Listo, aquí está finalmente el último capítulo. Espero que lo disfruten tanto como yo disfruté escribir este fic :'D

Resumen: En un reino aparentemente pacífico, vive Zoro, un príncipe. Aparece en escena Robin, una mujer de quien nadie sabe nada. Mi mundo y el tuyo. Diferentes. Incompatibles. ¿Podemos cambiarlo?

Advertencias: Obviamente, lemon, muy leve según es universo alternativo es un poco difícil manejar algunas cosas. Estoy tratando de evitar por completo el OoC, pero no garantizo nada. Espero que en este sentido sean buenos conmigo, hago mi mejor esfuerzo para tratar a mis queridos Zoro y Robin.

Disclaimer: One Piece y sus personajes son del gran mangaka Eichiro Oda (*^* Oda sama!). Yo escribo esto únicamente por diversión y sin fines de lucro.

Este último capitulo también tiene música, específicamente, esta parte de la canción:

You're the only one I ever believed in
The answer that could never be found
The moment you decided to let love in
Now I'm banging on the door of an angel
The end of fear is where we begin
The moment we decided to let love in (Let love in, de Goo Goo Dolls)

Dos mundos:

Capítulo 13: Let love in

Hubiera sido lindo decir que al despegar sus labios de los de Zoro, éste despertó y la miró. Que sonrió, se incorporó y la sujetó para besarla de vuelta, que se confesaron mutuamente sus sentimientos y decidieron estar juntos para siempre, con sus amigos como testigos.

Hubiera sido lindo decir eso, sin embargo las cosas no ocurrieron así. El beso de su princesa no despertó a Zoro.

Robin se separó lentamente de su rostro y lo dejó descansar de nuevo en su regazo, sin embargo no lloró. No pudo hacerlo.

Lo que sí logró con sus acciones Robin, sin embargo, fue sorprender a los demás. Entre otras cosas, consiguió hacer reaccionar al pequeño Chopper, quien decidió sacudirse la pena y hacer una última revisión del cuerpo de Zoro.

Nami, Ussop, Sanji y Franky no sabían qué hacer ante toda esta escena. La verdad era que solo Franky sabía qué tan lejos habían llegado Robin y Zoro en su relación, de modo que no había qué decir…tenían miedo de empeorar las cosas ya que Robin parecía ahora más vulnerable que nadie.

Chopper era el único que, en relativamente poco tiempo, parecía haberse vuelto ajeno a la situación. Se envolvió en su profesionalidad y procedió a comprobar los signos vitales del espadachín.

Tomo su muñeca e hizo presión. De pronto, su rostro mostró gran sorpresa.

-Creo…creo que tiene pulso- y se apresuró a continuar- está…está respirando….hay respuesta ocular… es….es muy débil, pero es estable… ¡Zoro sigue vivo!

-¡¿Funcionó el antídoto?!- preguntó Sanji al tiempo que todos se acercaban a comprobar por si mismos.

-¡Sí, sí!- contestó Chopper, profundamente conmovido; se notaba que ahora sí iba ponerse a llorar en cualquier segundo, tanta presión sobre él en tan poco tiempo…pero había valido la pena ahora que Zoro había conseguido salir de esta.

De pronto, unos pasos llegando hasta donde estaban ellos los obligó a voltear.

Luffy apareció por el pasillo, apenas podía caminar. Estaba pálido, temblaba y además chorreaba de vino y sangre. Se agarraba de la pared del pasillo para no caerse.

-Luffy- Nami se puso de pie y llegó hasta él. Lo sujetó de los hombros, su piel estaba helada, sus mejillas y su nariz estaban rojas, pero lo demás estaba blanco como la nieve, y no había dejado de sangrar.

-¿Están bien todos?- preguntó, las palabras luchaban por salir de su boca y no tenía demasiado volumen.

-Sí…Zoro está herido, pero se encuentra estable, los demás estamos bien.

-De acuerdo…hay que llevar a Zoro… a donde pueda descansar, y que Chopper lo atienda bien…- siguió Luffy, y en este punto, casi se desploma en el piso, de no ser que Sanji se había puesto de pie y ahora lo sujetaba del brazo- Crocodile…lo vencí… Sanji, sujétenlo con kairoseki, nos lo llevamos…- y al terminar de decir esto, perdió toda la fuerza y quedó inconsciente.

Chopper y Ussop se acercaron a él para que el reno lo atendiera rápidamente y lo estabilizara también. Chopper tuvo que hacer allí mismo una intervención de emergencia para cerrar la herida que tenía en el estómago, y Sanji se quitó el abrigo que traía para cubrirlo luego de que se hubieron desecho de sus ropas húmedas.

-Bien, ahora vamos por Crocodile y larguémonos de aquí- decidió Sanji, pero al momento de voltear, se encontraron con que Zoro seguía recostado en el piso. Pero de Robin y el tipo de pelo azul no había quedado ni rastro. Quien sabe a donde se habrían ido- ¿Robin-chwan?

-Déjalo así, Sanji- le dijo Chopper. En realidad, el se había dado cuenta del momento en que ella se había ido, pero no había dicho nada; sus razones tendría-,hay que irnos de aquí. Tú llévate a Luffy, yo me llevaré a Zoro.

Y Chopper cambió a su Strong Point y levantó a Zoro del piso con relativa facilidad.

Los dejaron en una habitación vacía mientras cumplían con lo demás. A Crocodile lo sujetaron con unos grilletes de los que Ussop había encontrado en el castillo durante sus exploraciones. Con algunos materiales que encontraron entre el escombro, adaptaron una especie de carreta para que les sirviera de remolque para llevarlos a él y a Mr.1, que seguía en la cocina atrapado por la red.

A zoro y a Luffy, por otro lado, les adaptaron algo mucho más cómodo y techado, de modo que el viaje no fuera a ser difícil para los dos.

-Increíble que esto terminara así- pensó Ussop en voz alta mientras terminaban de alistar las cosas para irse.

-Lo importante es que ya todo está bien- contestó Nami, subiendose a su caballo- bueno, no todo.

-Robin…

-Ella sabrá lo que hace- sonrió la pelirroja- solo nos queda esperar.

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Desde una ventana en lo más alto del castillo, Robin observó como los caballos se alejaban por el camino. Recordó vagamente como esperaba a su madre todos los días parada en ese mismo lugar, agarrada siempre del vidrio de la ventana, con el vaho de su respiración empañándolo y haciéndolo lucir, en cierto modo, triste.

Franky se acercó a sus espaldas y lanzó un suspiro.

-Vete con ellos.

-No. No puedo.

Y se dio la vuelta y se alejó de la ventana.

-Ayúdame. Vendrán el resto de los agentes en un rato más. Sin Crocodile y Mr. 1 no son nada pero son muchos para mi sola.

-De acuerdo.

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Bastante tarde en la noche, consiguieron llegar a Villa Cocoyashi. Una vez allí, les habilitaron una vivienda para que pasaran la noche, y otra para que Chopper, con ayuda de un médico local, siguiera atendiendo las heridas de Luffy y Zoro.

Se sintió profundamente feliz y aliviado al darse cuenta de que lo que tenian los dos era mayormente cansancio; necesitaban varios días de reposo, comer muy bien y sobretodo protegerse del frío tan despiadado que seguía haciendo.

Para este punto, Garp san ya había llegado a Cocoyashi y habia puesto en orden lo que había qué poner en orden, y Vivi había sido de gran ayuda al momento de regresar la paz a ese lugar.

Cuando ellos llegaron, el general en seguida preguntó por la salud de su nieto, y la princesa se desvivió en atenderlos a ambos durante su convalecencia.

Pasaron dos o tres días más. Luffy fue el primero en despertar.

Lo primero que hizo fue pedir comida y casi deja Cocoyashi sin alimentos de nuevo, de no ser porque Ussop y Chopper habían mandado traer del reino del Noreste víveres para darle de comer en cuanto despertara; veían la situación venir y solían ser precavidos en ese tipo de situaciones.

En cuanto a Zoro, poco a poco parecía estar mejor. Cada día su respiración era más profunda y fácil de percibir, lo mismo que su pulso. Ahora daba la impresión de estar profundamente dormido, y quizás se quedaría así por un buen tiempo más.

Al cuarto día, decidieron que todo estaba bien.

Sanji, Vivi y Zoro se irían de regreso al Sureste, Garp, Chopper, Ussop y Luffy al Noreste, y Nami se quedaría en Cocoyashi. Acordaron volver a verse en el reino del Sureste en dos semanas más, cuando calculaban que Zoro se encontraría ya más recuperado.

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Esa mañana amaneció nublada. Sanji se levantó de su cama y se dirigió a paso lento a la ventana y cuando corrió las cortinas….

Nieve. Blanca y hermosa nieve, por todos lados. La gran capa brillante cubría todo a su vista. Se talló los ojos y miró hacia fuera con una gran sonrisa. Había olvidado casi por completo que era invierno debido a todo el trabajo que había tenido últimamente, y en realidad no recordaba hacía cuantos años había visto nevar por última vez. Su mirada entonces se dirigió hacia abajo, y vio a los trabajadores del castillo retirando la nieve del jardín y abriendo senderos para que los coches y los caballos pudieran pasar con facilidad.

Se dio un baño caliente y se vistió con lo más abrigador que tenía. Salió a la cocina y lo primero que recibió fue una orden especial, de parte del viejo Zeff.

-Come algo rápido para que prepares el arroz- le espetó su padre, deslizando un plato por la barra de la cocina que Sanji detuvo, sentándose ante ella- y no se te olvide utilizar la receta especial y sacar nuestro mejor sake.

Sanji detuvo la cuchara a medio camino rumbo a su boca. ¿Arroz especial? ¿El mejor sake? Volteó y miró a Zeff con una gran interrogante en su rostro.

-No me diga que…

-El príncipe ha despertado al fin, y está realmente hambriento.

