Hetalia no me pertenece (y si lo fuera habría demasiado fanservice)
El Joven Invierno y La Señorita Rayos de Sol
Había motivos por la cual me gustaba estar con ella, había demasiados motivos por los que temía alejarme de ella. Había miles de motivos por las cuales nunca olvide su amable y fuerte voz, y muchos más por la cual nunca la olvide.
Recuerdo como aquella sensación que creó en mi cuando la miré por primera vez, ese invierno, ese mes de noviembre, ese día, esa hora, ese aire que ambos contemplábamos y esa fría brisa que nos golpeaba las mejillas y que empujaba sus cabellos con fuerza y yo admirado miraba aquella escena que me volvió el más desafortunado de los amantes.
Recuerdo con delirio y locura esa calle, la calle por la cual le vi caminar con normalidad aferrada a unas flores.
Miré con sorpresa esas flores
Sostenía unos hermosos girasoles, llenos de vida y vitalidad, resplandecientes como si todavía estuviesen plantados en la tierra y el sol sobre aquellas. No eran las flores que poseían ese brillo sino ella quien las llevaba en sus morenos brazos ¿Cómo algo ya muerto esa chica le daba vida? Cómo ella, que sonreía, una sincera sonrisa, la más bella que había visto, me hizo imitarla.
Sus labios rozados hicieron mis sentimientos prender fuego en medio de un mar
Me emocioné de gran manera pero la distancia me desanimó. Dos calles lejos pero que se acortaba con cada paso de ella. Había quedado estático en mi sitio, observándola sin miedo a ser notado, estaba ajeno de todo pensamiento, estaba maravillado.
Sólo podía verla pasar y eso hice…
Pasó justo a mi lado, el tiempo se hizo lento y me brindo la inmortalidad en lo instantáneo
Sus ropajes cafés, su pobre suéter blanco, sus mechones negros que se movían con rebeldía, su aroma que llegó a mis fosas nasales
Nueces y dalias combinadas
Sus ojos avellanas, llenos de vida, su cuerpo bien formado…
Estaba perdido
Ella pasó sin notarme y siguió su camino, yo volví hacia ella para verla marcharse
Sin darme cuenta mi sorprendida faz cambió a una triste, no quería sólo verla partir, pero nunca aparte mí vista de ella, cual gozoso me hacía. Caminaba con frescura a paso apresurado hasta que ella tropezó con un hombre y cayó al suelo tirando sus girasoles a la acera. Aquel sujeto siguió su camino sin detenerse a ayudarle. Fruncí mi ceño y, sin pasarlo a mi mente, a paso largo fui hacia ella y con delicadeza ofrecí mi mano hacia ella.
Ella me miró sorprendida
Cual equivocado estaba, era mucho más hermosa de lo que a lejos se observaba, era una diva en invierno, una primavera en el desierto helado.
Tomó mi mano y mi corazón volcó impasible, la ayudé a reincorporarse y a alzar sus flores. Ella no me dejaba de observar, volví mi mirada hacia la de ella, incrédulo ella sonreía para mí.
No entendía esta sensación
Le entregué sus girasoles y ella gustosa las recibió, me miró nuevamente.
- Gracias – Me agradeció, su voz hizo deleitar mis oídos, disfrutar de esa voz ya me empezaba a crear una adicción. No le contesté, sólo la observaba, no quería perderme ningún detalle de esas delicadas pero a la vez rudas facciones que poseía.
- Toma – extendió su brazo con un girasol en mano hacia mi cuello por el simple hecho de que soy un tipo alto, ella apenas llegaba a alcanzar mis hombros.
Mire dudoso aquella flor que antes me aborrecía por nunca tenerla en mi jardín y que si lo hacía, marchitaría en un abrir y cerrar de ojos. Tome la flor y sonreí…
Esta era la primera vez que alguien me una flor con sinceridad.
Tener esa flor entre mis dedos me hizo sentir su calidez, era acogedora y tranquila, me sentía en casa… afligí mi mirada. Ella lo notó.
Y sin previo aviso tomo mi mano con sus las suyas y las acerco a mi rostro, o al menos lo intento, y con una suave mirada dijo:
- Me recuerdas al invierno ¿no sería hermoso que los girasoles florecieran en invierno? Serían muchísimo más hermosos, ¿no lo crees?
Mire con duda ¿girasoles en la nieve?
- Eres, tú, el ejemplo; tú invierno con estas flores sobre ti ¡son hermosas! – empezó a reírse en lo bajo, no entendía – Lo siento, muchos me dicen que tengo ideas raras y tontas, pero me encantaría ver al girasol florecer en invierno, sobre la nieve.
