Saludos queridos lectores! Tanto tiempo desde la última actualización. No se cómo disculparme por el retraso, pero la realidad es que me estuve concentrando en mis estudios y no pude darle mucho tiempo a la historia. Sin embargo logré hacerme un lugar para escribir este capítulo. Espero que les guste, y perdón otra vez!

Agradezco a todos los que dejaron reviews en el capítulo anterior y especialmente a Denuss por apoyarme desde el principio.


33

Apenas escuchó el sonido de la puerta al cerrarse supo que no podría volver a dormirse.

Sakura había entrado en la casa que de alguna manera compartían y se había sacado las incómodas sandalias, abandonándolas en el pequeño mueble junto a la entrada. Sus pies descalzos la trasladaron hasta la cocina en donde se sirvió un vaso de agua y permaneció en silencio por largos segundos.
Le pareció estúpido correr a su encuentro, pero no pudo evitar sentir la necesidad de verla. Ver que se encontraba bien, que nada malo le había pasado.
El reloj de la mesa de luz marcaba las cinco y cuarto en cuanto hizo su aparición en la cocina.
Ella lo miró con ojos cansados, el maquillaje todavía intacto sobre su piel y el pomposo vestido colgando apagado sobre su cuerpo esbelto.
Bajo sus ojos, nada brillaba más que ella misma, y por eso le parecía que el vestido no era más que un trapo viejo con el que Sakura había decidido jugar a ser princesa.

-¿No es algo temprano para levantarse?- Su voz armónica lo recibió con un tono coqueto que recordaba haber escuchado en su más tierna infancia, cuando ella todavía luchaba a diario por ganar su atención.

-Tenía sed.- Ella no se sorprendió al descubrir que él seguía siendo un hombre de pocas palabras, aunque este hecho tampoco pareció molestarle. Entrecerró sus ojos verdes por algunos segundos, pensativa.

Finalmente optó por exteriorizar sus preocupaciones.

-Hoy es el último día de la misión.- Sasuke no entendió del todo a qué se refería con "misión", o no quiso entender, y por eso decidió preguntarle.

-¿Cuál misión?- Ella lo miró por primera vez y abandonó todo vestigio de coquetería en su rostro.

-La de vigilarte. Hoy es el último día.- Lo dijo una vez más, porque quería enfatizarlo. El último día.

-Pensabas que me iría.- La afirmación la tomó por sorpresa. Pensó además que él esperaba una respuesta. Era además una pregunta. Quería saber lo que ella pensaba al respecto.

-Me alegra que no lo hayas hecho, pero tampoco pensaba que lo harías.- Hizo una pausa durante unos segundos en los que se dedicó a pensar si realmente lo había esperado. La verdad era que no, había aprendido a no esperar nada de él.
No podía deducir sus acciones, porque para ella había sido un desconocido.

Estaba enamorada de un extraño, y a veces se sentía preocupada. Continuó.

-Supongo que no lo había pensado, pero de todas maneras, ¿cómo pretendías que supiera?- Sintió su rostro arder de vergüenza. Por supuesto que lo había pensado, cada noche antes de acostarse.
Esperaba despertarse por la mañana y no encontrar a nadie. La mirada de decepción de su mejor amigo, y luego los comentarios hirientes del resto.
Ellos siempre lo habían sabido, no debían perder su tiempo con quien no valía la pena.

El problema era que ella todavía no había decidido si valía la pena o no, porque sinceramente no lo conocía.

Formuló una pregunta, y espero pacientemente una respuesta.

-No lo sé, solo creí que lo pensarías.- Que me dedico a desaparecer ante el primer inconveniente, quiso agregar, pero no se atrevió.
Sorprendentemente esta vez no había huido de la realidad, y se sentía orgulloso, además de sorprendido.

A veces creía que todos pensaban de la misma manera que él. Siempre había sido un poco egoísta.

El tema de conversación se desvaneció en el aire a la vez que ambos se concentraban en sus pensamientos al respecto.