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Zoro se había levantado sintiendo aturdimiento, el cuerpo bastante entumido y la certeza de que había pasado dormido demasiado tiempo. El primero en verlo despierto fue uno de los sirvientes que había entrado a revisarlo de acuerdo con las órdenes del médico. El siguiente fue su padre, a quien avisaron rápidamente y que estaba muy contento de verlo bien después de todo. El príncipe tomó un baño y se vistió, y no pudo evitar sentir una especie de extraño mareo cuando comprobó la fecha, preguntándosela a un par de sirvientes que estaban por el pasillo. Había pasado casi dos semanas en el más completo limbo, sin consciencia, sin voluntad…

Sin recuerdos…

Cuando se sentó en la mesa vio ante sí un enorme plato de su arroz favorito, caliente, aromático y perfecto, además, una botella nueva de su sake preferido. Eso entre otros platillos suculentos, todo listo exclusivamente para él. no sabia ni por donde empezar.

-Más vale que te acabes todo, cabeza de marimo- le dijo Sanji, lanzando sobre la mesa el último plato con tanta precisión que cayó sin derramar una sola gota de la deliciosa sopa que contenía. Luego de esto se regresó a la cocina sin decir nada más.

Zoro hizo una media sonrisa. Sabía perfectamente que esa era la manera del rubio de darle una calurosa bienvenida de regreso al mundo de los vivos, y se lo agradecía. Comenzó a comer, entre otras cosas, para impedir a su mente de trabajar, de funcionar y de obligarlo a sentirse lastimado y solo, de nuevo.

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Se despertó. Bajó de la cama como todos los días anteriores: solo porque tenía qué hacerlo.

Había tenido que, finalmente, cambiar de habitación. El frío había aumentado y la noche anterior una tormenta de nieve había recubierto los alrededores. Días antes Franky le propuso hacer unas reparaciones para que no tuviera que abandonarlo, pero desde hacía dos días no tenía noticias de él. Solo dijo que tenía que hacer algo importante y que quizás iba a tardar, y ella no había querido impedírselo.

La verdad, no le sorprendía si no volvía a saber nada de él. Después de todo estar allí ya no era su responsabilidad, no ganaba nada con ello.

Cuando los últimos secuaces de Crocodile fueron a atacarlos, no les fue difícil quitárselos de encima. Eran muchos, pero eran también muy débiles en comparación a ellos. Habían abandonado el territorio de las Ruinas con rapidez, de modo que ahora se encontraban solo ellos y Brook en el castillo y los alrededores.

Los últimos días, Robin los habia ocupado en poner sus cosas en orden antes de irse.

¿A dónde? No lo sabía. Solo sabía que necesitaba alejarse de allí antes de que la tristeza del lugar la matara. Resolvió llevarse con ella su mejor ropa y apenas un par de libros que la ayudaran a distraerse de vez en cuando. El resto de su enorme biblioteca, su último gran tesoro, se quedaría allí.

Solo limpiaría un poco los libros y los estantes antes de irse. En cuanto a Brook, no sabía si pensaba irse o quedarse, no se había atrevido a preguntarle. Después de todo, el músico había pasado años en esa biblioteca. No sabía que tan bien le haría alejarse de allí.

De modo que como todos los días, luego de ponerse algo de ropa de trabajo y un grueso abrigo, Robin bajó los enormes escalones. Buscó una palangana y la llenó de agua, y subió a la biblioteca.

Casi terminaba, le faltaban solo dos de los numerosos estantes. Brook la esperaba ya, sentado en un banquito cerca de donde ella iba a trabajar.

-Buenos días, Robin san- saludó el esqueleto con su siempre cantarina voz.

-Buenos días Brook- ella, como siempre, aparentaba estar totalmente compuesta, tranquila y hasta podria decirse que alegre. Brook sabía, con todo lo que le conocía, que eso solo era una fachada.

Pero no dijo nada al respecto. Se limitó a comenzar a tocar en el violín una canción con un ritmo alegre que sirviera para que ella pudiera trabajar con tranquilidad.

De pronto, la puerta se abrió. Robin volteó un segundo, solo para ver a Franky aparecer entre los estantes, con cara de no haber dormido bien por dos o tres días. Trató de sonreirle, pero no pudo hacerlo de una manera sincera, así que luego de mirarle un par de segundos, se limitó a continuar con su trabajo.

-Creo que necesitas un buen baño- comentó pues Franky venía cubierto mitad de barro y mitad de nieve. Sacó un libro del estante, miró el título e hizo memoria de su contenido. Limpió las tapas con cuidado y revisó las páginas. Al parecer estaba entero y en buen estado.

Una mano floreció a lado de ella, tomando el libro para luego dejarlo en un montoncito que había ido acumulando para luego de limpiar el estante devolverlos todos a su lugar.

Franky se sacudió un poco mientras se acercaba a ella.

-Creo que te gustará saber que están bien.

Robin detuvo su mano un momento, pero en seguida la hizo seguir su camino y tomar el siguiente libro a limpiar.

-El rey y el príncipe- recalcó Franky, como si ella no hubiese escuchado la primera vez- se encuentran estables y con buen estado de salud. Se recuperaron muy bien y se espera que sigan con sus vidas con facilidad.

Ella continuó con su tarea con la mayor calma.

-Me alegro por ellos- se limitó a decir sin molestarse siquiera en mirar a Franky.

-¿Eso es todo?

-Gracias por tomarte la molestia, pero ni te lo pedí ni era tu obligación ir a averiguarlo. Dime como puedo pagártelo y lo haré con gusto, pero no hay nada que yo pueda hacer con esa información.

-Claro que sí- a estas alturas, Brook seguía tocando, lo cual enervó a Franky- ¿quieres dejar eso por un momento, huesitos? Estoy hablando con Robin y me va a escuchar.

-No es necesario que deje de tocar, Brook san, por que esta conversación se terminó.

-No es así- insistió Franky, y caminó para arrebatarle el violín a Brook, quien lo dejó ir sin oponer resistencia mientras miraba confundido a los dos. Robin dejo su trabajo y volteó bruscamente a encarar a Franky.

-¿Qué es lo que quieres?

-Solo que escuches lo que tenemos que decir- volteó a ver al músico y le hizo una seña con la cabeza- es tiempo, Brook. Antes de que haga una estupidez.

Robin dejó el trapo con el que había estado limpiando dentro de la cubeta de agua. Frunció el ceño mientras cerraba los puños. finalmente se cruzó de brazos en actitud severa.

-Hablen entonces. Escucho.

Franky tuvo que pasar saliva para aclararse la garganta. Robin era intimidante cuando se lo proponía. Suspiró dandose por vencido, de todas maneras tendría que decírselo algún día, ¿No?

-Robin… ¿tienes idea de porqué no me he ido?

-Tienes la oportunidad- dijo ella mientras se encogía de hombros-, podrías rehacer tu vida en cualquier otra parte.

-No puedo, o al menos, no hasta que cumpla lo que le prometí a tu madre.

Robin paró en seco. Miró a Franky fijamente, tratando de adivinar si él mentía o si se estaba inventando solo una excusa para obligarla a buscar a sus amigos…como si en ese momento fuera lo más fácil que hacer.

-Yo la conocí en persona…podría decirse que éramos amigos…- explicó- yo era muy joven y era un maleante, pero ella en el fondo siempre lo comprendió. Ohara no se salvaba de ser como cualquier otro reino, con gente pobre, desigualdad, problemas…y ella hacía todo lo que podía por mejorar la situación, y a mi me perdonó varias veces por cosas que me hubieran mandado a la cárcel en seguida. Su única condición era que siempre que hiciera algo fuera por el bien de alguien en Ohara. Cuando murió supe que mi deber era seguir cumpliendo con esa promesa- Robin bajó un poco la vista, recordando a su madre-, y cuando Crocodile y sus hombres te capturaron supe que tendría que protegerte. Por eso no me he ido. Para que yo pueda hacerlo, tú tienes que enderezar tu vida de algún modo, y tienes la oportunidad de hacerlo.

Dicho esto, volteó a ver a Brook, haciéndole una seña con la cabeza.

-Eso es verdad- aseguró el músico- Olvia sama quería lo mejor para ti. Y es por eso mismo que yo me he quedado aquí todos estos años- se puso de pie, dejando el banquito donde solía sentarse para tocar-, ¿Me haría el favor de seguirme, Robin san?

Robin hizo un gesto extraño, aceptando sin mucho convencimiento la situación que se presentaba. Brook caminó hasta el fondo de la gran biblioteca, a una parte a donde Robin usualmente no se acercaba. En este lugar, en la última pared, la más escondida, había una puerta diferente a las del resto del castillo, es decir; no tenía un diseño lujoso ni mucho menos, era de madera poco trabajada, pesada y dura.

Robin la había visto muchas veces, pero nunca se había animado a entrar, entre otras cosas, porque no tenía la llave y se negaba a hacer más destrozos en el castillo de los que ya había. Por eso mismo se sorprendió cuando Brook metió la mano en el saco y rebuscó entre los bolsillos, y finalmente encontró una gran llave, ligeramente oxidada con la que abrió la puerta sin ningún problema.

Los tres entraron en la habitación que estaba ante ellos. Parecía simplemente una bodega, oscura y fría. Había principalmente cosas demasiado viejas y rotas, pero que sin embargo, causaron en Robin un par de regresiones, como si con solo tocarlas trajeran memorias a su mente.

Por lo demás, polvo y telarañas era lo que había allí.

Pero Brook ni se acercó a esas cosas.

En el piso, un enorme anillo de metal evidenciaba la existencia de una puertecilla. Brook lo tomó y levantó con cuidado la madera, que emitió un crujido fúnebre que provocó que Robin sintiera un frío aún más intenso de lo que ya se sentía en el lugar.

Dentro del hueco, lo primero que encontraron fue un cajón de madera bien cerrado. Franky se inclinó para sacarlo y enseñárselo a Robin.

-Brook ha estado cuidando esto por años- explicó.

-Era mi misión, la razón por la que Olvia sama me pidió que me quedara aquí-, completó el esqueleto.

Robin abrió el cajón, y lo que vio fue un vestido. Un hermoso vestido color azul marino con incrustaciones y detalles en un color plateado brillante. Extendió sus manos sobre él y lo sacó de la caja. Lo extendió ante sus ojos.

