Traducción autorizada por FanofBellaandEdward

Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. La historia pertenece a Melissa, yo traduzco por mero entretenimiento.

Resumen: Harry no tiene idea alguna de lo que Draco hizo con él y el rubio no quiere confesar. Sin embargo, un descubrimiento fuerza a Draco a admitir lo que ha hecho. ¿Harry podrá perdonarlo alguna vez?

Traducción conjunta entre: LoversByHaters y DarkPotterMalfoy.

Traductor: DarkPotterMalfoy


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Capítulo 7

Cuando Harry despertó horas más tarde, no quería levantarse y bajar las escaleras. Se quedó mirando el techo, mordiéndose el labio, intentando contener las lágrimas que querían escapar. No quería llorar más. ¿De qué servía hacerlo? No recuperaría a Marc. Harry se atragantó un poco de emoción al coger la siguiente bocanada de aire. Marc. No podía creer que lo hubiese dejado; que hubiese roto con él. ¿Por qué para Marc fue tan fácil pensar que Harry lo había engañado, si nunca había mostrado interés en otra persona? Marc sabía muy bien que nunca lo engañaría, pero lo había dejado. No siquiera quiso escucharlo cuando le dijo la verdad.

Y ahora estaba solo. Había contando con que Marc le ayudaría y ahora ya no estaba allí. Harry no se hacía ilusiones de que Marc volviese. ¿Realmente podía culparlo? Estaba embarazado de otro hombre y Marc, claro está, no quería asumir la responsabilidad de un hijo que no era suyo.

Suspiró, sentándose con cautela. Al cabo de cinco minutos, las ganas de vomitar no aparecieron y suspiró de alivio. Con un poco de suerte, no tendría que experimentar eso otra vez.

Frunció el ceño cuando escuchó jaleo abajo:

—¡Es mi mejor amigo! Me necesita, así que déjame subir—dijo en voz alta Draco y fuertes pisadas fueron hasta la sala de estar.

Harry se mordió el labio, mirando hacia la puerta con ansiedad. Hasta ahora Draco desconocía su situación, pero el rubio no pararía hasta que supiese lo que le pasaba. Con miedo se llevó una mano al pecho. ¿Draco también lo abandonaría una vez supiese lo que llevaba dentro?

—Es mejor que vuelvas otro día—aconsejó Sirius, pero estaba claro que Draco no se detuvo.

—Quiero ver a Harry—respondió Draco, obstinado.

Hubo un largo momento de suave murmullo, antes de que Harry escuchase unos pasos familiares yendo a su habitación.

Harry tragó saliva, irguiéndose en la cama, colocándose la máscara de indiferencia.

La puerta se abrió y Draco estaba en la puerta con el ceño fruncido en su rostro.

—Vas a decirme que es exactamente lo que te ha pasado desde la última vez que me viste y no vas a mentirme—ordenó, cerrando la puerta con un audible chasquido y cruzó la habitación en pocos pasos.

—No sabía que hoy ibas a venir—sonrió, débil, jugueteando con la punta de la sábana.

Los grises ojos se entrecerraron.

—Sorpresa—se burló—. Ahora dime que es lo que pasa. Parece que estás a punto de desmayarte.

Harry suspiró, tirando de sus rodillas hasta colocar la barbilla sobre ellas. Miró por la ventana y murmuró:

—Marc y yo rompimos ayer—ignoró el estremecimiento que atravesó su cuerpo, apretando los labios.

El silencio reinaba pesadamente en la estancia, pero Harry se negaba a mirar al otro muchacho: no quería ver su lástima.

—¿Por qué?—preguntó Draco finalmente, sonando neutral.

Harry tragó saliva, cerrando los ojos y apretando su mano en la tela de su camisa.

—¿Harry?

—¿Te acuerdas cuando estuvo con náuseas el último par de semanas?—comenzó Harry y por el rabillo vio que Draco asintió con cautela—. Hace unos días Remus me llevó a ver a Pomfrey.

—¿Y? ¿Ella ha descubierto lo que te las provoca?

