Disclaimer: The Hunger Games no me pertenece.
...
Me despierto al notar el frio del otro lado de la cama. Estiro la mano para comprobar lo que me imagino, y en efecto, mi hermana Prim no está a mi lado. Bostezo y el olor del té recién hecho me inunda las fosas nasales. Deduzco que el estúpido de Buttercup (su horrible gato) la ha despertado antes de tiempo, y ella se ha puesto a preparar nuestro paupérrimo desayuno: Té y algo de ese insípido pan hecho con los cereales de las teselas.
Me levanto y cruzo la puerta que separa nuestro cuarto de la cocina, sonrío levemente y mi hermanita me devuelve la sonrisa para después morderse el interior de la mejilla. Sé que está nerviosa, ya que en una semana será el Día de la Cosecha.
Su primera Cosecha.
Y yo estoy aterrada. No puedo creer que mi hermana, esa niña que aun llora con cada pieza que cazo, haya cumplido doce años ya.
Por supuesto que no he corrido riesgos y su nombre solo estará una vez en la urna, solo tiene una posibilidad entre miles de ser cosechada. Solo una. Eso me da cierta tranquilidad. Mi hermana nunca pedirá una tesela, yo me encargare de nuestra manutención, como llevo haciendo desde que tenía 11 años.
Me llevo la taza de té a los labios recordando cada una de mis Cosechas. La primera fue especialmente dura. Hacía pocos meses que mi padre había muerto y tuve q pedir una tesela por cada una de nosotras (mi madre, Prim y yo misma) por lo que mi nombre ya entraba 4 veces. Mi suspiro de alivio al no oír mi nombre de los labios de Effie aquel día se mezclo con el grito ahogado de una niña que tan solo era un año mayor que yo. Recuerdo que más tarde el alivio se mezcló con la culpabilidad. Ese sentimiento solo duró hasta que los brazos de mi hermana me rodearon, nada de culpabilidad. Si no era cosechada no moriría, podría seguir alimentando a mi familia.
—¿En qué estás pensando?— la voz de Prim hace que vuelva al presente.
—Sólo en que se me hace tarde para reunirme con Gale— miento sin remordimientos, lo último que necesito es que mi hermana sufra más.
Me acabo el té quemándome la lengua, me levanto de la silla y regreso a la habitación a vestirme. Pantalones y camiseta oscuros. Cuando salgo del cuarto Prim me espera con un paquetito hecho de hojas de albahaca. Sonrío dejando que la boca se me haga agua pensando en su contenido y beso su pelo rubio.
—Despierta a mamá y oblígala a desayunar, ¿de acuerdo?— Prim asiente poniendo los ojos en blanco
—Como cada día Katniss...
—Como cada día...-suspiro-volveré pronto...
Me pongo la vieja chaqueta de cazador de papá y salgo de casa. Mis pasos se aceleran cuando dejo atrás las últimas casas de la Veta. Para cuando llego a la Pradera ya estoy corriendo.
Como cada vez que la cruzo, me detengo a escuchar la valla que rodea todo el Distrito. Silencio. Ya debería de estar acostumbrada, los carteles de alto voltaje son solo un incentivo para que la gente no se acerque, para mantenernos controlados dentro del recinto, como ganado. Esa valla ribeteada de alambre de espino nunca ha estado electrificada, a lo largo de mi vida la he cruzado cientos, no, miles de veces y siempre ha estado tan callada como ahora. Pero pararme a escuchar es algo que mi padre me enseño, una costumbre que tenía, algo que sigo conservando.
Cruzo la valla y corro hasta el árbol donde escondo el arco y el carcaj. Me cuelgo ambos al hombro y me dirijo al punto de encuentro con Gale, sabiendo que me espera una reprimenda, habíamos quedado al amanecer y el sol ya está demasiado alto. Necesitare una buena excusa y no solo un "me dormí".
— Llegas tarde Catnip—ni siquiera me había adentrado en el bosque dos metros.
