¡Lo siento lo siento lo siento lo siento!, tras estar ausente por más de casi un año en este fic, realmente quiero disculparme con todas las personas que creyeron, no continuaría con esto, en verdad estoy muy, pero muy apenada con todos ustedes, ¡Se me cae la cara de vergüenza! Pero aquí, si aun quieren leer, esta el nuevo capitulo de este angustiante fic.

Muchísimas gracias a: ChesseSmile, pachi-chan, darisu-chan, MikoBicho-chan, 154, tu, Vegetable lov3r, Juli-nyaan, DayiFabi, Felli Loss, SaNGreX, irina-chan & mayy.

Reviews sin cuenta:

154: Esas eran una de las emociones con las que quería jugar, aunque... tampoco quería que llorasen tanto por la muerte de Megumi-san. Espero y te guste este capitulo.

tu: Flopi-chan xD pues que bueno que te gustó el capitulo, aunque si, pobre de la familia de los Hinamori, pero aquí está el nuevo capitulo, el cual espero sea de tu agrado.

mayy: Y aquí está la tan esperada continuación, ¡Espero y sea de tu agrado!

En este capitulo veremos un poco de todo. Aunque, aquí, es el inicio del HitsuKarin, si bien, el cual es leve, pero no quita que lo sea. Así que ante todo no acepto comentario groseros hacia la pareja, que si bien, soy pro Hitsuhina, adoro a Karin.

¡Preparence entonces para leer el nuevo capitulo!


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Canción del día: (岡崎律子) "for Fruits Basket" piano cover.

Intérprete: Vía Youtube; Canal onanieCEO

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Capitulo XI

"Desterrando las memorias del pasado"

Mundo de papel.

Tercera parte.

En la vida ocurren situaciones a las cuales muchas veces no estamos preparados. Situaciones que nos hace enfadar, llorar, reír y sonreír. Situaciones que no tenemos previstas, al igual, que experiencias que dejaran miles de enseñanzas y moralejas, pero sin duda, con un gran camino por recorrer.

Nuestros residentes del quinto piso han mostrado parte de su niñez, aquella amarga y al mismo tiempo encantadora etapa de su vida. Pero esa etapa ya ha terminado, y ahora, nuestra máquina del tiempo, nos ha transportado hacia la adolescencia de nuestros residentes.

Pero… ¿Realmente nos gustará lo que veremos?


Kioto, Japón. Agosto 2002.

Takato abrió la puerta de su hogar, dejando entrar a aquella pequeña niña de grandes ojos castaños de apenas, diez años de edad. La mira con tristeza, mientras le toma de la mano y la conduce a la cocina, donde una deliciosa merienda la esperaba.

—Anda come—dijo una mujer apareciendo, mientras se ponía un mandil.

Los ojos de Momo se abrieron con sorpresa. Ya que esa mujer, sin importar como la viera uno, tenía el mismo rostro de su madre. Con la diferencia, de que su cabello era más corto y también, se notaba una cicatriz en su pómulo derecho.

Pero quitando esos detalles, la mujer que estaba frente a ella sonriendo cálidamente, era idéntica a la fallecida Megumi Hinamori.

—Soy Nanami Kamiya. Mucho gusto Momo-sama.

—No hay porqué ser tan formales Nanami—dijo el rubio con una sonrisa. La mujer sonrió también.

Y la niña lo notó, el ambiente en el que ahora estaba, era un lugar cálido. Se sentía aquella aura armoniosa que, no había sentido cuando estaba en la casa de Aizen-san. Pero no, no era que el castaño fuese un mal hombre, era solo que, siempre estaba fuera de casa, y casi nunca, tenía tiempo para ella. Pero aun así lo quería, y mucho.

—Gracias Nanami-san—dijo Hinamori apenada.

Takato, quien había enviado un mensaje a su amigo Sousuke, revisó u celular dándose cuenta, que este ya le había respondido.

"Surgió un imprevisto en Hiroshima, por favor, cuida de Momo por mí".

—Claro que lo haré.

Nanami lo miró confundida, mas no dijo nada y solo sentó a la pequeña en la barra, mientras, comenzaba a soplar a una cuchara una porción de sopa de fideos caliente que había preparado.

—Anda come, alguien me dijo que te gustan mucho—decía, a lo que la niña abrió la boca.

Si bien, con diez años ya no era una pequeña, pero al saber todo lo que había pasado, estaba más que claro que Momo, necesita de cariño, caricias de una madre, apapachos de un padre.

Y eso, Takato Asai y Nanami Kamiya, le darían a lo largo de algunos años.

— ¡Papá, ya llegamos! —gritaron desde la puerta de la entrada.

El hombre sonrió, mientras miraba, como el menor de sus hijos corría hacia el refrigerador, ignorando, a la niña que lo observaba con gran atención y curiosidad.

—Yukio-kun, ¿Qué son esos modales? —Preguntó Nanami— ¿No ves que tenemos visita?

Y Yukio Asai, con una ya edad de doce años, se alejó del refrigerador para ver, a aquella niña que estaba sentada sobre la barra. Aquella niña que no lo veía a él, sino, a su hermano el cual estaba, parado en el umbral de la entrada de la cocina.

El adolescente de dieciséis años no daba crédito a lo que veía. Tadashi Asai, miró con ojos muy abiertos a la niña que estaba ahí.

— ¿Quién es ella? —Preguntó, luego, miró a su papá señalándolo con el dedo— ¡No me digas que te atreviste a tener a una hija con Nanami-san y la ocultaron por todo este tiempo!

Yukio le dio un zape en la cabeza: —No seas idiota, ¡Nanami-san nunca estaría con un sujeto como papá!

— ¡Cierto, Nanami-san merece algo mejor!

Takato le dio a cada uno un golpe en la cabeza, y la mujer, sonrojada, se puso a consolar a ambos hermanos que se quejaban de su papá.

Y Hinamori, solo se puso a reír, reír, como hace mucho no lo había hecho. Haciendo que Tadashi y Yukio la observaran por largos segundos.

Sin imaginar, cuanto afectaría en su futuro, este repentino acontecimiento.


Tokio, Japón. 05 de Septiembre, 2004.

— ¡Buenos días! —dijo Inoue Orihime entrando a su salón de clases. Ishida le devolvió el saludo al igual que Renji.

— ¿Qué el zanahoria no viene siempre contigo? —preguntó Abarai acercándose a ella junto a sus demás amigos.

— ¿Eh? —Miró hacia todos lados— ¡Ah, Kurosaki-kun no está!

Ya habían transcurrido dos años desde el primer encuentro entre los residentes del quinto piso. Dos años, desde que nuestros personajes, a su manera, habían buscado interactuar con el otro.

Aunque…

— ¡Maldita sea Kurosaki, déjame entrar!

— ¡Si Ichigo, tu maldito tamaño mutante no nos deja pasar!

— ¡Cállense par de enanos, que no saben que la primaria está del otro lado!

Entre tres de nuestros personajes, las cosas no eran aun, para nada amenas ni tranquilas, ni mucho menos, amistosas.

—Al parecer Hitsugaya se levantó con el pie izquierdo—dijo Matsumoto estirándose, mientras que los chicos del otro lado de la clase, se perdía en aquel "par de cosas" que sobresalían en su delantera.

—Oh Ran-chan, enano-kun siempre se levanta con ese pie—agregó Gin.

Quien para sorpresa de todos, había re cursado su último año de secundaria. Por lo cual, con sus ya cumplidos dieciséis, aún seguía con su amiga de quince en el mismo salón.

Hisagi, quien estaba recargando su cabeza sobre el pupitre, les pidió que cerraran la boca, ya que tenía demasiado sueño. Matsumoto sonrió y sacó una almohada, la cual siempre llevaba para este tipo de situaciones.

—Oh Matsumoto-san, eres un ángel—canturreó, cayendo dormido en aquel objeto.

Kira suspiró, era una escena de todos los días.

—Parece que de nuevo… Ichigo ha hecho enojar a Hitsugaya y Kuchiki—murmuró Tatsuki, al ver, como los nombrados miraban con ojos de ogro a su amigo.

Toushiro miró de mala gana al Kurosaki, este también lo hizo. Ya que sí, desde el primer día en que se conocieron de aquella mala manera, desde que Ichigo le plantó la rodilla en el estómago al albino, este le mandaba miradas congelantes que no hacía más que, hacer que el peli naranja buscara pelea alguna con él.

Nadie nunca, ni es sus más profundos sueños, habría pensado que esos dos, terminarían queriéndose como un par de hermanos.

El destino, sí que gustaba jugar buenas bromas con aquellos chicos.

— ¡Inoue! —gritó Rukia abrazándose a la chica, esta sonrió.

—Me alegro de verte también Kuchiki-san.

— ¡Hey, no abraces a Inoue así! —gritó el Kurosaki enojado.

— ¿Celoso fresita-kun?, ¿Acaso quieres ser tu quien esté en los brazos de Inoue-hime? —ambos chicos de cabellos naranjas se sonrojaron.

— ¡Hey, yo también me quiero unir! —gritó ahora Rangiku corriendo hacia ellas y abrazándolas, haciendo que la pequeña pelinegra, quedara entre ambas.

Todos miraron con horror como Rukia comenzaba a quedarse sin oxígeno. Y por supuesto, los primeros en reaccionar, fueron aquel pelirrojo y albino. Así que rápidamente las separaron, dejando caer al suelo a aquella víctima que ahora sentía como su alma se salía del cuerpo.

