Bueno, ha sido un camino largo, con muchos tropiezos y demasiados errores. Gracias a todos los que leen la historia, los que la han puesto como favorita y los que la sigue. Tambien debo agradecer a mis amigos de los malos fics y sus autores por haberme ayudado, y no es broma. En serio gracias chicos, aunque ya no pueda leer lo que ponian de mi, les tengo un gran afecto (aunque lo más probable es que el tema haya quedado en el olvido xD) de nuevo gracias a los que han dejado comentarios, no he respondido ni uno porque, debo ser sincero, no se como demonios responder en este lugar xD gracias aun asi, en serio fue un largo camino (casi cuatro años) y gracias a dios ya ha terminado. Espero poder seguir leyendonos y de nuevo miles de gracias a todos utedes. siempre han sido y seran mi razon de escribir. Tambien les dese un muy feliz año nuevo y nos los interrumpo más. ¡A leer!

Kennistar, cambio y fuera.


Ya no puedo luchar más contra este sentimiento.

El día era soleado y frío, lo cual lo hacía muy inusual en el mes de diciembre. Los pasillos estaban vacíos y casi toda la torre de Gryffindor descansaba junto con el resto del castillo. Casi toda la torre menos tres chicos y James Potter con sus alaridos de sirena fuera del agua.

I can't fight this feeling any longer! – Sirius hubiera deseado tener su varita en la mano y callarlo hasta que Merlín resucitara. – And yet I'm still afraid to let it flow. – Lo peor de todo no era la jaqueca espantosa con la que había amanecido, ni el agarrotamiento de su cuerpo que parecía hecho de madera; tampoco era lo mal que aullaba Potter. No. Lo peor de todo el asunto era que Remus se encontraba en el mismo maldito baño, escuchando esa estúpida canción, la cual su lírica atravesaba el alma llena de cicatrice que Sirius trataba de cerrar.

"Maldito seas Potter. Maldito seas."

What started out as friendship, has grown stronger…

–¿Quieres callarte de una jodida vez? – Llevaban menos de diez minutos en el lugar y Sirius ya estaba terminando de enjuagar su cuerpo para largarse de ahí. James entrecerró los ojos para tratar de enfocar a su amigo y sonrió pícaro cuando dedujo que Sirius estaba molesto.

I only wish I had the strength to let it show. – James tuvo que agacharse cuando vio una mancha pequeña y borrosa que se acerca a él de manera peligrosa. El jabón rebotó en la pared divisora y cayó en el cubículo en el que se encontraba Remus. Sirius gruñó y apartó su mirada mientras cerraba el grifo y salía de la regadera. – ¿Ya te vas? ¡Hombre, pero si no he llegado ni al coro! – Una pequeña parte de Sirius sonrió feliz al ver que su amigo era el mismo de siempre. Estaba seguro que James se mordía la lengua para no preguntar nada sobre la noche anterior y por primera vez en su vida, Sirius agradeció su discreción.

–¿En dónde escuchas esas mierdas? – James se rio alto y algunos pequeños que iban entrando se asustaron. Normalmente los chicos se levantaban muy temprano o muy tarde para tener un poco de intimidad al bañarse y poder molestar al otro sin tener que soportar miradas de disgusto, pero siempre había pequeños madrugadores, al igual que ellos, que arruinaban sus planes.

Sirius se secaba rápido y con fuerza, como si tratara de borrar esas marcas que estaban en su cuerpo y Remus miraba de manera no disimulada. Sirius no podía dejar de preguntarse cómo se sentiría Remus al ser su primer día de novio con esa chica y la sola idea le revolvió el estómago vacío. Las imágenes día anterior lo asaltaron y secó con furia su cabello, como si este tuviera la culpa de su enojo.

–En una estación muggle americana.

–Que dejen de enseñarte esa mierda. No es bueno para la salud de nadie. – No hacía falta decir nombres para saber a quién se refería Sirius. Este observó cómo Remus hacía un mohín y desvió la mirada cuando Sirius lo penetró con la pequeña cortina de agua cubría el cuerpo de Remus y Sirius agradeció el que día fuera frío y Peter tuviera el agua caliente a todo lo que daba. Su boca se secó cuando las gotas resbalaron por el largo y delgado cuello lleno de cicatrices de Remus y tuvo que apretar los puños para contener su enojo. Lo que menos quería era arruinar el día de su amigo James y que la preocupación y las ganas de preguntar aumentaran. Estaba harto de esa situación y salió pisando fuerte antes de que imágenes de Remus y esa chica haciendo cosas en las que no quería pensar acuchillaran su cerebro como los agudos desafinados de James taladraban sus odios.


