Hetalia no me pertenece.


Capítulo 8 - ¿Lo disfrutas?

-¿Homosexualidad? Hey West, ¿Y tú para qué quieres saberlo?- Dijo Gilbert relajado, viendo uno de sus programas preferidos en un sillón.

-Solo quiero saberlo. Siempre he...tenido esa curiosidad guardada...- Respondió Ludwig con seriedad, sentándose a un lado de su hermano.

-¿Y por qué decidiste sacarte la curiosidad? ¿Eh?-

-¿Me vas a responder?- Dijo el rubio, un poco más enojado.

Gilbert suspiró y apagó la televisión, volteó para ver a su hermano de frente y le sonrió. -Elizabetha Herdervary.-

-¿Ella qué?-

-Ella me gustaba, me gustaba mucho.-

Ludwig se quedó callado y miró a su hermano.

-Pero...¡Hey! Mírame, soy gay. Y es su culpa.-

-¿Pero por qué es su culpa?- Preguntó Ludwig confuso y alterado.

-Será algo raro...escúchame bien si no te quieres confundir más.- Dijo Gilbert con voz cautelosa y seria, su hermano le asintió para qe continuase. -Mira. Cuando éramos pequeños ella actuaba como un hombre, ¡llegó a tal grado de masculina que hasta yo pensaba que era un chico! Tu sabes que mamá falleció cuando naciste, y bueh, en ese tiempo yo solo tenía un año de edad. Después de ese incidente no tuve muchas mujeres en mi vida, pero cuando conocí a Elizabetha...pues ella nunca se comportó como una, de echo, creo que no le importaba si era mujer o si era hombre. Y el que ella no se comportara como mi sexo contrario no me importó para nada, y solo me empezó a gustar poco a poco y ya.-

-Ajá...-

-Éramos muy unidos, ella se juntaba con alguien muy especial para ti, pero pasó un incidente. ¡Incidente que no te diré! ¿Por qué? ¡Porque soy A-W-E-S-O-M-E! KESESESE-

-Claro Gil.-

-Ah, y bueno, después de ese incidente nosotros nos cambiamos de recidencia, y bueno, ya sabes, tuve muchas novias. Yo pensaba que las mujeres podían hacerme olvidar todos esos sentimientos que tenía hacia "él" en ese tiempo. A los 12 recuerdo que recibí un mail de ella, ¡Estaba que no me la creía! Nos íbamos a encontrar en un parque, ella venía a visitarme.

-¿QUÉ? ¿Por qué nunca me enteré de eso? Yo estuve en contacto con ella por teléfono, internet, videollamadas...¡Y nunca me dijo nada! ¡Joder! Hasta que entramos a secundaria la volví a ver después de tanto. Pero nunca me ofreció salir con ella después de su regreso.-

-Que triste por ti. Ah si, ¡mi historia!-

-Lo que digas, bruder.-

-Y bueno, cuando la vi así, ella con 11 años ¡no lo creí! ¡tenía bubis! ¡BUBIS! ¡Grandes y enormes bubis!-

-Sale, ya se que tiene bubis.-

-Y yo estaba con cara de: "No mames es niña y está bien buena." Más que alguna de las niñas con las que anduve en la primaria. Fue rarísimo.-

-¿Entonces?-

-¿Cómo que entonces? Ella era el amor de mi vida, solo que yo pensaba que era hombre...así que después de eso pensé que el amor de mi vida debía ser hombre, seguí teniendo novias, tu lo sabes, pero no quise a ninguna, o al menos no tanto como ahora quiero a Roderich. Ya que cuando nos conocimos bien yo le traté súper mal, porque no sabía comportarme delante de el. Nunca, y digo que nunca me había enamorado de esa manera. Roderich fue la gota que derramó el vaso. Simplemente con ponerme nervioso a su presencia y tener esa sensación de querer estar con el todo el tiempo me di cuenta de mis sentimientos, y admití que era un completo marica.- Dijo Gilbert orgulloso con su puño en el pecho, con rostro triunfante. Pasaron unos segundos y miró a su hermano menor con ojos pícaros y se le acercó peligrosamente.

-Hey...Gilbert...¿Qué haces?- Preguntó Ludwig sonrojado, viendo al albino con terror.

-Vamos, ¿Con mi relato ya aceptaste que también te gusta el chupirul?- Comentó Gilbert tajante, con una enorme sonrisa en el rostro, inclinado hacia el rubio.

-¿De qué carajos hablas?- Replicó el de ojos azules.

