Capítulo 13: El que faltaba.
Kuroko se agachó hasta alcanzar el último cajón y cogió su libreta de matemáticas y unos cuantos lapices. No por nada, sino por el hecho de que siempre hay alguien en clase que no trae material, ya sea por vagancia o por olvido y Kuroko siempre pensaba en los demás.
Todavía era temprano en la mañana, pero el no era de llegar tarde y cuando aún así lo hacía, lograba colarse en clase justo cuando pasaban lista.
Caminó escaleras abajo, arrastrando su mochila. Era un día pesado, sin duda y eso ya lo había sentido nada más destaparse en la mañana, con el frío que comenzaba a hacer, aunque sea una pequeña brisita.
-Me voy -se despidió cerrando la puerta detrás de él, sin siquiera dejar pasar el audible ''adiós'' de su hermana mayor.
Cierto que aveces quería desaparecer por completo y vivir en un cuento de hadas, donde él era más alto ; vale esto último tampoco era gran cosa pero lo que de verdad deseaba es ver las cosas de un modo distinto, que alguien se lo enseñara.
Una vez comenzó a andar por las calles, reconoció una voz y no dudó en ir corriendo y ocultarse detrás de un árbol.
-Entonces fue cuando pegué un hiper salto y enceste a la primera -se oyó.
-¡Wao, eso es increíble Kagamichii!
-Himuro me enseñó -contestó el mayor orgulloso.
El peliazul levantó la cabeza para tener una mejor visión de Kagami, aún sin salir de su escondite.
-Que genial es... -se sonrojó tras sus pensamientos, pero su cara seguía seria como una lapa- quizás debería...
Y sin pensárselo dos veces salió corriendo hasta alcanzarlos, y comenzó a caminar al lado de ellos, sin que se dieran cuenta.
-Buenos días.
-¡WA! -el saltó que pegó Kagami hizo asustar al rubio- ¿Cuanto tiempo llevas ahí?
-Acabo de llegar -respondió casi en un susurro, mirando al suelo avergonzado.
Se habían quedado completamente bloqueados en medio de la calle, mientras los coches seguían pasando. Esta vez Kise decidió romper el hielo.
-Buenos días Kurokochii -sonrió amablemente el mayor.
Siguieron su transcurso hacia el instituto.
-He oído que habéis entrado al equipo de baloncesto... Bienvenidos y disculpad no haberme presentado ayer, tenía cosas que hacer -respondió el pequeño.
-¡Oh! Así que tu eres el jugador que faltaba ayer -se emocionó Kise- Estupendo ¡Tenemos un fantasma en el equipo!
Kagami le pegó un codazo al rubio, haciéndole notar que Kuroko se estaba empezando a sentir incómodo.
-No le hagas caso, Tetsuya -sonrió de lado el pelirrojo.
Kuroko notó las buenas intenciones de Taiga, así que se esforzó para esbozar una pequeña sonrisa y apretó los puños con vergüenza.
-Eh...N-no me malinterpretes, es genial tenerte en el equipo -arregló Kise.
Después de tanta charla, finalmente habían llegado a su destino, y los tres soltaron un suspiro de cansancio.
Estaba lleno de estudiantes por los alrededores, algunos entrando y otros charlando fuera, pero lo primero que Kise notó, fue a un chico alto de tez morena recargado en el muro principal.
Entonces fue cuando quiso que la tierra se lo tragase.
-Hey Kuroko ¿Enseñandole a los nuevos? -rió Aomine y dirigió su mirada hacia ambos- Hey Taiga -saludó y Kagami correspondió.
Unos segundos pasaron hasta que Kise decidió mirar hacia delante, ya que le estaba esquivando la mirada, intentando ser como Kuroko.
-Buenos días princesa -sonrío Aomine.
-¡No te rías de mí!
El moreno alzo su mano rápidamente y Kise por acto reflejo cerró sus ojos, pensando que iba a ser golpeado, pero el daño nunca llegó, sino que sintió como unas cálidas manos se deslizaban por su pelo.
-Mirate, seguro que en el baño para arreglarte tardas más que las chicas -se burló.
El rubio frunció el ceño mientras sentía como la mano iba bajando hasta toquetear su cuello.
Mala idea.
-Ahn... -se tapó la boca con ambas manos, mientras los tres presentes le miraban sorprendidos.
Un fuerte manotazo y salió corriendo dirección al aula.
-¡Quiero morir!
-¡Kise! -gritó Kagami, y fue tras él.
Kuroko entristeció su rostro al ver como Kagami se alejaba para ir a consolar al rubio, algo que deseaba que le hiciera también a él. Entonces fue cuando giró bruscamente su cabeza hasta su acompañante.
-Maldito -dijo seriamente y con voz serena, para después ir caminando solo al aula.
Aomine pestañeó tres veces y cogió aire.
-¿Que ha pasado? -se preguntó a él mismo, notando como estaba ardiendo.
