Kirai Love.

"El amor es un asco, aunque no me crean el amor solo sirve para destruir los sueños de las personas. Si no me creen entonces podrían notar en sus propios parientes como dejan inconclusos sus proyectos de vida por ir en busca del amor o mantenerlo con vida. Un ejemplo cercano; Mi madre era una de las escritoras más celebres de todo Japón, su trabajo era extraordinario, pero un día encontró a lo que ella llama "su razón de ser". El amor que mantiene con mi padre la obligo a dejar todo lo que ella soñaba, todo lo que logro en veinticinco años. Planes tras planes fue dejando en el olvido, trabajo tras trabajo fue rechazando hasta el punto en el que decidió renunciar a todo y formar una familia. De un amor que ella tanto profetizo y atesoro, de un sentimiento que destruyó todo lo que ella había logrado ser, nacimos mi pequeño hermano de 7 años, una bebe de 4 meses y yo con 16 años.

Pero no ha sido la única, ayer mientras descansaba en la sala mi madre me informo que un tío cercano había renunciado a su empleo por no haberle dado el tiempo suficiente con su amada novia.

-amor dos, proyectos de vida cero- susurre de inmediato al conocer la noticia.

Y de a todo se suman primas, parientes lejanos, personas ricas y pobres, grandes escritores, grandes hombres de la antigüedad; Todos con algo en común, dejarían todo botado por el amor.

Para que lo sepan, mi nombre es Minami Haruhi, estudiante de primer año de secundaria. Gracias a la falta de razón de mi madre ahora vivimos en una casa sin lujos ni dinero suficiente para las cinco personas que componen mi familia. Por lo que de pequeña ha sido natural para mí dejar de lado la protección del hogar y salir por las calles en busca de pequeños trabajos. Puede sonar como un descuido de mis padres haberme dejado, pero creo que se les es más fácil mantener la casa sin mí en todo el día.

Desde pequeña siempre he pensado en grande, proyectos ambiciosos. Me gustaría escribir, dibujar, editar revistas, publicitar a las grandes compañías, tomar el liderazgo de alguna fabrica, estudiar algo con ciencias, astronomía, química; en conclusión deseo hacer todo lo que me llame la atención en esta vida. Mi abuela siempre me dijo que pensara en grande y que no dejara que nada me obstruyera el camino a mi meta. Por lo que sé que el amor es el gran obstáculo que obstruye mi camino, sin embargo he decidido que no habrá nada que me detenga hasta cumplir mis proyectos. Literalmente le he cerrado las puertas al amor."

Sentada en mi puesto durante el receso para el almuerzo, sostengo mi libro favorito, "historia antigua" y debajo de mi pupitre el último tomo de "química avanzada" que leo de camino a casa. Mi vida se enfoca en todo lo que me ayude a ganar becas y una buena base para la universidad.

-Minami-chan- interrumpió uno de mis compañeros mi lectura -¿quieres salir después de clase?- cerré el libro abruptamente, lo mire a los ojos y pronuncie palabra por palabra con total despecho.

-no me interesa- fije mis ojos en los suyos y observándolo con cuidado me levante de mi silla.

-pero- pronuncio insatisfecho cuando lo evite al pasar por su lado.

-el amor es inútil, si quieres conocerlo…- me detuve a la mitad de la sala y lo observe por encima de mi hombro-más te vale dejar de pensar en mi con ese tipo de sentimiento- volví la cara hacia él y le sonreí cariñosamente. Salí del salón al escuchar como mis compañeros comenzaban a murmurar sobre mí.

Los rumores acerca de mí son variados, algunos dicen que por dentro soy de piedra o que cuando pequeño un chico me hizo tanto daño que odio por completo a los hombres. Son tantas historias que algunas escapan de la realidad.

-¡Haruhi!- escuche mi nombre desde los pasillos. Al dar la vuelta pude ver a mi mejor amiga corriendo hacia mí.

-¿Misa?- pregunte al verla acercarse- ¿Qué sucede? – pregunte con mi sonrisa característica. Misa fija la vista en mí, una bestia me miraba a través de sus ojos.

-¡rechazaste a Arata!- me grito- es el tercero que rechazas esta semana ¿Cómo puede ser posible que aún no puedas aceptar aunque sea a uno?- me regaño al frente de todos los alumnos de la escuela que pasaban en ese instante.