-Entonces mañana te irás.- Otra afirmación que ocultaba una pregunta. Su mirada como la noche se mantuvo firme sobre su rostro lechoso. Ella abrió sus ojos y miro sus pies descalzos. Finalmente asintió con la cabeza.

-Debería haber trasladado las cosas al departamento, supongo que habrá tiempo mañana.- Sasuke asintió con la cabeza y se acercó algunos pasos, tomando entre sus manos un vaso de vidrio y llenándolo con agua de la canilla. Tomó apenas un sorbo y lo depositó sobre la mesada.
Realmente no tenía sed, pero desde donde estaba, a apenas un metro de distancia, podía ver en detalle sus ojos verdes. Le gustaban sus ojos verdes.

-No es necesario que te vayas mañana, en realidad no importa cuándo te vayas.- La verdad era que Sasuke no quería que se fuera, pero jamás podría decirlo.

-Gracias.- Esta vez no era cortesía.

-Quiero decir, no me importa que te quedes.- Ella había entendido, pero él tenía la necesidad de decirlo. No quería que se fuera. Le aterraba la idea de quedarse solo en esa casa enorme. Simplemente no quería quedarse solo, le parecía injusto.

-Me iré mañana de todas formas, pero eso no significa que no voy a volver, si eso es lo que te preocupa.- Él asintió con la cabeza rápidamente. Se sentía avergonzado, y tampoco le parecía justo. –No voy a desaparecer en cuanto se termine la misión.- Pensó durante algunos segundos y luego continuó. Tenía sueño, pero no quería irse a la cama sin decir todo lo que pensaba. Sabía que si no lo decía en aquel momento, no lo diría jamás.- De verdad me importa nuestra relación, poco de lo que hice durante estos meses fue acatar órdenes. Lo único que quería es que todo estuviera bien entre nosotros.- Se obligó a levantar la mirada del piso. Sus ojos negros le devolvieron el gesto. Aquella profundidad de colores fundidos en una masa oscura siempre la había atraído.

-A mí también me importa.-

Finalmente lo dejó ir, y se sintió tranquilo después de hacerlo. Ella no escapó de su mirada, pero su expresión cambió de alguna manera.

Sorpresa. Ella no creía que él pudiera sentir lo mismo, y eso le dolía más que todo lo que había sufrido durante los últimos años. Aquella sonrisa incrédula y esos ojos vidriosos lo volvían loco. Le parecía injusto, aunque se lo merecía, por todo lo que había hecho.

Ella no sabía qué decir, y él estaba muy ocupado devanándose los sesos en busca de una respuesta. Por qué siempre la había tratado tan mal. La había ignorado, incluso la había llamado molestia.
Pero ahora se preocupaba, y ella se conmovía hasta las lágrimas.

¿De verdad había sido tan malo?

-Me alegra escuchar que esta vez no fue en vano.- Ella se incorporó de su asiento e hizo un ademán de retirarse, pero él la detuvo, tomándola del brazo.

No sabía qué decir, pero sí sabía que quería sentirlo.
Su cuerpo la atrapó en un abrazo poderoso y se sintió especialmente egoísta.
El perfume dulzón todavía no se había perdido en su piel, sus cabellos le hacían cosquillas en el cuello, y su pequeña figura parecía siempre haber pertenecido a la jaula de sus brazos.
Permaneció inmóvil durante algunos segundos, luego ella se separó levemente y le dio un beso en la mejilla.
Él la dejó ir y observó su silueta perdiéndose en las sombras del pasillo. Su mano cubrió con vergüenza aquel sector de su rostro que aún ardía insistentemente bajo su tacto.

.

-Había olvidado que teníamos tantas cosas.- Sasuke asintió al ver que Naruto trasladaba otra caja llena de objetos que no le pertenecían hasta el rincón más cercano a la puerta de entrada. – ¿Deberíamos ayudar a Sakura a mover sus cosas hasta el departamento?-

Las cajas con sus pertenencias permanecían cerradas en la habitación, a la expectativa de que su dueña las moviera, pero ella todavía no volvía del hospital, a donde había atendido pacientes desde las siete de la mañana.

