Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, Warner Bross & Salamandra. Yo únicamente juego con los personajes que Jo nos regaló. La historia es de mi muy triste y retorcida imaginación.
Nota: 19/09/17 Motivo especial de este capítulo es el cumpleaños de mi hermosa Granger.
Disfruten de la lectura como lo he hecho yo escribiendo...
Sonrisa tuya, suspiro mío
por LunaHHr
Epílogo
El mundo mágico nunca había estado en tanta tranquilidad, armonía y felicidad como en la que estaba viviendo en ese momento. Podías pasear por las calles londinenses del mundo mágico sin el temor a ser secuestrador por algún Mortífago para luego ser torturado hasta la locura. Podías estar en total tranquilidad. Y eso había sido gracias a la sagacidad del Trío de Oro y su intervención en la segunda Guerra Mágica.
Voldemort había tomado control de casi todo el mundo mágico, convirtiendo Hogwarts en un lugar tenebroso y macabro para estar. Igual había dominado el Ministerio de Magia y San Mungo. Magos y brujas daban por perdida total su libertad y sus esperanzas de tener otra vez una vida larga y feliz. Los nacidos de muggles emigraban a otros países con la esperanza de salvar sus vidas, los de sangre mestiza eran mal vistos y los traidores a la sangre eran vistos como la peor clase. El mundo mágico había entrado en una completa catarsis de horror. Y a Harry le partía el alma ver a sus amigos morir cada uno o verlos sufrir por la pérdida de algún ser amado.
Así que, él, Ron y Hermione, siempre fieles a su lado se internaron en una búsqueda incansable de los Horrocrux. Sufrían hambre, a veces no encontraban buenos lugares para acampar. Ron se desesperaba por la falta de talento de su amiga castaña a la hora de cocinar y sobretodo, los tres extrañaban a sus parejas.
Ginny había regresado a Hogwarts, con Neville, Luna y Seamus. Draco había sido sellado con la marca tenebrosa poco después de habérsele declarado a Hermione. Ambos se abrazaron fuertemente y decidieron que eso no iba a ser obstáculo para su relación. Se amaban más allá de cualquier marca tenebrosa, clase social u otro pensamiento estúpido que algún psicópata tuviera en mente. El plan había sido que Draco escondería todo tipo de sentimiento y pensamiento que tuviera por la castaña, gracias a su habilidad en legeremancia no tuvo ninguna complicación. Y de cuando en cuando, con ayuda de Snape pasaban información a la Orden de Fénix. Al principio, nadie había tomado bien la relación entre ellos, pero al ver cómo Draco se desvivía por Hermione, el peligro que él corría por pasar información y el poder ser culpado de alta traición por el mismo Voldemort nadie volvió a cuestionarlo. Y ni que decir cuando se puso a pelear contra su propio padre cuando el trío de oro cayó en la mansión malfoy. A partir de ese momento, Draco dejó de ser un antiguo enemigo y pasó a ser un amigo de valor para Harry y Ron.
La lucha había sido complicada, dolorosa y muy peligrosa, pero estando Hermione dónde estaba ahora, se sentía satisfecha y muy contenta.
Sin embargo, todavía existían problemas en el sistema que tenía que arreglar. Tenían que darle oportunidades a los nacidos muggles, tenían que fomentar la idea de que las brujas merecen el mismo trato y respeto que el de los magos. ¿Por qué sólo se menciona a un Gran Merlín?
Estaba en su oficina, frunciendo un poco el ceño mientras revisaba unos papeles de un acuerdo con un país extranjero para la siguiente Copa de Quidditch. ¿Por qué el Ministro de Alemania insistía en hablar en su idioma cuando ambos eran capaces de hablar inglés? Hermione se encogió de hombros, lista para responderle a sus fantasiosas peticiones acerca de los lugares donde su gente se quedaría cuando fue interrumpida por su secretaria.
—Disculpe, Ministro.—dijo después de haber tocado la puerta con voz apenada—Afuera hay alguien que insiste en verla.
Hermione le lanzó una mirada a su reloj. Todavía no era tiempo del almuerzo, al contrario. Faltaban como dos horas. Su esposo no podía ser tan desesperado, ¿o sí?
—¿Quién es? —preguntó confusa.
—Hola, Hermione.
La aludida apretó un poco los labios, algo incómoda por la nueva presencia. Se paró, se cuadró de hombros y le indicó con la mano que pasara a su oficina.
Fred le lanzó una mirada coqueta a la secretaria y luego entró por completo, diciéndole adiós con la mano a Betty cuando él mismo cerró la puerta. Luego, se fue directo al gran ventanal de La Oficina de la castaña.
—Con esta vista debes trabajar de la mar de bien—le dijo con las cejas alzadas y admirando todo a su alrededor, con las manos en sus bolsillos.
Hermione seguía parada, detrás de su escritorio y con un gesto cansado.
—¿A qué debo tu visita, Fred?—preguntó ignorando el otro tema por completo.
—Vine a verte. ¿Cuánto tiempo tenemos sin vernos?
Fred se acercó a su escritorio, observándola fijamente. Hermione llevaba un traje muy elegante, su pantalón era negro de vestir, apretado de las caderas y acampanado al final. Su blusa era blanca, de seda y tenía los tres primeros botones desabrochados. A diferencia de la elegancia de Hermione, Fred iba muy casual por debajo de esa capa de viaje negra que traía ese día.
—Siempre estás viajando—dijo Hermione mientras acomodaba los papeles que tenía, se sentaba y los corregía para luego dárselos a su amable secretaria. No iba a poder concentrarse cómodamente con Fred ahí presente. Ese asunto con el ministro de Alemania iba a tener que esperar. —A George lo veo todo el tiempo en la Madriguera, a Ron casi todos los días aquí en el Ministerio. A Ginny no la veo tanto como me gustaría porque su trabajo igual requiere de que viaje un poco más...—se quedó pensativa—Luna es la que más tiempo libre tiene y es la que más convive con todos nosotros. Ha sido como el pilar para que no nos desmoronemos.
Fred se sentó al fin, mirándola aún con fijeza.