-no es para tanto- la intente tranquilizar recibiendo su crítica con una sonrisa.

-¡no me mires con esa cara!- desprecio mi intento por satisfacerla de inmediato. Coloco sus manos en mis hombros y acercándose a mi cara pronuncio silenciosamente- y sobre todo- hizo una pausa, tomando aire-¡aun no has dado tu primer beso!- grito suficientemente fuerte para no volver a oírla más en la vida.

-no es para que exageres- dije tocando mi oído, un silbido dentro de él tomaba toda mi atención.

-¿Qué no exageres me dices?- movió los dedos de sus manos rechazando por completo lo que había dicho hace unos segundos.

-¿Qué es un beso al lado del proyecto de toda una vida?- tape ambos oídos con mis manos al momento en que ella parecía que iba a gritar nuevamente.

-¿pero qué dices?- me tomo por los hombros con fuerza y me precipito un poco de lado a lado. –el amor debe ser tu proyecto de vida, los besos el dinero que recibirás cada día, las caricias el pago por horas extras y lo que sigue luego seguramente son los asensos- dijo muy segura.

-es una lástima que pienses de esa forma-le respondí con mí otra faceta, al escucharme dejo de moverme. Despegue sus manos de mi cuerpo, retrocedí unos pasos y la mire fijamente –nos vemos- le sonreí con naturalidad. Voltee mi cuerpo y seguí caminando con completa naturalidad. Nunca he sido una persona fría, me encanta ayudar a las personas, pero algo presiona mi pecho cuando me hablan del amor, algo dentro de mí me hace rechazar las propuestas e incluso en ocasiones no soy la de siempre cuando rechazo a alguien.

Tome el collar con un dije en forma de estrella y otro de una pequeña ave que está a punto de extender sus alas y volar entre mis dedos, un regalo de mi abuela fallecida. Aun puedo recordar sus palabras: -"Haru-chan, puedes soñar siempre en grande, este collar te recordara que no hay límites para ti"– la estrella simbolizando mi meta y la pequeña ave mi deseo de poder volar alto, no hay límites.

-abuela- susurre apoyada en la baranda de la azotea- volare tan alto como mi cuerpo me lo permita, esquivare cada obstáculo- pronuncie débilmente. Mi abuela, siempre me enseño a no rendirme, desde su muerte prometí que cumpliría mi sueño, nuestro sueño.

La campaña de la escuela interrumpió en ese momento, el receso había terminado, tome mi libro del piso y baje las escaleras. Mi siguiente clase, matemáticas.

De vuelta en el salón, mi puesto como siempre al lado de la ventana y mi vecino Arata. Me senté sin mirar a nadie, de reojo pude ver el rostro de Arata sonrojarse, aunque me sentía mal por él, si se interponía en mi camino debía esquivarlo. Coloque el libro bajo mi escritorio y saque mi cuaderno, lápices y libros de matemáticas. Antes de que ingresara el sensei, siempre era la única que estudiaba.

Durante la clase me mantuve como siempre concentrada en mis estudios, pero el rostro deprimido de Arata en ocasiones me llamaba la atención. ¿Cómo es posible que dejen todo por un simple afecto? Por más que lo pienso no encuentro la lógica, en síntesis no soy más que novata, no tengo la madurez suficiente como para contestar esa pregunta por mí misma.

¿Qué es lo que te impulso a confesarte, sabiendo que nunca escucharías un "si" como respuesta; Arata? Bueno sea como sea, no es mi problema.

Luego de tanto estudiar y ligeramente desconcentrarme con mi vecino de banco, las clases terminaron, al igual que todos los días me lleve solo libros en mi bolso y fui a buscar mis zapatos. Mi casillero quedaba junto al de Misa, por lo que era natural que nos encontráramos. Al verla junto a mi baje la cabeza, tome un poco de aire y me dirigí hacia ella.

-lo siento- le dije sin pelos en la lengua. Me observo sorprendida.

-¿Por qué?- me pregunto seria.

-por haberme burlado de tu forma de pensar, pero la verdad es que si tú lo decidiste así, por mi está bien- lo dije, muy decidida. Misa me observo algo desilusionada, al parecer no era el tipo de disculpa que ella tenía en mente.

-ok- pronuncio colocándose los zapatos.

-bueno, me iré primero- le avise al terminar de colocar mis zapatos. Tome mi bolso del piso y me acerque a la puerta.

