Disclaimer: applied


.

Y FUE UN DÍA

.

.

.

Los niños reían, jugaban y saltaban entre risas y sonrisas, formando un pequeño grupo que entre cuchicheos de emoción e ilusión correteaban de un lado a otro intentando perseguir las sombras de una ilusión, las sombras de un futuro cercano para algunos: ser ninjas. El día estaba ya acabando y pronto tendrían que ir a sus casas así que sin duda aprovechaban hasta los últimos segundos su juego. Entre los alegres pequeños, una niña de cabello rosa intentó sin mucho éxito seguir el dinamismo del juego, apenas ese día le habían aceptado dentro y quería hacer de todo para agradarles, lamentablemente su coordinación no era muy buena y terminó cayendo de golpe al suelo.

—No te distraigas —la pequeña alzó la mirada sorprendida al ver a la niña simpática que le había ayudado a entrar. Era muy bonita, con el cabello rubio y sus ojos azules chispeantes, irradiaba una seguridad que a ella le hacía falta con creces —. Si te distraes pierdes —comentó dándole un toquecito en la frente con diversión y luego tirando de ella para levantarla.

Sakura rió amenamente algo entusiasmada por la ayuda brindada, se contagió de la alegría que parecía irradiar la otra niña y lo que quedaba de la tarde se dedicó a reír y saltar con libertad, una que normalmente no tenía. Apenas había cumplido los cinco años y lo que ya le ilusionaba sin ninguna duda era el camino del que hablaban los herederos de clanes ninjas. Ella no entendía muchas cosas, sus padres a menudo le decían que no tenía porque entenderlas, que era muy pequeña para comprender cosas de adultos pero Sakura sabía lo que quería, ella quería ser un ninja como fuese, aunque tuviese que ir rogando a sus padres para lograrlo. Ser ninja era lo que más deseaba y tenía fe en que lo conseguiría con el tiempo si podía probar a sus padres su talento.

Cuando el tiempo acabó, la niña rubia se despidió agitando las manos con una promesa de verse el día siguiente cuando el juego comenzara otra vez.

Casi emocionada Sakura iba a emprender el camino a casa cuando lo vio. Estaba allí, recostado sobre una pared a los lejos, viéndolos partir en silencio. Era un niño de su edad seguramente, mas bajito que ella, con la ropa sucia, rota y demasiado grande, el cabello rubio alborotado y los pies descalzos.

Nunca lo había visto, no era raro, después de todo sus padres no le dejaban salir a menudo, eran muy testarudos cuando de protegerla se trataba, quizá por eso Sakura era demasiado retraída y temerosa de todo.

Tuvo curiosidad, algo propio de su edad. Dio unos pasitos dudosos primero, luego unos más seguros y equilibrados y cuando se dio cuenta había llegado a su lado. Él se había deslizado en silencio y había enterrado la cabeza entre las piernas, ahogando unos sollozos.

— ¿Por qué lloras? —la vocecita fue dudosa, casi nerviosa.

Naruto alzó la cabeza sorprendido, analizándola casi con desconfianza. Por regla general, los adultos y los niños no se le acercaban a menos que fuera para agredirle. Se limpió las lágrimas al instante, casi ariscamente, y miró en dirección a la montaña kage ignorándola. Si le iba a hacer algo que lo hiciera de una vez y se fuera, no necesitaba que nadie le viera llorar, pero se sorprendió cuando luego de unos interminables minutos ella se agachó a su lado, sacando una bandita de uno de sus bolsillos y colocándoselo en una de sus mejillas lastimadas.

—Mami me lo dio —explicó la niña alegremente sin notar su rostro pasmado —. Dijo que curaría mis heridas. ¿Por qué lloras? —repitió.

Naruto tocó la bandita sin entender, confundido y expectante, al responder.

—Todos me odian —su voz fue concisa, amarga y certera para su juventud. Naruto le miró con desolación, casi esperando que ella diera un brinco, le señalara, gritara algún insulto y se alejara de allí con la barbilla en alto, arisca, cruel, como todos los niños que día con día le despreciaban aunque nunca alcanzaría a entender el motivo. Lo había preguntado tantas veces pero jamás había obtenido respuesta alguna, lo que lo hacía más cruel. ¿Quizá su delito era existir?