—¡Oh! Y este agosto iremos a Hogwarts para la Conmemoración a los Caídos, y por supuesto ahí estará Neville y su esposa Hannah, Hagrid también... La directora McGonagall quiere que sea como una gala, e invitar a varios funcionarios de aquí. Así que estamos organizándolo de una vez. —hablaba sin parar. Se sentía nerviosa, demasiado nerviosa ante su presencia. Y no precisamente porque le causara algo. Era porque él tenía razón: había pasado demasiado tiempo desde la última vez que se vieron.
El día de la boda de Hermione.
Fred había ido a rogarle que no se casara, que por favor, no lo hiciera. Hermione no dudó ningún segundo que realmente quería casarse. No podía verse sin su ahora esposo. Con lágrimas en los ojos le pidió a Fred que la dejara en paz y que por favor continuara con su vida así como ella lo estaba intentando hacer. Luego de aquello, ya no supo más de su vida.
—11 años—murmuró Fred, ignorando toda la información que ella le acababa de dar.
—Estás invitado, por supuesto, Fred. Puedes llevar a una persona.—siguió con su perorata—Será algo grandioso.
—Supongo que eres muy feliz —interrumpió Fred mientras se paraba nuevamente y se iba hacia el gran ventanal.
Hermione se paró y lo observó con cautela. Fred se veía bastante joven para la edad que debía tener, aunque se veía también muy abatido y desgastado. Según la Sra. Weasley, él se había dedicado a algo parecido a lo que hacía su hermano Charlie con los dragones. Era un oficio muy peligroso y dedicado. Casi nunca lo veían y era muy raro que llamara. Si no fuera por su gemelo George, él no regresaría en lo absoluto a Londres.
—¿Cómo has estado, Fred? —preguntó preocupada. —¿No crees que es hora de que vuelvas a casa? ¿De que pases más tiempo con tu madre? ¿Tus hermanos?¿Buscar un trabajo aquí? ¿Esposa? ¿Hijos?
Fred no la miró, seguía con la vista fija en el hermoso paisaje que tenía Hermione en su ventana.
—Sabes que no puedo.
Ella frunció el ceño.
—Fred...
—¿Puedo darte un abrazo?
Hermione sopesó la idea, dudó un poco más y estaba lista para negarse cuando sintió los brazos fuertes de Fred al rededor de su cintura y en otro segundo ya estaba en su pecho, bien protegida por él. Sintió que le besaba la coronilla y que aspiraba su aroma.
—Te extrañé tanto...
—Fred, no...
—Sé que eres feliz con él.
—Como nunca lo había sido en mi vida—musitó ella, sintiéndose mal por si esas palabras pudieran hacerle daño a Fred.
—No puedo volver. Vine a verte para saber si te había superado porque eso había creído, pero verte... Escucharte hablar sin parar, verte corrigiendo esos papeles, organizando un evento tan importante, tu vestimenta tan elegante. —suspiró —Me hace temblar y no por el frío que hay en Londres.
Hermione comenzó a deshacer el abrazo poco a poco, pero sus brazos quedaron atrapados por las manos de él, haciendo parecer que estaban con las manos entrelazadas.
—Sin embargo, estaré presente en la famosa gala. Por ti—le prometió con una sonrisa triste.
Ella negó con la cabeza.
—Vuelve a tu madre, Fred. Vuelve a tu familia. No los castigue así, ellos no merecen eso.
Él llevó una mano a la mejilla de ella.
—Tú vales la pena que cargo, Hermione.
—Oye, amor, podría jurar que...
Hermione pegó un saltito cuando escuchó la puerta abrirse. Fred rodó los ojos ante la interrupción.
—... Betty estaba retrasando mi entrada aquí.
Hermione se alejó un paso de Fred y luego le frunció las cejas a su esposo.
—Hola, cariño, ¿interrumpo tu infidelidad?—preguntó Draco con las cejas fruncidas y cruzándose de brazos, detrás de él podía verse a Betty con cara de disculpa y horror.
Hermione se echó a reír bajito.
—¿Podrías volver en otro momento, Malfoy? Trató de serte infiel de la manera más devastadora posible.
Draco se acercó al escritorio de su esposa y se apoyó ahí, con la mirada seria y su traje elegante reluciente como siempre. Hermione fue hacia él en automático, con una sonrisa en la cara.
—Sabes que no sería capaz.
Draco sonrió.
—Teniéndome a mi, por supuesto que no.
Ella rodó los ojos. Draco la jaló por la cintura, la besó en los labios y se quedó abranzandola mientras que petulantemente se dirigió al pelirrojo.
—¿A qué se debe el honor, Weasley? Pensé que estabas por ahí cazando dragones bebés.
Fred le lanzó una mirada furibunda.
—Te veo luego, Hermione. Creo que tienes razón. Quizá sea hora de volver.
Hermione iba a decirte algo, pero Fred se fue despavorido de ahí.
—¿Por qué ese imbécil tenía las manos puestas en mi linda esposa?
Hermione se limitó a besarlo con una sonrisa en sus labios.
...
Draco miraba a su esposa peinarse y ponerse un poco de maquillaje en el rostro. Le gustaba observarla, era algo que podía hacer todo el día si pudiera. Sin embargo, algo no cuadraba.
—¿Es mi imaginación o hay demasiado silencio en la casa?—preguntó saliendo de su ensoñación, levantándose de la cama y yendo hacia la puerta de su habitación. Vio que su esposa se dejaba de peinar para fruncir las cejas.
—Demasiado sospechoso.
Draco asintió con la cabeza mientras que con el dedo índice le hacía una seña para que guardara silencio.
—Sí, cariño,—dijo en tono alto el rubio—estaremos fuera toda la noche.
—Y ya le he hablado a tu madre para que venga a cuidar a los niños—siguió el juego la castaña, mientras ambos se dirigían a pasos silenciosos a la habitación de sus hijos.
—¿Le dijiste que nada de tele muggle o escobas voladoras después de las ocho de la noche?
—Lo entendió perfectamente—afirmó ella, mientras giraba la perilla de la puerta.
—¿Qué están haciendo?—gritó Draco en tono divertido, mientras veía que sus dos hijos saltaban del susto y comenzaban a correr hacia una de las camas para taparse con las sábanas.