-espera- me detuvo antes de salir-¿estarás donde siempre?- pregunto insegura- ¿no es mejor que simplemente vallas a casa? Tus padres deben extrañar tu presencia durante el día- intento convencerme.

-no puedo estar en mi casa- apreté el bolso entre con ambas manos.

-pero- alcanzo a pronunciar antes de mi interrupción.

-no soporto estar en casa- me mantuve de espalda hacia ella- no puedo concentrarme con mi madre y padre tan felices, creyendo que la vida les sonríe y los provee de amor, cuando solo los destruye- bueno había que aceptarlo, de cierta forma odiaba a mis propios padres. Por esa razón nunca estaba en casa, salía a altas horas de la mañana y volvía cerca de la media noche. No estaba para desayunar o cenar. Mi lugar favorito en el mundo desde pequeña, un parque lo suficientemente lejos de casa para no tener que verles el rostro a mis padres. Al cumplir dos años mi abuela me llevo por primera vez y nos sentamos junto a un árbol para oír a las aves. Ese era mi lugar especial, si no estaba en la escuela, estaba sentada en el pasto apoyada en el mismo árbol.

Al llegar, me senté, saque mi cuaderno y antes de comenzar a dibujar estire mis brazos.

-esto es todo lo que necesito- dije en vos alta. Baje los brazos y observe el cielo. Un crujido y el sonido de algo chocando contra el piso me alerto. Observe a mi alrededor, un pequeño niño de unos 4 años había caído de su bicicleta, se encontraba tirado en la calle. Me levante de inmediato dejando mis cosas en el pasto. Corrí hacia el pequeño.

-¿estás bien?- pregunte al acercarme a él, frente a él me coloque de cuclillas. Me observo con tristeza.

-¡duele!- grito con lágrimas en los ojos.

-enséñame- estaba algo preocupada, su rostro estaba sucio al igual que su ropa- ¿Dónde te duele?- le pregunte amablemente.

-si- contesto secándose las lágrimas. Corrigió su postura, mostrándome su pierna. Se había raspado la rodilla, aunque no tenía sangre, había mucha tierra sobre ella.

-no es tanto, pensé que te habías cortado o pegado en la cara- le asegure aliviada- pero igual tenemos que limpiarte ¿vives por aquí cerca?- le pregunte sonriente.

-si- asintió con la cabeza.

-entonces ¿Qué te parece si te llevo a casa?- le ofrecí, ayudándolo a sentarse. El sonido y la estridente bocina de un auto, me alerto desde que aun estábamos a mitad de la calle. Observe el capot del automóvil acercándose velozmente.

-¡cuidado!- escuche gritar desde lo lejos, rápidamente tome al pequeño niño del suelo, lo apegue contra mi pecho y le cubrí la cabeza. Al momento de terminar, ya era demasiado tarde para salir del camino del automóvil. Cerré los ojos con fuerza y apreté al pequeño entre mis brazos.

El sonido del auto se acercaba, casi podía sentir como impactaba contra mí, con los ojos cerrados, pronuncie en mi mente "abuela".

Algo me golpeo por el costado, me rodeo y empujo finalmente. ¿Así se siente el golpe de un auto? Aunque ciertamente no era como lo esperaba.

-¿estás bien?- alguien pregunto a mi oído. Abrí los ojos rápidamente, un muchacho me abrazaba la espalda. Observe alrededor, no estábamos en el camino, el sonido del auto se oía a lo lejos. ¿Este muchacho me había salvado?

-¿están bien?- volvió a preguntar separando unos centímetros nuestros cuerpos. Me empujó hacia adelante sentándonos.

-Ah…- en ese momento recordé al pequeño niño, aún estaba entre mis brazos-¿estás bien?- le pregunte algo sobresaltada al pequeño.

-si- me contesto asustado. Aferrándose a mí comenzó a llorar sobre mi pecho.

-no pasa nada-intente consolarlo.

-¿estás bien?- pregunto nuevamente el muchacho, lo observe asombrada, apreté mis dientes con fuerza.

-sí, lo estoy- mi voz se apagó un poco –gracias- agache la cabeza, pegándola a la del pequeño, entrecerré los ojos, el pequeño temblaba al igual que yo.

-estas temblando- me informo el muchacho aun junto a nosotros.