Sakura notó su tristeza pero no entendió sus palabras. ¿Odio? No estaba segura de saber lo que era el odio aunque su madre siempre gritara sobre eso cuando perdía la paciencia, y ella podía constatar que la perdía a menudo.

—Todos te odian —repitió ladeando la cabeza —. Yo no —y tras darle una gran sonrisa tiró de él para levantarlo, tal como la niña rubia hizo momentos atrás, ayudándole.

— ¿Qué haces, dattebayo? —gritó Naruto sorprendido y confundido, casi tropezándose al verse obligado a correr con la ropa dos tallas más grande.

Sakura le miró sobre el hombro, con una sonrisita confiada.

— ¡Vamos a jugar a ser ninja! —chilló dando saltitos. Su cabello corto se sacudió con sus movimientos torpes y le tapó los ojos, ella se lo apartó con un gesto de vergüenza pero mantuvo la sonrisa.

A pesar de que realmente no tenía idea de lo que le pasaba , ella sabía lo que era no tener amigos y había bastado una mirada para hallar su misma soledad en esos ojos azules. Lo que los diferenciaba era que ella no los tenía por sobreprotección, y él por rechazo y odio.

Naruto le miró con sorpresa, realmente sin alcanzar a entender porque querría ser su amigo dado que todos se alejaban de él y los niños preferían perseguirlo con piedras a dejarle entrar en el juego. Esa había sido su triste vida desde que tenía edad para comprender, ser agredido y despreciado, vagar descalzo y hambriento, sin nadie que lo quisiera un poco. Estaba demasiado herido y receloso y no sabía si debía creer en su honestidad y su aparente simpatía. Sakura notó su mirada resentida pero no borró la sonrisa alegre, tiró más de él, animada, charlando sin cesar de cosas que ninguno de los dos recordó después, eran solo niños, hablaban de cosas que escuchaban del resto incluso si no entendían. Resentido pero esperanzado, incrédulo pero deseoso de más, Naruto se dejó llevar porque en el fondo quería un amigo, porque deseaba que alguien lo quisiera y deseaba querer a alguien también.

Sakura giró a sonreírle de nuevo y algo dentro de él se agitó por primera vez. Era una sonrisa muy, muy bonita, cálida y destellante como el sol, tan desbordante de pasión por la vida que Naruto sonrió tímidamente a su vez, deslumbrado, contemplando a la pequeña con ojos diferentes a la hostilidad anterior.

Ella no le odiaba.

Ella le aceptaba.

Una bonita y rara amistad surgió entre ambos mientras día con día se reunían en los campos a saltar, reír y perseguir mariposas. Una amistad que le devolvió algo de fe al pequeño rubio que sonreía y chillaba cada vez más emocionado y confiado. Y en el calor de la compañía de su primera amiga, Naruto hizo una promesa de por vida:

Te amaré y protegeré por siempre, y yo siempre cumplo mis promesas, ´ttebayo.

La bandita de Sakura no solo curó la herida en su mejilla, también mitigó su dolor interior, y apenas unas semanas después Naruto se vio presto a cumplir su promesa al ver a Sakura siendo rodeada por un grupo de niñas que le tiraban del pelo, burlándose de ella y reduciéndola a lágrimas solo porque la habían visto jugar con él.

Una promesa era una promesa comprendió Naruto incluso en su niñez, y para protegerla incluso debía alejarla de él.

Ni siquiera fue necesaria su intervención, la madre de Sakura también los vio juntos y entre gritos de histeria cogió a la niña y le alejó definitivamente del demonio de la aldea, tan furiosa como indignada por la amistad de su hija. La pelea que tuvo lugar entre sus padres fue tan descomunal y aterradora para la niña que entre lágrimas y súplicas prometió que nunca volvería a acercarse a Naruto.

