Capítulo 5

Ninguno de los personajes de Bleach me pertenece, eso se lo dejo a Kubo Tite, el recién casado. Muchas felicidades! (espero que tu esposa sea Ulquihime)

Capítulo 6

He visto cosas que los demás sólo pueden soñar. He visto a vivos convertirse en dioses y a los muertos transformarse en monstruosos heraldos de la destrucción. He presenciado como se mantiene el equilibrio en el universo y sé que hay vida después de la muerte. Cosas con las que muchos sólo pueden atreverse a soñar. Y aun así, sigo manteniendo la capacidad para sorprenderme.

Hoy me despertó Ulquiorra. Algo raro, pues normalmente es uno de esos sirvientes arrancars los encargados de esta tarea. Me traen la "bendita" avena hervida y después (mientras la como como puedo); aparece él por la puerta, me observa unos minutos en silencio y luego como vino se va. Al principio me intimidaba, pero a estas alturas ya me estoy acostumbrada a que me observe en silencio. Tanto, que muchas veces me olvido que está ahí sentado o de pie apoyado en la pared siguiéndome con sus penetrantes ojos verdes. Supongo que a todo nos acabamos acostumbrado. Pero ahí estaba él, plantado delante de mi cama con la bandeja de mi desayuno en las manos.

Me incorporé rápidamente en la cama y traté de atusar un poco mis cabellos revueltos por la almohada. Últimamente doy tantas vueltas cuando duermo que al levantarme cualquiera diría que he mantenido una cruenta batalla contra la almohada toda la noche.

"Buenos días, Ulquiorra" saludé educadamente con mi voz desgarrada de recién levantada "¿Ha pasado algo? ¿Necesitas de mis Rikkas?"

"No. ¿Te parece raro que esté aquí?"

"Un poco, sí" le contesté mientras restregada mis ojos para quitarme las legañas "Nunca me despiertas por las mañanas. Y si me hace raro no ver al sirviente de siempre. Así que me supuse que había pasado algo.

"¿Cómo te encuentras? ¿Te duele algo?"

"Estoy bien de salud si es a lo que te refieres."

" Últimamente no estás comiendo como siempre. Es mi deber velar por ti."

"Supongo que no tengo tanto apetito como de costumbre. Paso la mayor parte del día aquí metida así que mi consumo de calorías no es muy alto. Es normal que tenga menos apetito. En mi mundo, soy una persona muy activa."

"Está bien" dijo el espada dando el tema por finalizado "Levántate y desayuna.!

Me dejó la bandeja encima de la mesa. Aparté las mantas y me enfundé en las sandalias. Después, cogí la bata blanca que había dejado en una silla antes de irme a la cama y la ceñí a mi cintura. Normalmente, solía dormir con pijama pero por algún motivo a alguien le había parecido buena idea darme un camisón, blanco para variar. Odio los camisones, cuando sales de la cama tienes siempre mucho más frio. Bostecé y me estiré un poco.

"¿Qué tal has dormido?"

"Bien, gracias". respondí sin dudar, pensando en lo raro que era el que se preocupase por mí. Ya, su deber como no. No debía confundirme, no era cortesía ni que realmente se preocupase por mí. Lo hacía porque era u deber y por qué Aizen se lo había ordenado.

Me senté en la mesa y me hice con el bol de avena y junto con una cuchara. Ulquiorra se sentó en el sofá y se quedó como siempre, con la vista fija en mi figura. Lleve de mala gana una cucharada a la boca. Estaba como siempre, hirviendo, demasiado dulce y con ese toque acartonado que tanto odiaba. Y hoy tendría que comérmelo todo aunque después mi cuerpo lo devolviera. Mi amo estaba observándome, contabilizando cada cucharada que me llevaba a la boca.

"¿Quién eres en realidad?" me preguntó a bocajarro

Me paralicé en seco y con la cuchara todavía en la boca me giré hacia él. ¿Me estaba tomando el pelo? Con solo mirar su cara me llegó para darme cuenta que eso era improbable.

"Inoue Orihime, estudiante del Instituto de Karakura" respondí sin quitarme la cuchara de la boca.

"Eso ya lo sé. Quiero saber…. ¿Por qué eres así?

