¡Todo le pertenece a su correspondiente dueño! ¡A mí no!
A lo sumo un OC que van a ver por ahí y la leve trama de la historia.


Forbidden Paradise.


Megurine Luka era conocida como la famosa damisela, noble, elegante, delicada y refinada. Su voz era capaz de hacer callar a toda la Corte, tanto cuando lo hacía para ofrecer sus opiniones, como cuando decidía cantar y agasajar a los invitados de sus padres en alguna fiesta de familias de buen pasar monetario.

Estatura lo suficiente alta, profundos ojos azules y una sonrisa digna de apaciguar a los mismísimos demonios. Cabellera larga y que caía ondulada como una cascada hasta su cintura y del color de un bello coral del mar., rosado. Figura esbelta y agraciada, con imponentes atributos que encantaban hasta al más joven de los muchachos.

Ella sería la definición de impresionante belleza. La chica que te cruzas al caminar sin querer, esa con la que quedas boquiabierto.

Nobles, todos y cada uno peleaban y devoraban con la mirada a aquella mujer; deseando como depredadores que sea suya y de nadie más, mas la joven no tenía interés en el amor aún, su rica cultura la encandilaba más que "el arte" de formar una familia.

Lo que la hacía algo inalcanzable...

Su largo vestido de un muy claro color lila, de seda además, la hacía ver caminar como una Diosa entre los presentes de la actual fiesta de bienvenida al Nuevo Año. Todos los hombres y jóvenes se daban vuelta para seguir extasiados mientras las mujeres la observaban con envidia, y sus hijas lo hacían con admiración, soñando ser alguien así en el futuro.

– Mi querida hija, Luka. – Retumbaba la voz del robusto y fornido hombre de gran altura, su padre; quien vestía en refinadas telas de gabardina una chaqueta negra que cubría hasta su cintura, envolviendo la camisa blanca y un pantalón que estaba envuelto en la cadera con un listón rojo carmesí, haciéndolo ver como el varonil magnate que era. – Nos agracias con tu dulce presencia al fin.

Luka le sonrió, tan grácil.

– Padre, no me gustaría ausentarme en uno de tus importantes eventos. – Los invitados parecían haberse congelado para ver la conversación entre los más reconocidos y respetados de toda la ciudad.

– Ven – Él le ofreció el brazo para que ella lo tomara, sonriendo. –, conozcamos a nuestros invitados.


La más temida, poderosa ladrona y asesina, reconocida y buscada en varios países.

– ¿Qué haremos en esta fiesta, White Flame?

En realidad ella era una persona mal juzgada e incomprendida. Entre los suyos, los pobres y los débiles, ella era conocida como "White Flame", una noble justiciera que tenía como ídolo al personaje de la antigüedad Robin Hood. Tal como se explicaba anteriormente, ella derrotaba o eliminaba a los peces avarientos y gordos de la política moderna, para luego devolver a las víctimas lo que fue robado de sus "esclavizadas manos".

El mundo se había vuelto corrupto y ennegrecido por la avaricia. La clase trabajadora era víctima del maltrato gubernamental, de la ley y de la Iglesia.

La historia de la leyenda que encarna White Flame, solía contar vagamente que ella supo ser una víctima del abuso de uno de las más poderosas influencias, conocido como Kamui Kazumi, quien mandó a asesinar completamente a su honorable familia, la que en sus tiempos de gloria, tenía gran influencia en el mundo con su honestidad y fuertes principios.

Pero nadie puede confirmar que ella misma sea quien dicen ser que es.

– Estamos aquí para tomar un buen botín y llevárselos a las familias de la sección pobre… tal y como ellos merecen. – Respondió la bandida.

Ella poseía una larguísima cabellera que parecía haber sido adornada por las antiguas deidades, su color era de un vigoroso aguamarina, domado en dos coletas a los costados de la cabeza; de ojos del mismo color pero más intenso, destacaban en su piel pálida y finos rasgos femeninos.