Los días, los meses y los años transcurrieron lentamente, zigzagueando entre la mente y los recuerdos de ambos, empañándolos con dolor, resentimiento y bastante desesperanza. Uno era el paria de la aldea, la otra era la llorona de la frente grande. Los recuerdos se desvanecieron entre nuevos con el transcurrir del tiempo.

Ino le dio la mano a Sakura con una sonrisa y una nueva perspectiva de belleza y amistad, le dio seguridad, confianza y el camino hacia un futuro prometedor y diferente, uno donde la timidez y nerviosismo no tenía espacio. Sasuke perdió a su familia y Naruto solo como estaba lo eligió como rival, como un igual, alguien que conocía su propio dolor y sufrimiento.

Y cada uno hizo su vida.

No hubo más recuerdos de una sonrisa y una extraña amistad, porque el tiempo había pasado y ellos habían cambiado. Pero en su inconsciente, Naruto nunca olvidaría aquella sonrisa y esa alegría.

No olvidaría que fue un día que ella le dio su amistad.

Aunque años más tarde, influencia por todo los demás, Sakura no fuera más que otra que lo rechazaría y despreciaría, pero él sabía en su interior que la Sakura que le ayudó seguía allí, solo enterrada entre un montón de superficialidad y egoísmo.

Él solo tenía que esperar a que ella recodara la razón por la que él la amaba.

Tenía que esperar un poco más, mientras Sasuke los dejaba y se iba por ambición de venganza y crueldad, mientras Sakura lloraba su partida y él entristecía por perder a su hermano. Mientras los años volvían a pasar y un reencuentro nuevo se daba.

Solo que tenía que esperar un poco más, solo hasta que todo se arreglara, hasta que el mundo donde vivían les diera un descanso y entonces Naruto podría verse recompensado con otra sonrisa más, una sonrisa alegre, llena de pasión y amor, una sonrisa que solo sería para él y para nadie más.

Entonces...solo entonces ese día se repetiría de nuevo, y él sería completamente feliz.

Nunca olvidaría su sonrisa, nunca dejaría de esperar a que ella finalmente lo mirara.

Y muchos años después, cuando todo estaba en su sitio, Sakura lo miró, le sonrió (esa sonrisa que tanto amaba) y le otorgó su amor.

.


Editado (30/04/17): Tengo sentimientos encontrados, no es que ya no me guste el NaruSaku (especialmente viendo lo "feliz" que es Naruto con Hinata y por favor, noten el sarcasmo), solo creo que después de años siguiendo el manga y creyendo entender lo que Naruto sentía por Sakura y Sasuke me di un golpe con la realidad en el Gaiden: en el preciso momento en que Sarada lleva el almuerzo que Hinata hizo a Naruto y este ni se acordó de la pobre sino que solo vio a Sakura y a Sasuke en la niña.

Pienso...y es dolorosa y extrañamente creíble...que Naruto no ama solo a uno, creo que ese día cuando formaron el equipo siete, cuando le dieron su comida incluso si fue de mala gana o por conveniencia, Naruto los convirtió en las personas más preciadas para él, a los dos, no solo a Sakura, no solo a Sasuke, siempre creí que Sakura era su primer amor y Sasuke su mejor amigo-rival, pero después de eso creo ahora que eso palidece en comparación con lo que realmente siente, y que Naruto necesitará para siempre de ellos dos, que no le importa nada ni nadie más que Sakura y Sasuke. Y es adorable y...triste... Puede que muchos celebren el NaruHina pero yo solo siento lástima por Hinata, casada con un hombre que está a su lado pero no la ama totalmente (si es que la ama aunque sea un poco y por dios, espero que si) y jamás lo hará.

Aunque en realidad también siento lástima por Sakura, tan estúpida y tonta para seguir con ese amor obsesivo por Sasuke, lo único bueno de todo es que el imbécil nunca está en la aldea así que no tiene que soportarlo mucho, ya suficiente con todo lo que le hizo durante la adolescencia.

Eso es todo.

Besos, Bella.

6° historia corregida.