-¡Que si te gusta el arroz con popote! ¡Que te gusta el auto y no el tunel!-

-¿Pero qué...?-

-¡Feliciano! Hermano, ¡Feliciano!- Dijo Gilbert mientras se levantó de un brincó de encima de su hermano. Dio unos pasos hacia adelante y volteó a ver a Ludwig, quien estaba asutado y confundido, sentado en el sillón. -Tu sabes a lo que me refiero niño.-

A Ludwig le resbalaron gotas de sudor por la cien, miró varias veces hacia todas partes, sin decir ni una sola palabra. Parpadeó y miró fijamente al albino, convirtió su expresión de miedo a una cara seria y comentó sin vacilar. -Ya lo pensé hermano, estoy seguro de mis sentimientos.-

Gilbert lo miró, le sonrió y se sentó junto a el de nuevo para abrazarlo.


La sala estaba en silencio.

-Oigan...¿Pasa algo?- Preguntó Feliciano.

-No, nada...solo que es triste saber que tu primer amor falleció y yo no tenía idea. Aún siendo tu madre. Soy un fracaso.- Mencionó Lauretta con voz débil, viendo hacia su hijo con tristeza. Lovino la miró molesto y la abrazó.

-No eres un fracaso, si fueras un fracaso nosotros seríamos malas personas y simplemente no nos importarías ni tu ni nadie. Pero en cambio, te amamos. Eso es lo que importa. Y si tenemos el corazón lo suficientemente grande como para quererte yo creo que significa que haz echo lo correcto y que podemos tener en el corazón más espacio para querer a más personas.- Comentó Lovino sin apartar su cuerpo de su madre.

-Lovino, no seas tan brusco. Puedes herirla.- Agregó Emma.

-No, el no puede herirme. De echo, sus palabras y acciones son de lo mas reconfortante.- Comentó Lauretta devolviendo el gesto débilmente a su hijo, miró a Feliciano y vio que estaba cabizbajo, triste. -¿Pasa algo, Feli?

El menor abrió sus ojos y observó a su madre con rostro inocente y le sonrió. -No es algo del qué preocuparse, mamá.-

Lauretta le devolvió la sonrisa, pero en segundos empezó a toser bruscamente, Lovino se separó un poco de su cuerpo. -Mamá, estas muy fría...-

-¿Qué? Permíteme Lovi, voy a checarla.- Lovino se apartó y ambos hermanos se pusieron de pie, viendo como Emma se acercaba a su madre. -Me temo que tendrán que salir, aguarden en la sala de espera porfavor.- Dijo Emma amable, los hermanos asintieron y salieron de la habitación y se sentaron.

La sala de espera estaba casi vacía, y así perduró, pasaron varias horas, Feliciano y Lovino todavía esperaban alguna noticia, algo que les hiciera no preocuparse. Y en una de esas, a lo lejos del pasillo, se pudo ver la silueta de alguien acercándose. Era un hombre. Muy atractivo, de cabello con tintes dorados, muy bien peinado, piel blanca y de ojos verdes, muy serio. Tenía puesta una chaqueta color café bastante llamativa que hacía juego con su bufanda de rayas blancas y azul rey. Era muy serio, y tenía pinta de que le gustasen las bufandas a rayas y tenía un ramo de rosas en mano. Se puso en frente de los hermanos, quienes estaban al lado de la puerta de la habitación de su madre.

-Oigan...¿Saben si se encuentra Emma en alguna de estas habitaciones?- Preguntó el chico.

-Si, en esta.- Dijo Lovino desganado. Hubo un silencio, el chico los vio detenidamente y brincó del susto.

-¿Lo-Lovino?- Cuestionó otra vez.

-¿Cómo sabes mi...? ¿Pero que? ¿Rodrick?- El mayor se asustó, Feliciano los vio sin comprender nada, pero prefirió ignorarlo.

-Lovino...pedazo de imbécil. Cuánto tiempo.- Dijo el rubio amistoso, pero con voz y mirada que demostraban lo contrario.

-Igual Rodrick, igual.-

-¿Qué ha sido de ti? Veo que te decidiste por los hombres después de todo, ¿no? Es guapo.- Dijo el ojiverde, haciendo que Feliciano se sonrojara un poco.