— ¡Bakka! —Regañó Hitsugaya a Matsumoto— ¿¡Qué no vez que tus cosas casi la matan!?

—Pero enano-kun…

— ¡No me llames así!

Al parecer las mañas de Ichimaru eran contagiosas.

—Ya dejen de hacer tanto alboroto—interrumpió Renji cansado—Y háganse a un lado, quiero sentarme en mi lugar.

— ¿Sentarte para luego dormirte al igual que Hisagi-san? —preguntó Ishida ajustándose las gafas.

Entonces, la puerta del aula se abrió estruendosamente, haciendo que todos se hicieran la misma pregunta; ¿Qué nunca podrían tener un día de clases normal o qué?

— ¿Alguien dijo algo acerca de que, Shuhei Hisagi estaba dormido? —preguntó la chica de cabellos oscuros y lentes, mientras, caminaba hacia el morocho.

—Na-Nanao-chan…—titubeó Orihime.

—Hisagi-san es hombre muerto—terminó de decir Mashiro.

Ya que, Nanao Ise, de casi catorce años de edad, era idéntica a un pequeño demonio que castigaba a quienes osaban no acatar el reglamento escolar, ya que aquella chica, que estudiaba materias adelantadas gracias a su madre, estaba encargada del orden en la institución.

Y para nadie era desconocido, que desde hace tiempo, entre Nanao y Shuhei, las riñas y malos tratos siempre estaban de por medio.

Ambos se detestaban.

—Hisagi—lo llamó moviéndolo—Hisagi.

—Ahora no bruja—dijo entre sueños empujándola.

Todos se alejaron de ellos, incluidos, Toushiro y Gin que dieron el pésame al chico.

— ¡A quien llamas bruja estúpido pervertido! —gritó dándole un reglazo y despertándolo al instante.

Y los demás, no hicieron más que aparentar que no vieron nada y se sentaron en sus puestos, ignorando como Hisagi y Nanao se gritaban de majaderías en medio salón.

Pero bueno, esto era, la escuela secundaria.


Londres, Inglaterra. 17 de Septiembre, 2004.

Ulquiorra, junto a Grimmjow, caminaban hacia la academia donde estaba su amiga de cabellos verdes y la otra de cabellos rubios. Puesto a que ambos habían salido temprano de su instituto.

Ambos conversaban, observando las hojas de un próximo otoño caer, al igual que las campanas de la academia donde dos de sus amigas estaba estudiando.

—Que aburrido—se quejó el de ojos azules— ¿Por qué tenemos que ser nosotros los que tenemos que venir por ellas?

—Porque Izumi-san dijo que era peligroso que caminaran solas a estas horas, además, estoy seguro de que tú no querrías que fuese Syazel quien viniese por Nell.

Grimmjow iba a protestar, pero mejor calló. ¿Para qué intentar negar algo que estaba más que obvio?

Por varios años, Grimmjow había querido disimular aquellos sentimientos que Neliel logró despertar en él, desde hace mucho tiempo, él había hecho de cuenta que nada estaba sucediendo en su corazón. Y eso era bueno, nadie se había dado cuenta, aunque claro, él tenía la sospecha de que Stark lo sabía, y también aquella intuitiva Loly.

Oh y claro, Ulquiorra. Con quien había tenido un ataque de celos, y por ende, había descubierto su secreto.

—Es bueno que Syazel no sepa lo que sientes por Nell—habló el pelinegro.

—Lo es, pero… ¿Crees que sea bueno que crea, que eres tú quien posee sentimientos hacia ella?

El chico, de ya catorce años, suspiró mirando el suelo.

Ya que gracias a un pequeño malentendido tiempo atrás, el adolescente de cabellos rosados se había creado la idea, de que Ulquiorra Cifer, estaba perdidamente enamorado de la encantadora Neliel.

Un extraño, y nada exacto, triángulo amoroso se había formado en su cabeza..

—Es mejor. Al fin de cuentas, yo soy un intruso en sus vidas—suspiró—Ustedes tienen más años de amistad, yo en cambio no.

—No digas idioteces—le regañó dándole un golpe en la cabeza—Tu eres tan amigo nuestro como lo es Syazel—cruzó los brazos—Además… tú eres más amigo que lo que ha logrado ser Syazel conmigo.

—Dices eso porque yo no estoy enamorado de Nell.

—Aparte de eso—sonrió de lado—Pero Ulquiorra, tú eres de los pocos chicos que he conocido que no tiene miedo de decir lo que piensa, además, de que me has sido de mucho apoyo en este tiempo, por no decir…—lo miró de reojo—que si no hubiese sido por ti, Nell no sonreiría como lo hace ahora.

—Grimmjow…

— ¡Pero no le digas a nadie de esto, que tengo una imagen que mantener!

El chico negó con la cabeza, pero con una sonrisa en el rostro al darse cuenta, de que sin duda, esta familia que lo había acogido años atrás era lo más especial que le había sucedido en la vida.

— ¡Emo! —gritaron detrás de él, por lo cual se giró, dándose cuenta de que un chico con bicicleta venía hacia él.

Era Nnoitra, con su sonrisa de sádico. Era Nnoitra, con sus ojos puestos en él.

Era Nnoitra, dispuesto a pisotear con su vehículo al escuálido Ulquiorra.

— ¡Cuidado Ulquiorra! —y ahora, una chiquilla de no más de trece años, lo empujó al suelo, haciendo que Nnoitra se estrellara con un sorprendido Grimmjow.

Y en el suelo, los cuatro amigos reposaban, mientras miraban, como unos adolescentes se paraban para observarlos. No era un genio para adivinar que la carcajada que se escuchaba, era la de aquella morena de nombre Tia.

Grimmjow se levantó molesto y pateó con furia la bicicleta de su amigo, este, también se levantó y defendió lo que le había costado cuatro meses de propinas. Ulquiorra mientras tanto, se quedó en el suelo. Ya que aquella chiquilla, que no era otra que Loly Aporro, lo tenía abrazado por la cintura y sin dar pista alguna de querer dejarlo ir. Oh sí, ¿Ya habíamos comentado acaso, que la joven de coletas oscuras tenía cierto flechazo por el joven Cifer?, ¿No?, bueno, así estaba la situación del muchacho.

—Loly, levántate de ahí—dijo Stark mientras cruzaba los brazos—Si Syazel te ve así…

—No durará en pedirle a Izumi-san que te mande a un convento—terminó de decir el mencionado, ante la sorpresa de todos que no habían sentido su llegar.

— ¡Eso no es justo! —se quejó Loly, mientras estrujaba con más fuerza al recién levantado pelinegro— ¡Ulquiorra y yo estamos hechos el uno para el otro!

—No es cierto—murmuraron todos.

Y comenzaron, aquella extraña familia comenzó con otros de sus griteríos ya acostumbrados. Con sus voces agudas y graves. Con aquella emoción escondida. Con sus miradas brillantes y entusiastas, al igual, que aquella alegría albergada en sus corazones ante cualquier idiotez que decían.

Menoly, quien había salido de la academia, miró con ojos aburridos a sus hermanos y amigos. Y también, notó que Neliel estaba conversando con otra de sus compañeras, exactamente, con la silenciosa Cyan Sung-Sun.

—Menudos críos…—murmuró la rubia—Hey Nell.

La chica, de dieciséis años, se giró a verla: — ¿Menoly-chan?

—Los idiotas llegaron.

La peli verde sonrió, mientras, tomaba del brazo a una sorprendida Sung-Sun. Aunque esta, luego sonrió un poco. Ignorando como Apacchi y Mila Rose discutían como todos los días.

Menoly fue la primera en salir, para así, llamar la atención de los presentes. Ya que lo que menos quería, era quedar en vergüenza frente a sus compañeras de la academia femenina donde Kempachi las había obligado a entrar.

— ¡Chicos! —gritó Neliel con una enorme sonrisa, la cual, contagió a sus amigos.

Ya que su sol personal, había decidido salir de su escondite para iluminar a los desdichados.

—Sung Sun-chan vendrá a casa a comer—miró de mala gana a su primo Nnoitra—Espero que sepas compórtate.

— ¡¿Por qué la tienes siempre contra mí?!

Menoly suspiró y comenzó a jalonearlo de la camisa, mientras que Coyote y Harribel, caminaban al lado de la bicicleta.

—Déjame ayudarte con tu mochila Nell—dijo Syazel con una sonrisa. La chica aceptó gustosa.

Grimmjow mientras tanto, miró como Ulquiorra no quitaba los ojos de encima de la amiga de Neliel, y también, como Loly no desistía a quitársele de encima al notar aquellas miradas.

Suspiró. Su amigo necesitaba ayuda, y él, se la daría.

—Tu chiquilla—habló, mientras con un rápido movimiento, le quitaba el broche de su cabello con la cara de Bob Esponja.

— ¡Tu maldito desgraciado! —gritó corriendo detrás suyo.

Cyan parpadeó confundida, mientras que un nervioso Ulquiorra, se acercaba a ella. Agradeciéndole mentalmente a su buen amigo, y pensando, que en un futuro él le regresaría el favor.

— ¿Te ayudo con tu mochila Sung Sun?

La muchacha lo miró, luego sonrió un poco: —Te lo agradecería mucho Ulquiorra.