-estoy bien, solo algo desorientada- me mantuve observando a la nada por un momento, recupere el aliento. Me coloque de pie, el pequeño no pesaba mucho, pero mis piernas temblaban. Di la vuelta hacia el muchacho y baje la cabeza.

-soy Minami Haruhi, gracias por salvarnos- en realidad con palabras no podía hacerle notar lo agradecida que estaba.

-es lo menos que podía hacer Minami- se mantuvo parado sonriendo tranquilo- por cierto, me llamo KusonokiTokiya, un gusto- se presentó.

-¿Kusonoki?- ese apellido me sonaba, creo que lo he oído antes.

-por favor, solo llámame Tokiya, que no sea formal- me pidió observándome fijamente, estoy segura que el apellido lo he oído, ¿Dónde?

-gracias, Tokiya- le sonreí- ah… creo que es hora de llevarte a casa- le hable al pequeño que aún se aferraba a mí. Al volverme hacia Tokiya, observe su expresión, me observaba fijamente.

-¿es tu hermano?- pregunto Tokiya, acercándose unos cuantos pasos.

-no, lo acabo de conocer, ni siquiera se su nombre- le informe, el pequeño estaba afirmado de mi uniforme.

-entiendo, te acompaño- Tokiya se adelantó, tomando con una sola mano la bicicleta del pequeño y luego poniéndola sobre su hombro – ¿vamos?- comenzó a caminar.

-espera, no sabemos hacia donde es- lo detuve, Tokiya se detuvo y voltio hacia mí.

-pregúntale al niño, ya es tiempo que deje de depender de las mujeres- me sugirió, Tokiya no se parecía a nadie que conociera. Una mezcla de buen humano y algo de oscuridad en su interior. Pero no podía juzgarle sin apenas conocerlo.

-comprendo, ¿me ayudas a encontrar tu casa?- lo mire con aflicción. A lo que asintió con la cabeza de inmediato.

-¿hacia dónde?- pregunto Tokiya, pero el pequeño no le contesto, se miraron por un rato.

-¿por dónde?- le pregunte inocentemente. El pequeño me observo y apunto con su mano hacia donde Tokiya caminaba.

Caminamos en silencio, el muchacho no hablo en ningún momento, nos guiamos por el pequeño niño que en ningún momento quiso caminar. Llegamos a una casa, la madre lo esperaba. Deje al pequeño en brazos de su madre y Tokiya dejo la bicicleta junto al muro. Despedí al pequeño con un cariñoso beso en la frente.

-ten cuidado la próxima vez- le dije al momento de voltear y volver al parque.

Tokiya volvía por donde mismo, lo observe por un instante, su uniforme es tan fino. ¿Aqué escuela ira? Observándolo note que su chaqueta estaba rota en la manga y que sangraba. No parecía dolerle.

-estas sangrando- le avise-siento que te hayas lastimado- agache la cabeza- soy algo descuidada- Tokiya dio la vuelta hacia mí y se observó el brazo.

-no es nada- respondió tranquilamente.

-pero- no estaba satisfecha, no podía quedarme tranquila sabiendo que se había lastimado por mi descuido.

-lo que me molesta es que seas tan buena con los desconocidos- se mantuvo serio.

-solo era un niño y eso se llama tener sentido común- que extraño que le molestara algo tan inofensivo.

-ya veo, entonces nos vemos- dio la vuelta en una esquina. De espaldas alzo la mano haciéndome adiós.

-que chico más extraño- mencione molesta-es hora de estudiar- introduje la mano a mi bolsillo, no estaba-ah…mi bolso, lo deje en el parque- no pude evitar gritar, corrí por las calles, estaba muy lejos del parque. ¿Cómo pude ser tan descuidada?

Al regresar, como un milagro todas mis cosas estaban tal y como las había dejado. Suspire aliviada, todos mis ahorros estaban en ese bolso.

Me senté apoyándome contra el árbol, tome el cuaderno y comencé a hacer los ejercicios que me servirían para el examen que habría en dos semanas. Aunque siempre era uno de los puntajes más altos no podía dejar de estudiar con semanas de anticipación, las becas solo se las darían a los veinte mejores alumnos.

Me metí de lleno en los ejercicios, aunque no me costaba trabajo realizarlos siempre caía en cosas demasiado pequeñas.