-HAHA. Idiota, es mi hermano gemelo, aunque luzca mucho menor. ¡Y no! ¡No soy puñal como tú! De echo, haz cambiado mucho, hasta llegué a pensar que eras el novio de Emma y no el marica de su hermano.- Dijo entre risas Lovino. -¿Y qué? ¿Ahora vas a coquetearle a mi hermano?-

-En tus sueños, viejo. Solo admito que es muy lindo y ya. ¡Pero vaya que eres igual de estúpido que antes! Pensaste que era el novio de Emma, que tarado.-

-Claro, con eso a que eres igual que antes.- Dijo el mayor de los italianos sarcástico. -Además, traes flores. ¡Juraría que solo los novios le llevan flores a sus amadas!-

-Chistosito, yo siempre le traigo flores a Emma después de trabajar cada semana. A ella le gusta que haga eso.-

-¿Y por qué rosas? Sus flores favoritas de Emma son y serán siempre las amapolas.-

-¿Acaso piensas que voy a andar trayendo amapolas? Además, las rosas son buenas, bonitas y baratas. -

-Sigues siendo el mismo tacaño de siempre...-

La puerta se abrió, interrumpiendo la frase de Lovino y dio paso a Emma. Ambos hermanos se pararon y se le acercaron, pero Rodrick aceleró el paso y le puso el ramo en la cara.

-¡Mira Emma! ¡Tus flores!- Dijo contento el rubio. La joven sonrió a la vez que se quitaba el ramo del rostro.-

-Rodrick, esto se vuelve tradición.- Comentó entre risas la enfermera.

-¡Hey! ¡Hey! ¡Emma! ¿Qué pasa con mi madre?- Musitó Lovino con coraje.

-Ve, ¿Y mamá?- Preguntó Feliciano.

-Calma, relájense. Su madre tuvo una pequeña complicación, pero es algo normal. Eso sí, les pido que no pasen por ahora, está dormida y tranquila y no queremos que se altere porque puede haber otra complicación. ¿Está bien? Mañana pueden volver a visitarle.- Comentó Emma con tranquilidad.

-Ve, vale... Si despierta dile que la amamos mucho, y que mañana vendremos a primera hora.- Dijo Feliciano.

-Lo haré.- Respondió la chica.

-Sale, adiós Emma, y adiós a ti también asquerosa persona con cara de puta, y de las baratas.- Se despidió Lovino con su hermano en brazos, riendo. Emma sonrió y Rodrick se limitó a reírse levemente, sin darse cuenta que apretó sus puños tan fuerte al grado de partir el ramo.


Tomados de la mano, callados, tímidos, e inocentes, los gemelos Vargas, iban todos los días al hospital a visitar a su madre y les era de tan grata compañía la enfermera Emma y su hermano Rodrick que después de ese día iba a ver a su hermana diariamente. Era mágico. El delicioso olor a flores del hospital, (que a diferencia de muchos otros, no olía a medicinas), la amabilidad del docente y la paz de toda Italia, eso hacía que Feliciano y Lovino fueran muy, pero muy felices. Hubo un momento en que fueron apodados "los arlequines". Lauretta era la reina, y ellos eran los encargados de hacerla felíz, y no solo a ella, si no a todos los que les rodeaban, y todo el tiempo se les veía con una sonrisa. Sus vacaciones no podían ir mejor. Hasta que llegó el no muy esperado día de regreso a clases.

Lovino bufó molesto, era frustrante recordar lo estresante que podía llegar a ser la escuela. Ambos estaban en el aeropuerto de Roma y de pura casualidad consiguieron un vuelo directo hacia Nueva York.

Sentados en la sala de espera, el mayor tenía puesto sus audífonos y se encontraba leyendo un libro, despejándose de todo. Pero Feliciano tenía ese pequeño gran percance en su cabeza, desde la noche en la cual no pudo dormir por el pendiente y por eso tenía esas ojeras de tamaño colosal debajo de sus ojos, que se encontraban sin su brillo característico. Ludwig, escuela, Elizabetha, burlas, homosexualidad, etc. No era comparado a su primer día de clases, donde las dudas que cubrían la mente de Feliciano solo eran las típicas preguntas de un estudiante nuevo. Ahora era peor.

Feliciano se mordía las uñas, y su mirada iba hacia ningún lado.

Lovino cuando vio a su hermano no dudó en abrazarlo, le miró de reojo y siguió con lo suyo, sin soltar a Feliciano. Pero este no reaccionó.

-Maldito macho patatas.- Susurró Lovino con odio. -Todo esto es su asquerosa culpa.-

Una voz femenina se escuchó en toda la sala, anunciando que los pasajeros del vuelo hacia NY debían de abordar al avión. Los gemelos se levantaron y caminaron hacia donde se les indicó, se sentaron en sus respectivos asientos y en unos minutos el avión ya había despegado.


Feliciano vio hacia ambos lados. Estaba acostado en la cama de su habitación del campus.

-Vaya, hasta que te despiertas.- Comentó Lovino quien estaba sentado al lado de la cama con su libro en mano.

