café. Pero su rostro era lo que llamaba la atención, tampoco llevaba lentes y sus ojos chocolate brillaban de emoción.

Ella era hermosa, muy, muy hermosa. Ahora Kate entendía por qué Edward se había fijado en ella, y es que no fue la falta de lentes o el poco maquillaje que llevaba lo que la convenció de la infinita belleza de Isabella Swan, sino sus brillantes ojos cafés. Quitó su vista de Bella y la llevó a Edward viendo lo mismo en sus ojos.

Los dos tenían un corazón enorme lo que los hacía aún más hermosos. Aun con lentes, ella podría mirar los ojos de ambos y darse cuenta de cuanta compasión y cuanto amor hay en sus corazones. Con esa belleza, la externa quedaba atrás.

Sí, ella se sentía hermosa, su rostro, su cuerpo, su cabello; pero la belleza que destilaban Isabella y Edward ese día, era aún más grande, y le dio una sabia lección: De nada sirve tener dinero y belleza externa, si tu corazón no es hermoso, eres feo por fuera.

Esa tarde, Kate no vio a un par de nerds jurarse amor eterno, vio a dos almas y dos corazones puros y hermosos, hacerse uno solo.