—¡Te dije que debíamos hacer algo de ruido o iban a sospechar, Scorpius!—regañaba una niñita rubia a su hermanito menor.
—Pedo he doglado gwardar las llaves de papá, Sophie—decía el niño en una voz que pretendía ser baja.
Draco y Hermione se miraron divertidos. El rubio se acercó a la cama donde ambos estaban escondidos.
—¡Te escucharon, tonto!
Draco tomó con suavidad la sábana para destaparlos y ambos comenzaron a gritar como desquiciados.
—¡No, no!—decía Scorpius—¡Papi jamás encontrará sus llaves!
Hermione agarró a su hija de los brazos para darle besos por toda la cara y escucharla reír cuando le hizo cosquillas. Vio a su esposo hacer lo mismo con el pequeño Scorpius.
—¡Yo no sé dónde están las llaves de papi, lo juro, mami!—decía entre risas la pequeña.
—Así que escondieron las llaves de papá, ¿eh?—cuestionó la castaña, calmando a su hija poco a poco.—¿Por qué mis hijos que son los más educados del mundo harían semejante cosa?
Scorpius hizo un puchero.
—Es viernes de juegos en familia—chilló abrazándose al cuello de su papá—Y la familia estará separada.
—Y papá prometió que convertiría a Scorpius en un hurón esta noche—siguió Sophie con el mismo puchero que su hermano.
—¿Papá prometió qué?—gruñó Hermione, mirando a su esposo con severidad.—Draco, no puedes convertir a nuestro hijo en un hurón—lo regañó.
—Papi dijo que Tío Harry lo hizo una vez—interrumpió Scorpius a su madre—Y que nos enseñarías a nosotros para hacérselo a los primos —rió divertido tocando con sus manitas el mentón de su padre.
Hermione abrió la boca sin poder creérselo.
—¡Tío Harry nunca hizo tal cosa!
—¡Pero sí que lo presenció!—se quejó Draco mirándola ceñudo—¡Y no lo vi haciendo algo al respecto!—seguía excusándose como niño... igual que sus hijos.
Hermione rodó los ojos, tratando de no sonreír.
—Amores—los llamó con voz dulce—Lamento informarles que su padre no los transformará a ninguno de ustedes en un huroncito—sentenció y escuchó a sus hijos quejarse y hacer malas caras. Draco les envió una mirada de "lo intenté" y "no es mi culpa", que le crispó los nervios a Hermione.
—Ya escucharon a la jefa—se encogió de hombros el rubio, propinándole un beso a la manita de su hija.
—Sin embargo, si prometen que le harán caso en todo lo que su abuela les pida, yo misma les enseñaré esa Transformación.
Sus hijos saltaron felices, ambos saltando del regazo de sus padres para saltar como pequeños grillos por su habitación.
—¡Yo quiero ser un hurón!
—¡Yo quiero ser un piojo!—gritó Scorpius, arrancándole risas a Hermione y una mirada extrañada a su padre.
—No, no—se apresuró a decir la castaña—Ninguno de ustedes será convertido en nada de eso. Aún no están listos—les dijo, tomando a su hijo del rostro con ambas manos mientras veía como fingía dolor.
—Pero mami, quiero ser un piojo y darle rashquera a Sophie—se quejó él, enojado por la noticia.
—Pero podrás ver a papi ser un hurón—dijo ella con malicia mientras miraba a su marido hacer una mueca de disgusto.
—¿Y podré jugar con papi?—preguntaron los dos brincando otra vez felices ante la idea.
—Ya veremos.
—Hermione, ¿cómo...?
—Tenías planeado convertir a uno de mis hijos en hurón. Es lo menos que te mereces, Malfoy—dijo ella en voz neutral, disfrutando de todo aquello.
—Merlín se apiade—gimió el rubio al tiempo que era derribado por sus dos hijos que le hacían cosquillas.
...
La directora había decidido que lo mejor para ese día tan especial era que tuvieran la gala en los jardines del Castillo en lugar de llevarlo a cabo en el Gran Comedor como hacían en cada evento social que tenían. Todos los profesores en conjunto, los prefectos y los premios anuales del Colegio habían puesto manos a la obra para que juntos llegaran a su meta deseada. Teddy Lupin había sido uno de los principales líderes de todo aquello, e incluso daría un discurso. Sabía perfectamente quiénes habían sido sus padres, y todo lo que ellos habían tenido que sacrificar para que él pudiera vivir en un mundo pacífico. Y claro, sabía de sobra que de no ser por sus padrinos (Harry y Hermione) y su tío Ron, el mundo que conocía ahora sería totalmente diferente.
Sonrió de lado al ver a Victoire Weasley caminar con ese andar tan coqueto que tenía, tragó grueso y parpadeó un par de veces. Su belleza siempre lo dejaba sin aliento, con los pensamientos incoherentes y casi babeando, y ahora más con aquel vestido de gala que le quedaba a la perfección. Cuando ambos se alcanzaron, la tomó de la cintura y le dio un beso que pretendía ser inocente, pero sintió la urgencia de la chica y no pudo más que profundizar el beso y casi gruñir cuando se separó de su rubia novia.
—No quiero que tu abuela me de nuevamente una clase de modales, Vicky—musitó él riendo ligeramente, tratando de despejar su mente ante lo que ella le provocaba. —Y los invitados están por llegar.
Victoire suspiró, sintiéndose en las nubes de que alguien tan apuesto y lindo como lo era él se hubiera fijado en ella. Al principio, había sido terrible ya que la diferencia de edades había vuelto loca a su padre, ¿pero qué eran dos años? ¡Nada! Lo tomó de la mano y juntos se dirigieron a los jardínes.
—Vaya, Teddy—exhaló la chica—¡Es sorprendente!—alabó la rubia mientras tomaba su vestido para no tropezarse y caminar entre las largas y elegantes mesas con manteles blancos con decorados de todas las casas.
Cada mesa tenía tres llamas permanentes de diferente tamaño flotando en el centro. Todo había sido encantado para que el aire no se llevara nada volando por ahí. Había un estrado donde diferentes personas se pondrían a hablar. Habían conseguido también unas flores muy bellas que habían sido acomodadas a la entrada principal de lugar donde unos faros amarillos los guiarían hasta el lugar indicado.