Las mañanas siempre relajaban a Remus. Sentir el solo opaco de diciembre sobre su piel mientras caminaba por los pasillos para ir al Gran Comedor lo tranquilizaba, incluso después de una horrible noche de luna llena. Sin embargo, ese día estaba extrañamente tenso. Sirius había estado raro desde el día anterior. Remus había acabado su ronda de prefecto y Sirius aún no había llegado a la habitación; y cuando estuvieron en las regaderas pudo ver cicatrices terribles recorriendo el cuerpo de su amigo. Remus estaba preocupado, aunque no era nada nuevo para él. Sirius siempre le causaba preocupación y una sensación extraña en el estómago. Tenía la esperanza de que al llegar al Gran Comedor el humor de su amigo hubiera mejorado, pero parecía que con el paso del tiempo este solo empeoraba.

–¡Remus! Tardaste siglos en cambiarte. – Por suerte, James estaba alegre y amiguero como siempre y hacía que el ambiente fuera menos pesado. Junto a él, Sirius tenía una cara de pocos amigos que daba miedo y se metía a la boca toda la comida que estuviera a su alcance. Miró a Remus directamente, con unos ojos tan extraños que este tuvo que desviar la mirada.

–Estoy algo cansado. – Sirius bufó y por alguna razón eso molestó a Remus. La actitud de Sirius comenzaba a irritarle y le jodía bastante que Sirius no le dijera por qué demonios se había enojado. Acaso, ¿Remus había hecho algo que Sirius consideraba como malo? ¿Y por qué maldita sea no le explicaba nada? – ¿Disculpa? – Preguntó en un tono más agudo de lo normal. Sirius desvió su vista de en frente y taladró a Remus con su mirada.

–Nada. Solamente me preguntaba que habrás hecho anoche para cansarte. – Remus abrió los ojos sorprendido. Miró a Sirius sin comprender y recordó lo que Lily le había dicho la noche anterior. James los observaba a ambos sin saber qué hacer cuando la risa de Remus lo asustó demasiado. Sirius lo miró incrédulo y estuvo a punto de estalla del enojo; y junto con la expresión de James hicieron que Remus se riera con más ganas.

–¿Remus? – Preguntó Peter preocupado. Remus trató de hablar pero le faltaba el aire.

–¿Acaso te parece muy gracioso? ¿Por qué mierda te ríes? – El tono altanero de Sirius tranquilizó a Remus y al poder tomar un respiro dijo:

–Sirius, eres tan infantil. – Sirius amenazó con ponerse de pie, pero James se lo impidió.

–¡Es cierto! ¿Por qué no estás con Harrinson, Remus?

–¿Por qué debería de estarlo? – Remus tomó asiento junto a Peter y ser sirvió un pedazo de paste de carne para luego deleitarse con las miradas de incomprensión de sus amigos.

–¿No es tu novia? – Preguntó Sirius en un tono tosco.

–sí, ¿no están saliendo?

–No. No somos novios y no estamos saliendo. – Remus no pudo evitar volver a reírse al ver la expresión de sus amigos. El rostro de Sirius se endureció en una mueca extraña y James levantó las cejas con una media sonrisa en su cara.

–Y nos dices apenas. – James tenía razón. El día anterior Remus estaba tan concentrado en Sirius que olvidó ese pequeño detalle. Ahora que sabía que el enojo de su amigo se debía a sus celos hacía Viktorique, estaba seguro que con esa noticia todo volvería a la normalidad. Pero Sirius se levantó con brusquedad y tenía el ceño tan fruncido que parecía que había causado el efecto contrario.

Remus siguió con la mirada a Sirius hasta que salió del Gran Comedor, sin comprender qué demonios pasaba por la mente de su amigo.


Sirius no sabía la existencia de la palabra estrés hasta ese momento. Sentía como si su cerebro estuviera quemándose y estaba tan cansado que podría dormirse en cualquier lugar si tan solo pudiera hacerlo.