Sonreí, me hizo amar la nieve por primera vez.
Si yo era nieve ella era los rayos del sol… moriría al tacto con ella, pero, no pude negarlo, quería hacerlo; el invierno siempre espera la llegada de la primavera y muere cuando por fin la observa.
- Gracias por el girasol – dije con amabilidad, ella lentamente soltó mi mano
- Gracias por ayudarme – respondió – Bueno, se me hace tarde, adiós. – sin más se dio la vuelta y siguió su camino apresuradamente.
- Hasta luego – susurré viendo su ida
Cuando pones la nieve en tus manos, esta se derrite y desaparece
Odio eso de la nieve y sin dejar pasar un segundo la seguí… no quería que me descubriera que la venía persiguiendo, sólo era para asegurar donde podría encontrarla de nuevo.
Ella se detuvo frente a una florería, una muy pobre florería.
…
Al tercer día de nuestro encuentro mandé a unos trabajadores de mi padre a comprar lo que se les antojará en esa florería y que me trajeran un ramo de girasol.
En un abrir y cerrar de ojos vi mi cuarto de hotel lleno de flores…
Pero pronto dejaría este país…
Quiera verla de nuevo, salía a las calles sólo para poder encontrármela pero fracasé, traté de entrar a su tienda pero no podía… y sólo me quedaba en cualquier banca del parque, aferrado a mi girasol que la estrechaba en mi pecho y que la cubría mi bufanda del invierno.
En las noches, con la ligera nevada.
Mañana me iba…, mis hermanas, mi padre me esperaban en casa.
Me quedé toda la tarde hasta que el reloj marcó las nueve
Me levanté inexpresivo, creo que nunca la volveré a ver
Pero mis pensamientos se apresuraron a lo que mis ojos captaron
Ahí estaba ella, a unas tres bancas de la mía, en frente.
Se veía hermosa…, como siempre aun cuando lagrimas colgaban de su barbilla sin misericordia
- Hermosa. – articule para mis adentros, mi caótico ser se peleaba por borrarles esas lágrimas y arrebatarle el aliento, sólo este día. Di un paso hacia donde estaba ella, me acercaba a ella sin nada en mente aparte de querer estar con ella. Estaba en frente de ella, sonriéndole…
Mi mejor sonrisa
Alzó su mirada hacia la mía, sorprendida. – Joven Invierno…
- ¿? – Era a mí al quien se refería, sin importar eso – Señorita Rayos de Sol – sonrió ante mi comentario, yo igual, si ella sonreía yo también lo hacía. - ¿Por qué llora? – pregunte tomando asiento a su lado, ella tardo en contestar y más de dos veces trago con dificultad
- Porque un idiota me hizo pasar un mal rato… - dijo acongojada, cabizbaja
- ¿Quieres que lo golpee, da? - pregunte con inocencia, eso quería hacer, maldito aquel que la hiciera hacer sentí mal, pero ella sólo rio con vergüenza
- No, no puedes. Te pueden detener y arrestar. Es peligroso. – dijo
- Niet, no importa. Tengo mucho poder a mi favor – solté con casualidad – puedo mandar a que lo asesinen sin que quede una pisca de evidencias. – empecé a sonreír más
- Nah, yo me lo apaño sola. Pero – busco mi mirada - ¿Cómo te llamas Joven Invierno?
- Iván, Iván Braginski. – Conteste - ¿Cómo se llama señorita Rayos de Sol?
- Isabel Montero Fernández, puedes llamarme Isa… - Dijo apenada
- Isa…
…..
Cuando partí de ese país sentí mi alma partirse en dos, quiero estar con ella.
Aunque ese país también no era el suyo yo ya lo amaba más que al mío, me resultaba más acogedor sólo porque ella estaba allí con su cálida sonrisa…
¿Cuándo iría otra vez? Me cuestionaba aun estando en ese país
Изабел… – susurré ya en el avión privado
….
Había muchos motivos por la cual nunca la olvide…
Porque sabía que la volvería a ver.
Pero lo que nunca imagine fue encontrármela en esa escuela junto a él, ese tipo que odiaba con todo mi pobre ser.
…
xD Me parece muy tierna esta pareja (pero sigo defendiendo a capa y espada el USAMex)
GRACIAS POR PASARSE SU TIEMPO LEYENDO ESTA CHIFLADA HISTORIA!
Iván es de plata el condenado xD