—Bueno,—se encogió de hombros—Mi madrina tuvo mucho que ver, debo admitir.—se rascó la cabeza—Y ni qué decir de tu tía Luna con sus ideas poco elocuentes...
—¡Ella es maravillosa!—la defendió con rápidez, dándole una mirada acusatoria.
Teddy rodó los ojos, gesto copiado de su madrina Hermione, y mejor tomó la mano de su novia y la besó. Se pusieron a andar por ahí para ver que nada hiciera falta.
Hermione tomó de la mano a su esposo y miró por la ventana del carruaje que los llevaba hasta Hogwarts.
—¡No es posible que hayas querido trasformar a mi sobrino en un hurón!—le reclamaba Ginny al otro lado del carruaje, con las cejas alzadas y luciendo hermosa y esbelta a su edad. Harry sonrió de lado, y Ron frunció las cejas al escucharlo.
—Y le ha dicho que Harry lo hizo con él en el colegio—lo acusó Hermione, haciendo una mueca de resignación.
—¡Pero si no he sido yo!—se quejó Harry, ignorando las risas de Ron, las cejas fruncidas de su esposa y la mirada curiosa tan común en Luna.
—Ha sido a tu causa, Potter—se quejó petulante el ojigris, encogiéndose también de hombros con aire digno. Hermione rodó los ojos casi al mismo tiempo que Harry.
—No importa,—dijo la castaña antes de que Harry dijera algo—Le he dicho a los chicos que yo misma les demostraré una Transformación.
—¿Tú?—preguntó sorprendido Ron—¿En tus hijos?
—En su padre.
Todos rieron sorprendidos, excepto Draco que miraba con resentimiento a su esposa. Hermione le sonrió con suficiencia.
—¿Puedo llevar a mis hijos?—preguntó Ron, con diversión en su rostro.
—¿Y yo?—preguntó Ginny, olvidando su enojo anterior, luciendo emocionada como una niña pequeña.—Pero tiene que ser antes de que me vaya Alemania. Las Arpías de Holyhead jugarán, y tengo que estar ahí.
—¿Podemos ir?—preguntó Ron esperanzado.
—Será el 1 de septiembre. —contestó ella algo desganada. Hermione se dio cuenta de que Harry la tomaba de la mano en muestra de apoyo.
—¿No llevarás a los chicos a la estación?—preguntó Ron sorprendido, y Luna le dio con el codo con disimulo.
Ginny negó con la cabeza.
—Es un juego importante, y nadie ha podido cubrirme. Hablé con James, no hay problema ya que no es su primer año, pero...
—Es Albus. —interrumpió Harry, mirando a Hermione de manera significativa. Ella asintió la cabeza con ligereza.
—¿Qué pasa con él?—preguntó Draco interesado realmente.
—Tiene miedo de quedar en Slytherin.—contestó Ginny suspirando un poco, mirando a Draco como quien no quiere la cosa.
—Quizá puedas hablar con él—sugirió Hermione. Draco se sorprendió ante aquella petición.
—Sí, —secundó Ginny—tú eres el claro ejemplo de que no todos los Slytherin son malos.
—Sólo cobardes—murmuró Ron, sonriéndole de oreja a oreja.
—Oigan, ¿se olvidan de que nombré a mi hijo como uno de los Slytherin más valientes del mundo mágico?
Todos miraron a Harry, en silencio.
—Severus Snape.
—Oh—dijo Luna—por un momento olvidé el nombre de tu hijo. Tienes tantos.
—Sólo tengo tres—se quejó Ginny, un poco ofendida.
—Yo creí que te referías a Regulus Black—se encogió de hombros Hermione, cómoda entre los brazos de su esposo—Mira que traicionar a un maniático elitista, sacrificarte por ese horrible Horrocrux y salvar la vida de tu elfo doméstico...
Harry rodó los ojos, algo mosqueado.
—El punto es que Albus tiene miedo a ser rechazado por ello. Y James no le facilita mucho las cosas molestándolo y diciéndole que esa Casa es para gente vil y deshonrrada.
—¿Le has dicho que tú estuviste a punto de ir a esa casa?—preguntó Hermione curiosa.
Draco hizo cara de horror.
—¿Eso es verdad, Potter? ¿Estuvimos a punto de compartir dormitorio?—le dio un escalofrío de sólo imaginarlo—Por Salazar, qué bueno que no fue así.
Harry se acarició el puente de su nariz, rogándole a Merlín un poco de paciencia para el humor que se traían hoy sus amigos. O quizá el problema era él que ese día lo ponía con los nervios de punta. No veía razón por celebrar.
—No estamos celebrando nada—le susurró Hermione cuando se bajaron del lugar y lo medio apartó de los demás.—Es una conmemoración por aquellas personas que dieron su vida por sus ideales, por la justicia...
—Por un maniático que quería matar a gente como tú—escupió él entre dientes, interrumpiendo la perorata de su mejor amiga. —Nada que me digas me va hacer cambiar de opinión.
—Entonces, vete.—lo regañó ella con cejas fruncidas y dolor en la mirada.—Vete, yo estaré aquí y sabré que decir sobre tu ausencia.
Miró a su amiga, quien lucía demasiado joven para la edad que tenía y más con todo ese estrés de Primer Ministro que cargaba a sus espaldas. No tenía que esforzarse mucho en verse hermosa o elegante, pero varias personas de su mismo estatus le habían aconsejado que siempre tuviera en cuenta en no llevar nada vulgar. Algo que le enojaba a Hermione, y no porque le gustara llevar ese tipo de ropa, sino porque la gente siempre tenía algo por criticar y Harry sabía eso de sobra.
—Hermione...
—¿Vas a dejar a Teddy en un día tan especial para él?—inquirió ella con ojos suplicantes. Harry desvió la mirada hacia donde los demás se encontraban. Vio que Draco y Ginny hablaban seriamente, que Ron besaba las manos de su esposa y que ambos después dirigían la vista hacia un joven mago que les avisaba que ya podían pasar.
—Cada muerte me sigue doliendo, Hermione. —susurró él, con la mandíbula tensa.—No hay noche en el que no tenga una pesadilla sobre ese día. En el que no vea los cuerpos de Lupin, Tonks, Snape, Dumbledore...