Desde luego si hoy iba por las preguntas absurdas se estaba coronando con ello. ¿Y que se supone que debo responder a eso?

"No te comprendo. ¿Por qué me preguntas eso?"

"Aquí las preguntas las hago yo. Tú no estás en posición de hacerlas. ¿Por qué una persona como tú tiene ese poder? No eres relevante, eres simple y molesta. ¿Por qué?"

"No lo sé. Un día aparecieron. Ni yo misma sé mucho de ello."

"¿Quiénes eran tus padres? ¿Quincys, tal vez? ¿has heredado ese poder?"

"¿Mis padres? Nunca los conocí. Mi hermano me dijo que mi padre era un borracho y mi madre… Bueno ninguna mujer estaría orgullosa con lo que hacía. Me sacó de esa casa cuando era un bebé para evitar que continuaran maltratándome. Yo no lo recuerdo."

"¿y tú hermano?"

"¿Sora? Era un humano normal. No tenía nada de especial. Bueno, para mí era especial pero no en el sentido en el que tú estás pensando."

"¿Era?"preguntó intrigado.

"Murió cuando comencé la secundaria" respondí mientras le daba vueltas a la avena que quedaba en el bol," después fue una tía lejana quién se hizo cargo de mí."

"Estas sola en el mundo."

"No, te equivocas. Tengo a mis amigos. Ellos se convirtieron en mi familia. Tatsuki y su madre cuidan mucho de mí."

"No te entiendo. ¿Cómo eres así?"

"Quién no te entiende soy yo."

"Repudiada por tus padres, abandonada por tu hermano, sin nadie… ¿Por qué sigues?"

"¿Cómo?" seguía sin comprender su razonamiento.

"¿Por qué no los odias y sin embargo los amas? Ellos tienen todo aquello que a ti se te ha negado. Tienen familias, tienen padres que los cuidan, hermanos que siempre están con ellos… Sin embargo, tu solo eres la pobrecita a la que siempre hay que rescatar."

"¡No! Estas equivocado. ¿Por qué los habría de odiar? ¿Por qué ellos tienen algo que yo no? No son responsables de ello. Me cuidan y se preocupan de mí cuando no tienen ninguna obligación conmigo. Eso es muy importante para mí."

"Si te engañas a ti misma no es mi problema. Pero sabes como yo que eso no es verdad. Lo hacen porque te tienen pena."

Comencé a recoger el servicio del desayuno dándolo por finalizado. Guardé el más absoluto de los silencios que fui capaz de convocar a mí alrededor. Ulquiorra seguía mis movimientos con una mirada inquisitiva.

"¿No vas a decir nada? Absurdo. Eres un despojo en todo. Y esto lo demuestra."

No iba a entrar en su juego. Discutir con él sobre este tema era como darse de cabezazos contra un muro de piedra. Por mucho que lo intentara jamás podría hacerle comprender el significado del cariño, del compañerismo, de la amistad y mucho menos lo que es la fuerza del amor. Una batalla perdida de antemano, así que no iba a malgastar saliva en ello.

"Te equivocas. Lo único que voy a decir es que existo para algo. Para cumplir los deseos del señor Aizen.- dije recitando aquella frase que se me había obligado a aprender."

Él se levantó, recogió la bandeja y salió sin despedirse. Me senté de nuevo y me cubrí el rostro con las manos. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, templadas con un gusto un tanto amargo. No podía negar que lo que había dicho me había hecho daño, a pesar que sabía que me estaba lanzando contra las cuerdas. Me levanté de golpe y entré en el cuarto de baño. No había tiempo para quedarse sentada y llorar. Me había prometido a mí misma que no iba a darle ese placer.

Sabía dónde encontrarlo. Había hecho ese mismo camino hacía un par de años con el mismo propósito. Era una buena idea, su alianza había dado frutos grandiosos en el pasado. Szayel volvería a ayudarlo con lo que tenía en mente. Caminó por el oscuro pasillo que llevaba al rincón apartado del ala oeste de las noches dónde se ubicaba su laboratorio. Como siempre, el científico se encontraba enfrascado en alguno de sus estudios en el centro de la estancia escasamente iluminada.

"¡Menuda sorpresa!" exclamó la espada sin desviar la mirada de su labor "Dime ¿Qué te trae hasta aquí después de tantos años, Nnoitra?"