—Sí, lo hizo—sonrió Harry, amargo, alcanzando su mesita de noche dónde Remus había colocados unos folletos sobre el embarazo masculino. Tomó unos cuantos y los puso en las manos de Draco, el cual dejó escapar un sonido de sorpresa.

Harry enterró su cara entre sus rodillas, tensándose cuando Draco soltó un suave "Oh, Merlin". Harry se negaba a mirarlo a la cara, incluso después de haberle dado los folletos a Draco.

—¿Puedo considerar que no es su hijo?—rompió el silencio Draco.

Harry negó con la cabeza.

—No, no sé de quién es—dijo con dificultad.

—Así que estabas…

Ninguno de los dos se atrevía a pronunciar la palabra. Un pesado silencio cayó sobre ellos, haciendo que Harry se sintiese como si estuviese ahogándose. ¿Qué estaba pensando Draco ahora? ¿Pensaría que Harry era asqueroso, mancillado? ¿Lo abandonaría ahora?

Harry casi se apartó cuando sintió dos brazos deslizando a su alrededor, acostándolo sobre un cálido y duro pecho.

—¿Draco?—preguntó Harry, sorprendido.

—Siento que hayas tenido que pasar por eso, Harry—susurró contra su pelo Draco.

—¿Está en la cárcel ese hijo de puta?

—Yo… yo no sé quién fue. No me acuerdo de nada—confesó Harry, con un nudo en la garganta—De hecho, si… si Pomfrey no me hubiese dicho que yo… yo estaba embarazado, nunca lo hubiese sabido.

—¿De… de cuánto estás?—preguntó Draco, tenso por la ira.

—Tres meses—respondió Harry, suave, limpiándose los ojos con las sábanas.

Draco se quedó helado.

—¿Tres meses? ¿Así que pasó durante el curso escolar?—preguntó, sorprendido.

Harry asintió con la cabeza, alzándola y mirando a Draco.

—Yo entendería, ya sabes, que no quieras ser mi amigo—dijo en voz baja, mordiéndose el labio.

Draco lo miró, incrédulo.

—¿Qué demonios? ¿Por qué no iba a querer serlo?

—Porque, bueno, estoy esperando un bebe y ahora…—se detuvo, sin saber explicar cómo se sentía. Si Marc no se había quedado con él, ¿por qué Draco? Marc había sido su novio, pero Draco sólo su mejor amigo durante unos años. Era posible que a su mejor amigo no le gustase la idea de que estuviese embarazado de alguien que no conocía.

—¿Crees que iba a dejarte por estar embarazado?—preguntó Draco, burlándose—. Marc ha sido un idiota por dejarte. Si yo fuese tu novio, te hubiese apoyado y te hubiese dicho que te quedases con el bebé, y yo habría actuado como su propio padre. No me hubiese importado. Simplemente me hubiese asegurado de ser felices y que el bebé estuviese bien.

Harry parpadeó, dejando escapar un par de lágrimas, sonriendo débilmente.

—Gracias—murmuró con voz entrecortada, abrazando a Draco de nuevo—. No sé cómo…—se interrumpió, pero Draco asintió, sabiendo lo que quería decir.

—Harry, estoy aquí, no me voy a ir—murmuró Draco, y Harry enterrando su cara en el cuello de Draco, frotándole la espalda.


Media hora más tarde, Draco estaba mirando la pared de enfrente con la espalda reclinada contra el cabezal y Harry durmiendo a su lado. Acariciaba su suave pelo negro, no pudiendo resistirse a echar un vistazo al estómago de Harry de vez en cuando.

Harry llevaba el bebé. Estaba embarazado de tres meses. Y Draco era el padre.

Un sentimiento de culpa inmenso se alzó en su pecho, no muy diferente a la sensación que tuvo aquella mañana, hacía tres meses. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo había podido dejar a Harry embarazado? Sólo le había dado una versión adaptada de la poción de la lujuria. Hubiese sabido si le hubiese dado una poción de embarazo. Pero Harry nunca mentiría sobre ello. ¿Cómo demonios había sucedido?