Y aquella chica de largos cabellos oscuros castaños, había sido la razón por la cual, el joven Cifer, se desistiría a decirle un te amo a la futura residente del quinto piso; Inoue Orihime.

Ya que gracias a una futura decepción amorosa causada por Sung Sun, el corazón de Ulquiorra quedaría con una profunda y alargada cicatriz.


Tokio, Japón. 28 de Octubre, 2004.

Las luces de la ciudad alumbraban en todo su esplendor. La noche había caído en aquella ciudad, los autos comenzaban a intensificar el tráfico en plena hora pico nocturno, al igual, que las personas que transitaban por las calles.

Y debajo de esas calles, exactamente en la estación del metro, un pelirrojo de mirada cansada compra su boleto y espera paciente su transporte.

Había terminado de trabajar, lo único que quería era llegar a su "hogar" y ver a su mamá, para sonreírle, decirle que no preocupara por él. Decirle que lo que hacía, era porque él quería hacerlo, que ella no tenía nada que ver en su decisión.

—Yo solo quiero ayudar en los gastos, además, ella trabaja muy duro también—dijo, al momento que se dejaba caer en una banqueta y mirando el reloj—Solo faltan veinte minutos para la salida del tren.

Y para acabarla, aún faltaban muchas cosas por terminar. Aún tenía tareas incompletas, su descanso en el puesto de ramen no le daba mucho tiempo para terminarlas todas. Pero valía la pena… para Renji, el saber que ayudaba a su mamá, aunque fuese un poco, lo ponía alegre.

—Vaya… a este paso seguramente pillaré un resfriado—dijo una vez que había estornudo.

—Ni que lo digas—dijeron sentándose a su lado—Y si eso pasa, no dudes en que Yuuna-san se preocupará por ti.

Renji parpadeó mirándola, pero luego sonrió.

—Siempre acertándole a todo, nee, Tatsuki.

La muchacha se encogió en hombros y se apoyó en el respaldo de la banqueta.

—Por cierto, ¿Qué haces aquí? —preguntó curioso.

—Eres tonto o te haces Renji—suspiró—Acabo de salir de mi práctica de karate—tomó su mochila y se la mostró—Ves, aquí está mi uniforme.

—No acabas de salir de la práctica—decía el chico mirándola, esta también lo miró—Tu práctica terminó hace dos horas.

La morena hizo un mohín y cruzó los brazos, pero luego, suspiró mientras apoyaba la cabeza en el hombro de su amigo, este se sorprendió, pero al ver la mirada que la chica traía no dijo nada.

Renji conocía demasiado bien a Tatsuki, y con solo verla ahora, sabía que algo la perturbaba, pero también, la entristecía hasta cierto punto para ponerse a llorar.

—Fui al hospital.

El cerebro de Renji reaccionó.

—Oh…

Tatsuki, había ido a ver a Kanae-san. Había ido, a ver a aquella mujer que era muy importante para ambos. Aquella mujer, que llevaba ya unos recién cumplidos cuatro años en aquel lamentable estado.

— ¿Aun nada Tatsuki? —preguntó pasando el brazo sobre sus hombros.

—Nada Renji—escondió el rostro en su pecho—Nada…—comenzó a temblar—Y luego Ishida… él aún sigue ahí. Sentado, esperando algo.

El pelirrojo acarició su cabeza y apretó los dientes, mientras, que con la otra mano, mandaba un mensaje al celular de su mamá.

Tatsuki sintió como su amigo se levantaba y cogía su maleta de práctica, al mismo tiempo, que la tomaba de la mano.

— ¿Ren-Renji? —preguntó con voz entrecortada. Se maldijo a sí misma, había comenzado a llorar.

El chico no contestó, y tampoco, hizo caso al llamado del transporte que recién había llegado a la estación. Solamente caminó, subiendo escalones y saliendo de aquel camino subterráneo.

¿Quién diría, que este chico tan observador, no notaría el amor que aquella chica sentiría hacia él años futuros?

—El idiota de Ishida está solo con Kanae-san—dijo apretando el agarre de las manos— ¿Qué clase de amigos seríamos si no estamos con él en estos momentos?

—Supongo que los peores del mundo…

Murmuró, mientras que también, apretaba la mano de su amigo, y con la otra, se limpiaba las lágrimas que estaban cayendo por su rostro. Para luego, mostrar una sonrisa.

— ¡Vamos a ver a Ishida! —gritó Tatsuki, y Renji, asintió con una sonrisa.

Mientras que del lado contrario por donde caminaban, Hideki Kamiya, desviaba su vista para ver a la morena. Y perdiéndose, en aquella radiante sonrisa combinada con lágrimas sinceras.

Porque hace ocho años, cuando Hideki miró por primera vez a Tatsuki, quedó fascinado con ella, a tal punto de que esa fascinación, al paso de los años se convertiría en un torpe enamoramiento.


04 de Noviembre, 2004.

En la casa de los Hitsugaya, el albino de nombre Toushiro había terminado de hacer el desayuno. Ese día no había clases, pero, su mamá trabajaba, y por nada del mundo dejaría que comiera algo en la calle, o en el peor de los casos, que saliera con el estómago vacío.

Le había hecho unos huevos estrellados y tocino, al igual que unas tostadas embarradas con mantequilla.

Esto le traía recuerdos, recuerdos de cuando hacía esto mismo para su papá, pero desde hace tiempo que este no se presentaba en casa. No desde que su mamá en pocas palabras lo había corrido a gritos, para luego, llorar por su ausencia.

—Pero bueno, al menos lo puedo ver de vez en cuando en el parque—dijo, mirando, como su mamá salía de la habitación estando ya arreglada.

— ¡Huele delicioso! —exclamó sonriente

Y esa sonrisa, vaya que a Toushiro le encantaba. Una sonrisa grande, deslumbrante, despreocupada y contagiosa.

Pero las circunstancias de la vida, se habían empeñado en que esta siempre se opacara por cualquier cosa. La vida, cada vez que le presentaba una buena noticia, le mostraba rápidamente la otra cara de la moneda impidiéndoles sonreír plenamente.

Era por eso, que estos pequeños momentos eran muy preciados para él.

— ¿Vas tarde? —preguntó, al ver el apuro con el que comía.

—Sí—dijo terminando su tocino y cogiendo con una mano la tostada—Voy muy tarde Toushiro-kun.

El albino suspiró, mientras le daba su bolso y abría la puerta. Mirando, como un auto rojo se estacionaba enfrente. Y si sus ojos no mentían, esa larga y recogida cabellera violeta con destellos morados, no era de nadie más que aquella mujer, de veintiocho años, hermana de Gin.

— ¡Toushi-kun! —Exclamó bajando del carro y abrazándolo— ¡Pero mira cuanto has crecido, eres toda una monada!

—No se burle de mi Haruna-san—se quejó sintiendo como era soltado.

La mujer le sonrió, mirando, como Naoko salía de la casa.

— ¡Naoko-chan! —corrío ella hacia la mujer de ya cumplidos los treinta y tres años de edad.

—Haruna-chan, no te esperaba por aquí—dijo confundida, mientras miraba al hermano menor de su amiga—Hola Gin-kun.

—Buenos días Naoko-san.

Y otras cosas que habían sucedido, en estos años transcurridos, había sido la amistad entre los Hitsugaya e Ichimaru. Ya que gracias, a la amistad de Gin con la chica Matsumoto, los vínculos entre estas familias fueron entrelazados.

Los inquilinos del quinto piso, habían creado en su pasado familias muy queridas sin ningún parentesco sanguíneo, pero esas familias, en el futuro, serían desintegradas gracias a las viejas heridas.

—Al parecer ibas a la editorial, ¿no? —la albina asintió—Bueno yo te llevo. Al fin de cuentas tengo que entregar esto—dijo mostrándole un sobre.

— ¿El adelanto de tu nuevo libro?

—Digamos que sí Naoko-chan.

Gin se limitó a sonreír cuando las vio partir, al igual que Toushiro.

Aunque claro, una vez que los dejaron solos (ya que sabían que juntos estarían bien), el par de chicos sintieron la incomodidad andante. Y no porque se llevaran mal. Gin y Toushiro se habían vuelto buenos amigos, era solo que…

— ¡Chicos! —Gritó la chica de cabellos rubios naranjo saliendo de su casa en pijama— ¡Hola!

Ambos, querían tener la absoluta atención de la chica Matsumoto a pesar de no querer admitirlo.

— ¿Pero que hacen aquí afuera? —Preguntó confundida—Vengan entren, la abuela fue al super a comprar.

—Sí sí lo que digas—dijo el albino caminando hacia donde su amiga—Si yo fuera tu mejor entro Matsumoto, puedo ver como tu sostén traspasa tu pijama.

— ¿Eh? —Parpadeó, pero luego, se puso a posar— ¿Y me veo guay?

— ¡Entra a la maldita casa!

— ¡No me grites! —Decía ella mientras miraba al de mirada zorruna— ¡Gin defiéndeme!

—Tienes un lindo sostén—y ante este comentario, la chica se sonrojó y entró a su hogar, seguida de sus amigos.

Quizás, para muchos esta relación puede ser confusa. Quizás, muchos creerían que aquí dentro, hay un triángulo amoroso.

Pero las apariencias engañan. Realmente lo hacen.