Estaba sentado en el piso de un salón vacío, esperando a que las clases terminaran para poder ir a comer, porque, para su mala suerte, tenía hambre. En varias ocasiones James trató de comunicarse con él por el espejo y como Sirius no quería hablar con nadie, tuvo que ir a la torre y dejar sus cosas en el dormitorio. Pensó en quedarse dormido en su cama, pero el cuarto olía al perfume de Remus y lo que menos quería era pensar en él puesto que ya lo había hecho demasiado. Lo único que quería era poder relajarse y dormir, pero aún no lograba entender por qué demonios Remus y esa Ravenclaw se habían besado si no eran novios y eso implicaba pensar en Remus y como ya no quería hacerlo tenía que hacer un sobreesfuerzo para enfocarse en otra cosa y era ahí en dónde le daba esa nueva sensación de estrés mental. Así que, en el estado en el que estaba, mandó todo a la mierda y decidió que si pensar en Remus le daría dolor de cabeza por lo menos aprovecharía algo de la situación. Estuvo dándole vueltas al asunto del beso y aunque no era imposible que dos personas se besaran siendo nada (él lo había hecho infinidad de veces), sí lo era en el caso del abuelo Remus Lupin con sus ideas sobre el respeto, fidelidad, dignidad y otras estupideces más. Remus era tan obsoleto en su manera de pensar que a Sirius le daba flojera de solo imaginárselo. Era tan anticuado que no podía creer que Remus le gustara de esa estúpida manera romántica. Y no solo su manera de pensar era la de un anciano, todo él lo era; su ropa interior, su manera de hablar, de moverse, de caminar. Sirius estaba seguro que el chico era tan aburrido que nunca se había masturbado. Y estaba seguro porque lo sabía ya que el mismo Remus se los había dicho. "¿Y para aliviar el estrés?" Había preguntado James perplejo.

Fue en ese momento cuando el mundo para Sirius se iluminó y una sonrisa de victoria iluminó todo su ser. Para su no tan mala suerte, pensar en Remus había sido la solución a su nuevo problema llamado estrés, y, acomodándose en el suelo, desabrochó su pantalón y comenzó a masajearse por encima de la ropa interior. Cerró los ojos, se relajó lo más que pudo pero no importaba cuanto masajeara, su mente estaba dispersa en otro lugar viendo cierta escena que quería olvidar. Un gruñido de frustración salió desde la garganta de Sirius cuando se dio cuenta que conseguir una erección era inútil. Dejó caer su espalda contra el piso y tomo su cara entre sus manos con ganas de arrancarse la piel. Odiaba tener que sentirse de esa manera. Prefería mil veces el dolor físico que su madre le causaba que tener que estar soportando esa extraña sensación de no saber que mierda estaba pasando en su cabeza. Quería volver a los viejos tiempos cuando para él Remus era su amigo, su hermano, una de las personas más importantes en su jodida vida. Sirius no quería que eso cambiara porque sabía que cuando tu mejor amigo te gustaba, todo se iba al caño. Sirius no quería que las cosas fueran diferentes. Estaba harto de que todo lo bueno en su vida se jodiera. Necesitaba poder decirle a alguien, desquitarse sin tener que lastimar su cuerpo de nuevo. Si cargaba con todo eso él solo seguramente explotaría. Solamente alguien podía ayudarlo y en ese momento se encontraba sentado en la mazmorra de pociones a metros de distancia de él.


El castillo se encontraba en un ligero silencio en donde los alumnos caminaban cansados rumbo a sus respectivas salas. El sol iluminaba opacamente los pasillos y bañaba con languidez a los alumnos que pasaban por ellos. James observaba el paisaje sin verlo realmente, preocupado por el futuro de sus amigos y temiendo que este fuera obscuro e incierto. De alguna manera se culpaba a si mismo por haberlos descuidado de esa manera, por haber sido egoísta y pensar solo en sus problemas. Quería echarle toda la culpa a Severus y a esas no tan estúpidas cartas, pero eso solo sería justificarse y no aceptar los errores que había cometido. Su cabeza le dolía y se frotaba la frente sin encontrar alguna solución que no fuera tan perjudicial. Lo único que tenía seguro era que lo mejor para llevar las cosas tranquilas sería terminar con ese juego y dejar en paz a Severus, no de manera definitiva pero si por el momento. Aun así, esa idea no le agradaba para nada pero era por el bien de sus amigos y ya había metido mucho la pata como para darse el lujo de elegir lo que más le conviniera.