-Esperaremos a que vuelva.- Naruto lo observó durante algunos segundos y de inmediato se percató de que algo había cambiado.

-¿Pasó algo?- Sasuke lo miró por unos segundos y luego habló.

-Ayer nos encontramos en la cocina, después de que ella volviera, pero nada sucedió.- El rubio sonrió levemente y esperó a que su amigo continúe. – Le dije que podía quedarse si quería, pero me dijo que prefería volver a su departamento.-

-¿Por qué debería quedarse?-

-No debe quedarse, quiero que se quede, quiero decir, no me molesta que se quede.-

-Quieres que se quede.-

-¿Por qué me preguntas si vas a entender lo que quieras?- Naruto se acercó y posó una de sus grandes manos sobre el hombro de su amigo, ejerciendo un poco de presión.

-¿Solo hablaron de eso?- Sasuke meditó durante algunos segundos y luego contestó.

-Me dijo que seguiríamos viéndonos.- Porque se percató de que me preocupaba, de alguna manera se percató de mi inseguridad. Por supuesto no le dijo eso a su mejor amigo. –Que quería que todo estuviera bien entre nosotros.-

-¿Y qué le dijiste?-

-Que yo también quería que todo esté bien entre nosotros, naturalmente.- Naruto asintió con la cabeza y luego miró a Sasuke. Sabía que algo se guardaba, porque lo notaba pensativo, como si todavía le estuviera dando vueltas a algo en la cabeza. Una duda, una respuesta, una contestación que no había quedado del todo clara.
Sin embargo no insistió, porque sabía que si su mejor amigo no se lo había mencionado era porque no estaba listo.

-Pensé que nunca se llevarían bien. Y ahora están más tiempo juntos que conmigo…- Sasuke le dedicó una mirada fulminante. No era momento para estupideces.

-Idiota.-

.

La verdad era que había escuchado mucho más que la puerta cuando ella había llegado. De hecho, hablando con sinceridad, no había dormido en toda la noche.
Desde que la silueta de Sakura y la de su acompañante habían desaparecido en el camino de tierra, no había podido dejar de imaginar lo que pasaría.

Ellos llegarían a la fiesta y saludarían con sonrisas y palabras cordiales a todos los invitados, comerían del gran banquete que la Hokage había preparado para la elite de la medicina. Tomarían vino y sake hasta el cansancio, incluso bailarían toda la noche, sin abandonar la pista más que para buscar otro trago.
Él la tomaría de la cintura y gozaría del privilegio de acariciar sus caderas. Ella enredaría sus manos en el cuello de él y enredaría sus dedos finos de uñas pintadas en sus cabellos rubios, haciendo masajes con la yema de sus dedos en la nuca de él.
Reirían y contarían anécdotas de cuando eran una pareja oficial y el posaría su mano sobre la de ella, entrelazando sus dedos por debajo de la mesa. Ella se sentiría avergonzada pero contenta de haber recuperado el cariño de su amado y se sentiría estúpida por haberlo abandonado en un primer momento. Se sentiría arrepentida y más estúpida, y finalmente aceptaría su proposición de darse una segunda oportunidad, porque estaba casi segura de que él lo haría, además ya había ensayado su discurso.

Pero Sakura era diferente, y esperaba que no se comportara como la protagonista de aquella telenovela que su madre siempre miraba por las tardes, cuando él merendaba al volver de la academia.

En realidad, Sakura había vuelto y se había despedido de él, Sasuke lo había visto todo. El saludo había sido bastante cariñoso para su gusto, a pesar de que no había cruzado la línea de la amistad.
Ella le había dicho que había sido una noche encantadora, que la había pasado muy bien y que estaba agradecida de que la hubiera invitado, porque de lo contrario habría tenido que asistir sola, como el resto de las solteronas del hospital. Se habían reído de sus palabras.
Luego él le había dicho algo parecido, sumando el hecho de que quería mantenerse en contacto hasta su próxima visita.
Y luego la había besado en los labios. Un simple roce de labios que había bastado para despertar su ira.