"Te necesito para algo" respondió con aire despectivo

"No sé por qué pregunto" se alejó de la mesa dónde trabaja y se encaró a su interlocutor "¿Y que ganó yo con esto?"

" Algo que te gusta mucho y que sé que has estado deseando desde que ella llego hasta aquí. Conocerla. ¿O acaso me equivocó Szayel?"

"¿Estamos hablando de la humana? ¿O debería decir nuestra princesa?" dijo ajustándose las gafas mientras una chispa cruel atravesaba sus ojos.

"Me parece que esto te gusta tanto como a mí."

!¡Oh! No te dejes engañar. No negaré que la cosa me gusta… pero ¿y el señor Aizen?"

"No me tomes por un estúpido" bramó el quinto espada "Ya lo he pensado. Solo…es necesario hacerle ver al señor Aizen que Ulquiorra no es capaz de hacerse cargo de la humana. Y entonces seré yo el que se ofrezca voluntario para ello. Justo como hizo él."

"Sólo dime una cosa. ¿Por qué lo haces?"

"Por lo mismo por lo que mandé a Nelliel lejos de aquí. ¡Ninguna mujer puede tener poder! ¡Ninguna! Y menos voy a ser leal a una de ellas. Además, me encantaría cabrear un poco al Señor Aizen." sonrió mostrando su interminable fila de dientes.

"¿Eso es todo?" clavó sus ojos ambarinos mientras ajustaba sus gafas nuevamente.

"¡Joder!" suspiró molesto "Simplemente, no soporto que ese cabronazo de Ulquiorra la tenga y yo no. Es demasiado para él. Ella necesita algo más. Lo está pidiendo a gritos, ¡me lo está pidiendo! Y se lo voy a dar. Darle de comer y tenerla en una jaula de cristal… ¡chssst! Frígido."

"Eso está mejor. ¿Y yo?"

"Si te quieres quedar con Ulquiorra… No me mires así, aquí todos saben de tus gustos."

"¡Vete a la mierda, idiota! ¿Quieres q te ayude o no?" dijo molesto Szayel mientras el quinto asentía "Pues vamos a hacer esto a mi manera. No- ordenó acallando un intento de protesta de Nnoitra "si quieres que esto salga bien, seré yo el que le de forma al plan. No voy a colaborar en algo que va directo al precipicio, que quede claro."

"Haz lo que quieras, mientras consiga lo que quiero, el resto me la trae floja" dijo mientras un destello lujuriosa aparecía en sus ojos.

Ambos espadas se miraron cómplices saboreando en su interior la victoria esperada. Uno soñando con saciar su más oscura lujuria, el otro; esperando saturar completamente su curiosidad natural.

Seguramente habría llorado después de irse. Ella creía que podía ocultarlo, pero no había nada que sus ojos no pudieran reflejar. Y lo que no podía, simplemente no existía. Era hora de volver a verla. No sabía la razón, pero había algo más que inquietante en aquella humana. Perturbador quizás. Intrigante en parte.

Durante toda su vida había caminado solo. Nada había llamado su atención ni había merecido el que se parase a observarlo con detenimiento. Quizás la nada más absoluta … esa que pensó en abrazar tiempo atrás. Sin embargo…. Ella también había nacido en la oscuridad de su propio mundo. Quizás fruto de eso a los que su raza llaman pecado. Llevaba una marca de nacimiento. Sin embargo… ¿Por qué continuaba siempre brillando de esa manera y confiando en los demás? ¿Por qué no se abandonaba a la nada? Es mejor no sentir nada, no esperar nada, no creer en nada. Es mejor estar solo.

Entro como siempre en la habitación de la muchacha con un "voy a entrar" antes de hacerlo. Estaba sentada en el sofá con la mirada fija en la ventana. Ni aparto la vista para mirarlo. Se sentó al lado de ella sin mediar palabra.

"Solo venía a ver cómo te encuentras" dijo finalmente al ver que ella no iba a pronunciar palabra.

Orihime se encogió de hombros. Era raro ver como reaccionaba. Le hacían daño y se introducía más y más en ella misma. Lo normal hubiera sido como mínimo enfurecerse, como lo hacían algunos de sus compañeros. No sabía si llamarla débil o estúpida.