James suspiró con real cansancio e hizo el amago para seguir su camino cuando un sonido llamó su atención. Se recargó en la pared del pasillo y agudizó la vista para poder ubicar de donde había provenido aquel sonido, cuando alguien lo jaló de la túnica y lo arrastró hasta el extremo más alejado del lugar.

–¡¿Qué demonios..?! – Una mano calló la exclamación de James y lo arrinconó contra la pared. Para suerte de James, esa mano le era tan familiar que la reconoció de inmediato y miró a su amigo sin entender que era lo que estaba pasando.

–Cornamenta, tengo que hablar contigo. – Sirius quitó su mano de la boca de James pero este no dejaba de verlo perplejo y sin entender nada. El rostro de Sirius estaba tranquilo, o bueno, más sereno que antes. Y sus ojos no tenían un brillo asesino. Aun así, Jame sentía que algo andaba mal y la culpa volvió a carcomerlo por dentro.

–¿Sobre qué? – Preguntó con cautela. Tal vez Sirius iba a gritarle sobre los problemas que estaban teniendo y a decirle que todo había sido su culpa, luego James reaccionó y se dio cuenta que estaba demasiado tenso y que Sirius nunca le diría algo como eso.

–Ven, sígueme. Sirius dio media vuelta y comenzó a caminar del lado opuesto del pasillo.

–¿Y por eso casi haces que me dé un infarto? – James siguió a su amigo, caminado detrás de él y escuchó la sonrisa en su voz cuando dijo:

–Era para darle algo de emoción. – Caminaron en silencio, lo cual fue muy raro y entraron a un aula vacía. Esta tenía un extraño olor a tabaco y James vio un par de colillas en el suelo. Ahora ya sabía en donde había estado su amigo en horario de clase. James se quedó de pie, observando como su amigo se recargaba en la pared cercana a la puerta y prendía un cigarrillo.

–¿Y bien? ¿Qué querías decirme? – Sirius inhaló y exhaló sin dejar de mirar a James. Parecía como si estuviera analizando cómo decir algo que no podía decir.

–Hermano. – Dijo con una voz grave, profunda, parecida a la que utilizaba cuando estaba a punto de decir una estupidez. – Estoy loco por Remus. – Hubo un silencio, largo y espeso. Al principio James creyó que se trataba de una broma, pero Sirius estaba demasiado serio, sus ojos no mentían y James se quedó en blanco.

–¿Qué?

–Estoy enamorado de él.

–Woo, ¿Qué?

–Viejo, no me hagas volver a repetirlo. – El tema era serio y el ambiente también. Pero James no pudo evitar reírse fuerte y alto.

–¿Qué mierda? – Sirius frunció el ceño y lo miró un poco enojado, pero James siguió en lo suyo. ¿Cómo pudo haber sido tan tonto? Era más que obvio que Sirius estaba celoso, ¡pero de Viktorique!

–lo siento, viejo. – logró decir después de unos minutos. – ¿Me estás diciendo que mi OTP es canon?* – Sirius hizo un esfuerzo por no sonreír y hacer ver el asunto como algo importante.

–Con un demonio, cornamenta. Estoy pasando por una situación difícil. ¿Quieres ayudar un poco?

–Vale, vale. ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué sea su padrino de bodas?

–¡Coño, no! – James observó a su amigo tratando de mantener la calma.

–Además, ¿por qué me estas contando todo esto? – Sirius entrecerró los ojos y miró a James sin poder creer lo que estaba escuchando.

–No sé, ¿quizá porque eres mi jodido mejor amigo? – James sintió una calidez extraña dentro de él y una punzada de cariño hacia Sirius lo asaltó de improviso. Estaba a punto de decirle algo, pero Sirius lo interrumpió tomándolo por la túnica y zarandeándolo con desesperación. – En serio necesito hacer algo. Nunca en mi vida me había sentido estresado y tampoco había podido no dejar de estarlo. He hecho de todo, ¡ni siquiera puedo jalármela a gusto! ¿Sabes el infierno por el que estoy pasando? ¿Tan siquiera te lo imaginas?

–Wo, hermano. Tus problemas de abstinencia puedes ahorrártelos. – James miró el rostro desesperado de su amigo entendiendo muy bien por lo que este estaba pasando. Comprendía la incertidumbre que lo estaba molestando, esa desesperación por no saber qué demonios te estaba pasando, el miedo al darte cuenta que comenzabas a sentir algo nuevo, esa angustia estresante que te acechaba día y noche. James lo entendía jodidamente bien.