El delicado cuerpo de ésta mujer, estaba envuelto en una gran capa de color negra, que sólo permitía ver de ella sus carnosos labios que formaban una tenue e intimidante sonrisa bajo aquella gran capucha.

– ¿Cuándo entramos? – Sonaba una grave voz masculina, entre aquellas personas que la rodeaban, todos estaban vestidos y ocultos con esas enormes caperuzas.

– ¿Cuánto falta para la medianoche? – La misteriosa figura que se alzaba en el techo de aquella mansión que le pertenecía a uno de los más renombrados hombres de la ciudad, miraba con atención a todos, estudiando las posibles entradas y puntos ciegos de los pocos guardias que habitaban el salón. – En ese momento todos saldrán fuera y haremos nuestra entrada, para no arruinarles más la noche… todos merecen un buen y tranquilo comienzo de año.

Los ojos de White Flame brillaron con una fogosa sed de venganza un leve instante, al igual que sus labios se curvaron deseosos hacia arriba.

– Faltan al menos diez minutos. – Comentaba otra secreta voz, esta vez femenina y de un tono más vívido.

Se quedaron unos segundos en completo silencio. Las figuras encapuchadas sentían batir la vestimenta ante la calidez de una constante brisa. Los guardias estaban todos tirados en el suelo.

– ¡White Flame! Temo que tendremos que posponer nuestro asalto, ¡Observe esto! – Una pequeña figura bajo una capa de color plata señalaba un lugar en específico con la mano, tenía las uñas pintadas de amarillo.

La nombrada caminó hasta el lugar indicado y miró con sorpresa la escena que ocurría en los ocultos pasillos de la gran casa.

– ¡Kamui! – Rugió entre dientes antes de dar comienzo a una carrera junto al hombre más abajo allí dentro, quien arrastraba una figura femenina de la cintura tapándole la boca – ¡Está intentando cometer un delito que no puede ser perdonado!

'¡No es como si hubiera perdonado algo de lo que has hecho, Kamui!' Pensó para los adentros.

Todos los demás comenzaron a correr detrás de ella pero un solo grito fue necesario para que los seguidores se detuvieran.

– ¡NO! Ustedes encárguense del robo, yo iré a destrozar al Kamui!

La guerrera continuó la corta carrera por el borde del techado, observando a través del grueso vidrio a quien más odiaba.

– Cinco minutos para las doce. – Murmuró la misma figura envuelta en tela plateada, abriendo despacio una de los marcos del ventanal en el que ellos estaban.

La misteriosa ladrona saltó hacia un balcón justo debajo de ella, y enseguida se las arregló luego de aterrizar en continuar avanzando hacia el siguiente con enorme agilidad y ligereza, intentando llegar rápidamente hasta el enemigo que estaba en el primer piso de la mansión. No era una tarea fácil, pero ella jugó demasiados juegos y le encantaba practicar parkour, deporte que sacó justamente de uno de esos videojuegos; esto que hacía ahora, no era más que un juego de niños.

¿Qué? No tuviste infancia si no viste algo en algún programa o videojuego y no quisiste intentarlo. Aunque en términos diferentes, a la líder del grupo no le quedó otra que asimilarlo como rutina en su vida.

Saltando a gran distancia a lo que ella creía era el último balcón, se agarró con fiereza del borde y escaló el barandal con simple esfuerzo.

A pesar de la agitada respiración, quedó en silencio para poder oír los gimoteos de la chica. Supo enseguida que ellos ya estaban allí. Se sostuvo con fuerza del borde y, balanceándose con fabulosa gracia, rompió los ventanales de una patada con ambas piernas, entrando triunfalmente a la habitación junto a su capa ondeando al reflejo de la luna.

Asustó exitosa mente al depravado, aunque también a la pobre damisela.

Un general griterío y fuegos artificiales abrieron su cautivante paso entre los oscuros cielos, iluminando con bello esplendor a los demás invitados que estaban fuera.