-Es el vestido que Olvia sama iba a vestir en tu presentación- explicó Brook. Robin bajó la vista al notar que él volvía su mano a la caja. Debajo del vestido había otra cosa.

-Y esta es la tiara que había mandado confeccionar especialmente para ti.

Era plateada también, y de una fabricación delicada, con gran atención en los detalles. Entre otras cosas, tenía un bello diamante azul que ella recordaba haber visto, quizás en un sueño.

Dudó un poco antes de dejar abajo el vestido y tomarla de manos de Brook. Quizás de niña le hubiera quedado un poco grande, pero midiéndola a ojo supo que ahora que era mayor seguro le quedaba perfectamente. No se atrevió a ponérsela. La regreso junto con el vestido dentro de la caja y la cerró bruscamente. Sin embargo Brook volvió a meter sus manos en el hueco y sacó una caja más.

-Y este es el vestido que esperaba que usaras el día de tu boda.

Las manos de Robin comenzaron a temblar. No pudo evitar que su rostro mostrara gran sorpresa. Se nego a abrir la caja, puesto que conocía el vestido. Era hermoso, y era el mismo que su madre había usado alguna vez. Era antiguo, valioso y con aun más valor sentimental.

Brook lanzó un suspiro.

-Creí..que todo esto estaba perdido- murmuró ella después de un momento- en el castillo quedaban pocas cosas a parte de algunos muebles. Los vestidos de mi madre…solo pude rescatar los más sencillos…todo lo demás…

-Robado o destruido- completó Franky- pero hay algo más. Dile, Brook.

Ahí dentro había dos cofres de tamaño mediano. Robin los vio, y luego interrogó a Brook con la mirada.

-El tesoro de la corona. Entre otras cosas ahí encontrarás las joyas que han pasado de generación en generación en la familia real de Ohara, y que por derecho te corresponden. Valen mucho y eso tu lo sabes mejor que nadie. La ultima vez que vi a Olvia sama, ella sabía que algo grande iba a suceder, así que me encargó cuidar de todo esto para ti.

-Claro que ninguno de nosotros imaginó en qué terminaría todo eso.

Sin contestar, Robin se puso de pie y se dio la vuelta.

-¿No dirás nada?

-¿Qué quieres que diga?

-Que harás algo al respecto.

-¿Y qué quieres que haga?

-Que recuerdes quién eres.

Robin apretó los ojos y cerro los puños con fuerza.

Se encontró a si misma a punto de soltar una lágrima.

-Que vayas allá y arregles todos los problemas que traes en la cabeza. Que les demuestres que sigues siendo una princesa.

-No lo soy.

-Lo eres.

-No lo soy.

Franky cruzó los brazos y procuró hablar con más serenidad. Sabia que no iba a ganar nada si se ponía terco con ella.

-Al príncipe espadachín no parecía importarle nada de eso. Si lo enfrentas con la verdad…

-No hay lugar para mí en su vida. Yo…- en este punto necesitó respirar profundo. Alzó el rostro hacia el techo para evitar que las lágrimas fluyeran de su rostro- él se va a casar con una princesa, y no soy yo y nunca seré yo, ¿comprendes? Lo mejor será que…

-Que vayas y que te presentes como quien eres, Robin…

-Yo soy quien traicionó a sus amigos, dañó a mucha gente, cometió un sinfín de faltas… ¡Y soy quien casi mata a Zoro! No puedo simplemente ir allí y presentarme como si fuera lo más sencillo del mundo. Se acabó ¿No lo entiendes? Ohara no existe ya, yo ya no soy una princesa, y aunque lo fuera realmente, no puedo volver y sentirme orgullosa de quien soy…y no lo voy a hacer.

Había bajado su tono en las últimas palabras. No había volteado a verlos ni ellos habían hecho el intento de que los enfrentara. Robin salió de allí caminando a un ritmo normal, pero cuando se percató de que Franky la seguía aceleró su paso. Finalmente se encontró a si misma huyendo por el pasillo como una pequeña que acaba de hacer una terrible travesura y no quiere que la encuentren.

Se metió en su habitación y aseguró la puerta por dentro. Se apoyó en ella para tomar aire y poco a poco se fue deslizando hacia abajo.

No habia llorado luego de lo sucedido. Quiz´s por que ni siquiera se había permitido recordarlo. Pero allí, luego de todo aquello, se encontró a si misma recostada contra la puerta, con el piso helado debajo de ella y su cara apoyada contra la madera.

Allí, en ese momento, se deshizo en lágrimas. Todo lo que no había salido de ella hasta entonces, salió. No habia querido pensar en nada durante todos esos días, ni en Zoro y ni siquiera en su madre, con tal de no sentir dolor. Pero ahora todo eso había caido junto con ella, y su pecho se estremeció en un estallido profundo, una necrosis repentina que le obligaba a respirar a bocanadas y aferrarse a la puerta con las uñas, y a que su cuerpo temblara de arriba a abajo violentamente, casi retorciéndose.

No pudo detenerse y no supo cuanto tiempo pasó así.

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Habían pasado dos días y como estaba convenido, al cumplirse las dos semanas Luffy y compañía volvieron al reino del Sureste a ver a Zoro. En el camino habían pasado por Nami a Cocoyashi. Vivi también llegó con su padre, Cobra, y fueron todos recibidos con un pequeño banquete en el castillo.

Zoro no estaba especialmente de humor, pero tenía que admitir que ver a sus amigos sanos y salvos luego de todo lo que había pasado era bueno para su corazón.

Mientras todos conversaban, pudo ver que Sanji se había mantenido algo alejado. Ya que todos escuchaban el inocente relato de Luffy acerca de cómo había vencido a Crocodile, decidió acercarse al rubio para preguntarle un par de cosas que tenía rondando en su mente desde el día anterior.

De modo que se levantó discretamente de su silla y se acercó a la columna donde el rubio estaba recargado viendo la escena, pero en lugar de pasar de largo, como Sanji había pensado que haría, se recargó del otro lado y cruzó los brazos.

-Ne, cocinero- le llamó- hay un par de preguntas que necesito hacerte.

Sanji lanzó un suspiro y se recordó a si mismo que Zoro seguía necesitando un poco de descanso –apenas un par de días más- y que por su parte no podía ponerse a fumar en ese lugar. De modo que se preparó mentalmente para esa conversación con el peliverde, que casi sin saberlo había estado postergando desde que éste despertara.

-¿Qué quieres? Debo volver a la cocina antes de que al tonto de goma se le empiece a antojar el mantel. Ya casi termina con todo.

-Lo sé bien. Solo quiero que me digas…qué pasó.

-¿A qué te refieres?

-¿Qué pasó conmigo? Luego de…ella me acuchillara no recuerdo mucho. Solo que Chopper me curó y que…

-Quedaste inconsciente durante dos semanas. Es todo. Al principio nos metiste un susto, creímos que estabas muerto, en serio. Pero luego Chopper dijo que estabas bien y que estabas vivo. Luffy también estaba herido de modo que nos ocupamos de Crocodile y de Mr. 1 y nos largamos de allí. Es todo.

Zoro suspiró. Seguía sintiendo que algo estaba perdido en su memoria, que había una gran laguna que no encajaba con el resto, que faltaba una pieza en el rompecabezas, sin embargo decidió desistir de preguntarle a Sanji. Decidió volver a sentarse, pero cuando se dispuso a caminar tuvo que detenerse ya que Sanji lo estaba jalando de la manga de su saco. Se regresó a donde estaba antes y esperó por sus palabras, que tardaron apenas unos segundos en llegar.

-Te besó- dijo el rubio de una sola vez, sin dar rodeos y sin rastros de interrogación en su voz- Cuando todos pensamos que estabas muerto Robin chwan te besó. Todo ese tiempo habías estado descansando en su regazo, incluso te dijo algo al oído cuando Chopper le pidió que te mantuviera despierto. Nos sorprendió, no lo puedo negar. Te preguntaría qué historia había entre ustedes dos, pero no quiero saberlo ni lo quiero imaginar. Solo sé que si ustedes dos tenían algo…y si quieres retomarlo entonces lo tendrás que hacer con cuidado. Porque si me entero de que la lastimaste o si la llegas a lastimar alguna vez te mataré con mis propias manos, ¿lo has entendido?

El silencio fue la única respuesta y ambos lo interpretaron como un sí.

-Pero relájate, cejas- le dijo Zoro en tono despreocupado- toma en cuenta que ella casi me mata. No creo que yo sea capaz de lastimarla de verdad aunque lo intentara- y acto seguido se separó de la columna y volvio a tomar su lugar en la mesa. Sanji por su parte también tomó su camino rumbo a la cocina. Más tarde regresó con la comida para Luffy y se unió a la conversación sin mostrar demasiados animos.

Pero esa no fue la única conversación que tuvo Zoro ese día, aunque lo hubiera preferido con creces.

Con el paso de las horas comenzó a sentirse con ganas de caminar un poco. De modo que se levantó de la cama –donde lo obligaban a permanecer para que descansara- y salió al patio.

Había nevado un poco más esos días, pero los caminos entre las jardineras del palacio estaban despejados, de modo que Zoro pudo caminar entre ellas sin problema. Sin embargo no tardó en sentirse seguido.

Ese día no tenía ganas de evadir a nadie, de modo que detuvo su marcha y esperó. No tardó en sentir una pequeña y delicada mano sujetando una de las suyas. A diferencia de su mano, esta era suave y estaba cálida, traía puesto un guante.

-Zoro san…hace frío aquí afuera, ¿No debería regresar al castillo?

-Estoy bien.

Vivi cerró los ojos y suspiró, soltando entonces la mano del príncipe, que la dejó ir sin ningún problema ya que de todos modos ni siquiera había correspondido a su agarre.

-Zoro san- dijo finalmente- hay algo de lo que necesito hablar contigo. Es sobre nuestro compromiso.

-¿De qué se trata?- preguntó con sequedad- ¿Hay algún problema?

Vivi se armo de valor y lo hizo voltear a verla.