—¿Y tú crees que para mí es fácil? —se quejó la chica—¿Crees que para mí es fácil ver a Teddy luchar todos los días con ello? Escuchar sus preguntas de cómo era Tonks, de cómo era Lupin... escuchar las mismas preguntas una y otra vez. Él ha pasado por lo mismo que tú, Harry.
Harry bajó la mirada, y sabía que todos lo miraban hablar con Hermione. Suponía que ellos intuían de qué hablaban. Ron quiso acercarse, pero Ginny lo tomó del brazo.
—Todos perdimos algo en esa batalla, Harry. —susurró la castaña con voz conciliadora.—Es hora de dejar el pasado atrás.
—¿Harry? ¿Hermione?—escucharon la voz de Teddy, y Harry sintió pánico.—¿Qué les demora tanto?—preguntó cuando llegó a ellos, ignorando las miradas tensas entre los otros.
Hermione sonrió al verlo, abrazándolo con fuerza y mándole una mirada significativa a Harry.
Teddy miró a su padrino con curiosidad, sin soltar de la cintura a la castaña. Harry se dio cuenta de lo parecido que ese chico era a sus padres, pero también se dio cuenta de que cada uno de sus gestos habían sido copiados de él y de su mejor amiga. Teddy había sido prácticamente su primer hijo... el hijo de todos ellos. Recordó las noches sin sueño en Grimmauld Place 12 cuando Teddy se enfermaba y Hermione se la pasaba en la oficina. Draco había estado bastante presente en la vida de Teddy también. Recordó las peleas que había tenido con el ojigris al ver que el cabello de Teddy ya no era de un negro azabache sino de un rubio platinado o así mismo con el color de sus ojos.
No podía dejarlo en un día tan especial. Hermione tenía razón, tenía que dejar sus temores atrás.
—Nos hemos puesto un poco sentimentales—murmuró apenado, abrazando a su ahijado con fuerza.—Es hora de lucir sensuales en las fotografías, ¿no crees?
Teddy sonrió de oreja a oreja, al igual que Hermione, que al llegar a lado de su esposo éste le limpió una lágrima traicionera que caía por su mejilla; la tomó de la cintura y le besó la coronilla.
El Trío de Oro salió a escena con sus respectivas parejas para ser cegados con los flashes de las cámaras mágicas que esa noche habían dejado pasar. Teddy había tenido la idea de vender en exclusiva ese evento al periódico y que con la parte recaudada se donara para aquellos chicos que no tenían el dinero suficiente para comprar sus libros, calderos o uniformes. Cuando Ron se enteró de aquello abrazó al chico con ojos llorosos, él más que nada sabía lo que era llevar ropa de segunda mano o una varita que no era realmente tuya. Por lo mismo, Ron no tuvo pena alguna de posar junto a sus dos mejores amigos de toda su vida, su esposa, hermana... y Draco Malfoy, con quien había tenido que convivir esos últimos años.
—¡Aquí, Ministro!—gritaba uno de los camarografos a la castaña—¡Señor Potter!—decía después.
Teddy acomodaba a todos. Primero puso a Ron, Hermione y Harry en el centro para que pudieran fotografiarlos juntos. Después, posaron por parejas y por último salieron en una foto grupal.
—Yo quiero una foto contigo, cariño—le dijo Hermione a Teddy tomándolo de la mano, y jalando a Harry también.
Teddy se sintió ligeramente intimidado ante los cegadores flashes que alumbraban a diestra y siniestra. Se puso en medio de sus padrinos, y al ver que Hermione sonreía con amabilidad y Harry con seguridad, le infundió valor a él para hacer lo mismo.
—Es el autor de todo este gran evento—les avisó a los del periódico Hermione, con voz orgullosa. Los periodistas al escuchar aquello le tomaron más fotos al chico, que comenzaba a ponerse rojo como un tomate. Harry lo tomó del brazo y con un gesto amable se despidió de todos. Draco tomó a su esposa del brazo y al ver que Harry seguía hablando con su ahijado le ofreció su brazo a Ginny, quien lo aceptó divertida.
—Debes sentirte feliz de tener a las dos mujeres más hermosas del lugar—lo fastidió Ginny. Draco sonrió con suficiencia, y Hermione bufó divertida.
—Olvida la belleza, Ginny, ¡está con las dos mujeres más importantes y poderosas del mundo mágico! —bromeó en voz baja, haciendolos reír a ambos.
La profesora McGonagall llegó a recibirlos, había decidido que ya era tiempo de hacer uso de un bastón, lo que delataba ya su avanzada edad. Le sonrió a los chicos como si fueran sus nietos, no los abrazó, pero no era necesario. Ellos sabían.
—Señorita Granger,—llamó a la castaña, y ella se mordió la lengua para no corregirle, aunque era obvio que ya no era una señorita. ¡Ya tenía más de 30 años! sufrió un poco en silencio, acercándose a la profesora—Teddy ha decidido que ustedes irán en una mesa especial frente al público, para que la comunicación sea mejor.—explicaba.
—Buenas noches a todos—anunció su llegada la profesora Sprout, saludando a todos con una sonrisa y luciendo encantadora en su atuendo característico de bruja, portando con orgullo el escudo de Hufflepuff en el pecho.—Habrá gente que querrá acercarse a ustedes—les avisó a Ron, Harry y la castaña—de preferencia mantengan distancia...
Hermione frunció las cejas.
—Es por seguridad—intervino Harry antes de que ella pudiera replicar—No sólo vendrá gente afectada por la guerra... —sin poder evitarlo desvió su mirada a Draco.
—Todos fuimos afectados por la Guerra de alguna forma—dijo con voz firme al Ministro, la misma voz que usaba al dar avisos importantes en la prensa—No toleraré ese tipo de actitudes, el que quiera acercarse a hablar conmigo, hoy tendrá la oportunidad de hacerlo, Harry. He pasado demasiado tiempo en la oficina; me hace falta convivir con ellos.
—Hermione, hay gente que todavía duda de tu capacidad...—interrumpió Ron.
—No de su capacidad, Weasley. De su linaje.—murmuró con pesar Draco, mirándolo un poco apenado.—Quizá si...