James notó como su amigo respiraba profundo y lo soltaba con ganas de aplastarlo contra la pared.

–Gracias, hermano. – Sirius estaba enojado, y lo más probable era que saliendo de ahí iría a patearle el trasero a algún Slytherin. James quería ayudarlo, pero no podía ni con sus propios problemas. Aun así, él no era capaz de dejar a su amigo solo en esa situación y se le ocurrió una idea.


Sirius caminaba detrás de James. Su amigo no le había dicho a donde iban, pero por el camino que habían tomado, estaba seguro que se dirigían al dormitorio de los chicos.

Era extraño estar junto a James y no decir nada, el ambiente ya no era tenso pero Sirius seguía sintiendo una extraña incomodidad. Nunca le había gustado el silencio, lo odiaba. Le recordaba a su asquerosa casa en Grimmauld Place. Por eso siempre buscaba la manera de que todos los lugares en los que él se encontrara estuvieran llenos de ruido, de vida. Pero ese silencio era soportable; no le causaba estrés, aunque lo hacía pensar. Y eso sí que lo hacía enojar. Tenía la esperanza de que James lo ayudara e algo, por lo menos que su amigo escuchara lo que le estaba pasando lo relajaría un poco, decirle a alguien sobre su situación podría resultarle efectivo. Estaba seguro de eso.

Llegaron a la sala común y subieron a la habitación de los chicos. Sirius se recargó en la puerta después de haberla cerrado y observó como James se acercaba a su baúl y buscaba algo entre sus cosas.

–Espera, ya casi. – Sirius levantó una ceja sin comprender nada de la situación. James dio una exclamación de victoria y se volteó con un sobrecito transparente en su mano. – ¡Listo! ¿Te gustaría hablar sobre tus problemas con la compañía de Maria?

–Eres un maldito. Me dijiste que no tenías. – James sonrió pícaro y comenzó a preparar el porro sobre su propia cama.

–Vamos, puedes contarme mientras yo hago esto. – Sirius inhaló profundo y sostuvo el aire por unos segundos antes de exhalar con fuerza. Algo parecido a los nervios lo asaltó de improviso, pero recordó que ya había dicho lo esencial y que se trataba de su hermano, de James Potter; el chico miope que le había brindado su amistad sin importarle las cargas que los ancestros de Sirius habían puesto sobre sus hombros. Estaba seguro con él y sabía que James haría todo lo posible para poder ayudarlo a pesar de los problemas que tenía porque James SÍ era un buen amigo. Mejor de lo que Sirius había sido.

–Bueno, pues ya te lo dije. Siento algo más que simple amistad por Remus y no sé qué hacer. – James terminó de hacer el porro y se lo extendió a Sirius, sacó su varita y con una pequeña flama en la punta de está lo prendió.

–¿Eso es todo? – Sirius sintió la mirada penetrante de James. Sus ojos lo escudriñaron y Sirius fue puesto en evidencia. Estaba seguro de que James ya sabía lo que le estaba pasando y solo esperaba el momento para que Sirius lo dijera con sus propias palabras. Así que, inhaló profundo y dejó que la droga recorriera todo su cuerpo, relajando cada centímetro de su ser y logrando por fin que es estrés mental se apaciguara un poco; solo un poco.

–No. – Se sentaron en el suelo y Sirius inhaló antes de volver a hablar. – Veras, fue prácticamente cuando Harrinson le pidió Remus que fueran novios que me pude dar cuenta de esto. – Sirius hizo una pausa para ordenar sus pensamientos y James aprovechó el momento para tomar el cigarrillo y dar su primera calada. – Sabía que algo no andaba bien y pues no me quedó de otra más que aceptar que me gusta uno de mis jodidos mejores amigos y que la estoy cagando de lo lindo.

–¿Y por qué la estas cagando?

–Porque odio esa sensación como si quisiera aventar a cualquiera que se acerca a él. Y no te vayas a reír, pero las cartas que recibe Remus soy yo quien se las envía. – James se ahogó con el humo del porro al escuchar eso y con sus ojos enrojecidos miró a Sirius sin creérselo.

–¿Qué? – Dijo con la voz ronca, sus ojos lagrimeando y tosiendo con ligereza.

–No lo voy a repetir. – Sirius le quitó el cigarrillo a James e inhaló varias veces, preparándose para lo que su amigo le iba a preguntar.

–¿Y por qué hiciste eso?