-Sí lo hay. Tú…tienes a esa mujer, lo sé. Entiendo que la amas, y te conozco lo suficiente para saber que no te será fácil olvidarla, Zoro san. Tú simplemente eres esa clase de hombre. El hecho es- bajó la vista sin soltarle el brazo-, que yo no sé si pueda vivir siempre bajo semejante situación. Si tu crees que no podrás olvidarla dímelo de una vez. No te quiero lo suficiente para aguantar tal humillación durante mucho tiempo.

Zoro miró a Vivi con severidad. Trató de suavisar su expresión. Era totalmente cierto que Vivi no le amaba y eso ambos lo tenían claro desde un principio, pero el hecho era que habían estado de acuerdo en tomar esa responsabilidad y ahora no podían echarse para atrás así de fácil…¿O sí?

-Lo que dices es verdad. Y sería injusto de mi parte pedirte que lo aceptaras así como así, de modo que tengo que decirte esto: no quiero casarme contigo. Eres una mujer extraordinaria y no lo dudaría ni un segundo, pero tu no eres a quien yo amo. En ese sentido…tengo que ser honesto conmigo mismo. Espero que lo comprendas.

-Espero que ella valga la pena- suspiró Vivi- porque vamos a correr un gran riesgo. ¿Ya tienes pensado qué vas a decirle a tu padre?

Zoro asintió.

-Bien. Porque yo pienso seguirte.

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Franky y Brook tomaban café en la biblioteca. En los últimos días, Robin apenas había salido de su habitación, incluso había desistido del mantenimiento de los libros. No les dirigía la palabra y en general daba la sensación de que ya se había ido.

Sin embargo ellos sabían perfectamente que ella estaba allí y que algo grande iba a suceder, y no tuvieron que esperar mucho para comprobarlo. Ese mismo día, cuando menos se lo esperaban, de hecho, Robin apareció. Caminó lentamente hacia Brook.

-Necesito que abras la puerta para mí otra vez.

-¿Has tomado una decisión?- pregutó Franky, ofreciéndole una taza que estaba sobre la mesa. Robin la tomó. Sopló un poco el café y bebió cerrando los ojos.

-Sí- dijo en cuanto despegó sus labios de la taza- ya lo hice. Y necesitaré de ambos por última vez, ¿Me ayudarán?

-Sabes que sí, Robin san- contestó Brook, y acto seguido se puso de pie y se encaminó a la puerta.

-Si salimos de aquí esta noche, llegaremos mañana por la tarde, ¿No es cierto?

-¿Al reino del Sureste? Sí, más o menos.

-Perfecto entonces.

Franky dejó el café sobre la mesa, se ajustó la chaqueta y le sonrió a Robin.

-Iré a conseguirle un carruaje, alteza.

Robin inclinó la cabeza en agradecimiento, y comenzó a mentalizarse, a volver a ser una princesa, ya que lo iba a necesitar en cuanto llegara allí e hiciera lo que había decidido hacer.

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Nami había ido de regreso a "su escondite" a recoger algunas cosas. Ya no lo iba a necesitar, asi que lo mejor era dejarlo libre por si alguna vez sus propietarios regresaban.

Y hubiera sido una tarea de lo más sencilla y aburrida, de no ser por que lo primero que vio al entrar fue una hoja de papel, doblada por la mitad sobre la mesa. La tomó, la desdobló, y como iba dirigida a ella leyó su contenido. La volvió a doblar y se sentó. Observó el papel tan inofensivo, y sonrió ampliamente.

Estaba desesperada por saber qué haría Zoro con respecto a Robin a continuación. Decidió que si esa carta no era el último impulso que necesitaba, ella misma lo llevaría arrastrando hasta dejarlo en el camino que lo llevara directo a las Ruinas, el último lugar donde habían visto a la morena.

De modo que luego de hacer las últimas diligencias en ese lugar, salió y cargó a Chopper y a Ussop, que la habían acompañado, con sus pocas pero pesadas pertenencias.

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Vivi apretó un poco más la mano de Zoro mientras caminaban rumbo al salón del trono, donde seguramente estarían sus padres luego de la cena, disfrutando de la plática de sobremesa. Luffy seguramente estaba aún comiendo golosamente, con Sanji en un lado lamentándose de los terribles modales que el joven rey mostraba en presencia de los otros monarcas. Habían visto a Nami irse junto con Ussop y Chopper. Francamente esperaban que la ausencia de sus amigos hiciera el trago menos amargo.

Zoro seria el primero en hablar y cuando el primer impacto hubiera pasado sería el turno de Vivi para confirmar sus palabras. Ninguno sabía quien de los dos se llevaría la peor parte pero por eso precisamente iban juntos. Nunca habían sido los mejores amigos, pero se conocían y se apreciaban lo suficiente como para pasar juntos por aquel proceso.

En cuanto pusieron un pie dentro del lugar todos dirigieron sus miradas hacia ellos.

-Padre- habló Zoro- Vivi san y yo quisiéramos hablar en privado con usted y con Cobra sama.

Luffy se quedó con un pan metido en la boca, y dejó de masticar. Sanji los miró intuyendo lo que el príncipe haría a continuación.

-Vamos, Luffy,- levantó varios platos de la mesa y le hizo una seña con la cabeza- termina de comer en la cocina.

Y acto seguido les hizo una seña al resto de los sirvientes, que le ayudaron a transportar la comida que todavía Luffy no había conseguido engullir.

La habitación se vació y fue entonces que Zoro tomó una profunda respiración. Él y Vivi caminaron firmemente hasta encontrarse enfrente de sus padres.

-Padre…sé que Vivi y yo hicimos un compromiso muy importante cuando aceptamos casarnos. Sin embargo yo por mi parte… soy incapaz de cumplir. Quiero a Vivi, pero no puedo tomarla por esposa. Yo no sería capaz de cumplir mi parte como su esposo, y ella no merece vivir una situación así. De modo que no me casaré, aun si tengo que renunciar a mi título. No me importa. Lo siento y espero que me comprenda.

Sobra decir que para Zoro fue muy difícil decir todo esto, en parte por su escasa habilidad para expresar sus sentimientos mediante palabras y en parte porque temía el efecto que su decisión podría causar en su padre y en el reino entero.

No pasó mucho tiempo antes de que Vivi tomara la palabra.

-Yo apoyo a Zoro san, ya que lamentablemente me encuentro en la misma situación. No deseo casarme con él, pues eso solo nos haría infelices a ambos. Padre, sé que lo prometí, pero estoy dispuesta a correr el mismo riesgo que él. Realmente no me importa si me quitan mi título. Solo quiero que ambos tengamos la oportunidad de ser felices.

Por un momento, ambos monarcas se quedaron en silencio observando a sus hijos, y posteriormente, se acercaron para decirse algo en voz baja sin que los oyeran. Asintieron en acuerdo. Zoro se mantuvo firme aún cuando sintió la mano de Vivi sujetando la suya con más fuerza, pero realmente no tenía idea de cómo terminaría aquello.

-Zoro….por favor, acompáñame al jardín, necesito que hablemos y también es necesario dejar solos a Cobra y a Vivi.

Zoro asintió. Antes de salir, Zoro hizo una reverencia a Cobra y otra a Vivi, a cuya mano besó con el único fin de mostrarle a ella y a su padre que su cariño y respeto eran sinceros.

Después de esto, siguió a su padre fuera, al jardín. Mientras caminaban, el rey iba en silencio. A pesar de la incomodidad, Zoro se consideraba suficientemente preparado para enfrentarlo.

Finalmente llegaron a una banca y tomaron asiento. El rey suspiró antes de comenzar a hablar.

-Dime…Zoro. ¿Tienes alguna idea de porqué te adopté cuando Kuina murió?

Para ambos aquél era un tema difícil. Los dos habían amado a Kuina, de diferente manera, claro, pero sí de forma en qe lograron identificarse fácilmente en el dolor. Con el paso de los años, cada quien la recordaba y la honraba en secreto, rara vez hablaban de ella, excepto en ciertas fechas, como su cumpleaños o el aniversario de su fallecimiento.

Zoro no supo que contestar. Se quedó callado mirando el suelo, pero luego decidió dar una contestación que acelerara la plática a un punto menos tenso.

-Lo siento, no lo sé. Para serle sincero, no lo he comprendido en todos estos años.

El rey guardó silencio uno o dos minutos. Buscaba palabras que explicaran correctamente lo que quería decir a continuación.

-Una mañana Kuina y yo estábamos dando un paseo. Se me ocurrió decirle que algún día ella se iba a casar, y que lo más probable es que se casaría con un príncipe, con el fin de ayudar a nuestro reino o en otro caso, ayudar a otro reino que lo necesitara.

Guardó silencio un momento más. Zoro no preguntó nada, no dijo nada y simplemente espero a que él continuara.

-Ella se negó. Ella se negó por completo a hacerlo porque…según me dijo, ella ya tenía pensado casarse contigo.

Dicho esto, una amplia sonrisa se posó en su rostro, sobretodo al notar la sorpresa reflejada en el rostro del peliverde.

-Ella dijo que sin importar lo que pasara ella prefería casarse contigo, y que no le importaba si tenía que dejar de lado su título, tal como tú lo has hecho ahora. Dudo mucho que ella supiera en ese entonces lo que era el amor, pero tenía claro lo que quería para sí misma. Yo no me opuse. Por eso, cuando murió, decidí que tú tomarías su lugar como príncipe de este reino, simple y sencillamente porque así ella lo hubiera querido.

Zoro sintió sus manos temblar. Si había algo en la vida que podía con él, con sus emociones y con su fuerza, esa era Kuina. No se esperaba aquella historia por parte de su padre adoptivo. Nunca pensó que Kuina hubiera querido casarse con él. Ahora no sabía que pensar.

-Cuando Cobra y yo les propusimos casarse, hablábamos en serio cuando dijimos que si no querían hacerlo no lo hicieran. Por la educación que recibió, el sentido del deber de la princesa Vivi tiende a ser demasiado fuerte, por tanto era casi seguro que iba a acceder. Por otro lado, esperaba un poco más de fuerza por tu parte. Veo mucho de Kuina en ti, pensé que te opondrías de no querer hacerlo como ella en su momento lo hizo. El problema aquí es que las circunstancias te llevaron a aceptar a pesar de todo y eso, hijo, tiene sus puntos buenos y malos.