—No—dijo determinantemente.—Mi deber es conocer a la gente, escuchar sus necesidades, buscar lo mejor... —decía necia—aparte, hoy hemos venido a conmemorar a aquellas personas que dieron su vida por...—se detuvo al ver la mirada de Teddy. Él le sonrió de lado, mostrándose de acuerdo y orgulloso de sus palabras.
—Hemos venido honrar a los caídos de aquél fatídico día—terminó Teddy por ella.
Nadie más dijo nada, todos con la mente en algún recuerdo de aquella terrible fecha.
—Y tenemos al Jefe de Aurores aquí, ¿qué podría salir mal? —bromeó Ron inapropiadamente, ganádose una mirada severa por parte de la directora y Hermione.
—Mejor ve a sentarte ahí, cariño—musitó Luna a su lado.
—¿No vendrás conmigo?—preguntó Ron confundido, y Teddy se sintió culpable en ese momento.
—Creí que lo mejor sería que, al menos en la ceremonia, sólo gente del Ministerio y la Orden del Fénix se sentara en la mesa principal—explicó el chico, tiñendo sus mejillas de rojo nuevamente.
—Será solo un momento, Ron—le dijo su esposa acariciando su mejilla—Iré con Scamander mientras, regresó de su viaje de exploración y hay la posibilidad de nuevas criaturas—canturreó emocionada.
Draco miraba a su esposa con preocupación, no podía evitar sentirse preocupado. Era cierto que la guerra había terminado hace años, que ya no había alguien que quisiera matar, lastimar o destruir a aquél que no fuera sangre pura, pero todavía habían funcionarios, colegas de su esposa, familias puristas que la creían ineficiente, poca cosa y una burla de líder en el mundo mágico por el simple hecho de ser hija de muggles. Siempre se ha sabido que el cargo de Primer Ministro requiere de mucha responsabilidad, mucho poder, pero también mucho peligro. Y Hermione no solamente era Primer Ministro, también había sido Aurora en sus primeros años, era la mejor amiga de Harry Potter, el que una vez fue El Elegido, el que derrotó a Voldemort, ex heroína, defensora de criaturas indefensas, "sangre sucia", y aparte... la esposa de un Ex Mortífago. Es como si ella se hubiera puesto un cartel en la frente con colores neones que gritara: "Dispárame".
Harry intercambió miradas con Draco, y ambos se entendieron sin necesidad de miradas. Ambos cuidarían a sus chicas.
—Por Merlín, ¿creen que Luna me esté engañando?—murmuró Ron a sus amigos cuando vio que su esposa llegaba con un tipo apuesto y la abrazaba efusivamente. La gente comenzaba aglomerarse en el lugar, y se podían ver a los prefectos de Hogwarts alinear y organizar el evento.
Draco rió ante el comentario absurdo del pelirrojo.
—Yo lo haría si fuera ella—lo fastidió, ganándose una mirada de pocos amigos por parte de Hermione, y una preocupada de Ron.
—Por Godric, Ronald, te voy a matar si realmente piensas eso—golpeó Ginny a su hermano ligeramente en el brazo.
—Es Rolf Scamander, Ron—intervino Hermione con rostro neutral y voz baja, comenzaba a llegar gente y por lo general debía mantener una actitud serena.—Aporta información valiosa al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Es soltero, sí, pero no creo que tenga interés alguno en mujeres—alzó las cejas de manera insinuadora a su amigo.
Ron abrió ligeramente la boca, sintiéndose muchísimo más tranquilo. Se iba a morir si ella lo dejaba. Esa chiflada era su mundo.
Hermione le dio un beso en la mejilla a su marido, y con una sonrisa lo despidió con la mano.
—Tío Ron—escuchó decir a Teddy—la familia está en esa mesa, por si después quieres unírteles—Hay espacio para todos ustedes—avisó su ahijado. Hermione dirigió la vista hacia esa mesa, encontrando a Molly, Arthur, Bill, Fleur, George... Y Fred.
—De nuevo estarás rodeado por pelirrojos, Malfoy—dijo bromista Ginny, jalándolo de su brazo para llevárselo al lugar. Draco reprimió la cara de asco y tensión al ver al repetido ahí.
...
Los discursos conmovedores de todos habían terminado. Harry miraba a su mejor amiga dar el cierre del discurso, mencionando cada uno de los nombres de aquellos que habían dado la vida luchando. Evitó mirar a Teddy cuando los nombres de Tonks y Lupin fueron dichos... se sentía tan culpable. Guardaron unos minutos de silencio por todos ellos, alzando después sus varitas en un fuerte Lumus.
Aplaudió con fuerza y con ojos llorosos, abrazó a Hermione, y luego sintió que Ron se unió a ese abrazo. Sintió que su amiga sollozaba y le acarició la espalda.
—Ya, Hermione—la tranquilizó Ron—te arruinarás el maquillaje y Ginny te matará.
Escuchó una risita por parte de su amiga, no quiso soltarlos aún. Los abrazó un poco más, escuchando aplausos por parte de todos.
¿Realmente le agradecían que hubiera traído tanto terror? Porque, él había sido el culpable, ¿cierto? Si él no hubiera regresado a Hogwarts, si se hubiera quedado en otra parte, obligando a Tom Riddle a ir por él, ¿cuántas vidas hubiera salvado? Quizá no hubiera sobrevivido él mismo, pero... Teddy no estaría sin padres.
—Harry—musitó su amiga cuando nuevamente estuvieron sentados y el banquete había comenzado, pero también habían algunos que se habían parado para saludar a otros. —Deja de pensar tanto, ¿de acuerdo?
—Colega, no soy tan bueno como Hermione en leerte la mente, pero todo tu rostro grita culpabilidad—murmuró Ron.
Harry hizo fuerza con la boca, escuchando que sus dientes rechinaran un poco. Evitó mirar hacia la izquierda donde había un gran mural con las fotos de todos aquellas vidas perdidas. Todo era demasiado abrumador para él... y cuando Teddy habló, por Merlín, el corazón se le hizo añicos.
—No tengo otro rostro, Ron—gruñó.