Aquel muchacho estaba lastimado, por mi culpa. Ah… ¿Por qué no puedo dejar de pensar en eso? Golpee mi cara con las palmas de mis manos. –Concéntrate- volví a tomar el cuaderno, lo quede mirando en un punto fijo. El uniforme de Tokiya era muy fino ¿estará bien dejar las cosas como están? Pero, seguramente tendrá problemas por mi culpa. Con las manos sobre mi cabeza, no puedo pensar bien, tengo que pagárselo de alguna forma, al fin y al cabo él nos salvó, de no ser por él a esta hora estaría…

-bien, mañana lo buscare y pagare el daño sin importar como o lo que cueste- afirme decidida. Luego de meditarlo logre poner las cosas en orden y seguir estudiando.

Al día siguiente durante el receso para almorzar fui a la biblioteca, la computadora me serviría para buscar la escuela, con solo ver el uniforme podía deducir con exactitud que no era una con pocos recursos como a la que yo asistía. Primero ingrese a una página donde mostraban las escuelas, sus uniformes, ubicación y varios datos sobre como ingresar el próximo año. No tuve que hacer mucho esfuerzo para poder reconocer el uniforme. Y como lo sospechaba, Tokiya asistía a una de las mejores escuelas de Japón, con gran seguridad, la escuela para hijos de personas importantes como empresarios, doctores e incluso el vocalista del grupo que escucha Misa asistía en ese lugar.

La seguridad es estupenda, hay millones de cámaras ¿Cómo ingresar sin ningún tipo de identificación? Tendré que intentarlo o no poder concentrarme en mis estudios y bajare mi puntaje.

Me salte la clase siguiente, de todas formas era estudio independiente y no me hacían problema por no asistir. Aunque me costó algo de trabajo llegar, preguntando a varias personas di con las puertas de la escuela. Tal y como lo mostraba la fotografía era enorme. A un lado del portón se encontraba la caseta de seguridad.

-disculpe- interrumpí en la caseta donde dos guardias me interrogaron.

-¿Qué se le ofrece?- pregunto mirándome de pies a cabeza, ¿mi uniforme es tan llamativo?

-pues- ¿Cómo explicarlo?

-¿viene a ver las instalaciones?- pregunto el otro guardia- ¿usted debe ser una de las estudiantes que están compitiendo por una beca?- estaba muy seguro.

-¿beca?- repetí- sí, aunque todavía no es definitivo me dijeron que viniera uno de estos días- mentí, no sabía que existía esta escuela ni menos que tenían becas para los mejores alumnos de otros establecimientos.

-pues casi no llegas, en dos horas se serraran las puertas de la escuela, debes darte prisa- el segundo guardia parecía tener un buen corazón, su personalidad era casi la de un niño.

-gracias, espero que todo salga bien y pueda estudiar aquí el próximo año- agache la cabeza y me adentre en la escuela.

Que diferente es todo esto, siento que aunque fuera una de las becadas nunca podría encajar aquí. Al avanzar los alumnos me observaban asombrados y luego murmuraban entre ellos. Me siento como un bicho raro, si siguen mirándome de esa forma creo que pareceré un tomate.

Ingrese por los pasillos, tenían vista a un hermoso campus, pero era demasiado para unas simples horas de escuelas. Los ricos y sus excentricidades. Lo único que debía hacer era pasar como si fuera una de las estudiantes, mantener la calma, aunque mi ropa me delataba de inmediato.

Como lo había pensado, voy a tener que preguntar, al parecer he dado con otro lugar.

-disculpen- interrumpí en un grupo de chicas que parecían amistosas.

-ah…- me observaron entusiasmadas- ¿eres una de las estudiantes becadas?- preguntaron de inmediato-ah… eres muy guapa- extrañamente comenzaron a alagarme-me encanta tu pelo, el color, no sabía que alguien pudiera tener el pelo tan negro- comenzaron a tocar mi cabello- ¿es natural?- preguntaron de inmediato.

-por supuesto- estaba algo asqueada, no dejaban de mirarme, soy un bicho que decepción.

-que hermoso collar- una de ellas lo tomo entre sus dedos- ¿tienen algún significado los dijes?- preguntaron al mismo tiempo.

-en realidad- alcance a decir antes de que hablaran entre ellas nuevamente.

-debe ser un regalo de su novio- afirmo una muy segura.

-no lo creo, si fuera así sería un corazón o un candado- que tocaran ese tema me hacía enojar. Me separe un poco de ellas, para pronunciar…

-se equivocan, esto es un simple recuerdo, el amor es inútil- ahí estaba mi otra faceta, las mire fijamente no parecieron sorprendidas.