Zoro asintió con la cabeza sin atreverse a pronunciar palabra. Sintió entonces la mano de su padre posarse sobre su hombro, era algo pesada y grande, como las suyas. No podía evitar seguir pensando en Kuina, su presencia se respiraba en el ambiente. Y como antes, en muchas otras ocasiones, no pudo evitar pensar qué hubiera sido de su vida de no haber muerto ella. Probablemente a estas alturas ya se hubieran casado, de acuerdo con sus deseos, y él probablemente nunca hubiera conocido a Robin. Dependiendo de unas cosas y otras, en ese momento nada sería igual, absolutamente nada.

-Si acaso tú y Vivi se han estado ahogando en un vaso con agua por nuestra culpa, asumo toda responsabilidad y me disculpo. Pero también tienen que tener ambos en cuenta que esto es algo muy serio, ya que habían hecho un compromiso muy importante que resulta muy grave romper. Por parte de Cobra no esperes reclamos ni recriminaciones, tanto él como yo comprendemos la situación. Pero no te garantizo que los miembros del consejo de Arabastra lo tomen muy bien, Cobra es extremadamente flexible en comparación a ellos. Veo venir tiempos difíciles entre ambas naciones, pero confío en que podremos con ello.

Zoro asintió de nuevo, sintiéndose tranquilo de saber que su padre no estaba molesto con él, pero al mismo tiempo, alarmado y culpable de pensar en las consecuencias políticas que su decisión le hubiera traído a ambos reinos.

A continuación sintió una palmada en el hombro de parte de su padre, quien se puso en pie y caminó en dirección al castillo.

Ya no era un niño a quien castigar por pelearse con Sanji. Ahora era un hombre, y el rey sabía que no podía ponerle condiciones ni encerrarlo o quitarle sus espadas por un tiempo para hacerlo pensar en lo que había hecho. En realidad, sabía que Zoro reflexionaría, que probablemente se pondría triste pero que saldría adelante, y de haber una forma, arreglaría todo problema.

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Zoro llegó bastante cansado a su habitación. En realidad no deseaba pensar en nada. Sin embargo, ya que su vista estaba en el suelo, notó en seguida un papel doblado que alguien seguramente había deslizado bajo su puerta. Lo tomó y vio que era para Nami, pero, ¿Qué hacía en su habitación?

La curiosidad pudo entonces más que la prudencia. Desdobló el papel y leyó.

Querida Nami san:

Agradezco infinitamente toda la ayuda que me has prestado estos días. Debo irme, pero no sin antes decirte lo feliz que he sido. Contrario a lo que pueda parecer, esta noche fue la mejor de mi vida y la guardaré en mi memoria para siempre.

Siento que no todo haya salido como lo planeaste en un principio, pero debo decir que yo ya estaba hecha a la idea. Espero que hayas tenido ocasión de divertirte en el baile. Por lo que pude ver fue precioso.

Si Zoro san alguna vez pregunta por mí, dile que estoy bien y que espero que sea feliz. Si pudiera quedarme a su lado lo haría por siempre, pero lamentablemente eso es imposible, y él sabe bien el porqué.

Ojalá algún día, en mejores circunstancias, pueda volver a verte o a darte noticias mías.

Muchas gracias por todo.

Robin

Al releer una y otra vez la carta Zoro comprendió porqué estaba en su habitación, aquello tenía la marca de Nami por todas partes. La carta estaba fechada el día siguiente al del baile, por lo que adivinó que Robin la había escrito luego de que él se marchara.

Lo que decía Robin acerca de él en la carta, poco a poco, llenó el hueco que Zoro aun tenía en su memoria con respecto al cuchillo envenenado que le había clavado –y que aún no entendía si había sido accidental, inconsciente, intencionado…-

Cuando estaba en el piso, con su cabeza recostada en su regazo, apenas podía oír bien. Escuchó a Chopper, muy apenas, pedirle a Robin que lo mantuviera despierto.

Recordaba que los brazos alrededor de él se habían cerrado un poco más, y que ella se había acercado a su oído. Recordó sentir su respiración cálida pegando contra la piel de su oreja, y la voz temblorosa de la mujer exigiendo su atención.

te amo…

Fue lo único que dijo, y en aquél momento sobresaltó a Zoro porque simple y sencillamente era algo que nunca se hubiera esperado escuchar en esa situación.

Las veces que habían podido estar juntos, aún en las más desesperadas, jamás habían expresado así sus sentimientos del uno hacia el otro. La primera vez que estuvieron juntos él no tuvo el valor de decirlo, aunque al parecer era lo que ella esperaba cuando tuvieron esa pequeña discusión por aquello de "¿Porqué no admites que sientes lo mismo que yo y acabamos con esto?". Y el día del baile, a pesar de todas las veces que hicieron el amor, y a pesar de haberse entregado como nunca lo habían hecho, ninguno de los dos lo dijo, por Dios, ni siquiera llegaron a decirse que se querían.

Y Zoro pensó en eso mientras veía a Robin, esperando que le explicara porqué, porqué justo en ese momento, cuando él moría, cuando acababan de pelear de ese modo, justo después de que pareciera que ella le odiaba y de verdad quería matarlo, ¿Porqué insistía en voltear su mundo de cabeza cada vez? ¿Porqué no podía haberlo amado en circunstancias distintas? Si era tan fácil admitirlo ¿porqué demonios no se había quedado a su lado desde un principio? ¿Por qué no aceptó su amor y su comprensión cuando pudo hacerlo?

No hallaba explicación, y ella tampoco había querido explicarle. Ahora se encontraba, para qué negarlo, un poco molesto.

Pero se calmó. Guardó la carta en un cajón pensando qué tan necesario sería regresársela a Nami, y acto seguido se fue a dormir.

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El día siguiente todo fue extraño en el castillo. Se respiraba paz, pero una paz extraña, como la que se siente antes de que se desate un fuerte viento. Se sentía el estropicio en el aire. Se respiraba algo fuerte, no desagradable, pero sí evidentemente cargado. Como esas horas muertas en las que no se sabe qué hacer y se siente la pesadez encima.

Todos sabían ya que Vivi y Zoro habían roto el compromiso. Los sirvientes del castillo tenían estrictamente prohibido hablar de eso. En cuanto a los amigos, estos simplemente habían decidido no hacer preguntas ni comentarios al respecto para no incomodarles, pero simplemente las precauciones fueron innecesarias; Vivi estaba tan tranquila que realmente no parecía importar si le preguntaban, y en cuanto a Zoro, había estado todo el día vagando por el castillo, de manera que nadie había tenido verdadera oportunidad de acercarse a él y conversar, y de todas maneras, todos sabían cual hubiera sido el resultado.

Zoro tenía uno y mil pensamientos corriendo por su cabeza. ¿Volvería por ella? ¿Qué podía decirle? ¿Se harían daño de nuevo?

Y si se quedaba allí sin hacer nada, ¿Valdría la pena? ¿Pasaría algo, cambiaría eso algo?

Y no encontraba respuestas.

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De pronto ya era de tarde. Habían comido y en el salón los reyes conversaban, Luffy y Chopper estaban sentados en el suelo escuchando un relato de Ussop, y Nami con Vivi comían un postre recién hecho por Sanji, mientras este esperaba su opinión, bailoteando alrededor de ellas.

Toda la paz se vio interrumpida bruscamente cuando un sirviente entró al salón, luciendo algo confundido. Se dirigió a los reyes.

-A…alteza- pronunció- ha llegado alguien.

-¿Sí?

-Una mujer…al parecer es la…princesa de un país pero se negó a identificarse. Pidió una audiencia con usted, con Cobra sama y con Luffy san.

Luffy se puso de pie y con extraña propiedad fue a sentarse a un lado de Cobra. Nami, Vivi, Ussop, Chopper y Sanji se sentaron en unas sillas a la orilla del salón, esperando en silencio. La sorpresa en ellos fue grande cuando quien entró por la puerta fue nada menos que el tipo de cabello azul.

Vestido con propiedad –hasta había accedido a ponerse pantalones, solo por la ocasión- caminó elegantemente hasta los tres monarcas que le miraban con curiosidad. Luffy le miraba también recordando lo poco que lo había visto. Algo se retorció en el estómago de quienes lo reconocieron. Si él estaba ahora frente a ellos, la mujer que había llegado allí seguro era…

-Sus majestades- hizo una inclinación- mi nombre es Franky. Yo y mi señora venimos desde las Ruinas, antes conocido como Ohara.

Cobra hizo un gesto de sorpresa. Luffy no mostró cambio alguno en su rostro, y el padre de Zoro se limitó a asentir.

-Ella vino a presentar algunos obsequios en agradecimiento por haber liberado su territorio de la presencia de Crocodile y Baroque Works.

-Hágala pasar- accedió el rey, mirando de reojo a Cobra y a Luffy, y por extensión al resto de los jóvenes presentes.

Franky volvió a la puerta y a través de ella extendió sus manos. Fue entonces que ella entró.

Llevaba puesto el vestido azul de su madre y la tiara que había pedido especialmente para ella. Su presencia allí fue un verdadero shock. Nami, Ussop, Chopper y Sanji tuvieron que contenerse para no correr y abrazarla.

Sorprendía la propiedad de su caminata, la elegancia y la realeza que despedía, como si estuviera acostumbrada a hacer ese tipo de apariciones. Su mirada no vagó sobre ellos. Miraba directamente al frente y parecía muy concentrada en lo que hacía.

Llegó e hizo una inclinación profunda y no se enderezó hasta que el padre de Zoro se lo pidió.

-En pie, señora mía- le dijo el buen rey- esto es una sorpresa. Ya nos han contado toda la historia de Baroque Works y de lo que sucedió en las Ruinas, pero… resulta bastante inesperada esta situación.

-Permítame presentarme como debería, señor. Usted me conoció como una esclava hace tiempo- él asintió- todos aquí. Sin embargo en el pasado fui Nico Robin, princesa de Ohara.