Ya que para Matsumoto, Hitsugaya era como un pequeño hermano, y para Hitsugaya, Matsumoto era lo mismo, para él, esa chica era como la hermana que nunca tuvo y también, su mejor amiga. Y para Rangiku, Gin era un manjar que estaba con ella siempre, y que además, la hacía sentir bien en más de un sentido, ni que decir del chico.

Para Gin, Rangiku era lo más parecido a un radiante y precioso sol.

Además, de que estaba el extra de que Gin, era un muy buen amigo de ambos, un amigo, que había aprendido a convivir y estar, en medio de aquella extraña relación que el albino y la chica sostenían.

¿Quién diría que ocho años más adelante, esta amistad se viera estropeada y ya, ni como hermanos podrían verse?, ¿Quién diría, que Ichimaru, sería una de las personas menos favoritas para Hitsugaya en un pronto futuro?

—Ah, qué bonito está el día—dijo la única mujer en la sala mientras encendía la televisión— ¡Sí, Pokémon!

—Tengo hambre…—murmuró Gin cuando su estómago comenzó a gruñir.

—Matsumoto, ¿Qué tienes en tu despensa?

—No mucho—respondió mirándolo—Por eso la abuela fue a comprar.

—Entonces iré a mi casa por unos ingredientes.

— ¡Buena idea! —Exclamó Rangiku—De esa manera podré cocinarles algo delicioso.

Hitsugaya y Gin se miraron, mientras, se imaginaban a sí mismos con una indigestión estomacal y dictando sus últimas palabras.

— ¿Quieres que te ayude en algo enano-kun?

—Como quieras, ¡Y es Hitsugaya!

Rangiku parpadeó varias veces cuando los vio salir por la puerta, pero luego, sonrió cálidamente mientras sus mejillas se sonrojaban.

Y deseando, que de esta manera, se quedaran siempre.

Sin imaginar, que ese deseo, se iría opacando con el paso de los años.


19 de Noviembre, 2004.

En el hogar de la familia Kurosaki, una chica de cabellos oscuros, que contaba con una edad de recién cumplidos trece años, terminaba de preparar la comida para su hermano, y también, los amigos que vendrían a casa, según lo dicho por Ichigo.

No era muy buena cocinando, pero al menos, los espaguetis le salían de manera decente.

—Creo que iré con Sora-san, seguramente ha de tener hambre—dijo mientras dejaba hervir los fideos y tomaba el bentou que, había olvidado darle a su hermano.

Karin Kurosaki, hace ocho años, era como una madre en aquella casa. Karin, hace ocho años, cuidaba de su padre y hermano como si de sus hijos se tratasen, pero también… trataba de no mostrar las suficientes emociones como para preocuparlos a ambos.

El cabello, que mantenía largo y suelto, decidió recogerlo debido al calor.

—Son ochocientos yenes.

Dijo Sora Inoue mientras cobraba unas pastillas a una anciana, esta sonriente le agradeció y se fue de aquella farmacia familiar.

El castaño suspiró, mientras miraba, como una conocida pelinegra entraba al establecimiento. Sonrió un poco, Karin siempre le daba una grata y linda compañía, por no decir, de que era la única que se preocupaba por su alimentación y bienestar. Ya que Isshin se la pasaba en quién sabe dónde, y su pequeña hermana había terminado sonsacada por Ichigo.

El hombre de ya, veinticinco años, sonrió mirando a aquella niña.

—Buenas Karin-chan.

—Hola Sora-san—saludó con un pequeño coloramiento en sus mejillas—Te traje algo de comer, has de tener hambre, ¿No?

— ¡Demasiada! —Exclamó agradeciendo la atención de la menor—Gracias Karin-chan.

—De nada—dijo mientras sonreía—Es lo menos que puedo hacer, te matas todo el día trabajando, ¡Si no comes bien puedes enfermarte!

Le regañó con el ceño fruncido. Aunque Sora era un hombre mayor, atractivo, simpático, y con muchas otras características positivas, algunas veces era como un niño pequeño del cual tenías que estar alerta.

—Y bien Karin-chan, ¿Qué harás hoy?

— ¿Por qué preguntas? —Se apoyó en el mostrador— ¿Me quieres invitar a salir o algo Sora-san?

—Eres una chica muy bonita Karin-chan, pero… quiero ahorrarme los comentarios acerca de la pedofilia de la gente de la calle.

—Oh vamos, solo son—contó con los dedos—Doce años…—susurró mirándolo—Vaya, sí que estás viejo.

El castaño se sonrojó apenado y la corrió del lugar, la chica sonrió y salió.

Pero luego esa sonrisa se desvaneció al ver, como su hermano, estaba afuera de la casa buscando las lleves para entrar. Pero no solo eso, con él, estaba otros chicos a los cuales, no había visto jamás.

A Inoue la conocía de pies a cabeza, era obvio que ella era la chica que estaba al lado de Ichigo, pero, los dos de atrás, se les era totalmente desconocido.

— ¡Vamos Ichigo, encuentra la maldita llave!

— ¡En eso estoy enana del demonio! —se quejó este—Por Kami… ¿Porqué de todos, tú fuiste mi compañera del proyecto?

—Kurosaki-kun tranquilo.

Karin parpadeó confundida, mientras, miraba como su hermano no paraba de discutir con aquella chica de cabellos oscuros, y también, como Inoue trataba de tranquilizarlos. Debía de actuar rápido, su hermano era un idiota y en estos momentos, necesitaba de su ayuda.

— ¡Ichi-nii! —corrió hasta donde su hermano—Idiota, la calle no es un lugar para pelear—le regañó sacando sus propias llaves—Ahora por tu culpa seguramente los fideos se han quemado.

Entonces, cuando menos lo imaginó Karin, sus hilos del destino en ese momento, quiso hacer de las suyas.

—Lo ves Kurosaki, hasta en tu casa eres un inútil.

Y aquella voz, captó la absoluta atención de la chica, por lo cual, se giró para mirar a aquel albino de piel morena clara, que la miraba sin alguna emoción descriptible en el rostro.

Hubo un latido.

—Dame las llaves—dijo el peli naranja a la chica—Sí que fastidias.

—Al menos ella traía sus llaves Kurosaki—la defendió el albino.

Entonces, hubo otro latido.

Karin, observó cómo ambas chicas ingresaban a la casa, al igual que su hermano. Solo aquel chico de cabellos blancos, se había quedado afuera, a solo un metro de distancia de ella.

Toushiro suspiró, mirando, a aquella chica de mirada oscura que, no era tonto, no había dejado de mirarlo.

— ¿No tenías prisa de entrar? —preguntó.

— ¿Eh?

—Dijiste que tus fideos se quemarían. Así que supongo que debiste de haber sido la primera en entrar.

Karin asintió, mientras pasaba enfrente de aquel chico que la había inquietado. Caminó deprisa hacia la cocina, ignorando como Inoue la saludaba y también, en presentarse debidamente con los nuevos invitados.

Nerviosa llegó a la cocina y se apoyó en la pared. Mientras, que con la mano izquierda, se tapaba la boca sintiendo el rostro arder.

Ya que su hijo rojo, aunque era muy delgado, se unió a un extremo del de Toushiro Hitsugaya.

— ¡Karin-chan ven! —Gritó Orihime— ¡Déjame presentarte a nuestros amigos!

— ¡Ellos no son mis amigos!

—Claro que lo son Kurosaki-kun.

Suspiró, mientras apagaba el fuego una vez que se había dado cuenta, de que su comida no se había quemado por completo.

—Respira Karin…—se decía a sí misma saliendo de la cocina y caminando hacia la sala—Respira…

Inoue miró a la hermana de Ichigo salir de la cocina y sonrió agitando su brazo, como diciéndole que fuera hacia donde ella, ignorando claro, que la joven Kurosaki lo que menos quería era presentarse frente a ese albino.

Ya que aquel rostro indescriptible, la daba un poco de miedo.

— ¡Karin-chan! —Saludó la peli naranja alegremente—Siéntate con nosotros y cuéntame, ¿Cómo te fue en la escuela?

—Bien, no me quejo—respondió suspirando—Eso sí, tuve que darle nuevamente a Sora-san algo de comida, el pobre no había probado bocado alguno.

—Mu-Muchas gracias por cuidar de él Karin-chan—dijo apenada la mayor—Se nota que serás una magnífica esposa.

— ¡Eso jamás Inoue! —Saltó como lobo el Kurosaki— ¡Karin se quedará cuidando de esta casa toda su vida!

Karin suspiró, algunas veces su hermano se comportaba como un completo idiota, pero bueno, así lo quería.

—Como veo que el bakka de Ichi-nii no me presentará como es debido, lo haré por mi misma—dijo mirando a los extraños según ella—Soy Karin Kurosaki, la hermana menor de Ichigo y la mujer de esta casa.

Rukia y Toushiro se sorprendiendo un poco de la presentación, y más, ante lo último dicho por la chica. Ya que bien, ellos no eran muy cercanos a Ichigo, no hablaban mucho en clases, y si lo hacían, siempre salía una pelea entre ellos.

Era por eso, que aquellas palabras dichas por Karin los habían tomado desprevenidos.

—Yo soy Rukia Kuchiki—dijo la chica una vez que había reaccionado—Y este es Toushiro Hitsugaya-san.

Pero en ese momento, ni las mariposas ni fuegos artificiales surcaron efecto entre Karin y Toushiro.

Ni parecía, que entre estos ambos personajes, se podría llegar a crear un lazo de cariño y hasta incluso amor.

