¡Hola, mis lindos lectores! ¿Cómo han estado? Bueno, hace tiempo que no actualizo este multichapter, el cual creo yo que ya voy a finalizar dentro de poco XD... O dentro de mucho tiempo, quién sabe...
En este capítulo hay una sorpresa casi al final... Una sorpresa que continuará en el próximo capítulo XD.
Sin más qué decirles, aquí les dejo con el capítulo número 10...
¡Saludines!
Vicka.
X.
Positano (I).
Positano.
Una de las poblaciones más idílicas de la costa italiana de Amalfi, uno de los puntos turísticos más conocidos del país por haber inspirado a artistas de la talla de Bellini y Wagner.
Stan podía observar todo desde el asiento del auto de Fabrizio; Butters y Leandro, quienes se hallaban sentados en la parte trasera, empezaban a comerse a besos como si fueran novios de toda la vida.
Si Trent les viera comportarse de esa forma, el hombre moriría de un solo infarto.
- ¡Es bellísimo! – exclamaba conforme se acercaban al poblado – Cielos, Fabri… Este lugar es hermoso.
- Y eso que sólo estás viendo de lejos, amore mio (mi amor). Pero aguanta a que lleguemos para que lo puedas ver con mayor admiración. Realmente les va a encantar… Bueno, te va a encantar, porque nuestros compañeros de viaje están muy acaramelados.
Stan se echó a reír mientras que Butters y Leandro seguían muy en lo suyo.
Mientras tanto, en Roma, Trent estuvo a punto de agredir al recepcionista del "Sole al Pantheon" tras enterarse de que Butters y Stan se habían ido con el tal Fabrizio Alcarte a Roma. Clyde y Josh, quienes sostenían a Trent por ambos brazos para salvarle el pescuezo al pobre recepcionista asustado, se despidieron muy abochornados con una disculpa y salieron del hotel en medio de los gritos del furioso rubio.
Una vez fuera de la estancia, sorpresivamente Josh le dio un puñetazo a Trent en el rostro y le reclamó:
- ¡Sí serás hijo de puta, Boyett! ¡¿Cómo pudiste intentar agredir al pobre recepcionista, eh?! ¡El pobre hombre no tenía culpa alguna, carajo!
- ¡SÍ LO TENÍA PORQUE SABÍA QUE ERAN MENORES DE EDAD! – exclamó Trent.
- ¡Cabrón, no era motivo para que te comportes así! – le replicó Clyde - ¡Si quieres hallar a los chicos, tendrás qué calmarte!
- ¡¿CÓMO QUE CALMARME?!
- ¡A CLYDE NO LE ALZAS LA VOZ, CABRÓN! – exclamó Josh furioso - ¡Compórtate y cálmate ya, hijo de la fregada!
- ¡A LA MIERDA CON ESTO! ¡ME LARGO A CASA!
- Ya empezaste a sonar como Cartman – comentó Clyde.
- Y-… ¡Argh! ¡Coño!
Sentándose en un banquillo en la plaza pública, Trent suspiró y estuvo a punto de llorar; no obstante, Josh le puso una mano al hombro y le dijo:
- Cabrón, ya en serio, deberías de aprender a controlar ese carácter tuyo tan explosivo. Aún no comprendo como Butters pudo estar contigo.
- Con Butters soy distinto – replicó Boyett -. Con él no pierdo el control con toda facilidad.
- No pensaste lo mismo cuando estabas con Bebe.
Trent quiso replicar, mas no pudo hacerlo. Josh tenía razón en muchas cosas, especialmente sobre lo acontecido con Bebe y su relación con Butters. No debió haber accedido a hacerle el favor a Bebe de "calmar" sus antojos de hombre; haber hecho eso solo le ocasionó problemas y bien grandes con Butters, tan grandes que el chico había huido con Stan hacia esa parte del mundo sin que nadie, ni siquiera él, se enterara.
En cuanto al joven Marsh, Boyett maldijo para sus adentros la hora en que el pelinegro había tomado la idiota decisión de irse a Italia a conocer a un tipo que de seguro era un pervertido, un tratante de mujeres y jóvenes…
- ¡Hay que ir a Positano! – exclamó repentinamente con decisión mientras se levantaba y se volvía hacia Josh - ¡Hay que ir ya!
- ¿No podemos quedarnos por un día a turistear por Roma? – inquirió Clyde.
- ¡Ni puta madre! Tenemos una misión qué cumplir y un idiota y un chico a quién salvarles el culo. ¡Vámonos!
Josh y Clyde no tuvieron más remedio que ir tras el rubio y acompañarle.
&%&%&
- ¿Crees tú que si Trent estuviera aquí, le gustara esta estupenda vista? – inquirió Butters con una sonrisa mientras observaba el hermoso paisaje de la costa iluminado por el atardecer desde el balcón de la habitación en la que le había tocado compartir con Stan.
- Yo creo que sí – respondió el pelinegro -, si es que a Trent realmente le gustara viajar.
- Posiblemente… ¡Ah, Stan! ¡Italia es hermoso! ¡Tiene una bella costa! Positano… ¡Molto bello!
- Cierto, pero… ¿Por qué preguntaste sobre Trent, Butters? ¿Es que acaso ya lo extrañas?
- Bueno… Uhmmm… Sí, admito que lo extraño, pero… Stan, no es por nada, pero creo que debemos hablar un segundo sobre esto.
- ¿Ahora?
- Sí… Ahora…
Los dos chicos se sentaron en las sillas que estaban en el balcón y Butters, un poco nervioso pero decidido, comentó:
- Stan, creo que Fabrizio tiene unas segundas intenciones para contigo.
- Bueno, eso es algo que había notado en Roma, aunque dudo mucho que sean malas.
- ¿Qué no son malas? ¡Por supuesto que lo son!
- Butters, creo que estás exagerando.
- Y dejarás de pensar eso luego de que diga lo que me comentó Leandro hace un rato mientras teníamos sexo.
Stan le miró extrañado mientras que Butters, dando un suspiro, empezó a hablar:
- Stan, Fabrizio no es quien dice ser.
- Butters…
- Espera a que termine de hablar, Stan. Espera… Y escucha… Stan, Fabrizio no es Fabrizio.
- Y si no es Fabrizio, ¿entonces quién es?
- Bueno… Fabrizio, como te he dicho, tiene segundas intenciones contigo, que es el de cumplir con una apuesta que había hecho con un rival suyo.
El pelinegro se sobresaltó mientras que Butters añadía:
- Créeme que yo no quería creerlo al principio, pero Leandro me lo juró y me lo perjuró en la cama. Stan… Fabrizio es en realidad…