– Feliz año nuevo, ¿Interrumpo algo?– A manos de natural nobleza y elegancia, la encapuchada caminó hasta el hombre que la observaba aterrorizado y, extendió su mano hacia la dama. – Por favor, confíe en mí, tan sólo vengo a salvarla.

White Flame no podía distinguir bien la cara de la mujer pero, podía decir que era muy bonita por los rasgos que le ayudaba a ver la luz de la luna.

Cuando la chica le tomó la mano, no, mejor dicho, corrió a su lado sin importarle que fuese una completa extraña, White decidió hacer un pequeño acto de valentía y desenvainar una filosa y brillante daga con un tribal entallado en su fina hoja, apuntando al integrante de la familia Kamui. Antes de que pudiese siquiera amenazarlo, el hombre se atropelló despavorido fuera del cuarto, dejándola atónita y estupefacta apuntando al espacio vacío donde aquél señor solía estar.

What the… – Dijo a la nada, batiendo sus pestañas en asombro. Dos esbeltos brazos le rodearon la cintura y sintió una leve presión contra su espalda. Un par de sollozos… ¡La chica! – ¡Señorita! Por favor no llore, ¡Todo está bien!

No obstante la voz femenina incrementó el volumen que se ahogaba ahora contra el estómago de ella, quien se había dado vuelta para poder detenerla; la joven se aferró tan fuerte a sus ropas que su capucha cayó a los hombros revelándole el rostro hacia la luna.

Mierda.

– Eres… muy joven... – Murmuró entre sollozos la mujer que había protegido unos segundos atrás, White Flame se espantó e intentó arrancarse del fuerte agarre de aquella damisela, que parecía escudriñarla con sus vigorosos ojos azules, oscuros y cristalinos por las lágrimas y la noche.

– ¡Suéltame! ¡Se supone que no debes verme! – Ella logró zafarse aunque cayó sobre su trasero con la capucha aún abajo, en un movimiento rápido logró colocársela de nuevo, justo cuando otros entraban en la habitación.

– ¡Allí está, señor! – Muchos hombres habían irrumpido en el cuarto, rodeándola en pocos segundos y quitando del camino a la sollozante joven. La luz se había encendido y revelaba la belleza de esa chica que había protegido. Era simplemente una deidad que caminaba entre los suelos impuros del humano. Los ojos del color del océano que poseía, la miraban alertada, como intentando decir algo, no obstante, no podía.

– ¡Él estaba intentando secuestrar a su hija, ¡Por suerte he avisado en un santiamén!

White Flame recordó que ella debía haberse ido hace rato, Kamui la estaba poniendo en un grave aprieto. Reaccionando veloz, se paró y tomó a Luka de los brazos atrayéndola hacia ella y zafándola del débil agarre que tenía uno de los hombres sobre la muchacha. Todos se alejaron inmediatamente de las dos entendiendo que había peligro.

– Diles lo que sucedió. –Comentó en voz alta, haciendo grave su voz para evitar problemas futuros, 'Diablos, esta chica es alta…' – ¡Diles! – Repitió. Luego bajó la voz y acercándose al oído de la mujer al pararse con esfuerzo sobre la punta de sus pies, le dijo: – Puedes estar segura que no te lastimaré, ambas tenemos un beneficio en esto que estoy haciendo.

Luka, que había obligado a cesar sus lloriqueos, en vez de decir lo que debía, se tomó la libertad de hablar con su salvadora, también entre susurros.

– ¿Qué beneficio tienes? Y ¿Por qué estás asustada?

– ¡No estoy asustada! – Reprochó siseando, presionando su agarre en los brazos de aquella -ahora insolente- mujer.

– ¡Suelta a mi hija ahora mismo, sucio ladrón! –Exclamó una poderosa y grave voz, un hombre que dio un paso al frente, ignorando el peligro en el que podía estar su hija.

– ¡No, padre! – Sonó con potencia la hermosa voz de la mujer de cabello rosado. – Esta persona aquí no es ningún malhechor, al contrario, es mi héroe.