—Un placer—agregó dando media vuelta—Ahora si me disculpan, iré a servir la pasta.

— ¿¡Pasta!? —exclamaron emocionados ambos peli naranjas.

— ¿Por qué esas expresiones? —preguntó el albino a Orihime, esta lo miró con una enorme sonrisa. El chico tragó saliva.

—Karin-chan hace la mejor pasta de todas, ¡Ella cocina delicioso! —corrió hacia la menor y la tomó de sus manos—Karin-chan, ¿Quieres que te ayude en algo?

—N-No Orihime-san, solo ve y siéntate en la mesa—y para alivio de todos, la peli naranja aceptó de buena manera lo que había dicho—No eres tonto onii-chan, tienes una novia muy obediente pero también bonita.

Ichigo se sonrojó, mientras, veía como Rukia y Toushiro abrían sus ojos sorprendidos.

— ¿¡Es tu novia!? —Exclamó la Kuchiki— ¿¡Cómo rayos una chica como ella puede estar con un adefesio como tú!?

—Ku-Kuchiki-san tranquila—se metió Inoue nerviosa—Ku-Kurosaki-kun no es tan mala persona…

Y antes de que el pobre desdichado pudiera defenderse, o buscar algo que contestarle a la chica, la puerta de entrada se abrió, dejando al descubierto a una morena de cabellos castaños casi pasados al negro.

— ¿Qué son esos gritos? —Preguntó entrando como si de su casa se tratase—Se escuchan sus voces hasta la calle.

—Hola Tatsuki—saludó Karin con una sonrisa mientras servía la comida—Llegaste a tiempo para comer de mi pasta.

— ¿¡En verdad!? —Exclamó la chica, mientras, se asomaba a la calle— ¡Renji, Ishida, Karin ha preparado pasta!

— ¡Hey Tatsuki, no invites a gente como si esta fuera tu casa! —le gritó enojado el peli naranja.

Mientras tanto, Toushiro solo observaba en silencio como el pelirrojo y el de lentes, entraban a la casa del Kurosaki, y como este, comenzaba a correrlos.

Observa como todos se gritan, pero también, como se sonríen como si no hubiera un mañana. Era una bonita y divertida imagen. Tanto que hasta a él, le estaba sacando una pequeña sonrisa. Ver las discusiones de Ichigo y Rukia, y ahora también Tatsuki Renji. La amena plática entre Inoue, Uryuu y la pequeña Kurosaki.

—Hey Toushiro—lo llamó Ichigo—Ven a sentarte, vamos a comer.

—Si enano-kun, vamos—dijo un chico de mirada zorruna mirándolo, el albino se sorprendió.

—Cómo rayos…

—Pasábamos por aquí cuando Rukia-chan me mandó un mensaje—respondió su amiga de cabellos rubios—Es de mala educación rechazar una invitación para asistir a una comida.

—Si serás Matsumoto…

Y entonces, todos se dirigieron a la mesa donde Karin ya les había servido sus platos. Sin imaginar, que este sería el principio de muchas otras comidas en reunión.


Mientras tanto, en el hogar de la familia Asai. Kioto, Japón.

Un chico de cabellos rubios, de recién cumplidos los catorce años de edad, estaba sentado en el sofá, jugando videojuegos, para ser más exactos, era Final Fantasy. El muchacho estaba concentrado, ignorando la pila de cuadernos que estaba a su lado, quienes estaban esperando, para ser abiertos y terminados.

Pero mientras esto sucede, mientras que aquel chico que pertenece al nombre de Yukio ignora nuestra fantasmal presencia, nos vemos obligados a dirigir nuestra atención a un par de cuadros que adornan un mueble de madera, perfectamente simétrico, que se encuentra a unos metros de distancia del televisor.

En aquellos rectángulos, se pueden observar perfectamente las imágenes de aquella familia. Se puede ver, a un par de niños rubios con amplias sonrisas en sus rostros, también, otra fotografía de estos con aquella mujer de nombre Nanami.

Por supuesto, Takato también estaba presente, aunque también, Aizen lo estaba. Era amigo de la familia, estaba claro que él se encontraría en una que otra imagen.

Pero si había una que resaltaba entre las demás, era la de una pequeña de antes diez años, que vestía un kimono rosa pastel. Con una gran sonrisa, mejillas rojas, y un pez dorado en una bolsa llena de agua colgando de su mano. Su cabello estaba recogido en dos pequeñas colitas bajas, mientras que de fondo, se podía observar distintos puestos con luces. Era la noche de otro festival de verano en la ciudad de Kioto.

En pocas palabras, la persona de aquella cálida foto, era Momo.

— ¡Yukio-kun! —gritó una voz femenina. Suave, y tranquila— ¡Deja esa cosa y ponme atención!

El rubio parpadeó confundido y dio por pausado el juego, mientras miraba, a la ahora chiquilla de doce años de edad con enormes ojos castaños.

— ¿Qué quieres ahora Momo?, estoy en medio de algo importante.

—Es-Es que acabo de hornear algo—dijo tímida, mientras, el Asai miraba los brownie que estaban en las piernas de ella—Y quería saber si habían salido buenos…

— ¿Quieres que pruebe uno? —preguntó alzando la ceja.

— ¡Por favor Yukio-kun!

El chico parpadeó con sorpresa, mientras, que con duda, cogía aquel rectángulo de chocolate, y lentamente, comenzaba a introducirlo a su boca.

Deleitando su paladar, con un sabor único y exquisito.

—Esto está…

— ¡Momo-chaaaan! —canturreó un adolescente de dieciocho años que recién, había llegado a la casa, y por ende, había corrido hacia donde la castaña para atraparla en un fuerte abrazo.

—H-Hola Ta-Tadashi-kun—saludó sorprendida, mientras que el mayor la soltaba—Llegaste temprano hoy.

—Digamos que el profesor me dejó salir temprano.

—Te escapaste—dijo sin una pizca de tacto Yukio.

Tadashi agachó la cabeza derrotado, murmurando algo de que su hermano menor no lo respetaba, mientras que Momo le palmeaba la cabeza en forma de consuelo.

—Tranquilo Tadashi-kun, tranquilo—cogió su bandeja—Ten, come uno.

— ¿Los has horneado tú? —Preguntó, a lo que ella asintió— ¿Son comestibles?

— ¡Eso fue cruel!

El rubio sonrió e introdujo el pequeño postrecillo a su boca. Maravillándose del sabor que este tenía, ¿Cómo era posible que una niña de doce años pudiese cocinar de esa manera?

—Está delicioso Momo-chan.

— ¿En verdad? —preguntó con timidez—C-Como es mi primera vez haciéndolos no pensé que…

— ¿¡Primera vez!? —Exclamó el mayor— ¡Eres una maldita prodigio!

La chica se sonrojó, tratando de mirar todo menos al chico que la veía sonriente. Ese chico que sin importar cuanto conocía, nunca dejaba de ponerla nerviosa.

Era algo normal al fin de cuentas. Por todo mundo era bien sabido, que las niñas de corta edad como Momo, tienden a tener sentimientos por figuras mayores a ellas, en este caso, Tadashi Asai. Mas estos sentimientos, todos saben no son más que cariño y admiración.

—Por cierto—habló Yukio mirando a Hinamori— ¿Por qué?

— ¿Porque qué?

— ¿Por qué aprendiste a hornear brownie? —Preguntó—Es raro que tomes la iniciativa sobre algo.

La castaña se sorprendió ante lo bien que la conocían, pero luego sonrió mientras miraba la imagen congelada del videojuego en la televisión.

—Eso es porque Yukio-kun, mañana será un día especial.

Ambos hermanos se miraron.

—Mañana Aizen-san vendrá a verme.

Tadashi abrió los ojos sorprendido, mientras le lanzaba una mirada fugaz a su hermano menor, quien había apretado de más el mando de juego, incluso, se puede ver como este ha comenzado a temblar.

No era para menos. Tadashi mejor que nadie, sabía cuánto detestaba Yukino a ese hombre. Quien si bien, cuando eran niños era una persona muy especial para ellos, ahora, para Yukino era un hombre desagradable. No lo quería ver ni en pintura.

Ni mucho menos…

—Solo espero que ahora no tenga ningún contratiempo para venir a verme,

Cuando este mismo, prometía siempre venir a visitar a su amiga, y la dejaba en espera.

—Nee Momo-chan—dijo Tadashi a la menor— ¿Por qué no vas a traerme los juegos de Mario Kart? hace mucho que no jugamos.

— ¡Sí!

Exclamó sonriente, mientras se iba corriendo de la sala.

El hermano mayor volvió a mirar al otro Asai. Lo miró, dándole a entender que ellos no podían hacer nada. Que si Aizen no se presentaba, no era culpa de ellos.

—Pero él… él solo le causa dolor a Momo—susurró lanzando el control de juego— ¡Es un maldito idiota!, ¿¡Por qué le promete venir a verla y a la mera hora, llama para avisar que vendrá al siguiente mes!? —miró a su hermano— ¡Y lo peor es que ni ese mes lo hace!

—Yukio…

— ¡A pasado un año y medio, y no ha venido a verla ni un solo día!

Tadashi apretó los labios, mirando, el rostro sonriente de la foto de Momo en aquel festival de verano.

—No lo entiendes Tadashi… ella está sufriendo, él es lo único que le queda luego de…

—Lo sé—lo interrumpió—No tienes que decirlo.