—Dime algo que no sepa Gale— mi amigo entrecierra los ojos mirándome serio, enfadado—Prim lo está pasando mal, es su primera cosecha— Al menos no miento del todo.
—Estaba preocupado— Ahora soy yo la que entrecierra los ojos para mirarle pero la mirada que sus ojos grises me devuelven no deja dudas de que es sincero. Mierda.
—No deberías preocuparte por mí, podías haber aprovechado el tiempo y cazar— intento apartar la mirada avergonzada. Por suerte un arbusto de zarzamora se coloca en mi campo de visión.
— Prefiero que cacemos juntos, en eso habíamos quedado ¿no?— asiento sin mirarle recogiendo las jugosas bayas del arbusto amontonándolas sobre mi camiseta que coloco de forma que cree una especie de bolsillo.
— Bueno, ya estoy aquí— mi tono es enfadado, aunque solo estoy molesta, el también se retrasa algunos días, noto en sus ojos la sorpresa y para quitarle hierro al asunto acerco una mora a los labios de mi amigo.
— Eso ya lo veo...— murmura rozando mis dedos con sus labios antes de atrapar con los dientes la pequeña fruta— desayunemos y vayamos a cazar, tenemos bocas que alimentar.
Suspiro sin poder evitarlo, mi amigo tiene razón. El tiene alimenta a 5 bocas y yo a 3, desde que nuestros padres murieron en el mismo accidente esa ha sido nuestra obligación. Cazar furtivamente en el bosque para comer, con las escuetas teselas no tendríamos ni para la mitad del mes.
Nos acomodamos en nuestro punto de encuentro, ese saliente rocoso con vistas al hermoso valle. Gale apoya su cabeza en una de mis piernas y continuo dándole las dulces moras en la boca. Sus labios y sus dientes me hacen cosquillas en los dedos, algo que me hace sonreír. Gale junto con Prim son las únicas dos personas que me hacen sentir así, las dos únicas personas con las que puedo ser yo misma, además con él dentro de los bosques no tengo que fingir o morderme la lengua si quiero decir algo sobre nuestro "amadísimo Capitolio".
—Por cierto...he traído queso— Saco el pequeño paquetito que Prim preparó esta mañana y se lo enseño a mi amigo.
—¿También me lo vas a dar en la boca?— sonríe socarronamente.
— Eres todo un cara dura Gale Hawthorne...— Aparto mi pierna para que deje de apoyarse en mi, con la cara más seria que se poner, pero mi seriedad dura un suspiro y rompo en carcajadas acompañada por el propio Gale.
Entre risas saco el queso y lo parto a la mitad, algunas veces tenemos pan para acompañarlo, pero solo es en contadas ocasiones. Aun así el queso es cremoso y exquisito por lo que dura poco en nuestras manos.
— Creo que ya es hora de moverse...— murmura Gale chupándose los dedos sin ningún tipo de modales.
— ¿vamos al lago? podríamos pescar— me incorporo estirando cada uno de mis músculos, empieza a hacer calor, ir al lago supone refrescarse también.
— Buena idea Catnip— me da un toque en la cabeza, como si fuera un cachorrillo aunque antes de que me toque por segunda vez aparto su mano de un manotazo, molesta.
Recojo el arco y el carcaj y me adelanto caminando hacia el lago, dejando a Gale un par de pasos por detrás, a veces sus "Catnip" me molestan más que otras, esas veces que me trata como si aun fuera la niña escuálida de 12 años que era cuando le conocí. Una parte en mi interior odia esas situaciones, esas en las que el me hace ver que soy más joven, espero entender algún día por qué.
De camino al lago sacamos un par de redes viejas de otro tronco hueco, sabemos que las redes no son armas, pero es mejor mantener nuestros utensilios lejos del Distrito. Al llegar al lago el sol está en lo más alto del cielo y calienta con fuerza nuestras cabezas.