Al oír la palabra "princesa" hasta Luffy soltó un respingo. Nadie se atrevió a interrumpirle, aunque esa paz de estropicio que se respiraba por la tarde flotó con más fuerza en el aire.

-¿Eres la hija de Olvia?- preguntó Cobra, inclinandose un poco hacia ella. Robin asintió.

-¿Qué es Ohara?- preguntó Luffy, un poco confundido.

-Las Ruinas, es el lugar donde hace muchos años estuvo Ohara- explicó el padre de Zoro, comprensivo hacia el joven- tú eras muy pequeño, Zoro igual. Ohara desapareció luego de una serie de ataques y desastres que acabaron con las ciudades, las aldeas y por último con la capital. La información llegó muy tarde y ya no hubo forma de hacer nada contra la destrucción. Olvia fue de hecho una de las primeras en morir. Sabíamos que tenía una hija, pero todos creímos que había perecido en los incendios igual que su madre. Fue un acontecimiento tan terrible que los reyes de todo el mundo, incluido Dragon, tu padre, decidimos que quizás lo mejor era borrar ese episodio de la historia. Las Ruinas entonces se volvieron una especie de tierra prohibida.

Robin asintió.

-Todo esto ocurrió apenas unos días antes de mi presentación, por tanto ningún rey me conocía oficialmente. Tuve suerte de salir viva. Me uní a Baroque Works debido a un terrible error, y lo demás es historia.

Hubo un silencio denso después de esto. Ahora todos comprendían un poco mejor la situación de Robin y como las cosas habían llegado hasta ese punto. Ella siguió mirando a los monarcas fijamente.

-He venido, como ya ha dicho Franky, a presentar mi agradecimiento. Ohara no existe más y lo sé, pero aún así estoy agradecida por todo lo que ayudaron a que finalmente Crocodile cayera. Y ya que no tengo nada mejor qué ofrecer, he traído las joyas de la corona.

Franky presentó los dos baúles llenos de joyas ante los monarcas.

-No sé si es poco o mucho- continuó- pero no dudo que ustedes, señores, sabrán usarlo mejor que yo.

-Yo no puedo decir nada- se desmarcó Cobra- yo no he tenido nada que ver.

Luffy miró a sus amigos, tan desconcertados estaban como él. Robin le sonrió cuando la miró a ella.

-Quizás Nami san quiera utilizar parte de esto para ayudar a su aldea. Me sentiría muy honrada de ser así.

-Ro…Robin…yo no hice lo de Crocodile para recibir una recompensa por ello- intervino un poco molesto- si estas son las joyas de la corona entonces te pertenecen. No las puedes regalar así como así.

Robin suspiró y luego sonrió melancólicamente.

-A mi no me sirven de nada ya. Esto no es más que…una fachada. Ohara dejó de existir hace años. No necesito estas cosas porque ya no soy una princesa, aunque lleve la corona. Franky ni siquiera es un sirviente, apenas podría decir que es mi amigo. Solo he hecho esto para poder presentarme ante ustedes. Insisto en que acepten mi obsequio.

Luffy se agarró del cojín de su asiento, tratando de resistirse de lanzarse hacia ella de lo molesto que estaba con su actitud, pero el rey se lo impidió.

-Robin san…dígame, ¿porqué dice usted eso de Ohara?

-¿Perdón?

-Ohara fue destruida, sí, pero eso no quiere decir necesariamente que eso tenga que ser así siempre. Muchas veces, el tesoro más grande de un reino no son sus joyas. Y un reino, por destruido que esté, mientras tenga una princesa tan valiente como usted no puede simplemente haber desaparecido.

Robin miró de reojo a los demás preguntándose si ellos comprendían lo que el rey quería decir, y casi sin querer ubicó a la princesa de pelo azul. No pudo evitar que su corazón se estrujara al recordar lo que la unía con Zoro.

-No entiendo a donde quiere llegar con esto, alteza- dijo entonces, un poco incómoda con la situación.

-Quiero decir… el mayor regalo que puedes darle no son las joyas de la corona.

Robin frunció el ceño. Seguía sin comprender, o quizás sin querer comprender.

Contrario a sus costumbres y a su educación, Vivi se puso de pie y caminó un poco hacia ella sin atreverse a llegar a su lado. Trató de sonreírle.

-Zoro san y yo ya no estamos comprometidos… Robin sama…

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Zoro llevaba un buen rato caminando por el patio, luego de haber recorrido el castillo de cabo a rabo, de haber bajado a la aldea y de perderse un par de veces en sus intentos de despejar su mente.

De buen modo hubiera desobedecido a Chopper y se habría ido a entrenar, sin embargo luego de lo del día anterior lo último que deseaba era angustiar a su padre. Aun sentía cierta culpa, tenia que admitirlo, y prefería guardar bajo perfil hacia él y hacia Cobra al menos por un par de días más.

Se sentó en la misma banca donde había platicado con su padre el día anterior. Ya oscurecía, y el cielo lucía despejado. Las estrellas brillaban y la luna tenía la forma de una sonrisa delgada. Ya había algunas personas encendiendo las lámparas del jardín, y Zoro sabía que dentro de unos minutos más se irían y él estaría solo en ese lugar.

O no tanto. Por el rabillo del ojo percibió que alguien se acercaba a él, y justo como el día anterior, la mano pesada y grande de su padre se posó sobre su hombro, mientras se sentaba junto a él tranquilamente.

-Has estado más distraído que de costumbre, hijo. ¿Ocurre algo?

-No realmente.

-¿Tienes algún problema?

-Algo por el estilo. Yo… tengo que tomar una decisión. Realmente no sé que hacer.

-Sabes que si necesitas mi ayuda yo puedo apoyarte.

-Lo sé, gracias.

-Pero por el momento…quisiera que seas tú quien me ayude a mi.

Zoro volteó a verlo y asintió apenas perceptiblemente.

-Verás…recibimos una visita.

-Vi el carruaje llegar.

-Ya veo. Se trata de una joven princesa que necesita nuestra ayuda. Ella y su reino han sufrido mucho, y es nuestro deber apoyarla en tan difícil situación. Con nosotros, ella podrá rehacer su vida y levantar a su nación.

Zoro se encogió de hombros y volvió a ver al piso. No tenía ánimos de ver a ninguna princesa, vaya, no fuera a ser que terminara comprometiéndose de nuevo por simple deber como lo había hecho con Vivi.

-Oh, aquí está ella. Luce hermosa, debo decir. Sé un caballero como se te ha enseñado, Zoro.

-Claro.

-Los dejo solos.

Y se puso de pie y caminó de regreso. Zoro había percibido la sombra con forma de mujer acercarse a donde él estaba, y realmente no quería ser grosero pero simplemente no estaba de ánimos. Así que se enderezó lo más que pudo y trató de suavizar la expresión que había en su rostro en ese instante, esperando no incomodar a la mujer y al mismo tiempo darle un mensaje rápido de que no tenía muchas ganas de conversar.

Entonces volteó. La vio un momento y su estructura se derrumbó por completo. Relajó sus hombros, miró al suelo y cerró los ojos. Soltó una risa con la que se burlaba de si mismo mientras pasaba una mano por su rostro.

-Entonces- dijo, reponiéndose un poco- ¿Cuál de todas las que conozco debo suponer que es la verdadera Robin?

¿Cuál era? ¿La que conoció causando disturbios en el mercado? ¿La que compró en una subasta y llevó a su hogar para que le ayudara con sus entrenamientos? ¿La que se acostó con él y, cuando menos, dio indicios de amarlo?

¿Era acaso la primera Miss All Sunday, la que lo retó y amenazó de muerte? ¿O era la otra Miss All Sunday, la que de hecho traicionó a Crocodile pero de todas maneras casi lo mata a él mismo?

¿O era la que lo había sujetado, lo había besado y le había dicho esas palabras al oído?

¿O era la que ahora estaba aquí, según su padre, una princesa?

¿O era todas ellas?

Ella esperó a que él volteara a verla de nuevo para mostrarle que ahora sus palabras y sus decisiones eran más firmes que nunca. Ni siquiera hizo amago de acercarse o de sentarse a su lado. Solo se quedó ahí parada, estoica y firme, como una princesa debía ser.

-Me gustaría decir que la que ves ahora mismo, pero eso sería demasiado bueno- hizo una larga pausa, en la que Zoro no dejó de mirarle ni ella se dejó intimidar por esa mirada-. En este momento no soy más que una corteza… una apariencia, de lo que fui, y de lo que quizás nunca vuelva a ser. Quería pensar que tal vez…a ti te he mostrado más de mi misma de lo que alguna vez he mostrado a alguien. Quise creer que probablemente querrías ayudarme con eso.

Zro no contestó nada. Volvió a bajar la mirada, y luego volteó su cabeza hacia el lado contrario a donde estaba ella.

-Comprendo que fui muy tonta al pensar que iba a ser fácil- respiró profundo- no sé si recuerdas lo que Crocodile dijo de mi madre. Ella era la reina de Ohara, por tanto yo soy la princesa. O al menos lo fui. Espero que eso sea suficiente para explicar esta…aparición mía. Solo vine a agradecerles lo que han hecho por mí.

Zoro se estremeció al sentir la mano de Robin posarse en su espalda. El no se había dado cuenta de cuándo ella se había sentado a lado de él. Estaba demasiado turbado para poner atención a su alrededor, por lo que no vio su silueta moverse por el piso.

-No espero que corras tras de mi de nuevo, sé que no tienes porqué. Debo irme ya.

Porque no sabía cuánto más tiempo iba a poder soportar la situación. Antes de poder ponerse de pie, él habló una vez más.

-Sólo contéstame dos preguntas más. Primero dime porqué peleaste conmigo de ese modo, ¿realmente querías matarme?

Robin no contestó en seguida, en parte porque ella misma no tenía clara la respuesta. Pero luego de pensar un poco, la encontró y no le gustó. Decidió ser sincera aunque con eso terminara por ganarse el odio de Zoro por completo.