El dulce gemido que había soltado Kise, era casi un éxtasis para deleitarlo.
-Quiero volver a hacerlo...-susurro frunciendo el ceño, mientras yacía rojo cuan tomate.
Kise corrió hasta los baños, donde a primera hora no había nadie y se miró al espejo.
Rojo, rojo como una remolacha, y despeinado por correr como una bala. Remojó su cara despacito y salió del baño caminado por el pasillo ya vacío.
Miró hacia atrás, y después de unos segundos se dio cuenta de que estaba siendo perseguido por Kagami, entonces cambió de dirección y fue corriendo hacia sus brazos.
-Kagamichii -moqueó en su hombro- Aomine es cruel.
-Lo sé -suspiró Kagami dándole unas leves palmaditas en su espalda.
-Ahora que conoce mi punto débil se reirá de mí y se aprovechara -lloriqueó sin soltarse del mayor.
Kagami se reía en su interior, la forma tan infantil y dulce en la que Kise actuaba.
-No pienso dejar que haga eso -declaró.
-¿Me defenderás? -los ojos del rubio parecían los de un cachorro hambriento.
-Claro.
Esta vez Kise aguantó su llanto y se volvió a echar a sus brazos.
-¡Kagamichii! ¡Te quiero mucho!
Aunque ellos pensaran que estaban totalmente solos, no era así, detrás de unas taquillas, en la esquina principal del pasillo, se encontraba Kasamatsu recostado en la pared con los brazos cruzados, mientras escuchaba todo lo que estaba pasando.
Se levantó con pesadez y caminó por el lado contrario para no ser visto.
-¡Te quiero mucho! -la voz de Kise volvió a sonar en su cabeza y entonces chasqueó los dientes- que nenaza...
Ya era la hora del descanso y Midorima se encontraba leyendo debajo de un árbol, justo detrás del instituto, donde no había nadie.
-Mil historias de terror -pensó leyendo la portada en su mente- Más vale que de miedo.
-Hola.
-Hola.
Silencio.
-¿Que cojones...? -Midorima alzó la cabeza lentamente encontandose a un chico colgado boca abajo.
-¡Monstruo! -gritó levantándose de golpe.
El chico se sostuvo de la rama y bajó con agilidad.
-Oye, eso es cruel -hizo un puchero.
-¿Quien matriarcas eres? -preguntó el de cabello verde, sosteniéndose las gafas y usando el libro como escudo.
-Me llamo Takao -sonrió el moreno y le extendió la mano- ¡Seamos amigos!
-¿Tu ves mucha tele, no? -Midorima levantó una ceja mirándolo con superioridad y le dio un toquecito con el libro para que bajara su sucia mano.
El chico tan solo se sentó al pie del árbol dando varios golpes a su derecha para hacerle entender que se sentase a su lado.
-¿Qué lees? -preguntó curioso el más bajito.
-Mil historias de terror, y tu eres una de ellas. Largo -respondió seca y rápidamente el peliverde.
Pero el chico ni se inmutó y se quedó sentado, mirándolo.
Entonces fue cuando Midorima le reconoció, era aquel que siempre estaba rodeado de gente y salía de karaoke ¿Entonces porque querría ser su amigo? Midorima era alguien que disfrutaba del silencio, no del ruido.
-¿Para qué quieres ser mi amigo?
-Pues es que siempre te veo muy marginado en la hora de descanso ¿Sabes? Pareces el típico chico de las películas de terror que no habla con nadie y esconde mil y un secretos... No sé, eres interesante -contestó.
Supo que aquél chico no se movería de ahí ni a patadas, así que suspiró y se sentó a un metro de él, continuando con su libro.
Cuando intentó darse cuenta de la situación Takao ya estaba sentado sobre él mirándolo de frente.
- ¡Pe-pero que haces!
-Ne... Midorima-senpai...
-¿Como sabes mi nombre?!
La risa sensual de Takao y el deseo que tenía en sus ojos de verdad llegó a asustarle.
-Me encanta tu desesperación... -susurró acercándose a los labios de Midorima y lamiéndolos por encima, mientras movía su cadera frotando sus partes con las del mayor.
Como respuesta recibió un fuerte empujón y entonces Midorima se levantó rápidamente.
-¿Nunca lo has intentado con un hombre?
-¿Estás loco! -gritó asustado el mayor.
-A mi me encanta sentirlos dentro de mí -dicho esto relamió sus labios incitando a Midorima.
El de manos vendadas tan solo puso cara de terror y salió corriendo.
Takao por su parte, se quedó en el suelo sentado observando como el de gafas salía corriendo y soltó una risita.
-Que chico más interesante.
Weee
Ahora si que siento la tardanza :I nosé ni cuantos meses han pasado, pero bueno...
Aqí os dejo el capi, muchas gracias por leer y vuestros reviews (L)
Yane!