—Te recuerdo que eres, lamentablemente, una figura pública, Harry. Debes comportarte—murmuró Hermione con una sonrisa y no moviendo tanto los labios.
Harry bufó, ignorándola y parándose de ahí para buscar algo fuerte por tomar. La comida no se le antojaba tanto como a Ron en ese momento, y las bebidas eran cervezas de mantequilla, eso no le hacía ni cosquillas a su paladar.
—Iré a ver a mis padres—se encogió de hombros Ron, haciendo flotar su comida para llevársela a la otra mesa.
Hermione se paró y se dirigió a la mesa de dulces y postres que había al otro lado del lugar. Observó que Ron se desviaba para ir mejor con su esposa y sentarse en medio de ella y Scamander. Suspiró, se sentía un poco abrumada por todos esos sentimientos encontrados. Esa nostalgia que le llegaba y entraba por cada poro de su piel, los estudiantes arreglados eran un recordatorio de que ella ya no era más una niña. Ahora más que nunca tenía que fingir una tranquilidad y serenidad impasible, aunque por dentro fuera un manojo terrible de nervios. Llevaba práctica por los años oscuros que había tenido en su vida, y aunque esos años habían sido plenos, satisfactorios para ella, ver a su mejor amigo así le hacía sangrar su corazón, saber que su esposo aún lloraba la muerte de su padre, Teddy huérfano, Molly sufriendo por la partida de Fred...
—Hola—la asustó alguien, haciéndola saltar levemente—Oh, lo lamento—se disculpó Fred sonriendo de lado.
La castaña se llevó una mano al pecho, sonriendo un poco por si alguien la estaba observando.
—No importa—dijo, manteniendo una distancia prudente entre ellos—Es bueno verte por aquí. Molly se ve muy feliz y tranquila—marcó el tema de una buena vez por todas.
Fred asintió con la cabeza, tomando un pastelillo del lugar.
—Sí, me ha convencido de quedarme por aquí—se encogió de hombros, dándole una mordida a su cupcake.
—Bien por ti—dijo de manera cortante, pero con una sonrisa amable. Se veía mejor arreglado que la vez en la que fue a visitarla a su oficina. —¿Trabajarás en Sortilegios?
Negó con la cabeza.
—Me han ofrecido un puesto en el Departamento de Aurores.—dijo como si nada, observando su pastelillo como si fuera la mejor cosa del mundo. Le recordó a Ron.
—Vaya—fue lo único que pudo decir.
—Me sorprende que no te lo hayan dicho.
—Harry suele hacer eso—gruñó ella, tomando un pastelillo de diferente color al de su acompañante—Pero al final de cuentas, si yo no firmo, no pasa nada.—dijo alegremente, pero enviándole una indirecta.
—Creí que habías dicho que era hora de volver—se quejó él, frunciendo un poco las cejas. Hermione miró a su alrededor, pero todos estaban ocupados en sus respectivos asuntos.
No respondió.
—Nos veremos seguido.
Lo miró seria, arrancando un pedazo de pan y llevándoselo a la boca. Aún sin decir nada.
—Te ves bellísima—soltó de repente, acercándose un paso hacia ella.
—Lo mismo le he dicho cuando le puse el vestido, Weasley—dijo petulante el rubio, anunciando así su llegada. Tomó a su esposa de la cintura y miró con una sonrisa de oreja a oreja al chico, por si alguien miraba.
—Draco—susurró ella. Él la miró y lo entendió a la perfección. No escenas.
—Le decía a tu esposa—escupió la última palabra a regañadientes—que ahora nos veremos seguido. Trabajaré en el Departamento de Aurores—le dio una última mordida a su pastelillo, y le sonrió a la pareja con igual entusiasmo fingido.
Draco miró a su esposa, ¿por qué no le había dicho?
—No tuve nada que ver. Fue Harry—se encogió ella de hombros.
—Potter—escupió Draco como hacía en aquellos días del Colegio.
...
Hermione se quitaba los aretes mientras suspiraba algo cansada, luego el collar que Draco le regaló en una ocasión y los guardó con cuidado en su lugar. Desde el espejo pudo mirar a su esposo quitarse la corbata con brusquedad y aventar los zapatos, para luego acomodarlos en su closet. La castaña lo miró sin decirle nada. Sabía perfectamente porqué actuaba así, pero ella no había hecho nada malo.
Lo vio sentarse en la cama y batallar con los botones de su camisa. Se levantó para ir hacia él, lo tomó de las manos y las dejó a cada lado de su cuerpo. Y luego, con calma, comenzó a desabrocharle la camisa, uno a uno...
—Los chicos estaban más que dormidos cuando los chequé—le dijo ella mientras tiraba la camisa a un lado y acariciaba sus brazos torneados y bien formados. Una mirada lujuriosa se le escapó. Eso le pasaba cada vez que lo miraba.
—Mi madre se ha quedado en el cuarto de huéspedes—respondió él, tratando de ignorar el escalofrío que sus caricias le hacían tener.
—Lo sé, le llevé una taza de té apenas llegué.
Draco tragó en seco cuando ella le dio la espalda y recogió su cabello, revelándole sus intenciones. Sin pensárselo dos veces, le bajó el cierre y cuando el vestido cayó a sus pies, le besó la espalda, viendo cómo ella se encogía de placer.
—No estoy contento—dijo con voz grave, cuando ella se sentó a ahorcajadas de él—Y nada hará que cambié de humor.
Ella rodó los ojos, luciendo encantadora a los ojos del rubio y sexy en esa ropa interior negra de encaje. Lo estaba volviendo loco, por completo.
—Y por una tontería.
—¿Te parece una tontería que me ponga así cuando el ex que más te ha costado superar vuelva a tu vida con obvias razones? ¿Y que además lo verás todos los días?—inquirió enojado, tomándola con fuerza de la cintura y mirándola con las cejas fruncidas.
—Ni siquiera a Harry veo todos los días, y es con el que más contacto tengo de ellos.
Draco refunfuñó algo que no logró entender la castaña, pero sentía como con sus dedos jugaba con su braguita, y eso fue un incentivo para alimentar sus ganas.
—Realmente necesitas calmarte.
Él la miró enojado.