–Pensé que eso podría cambiar su decisión. – Hubo un silencio en donde Sirius aprovechó para calar varias veces de nuevo mientras observaba como James fruncía el ceño y trataba de analizar la situación. Sirius seguía sintiéndose como un estúpido aun estando drogado y no podía entender en qué momento se le había ocurrido esa estúpida idea de enviar cartas y por qué demonios no había pensado en algo mejor.

–A ver. No entiendo. – Sirius se dio cuenta que la marihuana ya había hecho efecto en su amigo y que solamente lo estaba haciendo más lento que de costumbre. Así que, ligeramente irritado, le preguntó qué era lo que no había entendido.

–Remus y Harrinson no son novios. ¿Por qué no simplemente le pides a Remus que salga contigo y ya? – Sirius pensó que era una broma, pero el entrecejo e intento de mirada seria de James le dieron a entender que no lo era.

–Porque, maldito cierto miope, él es mi AMIGO. Si algo saliera mal, por insignificante que fuera, nunca volvería a ser lo mismo. Jamás. Y prefiero mil veces tener problemas abstinencia que perder a Remus.

–¿No será que tienes miedo? – La paciendo de Sirius empezaba a caer y pensó que habría sido mejor para su salud no haberle dicho nada a James estando drogado.

–¡Claro que tengo miedo, joder! Por Merlín, James, te lo ruego. Usa las neuronas que te quedan y piensa un poco.

–¡Es que no te entiendo! Te gusta Remus, pero no le quieres decir nada y luego te andas lamentando como Myrtle La Llorona. ¿Qué demonios quieres hacer? – El silencio se apoderó de la habitación y las palabras de James golpearon con fuerza a Sirius. El miope estaba en lo cierto; Sirius no tenía ni idea de que era lo que quería, ni siquiera sabía muy bien porque le estaba contando eso a James. Él estaba acostumbrado a hacer todo de manera impulsiva, sin pensar en lo que eso podría causar pero esta vez era diferente. Pensaba demasiado y no resolvía nada.

–No lo sé. – Admitió después de un rato. James asintió con la cabeza mientras le quitaba el cigarrillo a Sirius e inhalaba con fuerza. Expulso el humo y ambos chicos vieron como este se elevaba y se dispersaba en la habitación.

–Yo opino que deberías de decírselo.

–¿Qué? James, ¿no escuchaste lo que te dije?

–Coño, sí. Pero siento que es lo mejor. No me refiero a que le pidas que sean novios, sino a que le digas lo que sientes.

–¿Y qué lograría con eso? – James observó a su amigo y suspiró.

–No sé. Pero es mejor que no hacer nada. – James tenía razón, aun así no sabía si es era lo correcto, pero ¿quién sabía que era lo correcto?

De nuevo un silencio en donde ambos chicos pasaban el cigarrillo para fumar un poco de él, hasta que se acabó y James hizo otro. Estaban sentados entre la cama de Peter y la cama de James, justo en donde la pequeña ventana mostraba el hermoso panorama que ofrecía la torre. El sol ya que había metido y la luna comenzaba a salir. Entonces Sirius se acordó de Remus, muy parecido a la luna; tan cerca pero a la vez tan lejos.


Las manos de James se movían lentas al envolver la yerba en el papel. Sentía una extraña languidez sobre su cuerpo y una extraña sensación lo envolvía al ver las miles de emociones que reflejaban los ojos de su amigo, aunque lo más probable era que solo se lo estuviera imaginando.

–Viejo, lamento no ser de mucha ayuda. – Sirius miraba la ventana con dolor, como si ese pequeño vidrio le estuviera causando una agonía terrible. Y James había visto cuando Sirius sentía dolor, una expresión salvaje reflejo de algún golpe o herida; pero esa expresión era nueva. No había furia ni salvajismo. Nada que hubiera visto antes. Era tan dolorosa, tan triste, tan desesperante que James, por primera vez en su vida, sintió compasión por su amigo.

–Nah. Estas aquí y eso es lo que cuenta. – James terminó de hacer el cigarrillo y se lo volvió a extender a Sirius. Este lo prendió e inhaló con fuerza. – Además, SE que tú también estas pasando por algo similar. – James no dijo nada pero miró de reojo a su amigo y se recargó en la base de la cama, con un peso horrible sobre su cuerpo.

–¿Yo? – Trató de hacerse el desentendido, pero era imposible hacer eso con Sirius.