Gale en ese momento se adelante empezando a descalzarse, se deshace de su camiseta y se mete en el agua hasta las rodillas, empapando sus pantalones. Le observo mientras que toma un poco de agua con sus manos y la deja caer sobre su pelo negro. No puedo evitar pensar en los comentarios que hay en el colegio sobre él, lo atractivo y guapo que dicen que es. Y si, Gale es un chico atractivo, pero nuestra relación no tiene nada de romántico, somos amigos, buenos amigos.
Sacudo la cabeza para alejar los estúpidos pensamientos y procedo a descalzarme y quitarme los pantalones. Quizás a Gale no le importe, pero yo prefiero mantenerlos secos. Me meto en el agua inmediatamente después y el frio del agua alivia mis pies cansados. Me agacho para refrescarme la nuca y la cara cuando una buena cantidad de agua choca contra mi costado. Miro a Gale que sonríe con superioridad.
— Espantaras a los peces...— susurro con reprobación.
—Aguafiestas...
Vuelve a salpicarme y retrocede para recoger las redes. Me da una y él se queda la otra. Comenzamos a pescar. Muevo la red tal y como mi padre me enseñó, despacio, con los años he aprendido que para la caza y la pesca se requiere una gran dosis de paciencia, paciencia que yo a veces no suelo tener. Los movimientos de mi red se hacen mas rápidos a medida que veo salir las capturas, pequeños pececillos de los que algunos no superan los 10 centímetros de largo, y que aun así no desechamos por minúsculos que sean, siempre podemos vendérselos a Sae la Grasienta para que haga uno de sus múltiples pucheros.
Pasamos horas pescando los pequeños peces hasta que tuvimos la cantidad aceptable para la cena de las dos familias.
Al terminar mis brazos están engarrotados y algo doloridos, pero aun así decido dejar la red y disfrutar del agua. Dejo la red junto a las capturas en la orilla y me adentro en el agua, relajándome. Nado hasta el centro, a la parte profunda hasta que noto unos dedos que rodean mi tobillo y tiran de mí. Dejo de nadar y no pongo resistencia para que Gale se acerque a mí.
— Hoy el agua está especialmente buena...— tiene razón, varios días de sol intenso han hecho que la temperatura del agua suba unos grados. Asiento y como venganza por lo de hace unas horas le salpico en la cara. Rio hasta que él hace lo mismo y empezamos una batalla de salpicaduras que chocan contra nuestras caras. La batalla llega a su final cuando mi amigo consigue agarrarme por las muñecas. Forcejeo sin éxito, sé que es más fuerte que yo así que para evitar hundirme rodeo su cintura con mis piernas.
Sonríe. Sonrío.
Sus ojos grises brillan bajo el sol cegador y ver esa cálida sonrisa en la boca de mi amigo me hace sonreír aun más. Noto como sus ojos bajan hacia mi sonrisa, noto como relaja el agarre de mis muñecas, noto como su rostro se acerca centímetro a centímetro más cerca del mío, noto como mis piernas se tensan ante ese acercamiento. Eso hace que cierre los ojos. Noto su aliento sobre mis labios. La tensión es tal que hasta dejo de oír cantar a los pájaros. Una mano de Gale se posa en mi nuca justo cuando una nube tapa el sol. Ese pequeño cambio en la intensidad de luz hace que recobre el sentido común y abra los ojos.
Cuando lo hago un grito ahogado se escapa de mi pecho. Lo que hay sobre nosotros no es una nube. Es un aerodeslizador. Me separo de Gale a la vez que un pitido ensordecedor en forma de sirena llena el bosque.
...
Y aquí tenemos un nuevo fic, algo que se me ocurrió hace relativamente poco, ya que creía que el siguiente fic seria AU, y este no es estrictamente así, aunque sí que hay una graaaaaan variación en el argumento como podéis ver.
Espero tener la misma acogida que con Aprendiendo. De momento, gracias por llegar a leer hasta aquí!
Actualizaré los Sábados.
Besos de fuego!