—Me da náuseas ver cómo te mira... como si le pertenecieras—gruñó—Y ni siquiera yo me siento con derecho a sentirme así contigo. No eres un objeto.
—Y eso mismo hace que me muera por ser completamente tuya...
Y sin previo aviso, lo tomó por el cuello con ambas manos, para acercar su cuerpo hacia su pecho desnudo y besarlo con pasión y urgencia. Sintió cómo él se rendía y metía una de sus manos por debajo de su braga y comenzaba acariciarla.
—No firmes su contrato—suplicó el rubio mientras introducía un dedo en su esposa, excitándose cuando la escuchó gemir. Tomó su varita para ponerle pestillo a la puerta e insonorizar su habitación.
—Draco, por favor—casi tartamudeó la castaña.—No hablemos de ello ahora... yo, —gimió cuando sintió un dedo más y ella misma comenzó a moverse.—Te necesito—le susurró al oído—succionándole el lóbulo de su oreja y ganándose un gruñido de su parte. Hermione interrumpió al rubio para quitarle el pantalón agilidad practicada por los años que llevaban juntos.
—Tranquila, fiera—dijo él divertido, pero halagado ante el entusiasmo de su esposa.
—Realmente te necesito—repitió ella con ojos implorantes, haciendo que Draco se derritiera y quisiera enterrarse en ella con fuerza.
Dejó que lo acostara a mitad de la cama, gimió cuando ella tomó su miembro y lo introdujo en su centro. Ambos gimieron ante el primer contacto, observó a la castaña cerrar los ojos y abrir la boca, esperándola a que estuviera lista para moverse, pero el simple hecho de verla así, disfrutando y encima suyo, era casi suficiente para hacerlo venirse. La tomó de las caderas, y ella comenzó a cabalgarlo, siempre con los ojos apretados por las sensaciones, mordiéndose los labios por ratos o abriendo la boca para gritar un poco. Draco le ayudó a marcar el paso, y cuando decidió que le había dado la diversión suficiente, se posó encima suyo y comenzó a embestirla con rápidez desmedida, casi arrancandole el brasier que se interponía entre su boca y sus senos. Los atendió con suavidad mientras entraba y salía de ella. Sintió cómo sus uñas se enterraban en su espalda, y luego un escozor y ardor las reemplazaba, y eso sólo hacía que sus embestidas fueran más rápidas y feroces. Gimiendo siempre su nombre, viéndola disfrutar y gemir que no parara.
—Te amo—repetía una y otra, y otra, y otra vez con voz casi ahogada. —Por siempre.
Hermione respiraba con dificultad y abrió los ojos para perderse en esos grises que tantó había estado amando desde su tardía adolescencia. Lo besó con pasión.
—¿Cuándo vas a entender que solamente te amo a ti?—preguntó con dificultad, pero alegre de que él entendiera lo que había dicho. —En mi mundo sólo te necesito a ti y a mis hijos.
Draco se enterró unas cuántas veces más, sintiendo el mejor orgasmo de esa semana a la par de que ella se venía con él. No siempre lo hacían juntos, pero esa vez había sido muy especial.
—De acuerdo—dijo él desde el pecho de ella después de unos cuantos minutos—pero solamente porque vi a Molly realemte feliz de que él estuviera aquí.
Hermione sonrió de oreja a oreja, y se sentó en su estómago.
—¿Listo para otra ronda?—preguntó de manera provocativa.
Draco soltó una risotada, tomándola en brazos y llenándola de besos por toda la cara. Su risa era un bálsamo para su alma, para su vida, para todo. La acurrucó en su pecho, le sonrió.
—Creo que te necesita—susurró después de unos segundos, la sintió tensarse en cuanto dijo aquellas palabras—como amiga quiero decir, —aclaró—Y creo que le serías de mucha ayuda a que recupere las riendas de su vida—musitó algo inseguro. No quería que al final ella se diera cuenta de que no lo amaba y lo dejara, no podría.
—No sé si me necesita—susurró ella acariciandole la mejilla—, pero sé que Molly sí.
Él asintió.
—Y jamás me perdonaría si ella se entera que no firmé ese documento—finalizó besándole la barbilla.—No puedo hacerme su amiga, Draco, porque como dices, sus intenciones no van en ese rumbo. Y no estoy dispuesta a poner en riesgo nuestra relación, nuestra familia y por supuesto, mi reputación solamente porque él pueda seguir sintiendo algo por mi.
Draco la escuchó con atención.
—Lo ayudaremos como podamos.
—Dale el trabajo, yo le consigo novia.
Hermione rió divertida.
—De acuerdo, pero que no parezca muy obvio.
Silencio.
—Y que tú no tengas que hablar con ellas.
Draco la miró divertido.
—Qué celosa, Granger.
—Enamorada, diría yo.
Rieron y luego se besaron largo y tendido. Y sabían que no podían haberle pedido una mejor vida a su destino. Todo estaba en su lugar, y lo que no, muy pronto lo estaría. Los dos habían aprendido a confiar en sí mismo, en el otro, en buscar una salida y una solución que fuera viable para todos.
Estaban juntos, y eso era lo que más les importaba a los dos. Finalmente habían podido sonreír con alegría en sus corazones sin tener que suspirar con nostalgia después.
FIN
Notas de autora: Lo prometido es deuda, ¿a que sí? Aquí les traigo ahora sí, el epílogo y espero que sea de su agrado. Decidí dejarlo hasta ahí porque sino... iban a surgir más y más cosas y no iba a ser un epílogo sino el primer capítulo de la tercera temporada, jajajajaj y noooooooo, por el momento no.
Es mi regalo para mi hermosa y bella Hermione quien cumple hoy 38 años. Donde quiera que estés, cariño, te deseo el mejor cumpleaños.
Y, me parte el corazón por el temblor que hubo hoy en CDMX, Puebla y sus al rededores. Realmente, me parte el alma, y siento una enorme impotencia el no poder ir y ayudar. Perdónenme, y como pueda, les haré llegar despensa, agua, etc. No están solos, pidan ayuda, he visto en las redes sociales que hasta con un RT o Compartiendo se difunde la información y eso puede salvar vidas, avisar a alguien más que estás bien o pedir un rescate.
México, te amo, y estamos contigo.
LunaHHr