–No te hagas, maldito cierto. Tú te traes algo y no me has dicho nada. – Sirius entrecerró los ojos y James sonrió cansado. Pensó que no era justo para Sirius no decirle la verdad cuando él había sido sincero, así que, sin muchas ganas de hacerlo, decidió hablar sobre el tema.

–Vale, SÍ tengo un problema. Pero no sé cómo comenzar; más bien, no sé de dónde comenzarl.

–No importa, tú dale. – James suspiró y pasó su mano por su cabello, revolviéndolo todo. Sirius caló de nuevo y le extendió el cigarrillo. James lo tomó con manos temblorosas y tuvo que inhalar varias veces antes de poder continuar. Su cuerpo seguía pesado y aunque su mente había estado algo nublada, ahora se encontraba despejada y con un extraño sentimiento que no podía explicar.

–Bueno, Lily me gusta pero no puedo pensar de esa manera de ella.

–¿De esa manera?

–De una forma sucia…pervertida, ¿vale? Ella es tan pura y linda y yo no puedo ni imaginármelo. Así que decidí escribir todas esas cosas pervertidas que tenía en mi cabeza sin referirme a ella.

–¿Cómo? – James guardó silencio por un rato antes de extenderle el cigarrillo a Sirius y responder su pregunta.

–Pues escribía en términos ambiguos, pero eso es lo de menos, Sirius. El punto es que no sé por qué, tal vez estaba un poco drogado…

–¿Un poco?

–Y envié la carta. – Sirius tosió violentamente y miró estupefacto a James.

–¡¿A Evans?!

–¡No sé! Solo la envié. Y recibí una respuesta.

–¿De quién?

–Que no sé, joder. Y bueno, empezamos a escribir cosas sucias pero un día me envió una carta preguntando si podíamos hablar de algunas cosas y pues empezamos a hablar y sinceramente me di cuenta que se trata de alguien que se me hace interesante, ¿sabes? Y mucho. Es como un niño pequeño obligado a ser un adulto, así es como lo veo yo, y en verdad disfruto hablar con esa persona; pero ese no es el único problema. ¿Te acuerdas cuando me drogué hace poco? bueno, SÍ besé a Snape esa vez. – Sirius frunció el ceño y exhaló el humo por su nariz. Le extendió el cigarrillo a James y lo miró espantado.

–¿En serio? Dios, hombre. Qué horror.

–Eso no es todo. Últimamente he pensado, no, HE sentido que esa persona es Snape. – Hubo un silencio en la habitación, ligero pero intenso y James sintió como su amigo trataba de enfocarlo a través del ligero humo que se arremolinaba alrededor de ellos.

–¿Qué? ¿La persona de tus cartas?

–Sí, y la otra vez escuché a Lily reclamándole a Snape sobre unas cartas y no sé qué pensar. – Automáticamente James se llevó una mano a su labio inferior, en donde Snape lo había mordido. Acarició con ligereza la herida que comenzaba a sanar y dijo con la mirada perdida. – Esta herida me la hizo él cuando lo besé.

–No mames, ¿Lo besaste? ¿Si estar drogado?

–Sí y no sé, Snape me hace querer hacer ese tipo de cosas y no sé por qué. No sé si estoy enamorado de Lily, o de la persona de las cartas o qué es lo que siento por Snape y…

–Tranquilo, viejo. Tú no estás enamorado de nadie. – James frunció el ceño, con el cigarrillo en la mano amenazando con caérsele.

–¿Ni de Lily?

–Evans te gusta, pero no es lo mismo que amor, ¿sabes? A lo mejor sientes una atracción por esas otras dos personas; tal vez te gusta la persona de las cartas y de alguna manera demasiado escalofriante te atraiga quejicus. – James observó a su amigo sin entender muy bien a lo que se refería. Sirius tomó el cigarrillo de la mano de James antes de que terminara en el suelo y esperó a que James procesara la información, pero este no se encontraba en el mejor estado y solo quería escuchar lo que Sirius tenía que decirle para tratar de entender solo un poco que es lo que estaba sintiendo. – Mira, cuando veo una chica y me atrae o me gusta su cara, su cuerpo o algo, me dan ganas de follar con ella, ¿vale? Y querer… bueno, yo te quiero James porque eres mi amigo y eres asombroso y eres James, pero cuando estoy con Remus….él me gusta y lo quiero porque siente que puedo ser yo mismo, ¿sabes? Y no quiere decir que contigo no lo sea… pero es diferente. Siento que puedo ser malo pero que no importa porque él es bueno y me hace creer que yo también lo soy y… es un sentimiento muy difícil de explicar, ¿sabes? Además, ¿quién sabe lo que es el amor? –James frunció los labios sintiendo una gran pesadez en los hombros. Sirius había dicho algo demasiado cierto pero seguía sin comprender por lo que estaba pasando. Recordó lo que Remus le había dicho un par de días atrás y algo parecido le había dicho él mismo a Sirius unos momentos atrás. Tenía miedo. No estaba seguro de nada y eso le asustaba. Pero era joven, tonto, despreocupado y no tenía nada que perder si le decía a Severus Snape que posiblemente sentía algo por él. Además, estaba drogado y harto de todo. Así que se puso de pie con dificultad y salió de la habitación ignorando la mirada de interrogación de Sirius.