"¿Hoy tampoco has podido dormir?" le preguntó a bocajarro.

"¿Cómo lo sabes?"

"Porque cuando vienes aquí antes de la cena es que quieres dormir. Por eso sé cuándo no has podido pegar ojo."

"Aquí nadie va a venir a molestarme."

"Solo espero que puedas dormir."

Ella se levantó dejándole más espació, el cual aprovechó para acomodarse mejor. No sabía por qué lo hacía, pero muchas veces se sorprendía a sí mismo torciendo en el pasillo hacia la habitación de Orihime, buscando algo que no sabría definir con exactitud. Quizás es que allí había algo parecido remotamente al sentimiento que le producía el sentirse en el seno de la nada absoluta. Y que, extrañamente, lo tranquilizaba transportándolo a otra dimensión que creía tener olvidada: la de los recuerdos y los sueños perdidos.

Lo último que vio fueron sus manos revolviendo entre su ropa para coger el cuaderno. Iba a escribir. Ese rítmico sonido de la pluma rasgando el papel al compás de sus pensamientos era adormecedor.

Orihime dejó la pluma a un lado para observar con detenimiento el relajado rostro dormido de Ulquiorra. Era extraño como su expresión cambiaba totalmente. Se le hacía mucho más humano, por así decirlo. Le gustaba verlo de esa manera. Sonrió tímidamente mientras pensaba en quién había sido antes de tropezarse con Aizen. Un solitario seguramente. Su rostro, sus manos, sus expresiones… Siempre que lo veía caminar, hablar o simplemente desfilar por la habitación le embargaba un sentimiento de inmensa soledad. Algo que seguramente él no sentiría, eso lo sabía de sobra.

Se levantó y se acercó más al espada. ¿Quién fue en vida? O quienes. Sabía que los arrancar podían ser la unión de muchos hollows. Un conglomerado de almas caídas. Tímidamente acercó su mano al rostro del espada para tocarlo. No sabía por qué lo hacía, pero tenía curiosidad por sentir su tacto de una manera diferente hasta ahora. Sus ojos se movían rítmicamente. Estaba soñando. Se preguntó con qué podría estar soñando alguien como él. Se detuvo a mitad de camino con la mano en alto. No podía hacerlo. ¿Y si se despertaba? ¿Qué le iba a decir cuando la increpase al respecto? ¿Simple curiosidad? Era mejor dejarlo.

Se dio la vuelta dispuesta a volver a su silla cuando sintió como algo la sujetaba por uno de sus brazos. Con horror comprobó cómo sus temores se habían hecho realidad. Era Ulquiorra el que la sujetaba mientras la interrogaba con la mirada.

"¡Oh! Yo….yo… ¡qué susto!" balbuceó "¡Oh! ¡Lo siento! No quería despertarte….Esto…Verás…Parecía que tenías una pesadilla…y yo…..Me estaba preguntando si debía despertarte…"

"Deja de balbucear. Te haces más estúpida que de costumbre" dijo el espada incorporándose "Ya me he despertado."

"Lo lamento" dijo ella con un hilo de voz mientras apretaba sus manos contra el pecho "¿Y si te vuelves a dormir? ¿Quieres que cante una nana? A lo mejor eso te ayuda."

"No me trates como si fuera uno de tus amigos, porque no lo soy. "se sentó en el sofá con cierto aire de cansancio. Se revolvió el pelo "Me duele un poco la cabeza. Será mejor que vaya a por tu cena."

Se marchó sin más, dejándola allí de pie, en mitad de la habitación. Y como siempre, inundada de un tremendo sentimiento de soledad al que no le encontraba ninguna explicación. No podía provenir de él, sino de ella misma. Él no sentía nada.

Muchisimas gracias a todos por los rewiews a andy, a Misari, a butterfly, a vanessa y a diet. Muchas gracias por leerme en serio^^ me dais muchos ánimos. A ver que os parece este nuevo, como de costumbre estoy deseando leer vuestras impresiones. Quería haber actualizado antes, pero la vida a veces se te hace un poco complicada. Bueno, prometo venir con otro capítulo dentro de poco. Ya son 6! Pensé que no llegaría ni al 4, que me daría tomatazos a miles. Un beso muy fuerte a todos y muchas gracias por seguirme.!