-Ve...no recuerdo cuando llegamos...- Feliciano se rascó la cabeza y se frotó los ojos despacio. Se quedó sentado un rato en su cama viendo hacia su hermano quien le miró enojado.

-Lo supuse. Sabía que estabas tan ido que no te ibas a dar cuenta de nada de lo que hicieras.- Dijo despreocupado. -Ese maldito alemán te tiene muy distraído. Más que de costumbre.-

-Probablemente...- Feliciano bajó la cabeza desanimado y se volvió a tirar en la cama. Tomó las sábanas y tapó todo su cuerpo.

-¡No estoy jugando Feliciano! M-mira...escúchame...am...sé que no he sido un buen hermano. ¿Ok? También sé que no soy el más heterosexual de todos y que tampoco soy el experto en amor. Pero es que como persona te digo que lo que sientes por ese imbécil come papas se está volviendo en algo enfermo.- Menciono Lovino tomando las cobijas de su hermano para hablarle en la cara. Feliciano abrió los ojos y miró fijamente a su hermano. Inesperadamente rodeó a Lovino con sus brazos y se impulsó hacia él para abrazarlo.

-Es que...yo lo quiero...lo quiero mucho...ve...- Lovino se apartó de Feliciano y se sentaron en la cama.

-Se que lo quieres, pero esto ya no es amor, es obsesión.-

Feliciano frunció el ceño y vio a su gemelo desafiante.

-¡Ve! ¡La típica frase!-

-¡Pues que quieres que diga! ¡Es la cruda verdad! ¡Haz cambiado mucho desde entonces! Te haz vuelto rudo y ahora a tu pasta le agregas carne. ¡CARNE! ¡Nuestra tradición es no agregarle carne a nuestras pastas a menos que sea boloñesa o que el platillo tenga algún complemento de ese tipo. ¿Quieres más razones? Pues bien, ya no eres el niño alegre con su entusiasmo de siempre. El niño ingenuo que ni por tener 16 años se comportaba como tal. El niño que desde que tiene memoria, el junto a su hermano y su abuelo iba a los parques y coqueteaba con cada mujer que se le atravesara...-

-¡Por Dios, Lovino!- Interrumpió Feliciano. -¿Qué edad crees que tengo? ¿5 años? ¿Alguna vez te preguntaste cómo me siento cuando veo que todos piensan que soy un inmaduro, vale verga la vida y un infantil? Lo siento por mi lenguaje...Alejandro dice palabras divertidas. ¡Pero ese no es el punto! Todos han estado con esa idea de que lo único en que pienso es en la pasta, las mujeres, cantar, dormir, dibujar, etc. Que soy un niñito inocente todavía...¡No sabes como me molesta! Eso no significa que ahora me voy a revelar o algo así y que voy a ser un amargado o un matadito o que me haré unas expansiones y un septum. ¡No! Simplemente es que si estoy cambiando es porque es normal, ¡soy un adolescente y así debe ser! Ya era hora. ¡Y vamos! Son solo detalles...sé que Ludwig me ha echo pensar en muchas cosas, y también se que lo que siento por el no es lo más sano y bonito que digamos...pero...es que...- A Feliciano se le quebró la voz. -Lo que pasa es que...no sé...estoy confundido. Estoy muy confundido hermano. ¡No puedo dejar de querer a Ludwig! Y no sabes como lo amo, lo amo mucho.- Dijo en medio de llantos. Posó sus manos en los hombros de Lovino, este lo vio serio y lo abrazó fuertemente.

Un estruendo sonó e hizo que los gemelos se soltaran de su agarre.

Eran los hermanos germánicos quienes acababan de llegar y abrieron la puerta con brusquedad.


HAHAHAHA SI, me iré a la verga. No actualicé en dos meses. ¡ENDOSMESES! Soy una mierda, no me he comprometido, estoy como el pendejo de HolaSoyGerman que no sube video y uno misseandolo cañón /3 aunque bueno, ya subio, pero bueno, la neta no tengo excusas. Espero que esta vez cumpla con mi plazo de subir capítulo, o me tiro por un puente. Lo juro. Bueno no... Ñe.

En otras noticias el 15 de este mes he cumplido los dos meses del concierto. ❤ Neta, ir a ver a Blur fue mágico, ya nada es igual. Tal vez por eso ando tan pendeja y no subo nada. Además la escuela, la escuela es una bola de shit. Y todavía me faltan seis malditas semanas para salir de vacaciones de verano. SEIS. .l.

Pero en fin, espero que les haya gustado este capítulo, denle like, suscríbanse, a favoritos... Ya saben. Lel.