-Supongo que…quería que me mataras- dijo con un hilo de voz- quería llevarte al límite, que me atacaras con todas tus fuerzas…descuidar mi guardia y dejar que finalmente me mataras. Estaba…destrozada. No pensaba con claridad.

Él no contestó nada.

-Cuando me di cuenta de que te había acuchillado sentí mucho miedo. Y fue peor cuando creí que realmente habías muerto. Pero…me alegró saber que estabas bien, no sabes cuánto.

Esperó la otra pregunta y mientras tanto observó sus acciones. Respiraba profundo. Tenía los ojos abiertos pero cuando los cerraba, era por varios segundos, para luego abrirlos otra vez. No parecía tener intenciones de voltear a verla de nuevo ni tampoco parecía querer hacer la segunda pregunta que según él iba a hacerle. Ella suspiró con aceptación. Ya había dicho lo que quería decirle.

Se acercó un poco más a él y dejó que sus brazos actuaran por sí mismos. Lo rodeó con ellos y apoyó el rostro en su espalda. Sintió como si el corazón fuera a salirse de su pecho. Deseó tanto que fuera posible besarlo, aunque fuera la última vez que lo hiciera. Separó sus brazos de él.

Se puso de pie lentamente y caminó de regreso.

Pero no había dado ni dos pasos, cuando Zoro la detuvo. La sujetó de la mano, pero ella no volteó.

-No te hice la otra pregunta.

Robin trató de concentrarse en el calor que desprendía la mano de Zoro sujetando la suya. Se imaginó cómo lucirían juntas. Percibió cómo él se acercaba un poco más.

-Adelante.

-¿Es verdad lo que me dijiste?

Los hombros de Robin temblaron al escuchar esto. Los levantó y Zoro pudo percibir claramente la tensión en ellos. Zoro repitió la pregunta, como si la primera vez no hubiera sido suficientemente claro.

-¿Es verdad lo que dijiste cuando Chopper te pidió que me mantuvieras despierto? ¿Debo de creerlo o debo de olvidarlo?

-Es verdad- soltó una pequeña y extraña risa, considerando que ahora la tensión, la vulnerabilidad, el miedo y el dolor la tenían al borde de las lágrimas- es verdad, debe ser lo más sincero que he dicho desde que nos conocimos.

Y luego de esto tuvo que taparse la boca con las manos, temerosa de parecer débil ante él…ya no quería más. Quería terminar con eso, como tuviera que terminar.

No supo que sentir cuando la calidez emanada por el cuerpo de Zoro la envolvió. Cuando sintió su barbilla recargándose en su hombro, y sus brazos rodearla y acercarla más a él.

Y su rostro hundiéndose de nuevo en su cuello. Y sus manos que comenzaban a recorrerla discretamente, sin miedo y sin prisas.

-Nunca me escuchas…cuando te pido que dejes de seguirme- fue lo único que supo decir, no comprendía cómo debía de sentirse, era doloroso, era sorpresivo, era extraño, y al mismo tiempo era lo que ella quería. Y el dolor…se iba convirtiendo poco a poco en sueños, en ilusión.

-Siempre me das un motivo para desobedecerte- fue su única contestación antes soltarla y comenzar a caminar rumbo al castillo sin soltar su mano.

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-Parece que funcionó- comentó Sanji, dejando salir el humo de su boca mientras todos espiaban desde las ventanas del salón del trono.

-Mejor de lo que esperaba- añadió el rey, mirando sonriente la escena.

-Pues hacen linda pareja después de todo- admitió Cobra, quien no temía perder categoría al unirse con el resto a espiar situaciones ajenas.

-Zoro se ve contento- añadió Luffy, quien al parecer era el único capaz de asociar la felicidad con el gesto de seriedad que tenía su amigo en ese momento.

-Robin va a ser muy feliz ahora- añadió Franky.

-Es lo más romántico que he visto en mi vida- decía Vivi mientras se limpiaba las lágrimas con un pañuelo abrazada a Nami.

-Yo también- coincidió la pelirroja, haciendo lo mismo que ella.

-Mmm…parece que vienen para acá- dijo Chopper cuando los vio entrar al castillo. Ussop suspiró y sonrió.

-¿Sabes, Chopper? No creo que ellos vayan a venir específicamente para acá ahora.

Chopper puso cara de no entender a qué se refería Ussop, pero éste se negó a explicarle y los demás simplemente se hicieron locos, ignorando también a Luffy quien se unió al cuestionamiento.

Volvieron a sentarse cada uno en su sitio y fue Sanji quien finalmente encontró el modo de desviar el tema.

-Así que después del susto, díganos Brook san, ¿cómo es que es usted un esqueleto parlante?

-¡Yohohohoho!- el músico se había sentado frente a una mesilla para tomar el té. Había llegado allí porque se había aburrido de esperar a Franky y a Robin en el carruaje, y a decir verdad llevaba tantos años de encierro que la perspectiva de asustar gente al salir no era del todo mala. Hasta se había divertido- Pues verá…Sanji san. Hace muchos años tuve la mala fortuna de ser envenenado…

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Robin conocía perfectamente los pasillos donde caminaban ahora. Sin duda se habían perdido.

Lo sabía entre otras cosas porque el sonrojo que se había apoderado de las mejillas de Zoro luego de los primeros diez minutos de camino ahora había tomado posesión de todo su rostro, hasta de sus orejas.

Y ella, que caminaba un paso tras él sin soltar su mano, lo encontró encantador. Tuvo que preguntarse cuánto duraría esa paz cubierta de nieve que los envolvía. ¿Y si al final resultaba contraproducente para ambos? No tenía porqué ser así, después de todo, podría decirse que estaban en paz, pero, ¿Por cuánto? ¿El pasado los perseguiría? ¿se abrirían heridas nuevas? ¿Habría reclamos y peleas luego de eso?

Entonces reconoció la puerta frente a la que Zoro se detuvo. Entraron a la habitación, perfectamente conscientes de lo que iba a suceder a continuación. En cuanto estuvieron adentro, Zoro cerró con llave tras él.

Se acercó a Robin. Sujetó su cara y acercó la suya poco a poco, mirando como cerraba los ojos lentamente y abría los labios para recibir su beso. En cuanto se tocaron sus labios, supieron que no iban a detenerse. Primero se acariciaron mutuamente, con tranquilidad, libres de presión, de miedo y de restricciones. Poco a poco fueron abriendo un poco más sus bocas permitiéndose internarse más en el otro. Dejaron sentir sus dientes, dejaron sus lenguas profundizar el beso y hacerlo más húmedo. Se robaron mutuamente el aire y durante un tiempo que para ellos fue eterno.

Se empujaron mutuamente a la cama en el silencio amenizado por el sonido que hacían mientras se besaban, una mezcla de respiración, suspiros y humedad.

La ropa sobró rápidamente y quedó olvidada en el suelo, dando paso a caricias curiosas, lentas e íntimas.

Cuando Robin se encontró a si misma bajo el cuerpo de Zoro, hizo un último supremo esfuerzo de razonamiento para quitarse la tiara de la cabeza y dejarla sobre la mesilla, mientras se sentía devorada por unos labios y una lengua ansiosos, que la estaban volviendo loca.

Poco a poco se siguieron recorriendo. Se llenaron de su propia humedad, bebieron de ella.

Los sonidos llenos de pasión fueron subiendo el volumen. Se dejaron a merced el uno del otro a propósito.

De modo que Robin sintió como Zoro besaba y acariciaba sus senos con lentitud, para luego ella besar, lamer y morder con fuerza su delicioso cuello y sus orejas mientras lo escuchaba gruñir para ella.

Zoro acarició todo su cuerpo únicamente con la yema de sus dedos, sonriendo y observando como ella se estremecía y gemía gracias a la ansiedad que le llevaba esa provocación a medias.

Ella respiró profundo tratando de controlarse y levantó su mano hacia él, su pecho desnudo mostraba la marca que ella había dejado con el cuchillo antes. Había cicatrizado casi por completo y se veía ahora tan inofensivo que nadie hubiera creído que estuvo a punto de morir por ello. Cuando Zoro se percató de esto, le detuvo la mano y la obligó a dejarla pegada a la cama mientras él seguía acariciándola.

Robin encontró la fuerza para girar sobre él y montarse sobre su estómago para apoderarse de su cicatriz. Comenzó a morder y a succionar suavemente el lugar, dejando una pequeña marca apenas, para luego pasar por el resto del pecho de Zoro quien gustoso le permitió continuar.

Lo recorrió primero con sus manos y luego con sus labios, con suavidad primero y luego con un poco más de rudeza, con más apremio, con más ganas de que le sintiera. Las respiraciones se habían vuelto agitadas y difíciles. Sus cuerpos se confundían enredados en la cama, con las sábanas y la oscuridad.

Se llevaron al borde mutuamente por mucho rato. Las caricias se hacían cada vez más intensas y profundas, lo mismo que sus besos, pero se negaban a llegar al final hasta que simplemente no pudieran más.

Comenzaron a sudar a pesar del frío. Las mejillas rojas y la respiración cada vez más trabajosa. Los besos cada vez más ansiosos, difíciles y entrecortados.

Finalmente no pudieron más. Se miraron y lo supieron.

Zoro giró encima de Robin. La besó con suavidad y ella le correspondió, con la misma suavidad y con el mismo amor.

-Hazlo- susurró viéndolo a los ojos, notando su ansiedad y su duda.

Zoro asintió, y mientras se inclinaba sobre ella para besarla, entró despacio en su cuerpo. Se abrazaron con mucha fuerza, y no dejaron de besarse mientras disfrutaban de su unión. El abrazo cada vez se hizo más estrecho, era un deseo único de estar por siempre así, de que sus cuerpos nunca pudieran separarse. Se relajaron un poco, y él comenzó con las embestidas mientras Robin gemía suavemente. Sus pieles se acariciaban en el vaivén. Se murmuraron y gimieron un millón de cosas al oído. Dejaron a sus manos seguir el recorrido mientras él entraba y salía con un ritmo lento, preciso, totalmente intencionado para enloquecer juntos.

Se volvieron a besar profundamente.

Robin fue quien ahora lo abrazó con más fuerza. Le acarició la espalda y el pecho buscando los lugares exactos para hacerlo sobresaltar y estremecerse.