Bien, Luka la estaba ayudando, y para sorpresa de White Flame, se había erguido defensivamente sobre el pequeño cuerpo de ella, sus brazos tomando los de la propia encapuchada.

'¡Oigan… creí que yo era la heroína aquí…!'

– ¿Qué estás diciendo, Luka? – Inquirió él mientras miraba a la mujer como si estuviese loca, todos los hombres presentes volviendo a dar un paso adelante, acabando con el poco espacio que le quedaba a la ladrona.

– ¡Que me ha salvado! ¡Me ha salvado de las pervertidas intenciones de Kamui Kazumi! – Gritó señalando al hombre, la encapuchada volvió a sonreír cuando todos dirigieron su mirada a él, clara furia en el rostro tanto del padre de "Luka" como el propio Kamui. Era su oportunidad de escape, cuando sintió que las manos de la noble aún la mantenían con gran fuerza en el lugar.

– Señorita, debo ir—

– ¡WHITE FLAME! – Respiró con fuerza un mayordomo que venía a ver la conmoción a la habitación, señalándola como si fuese el mismísimo demonio.
Más voces de sorpresa y miedo se oyeron en el amplio cuarto, pero Luka fortaleció más su agarre en ella.

– ¡Luka! ¡Aléjate de él ahora mismo! – Volvía a exclamar el padre de la damisela.

Oh bueno, al menos no pensaban que White Flame era en realidad un "ella".

– Kamui quiso abusar de mí, ¿Y no te importa? – Los brazos de Luka comenzaron a temblar, la leyenda urbana intentó calmarla murmurando algo que sólo ellas oyeron.

– White Flame, – ¡Que lindo sonaba su apodo en su voz! Ella sonreía estúpidamente en la sombra segura de su capucha. – me ha salvado, padre. Y yo le devolveré el favor. –
Luka la soltó y comenzó a caminar hacia atrás, obligando a la heroína de los sometidos a volver sobre sus pasos y salir al balcón – Espero volver a verte, Héroe de los Humildes.

White Flame tomó la indirecta a la que fue dirigida y saltó por el último balcón hábilmente, ganándose suspiros de sorpresa de más de uno, pero no escuchó el de la cautivante voz de Luka.

Corriendo y sin mirar detrás, antes de escalar el muro que la separaba de sus colegas y amigos, logró escuchar un último grito:

¡Búsquenlo!

Muy tarde para eso. Ella ya había escapado. Sin embarg, estaba segura de volver, sólo para ver como estaría aquella dama en el futuro.

Mientras tanto en el cuarto, el padre de ella exclamó – ¡Arresten a Kamui Kazumi!– Para luego dirigirse a los demás y mirarla brevemente a ella, severo. – ¡Búsquenlo!

Luka sonrió, algo le decía que su salvadora ya estaba muy lejos de allí.


Más tarde, luego de que el tumulto y frenesí que muchos habían sufrido se terminara, Luka escuchó varios ruidos y gritos que provenían del salón principal de la mansión.

– Padre, ¿Qué suce… – Las palabras murieron en su garganta al ver que el salón entero había sido reducido a mesas vacías, ni siquiera los manteles estaban. Ella largó una melodiosa carcajada, su mirada divertida paseando por todo el lugar y llamando la atención de su progenitor.

– ¿De qué te ríes, hija mía? ¿Es que los viles actos de aquél bandido te alegran? – Hasta indignado se veía pero Luka seguía sonriendo a pesar de que le temblaban las manos todavía del susto.

– Feliz Año Nuevo, padre. – Esbozó tranquila al retirarse, la puerta cerrándose detrás de ella. – Y para ti también, White Flame.


White Flame estornudó, perturbando las alegres risas que compartían ella y su banda en el auto cargado de deliciosos aromas que emanaban las comidas. Una chica de vigorosos y entusiasmados ojos verdes se permitió mirar preocupada a su amiga.

– Salud, Miku. ¿Te estás resfriando?

– No lo creo. – Comentaba al sostenerse la nariz intentando detener algún otro posible estornudo. – Alguien se debe haber acordado de mí.