Cuando Draco había leído los folletos, no había caído en que él era el padre. Había asumido que Harry ya se había acostado con Marc, pero cuando Harry le había dicho de cuánto estaba, no había otra opción. En seis meses sería padre. Harry llevaba su bebé.

Se hubiese sentido orgulloso y emocionado, si no fuese por el hecho de que Harry no tenía idea alguna de quién era el padre de su hijo. Y nunca podría decírselo.

Draco tragó el nudo que estaba bloqueándole la garganta. Nunca sería capaz de decirle a Harry que estaba embarazado de su hijo. Si lo hacía, Harry nunca se lo perdonaría. Lo odiaría con toda seguridad y Draco no lo culparía por ello. Lo había violado. Si había estado con Harry aquella noche, había sido sólo por la poción. No porque se sintiese atraído por Draco. Si decía la verdad nunca volvería a ver a Harry y había una alta probabilidad de acabar en la cárcel. Si eso ocurría, Harry estaría fuera de su alcance y su bebé… Nunca tendría la oportunidad de ver a su hijo o hija crecer.

No podía permitir que eso sucediese. Incluso con la culpa revolviéndole el estómago, había tomado una decisión. Se quedaría al lado de Harry, apoyándolo con el bebé. Incluso si Harry nunca correspondía a sus sentimientos, nunca lo dejaría. Quería quedarse todo el tiempo que fuera posible, queriendo ver a su hijo crecer.

Con cuidado, colocó una mano sobre el estómago de Harry, cubriendo el lugar donde su hijo estaba descansando. Dio un suave beso en la frente de Harry y le susurró:

—Estaré ahí para ti, Harry, nunca te dejaré a ti o al bebé.


Cinco horas más tarde, Draco volvió a su casa, después de haber cenado temprano se fue a la biblioteca inmediatamente, intentando descubrir el motivo del embarazo de Harry.

Cogió cinco libros que pensó que podrían servirle de ayuda, acomodándose en una mesa redonda de madera oscura, hundiéndose en los mullidos cojines del sillón verde. Buscó entre las páginas del libro, pociones de amor y lujuria, comprobándolo con sus notas que tenía escondidas en su dormitorio. Las comparó con la poción de amor y frunció ceño. Hasta ahora no había encontrado nada que para que esa poción dejase embarazado. ¿Qué error había hecho? ¿Se había equivocado con algunos ingredientes? Nunca lo había hecho.

Una hora más tarde, Draco estaba listo para tirar sus libros, agitándose con cada capítulo que leía mientras no hallaba la respuesta.

Estaba a punto de cerrar el último libro, cuando sus ojos se cruzaron con un párrafo en particular.

Una de las cosas que ha de tener en cuenta al hacer esta poción, es que debe asegurarse que no debe mezclarse con una poción para alterar los recuerdos. Los ingredientes utilizados en la poción Memoriam creará, junto a la poción Lujuria, una poción de embarazo muy potente para los hombres. Si desea evitarlo, asegúrese de no combinar estas dos pociones.

Draco se quedó mirando el párrafo, estupefacto. ¿Cómo había sido tan estúpido de no revisar a fondo los libros sobre la poción Memoriam y Lujuria? Había noqueado a Harry. ¡Joder! Esto era malo. Si alguna vez salía… No creía que los aurores encontrasen los restos de su cuerpo una vez que Black hubiese acabado con él. Se estremeció, cerrando los libros, colocándolos uno por uno en su lugar designado.

Echó un último vistazo a las notas de su inventada poción, respirando profundo y murmuró:

Incendio.

El fuego lamió el papel, comiéndoselo con avidez hasta que sólo quedó polvo negro. No evidencia alguna que pudiese apartar a Harry de él.

—Lo siento, Harry—susurró—. No te merezco—suspiró y se dio la vuelta.

Su madre parecía ansiosa por hablar con él. Si ella supiera que iba a ser abuela pronto.

Haciendo caso omiso a la punzada de culpabilidad atrapada en el fondo de su mente, regresó hacia la mansión. Mañana iría a hablar con Harry de nuevo, y trataría de averiguar lo que pensaba del bebé.


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