Él decidió seguir dando batalla. Se apoderó de su cuello y luego se dobló un poco para besar sus pechos. Le sujetaba las piernas con las manos para mantenerla unida a él y profundizar con más fuerza en ella.

A Robin no le quedó mayor remedio que aferrarse a la almohada más cercana. Cuando él soltó sus senos, lo jaló del pelo y lo hizo besarla una vez más, cosa que él hizo, imitando con su lengua el ritmo de las embestidas.

De pronto lo sintieron. Comenzaron a temblar un poco y en cuestión de unos segundos, Zoro dejó su esencia dentro de ella. Robin por su parte ahogó un grito, pensando que se estaba quemando desde adentro. La sensación era increíble, pero lo mejor era que fuera él, después de todo lo que habían pasado, ese orgasmo volcánico había sido con él.

Estuvieron así por unos minutos, y durante este tiempo se besaron y se acariciaron suavemente.

Robin floreció unas manos que les arroparon con cuidado. Finalmente buscaron una posición más cómoda. Estaban acostados de lado, abrazándose muy de cerca.

No se sonreían mucho, pero ambos sabían que ellos eran así.

-Fue mi error- susurró Zoro de repente- quizás si esa noche…te hubiera dicho que te amo…nos habríamos evitado muchas cosas.

Robin no contestó. Él le tomó la mano y la besó.

-Si te hubiera pedido que te quedaras conmigo…y si te hubiera dicho que…te amo… ¿te hubieras quedado?

Robin asintió.

Él la abrazó hasta acercarla tanto que sus rostros casi se tocaban. Ella le rodeó el cuello con los brazos, accediendo con facilidad al contacto.

-Ahora no te irás. No tienes porqué hacerlo.

-No. Tengo más motivos para quedarme.

Zoro inclinó un poco la cabeza hacia ella, haciendo amago de besar su cuello. Pero en lugar de eso, solo se acercó suficientemente a su oído.

-Te amo…- le dijo, recordándole que ella lo había hecho del mismo modo. Sin embargo él añadió algo más- Cásate conmigo.

Robin se aferró a él y escondió la cara en su pecho.

Nunca en la vida esperó que un día como ese fuera a llegar. Nunca pensó que ella pudiera merecer ese amor. Y ahora ahí estaba, con ella.

Asintió, para que él luego la abrazara con fuerza, con ternura, convencido de que no la dejaría escapar de nuevo, de que ahí se iba a quedar para siempre, con él.

Para siempre.

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Epílogo

Se casaron tres días después, en una ceremonia apresurada pero hermosa en la que el reino entero se involucró. La historia de amor de ambos se esparció como pólvora, cada versión más distorsionada que la otra, pero todas con el mismo final feliz.

Robin vistió el traje de novia de su madre y Franky la entregó en el altar sin poder dejar de llorar. Brook dirigió una pequeña orquesta, Luffy y Sanji fueron padrinos y Nami y Vivi, las damas de honor. Hubo una fiesta enorme y escandalosa, como las que acostumbraban, pero los príncipes, fieles a su naturaleza tranquila y ligeramente solitaria, no prestaron mayor atención. Estaban juntos y era lo que importaba.

No pasó mucho tiempo, apenas un par de meses para que sus proyectos fueran tomando forma. Con ayuda de la gente de Cocoyashi, se dieron a la tarea de restaurar Ohara. La gente de Nami realmente necesitaba de un lugar mejor donde sembrar y criar sus animales y para su sorpresa, ese territorio seguía siendo muy bueno y fértil.

El castillo pasó por mucho tiempo de pesada restauración, lo mismo que las casas, pero el tesoro que tenía Robin daba para bastante, así como las contribuciones del padre de Zoro, de Luffy y de Cobra para seguir con los arreglos. Muchas personas llegaron a vivir ahí dispuestos a trabajar y a mejorar, y las habilidades de liderazgo de los príncipes eran suficientemente buenos para dirigir a toda esa gente.

Nami dividía su tiempo entre ayudar a Robin y a Cocoyashi, y cuidar a Luffy, Ussop y Chopper. Su relación con el joven rey era cada vez mejor y todos sabían que era cuestión de tiempo antes de que Luffy tomara la intempestiva decisión de casarse con ella, lo cual casi era un hecho.

Sanji decidió irse a vivir también a Ohara, más por Robin que por Zoro obviamente. Ayudó a poner orden en el lugar y a ir organizando a la gente para los distintos trabajos que se tenían que hacer. También tomó el mando de la cocina y de todo aquello en lo que su ayuda pudiera servir.

Franky siguió también con ellos, y creó una pequeña alianza/competencia con Ussop. Cada vez que se visitaran de un reino al otro, llevarían una nueva arma o herramienta que compartir, mostrar y con la cual competir. Chopper disfrutaba pasar tiempo con ellos y unirse a su creatividad trabajando él en sus propios tratamientos, así como escucharlos platicar y contar todo tipo de locas historias a lo cual más tarde se unían Luffy y Brook.

Vivi regresó a Arabastra con su padre y al poco tiempo supieron que la habían inspirado para tomar la decisión de su vida y anunciar que estaba enamorada de Kozha, un capitán del ejército de su país, y que quería casarse con él. Después de lo ocurrido entre Zoro y Robin, Cobra obviamente no se lo impidió.

El padre de Zoro se fue con ellos un tiempo para ayudarlos con las reparaciones y en general a poner las cosas en orden. Para él existía aún la duda de cómo harían con ambos reinos cuando él muriera y Zoro tuviera que tomar su lugar, pero decidió no pensar en ello por el momento.

Entre otras cosas, frecuentemente pensaba, al ver a su hijo y a Robin trabajando por sacar el lugar adelante, que Kuina estaría orgullosa de ver en lo que se había convertido su terco y cabezón amigo de cabello verde.

Brook tomó su lugar como músico y por primera vez en mucho tiempo pudo salir libremente a las calles, y eso lo hizo feliz. Al principio causó mucho miedo entre la gente, pero finalmente se acostumbraron a él. Y era tan simpático que no tardó en hacer amigos y en encantar a todos con su carisma y su música.

Luffy por su parte estaba feliz por ellos. En el fondo, lo de su relación lo había sabido siempre, y estaba más que satisfecho con el resultado de toda aquella aventura. Ahora, y esto era lo mejor, tenía muchos más motivos para salir adelante y luchar. Ahora tenía más amigos a los cuales nunca iba a dejar atrás, por los cuales volvería a pelear gustoso cuando fuera necesario.

Ohara volvió al mapa. Mucha gente llegó para quedarse, vivían bien y respetaban a sus príncipes. Se activó la economía y no pasó casi nada de tiempo antes de que fueran reconocidos como un país otra vez.

La historia de Ohara se llenó de gloria, ciertamente, pero pocos conocían esa historia de amor. Pocos sabían que el primer "te amo" había sido provocado por el miedo de la muerte, y que el segundo y definitivo había sido pronunciado en la penumbra y la incertidumbre posterior a una entrega completa y vulnerable de los dos.

Nadie imaginaba que en la soledad los príncipes eran capaces de derrumbar al mundo solo para perderse en la pasión. Que serían capaces de matar o morir el uno por el otro. Que si tenían que elegir, preferían un solo día juntos que mil años de vida sin poder verse.

Los hijos llegarían, por supuesto. Antes del primer mes el embarazo era evidente. Probablemente estaba allí desde mucho antes.

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-¿Qué tanto miras?- preguntó Zoro al ver a Robin pegada al vitral del salón, mirado hacia la ciudad. Sus amigos estaban de visita pero ahora todos dormían plácidamente. Probablemente ellos eran los únicos despiertos en el palacio.

-Cuando era niña- explicó mientras recordaba- me la pasaba pegada aquí esperando a mi madre. Después, cuando…él, se apoderó de este lugar, yo esperaba por algo que no sabía que era.

Zoro llegó a ella y la abrazó. Ella se recargó hacia atrás, contra él. Sonrió ampliamente, consciente de lo que su siguiente comentario causaría.

-Ahora cuando me paro aquí, ya no siento que estoy esperando por algo. Entonces me pregunto si ese algo quizás eras tú.

Zoro no contestó. Pero la levantó en sus brazos y la llevó a la habitación.

Robin sabía qué podía esperar de él ahora. Lo conocía bien, tanto como Zoro la conocía a ella y comprendía a dónde había querido llegar con ello.

Provocación y respuesta.

Ataque y contraataque.

Defensa y anulación.

Así funcionaban ellos. Así funcionaban sus vidas, y sus mundos, que al final después de todo habían logrado fusionar, solo dejándose ir, permitiéndose amar y ser felices.

Fin

Y bueno, hasta aquí llegamos con este fic.

Para mí fue fantástico escribirlo, lo disfruté de principio a fin.

Como siempre escribir el último capitulo fue difícil pero hice mi mejor esfuerzo.

Me gustaría que me dijeran que les ha parecido, qué les gustó, en qué puedo mejorar, qué temas les gustaría ver en otro fic, etc.

El siguiente de hecho ya lo tengo más o menos planeado, podría comenzarlo en una o dos semanas más.

Y ahora los agradecimientos:

Gracias a todos por los reviews que me dejaron, por poner la historia en favs y en general por tomarse la molestia de pasar a leer. Su apoyo es totalmente invaluable, de otro modo no valdría la pena escribir :')

Argin Heart, Zorro Junior, LaylaIntegra, NikoRobbin, Loveless girl-01, Zu Robin Kato, Laugerid, Usako92, kiaraykobu,

Fatima-swan, Loen, colorinadanny, robinchwan, Myri Weasley28, Sakura-chwan, bellanegra, Elie, yayayahk

Muchas gracias a todos por sus reviews!

Ahora mismo no tengo mucho tiempo pero en un rato más tendré un tiempecillo libre para contestar a quienes no lo he hecho, y una vez más como siempre me disculpo por mis descuidos y mi tardanza u.u perdónenme.

Los amo :'D nos leemos muy pronto, lo prometo.

Besos, muchos besos

Aoshika October