Decidieron ya no hablar de ello, mientras, que en el pasillo de la sala hacia la cocina, Momo se encontraba escuchando todo en silencio. Sabiendo bien, que lo que decían ellos era verdad. Que Aizen, siempre decía iba a visitarla, pero esto nunca ocurría, claro que no.

—Pero no puedes odiarlo por eso, no somos quienes para entender sus situaciones.

—Pero Momo…

—Y es por ella, que no debes ni pensar en odiarlo.

Hinamori se tragó las lágrimas que querían salir. Nuevamente, estaba siendo una carga para ellos. Para esos valiosos amigos que se había hecho. Pero no, debía ser fuerte, no debía llorar, no debía, hacerles ver que en efecto, estaba sufriendo ante las esperanzas que Aizen siempre metía en ella.

Por eso, con una sonrisa, Momo llegó de nueva cuenta a la sala.

—¡Aquí está Tadashi-kun!

Y los hermanos, también sonrieron para ella, mientras que Nanami, se acercaba a ellos con el teléfono en la mano.

—Tadashi, te buscan por teléfono.

— ¿Quién Nanami-san?

La mujer sonrió: —El terco de mi hijo.

Tadashi sonrió, mientras que con alegría cogía la llamada.

— ¡Hideki!, hasta que recuerdas a tu viejo amigo, ¿Cómo va la vida en Tokio?

Y el mundo, si uno lo piensa mejor, es demasiado pequeño para todas las personas que vivían en él.


01° de Diciembre, 2014. Londres, Inglaterra.

— ¡Ya mero es Navidad! —gritó emocionada Neliel.

En Londres, ya hacía fríos torrenciales, por lo cual en aquella casa de huéspedes, todos aquellos que vivían ahí, se encontraban bien abrigados y también, calentándose gracias a la fogata que ahora estaba al fuego vivo.

—Tenemos que comprar muchas cosas. Adornos, el pino, masa para hornear galletas… ¡Ni se te ocurra acercarte a la masa Nnoitra idiota! —gritó hacia su primo, recordando la navidad pasada.

—Tsk. Solo comí un poco.

—Por tu culpa no hubieron galletas—dijo Harribel con los brazos cruzados. Mientras miraba, como Stark se levantaba— ¿A dónde vas?

El castaño la miró: —Hoy me toca a mí.

La rubia se confundió, mas luego solo suspiró comprendiendo a lo que se refería. Hoy era el turno de Stark, en investigar más acerca de ese hombre, Sousuke Aizen. Del cual ya se habían enterado, trabajaba en la prestigiosa empresa de modas El Imperio Asai, estaba soltero, y contaba con una generosa cantidad de dinero. Solo eso, nada más.

—Claro…—susurró.

Loly los miró, desde hacía un tiempo ellos, junto a su hermano se comportaban de una manera muy extraña, sospechosa. Pero bueno, si no querían decir nada, sus buenas razones habrían de tener.

—Por cierto—habló Grimmjow— ¿En dónde está Ulquiorra?

Neliel al escuchar la pregunta sonrió, ante el desconcierto de todos.

—No me digas… ¿¡Lo mataste!? —gritó histérico Nnoitra, a lo que Menoly le dio un zape en la cabeza por las sandeces que decía.

—Claro que no idiota—dijo la adolescente—El ahora…

— ¡Ulquiorra! —gritó Loly corriendo hacia el chico y abrazándolo, bajo la mirada asesina de Syazel.

— ¡Suéltalo Loly! —gritó ahora Menoly tratando de alejar a su hermana, quien estaba necia a soltarlo.

Grimmjow solo reía divertido, aunque luego, notó que su amigo se encontraba arreglado. Como si se hubiese esmerado en vestirse por algo, como si él, fuese a verse con alguien.

Acaso…

— ¿Vas a algún lado Ulquiorra? —preguntó la tía de Neliel mirándolo. Este se sonrojó.

—Tía Izumi…—susurró, mientras que la chica de coletas lo soltaba—B-Bueno yo… tengo una cita.

— ¡Qué! —Gritó Loly tomándolo del cuello—¿¡Con quién!?, ¿¡Por qué me engañas de esta manera Ulquiorra!?

— ¡Suéltame Loly!

— ¡No!, ¡Eres un infiel!

Sus amigos suspiraron. Más solo Neliel, fue quien alejó a su amiga de donde un ya azul Ulquiorra estaba.

—Ve ya—le dijo a su amigo—Sung Sun te ha de estar esperando.

El joven Cifer asintió con una sonrisa. Mientras se despedía de Izumi y los varones de la habitación, le daban la mirada aprobatoria.

Esa noche, Ulquiorra no sabía, había dado la entrada a las cicatrices en su corazón.

Mientras que en otro lado, en una de las habitaciones de la casa de huéspedes, el joven Coyote navegaba en diversas páginas de internet. Encontrando, en la página de la preparatoria Fujisawa, una vieja generación de un grupo de periódico escolar, donde fotografías con los nombres de Byakuya Kuchiki, Isshin Kurosaki, Kanae Katagiri, Takato Asai, Megumi Yoshida, Yuuna Abarai, Ryuu Hinamori, Sheila Cifer y Sousuke Aizen, eran lo que más resaltaba.

Más lo que había sorprendido a Coyote, no habría sido el rostro jovial de Aizen, ni tampoco, aquella mujer que era una réplica exacta de Ulquiorra.

Lo que lo había sorprendido, era el ver al fallecido Ryuu Hinamori, hombre de negocios altamente reconocido y muy bien escuchado en Londres, sonriendo alegremente al lado del castaño que ellos creen, es padre de su amigo, ese tal Aizen.

Haciendo que esa imagen, atara cabos que Stark, había tratado de unir desde la muerte del esposo de Megumi.

—Es muy sospechoso…—susurró, al mismo tiempo, que saboreaba de su taza de café.

Ya que tampoco era ignorante, que tras aquel suceso como fue la muerte del señor Hinamori, aquel sujeto de gafas según sus datos obtenidos, era más conocido en sus tierras tanto por negocios, al igual que dinero y bienes.

—Realmente sospechoso.

Y él, se encargaría de encontrar las respuestas necesarias.

Lo haría por Ulquiorra, por la fallecida madre de este, pero también, por Ryuu Hinamori, a quien Stark, había tenido el lujo de conocer siendo apenas un niño.


10 de Diciembre, 2004. Japón.

Toushiro cerró su libro mientras miraba, como todos ya se habían retirado del aula. Seguramente debió de haberse entretenido de más en los ejercicios de inglés como para ignorar que todos se habían ido. Incluso, había ignorado al parecer, a Matsumoto y a Ichimaru, y a ellos, era imposible de ignorar.

—Supongo que no hay de otra que caminar solo el día de hoy.

Dijo mientras cerraba su maletín y se disponía a retirarle del aula. Caminando por los pasillos de una ya, escuela deshabitada.

Oh al menos, eso creía él.

— ¡Toushiro-san! —gritó Inoue Orihime saliendo de un salón.

El albino se giró mirando a la chica acercarse. Luego la bombilla en su cerebro se prendió. No era, como si todos se hubiesen ido, era solo, que cada club recreativo tenía que reunirse para el festival de invierno.

— ¿Qué ocurre Inoue?

La chica se sonrojó un poco, mientras comenzaba a jugar con sus dedos. Y cuando ocurría algo así, Toushiro sabía que era porque la chica quería un favor, y la muy tonta, no sabía cómo pedirlo.

Pero vamos, por más que él fuera Toushiro Hitsugaya, no podía negarle un favor a una de los miembros del consejo estudiantil. Al fin de cuentas, ella era su amiga.

—E-Etto, pues verás Toushiro-san—dijo acercándose y poniendo las manos sobre los hombros del chico—N-Necesitamos de tu ayuda.

— ¿Necesitan?

Entonces, un Ichigo Kurosaki salió corriendo, siendo seguido del profesor Kurotsuchi. Al lado de Ichigo, estaban también, Rukia, Renji, y Tatsuki.

—Kurotsuchi-sensei pilló a Kurosaki-kun y a los otros en el laboratorio y pues…

— ¿¡Cómo es posible que explotaran la mitad del maldito salón!? —bramó molesto el profesor lanzando gises y borradores.

— ¡Todo es culpa de Ichigo! —gritó Rukia esquivando aquellos misiles al igual que Tatsuki.

— ¡Pero si fue Renji quien dijo que fuéramos!

— ¡Yo les dije que hasta mañana lo intentáramos, idiotas!

— ¡Ya cállense los tres! —regañó la morena mientras empujaba al pelirrojo y lo tiraba al suelo.

Toushiro solo los vio como los más grandes idiotas sobre la tierra.

—Y bueno Toushiro-san…

Oh sí, Inoue.

— ¿Nos harías este pequeño favor? —preguntó.

A lo que el chico la miró extrañado, ¿Acaso había dicho algo cuando él, se había distraído escuchando a aquellos idiotas?

—Inoue-san, la junta va a comenzar—dijo Mashiro, quien estaba al lado de Uryuu, ambos, afuera del salón de juntas.

— ¡Y-Ya voy Mashiro-chan! —Miró al albino— ¿entonces…?

Se resignó: —Sí

— ¡Qué bien! —Gritó dándole un papel—Este es el club donde está Karin-chan, ve por ella y llévala a casa de Kurosaki-kun.