Kaito, un muchacho de rasgos principescos con una dulce mirada, sonrió burlonamente a través del retrovisor.

– Ohh… ¿Podría ser aquella joven damisela en apuros a la que salvaste hoy?

"Miku" como era su nombre, sonrió al ruborizarse, mirándolo con vivaces ojos.

– No sé quién salvó a quién…

Este gesto se ganó varias extrañas y perturbadas miradas, una mujer que parecía muy alta, de cabello castaño y curvilíneo cuerpo, se atrevió a romper el silencio con una curiosa mirada en sus rojos orbes.

– Ya sabía yo que no era normal para Miku hablar tan bien de alguien. Esa chica debe haberte dado fuerte aquí. – Dijo señalándole el corazón. – ¿Eh, Miku?

La joven le cacheteó la mano con indiferencia y haciendo una mueca con la boca, se veía graciosa para Meiko. – ¡Por supuesto que no! ¿Es que ustedes jamás estuvieron agradecidos por algo?

– Miku, te has salvado de peores situaciones, allí podrías tan solo haber corrido hasta la ventana y escapar lo mismo. – Refutaba la castaña, escéptica mientras bebía un trago de sake de una botella plateada que sacó del bolsillo.

La líder guardó silencio y desvió la mirada a la ventana.

El auto se detuvo junto a otros tres, estaban en un barrio que carecía de muchos adornos que solían permanecer luego de la Navidad en muchas otras áreas de la ciudad y, pronto salieron gradualmente todos aquellos individuos que la acompañaron a la fiesta que celebraban en la mansión cuasi palacio de los Megurine.

Dos gemelos rubios de corta estatura, uno hombre y la otra mujer, se pararon sobre el techo del vehículo amarillo junto a una rubia de más altura, ésta última con una larguísima cabellera dorada, los tres gritaban:

– ¡Vamos gente, a festejar el año nuevo! – Sonreían entusiasmados; una cara de la felicidad que se veía pocas veces.

De otro vehículo salieron tan sólo dos personas, una pelirroja con un vivaz carmesí que pertenecía a sus ojos y un muchacho de cabello marrón y corto, alto y delgado, él usaba lentes.

La pelirroja de tiernos rasgos, volvió dentro del vehículo, y una fuerte música comenzó a resonar en toda la calle, ya habían salido varias familias a recibirlos y a gritar sus nombres.

White Flame tardó poco en poner manos a la obra, llamando a sus compañeros para armar una gran mesa en medio de la calle, ayudando a las familias a sacar sus muebles de diferentes tamaños y formas y uniéndolas.

Kaito, Meiko, Gumi, Lily y los gemelos Kagamine ayudaban a ir armando de utensilios la mesa a medida que se formaba, traían incluso sillas de dentro de las casas.

Miki y Kiyoteru, se encargaban de llevar las riquísimas comidas en fuentes que brillaban de nuevas que estaban, a la mesa.

Todos se conocían en aquél barrio. Era principalmente uno de los refugios que tenían White Flame y los suyos, mejor dicho, el único barrio que los había recibido sin problemas y mantenía los movimientos en secreto, pues los otros sectores pobres, aun tenían miedo de ser castigados y los despreciaban.

– ¡Feliz Año Nuevo para todos! – Exclamaba White Flame al colocarse en uno de los extremos de la enorme y rara forma de la extensa mesa, rodeada de seres humildes y felices a pesar de las circunstancias en las que vivían.

Pues a pesar de estar mostrándose alegre, todavía sentía pesar en el corazón. Agregando una pizca de inseguridad ante lo expuestos que estaban ahora, sin embargo, la justicia no movería las piezas para buscarlos, no con lo ocurrido con "Luka".

'Luka...'

La sonrisa en la boca de la bandida no pasó desapercibida para sus amigos aquélla noche.


¡Buenas!
¿Cómo les va?
¿Qué les pareció? :D!

Y sí, está siendo re escrito. XD