Le molestaba la naturalidad del asunto.

Sabía que ese beso se parecía más a un saludo filial, que a un beso de verdad, pero de todas maneras le molestó. Lo sintió como un insulto.
Era una despedida, y él lo sabía, pero de todas maneras no quería que sucediera.
Si ellos hubieran estado juntos desde un principio no tendría que lidiar con ese tipo de situaciones en el presente.
Probablemente si todo hubiera sido como debería, Sakura y él comenzarían a pensar en el matrimonio, después de tantos años de noviazgo y felicidad, incluso hablarían de sus hijos.
Cuántas posibilidades habría de que tuvieran ojos negros y cuántas de que tuvieran ojos verdes. Lo mismo con el color de cabello.
Si se esforzaba un poco, podía imaginar a Sakura caminando orgullosamente a su lado. Sus manos entrelazadas como debía ser, y en su espalda angosta es abanico del glorioso clan Uchiha.
Todos los que la vieran sabrían que le pertenecía.

Cerró sus ojos y volvió a la realidad. Sakura no le pertenecía ni llevaba ningún abanico en la espalda.

Depositó las cajas que llevaba cómodamente entre sus manos en la vereda y esperó a que Sakura abriera la puerta. Era la primera vez que ellos iban a su departamento.
Naruto se adelantó y cruzó el umbral de la puerta. Lo imitó y se adentró en aquel territorio desconocido.

El recibidor era pequeño y tenía un mueble pequeño de madera clara, destinado a guardar los zapatos de las visitas. En la superficie descansaba un plato de cerámica pintado de turquesa brillante en donde Sakura guardaba sus llaves, para no perderlas, supuso.
Luego la sala de estar. Un sillón color crema con varios almohadones era el centro de atención. Por encima de este, sobre la pared, podía observarse una pequeña colección de fotografías enmarcadas.
Una de la joven de cabellos rosas en los brazos de su madre, cuando apenas tenía meses de vida. Tenía las mejillas sonrojadas y una expresión pacífica en su rostro de pasa de uva.
La segunda foto en el centro era la misma que él y Naruto tenían, la foto del equipo siete. Demasiados recuerdos en una simple fotografía.
A su lado había dos fotografías del mismo tamaño, una de cuando Sakura había obtenido su título de Chunin, junto a sus padres, levemente más envejecidos que en la primera foto. Sakura tenía unos años menos que ahora, pero en su rostro comenzaban a dibujarse vestigios de madurez.
La última foto que observó con detenimiento fue la del exámen de Jounin, esta vez los que estaban a su lado eran la Hokage y Kakashi. Supuso que sus padres ya estaban muertos para entonces. La foto era la más actual.

Depositaron las cajas en un rincón del living, según las indicaciones de ella, y luego los condujo hasta la cocina.
Sirvió tres vasos de agua y los tres se sentaron en los bancos de la barra, del mismo color turquesa que el plato porta llaves.

-¿Qué haremos hoy?- Sasuke miró a su amigo en busca de una respuesta. No sabía a qué se refería exactamente. Sakura lo miró de la misma manera. –Es el último día de la misión, así que pensé que podríamos hacer algo.- Sakura de inmediato asintió con la cabeza, apoyando la opinión de su amigo.

-Sí, tenemos que hacer algo.- Sasuke sintió sus miradas sobre la suya. Verde y azul. No podía negarse, tampoco quería. Emitió un gruñido que hacía las veces de "sí".

El rubio se levantó de su asiento de manera enérgica, porque no sabía hacerlo de otra manera.

-¿A dónde vas?- Sakura preguntó. Sin embargo no recibió ninguna respuesta hasta que su amigo se encontraba con un pie fuera del apartamento.

-A robarle el sake a la vieja, por supuesto.-

-¡Naruto!- Ambos reprocharon al unísono, a pesar de que ninguno lo detuvo en cuanto partió en busca de lo necesario.