Espera… ¿Qué?

¡Qué!


Momo se encontraba en el parque, con las palmas de sus manos volteadas dirección hacia el cielo, sintiendo como la nieve estaba cayendo sobre ellas. Y sonriendo, ante aquel tacto frío que tanto le gustaba desde siendo solo, una pequeña niña.

Se sentía tan bien, tan relajante… el frío, era de las mejores sensaciones que ella podía presenciar.

Por más que el frío doliera, por más que el frío le recordaba cosas crueles, ella no podía dejar de gustarse de él.

Era como si estuviese atraída a ese clima pese, a todo lo contradictorio de ello.

— ¡Momo! —gritó un hombre a la niña, esta, lo miró.

Y sus ojos, se iluminaron al verlo.

Tras tanto tiempo, lo había vuelto a ver.

— ¡Aizen-san!

Gritó corriendo a su encuentro, con los brazos abiertos, listos a lanzarse por un abrazo, abrazo, que aquel hombre le dio sin rechistar.

Mientras que un poco lejos, la familia Asai observaba la escena, la observaba, con un poco de pena ajena. Ya que este, no era un rencuentro de la niña con esa persona que ella tanto había extrañado. No, esta era una despedida.

—¡Aizen-san! —volvió a gritar la pequeña abrazando con fuerza a aquel hombre—Aizen-san…

Y Sousuke, no hizo más que también abrazarla, con fuerza, mucha fuerza.

Era lo que menos podía hacer por esa niña, que era el mismo retrato de aquella mujer que una vez amó y supo, nunca le iba a corresponder.

—Pequeña Momo… cuanto has crecido.

Lamentablemente, los malos sentimientos y malas decisiones, encaminaban a las buenas personas al lado oscuro. Las encaminaban a seguir sus más bajos deseos. Pero él quería a la niña, claro que lo hacía. Incluso, recuerda que cuando sus amigos vivían, cuando Ryuu tenía que salir de viaje, él viajaba para ir a cuidar de Megumi y también, una apenas niña de un año de cabellos castaños.

Él las amaba, a ambas, y no podía evitar verse como si fueran una familia.

Más siempre, cuando Hinamori aparecía, con una sonrisa, iluminando la mirada de Megumi, todo eso se acababa. Se iba por el aire. Se desvanecía la ilusión.

Por más que Sousuke Aizen, había visto como un gran amigo a Ryuu, una parte de él había terminado por odiarlo.

Por haberle quitado todo aquello, que bien, pudo haber sido suyo.

— ¿Por qué no había venido a verme? —preguntó ella.

—Yo… estaba ocupado, he estado muy ocupado en el trabajo—le sonrió un poco— ¡Hey!, pero bien que estás usando la ropa que te he estado mandando, ¿No?

—La ropa que Aizen-san manda es muy bonita, ¡Claro que la iba a usar! —gritó sonriente.

Y esa sonrisa, era algo que molestaba a Sousuke en el alma.

Ya que era la misma sonrisa, del difunto padre de Momo. Era aquella sonrisa que lo caracterizaba e hizo, que se convirtiera en el amigo de todos sus conocidos. Tal fue el caso de Byakuya, Hisana, Isshin, Kanae, Masaki, Ryuuken, Yuuna, incluida Sheila, la chica a la cual él una vez, le había hecho un sinfín de promesas.

A lo que él, solo le había respondido con millones de dagas al corazón.

—Momo, hay algo que… debo decirte.

— ¿Sí?

El hizo de todo, para no flaquear, ya que pese a todo, él, quería a la niña que estaba ahora enfrente suyo.

—Vine a despedirme.

Momo no dijo nada, pero pese a tener tan poca edad, pese a no haber vivido lo suficiente, ella sabía que algo así iba a suceder.

Ella, se había asegurado de poner una coraza en su corazón para no ponerse a llorar.

— ¿Aizen-san se va a ir? —preguntó, él asintió— ¿Cuándo?

—Hoy mismo—respondió—Tengo que hacer unos viajes, más complicados de los anteriores—dijo, esperando una lágrima de ella—No quería irme sin que lo supieras. Quería decírtelo de frente, ya que no sé cuándo regresaré.

Yukio, al ver como su amiga miraba el suelo, quiso ir a gritarle a Aizen, pero la mano de su papá en su hombro, lo detuvo.

—P-Pero… Aizen-san me seguirá mandando cartas, ¿Verdad?, se-seguirá llamando, ¿No es así?

El castaño sonrió.

—Sí, lo haré. Pero mientras yo regrese, mandaré dinero para tus estudios y todo lo que necesites, no te hará falta nada Momo.

Hinamori asintió, pero también, se permitió llorar mientras que él, la abrazaba.

Mientras que dentro de un automóvil negro, Haruna Ichimaru, miraba con ojos tristes la escena protagonizada por su novio y aquella niña que él, le había contado era la hija de su primer gran amor.

Sí… la vida, era muy cruel y engañosa.

Ya que nunca, sabías realmente, quien era la víctima y el depredador de esta.


En Tokio, Toushiro había llegado a al lugar donde Inoue, le había indicado estaba la hermana del idiota de Kurosaki. Ya que ahora que recordaba bien, la chica le había dicho que ella no podía pasar por ella puesto, a que estaría ocupada con el consejo, mientras que Ichigo… al parecer, él iría a detención, o algo peor.

—Qué fastidio…

Y para acabarla, estaba nevando. No era como si le molestase, es más, a él le encantaba la nieve, pero no más que el luminoso sol que aparecía cada mañana. No había nada mejor que eso, según él.

El chico, de catorce años de edad, vio como un par de pre adolescentes, de no más de trece años, salían de aquel parte después de nada más, ni nada menos, que una práctica de futbol.

¿Así que la hermana del Kurosaki practicaba ese deporte?, ni él, lo había imaginado. Incluso se le hacía admirable que con este clima, se hubiesen puesto a trabajar.

—Supongo que es su pasión.

Dijo, mientras miraba, como la hermana de su compañero venía saliendo, despidiéndose de una niña de coletas oscuras y uno de cabellos rojos. Miró, como ella buscaba con la mirada a su hermano, hasta toparse con la suya propia.

El aguamarina y el azabache se encontraron. Dos piedras distintas, que combinaban a la perfección, pero que con el paso del tiempo, se desgastaban en el color.

—Hitsugaya-san…—susurró Karin acercándose— ¿Qué hace aquí?

—Me pidieron de favor que te acompañara a tu casa, ya que nadie podría venir por ti.

—Oh…

Dijo, mientras que ambos, se disponían a caminar al hogar de la familia Kurosaki. Con un silencio incómodo, solamente, escuchando las llantas de lo automóviles sobre el pavimento y uno que otro, perro callejero.

Ninguno era bueno entablando conversación, ni mucho menos, con alguien, a quien llevaban poco tiempo de conocer.

La mente de Toushiro estaba por primera vez perturbada, mientras que el corazón de Karin, estaba tratando de huir. Ambos, en ese momento, estaban compartiendo el pensamiento de estar lo más alejado del otro. Ninguno, quería la presencia del otro.

Es extraño, ¿No?, como dos personas que nunca interactuaron, compartían el mismo deseo de alejarse. Era algo extraño, realmente lo era. Pero como según lo los físicos dicen, todo aquello que se repela, al final termina uniéndose, es algo inevitable, algo que está escrito y no puedes cambiar.

—Y… ¿Tienes mucho de conocer a Ichi-nii? —preguntó, como si al mismo tiempo no hubiese querido preguntar. Mientras que el albino, la miraba de reojo.

—Se cumplirán ya tres años.

—Ya veo…

Susurró, mientras observaba el vaivén de las hojas casi invernales, al igual, que una Nanao Ise que venía cruzando la calle, y al lado suyo, un morocho de nombre Shuhei Hisagi estaba gritando.

— ¿Y cómo es Ichi-nii en la escuela? —Vuelve a hacer una pregunta— ¿Se porta bien?, ¿Come sus bentou?, ¿Está en algún club recreativo?

— ¿Por qué me preguntas a mí? —Respondió con una pregunta— ¿Kurosaki no te lo cuenta?

La de cabellos negros lo miró: —No, no lo hace.

Ya no se dijeron nada, ninguno de los dos. Solo caminaron en silencio, mirando el frente, sin despegar la vista del frente. El cabello blanco de Toushiro, se movía con el viento. La cola de caballo de Karin, también lo hacía.

Mientras que el cielo nublado hacía de las suya, dejando caer en forma de gran ferocidad, aquella nieve que tanto gustaba de Toushiro, era amada por Momo desde otra ciudad, y era del desagrado de Karin.

— ¡Es una tormenta! —gritó Karin—¡Hitsugaya-san venga rápido, falta poco para llegar a mi casa! —dijo, tomándolo de la mano y jalándolo hacia la dirección de la residencia.

El albino no dijo nada, solo se dejó guiar, mirando como la casa de su compañero se miraba cada vez más cerca, y también, cómo un castaño corría hacia ellos.

— ¡Karin-chan!, ¡Toushiro-kun!

Era Sora, el hermano mayor de Inoue. Quien al verlos rápidamente los metió dentro de la casa, y también, fue a buscarles ropas más cálidas.

Karin respiraba rápidamente, con las mejillas rojas y su corazón latiendo muy rápido.

