Disclaimer: Los personajes de Pandora Hearts son propiedad exclusiva Jun Mochizuki y su vena sádica; yo sólo los tomo prestados un ratito, con el fin de entretener y sin ánimos de lucro. ¡He dicho!

Autora: Este fic es uno de los tantos que se me han quedado atorados en la tinta y que hasta ahora ven la luz del sol, así que disculpen si no tiene sentido o razón de ser pero creo que esta mejor aquí que en un rincón desolador en mi mente.

Advertencias: Divagaciones, punto de vista de Jack y confusión(?). Referencias al retrace 65.


.:: [ Equal ] ::.

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—¡Y-ya b-basta, Jack! ¡N-no dejaré…q-que hagas tal co-sa!

Jadeas con fuerza, tu rostro se constriñe de dolor y tus extremidades piden descanso pero aun así te opones. Gritas. Te desgarras la garganta entre accesos de tos y sangre, solo para detenerme.

Me desconcierta. ¿Sabes?

Nunca se te ha dado gritar. El silencio va mejor contigo. Te hace ver imponente, elegante, inquebrantable y distante; pero cuando gritas...

...cuando gritas todo eso se pierde. Te hace ver vulnerable, perdido, desesperado.

Como un niño.

Sé que tienes reproches, lo entiendo. Te sientes traicionado. No tienes que disfrazar el odio con pena. Lo veo en los ojos de tu niño. En ese cuerpo infantil que delira, se estremece y muere, y donde tu alma ha sido atrapada por mi culpa pero...¡Mírame! Somos iguales.

También estoy atrapado.

También apunto a tu cuello como tú alguna vez apuntaste al mío.

Intento matarte como alguna vez tú lo intentaste.

Ahora sientes dolor como el que yo sentí cuando tú—mi único lazo, con ella, con el mundo—, me diste la espalda. Cuando te negaste a que ella volviera. Cuando me llamaste ridículo y me quedé callado.

Ahora yo también te silencio y censuro.

Ahora yo también te freno porque tú lo hiciste.

Ahora yo también te rechazo como tú rechazaste.

¡Vamos, mírame!

No como Glen sino como Oswald.

No como mi verdugo sino mi amigo.

No como líder de los Baskervilles sino su hermano.

Como lo que fuimos y no lo que somos.

Somos iguales. ¿No lo notas?

Tu mente también ha mordido el seductivo anzuelo de la locura, solo que tú te empeñas en ocultarte bajo prejuicios enfermos. Moral y justicia torcida—ciega y asquerosa—que no te ayudó cuando tuviste que matarla, que no cesó tu dolor cuando te quedaste solo, que no te acompañó cuando lloraste, que no te mantuvo cuando te culpaste pero que a cambio te hunde en la desesperación mientras yo persigo la esperanza...

Así que déjame liberarte de esa carga, amigo mío, como sé que alguna vez tú quisiste liberarme de la mía. Permítete despedirte con el honor de ser herido, por aquella cadena que ha de reunirnos con nuestro único motivo de vida y razón de ser.

Déjame ser, quien ciegue al cegador...

—Hasta nunca…Glen…


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