-te han lastimado, eres otra más de grupo- sus caras cambiaron, parece que no tenían una buena experiencia con el amor.

-no verán- hice una pausa-¿Por qué me preocupo?- decidida fui al grano de inmediato- solo quiero saber ¿Dónde podría encontrar a KusonokiTokiya?- lo dije rápidamente antes de que se distrajeran con otra cosa que llevara encima.

-¿Por qué lo buscas?- cambiaron completamente, de niñas curiosas a sus formas atacantes-¿eres su novia? ¿Tienen algún tipo de relación?- al igual que los guardias comenzaron a interrogarme.

-no- conteste a una de sus preguntas- te equivocas- conteste a otra-imposible- objete sus puntos de vista.

-¿entonces quién diablos eres?- preguntaron enojadas, al parecer eran cercanas a Tokiya.

-es mi primo- mentí, casi gritándoselos en la cara- mi nombre es KusonokiHaruhi- que extraño sonaba, pero ya no podía dar marcha atrás.

-ya veo, pero hay algo que no cuadra- dijo una con el dedo en los labios. Me descubrió, pensé al instante-¿Por qué vas en un colegio de pobres?- ¿intentaba encontrar algo para hacerme hablar? … necesito una buena excusa…ah, eso servirá.

-mis padres creen que debo conocer distintos tipos de realidades, por eso me enviaron por este año a una escuela de pobres- mentí lo mejor que pude, casi me convencí a mí misma.

-por esa razón- dieron una carcajada burlona- que malos- rieron nuevamente, estoy apenada, no pensé que reaccionarían de esa forma- bien Haru-chan, te diré donde esta Tokiya-kun- en realidad lo conocen, la chica apunto por el pasillo- ve por ahí, su sala es la penúltima- sonreí sin querer, al fin lo había encontrado.

-gracias- les sonreí.

-Haru-chan, háblale bien de nosotras- me pidió antes de irme.

-bien, gracias nuevamente- avance por el pasillo. Siento haberles mentido a esas chicas, pero me presionaron demasiado.

El penúltimo salón, observe la puerta, ¿estará adentro? , es posible que no, si están en un pequeño receso debe estar en otro lado. Avance un paso, tome la manilla de la puerta. Pero antes de abrir dude, por lo que la solté por unos segundos. No llegaste hasta aquí para dudar ¿o sí?, no claro que no.

La puerta se abrió antes de que pudiera tocar la manilla nuevamente, topándome con Tokiya frente a frente.

Que sorpresa, me quede paralizada no creí que estuviera en verdad ni menos que me toparía con él tan de repente.

-¿Minami?- pregunto igual de sorprendido que yo.

-ah…vine a verte- conteste rápidamente.

-¿a mí?- pregunto extrañado, me separe un poco de él habíamos quedado demasiado cerca.

-no podía quedarme tranquila sabiendo que estabas herido y que habías estropeado tu uniforme- fui sincera- así que vine a ver si podía hacer algo para pagarte por lo de ayer- lo observe fijamente.

-no te preocupes por eso, no me arrepiento de haberte salvado- dio un paso hacia adelante, el que yo retrocedí por inercia.

-debe haber alguna forma de pagarte- volví a insistir.

Me observo fijamente, sonrió aliviado, su expresión cambio de chico rudo a amistoso. Lo observe directamente a los ojos.

-¡Tokiya!- escuche gritar desde lo lejos, un chico lo llamaba desde los pasillos. Ambos volteamos los rostros en ese momento. Un muchacho al fondo del pasillo movía la mano por los aires emocionado pronunciando el nombre "Tokiya"

Di la vuelta para observar a Tokiya que me observaba de mucho antes.

-veras…- pronuncio, esa era mi respuesta, pero…

-¡Kusonoki-sama!- volvió a insistir el muchacho gritando con más energía.

Tokiya dio vuelta la cara hacia el muchacho de inmediato, por su cara pude notar que no le agradaba mucho su apellido.

-¡te llama el profesor!- volvió a insistir el muchacho, al parecer era importante.

-será otro día- se adelantó un paso quedando junto a mí, me dio un pequeño golpecito con la mano en mi mejilla -nos vemos- fue lo último que dijo antes de desaparecer de mi vista junto con su amigo.