Caminó sin rumbo fijo pero estaba seguro que sus piernas lo llevarían a Snape, siempre era así. Tal vez por eso le gustaba molestarlo; nunca había pensado mucho en el asunto pero ahora era diferente. Todo era diferente. Tal vez desde el inicio fue así; Snape encorvado y temeroso y James alto y extrovertido. Era obvio que se trataba de una atracción, extraña, espeluznante, pero a fin de cuentas algo natural.

James se detuvo pensando que ya estaba demasiado viejo para drogarse y que todo lo que había supuesto era efecto de la marihuana. Se recargó en la pared y evocó el rostro de Snape. Lo analizó y no encontró algo que le gustara y tampoco quiso saber cómo era posible que ese chico tan feo le excitara. No supo cuánto tiempo estuvo recargado, pensando sobre cosas sin sentido y revolviéndose los sesos sin motivo alguno, cuando unos pasos llamaron su atención. Eran lentos y hacía eco en el pasillo. Agudizó el oído y se sintió algo desilusionado al percatarse que se trata de dos personas. Hizo el amago de seguir con su camino pero algo lo detuvo. De nuevo no sabía que era lo que lo mantenía pegado a la pared, en la espera de que esas personas aparecieran para poder saber de quienes se trataba. La espera fue eterna hasta que una cabellera pelirroja llamó su atención y detrás de ella estaba él. Platicaban en voz baja, Snape con una pila de libros y Lily con otra igual. Sin poder evitarlo, como si se tratara de un acto reflejo, James sonrió de lado, se revolvió el cabello y camino a su encuentro. Snape detuvo su caminar cuando lo vio y eso solo emocionó más a James.

–Hey. – Saludo en un tono casual. Lily lo miró con desagrado y arrugó la nariz.

–¿Qué quieres, Potter?

–Solo quiero decirle algo a Severus. – Lily levantó una ceja con ligera molestia y Snape frunció el ceño. La boca de James estaba seca y unas ganas de comer lo atacaron. Miró a Snape a los ojos y con un ligero tono altanero le dijo: – Quejicus, no sé por qué, y deberías de sentirte halagado, me causas un enorme deseo sexual y creo que lo mejor para los dos sería empezar a llevarnos mejor. Trataré de no molestarte, pero está en mi naturaleza hacer. Además, creo que hemos estado compartiendo correo últimamente, tú sabes, las cartas que llegan en la noche. Lo más probable es que sean mías. Como sea, solo quería que lo supieras para que no te parezca extraño mi nuevo comportamiento hacía ti. También trataré de no atacarte pero no prometo nada. Y una última cosa. Eres jodidamente feo y no sé cómo sucedió todo esto. A lo mejor alguien te hechizó para afectarme a mí, te pido cheques eso. Que tengas una linda noche. Evans, sueña conmigo. – Sintiéndose un poco mareado por haber hablado sin tomar aire, James caminó de regreso a la torre de Gryffindor. Tenía ganas de dar un par de vueltas por el campo de quidditch y quería regresar por su escoba, su capa de la invisibilidad y por Sirius. Tal vez después pasarían a la cocina para pillar algo de comida. Sentía curiosidad por saber lo que pasaría al día siguiente y estaba listo para lo que fuera.


* OTP es un termino para referirse a una pajera que es tu favorita, que te gusta mucho, que amas, etc y canon se utliza para decir que algo es verdadero, que si va dentro de la historia, que si ocurre. una OTP canon es cuando tu pareja favorita en verdad son pareja o si estan saliendo.