—Lo siento mucho chicos, pero tengo que regresar a la farmacia, hay gente ahí y…—dijo, a lo que ellos vieron como tenía cobijas y un pequeño calentador. Seguramente era para ellos.

—Ve Sora-san, estaremos bien—dijo la niña mirándolo. Este asintió y salió.

Mientras que Toushiro veía, como la hermana menor de Ichigo le tendía un teléfono.

— ¿Eh?

—Es para que llames a tu casa y digas que estás bien—explicó dándoselo y cruzando los brazos—Seguramente han de estar preocupados por ti, ¿No?

Toushiro asintió, mientras marcaba el número de su casa. No pasó ni medio minuto, cuando la voz de su madre alarmada contestó.

— ¿¡Eres tu Toushiro-kun!?

El albino sonrió ante la conocida preocupación de su mamá. Mientras que Karin, abría los ojos ligeramente sorprendida al notar, que hasta ese albino, podía sonreír de esa manera.

Y vaya, que era una muy bonita sonrisa.

—Estoy bien mamá, solo que… por la tormenta, creo que llegaré más tarde a casa.

—N-No te preocupes Toushiro-kun, si quieres pasa la noche en casa de tu amigo—suspiró—Me sentiré menos preocupada sabiendo que estás con bien.

—Pero… tú te quedarás sola.

Del otro lado de la línea, Naoko sonrió mirando, como Joushiro terminaba de cocinar la cena.

—No Shiro… estoy bien.

El albino se sonrojó, ese estúpido apodo…

Karin mientras, lo vio colgar, y también lanzar pequeñas maldiciones, a lo que sonrió un poco.

—Sí que te quiere tu mamá—soltó alegre—Y no te preocupes, puedes quedarte, ya sea en habitación con Ichi-nii o con Sora-san.

—Prefiero dormir en la sala…—murmuró entre dientes, mientras veía, que Karin aun lo observaba— ¿Sucede algo?

Ella, por un momento, bajó la mirada con tristeza y melancolía.

—Hitsugaya-san, ¿Puedo hacerte una pregunta? —el chico, dudoso, aceptó—¿Qué se siente?

¿Eh?

— ¿Qué se siente… qué se siente tener una mamá que se preocupa por ti? —Preguntó, dejándolo a él sin habla— ¿Qué se siente tener a alguien que te espera con una sonrisa en tu casa?, ¿Qué se siente comer sus comidas?, dímelo Hitsugaya-san

Toushiro la miró sorprendido, notando, como la mirada oscura de la chica buscada de todo, menos mirarlo a él. Haciéndole darse cuenta, que Karin no buscaba preguntarle eso, pero que ahora, era tarde para dar media vuelta y huir.

Ella, había hablado sin pensar siquiera en lo que había dicho. Pero si no analizaba mejor, ¿Por qué había preguntado eso?

Aunque pensándolo mejor, en todas las veces que él, había visitado aquel lugar, nunca había visto a esa mujer, madre de Karin y de Ichigo.

—No me digas que tu…

— ¡Karin-chan! —Gritó un hombre de cabellos negros hacia su hija—¿¡Estás bien!?, ¿¡Estás herida!? —Miró al albino— ¿¡Qué haces con un hombre a sola!?

— ¡Cállate otousan!

Toushiro no dijo nada, solo observó, como Karin y su padre, Isshin es su nombre si no mal recuerda, hacían una escena exagerada de una hija, regañando a la imagen autoritaria.

— ¡Masaki, nuestra hija no me respeta! —gritó corriendo hacia un portarretrato, donde una mujer de cabellos naranjos, sonreía alegremente.

Y fue cuando, la realidad golpeó a Toushiro.

— ¡No metas a mamá en esto!, ¡Ella no tiene la culpa de tu idiotez!

En el hogar de los Kurosaki, el amor de una madre, al parecer, no había llenado los corazones de los que vivían en él.

Y tanto Ichigo como Karin, sufrían de la falta de esta.


La vida da muchas vueltas…

— ¡Ulquiorra! —Gritó la chica de largos cabellos oscuros— ¿Nos vamos?

El muchacho sonrió, sintiendo los labios de la joven sobre los suyos propios. Deleitándose con el sabor de estos, mientras, que los corazones de ambos latían en una carrera muy diferente.

Demasiadas vueltas, tantas, que las personas terminan desorientadas.

—Momo-chan…

—Está bien Tadashi-kun—dijo sonriendo—Aizen-san prometió que regresaría por mí, solo que ahora, debía de esperar más por él.

El mayor de los hermanos desvió la mirada, mientras veía, como la tormenta recién azotada, chocaba contra la ventana.

—Supongo… solo hay que esperar.

Momo asiente, tratando de no llorar, mientras se pone a dibujar aquel conejo blanco que al igual que sus seres amados, había pasado a mejor vida.

—Shiro-chan…

¿Pero quienes somos nosotros para decidir el camino a tomar?

—Mañana es el festival, ¡Estoy tan contenta! —comenta emocionada Rukia, a lo que Ichigo solo la mira con una pequeña sonrisa.

—No sé qué festejas, seguro te verás horrenda en tu traje de maid.

— ¿¡Qué has dicho fresa idiota!?

E Inoue, solo los miraba asientos más atrás. Y una triste sonrisa, se posó en sus labios.

— ¿Inoue-san? —preguntó Uryuu, mientras miraba también, la escena protagonizada por la fruta y la demonio.

Ya que él se había dado cuenta de que la princesa, había decidido abrir los ojos ante el falso cuento de hadas.

Mientras uno sonríe hacia la persona especial, crees que todo está bien.

Gin suspiró, mientras se daba cuenta, de que su hermana no había regresado nuevamente, y que la carta enviada días atrás, decía la verdad cuando en esta estaba escrito, que Haruna no regresaría en un largo tiempo.

Estaba triste, claro que lo estaba, él la quiere y mucho, y odiaba al hombre por el cual, se había vuelto así de distante.

— ¡Gin!

Gritó su amiga corriendo a abrazarlo.

Ya que desde metros de distancia, había notado su tristeza.

—No te preocupes Gin, todo está bien, ¡Mientras estemos juntos todo estará bien!

Incluso si esto significase dejar las heridas atrás.

Hideki junto a Riruka, caminaban por el pasillo de la escuela secundaria. Hideki, acompañando a su amiga pese, a que ya se había graduado y no tenía nada que hacer en aquella instalación.

Mas sí, había alguien por lo cual, gustaba de pasearse por aquellos rumbos.

— ¡Tatsuki, te busca el entrenador! —gritó Kensei a una morena, esta se giró.

Y una sonrisa apareció en el rostro del chico de gafas. Tatsuki Arisawa, era una belleza refrescante digna de ver en todos sus aspectos.

—Ya voy—dice ella, mientras, se voltea para ver a alguien más— ¿Vas conmigo Renji?

—Sí.

Pero como siempre, la sonrisa del Kamiya se iba cuando veía, a aquel pelirrojo cerca de ella.

Solo, con la idea de hacer creer a tu corazón.

Nanao se encontraba en la enfermería tras haber sufrido un desmayo causante a su anemia, y al lado suyo, Shuhei Hisagi la observaba sentado y con los brazos cruzaos.

No era como si le importase la mocosa esa del demonio. Era solo, que verla caer por andar reprimiendo a unos chicos que solo molestaban de los nuevos, no pudo evitar ser él, quien se la llevase para asegurarse que estaba bien.

Ise-sensei se lo había explicado, la condición de la joven de lentes.

Siendo eso, una razón más, por la cual Hisagi mirara a esa niña, como una de las personas más fuertes que había conocido.

— ¿Hisagi-san? —Preguntó adormilada— ¿Qué sucedió?

Y el chico, solo sonrió despeinando los cabellos de ella.

—Eres una mocosa afortunada Nanao.

Con la idea de que algún día, saldrás de tu dolor.

Karin salió de su práctica de futbol, y sus ojos, no se sorprendieron de ver a Toushiro Hitsugaya, recargado en el poste de luz de la banqueta.

Una sonrisa se asoma en su rostro, al igual que un sonrojo.

— ¿Nos vamos? —preguntó el chico.

A lo que ella asintió alegremente, mientras que juntos, se encaminaban a la casa de la joven.

— ¿Cómo estuvo la escuela hoy? —preguntó la de cabellos oscuros.

—No me quejo, ya sabes, organizando el festival de invierno que será mañana.

— ¡Es cierto! Ichi-nii me comentó de eso.

La última hoja que quedaba del otoño, cayó al suelo.

— ¿Quieres venir? —preguntó mirándola. Y Karin, no hizo más que volver a sonreír.

— ¿Irás disfrazado del Grinch?

—No es una mala idea.

La menor de los Kurosaki, llegó a su casa y antes de entrar, miró al albino.

—Estaré ahí mañana, Toushiro.

Mientras esperas, por la persona correcta para protegerte de este mismo.

Vaya, la vida da muchas vueltas, ¿No?

Continuará.


Decidí no poner ahor ningún adelanto, la verdad estoy algo corta de tiempo, pero les prometo, que el próximo capitulo será mejor que este, ¡Lo prometo! Como verán, ahora se fue viendo más de nuestros personajes, además de los personajes de Karin y Tadashi, al cual veo muchas han comenzado a querer. ¡Me alegro de eso!

Bueno, me tengo que ir, espero y el capitulo haya sido del agrado de todos(as)

Me despido con un fuerte abrazo psicológico.

Nana-chan!